Lecciones
de Malvinas… (Primera Entrega)
Guerra de Malvinas. Fotografía: CEDOC
Esta
es la primera de cinco entregas en las que el teniente general Martín Balza,
jefe del Ejército (1992-1999), relata sus vivencias en la Guerra de Malvinas,
en la que, con el grado de teniente coronel, se desempeñó como jefe del Grupo
de Artillería 3 y como coordinador de los fuegos terrestres de la Agrupación
Puerto Argentino. Su objetivo: abordar “en toda su dimensión el sacrificio de
quienes durante 44 días combatieron por un sentimiento”.
© Escrito por Martín Balza, Ex Jefe del Ejército Argentino, Veterano de
la Guerra de Malvinas y ex Embajador en Colombia y Costa Rica, el viernes
28/07/2023 y publicado por el Diario
Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.
Guerra de las Islas Malvinas Argentinas.
20 de
marzo al 7 de abril de 1982. Relataré cómo combatimos y por qué fuimos
derrotados por un digno adversario. Expondré los hechos como los conocí y viví,
y agregaré otros que alimentaron mi conocimiento años después. El intento de
recuperar las islas Malvinas –incuestionablemente nuestras desde el punto de
vista geográfico, histórico y jurídico– por la fuerza constituyó el más notable
error de apreciación política, diplomática y militar.
Se
atribuye al exjefe de la Armada, almirante Jorge I. Anaya, haber sido quien
concibió la absurda aventura, pero contó con la aquiescencia de otros miembros
de la junta militar que regía la última dictadura cívico-militar: el general
Leopoldo F. Galtieri y el brigadier Basilio Lami Dozo.
Se atribuye al
exjefe de la Armada, almirante Anaya, haber concebido la absurda aventura.
La apropiación de una causa justa, sentidamente
nacional, buscaba galvanizar a la ciudadanía en torno a ella y perpetuar así la
dictadura, que se despeñaba inexorablemente, entre otras causas por el reclamo
de una salida electoral, el malestar social generado por una seria crisis
económica y el desprestigio internacional por las graves violaciones a los
derechos humanos.
La palabra crisis procede de la palabra griega
krino, que significa cruce de caminos. Es una chispa, un acontecimiento
polémico, una inflexión, una oportunidad, que siempre obliga a elegir y sugiere
un avance o un retroceso. Este término puede introducir el empleo del poder
militar en forma potencial o efectiva, sin llegar al estado de guerra. En el
caso de Malvinas, la crisis se inició el 20 de marzo.
Es sintomático lo publicado por un matutino de
Buenos Aires, el 27 enero de 1982, ligado al almirante retirado Emilio Massera:
“En estos momentos estamos en óptimas condiciones: nos gobiernan las Fuerzas
Armadas, tenemos un presidente (Galtieri) con empuje y una gran capacidad de decisión,
y contamos con un canciller de lujo (Nicanor Costa Méndez). Si además de haber
ganado la guerra contra el terrorismo se recuperan las Malvinas, el Proceso
quedará signado por estos hechos (…). En cuanto al frente interno, la
ciudadanía se sentiría tonificada (…) Las Malvinas son previas al Beagle”.
Ese mismo mes, el almirante Carlos Lacoste, ligado
al gobierno, dijo: “Esto se arregla muy fácil, invadiendo (sic) las Malvinas”.
Y según el semanario británico The New Statesman, el periodista argentino Jesús
Iglesias Rouco, escribió: “Este año Buenos Aires recuperará las Malvinas por la
fuerza”.
En marzo de 1982, Galtieri le comunicó a nuestro
embajador en la ONU, Eduardo Roca: “¡Voy a tomar las islas!”. Clara muestra de
irresponsabilidad política y militar, porque al no tener contención alguna la
decisión era irrevocable y las consecuencias impredecibles. Es obvio señalar
que todo ello era conocido por los diplomáticos británicos en Buenos Aires.
El 20
de marzo de 1982 se originó una crisis por una fuerte reacción británica –a mi
juicio desproporcionada– como consecuencia del desguace de una vieja factoría
ubicada en la isla San Pedro de las Georgias del Sur, ubicada a 1.500
kilómetros al sudeste de las Malvinas.
A
cargo de ello estaba una empresa comercial privada argentina, perteneciente al
ciudadano Constantino Davidoff, quien había realizado los trámites legales
correspondientes ante las autoridades británicas en Buenos Aires. Con la
evolución de los acontecimientos, siempre aprecié que la intención del Reino
Unido (RU) fue, claramente, escalar la crisis, lo que no sorprendió al gobierno
argentino.
El 7 de abril, el
general Mario B. Menéndez, asumió como gobernador de las islas.
