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martes, 19 de enero de 2021

Dólar, soja y fuga… @dealgunamanera...

 Dólar, soja y fuga… 


 Fotografía: Pablo Anelli

Informe especial: Cómo opera el circuito del contrabando y la simulación de importaciones de la oleaginosa. En 2020 la Argentina perdió 1.900 millones de dólares por el rulo de importar soja para su procesamiento y exportación. Doscientos camiones semanales, sin embargo, llevan previamente los granos desde la Argentina a Paraguay y a Brasil para su reingreso posterior. Las sospechas de la UIF. Por qué no se sostienen los argumentos de productores y exportadores del complejo sojero sobre una maniobra que les reditúa fortunas y al país le provoca una sangría de divisas.  

© Escrito por Rubén Manasés Achdjian (*) y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

“En casa de herrero, cuchillo de palo” es un viejo refrán que alude a la paradoja de un bien que debería abundar en cierto lugar y que, muy por el contrario, escasea. Tal parece ser el caso de la economía argentina, considerada como la tercera productora mundial de porotos de soja pero que aun así debe importar desde terceros países esos mismos porotos que sus tierras producen en abundancia.  

Si esta paradoja ocurriera en nuestra economía solo de manera excepcional -por ejemplo, ante una disminución coyuntural de la producción agrícola por causas estacionales o por emergencias climáticas- o en contextos donde la existencia de importantes stocks de divisas disipara cualquier expectativa devaluatoria, no habría mayor motivo de preocupación. Sin embargo, la economía argentina no transita por ninguna de estas dos situaciones.  

Por el momento, el gobierno logró superar con éxito la tormenta cambiaria que se desató hacia fines de octubre cuando el dólar ilegal, el CCL y MEP iniciaron una escalada que parecía no tener techo. En esos días, los habituales voceros del establishment vaticinaban una inminente y brutal devaluación que, por otra parte, asumían como inevitable. Finalmente, ello felizmente no ocurrió y hoy la situación del mercado de divisas pareciera estar controlada.  

Claro que la estrategia de intervención para tranquilizar al mercado cambiario no fue gratuita y tuvo su trade off: el precio de esta tranquilidad se pagó con reservas del BCRA que, como ya todos sabemos, son escasas. El stock bruto de reservas al cierre de diciembre (39.216 millones de dólares) mostró que, durante la última turbulencia, el Central debió desprenderse de poco más de 2.100 millones en divisas para lograr que volviera cierta calma al mercado.  

Por su parte, el último balance cambiario publicado por la entidad señalaba que, al cierre de noviembre, se registró un nuevo déficit de 753 millones de dólares y que, a esa altura del año, la economía acumuló un “rojo” de 5.795 millones, lo que pone en relieve la clásica evidencia de que la economía argentina consume muchos más dólares que los que logra producir.  

La magnitud de déficit no es grave en sí -hablamos de un punto del PBI- sino que la gravedad que hoy representa se debe al contexto económico en el que tiene lugar. Por ejemplo, durante la gestión del macrismo en el Banco Central (2016-2019) se registró en el balance cambiario un déficit acumulado en cuatro años de 57.983 millones de dólares, a un ritmo promedio de casi 14.500 millones por año que fue cubierto a través de un gigantesco endeudamiento, de mayores liquidaciones de agrodólares y del ingreso masivo de capitales especulativos. Hoy, el actual directorio debe enfrentar una situación menos relevante en términos cuantitativos pero seriamente agravada por el hecho de no poder contar con ninguna de las alternativas mencionadas.  

La soja es hoy el “cuchillo de palo” del sector externo. Según datos del Indec, entre febrero y noviembre de 2020 se importaron poco más de 5 millones de toneladas de porotos de soja por un valor total de 1.900 millones de dólares, una cifra que tampoco sería relevante si no fuera por el contexto crítico que atraviesan las posiciones cambiarias. 

El 92 por ciento de la oleaginosa sin procesar proviene de Paraguay, el resto de Brasil y, en muy menor medida, de Uruguay. ¿Cuál es la razón que justificaría que Argentina les compre porotos de soja a los países vecinos cuando es capaz de producir 50 millones de toneladas al año? Los productores y exportadores del complejo sojero suelen recurrir a los siguientes argumentos.  

