lunes, 24 de septiembre de 2012

Cenizas de Néstor... De Alguna Manera...


Cenizas de Néstor...

Cristina no sólo relegó a los hombres del ex presidente sino que revirtió muchas de sus políticas. Mito y cacerolas.

En voz baja circula una teoría que mixtura la política y el psicoanálisis y que dice así: mientras Cristina construye a Néstor como un mito, destruye religiosamente cada una de sus ideas y hombres de confianza. Es relativamente fácil argumentar la existencia real de esa aparente contradicción, pero muy difícil de comprender cuáles son las razones.

Sin falsos pudores racionales la Presidenta instaló a Néstor Kirchner en el cielo y en el futuro. Con toda contundencia dijo en La Matanza que: “Me gustaría entrar en la historia para reencontrarme con El”. Hizo levantar en el austero cementerio de Río Gallegos un mausoleo digno de una gran arquitecta egipcia a contramano del desinterés por la elegancia que Néstor mostró en vida. Casi no hay cosa sobre la tierra argentina que no haya sido bautizado con el nombre de su ex marido. Desde el poder se fogoneó el intento de convertirlo en una estampita del peronismo a la altura de Perón y Evita, y por qué no del Che Guevara, con perdón de la herejía. Cristina varias veces dijo que “El” murió por la Patria como si hubiera caído en combate en Malvinas luchando contra los ingleses o en medio de la pobreza como San Martín o Belgrano.

Sin embargo, Cristina, con la excepción de Carlos Zannini, su álter ego legal, eyectó, desplazó e incluso persiguió a los principales compañeros de ruta de su esposo. De los que integraron la línea fundadora del grupo Calafate o el primer gabinete casi no queda nadie en pie. Aquella utopía de terminar con el discurso único del neoliberalismo menemista se reemplazó por el Cristinato. Antes se rechazaban los hombres providenciales y se apostaba al apotegma peronista de que la organización vence al tiempo. Ahora Cristina Eterna es el único remedio eficaz para las enfermedades de la Patria. Los más sólidos intelectuales ligados a Montoneros, caso Esteban Righi, Jorge Taiana o Miguel Bonasso, fueron degradados de mala manera, casi al borde de arrancarles las charreteras. De aquellos ministros a los actuales hay abismos conceptuales y de gestión. Alberto Fernández y Juan Manuel Abal Medina; Roberto Lavagna y Hernán Lorenzino; Rafael Bielsa y Héctor Timerman son algunos ejemplos de boxeadores de distinto peso intelectual y, por lo tanto, incomparables.

No es mi objetivo criticar a Cristina elogiando a Néstor. Creo que son dos caras de la misma moneda del rencor de Estado y del fuerte crecimiento económico y social. Pero hay algo misterioso en semejante cambio. Kirchner siempre utilizó el término “pejotismo”, peyorativamente, pero nunca se fue del partido. Cristina lo congeló primero y ahora lo está reemplazando por un nuevo movimiento que pasa del Frente para la Victoria al espacio llamado “Unidos y Organizados”. Cristina tiene un comportamiento todavía más extremo. Sin matices, cree que la flexibilidad es una traición y no un mérito en política. Cuando odia y desprecia lo hace hasta el fin de sus días.

Hay decenas de ejemplos, pero en las últimas horas afloró la patoteada de Guillermo Moreno a Sandra González pese a que Néstor había logrado las simpatías de la defensora de los consumidores. Con el tema del biodiésel pasó algo parecido. Fue un negocio que vislumbraron Néstor y De Vido y que Axel Kiciloff y Cristina estuvieron a punto de hundir con su mala praxis. Al final, reconocieron la torpeza y dieron marcha atrás.

El resentimiento es el principal motor de Cristina y eso la lleva a cometer errores no forzados e incluso, desvíos ideológicos. Fue capaz de bendecir a Gerardo Martínez con tal de expulsar a Moyano, incluso después de que se supo de las actividades como espía al servicio del terrorismo de Estado del titular del gremio de los albañiles. La CGT oficialista da pena y vergüenza ajena: cada hora hay un nuevo jefe, pero todos saben que la única jefa es Ella. Pragmatismo binario: odio y amor. A favor o en contra de alguien.

Los socios por conveniencia de antes, ahora son enemigos por necesidad. José Manuel de la Sota, Daniel Scioli y hasta Sergio Massa lo sufrieron.

