Juego de diferencias…
Su mejor
alumno, Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes.
El jefe de Gabinete lo llamó “equipazo”, pero los
ministros no patean para el mismo lado.
© Escrito por
Nelson Castro el domingo 08/05/2016 y publicado por el Diario Perfil de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Marcos Peña dijo
el jueves pasado en Intratables que el Gobierno tiene un “equipazo económico” que es liderado por el propio presidente Mauricio Macri. A juzgar por el peso de los nombres,
probablemente sea cierto, pero la realidad y la tensión natural de los deberes
y obligaciones de cada ministerio, ha desatado los primeros encontronazos que,
en algunos casos, han alcanzado dimensiones considerables. ¿Qué es lo que está
ocurriendo entre los hombres que manejan el destino de la política económica
del país?
Alfonso Prat-Gay es, casi con seguridad, uno de los
hombres mejor plantados dentro del Gobierno pero, a la vez, el más
expuesto por decisión política del Presidente en el diseño del
gabinete. El ministro de Hacienda, debió resignar el poder real –propio de un
ministro de Economía–en manos de varios de sus pares: Francisco Cabrera, tomando decisiones ejecutivas desde su
cargo de ministro de la Producción, la canciller Susana Malcorra, con atribuciones en Comercio Exterior, Juan José Aranguren –un técnico que optimiza los números
a cualquier precio– en el Ministerio de Energía, Guillermo Dietrich con injerencia en obras públicas como
ministro de Transporte, y Rogelio Frigerio en su rol de ministro del Interior,
emprolijando y administrando recursos que le son propios a las provincias.
A pesar de esto,
Prat-Gay no se arredra y mantiene una dura pero necesaria discusión con Federico Sturzenegger, presidente del Banco Central, en lo
relativo al nivel de las tasas de interés, la política monetaria y cambiaria.
Economistas del Frente Renovador, señalan que, entre el ingreso de dinero
proveniente del crédito por el arreglo con los holdouts, y los US$ 5 mil
millones de la soja que se esperan para mayo, se terminará produciendo un revalúo
del peso o, dicho de otra manera, continuará la quietud de la moneda
norteamericana.
Aquí sobreviene
la primera diferencia técnica entre las necesidades de ambos.
Con inflación alta, peso apreciado, bajo consumo y dólar atrasado, es más difícil
atraer inversiones. Para Alfonso Prat-Gay sería un mejor escenario bajar
la tasa de interés para reactivar la economía movilizando el consumo. Desde
el Banco Central, quienes conocen a Sturzenegger aseguran que mientras no baje
la inflación él no tocará la tasa de interés. El partido se juega en el terreno
de lo real donde cada uno aplica su mejor receta, esperando ver qué ficha
moverá el de enfrente. Otros ministros y funcionarios que miran la contienda
desde la platea, creen que el límite para sostener este nivel de tasa y
estancamiento no debería superar el mes. Todo un mensaje para el presidente del
BCRA.
Rogelio Frigerio es otro de los que camina con aplomo,
en un terreno patinoso. Ya tuvo un altercado con Prat-Gay por la meta
inflacionaria del 25%. La plata le está llegando en cuentagotas, y aún no ha
podido distribuir entre los gobernadores el 15% de coparticipación federal que se les retenía a las provincias y
había sido objeto de litigio judicial.
El Ministerio
del Interior trabaja en una reunión de gobernadores a realizarse en Córdoba
para presentarles una oferta. Entre Frigerio, Prat-Gay y algunos gobernadores,
habría un principio de consenso en que la devolución del 15% se vaya realizando
de manera escalonada a un ritmo de un 3% anual. En Interior aseguran que “el
otro ‘dulce’ que el ministro puede mostrarles a los gobernadores es el dinero
de fondos federales para obras, que, a decir verdad, viene algo lento”.
Carlos Melconian, de renovada elegancia, juega un partido aparte, para
utilizar términos futbolísticos que tanto le gustan. Atrás quedaron los días en
que refunfuñaba por lo bajo dada la conformación de los espacios en Economía.