En primer lugar, destacan la necesidad del sector aceitero de cumplir en tiempo con sus compromisos de producción. Esto lo lleva a aprovisionarse en otros mercados de suficiente materia prima que ingresa al país en calidad de importaciones temporarias para, luego, procesarlo y exportarlo al mundo bajo la forma de aceite, harinas y pellets. Hasta aquí la respuesta parece más que atendible, si no fuera por algunas otras evidencias que la tornan inconsistente.  

Entre febrero y noviembre, mientras el sector aceitero importaba un promedio mensual de poco más de medio millón de toneladas de soja sin procesar, no se registraban faltantes que justificaran estas compras. Tampoco se interrumpió la exportación, lo que hubiese sido aconsejable para abastecer a la industria local en vez de importar.  

El ejemplo más claro para graficar esta situación tuvo lugar en agosto pasado: mientras los productores informaban la existencia de un stock de 14 millones de toneladas de porotos de soja, las aceiteras importaron 471.400 toneladas. Los agroexportadores, por su parte, declaraban ese mismo mes ventas al exterior por 250.150 toneladas que, de haber permanecido en el mercado local, hubiesen servido para absorber más de la mitad de los suministros externos demandados por las aceiteras. 

Estas operaciones cruzadas y aparentemente descoordinadas tienen, por cierto, nombre y apellido. En agosto, más de la mitad de las exportaciones de soja a granel (132.000 toneladas) fue realizada por la cerealera santafesina Díaz y Forti SA, firma que también exportó en el mismo mes 25.000 toneladas de aceite de soja. Recordemos al lector que hace un mes el BCRA suspendió las operaciones de cambio de Díaz y Forti SA, una módica empresa que creció exponencialmente gracias a vínculos bastante opacos -hoy minuciosamente investigados- con la intervenida aceitera Vicentin.  

Otra razón aducida por el complejo aceitero en favor de la importación es que la soja sin procesar de origen paraguayo posee un mayor contenido en proteínas que la que se cosecha en Argentina. Ello permite un proceso más eficiente de la molienda del poroto y, por ende, una mejor colocación del producto final en los mercados internacionales. Este problema planteado como una falta de aptitud de la naturaleza parecería no tener solución. 

Sin embargo, un estudio producido por Martha Cuniberti y Rosana Herrero, investigadoras del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) muestra que, entre 1997 y 2018, la soja cultivada en la Zona Núcleo (conformada por los principales departamentos agrícolas de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba) perdió 5 puntos porcentuales de valor proteico y que esta pérdida podría haber sido corregida con una adecuada rotación de cultivos y combinando, durante el proceso de industrialización, cantidades adecuadas de soja de 1ª (que tiene mayor contenido de aceite) con soja de 2ª (con mayor contenido proteico). “Estas pérdidas -señala este interesante estudio que el sector sojero parece haber ignorado- se trasladan al productor que recibe un precio menor, a la industria que disminuye su capacidad de molienda y al país por disminución de las primas de harina argentina implicando una caída importante en los ingresos por exportación, como primer exportador mundial de harinas proteicas”. De modo que no se trataría, entonces, de la falta de una aptitud natural de nuestros suelos ya que, luego de leer el informe, queda bien claro que “lo que natura non da, el INTA sí presta”.  

Una tercera respuesta al fenómeno de la importación de soja es la que el propio sector evita comentar. Recientemente, las autoridades policiales y tributarias misioneras detuvieron y decomisaron en la localidad de San Vicente una decena de camiones cargados con soja (aproximadamente 250 toneladas) que se dirigían a Colonia Alicia, en la frontera con Brasil. La fuga de soja argentina desde Misiones al Paraguay y Brasil para eludir el pago de derechos de exportación es una modalidad recurrente del contrabando y, según algunas fuentes, moviliza cerca de 200 camiones semanales que se desplazan desde Chaco, Santa Fe e, incluso, de Buenos Aires hacia la frontera noreste.  

En torno a este problema, el presidente de la Unidad de Información Financiera (UIF), Carlos Cruz, señaló que “cuando los granos no se liquidan oportunamente, no es sólo que quedan en el silo, sino que son objeto de contrabando”. Precisamente, parte de la soja que se fuga por la canaleta del contrabando es la misma que vuelve a ingresar al país bajo la modalidad de importación temporaria para ser procesada en las plantas de molienda locales.  