La puñalada que más le duele a Cristina es la de Alberto Fernández. No solamente porque fue casi un miembro más del matrimonio político. También porque desnudó muchas contradicciones el día que dijo, mirando a cámara: “Señora Presidenta: no compare más la situación actual con el 2001. Estamos claramente mejor. Ahora debe compararla con el 2007 cuando usted recibió el Gobierno. Y estamos mucho peor.” Eso fue dinamita pura en el estómago de Cristina. Es una forma elegante de decirle que está chocando el barco que le dejó Néstor y que llevaba a buen puerto. Que perdió el rumbo. Lo mismo que dicen todos sus ex ministros. Todos los indicadores contrastados con el fin del gobierno de Néstor son a la baja. La Presidenta recita: “Creamos 5 millones de puestos de trabajo”, cosa que es absolutamente cierta. Pero tan cierta como que hace años que ese número no crece y en algunos rubros empieza a retroceder. En el plano de los empresarios, la Presidenta también le sacó tarjeta roja a los socios de Néstor. Los Ezkenazi, Cirigliano, Mindlin, Hadad y Ulloa Igor fueron los primeros en la lista. Dicen que pronto irán por los Werthein, Brito y Elsztain.

Le cuesta mucho a la Presidenta establecer vínculos afectivos. Casi no tiene amigas y siempre despreció las reuniones con asados y fútbol o el café en el hotel de Río Gallegos de Néstor. Su estética es otra. Disfruta más de la adulación que El; tiene más desconfianza de quienes la rodean; es implacable al cubo y se subió a una teoría que Kirchner rechazaba: el vanguardismo. Esa patrulla lúcida que tiene la verdad y pretende conducir a la sociedad. Esa sobrevaloración generacional que la lleva a la audacia lindante con la irresponsabilidad de darle a manejar la estrategia energética o toda la macroeconomía a alguien que leyó muchos libros, pero que jamás manejó un kiosco ni pagó una quincena a los trabajadores.

Ella encubre a Amado Boudou y el matrimonio, en su momento, le soltó la mano a Ricardo Jaime. La historia encontrará las explicaciones y continuará su rumbo. La herencia política de los Kirchner hablará mucho de la capacidad de Cristina por administrarla. El proyecto que los suceda tal vez sea algo peor, pero también será su responsabilidad.

Cristina incluso generó algo que Néstor evitó de todas las maneras posibles: los cacerolazos. Siempre fue temeroso con esas manifestaciones y en la intimidad decía que era lo único que podía voltearlo junto con el Grupo Clarín. Por eso gastó millones para subsidiar el consumo y los servicios de la clase media. Hace muy poco, Cristina con su blindaje fomentó que volvieran los cacerolazos tan temidos como fantasmas del viejo pasado. ¿Cuál es la verdadera Cristina? ¿La que edifica el culto de Néstor o la que lo reducirá a cenizas?

© Escrito por Alfredo Leuco  y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 22 de Septiembre de 2012.


Otro José Luis Cabezas... De Alguna Manera...


Otro José Luis Cabezas...

Homenaje. Armando, el hijo mayor de Adams Ledesma, eleva al cielo el Premio Perfil, en simbólica entrega a su padre, el asesinado conductor de Mundo Villa TV.

El 7 de diciembre, el periodismo militante o el hegemónico y la guerra Gobierno-medios, por un momento dejaron de tener sentido. Perdieron relevancia y se transformaron en algo frívolo y superficial. Fue el martes pasado, cuando la mamá y los hijos del periodista Adams Ledesma Valenzuela subieron al escenario en el auditorio Astor Piazzolla del Centro Cultural Borges para recibir el Premio Perfil a la Libertad de Expresión Nacional 2012. El hijo mayor del periodista asesinado, Armando, levantó el premio hacia el cielo, dijo “es para vos, papá” y embargó a todos los presentes de su misma emoción.

El 5 de junio de 2010, PERFIL cubrió el lanzamiento de Mundo Villa TV, el canal comunitario que la Ley de Medios le exigió a TV Digital Retiro, el primer cableoperador de la Villa 31, que interconectó a sus 1.500 hogares. Hasta entonces, sólo DirectTV había ingresado en la zona casualmente porque no requería cableado (Cablevisión nunca entró).