La
recuperación de las islas, el 2 de abril de 1982, la Operación Rosario,
evidenció profesionalidad y eficiencia de las fuerzas propias, sin
derramamiento de sangre británica, ante un débil destacamento de infantes de
Marina dotados de armas livianas, aunque se carecía de la capacidad de
mantenerlas ante la previsible reacción del Reino Unido. El 3 de abril, Alfredo
Astiz (rango de capitán de fragata), con efectivos de nuestra Armada, ocupó una
guarnición británica de 25 hombres en las islas Georgias del Sur, que nos
ocasionó la muerte de un suboficial y dos soldados, además de pérdidas
importantes.
El
mismo día, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (ONU) emitió la
Resolución 502, que imponía el retiro inmediato de las fuerzas militares. El
hecho podría haberse explotado positivamente si el poder político hubiera
acatado y dejaba una pequeña guarnición con fuerzas de seguridad, lo que
hubiera evidenciado una actitud negociadora por parte de nuestro país.
Se buscaba
galvanizar la ciudadanía en torno a una causa nacional justa y así perpetuar la
dictadura.
Difícilmente
el Reino Unido hubiera movilizado la fuerza expedicionaria más importante desde
la Segunda Guerra Mundial; más de 28 mil hombres y una moderna flota de más de
cien buques, incluidos portaaviones con cuarenta máquinas y cuatro submarinos nucleares,
ni recibido el apoyo de la mayor alianza militar de mundo: la Organización del
Tratado del Atlántico Norte (OTAN), liderada por los Estados Unidos.
Era,
entonces, el momento de evidenciar internacionalmente una actitud negociadora y
la legitimidad de nuestros derechos para terminar con un anacrónico
colonialismo. Pero todo ello, hoy, es historia contrafáctica. La inepta
conducción estratégica nacional y militar ignoró que el mejor momento de
negociar en una crisis, o en un conflicto, es aquel en el que los adversarios
todavía creen en una situación no definida y balanceada en fuerzas y
esperanzas.
La
incapacidad política y diplomática se basó en dos hipótesis. La primera: que el
Reino Unido no reaccionaría, aceptaría el hecho consumado y negociaría una
solución sobre la soberanía. La segunda: que Estados Unidos apoyaría a la
Argentina o adoptaría una posición neutral. Creer en esos supuestos era desconocer
la historia de ambas potencias y de los conflictos del siglo veinte.
Malvinas nunca constituyó una hipótesis de guerra. Ante esa decisión extrema,
la predicción es fundamental; de lo contrario, se apuesta a lo aleatorio. En
Teoría de Juegos ello se conoce como “El Equilibrio de Nash” (1994), del Premio
Nobel de Economía John Nash, que consiste en una predicción de la(s) mejor(es)
acción(es) de las que dispone cada parte, en función de las posibles acciones
de la contraparte.
Una
vez más en nuestra historia, la ausencia de líderes era notoria. Aprecio que,
psicológicamente, entre otras causas, influyó negativamente una Plaza de Mayo
llena y exaltada con la recuperación de las islas. Sin embargo, recuerdo que un
real estadista, el general Charles De Gaulle (expresidente de Francia), en
1962, no vaciló en ceder “la Argelia francesa” en contra de una circunstancial
opinión pública y de importantes sectores políticos y militares.
El 5
de abril, el canciller Costa Méndez, en Washington, expresó que la actitud
argentina de ocupar Malvinas “fue el acto independiente de política exterior de
una potencia media” y que estaba convencido de “la posibilidad y la eficacia de
la mediación estadounidense”. Desconocía que los EE.UU., por medio de su
seudomediador, Alexander Haig, ya había tomado partido por el Reino Unido.
Clara manifestación de que el poder y la estupidez juntos son peligrosos.
El 7
de abril, el general Mario B. Menéndez, contra la opinión del canciller Costa
Méndez, asumió como gobernador de las islas, jurando por la Biblia y el
Estatuto del Proceso de Reorganización Nacional (PRN). Asistieron, entre otros,
los presidentes de todos los partidos políticos, los secretarios generales de
las organizaciones sindicales y sectores empresariales. De los expresidentes
solo asistió el general retirado Jorge Rafael Videla. Otra evidente torpeza de
la junta militar.
El porqué del texto. Martín
Balza (*)
Artillero. El entonces teniente coronel Martín Balza durante su permanencia en
las islas.
A cuarenta años de la Guerra de Malvinas, nuestro
pueblo está familiarizado con lo que sucedió en forma emotiva pero,
ciertamente, está poco informado. Fuentes extranjeras la calificaron como “la
primera guerra de la era misilística”. Convencido de que nunca habrá una única
forma de interpretar un hecho histórico, trataré, en forma por demás sintética,
de relatar los acontecimientos principales que conmovieron al mundo y a los
argentinos en particular.