Es importante recordar, además, que el régimen de importación temporaria permite que el industrial aceitero pueda deducir el valor de la importación de la materia prima de la base imponible sobre la que se aplican los derechos de exportación que debe pagarle al fisco argentino, de modo tal que solo debe abonar el gravamen por el valor agregado del procesamiento industrial. Ahora bien: ¿qué sucede en términos tributarios si una empresa lograra pasar de contrabando soja a granel a través de alguna de nuestras fronteras con destino a una filial o empresa asociada, por ejemplo, en Brasil o Paraguay para, luego, importar legalmente esa misma soja, en carácter temporario, para producir aceite, venderlo al exterior y pagar derechos de exportación solo por la diferencia de precios existentes entre el aceite y la materia prima? La respuesta es bien sencilla. Tan sencilla, que obliga a mencionarla en voz baja.  

En muchos meses consecutivos de esta larga pandemia y sus consecuencias más evidentes (retracción económica, caída de reservas y restricción cambiaria), las miradas del gobierno y de los principales medios estuvieron puestas en el goteo incesante de reservas para satisfacer el deseo de atesoramiento de los pequeños ahorristas, habilitados a comprar de a 200 dólares por mes con el fin de preservar sus ingresos o para obtener una pequeña renta diferencial haciéndolos puré en el mercado ilegal. No intento minimizar este fenómeno sino señalar apenas que, mientras esto ocurría, también sucedían estas otras fugas más relevantes y sofisticadas, sin duda. Fugas sobre las que se habla muy poco y distorsionadas con operaciones mediáticas e infundadas denuncias sobre un supuesto avance del gobierno sobre la propiedad privada. 

Una decidida estrategia de intervención pública en el mercado de granos, que no se agote en su aspecto exclusivamente cambiario y que se proponga coordinar la demanda y la oferta, evitando faltantes para el proceso industrial y, al mismo tiempo, combatiendo el contrabando y otras operaciones más complejas de evasión o elusión impositiva, aconsejan a todas luces que la cuestión un lugar de primer orden en la agenda pública. Sin estridencias ni anuncios oficiales que luego deben ser retrotraídos.  

En nuestra economía el complejo agroexportador en general -y el complejo sojero en particular- es, tradicionalmente, el principal generador de divisas. Es razonable pensar entonces que el control, la regulación y la transparencia en todas estas actividades merecen una acción coordinada y efectiva de numerosas agencias gubernamentales, y no solo de la cartera económica o del Banco Central de manera aislada.  

Por lo pronto, el esfuerzo público por frenar el drenaje de más de 1.900 millones de dólares anuales que van a parar a otras economías en vez de reinvertirse en el país bien vale la pena.  

(*) Politólogo (UBA). Director de la consultora Tramas & Tendencias.  

CLAVES: contrabando dólares 

* El 92 por ciento de la soja sin procesar proviene de Paraguay, el resto de Brasil y, en muy menor medida, de Uruguay. 

*  La fuga de soja para eludir el pago de derechos de exportación es una modalidad recurrente del contrabando. 

* En agosto, más de la mitad de las exportaciones de soja a granel fue realizada por la santafesina Díaz y Forti SA, vinculada a la intervenida Vicentin. 

* El control, la regulación y la transparencia del complejo sojero merece una acción coordinada de las agencias gubernamentales.




sábado, 29 de junio de 2019

La UE y Mercosur logran un acuerdo de libre comercio... @dealgunamanera...

La UE y Mercosur logran un acuerdo de libre comercio “histórico” tras 20 años de negociación…

El presidente francés Emmanuel Macron y el brasileño Jair Bolsonaro, en la cumbre del G-20 (Jacques Witt / AFP)

El presidente brasileño Jair Bolsonaro se felicita por un acuerdo “histórico”.

© Publicado por el viernes 28/06/2019 por el Diario La Vanguardia de la Ciudad de Barcelona, España.


La Unión Europea (UE) y el Mercosur (Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay) lograron este viernes pactar un acuerdo de libre comercio tras veinte años de negociación. El acuerdo ha sido anunciado por representantes de Argentina y Brasil y posteriormente confirmado por el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, que lo ha calificado de “histórico”.