En Mundo Villa TV trabajaban veinte personas, pero todos vivían de sus otros oficios. Ledesma, el director y conductor del noticiero, además era el herrero más conocido del barrio. Y en esa nota, con una pureza conmovedora, dijo: “Vamos a hacer periodismo de investigación, a filmar a los famosos que vienen en 4x4 y BMs a comprar droga”, cansado de que “los de afuera” estigmatizaran a la 31 como el reino de los “narcos y los chorros”. Tres meses después, en la madrugada del 4 de septiembre, fue asesinado a puñaladas por un vendedor de drogas, Christian David Espínola Cristaldo, quien acaba de ser condenado a 18 años de prisión por ese homicidio. El abogado de Adams Ledesma sostuvo durante el juicio que la víctima “no soportaba ver a los chicos de la villa consumiendo droga y siempre echaba a Espínola para que no pudiera vender droga”.

La mayor cantidad de asesinatos de periodistas en Latinoamérica es producida por narcotraficantes. En México hay decenas de casos, pero nunca hubo uno en la Argentina. Se sigue diciendo que José Luis Cabezas fue el único periodista asesinado en democracia, pero desde hace dos años esto no es más así, porque Adams Ledesma se suma a la lista. Aunque por no pertenecer a ningún medio importante su caso es prácticamente ignorado.

Como si tuviera que morir varias veces, a Ledesma lo mató primero el asesino que lo acuchilló, luego la ausencia del Estado porque murió en la ambulancia, que tardó cinco horas en entrar a la villa, y de manera simbólica, por la poca atención que su caso tuvo para el periodismo profesional. En el blog espectadores.wordpress.com, María Bertoni escribió: “Es triste cómo se considera a algunos periodistas de segunda y por tanto pasibles de olvido si algo les sucede. La solidaridad de los periodistas corporativos es una manta corta”.

Ledesma era boliviano, hacía diez años que vivía en Argentina y tenía seis hijos. Se hizo periodista en nuestro país y quiso emular el concepto de periodismo de investigación, que lo sedujo siendo audiencia. El mayor de sus hijos estudia periodismo.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 21 de Septiembre de 2012.


Reportaje a Adolfo Pérez Esquivel... De Alguna Manera...

"Al que no está de acuerdo, se lo trata como a un enemigo"...

Voto. "Hay jóvenes que tienen conciencia crítica, valores, capacidad de análisis. Y esto a mí, personalmente, me gusta. Pero hay jóvenes que tienen pensamiento propio y otros no. Los hay muy dirigidos, y no estoy hablando sólo de los menores".

El Premio Nobel de la Paz cree que la convocatoria del jueves 13 fue un llamado de atención para el Gobierno y también para la oposición. Y denuncia el maltrato sufrido por las Madres de Plaza de Mayo que tienen una posición diferente a la del kirchnerismo.

El Premio Nobel de la Paz es un hombre de mirada serena pero muy firme, y sus palabras reflejan toda una posición de vida. Buscamos entonces su pensamiento ya que, a través de la calle, el país está discutiendo grandes temas.

—Creo que hay un alto grado de intolerancia y de confrontación –explica Pérez Esquivel–. Y esto no ayuda a la construcción democrática del país. Fíjese que la riqueza de un país está dada por la diversidad. Nunca por la uniformidad. Y es muy importante que los ciudadanos escuchen diversas voces, como corresponde en una construcción democrática. No es posible llegar a la intolerancia porque entonces se levantan muros y se dividen las aguas como si todo tuviera que ser blanco o negro. Recordemos a aquel sindicalista que decía “conmigo o sinmigo”. Y me parece que las cosas no son así. Además, el Gobierno tiene la obligación de escuchar las voces del pueblo. De no ser así, estaremos entrando en un callejón sin salida en el que o se piensa como dice el Gobierno o el ciudadano se convierte en un enemigo. Y el pueblo no es un enemigo. Podemos escuchar distintas voces, distintos criterios, y deben ser oídos. 