Una fuente del Banco Nación resume su situación diciendo que “está contento
pero reclamando mayor celeridad y menos gradualismo”. En el PRO
fueron algo más duros: “Que ni sueñe con ser ministro, es capaz y rápido, pero
de esos tipos de barrio que creen que se las saben todas y terminan abriendo
grietas por todos lados”.
Uno de los
protagonistas de la semana ha sido el ministro de Energía Juan José
Aranguren. El anuncio del aumento –el cuarto en el año– del 10% en las
naftas, se vio agravado por su curioso análisis de la situación: “si el
consumidor considera que el precio es alto dejará de cargar”. Honestidad
brutal. No tiene muchos amigos dentro del Gobierno. Es un técnico
capaz pero carente de tacto político y noción de la
circunstancia social. “El Indomable” es como lo llaman algunos de sus
detractores en el gabinete. Otros, que lo aprecian, grafican su lamento
diciendo: “Lo disfrutábamos cuando estaba en Shell plantándose contra Guillermo
Moreno. Ahora no sabemos cómo controlarlo” –se resignó la fuente–. “No le hace
caso a nadie, pero no es ningún kamikaze, ya va a entender”.
"Aranguren
no hace caso a nadie, pero no es kamikaze, ya va a entender"
Hipocresía.
La alta inflación, la caída de la actividad económica y –más que los despidos– el temor a perder el trabajo, le ha dado sustento al proyecto de ley antidespidos, instrumento legal sobre cuya escasa o nula efectividad hay un consenso mayoritario proveniente, inclusive, de muchos de los que en público lo apoyan. Macri cometió un error al anunciar que vetaría la norma. Eso no hizo más que estimular a los sectores más duros del peronismo afines al kirchnerismo que lo que están buscando, en realidad, es hacerle pagar al jefe de Estado el costo político de una decisión de ribetes impopulares.
La alta inflación, la caída de la actividad económica y –más que los despidos– el temor a perder el trabajo, le ha dado sustento al proyecto de ley antidespidos, instrumento legal sobre cuya escasa o nula efectividad hay un consenso mayoritario proveniente, inclusive, de muchos de los que en público lo apoyan. Macri cometió un error al anunciar que vetaría la norma. Eso no hizo más que estimular a los sectores más duros del peronismo afines al kirchnerismo que lo que están buscando, en realidad, es hacerle pagar al jefe de Estado el costo político de una decisión de ribetes impopulares.
Son esos mismos
sectores los que se han sentido incómodos en estos últimos
días con el video en el que aparece Cristina Fernández de Kirchner expresando
su rechazo a una norma similar requerida por la CGT en 2010. Curiosamente, los
argumentos utilizados por la ex presidenta para oponerse a la iniciativa fueron
los mismos que hoy esgrime Macri. La contradicción está en la esencia del kirchnerismo.
En este
contexto, la marcha que unió a dos de las tres CGT y las dos CTA hace
siete días, continuó reverberando a lo largo de la semana.
Ley
antidespidos, discursos variopintos, poco margen para el uso político de los
trabajadores y un común denominador: una parte grande de la sociedad, aún le da
crédito al gobierno del presidente Macri y ha decidido prolongar la luna de
miel. Más allá de los aumentos, sinceramiento o ajuste, hay un clima expectante
y de tolerancia que es bienvenido como signo de madurez democrática. Una parte
del sindicalismo y del peronismo más duro parece haber comprendido esto: al
Presidente le debe ir bien; no hay espacio para otra experiencia como la de
la Alianza. Al menos, nadie quiere ser el responsable de una crisis que pondría
a los argentinos al borde de un colapso de consecuencias institucionales que
fueron las raíces a partir de las cuales surgió el kirchnerismo con su impronta
de autoritarismo, corrupción y populismo que tantas secuelas han dejado en la
sociedad argentina.
Producción periodística: Santiago
Serra.