“¡El acuerdo comercial con Mercosur hecho! Un momento histórico. En medio de las tensiones comerciales internacionales, estamos enviando una señal potente de que apoyamos el comercio basado en normas”, escribió Juncker en su perfil de la red social Twitter.

Añadió que se trata del “mayor acuerdo comercial” que la UE ha cerrado en su historia y consideró que es un resultado “positivo” para el medio ambiente y los consumidores.


La satisfacción es absoluta entre los dos grandes impulsores del acuerdo, Argentina y Brasil. El Gobierno que encabeza Mauricio Macri indicó en un comunicado que se trata de un “hito para la inserción internacional” de Argentina porque aumentará las exportaciones de las economías regionales y consolida la participación de las empresas del país en cadenas globales, entre otros aspectos. “Es el resultado de un esfuerzo de diálogo, coordinación y entendimiento tanto entre los países miembros del Mercosur, así como entre sus gobiernos y el sector privado, cámaras sectoriales y asociaciones sindicales de cada uno de ellos”, afirmó.


Desde Brasil, el propio presidente Jair Bolsonaro –que que ha calificado de “histórico” el acuerdo a través de su cuenta de Twitter. Bolsonaro, quien se encuentra en Japón para participar de la cumbre del G20 que se está celebrando en la ciudad de Osaka, también sostuvo que el acuerdo comercial “será uno de los más importantes de todos los tiempos” y que resultará en “enormes beneficios” para la economía brasileña.


Por su parte, el Gobierno ha resaltado este viernes el papel “determinante” que ha jugado el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, para que se haya podido cerrar un acuerdo comercial. Fuentes del Gobierno han confirmado la consecución de ese acuerdo, que han calificado de una “muy buena noticia” tras veinte años de negociaciones. Además, han hecho hincapié en el papel desempeñado por Sánchez para que esas negociaciones hayan fructificado.

En el último Consejo Europeo, celebrado en Bruselas la pasada semana, el presidente del Gobierno impulsó la firma de una carta por parte de siete líderes europeos y dirigida al presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker, reclamando que se culminaran esas negociaciones para un acuerdo de comercio con Mercosur. 

La carta promovida por Sánchez fue firmada por él, la canciller alemana, Angela Merkel; el primer ministro portugués, Antonio Costa; el holandés, Mark Rutte; el de la República Checa, Andrej Babis; el letón, Krisjanis Karins; y el sueco Stefan Lofven. En su misiva consideraban que había llegado el momento de cerrar el acuerdo ante la “amenaza del proteccionismo” y otros factores geopolíticos que afectan a las exportaciones.

A principios de mes, Macri y Bolsonaro se reunieron en Buenos Aires y anunciaron que el acuerdo estaba más cerca. “Estamos en la inminencia de firmar un acuerdo”, dijo Bolsonaro, mientras que Macri afirmó que “estamos muy cerca”, en una comparecencia conjunta ante la prensa, sin preguntas. Uno de los líderes más reticentes al acuerdo ha sido el presidente francés Emmanuel Macron, que este mismo jueves rebajaba las expectativas sobre el acuerdo, especialmente si Bolsonaro cumplía su amenaza de retirar Brasil del acuerdo climático de París.

Los ministros de Exteriores del Mercosur han encabezado la negociación desde el miércoles con varios comisarios europeos de los últimos detalles de ese acuerdo y, en paralelo, han trabajado los respectivos equipos técnicos. 


La UE y Mercosur logran un acuerdo comercial tras 20 años de negociaciones. Video: Diario El País de Madrid, España.



sábado, 13 de abril de 2019

Hallan una plantación de marihuana de más de $7.4 millones en un predio del Ejército… @dealgunamanera...

Hallan una plantación de marihuana de más de $7.4 millones en un predio del Ejército…

Un bosque de marihuana en medio del monte misionero. Fotografía: CEDOC

Prefectura halló la plantación en un predio de entrenamiento del Ejército Argentino a la vera del Río Paraná, zona crítica para el narcotráfico.


Sobre una barranca a 2500 metros de la costa del Río Paraná, Prefectura Naval Argentina encontró una plantación de marihuana de unos 70 por 70 metros de diámetro, con un aforo estimado de $ 7.421.000 millones de pesos, en medio de la selva misionera. El terreno es parte de un predio de 7 mil hectáreas perteneciente al Ejército Argentino, confirmaron fuentes del caso a Perfil.