Por eso siempre digo que no entiendo por qué los pueblos tienen que honrar a sus gobernantes cuando son, en cambio, los gobernantes los que deben honrar al pueblo a través de las acciones y la construcción democrática. Todo esto, claro, en el respeto a la diversidad. Y lo que le estoy diciendo tiene mucho que ver con esa convocatoria del jueves pasado, que ni siquiera fue una marcha. Una concentración de gente que salió a la calle por su cuenta. Y esto no estuvo organizado por ningún partido político. Se sumaron voces diversas, incluso contradictorias. Lo que yo vi personalmente no puede estar de acuerdo con aquellos que reivindican la dictadura militar o el nazismo. O con aquellos que se ponen un pañuelo blanco y dicen: “La Constitución está desaparecida”. Estas son aberraciones y estoy totalmente en contra de esas posiciones. Pero, en cambio, estoy de acuerdo con que la gente salga a manifestarse en una acción democrática. No veo tampoco por qué tanto alboroto porque la gente salió a la calle. Siempre salimos a la calle. Yo no estuve en esa oportunidad pero respeto a la gente que salió a la calle y manifestó. Me parece que esto es válido. Ahora bien, querer denigrar o descalificar porque la gente salió... Eso no es bueno para la democracia.

—Además, hay cosas que son casi infantiles. Por ejemplo, hablar de “gente bien vestida”. Gracias a Dios, la clase media argentina no tiene por qué estar andrajosa…
—Y yo me pregunto –continúa Pérez Esquivel–: ¿por qué hay que salir a la calle mal vestido? Fíjese que los que dicen estas cosas siempre están bien vestidos. Entonces, ¿por qué se descalifica a la gente por estar bien vestida? Me parece que estas cosas no ayudan. Tenemos que serenar los ánimos, tratar de analizar hoy dónde estamos parados en el país. Mire, la democracia no se regala. Son espacios a construir y todos somos responsables de esto. Pero también creo que si esto es un llamado de atención al Gobierno, no es sólo un llamado de atención al Gobierno nacional sino también a los gobiernos provinciales. ¿Por qué? Pues, simplemente, porque la manifestación no fue únicamente en Plaza de Mayo. Fue también en el interior del país. Es un llamado de atención, como le decía, también a los gobernadores que son señores feudales. A la oposición que no ofrece alternativas. Es decir, vivir lo dividido sin tener la capacidad de generar un proyecto común para superar las crisis. Porque no basta con ser oposición y decir “esto no me gusta”. Hay que hacer propuestas superadoras a la situación del país. Y éste es el ejercicio del azar democrático.

—Y usted, Pérez Esquivel, que es también padre y abuelo, ¿cómo ve a los chicos de 16 años votando? En este momento es un tema que se está discutiendo en el Congreso…
—Mire, hay jóvenes que tienen conciencia crítica, valores, capacidad de análisis. Y esto a mí, personalmente, me gusta. Pero hay jóvenes que tienen pensamiento propio y otros, no. Los hay muy dirigidos y no estoy hablando sólo de los menores. También esto ocurre con los adultos. Entonces, creo que hay que evaluar todo esto. Por ejemplo, en la cuestión de Minoridad, nosotros trabajamos con los jóvenes, y a veces el joven tiene el análisis político necesario para después poder elegir sin ser dirigido. Que tenga la responsabilidad y la opción de poder estar en un acto electoral. También, a veces me doy cuenta (y estamos trabajando mucho con el problema minoridad) de que quieren bajarles a los chicos la edad de imputabilidad a 14 años. Y en esto nosotros, el Servicio de Paz y Justicia, junto con muchas otras organizaciones, no estamos de acuerdo. Que esto, entonces, no se utilice. Nosotros trabajamos en redes. Que no les bajen la edad de imputabilidad para penalizar a los menores al decir “son responsables y entonces hay que meterlos en la cárcel”. Creo que hay que analizar detenidamente todo esto y no dejarse llevar por las narices porque el Poder Ejecutivo presenta un proyecto de ley para que los menores voten a los 16 años. Son temas delicados. Hay que tener cuidado.

—¿Usted no cree que incorporar a extranjeros y chicos de 16 años en el padrón electoral es una forma de compensar el nivel de las encuestas, que han bajado para el Gobierno en los últimos meses?
—No lo sé. No quiero entrar en esa reflexión. En otros países los extranjeros votan pero no para elegir jefe de Estado. Lo hacen en las elecciones regionales. Por ejemplo, en España. Personalmente, yo tengo la doble ciudadanía pero en España voy a votar sólo regionalmente. Por ejemplo, en la Comisión Provincial por la Memoria, que presido junto al doctor Hugo Cañón, tenemos el programa Jóvenes y Memoria. ¡Hay que ver los excelentes análisis críticos, el trabajo fantástico que realizan esos jóvenes! Son chicos de 15, 16 y 17 años que tienen posiciones muy claras desde el punto de vista social, cultural y político. Creo que es importante que esto se analice y que se pueda evaluar correctamente. También es interesante consultarlo con los jóvenes: qué quieren y cómo lo quieren. Sería bueno, tal vez, haber hecho una consulta popular entre los jóvenes.