Me guía la vivencia personal de los mismos,
enriquecido por conocimiento de los principales actores en el contexto
estratégico y táctico, y documentación a la que tuve posteriormente acceso. Mi
propósito no es dejar una visión más de la única guerra librada por mi país en
el siglo XX. La mayoría de los argentinos que escribieron sobre el conflicto no
estuvieron en el lugar de los hechos, y algunos lo hicieron enfatizando
aspectos políticos e ideológicos, confundiendo la dictadura cívico-militar con
la legitimidad de una causa incuestionablemente aglutinante del pueblo
argentino, y no abordando en toda su dimensión el sacrificio de quienes
–durante 44 días– combatieron por un sentimiento.
Muchos políticos aún hoy ignoran la gesta de
quienes cumplieron con su deber de soldados, en forma anónima y abnegada. Esa fue
la hazaña de las Fuerzas Armadas. Una vez más, reitero que la guerra es un
renunciamiento a las escasas pretensiones de la humanidad. Deseo que, para
nosotros, los argentinos, no se cumpla la sentencia de Paul Valery: “Las
lecciones de la historia nunca han servido de nada”.
*Teniente general (R). Exjefe del Ejército (1992-1999). Veterano de
Malvinas.
Lessons from Malvinas… (First Delivery)
This
is the first of five installments in which Lieutenant General Martín Balza,
head of the Army (1992-1999), recounts his experiences in the Malvinas War, in
which, with the rank of lieutenant colonel, he served as head of the Artillery
Group 3 and as coordinator of the ground fires of the Puerto Argentino Group.
His objective: to address "in all its dimensions the sacrifice of those
who fought for a feeling for 44 days."
© Written by Martín Balza, Former Chief of the Argentine Army,
Veteran of the Malvinas War and former Ambassador to Colombia and Costa Rica,
on Friday 07/28/2023 and published by the Perfil newspaper of the Autonomous
City of Buenos Aires, Argentine Republic.
March
20 to April 7, 1982. I will relate how we fought and why we were defeated by a
worthy adversary. I will expose the facts as I knew and lived them, and I will
add others that fed my knowledge years later. The attempt to recover the
Malvinas Islands –unquestionably ours from the geographical, historical and
legal point of view– by force constituted the most notable error of political,
diplomatic and military appreciation.
The
former head of the Navy, Admiral Jorge I. Anaya, is credited with being the one
who conceived the absurd adventure, but he had the acquiescence of other members
of the military junta that governed the last civil-military dictatorship:
General Leopoldo F. Galtieri and Brigadier Basilio Lami Dozo.
The former head of the Navy,
Admiral Anaya, is credited with having conceived the absurd adventure.
The
appropriation of a just cause, feltly national, sought to galvanize citizens
around it and thus perpetuate the dictatorship, which was falling inexorably,
among other causes due to the demand for an electoral exit, the social unrest
generated by a serious economic crisis and the international smear for serious
violations of human rights.
The
word crisis comes from the Greek word krino, which means crossroads. It is a
spark, a controversial event, a turning point, an opportunity, which always
forces a choice and suggests a move forward or a setback. This term can
introduce the use of military power in a potential or effective way, without
reaching the state of war. In the case of Malvinas, the crisis began on March
20.
What
was published by a Buenos Aires morning paper on January 27, 1982, linked to
retired admiral Emilio Massera, is symptomatic: “Right now we are in optimal
conditions: we are governed by the Armed Forces, we have a president (Galtieri)
with drive and a great decision-making capacity, and we have a luxury
chancellor (Nicanor Costa Méndez). If, in addition to having won the war
against terrorism, the Malvinas are recovered, the Process will be marked by
these events (...). Regarding the internal front, the public would feel
invigorated (…) The Malvinas are prior to the Beagle”.
That
same month, Admiral Carlos Lacoste, linked to the government, said: "This
is very easy to fix, invading (sic) the Malvinas." And according to the
British weekly The New Statesman, the Argentine journalist Jesús Iglesias Rouco
wrote: "This year Buenos Aires will recover the Malvinas by force."
In
March 1982, Galtieri told our ambassador to the UN, Eduardo Roca: "I'm
going to take the islands!" Clear display of political and military
irresponsibility, because having no containment, the decision was irrevocable
and the consequences unpredictable. It is obvious to point out that all this
was known by the British diplomats in Buenos Aires.
On
March 20, 1982, a crisis originated from a strong British reaction – in my
opinion disproportionate – as a result of the scrapping of an old factory
located on the island of San Pedro de las Georgias del Sur, located 1,500
kilometers southeast of the Malvinas.
In
charge of this was a private Argentine commercial company, belonging to the
citizen Constantino Davidoff, who had carried out the corresponding legal
procedures before the British authorities in Buenos Aires. As events have
unfolded, I have always appreciated that the intention of the United Kingdom
(UK) was clearly to escalate the crisis, which did not surprise the Argentine
government.