© Escrito por Cecilia Di Lodovico el viernes 12/04/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El hallazgo ocurrió durante un patrullaje de rutina, en zona de frontera con Paraguay. Personal del Ejército ya acudió al lugar, que, además forma parte de la reserva militar Puerto Península, un sector al que se necesitarían tres días de caminata para arribar por tierra. Fuentes de la investigación atribuyen el cultivo de la droga a narcos paraguayos que contaron con logística y seguridad de este lado de la frontera.

El predio es "prácticamente inaccesible", señalaron las fuentes y se utiliza actividades de adiestramiento operacional en la frontera. En 2018, militares que realizaron los entrenamientos en la zona detectaron indicios de actividades ilegales: trampas, tala de árboles y movimientos de personas. Todo ello fue denunciado al juzgado federal de Eldorado.



Las plantas de Cannabis Sativa halladas alcanzaban entre 0.50 cm y 1.80 mts de alto y estaban sembradas en un terreno de casi una hectárea de difícil acceso: a la altura del kilómetro 1905 del Río Paraná, en cercanías a Puerto Iguazú, donde la densa vegetación hace casi imposible la visibilidad de la plantación desde la costa. La plantación se encontraba oculta por un monte circundante, mucho más alto que la mantenía fuera de la vista de drones.

Sin embargo, el personal de la Unidad de Investigación Criminal (UNIC) de Prefectura observó desde la hidrovía un sendero con pisadas que se internaba en el monte, anclaron la lancha Shaldag “Guaraní”, en la que realizaban controles de rutina, y descendieron de la embarcación para seguir el rastro. Al final del camino se toparon con la plantación.

Los efectivos de la fuerza de seguridad que conduce Eduardo Scarzello desmontaron la plantación y trasladaron las plantas a la sede de Prefectura para realizar el conteo de rigor: contaron 1810. En el caso interviene el Juzgado Federal de Eldorado, a cargo de Miguel Guerrero y la fiscal Liliam Delgado.

La lancha Shaldag “Guaraní” en la que navegaban los prefectos es una de las cuatro guardacostas provenientes de Israel, adquiridas por el Gobierno en diciembre de 2016, a raíz de una negociación del Ministerio de Seguridad, a cargo de Patricia Bullrich, con el propósito de reforzar el patrullaje en una de las zonas más complejas del país en materia de contrabando y tráfico de drogas: la hidrovía Paraná-Paraguay.

“Guaraní” tiene 25.5 metros de largo (eslora), 6 de ancho (manga) y uno de alto (calado) y puede alcanzar una velocidad de 48 nudos, es decir, unos 90 kilómetros por hora, sobre el agua. Fue concebida en Israel para el combate, por la que las embarcaciones, adquiridas a 80 millones de dólares, fueron acondicionadas para las tareas de Prefectura.

La región donde fue hallada la droga es considerada como uno de los puntos críticos del país en materia de narcotráfico por la Procunar, dirigida por Diego Iglesias.


Por esa razón, el organismo -que acaba de lanzar su informe de gestión 2018- trabaja en forma conjunta de forma estratégica con el juzgado y la fiscalía federal de Eldorado “para asistir en distintas investigaciones de tráfico de estupefacientes que reflejan la compleja problemática que atraviesa esa zona en la materia”.


“La jurisdicción federal de Eldorado abarca una vasta extensión de la zona noreste de Misiones, un tercio del territorio de la provincia que incluye, además de la abundante vegetación y forestación de su suelo, la triple frontera entre Argentina, Paraguay y Brasil y más de 120 kilómetros del curso del río Paraná que generan un escenario natural proclive para el contrabando de mercadería. Es decir, en virtud de esas especiales condiciones del territorio sumado a su amplia extensión, han dado lugar a un mayor flujo de ilícitos emparentado tanto con el tráfico de estupefacientes, como así también el de armas y el contrabando de mercaderías”, indica el informe de gestión al que tuvo acceso Perfil.

“A través de la frontera con la República del Paraguay se ha detectado el ingreso de importantes cargamentos de marihuana, lo cual no resulta llamativo si se tiene en cuenta que el vecino país es el principal productor de cannabis sativa de la región.