—¿Un referéndum?
—Sí. Y hablando de referéndum, la reforma constitucional del año ’94 habla de plebiscitos y referendos. Pero, hasta ahora, nuestros legisladores no lo han votado. Y me estoy refiriendo al año ’94 hasta hoy. Entonces, con este estado de cosas, no puede haber una democracia participativa. Estas son democracias delegativas pero no participativas. El Gobierno decide y se hace tal y cual cosa. ¡Y dicen que nos representan! No sé si nos representan.

—El otro día, el presidente de la Corte Suprema, el doctor Lorenzetti, decía que no es el caso de Constituciones del pasado como podría ser el Código Napoleónico, sino que la generación que hizo la reforma del ‘94 está actualmente muy activa en el Gobierno, en la Legislatura, en puestos públicos. No estamos hablando de otra generación.
—Sí, creo que es una generación que hoy está actuando. Yo recuerdo muy bien a un querido hermano como Jaime de Nevares, obispo de Neuquén, que renunció a ser constituyente pero insistía mucho en que yo lo fuera. Sin embargo, cuando hablamos del tema yo le decía: “Esto se hace para la reelección de Menem”. Fui a Neuquén a ver a De Nevares y cuando le pregunté: “¿Por qué has renunciado?”, él me contestó: “Mirá, renuncié porque eso era como fumarse un cigarrillo encendido por las dos puntas”. Era quemarse por cualquier lado y él no podía ni quería traicionar ese mandato del pueblo. Su renuncia se produjo cuando advirtió que se tomaba otro camino. Entonces, creo que hay cosas que tenemos que ajustar si queremos vivir en democracia. Hay muchas contradicciones. Cosas que nos preocupan en nuestro país y que están relacionadas, por ejemplo, con los derechos humanos como es el derecho de los pueblos. Me refiero a la persecución a los indígenas, el despojo de sus territorios. Creo que en muchos casos (y lo digo con todas las letras) el Gobierno tiene la política del avestruz. Me refiero, por ejemplo, al ministro Randazzo. Durante todo este año, la Comisión de Garantes en la Cuestión Indígena no ha tenido reuniones. Y cada vez que se le llama, el ministro se esconde. Entonces, esto no es correcto. Este es, fundamentalmente, un gobierno de confrontación y no de diálogo. Nunca hemos podido dialogar en nada.

—¿Y el tema de las cárceles, Pérez Esquivel?
—En esta área podríamos decir que, en la provincia de Buenos Aires tenemos jurisdicción. No trabajamos en cárceles generales porque no es el ámbito de la Comisión Provincial por la Memoria pero la situación de las cárceles es grave no solamente en la provincia de Buenos Aires. En las cárceles federales y en el país no se puede seguir en esta situación porque ahí se está violando el derecho de las personas. Y por más que esas personas hayan cometido un delito y cumplen entonces una reparación a la sociedad, hay que recordar que son seres humanos. Y deben ser tratados con equidad y justicia. Hay también otros problemas graves: la fuerte represión a la gente que reclama por la situación de las mineras. No estamos en contra de la industria minera sino de una explotación irracional que va a contaminar el agua y los recursos naturales. Y eso va a ser un daño permanente para el pueblo argentino. Fíjese que, entonces, dentro de unos años, en vez del vergel que es nuestro país pasaremos a tener tierras arrasadas con un alto índice de contaminación. En vez de dialogar, a esa gente se la reprime. Estas son entonces violaciones a los derechos humanos como derechos de los pueblos. ¡Y tenemos la obligación de denunciarlo! Y de pedirle al Gobierno que corrija esas políticas, que no son buenas para el país.

—Usted dice que sobre esto no hay diálogo.
—No. No hay diálogo. Lamentablemente. El otro día fueron Nora Cortiñas, el obispo Aldo Etchegoyen y algunos indígenas para presentar una carta en Casa de Gobierno y no sólo no los dejaron entrar sino que la Guardia de Infantería no los dejó pasar.