On April 7, General Mario B.
Menéndez, took over as governor of the islands.
The
recovery of the islands, on April 2, 1982, Operation Rosario, demonstrated the
professionalism and efficiency of the own forces, without spilling British
blood, before a weak detachment of Marines equipped with light weapons,
although they lacked the ability to maintain them in the face of the
foreseeable reaction of the United Kingdom. On April 3, Alfredo Astiz (rank of
frigate captain), with members of our Navy, occupied a British garrison of 25
men in the South Georgia Islands, which caused the death of a non-commissioned
officer and two soldiers, in addition to losses important.
On the
same day, the United Nations (UN) Security Council issued Resolution 502, which
required the immediate withdrawal of military forces. The fact could have been
exploited positively if the political power had complied and left a small
garrison with security forces, which would have shown a negotiating attitude on
the part of our country.
The aim was to galvanize
citizens around a just national cause and thus perpetuate the dictatorship.
The
United Kingdom would hardly have mobilized the largest expeditionary force
since the Second World War; more than 28 thousand men and a modern fleet of
more than one hundred ships, including aircraft carriers with forty machines
and four nuclear submarines, nor received the support of the largest military
alliance in the world: the North Atlantic Treaty Organization (NATO), led by
the United States.
It
was, then, the moment to demonstrate internationally a negotiating attitude and
the legitimacy of our rights to put an end to an anachronistic colonialism. But
all this, today, is counterfactual history. The inept national and military
strategic leadership ignored that the best moment to negotiate in a crisis or
in a conflict is the one in which the adversaries still believe in an undefined
and balanced situation in forces and hopes.
The
political and diplomatic incapacity was based on two hypotheses. The first:
that the United Kingdom would not react, would accept the fait accompli and
negotiate a solution on sovereignty. The second: that the United States would
support Argentina or adopt a neutral position. To believe in these assumptions
was to ignore the history of both powers and the conflicts of the twentieth
century.
Malvinas
never constituted a war hypothesis. Faced with this extreme decision,
prediction is fundamental; otherwise, you bet on random. In Game Theory, this
is known as "The Nash Equilibrium" (1994), by John Nash, Nobel Prize
Winner in Economics, which consists of a prediction of the best action(s) available
to each party. , depending on the possible actions of the counterparty.
Once
again in our history, the absence of leaders was notorious. I appreciate that,
psychologically, among other causes, a full and exalted Plaza de Mayo with the
recovery of the islands had a negative influence. However, I remember that a
royal statesman, General Charles De Gaulle (former French president), in 1962,
did not hesitate to cede "French Algeria" against circumstantial
public opinion and important political and military sectors.
On
April 5, Foreign Minister Costa Méndez, in Washington, stated that the
Argentine attitude of occupying the Malvinas "was the independent foreign
policy act of a middle power" and that he was convinced of "the
possibility and effectiveness of US mediation ”. He was unaware that the US,
through its pseudo-mediator, Alexander Haig, had already sided with the UK.
Clear demonstration that power and stupidity together are dangerous.
On
April 7, General Mario B. Menéndez, against the opinion of Foreign Minister
Costa Méndez, took office as governor of the islands, swearing by the Bible and
the Statute of the National Reorganization Process (PRN). Attended, among
others, the presidents of all political parties, the general secretaries of
trade union organizations and business sectors. Of the former presidents, only
the retired general Jorge Rafael Videla attended. Another obvious clumsiness of
the military junta.
The why of the text. Martin Balza (*)
Forty
years after the Malvinas War, our people are familiar with what happened
emotionally but, certainly, they are poorly informed. Foreign sources described
it as "the first war of the missile era." Convinced that there will
never be a single way to interpret a historical fact, I will try, in a
synthetic way, to recount the main events that moved the world and Argentines
in particular.
I am
guided by their personal experience, enriched by knowledge of the main actors
in the strategic and tactical context, and documentation to which I later had
access. My purpose is not to leave another vision of the only war waged by my
country in the 20th century. Most of the Argentines who wrote about the
conflict were not at the scene of the events, and some did so by emphasizing
political and ideological aspects, confusing the civic-military dictatorship
with the legitimacy of an unquestionably unifying cause of the Argentine
people, and not addressing in all its dimension the sacrifice of those who
–during 44 days– fought for a feeling.
Many
politicians still today ignore the feat of those who fulfilled their duty as
soldiers, anonymously and selflessly. That was the feat of the Armed Forces.
Once again, I reiterate that war is a renunciation of humanity's few claims. I
wish that, for us, the Argentines, the sentence of Paul Valery is not
fulfilled: "The lessons of history have never been of any use".
*Lieutenant General (R). Former Army
Chief (1992-1999). Malvinas Veteran.
"THE MALVINAS ISLANDS WERE, ARE AND WILL BE FOREVER ARGENTINE"