Por último, la zona también es parte de una nueva ruta de la cocaína: “en el último tiempo han sido identificados distintos casos de tráfico de cocaína, todo lo cual que permite sospechar la existencia de una ruta de tránsito de este tipo de sustancias hacia la República Federativa de Brasil”, indica el documento.




miércoles, 19 de octubre de 2016

Estúpida y sensual xenophobia… @dealgunamanera...

Estúpida y sensual xenophobia…

Argentinos nacidos en Europa descansan de a quinientos por metro cuadrado en un palacio de arquitectura neorrenacentista previo a salir a trabajar la tierra de San Telmo.

Samuel nació en Caracas hace 28 años. Llegó a la Argentina por primera vez de vacaciones y se enamoró de Buenos Aires. Años después, harto de la situación de su país y viendo que estaba al borde de la pobreza teniendo un trabajo que en cualquier otro país le permitiría llevar una vida holgada, vendió lo último que le quedaba –su “carro”– que, por esas cosas de las diferentes cotizaciones del dólar, le alcanzó para pagarse dos pasajes. Llegó a Buenos Aires con su esposa de manera legal, por el aeropuerto de Ezeiza y con los papeles en la mano.

Tanto él como su esposa tienen dos títulos universitarios cada uno. Ella trabaja de mesera en un bar de Palermo por unos pocos pesos más la propina. Él atiende un kiosco de siete de la tarde a siete de la mañana del día siguiente. La semana pasada fui testigo del primer comentario despectivo que recibió cuando un señor muy bien vestido le recriminó que le quitara el trabajo a los argentinos. Como si algún argentino con dos títulos universitarios aceptara atender un kiosco doce horas por noche seis días a la semana. Como si hubieran echado a un ingeniero para darle el puesto.


La primera vez que me llamó la atención la inmigración fue a mediados de los años noventa, cuando a Buenos Aires empezaron a llegar oleadas de bolivianos. El motivo principal por el que les presté atención obedece al más sencillo principio del asombro: no cumplían con el parámetro de porteño medio. De rasgos aborígenes, vestidos con ropas de colores insoportablemente estridentes y las mujeres con sombreros. No hubieran pasado desapercibidos ni con niebla.

Hoy, en tiempos en los que muchos se preocupan humanitariamente por el conflicto sirio o porque nadie llora por los muertos del huracán de Haití –que con la guita que recibe después de cada desastre ya debería tener la infraestructura de Dubai– nos hacemos bien los boludos con la inmigración silenciosa del hambre venezolano. Rostros europeizados en su mayoría, salvo que se pongan a hablar, ni nos enteramos de que no son de acá. Pero si alguno se pone a charlar con ellos –y no para pedirles que se vuelvan a su país– puede encontrarse con una realidad tristísima: el éxodo de gente que vende lo poco que le queda para poder irse del país al que aman. No es un detalle menor, ya que esos que pueden irse son los afortunados.


Natalín usa un ambo verde en la guardia de una clínica privada céntrica. Sí, es médica. Charlando con ella uno puede sacarse todos los prejuicios de encima –si hay algo que nunca sobra en ningún país son médicos– y anoticiarse que no vino al país para estudiar, sólamente, sino que vino a cumplir con los años de residencia que necesita para poder ejercer la medicina en su país, Colombia. Le pagan en blanco, tributa ganancias, paga el 21% de IVA en cada compra, usa el transporte público, alquila. En Colombia tendría que pagar para ejercer la medicina hasta sumar los años necesarios en un sistema perverso. Aquí trabaja.


Lo de la xenofobia argentina debería ser un tema para tratar en terapia. A veces solapada por la culpa, otras oculta tras la corrección política, otras tantas a flor de piel cuando necesitamos culpar a alguien por lo que otro nos sacó, el desprecio selectivo a quien no es de acá, es un asunto que se cuela alguna vez en todas las familias. En todas. Entre mis ocho bisabuelos sumo tres nacionalidades distintas y ninguna es inca o querandí. Ni siquiera tengo una gota de sangre española como para reclamar derechos naturales y coloniales. Y a excepción del puñado de 100 apellidos patricios y los pocos aborígenes no mestizados que quedan en el territorio, el resto de los argentinos llegó o nació de los que llegaron tiempo después. Mucho tiempo después.