—¿Cómo?
—Sí. Y los presionaron empujándolos hasta la reja de la Casa de Gobierno. ¡Esto no se hace! Yo no pude acompañarlos ese día pero es muy preocupante que ocurran estas cosas con las Madres de Plaza de Mayo que tienen una posición diferente a la del Gobierno y con los miembros de la Comisión de Garantes que iban a pedir una reunión con la Presidenta para tratar el problema de los pueblos originarios.

—Pero explíqueme, Pérez Esquivel: ellos entraron, fueron a mesa de entradas...
—¡No! ¡Nada! ¡En la reja, nomás! Pero las cosas son así… Entonces, si no se está de acuerdo con alguien, hay que tratarlo como a un enemigo. Hasta ahora, la Presidenta no sólo no nos ha recibido nunca sino que jamás dio señal de atender este grave problema. Y digo grave porque aquí hay muertes, causas judiciales, persecuciones. Ayer estuve con Félix Díaz (dirigente de la etnia qom) de la comunidad La Primavera de Formosa, que defiende sus tierras. En Formosa tienen un gobernador, Gildo Insfrán, que es un señor feudal y quiere suplantar las comunidades indígenas con gente que le es adicta. Insfrán no reconoce los derechos de los representantes elegidos en comicios claros y por amplia mayoría. Y como Insfrán es un aliado del Gobierno nacional, ocurren estas cosas. Es grave. No es un ejercicio democrático sino autoritarismo. Y esto hay que decirlo.

—¿Y con respecto al documento que usted acaba de publicar acerca del resurgimiento de la Doctrina de Seguridad Nacional?
—Mire, cuando se plantea algo tan serio como la llegada de instructores norteamericanos para las Fuerzas Armadas argentinas… esto es un hecho gravísimo y volvemos a la Doctrina de la Seguridad Nacional (identificando al enemigo interno, restringiendo libertades ciudadanas y asumiendo acciones represivas contra los movimientos sociales) que tanto daño hizo al continente latinoamericano y a nuestro país.

—¿Cómo se enteró de esto, Pérez Esquivel?
—Porque Horacio Verbitsky publicó dos artículos en Página/12 (el 9 y el 16 de septiembre) y también a través de un comunicado de la gente del Cemida (Centro de Militares para la Democracia), que denuncia todo esto. También a través de la Asociación Americana de Juristas, que publica un comunicado en este sentido. Pero hay cosas que son aún más graves: nosotros nos hemos opuesto a la Ley Antiterrorista que, hoy, en Chile se está aplicando a los mapuches. Y aquí, en Argentina, para garantizar las inversiones extranjeras, el Gasfi (que regula las inversiones en el país) obliga al Gobierno a sacar la Ley Antiterrorista pero en ningún momento se habla de terrorismo de Estado. Creo que con estas cosas hay que tener mucho cuidado porque se pronuncian grandes discursos y luego nos encontramos con esto. Leyes que afectan la vida democrática del pueblo argentino. El mes próximo (del 7 al 10 de octubre) habrá una reunión de los ministros de Defensa en Punta del Este y habrá entonces que analizar qué está pasando. Cuando comenzamos a ver quiénes vienen como instructores militares en los Estados Unidos, observamos que es gente que estuvo en los bombardeos en Vietnam. O en la tremenda ofensiva en Afganistán y en Irak.