Uno de mis abuelos nació en un conventillo. Está claro que el poder adquisitivo de su padre no podría costear los tributos al Estado que pudieran justificar el uso del pupitre en un establecimiento educativo. Pero tuvo educación primaria, secundaria y terciaria. Su hermana se recibió de abogada en la UBA. Mi otro abuelo no pudo terminar sus estudios, pero la realidad de un país en el que nadie le preguntaba la nacionalidad antes de darle un empleo lo hizo salir adelante y brindarle educación a sus hijos. Nota al margen: ninguno de mis abuelos se salvó del “tano de mierda”.

Ya sé, me van a venir con que la sociedad era distinta porque un europeo encajaba de lo más lindo en este paraíso de mansiones de la calle Alvear. Por eso terminaron todos viviendo en casas levantadas como pudieron en terrenos en Loma del Orto y laburando de albañiles, zapateros, verduleros y otros oficios propios de la nobleza europea y fueron tratados como aristócratas con títulos nobiliarios como Moishe tacaño, Gaita ignorante y Tano bruto.


Un cacho de cultura tributaria. La educación pública en Argentina se financia con presupuesto estatal, en su mayor parte con recursos de libre disponibilidad. Esto quiere decir que se lo banca con impuestos en general, que no hay un producto o tributo específico que diga “mantenimiento educativo”. En una época lo hubo: en 1999 el Estado creó el “impuesto docente” mediante el cual los que tenían auto pagaban un tributo destinado, básicamente, a borrar la carpa blanca de la plaza de los Dos Congresos.

Al no existir un tributo directo, cualquier boludo que compra un alfajor, un champú, un dentífrico o una botella de gaseosa, está dejando poco más de un quinto de su precio en Impuesto al Valor Agregado. Y no es poca cosa: nuestro 21% es el sexto IVA más caro del mundo, sólo superado por los países nórdicos y Uruguay, donde tienen 22 puntos de IVA, pero son tantos los productos exentos que en la canasta mensual tiene menor impacto que el argentino.

La presión impositiva en nuestro país es insoportable. Lo sabemos y lo padecemos. Muchos ponen el grito en el cielo y ratifican su postura al saber que el impuesto inmobiliario también forma parte de la recaudación y eso es algo que se puede utilizar para financiar la educación pública. Relax, estimado lector: el inmigrante no es de residir en una alcantarilla, y, por lo general, el que viene a estudiar es de alquilar. Como todos saben, aunque la ley diga lo contrario, los que alquilan se hacen cargo de pagar los impuestos inmobiliarios y municipales.

A ello hay que sumarle que para poder mantenerse en la Argentina requieren de alguna de estas dos opciones: o reciben remesas de sus padres, que no es otra cosa que dinero contante y sonante que ingresa al país para circular en el comercio y terminar en buena parte recaudado por el Estado en impuestos, o trabajan. Y si laburan y no pagan el impuesto a las ganancias es porque cobran miseria. Para redondear, los que están en blanco pagan aportes patronales para una jubilación que, si se vuelven a sus países una vez finalizados sus estudios, no cobrarán never in the puta life.

Del otro lado de la misma moneda nos encontramos con el debate que algunos quieren dar también amparados en la falta de sentido común: el caso de los que provienen de familias pudientes y van a la universidad pública. Son los que el viernes a la noche estacionan el cero kilómetro en las inmediaciones de la facultad y faltan alguna que otra vez porque se fueron a pasar el fin de semana a Long Beach. Suponer que no se merecen la educación pública es, nuevamente, no entender que, si son los que más tienen, son los que más gastan y, por ende, los que más aportan al tesoro. ¿Por qué impedirles que utilicen una universidad que también financian?

Lo que sí es cierto es que muchos de los que ingresan a la universidad pública provienen de una educación primaria y secundaria privada. Estadísticamente, los que provienen de la educación pública son los menos y esto habla de distintas necesidades: el desastre del nivel educativo y la necesidad de salir a laburar full time picaban en punta hasta hace unos años. Hoy comparten el trono con las ganas de no hacer un choto.


Sí, es cierto que muchos avivados se aprovechan de las bondades de Argentina, pero no por nuestra legislación generosa que proviene de nuestra Constitución Nacional, sino por la falta de controles en la aplicación de la normativa. El ejemplo de los tours de salud que provienen de países limítrofes para atenderse en hospitales públicos con turnos que les sacan desde agencias de turismo, o los simpaticones que llegan al país, se toman un terrenito, y luego exigen que se los den o, en el mejor de los casos, se los vendan, que lo quieren pagar, como si estuviéramos en un universo paralelo en el que una propiedad se puede pagar en 550 mil cuotas de veinte pesos. Ni que hablar de los que cruzan el Pilcomayo, cobran el plan, votan y se vuelven a Paraguay. Solo un tuerto emocional puede cruzarse con un laburante o un estudiante extranjero y recriminarle la toma de terrenos o las chantadas clientelistas norteñas.

Ahora que está de moda revolearnos estadísticas por la cabeza, también hay que agregar que el 5,7% de todos los presos que tienen el sistema penitenciario argentino es extranjero. Como suena bajito, digámoslo al revés: el 94,3% de los presos de Argentina son argentinos. 94 personas y dos brazos de cada cien. Nueve personas y un torso de cada diez. O sea: en el único rubro en el que existen estadísticas reales para afirmar si nos sacan lugares de privilegio, es en el penitenciario. Y no, ahí les ganamos por paliza y nadie nos quita una celda para dársela a un foráneo.

Puedo entender otro tipo de soluciones que se podrían aplicar para paliar nuestra necesidad de culpar a otros por nuestros problemas, como arancelar la universidad para quien viene de afuera, o enviar el resumen de gastos hospitalarios a las respectivas embajadas de cada ciudadano del mundo, pero nuestra Constitución Nacional lo impide. Lo que sí es remarcable es que, todos aquellos que dicen que no se puede comparar esta inmigración que viene a utilizar nuestras universidades con las de nuestros abuelos, tienen razón: a nuestros abuelos el Estado les dio alojamiento, abrigo y comida, les buscó trabajo y les facilitó los trámites con ese temita del idioma. Ah, además les permitió usar la salud y la educación pública.

Nunca terminaré de entender esa cosa de recordar las raíces europeas de nuestros abuelos –que, si tan aceptados eran en sus países de origen, no tendrían que haberlo abandonado contándose las costillas del hambre–, mencionar nuestro pasaporte italiano/europeo en alguna que otra charla, y ratificarnos ultra nacionalistas para delirar a Brasil en un partido de fútbol o cada vez que aparece un tipo que habla con acento de telenovela y cuyo único pecado cometido es el de haber llegado después que nosotros.

Y todos nos hacemos los boludos con los destrozos de nuestros manifestantes vernáculos, de los robos, estafas y homicidios de nuestros compatrióticos compatriotas. Y mejor ni hablar de los problemas que generaron, generan y generarán nuestros políticos bien argentinos, en nombre de la Patria, ésa que nos ponemos al hombro cada cuatro años, siempre y cuando a la selección le vaya bien, o cuando vemos a una persona que habla el castellano con un acento extraño, sea venezolano, colombiano o correntino. Parte de nuestra idiosincrasia: si no se le entiende nada, lo vemos con otros ojos, aunque sea un mafioso ucraniano. Sólo por dar un ejemplo, desde 2013 ingresaron 25 mil ciudadanos italianos a la Argentina para probar suerte.

A diferencia de nuestros abuelos, vienen instruidos, con título y experiencia. Si no fueran físicamente idénticos al porteño promedio, serían el terror del nacionalista.

Supongo que está inexplicablemente en nuestra cultura. Vienen a quitarnos los trabajos que rechazamos, las camas de los hospitales que no usamos y los pupitres de las universidades de las que egresan sólo el 14% de quienes se inscribieron. Nadie saca cuentas de cuánto le cuesta al Estado cada estudiante crónico, ni mucho menos se hacen eco de la última encuesta universitaria de la UBA en la que el 84% de los alumnos se manifestaron a favor de un examen de ingreso.

Pero en definitiva, son detalles. Después de todo, con nuestra plata hacemos lo que queremos, qué carajos.

Martedì. “Patriotismo es tu convencimiento de que este país es superior a otros sólo porque tú naciste en él”. 

© Escrito por Lucca el martes 18/10/2016 y Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Todo el contenido publicado es de exclusiva propiedad de la persona que firma, así como las responsabilidades derivadas.