—En el comunicado que usted nos ha hecho llegar señala que “… lo preocupante es que tanto el Gobierno nacional como el ministro de Defensa Puricelli acepten realizar estos encuentros que promueven el sometimiento de nuestras políticas a las de EE.UU. Esto se realiza a espaldas del pueblo, sin un análisis sobre el rol de las FF.AA. en la construcción democrática”.
—Nosotros nos desayunamos con esta noticia sin ningún tipo de información ni reunión previa alguna. No solamente a través de los editoriales de Verbitsky sino de las instituciones que le he mencionado. Creo también que, en la construcción democrática, hay funciones de las FF.AA. que tienen un eje del que no se habla. Debemos volver sobre la pregunta de qué es la soberanía nacional. Hoy es algo tan diluido y amorfo que nadie sabe qué significa el término “soberanía nacional”. Un pueblo es soberano cuando dispone de los recursos y decisiones para llevar adelante a una nación. Si se ha entregado el patrimonio del pueblo a las grandes corporaciones extranjeras, ¿de qué soberanía estamos hablando? ¿Territorial? ¿Del pueblo? ¿Cuál es el concepto que tenemos hoy? Recién nos enteramos (a través de las fuentes que le mencionaba) de la reunión de Punta del Este pero el pueblo no lo sabe. Está entretenido con otras cosas que no son problemas centrales. Vuelvo a la ley minera: nos hemos cansado de mirar cartas y de reclamar una reforma en la Ley de Minería cuando se llevan el 97% de los recursos del país. Mire, yo le recomendaría a la Presidenta varios libros: uno de ellos, de Vandana Shiva, que es una investigadora de la India que viene trabajando mucho sobre los problemas de medio ambiente. Si la presidenta de la Nación hace un acuerdo con Monsanto (que se va a establecer en Córdoba con los bancos de semilla y que luego cobrará las patentes de los agricultores), se va a generar una dependencia que provocará grandes desastres. Varios países están haciendo juicios a Monsanto y expulsando a esta empresa. ¡En Argentina, ingresa sin ningún tipo de consulta! Vuelvo a Vandana Shiva para recordar que, entre sus muchas obras, hay varias de sumo interés como La biopiratería, La semilla robada, Democracia en la tierra. Sería bueno, repito, que la Presidenta los leyera porque no sólo ha llevado al suicidio a grupos de campesinos y a la dependencia no sólo de la semilla sino de los agrotóxicos. Entonces, si queremos preservar el medio ambiente, hay que tener un gran cuidado con estas cosas. La Barrick Gold va a contaminar los glaciares. Y esto es cianuro de mercurio. Y el Gobierno lo sabe y tiene un proyecto en conjunto con Chile. Creo que esto es ceder la soberanía nacional. El gobernador Gioja, de San Juan, es parte de todo este conglomerado de grandes intereses mineros. No hay una regulación de la minería, de preservación del medio ambiente y del cuidado que esto merece para la población tanto del presente como del futuro.

—Y Chile, ¿qué dice?
—Lamentablemente está en las mismas. No preservan nada. Chile es un país, como sabemos, esencialmente minero. Aparte de las riquezas de cobre que posee. Yo he estado en las minas, en los socavones, en Copiapó. Pero también he estado en Bolivia y creo que en estas cosas es necesario trabajar con mucha prudencia. Se necesitan recursos pero que esto no nos deje en la miseria como consecuencia de perder lo nuestro además del desastre ambiental que esto significa. Es muy importante la política de derechos humanos como un derecho de los pueblos y en su construcción democrática. Son valores indivisibles. No estamos planteando nada en contra de lo que el país necesita. Recuerdo, en San Juan, una marcha en la que la empresa Barrick Gold mandó los mineros diciendo que queríamos sacarles el trabajo. Hablé con ellos y terminamos sacándonos fotos juntos. Repito que no estamos contra la minería pero sí contra una explotación irracional donde sólo se privilegia el capital financiero sobre la vida de los pueblos.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 22 de Septiembre de 2012.


Egoístas o ignorantes… De Alguna Manera...


Egoístas o ignorantes…

Pulitzer y Sarmiento, dos tipos de periodismo.

El lector se encuentra en esta edición con un diario de muchas más páginas. Es una edición aniversario, que sale con más avisos. Y más que ninguna en sus siete años de existencia, a pesar de seguir incumpliendo el Estado el fallo de la Corte Suprema de Justicia que lo obliga a colocar publicidad oficial en este diario.

El relanzamiento de PERFIL, el domingo 11 de septiembre de 2005, coincidió con el día en que se recuerda a Sarmiento. Este año la Presidenta también recordó a Sarmiento pero como ejemplo del periodismo militante, tan generoso en adjetivos como avaro en rigor técnico. Moreno es otro ejemplo que se utiliza para dignificar al actual periodismo militante, porque en los tiempos de la Revolución de Mayo recomendaba minimizar las noticias que pudieran ser negativas y magnificar las favorables.

Extrapolar ejemplos de la historia y traerlos al presente puede ser tan injusto como juzgar severamente a Sócrates o a Washington por haber sido esclavistas, cada uno en su tiempo. El periodismo en el siglo XVIII y gran parte del XIX era casi todo militante.

Cuando en 1868 Sarmiento fue embajador en Estados Unidos, por entonces instalado en Nueva York, Joseph Pulitzer aún no había comprado el New York World (lo hizo en 1883) y no había empezado la revolución del periodismo que modificaría la historia de nuestra profesión, primero en su país y progresivamente en el resto del mundo. Hasta ese momento, en su gran mayoría los diarios estaban asociados a partidos y el periodismo era una rama de la política.

Pulitzer, no sin ambivalencias, errores y acciones muy criticables, convirtió el periodismo partisano en periodismo profesional, comercial o autosustentado. No se trata de una rareza del periodismo: la mayoría de las actividades humanas nacieron fusionadas unas con otras. En la medida en que las sociedades fueron progresando, las disciplinas que antes eran una sola pasaron a tener autonomía. Con sólo ver las carreras universitarias de hace un siglo y las de hoy alcanza para comprenderlo.

Volver al periodismo de Moreno o Sarmiento es, de alguna forma, retornar a la época de Eduardo VII y Napoleón por un lado, o Rosas, Urquiza y Mitre por el otro, momentos fundacionales de la Argentina como nación y como república. Obviamente, si la integridad de la patria estuviera en juego, se justificaría esa regresión. Pero son muy pocas las ocasiones extraordinarias que justificarían vaciar el periodismo de su inédito aporte a la sociedad para sustentar a la política.

Tras ser elegido diputado en 1885, Pulitzer renunció meses después por no encontrar en la política una actividad que lo entusiasmara más que el periodismo.

La oposición entre periodismo militante y periodismo –casi podríamos decir– moderno es una prolongación de una batalla mucho más amplia que hoy atraviesa a toda la sociedad argentina, que encontró en el cacerolazo de hace diez días y en la reacción posterior del kirchnerismo uno de sus picos.

Desde la perspectiva del oficialismo, quienes protestaron son egoístas o ignorantes, no comparten lo que el Gobierno hace porque tienen algún privilegio que se ve amenazado, o se trata de personas que no comprendieron su tiempo o están mal informadas por los medios hegemónicos que las alienaron.

Pero no sólo el kirchnerismo tiene esa visión reducida de sus críticos: algunos de los que critican al Gobierno también ven a sus defensores como egoístas, ya sea porque cuidan un puesto en el Estado, que perderían, o porque desconocen el mundo actual al quedarse sólo con libros escritos en la década del 70 y el 80 o los producidos por franceses o italianos, y casi nada de los autores anglosajones.

La acusación de egoístas es injusta con muchos de los defensores del kirchnerismo, que no perderían nada material con otro gobierno y dicen lo que piensan con absoluta convicción. También es injusta con muchos de los críticos del kirchnerismo, que tampoco ganarían nada material con un cambio de gobierno.

Ante la acusación de ignorantes que “se quedaron en los 70” (a los K) o que “se quedaron en los 90” (a los no K), cabría reflexionar acerca de la metáfora de Hegel sobre el búho de Minerva, la diosa del conocimiento, conocimiento que siempre llega tarde porque sólo vuela al romper el crepúsculo; o sea, llega atrasado, explica las cosas cuando ya pasaron y no puede cumplir la función de mensajero del alba. En síntesis: ¿quién puede estar seguro de saber lo que será correcto para el futuro? “¿En qué sentido exactamente está la Bondad ahí afuera esperando ser representada exactamente como consecuencia de una argumentación racional?”, escribió Richard Rorty una vez.

Probablemente, la Argentina actual precise que los sectores más enfrentados políticamente dejen de pensar a su oponente como un egoísta o un ignorante.

Para alejar el riesgo de caer en la violencia política hay que reconciliar visiones, y es imperioso encontrar un terreno común que permita comunicarnos y escapar a la inconmensurabilidad metafísica que nos aísla en mundos diferentes, encerrados dentro de un paradigma no interconectable con el de los otros, que pone en riesgo la idea misma de racionalidad. Precisamos convenciones que permitan un lenguaje común de observación neutral para poder dialogar. No hay conmensurabilidad entre grupos que tienen paradigmas diferentes de lo que resulta una explicación acertada. No se trata de una guerra en la que se le impone al otro el vocabulario del vencedor.

La única noción posible y utilizable de objetividad es la de acuerdo. El periodismo moderno, después de Pulitzer y post Sarmiento, asume la objetividad como una propiedad de aquello que, al haber sido ampliamente discutido, es elegido por consenso como racional. Sin consensos mínimos no habrá periodismo, sólo militancia; ni tampoco política, sólo guerra.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 22 de Septiembre de 2012.