"La oposición está en deuda con la
gente"...
La acusación de “narcosocialistas”
vociferada por el diputado kirchnerista Andrés “El Cuervo” Larroque logró
desencadenar la indignación de la oposición que, la semana pasada, se retiró
del recinto.
La alusión al reciente
descubrimiento de posibles nexos con el narcotráfico del desplazado jefe de
Policía de Santa Fe, comisario Hugo Tognoli, ha provocado una terrible
preocupación, pero el claro sentido político de las afirmaciones de Larroque
están sin duda dirigidas a enturbiar una figura señera como es la de Hermes
Binner.
Efectivamente, a las pocas horas, Binner
publicaba una solicitada en los principales diarios del país en la que, entre
otras cosas, afirmaba que el comisario Tognoli debía someterse a la Justicia.
—Creo que la gente ha perdido el miedo y comienza a expresar todo lo que ve
alrededor de la violencia vinculada al narcotráfico. La seguridad ocupa el
primer lugar en la preocupación de la población sobre todo cuando se vincula
con la violencia. Es nuestra obligación atender ese reclamo y trabajar en
función de salvar las dificultades que tiene la población para expresar sus
denuncias y poder, también, rectificar supuestos errores que se están
desarrollando en el seno de las fuerzas policiales de la provincia de Santa Fe.
A partir de una denuncia que aparece en los diarios (y esto no debiera ser así,
sino fruto de una comunicación del Gobierno nacional al Gobierno provincial) se
conoce (como ahora sabemos) a partir de una escucha del año 2009 una referencia
a vinculaciones del ex jefe de Policía Tognoli con el narcotráfico.
Estas cosas
no significan una novedad ya que Santa Fe es una provincia de paso de la droga
y la triste experiencia nos demuestra que las provincias “de paso” terminan
“siendo” y quedándose con parte de la misma. Creo, también, que no se había
tomado la correspondiente dimensión de la gravedad que esto representa. En ese
sentido es positivo que la gente hoy se atreva a hablar y a denunciar. Esta es
la parte fundamental para que comencemos a revertir el flagelo del
narcotráfico. Fíjese que cuando vemos en la República Argentina que hay un
millón de jóvenes que no estudian ni trabajan la pregunta es: ¿de qué viven? Y
la economía del delito es una economía que viene a suplantar los trabajos formales.
Hay que erradicarla.
—Y recordando también la
valentía de los que se han presentado a declarar, es importante que la Justicia
tome las medidas correspondientes y los proteja. Que un testigo protegido no
desaparezca como Julio López.
—Por supuesto. Casualmente nosotros tenemos un decreto que firmé cuando era
gobernador y que se ocupa de la protección de los testigos. No pudo salir por
ley. No me aprobaron en la Cámara, pero un decreto tiene la posibilidad de ser
optativo. Nos parece que hay que proteger a aquellos testigos que tienen la
valentía de informar todo lo que saben. La situación entonces, hoy se encuadra
en que esto es un delito federal. Con lo cual necesitamos el apoyo de las
fuerzas de seguridad federales y de la Justicia Federal ratificando, una vez
más, el contenido de nuestro programa que viene ya de las elecciones anteriores
y que está dirigido justamente a la necesidad de integrar a todas las fuerzas
de seguridad del país. Me refiero a las policías provinciales, la Policía
Metropolitana y la Federal, la Prefectura, la Gendarmería, la Policía
Aeroportuaria, para construir un mapa del delito en nuestro país. Es necesario
saber dónde es preciso actuar, ejercer una mayor prevención y creo que en este
camino (siendo un delito federal) debe ser el Gobierno nacional quien lo
convoque.
—Cuando usted mencionaba
recién a ese millón de chicos que no estudian ni trabajan, recordaba a las
Madres del Paco que se enfrentan con la magnitud de la fuerza de la droga, y lo
inquietante que resulta también saber que esos mismos chicos van a votar desde
los 16 años. No sé qué piensa usted de esto.
—Bueno, usted sabe que hay países como Brasil donde votan desde los 16 años y
tienen problemas resueltos y no resueltos. Brasil tiene leyes que combaten el
narcotráfico como, por ejemplo, “la ley de derribe”.
—¿Qué significa?
—Es una ley por la cual, por ejemplo, un avión de matrícula desconocida puede
ser apareado por aviones de la Fuerza Aérea que lo obliguen a aterrizar. Si no
lo hace, tienen autorización para derribarlo.
—¿Esto no se acopla,
entre nosotros, al tema de la falta de radares?
—Claro. Y, sobre todo, radares que puedan captar el negocio oscuro. Porque los
radares que se están construyendo en el Invap y que son de última generación,
en teoría son radares para detectar las señales que emiten con ultrasonido los
aviones que se quiere identificar. Cuando este equipamiento no se pone en
funcionamiento se requiere otro tipo de radares que Argentina no tiene y que no
vemos mucha motivación por adquirir. Lo ideal sería tener al menos el 80% de la
superficie nacional controlada.
—Nos reiteran que la
mayor parte de la droga entra a través de estos aviones, que aterrizan en
estancias desde las cuales parten los envíos.
—Sí, por ejemplo, a nosotros nos ha tocado en Santa Fe decomisar un avión (de
matrícula paraguaya) que venía cargado con marihuana. Rápidamente el juez
federal nos conminó a devolver el avión porque, al ser de otro país, era
necesario devolverlo. Esto, por supuesto, significó el cierre de la investigación.
Con lo cual se convirtió en uno de los tantos casos que en nuestro país, pasan
a la impunidad que es para una sociedad, la peor de las enseñanzas. Por
ejemplo, si usted comete un hecho delictivo, y luego consigue autorización para
demostrar que ese hecho no fue delictivo, sino lícito, esto se convierte en una
de las cuestiones más graves que tenemos que superar y tampoco tolerar como
sociedad.
—Volvemos entonces al
tema de la Justicia. Usted recordará que la semana pasada la renuncia de los
jueves Farrell y Kiernan tuvo gran repercusión por la terrible presión que se
ejerce sobre la Justicia.
—Desde ya esto atenta contra la independencia de los tres poderes. Nosotros
estamos recolectando firmas hasta llegar a un millón y no estamos pidiendo nada
extraño, sino que se respete la Constitución en tres aspectos fundamentales:
uno, la independencia de los tres poderes; el otro radica en la necesidad de
respetar el federalismo porque las provincias son prescindentes de la Nación (y
esto lo reconoce la Constitución de 1853) y, finalmente, los derechos sociales.
Me refiero al derecho a la educación; a la salud; a la vivienda; al trabajo; a
la jubilación… Por lo tanto, la base fundamental de reconstruir la República
pasa, en primer término, por respetar la Constitución y las leyes. Luego,
vienen los Derechos de Tercera Generación que fueron incorporados en la reforma
del año 1994. Creo que son elementos fundamentales como plantearle a la
población que ayude a gobernar. Y si la gente tiene capacidad de formular
propuestas y esas propuestas son tomadas por la sociedad, esto nos coloca en
una situación positiva que permite doblegar todos los dolores que hoy tenemos
en función de encontrar la integración de la ciudadanía con sus gobernantes.
—Estamos viviendo
tiempos extraños. Creo que es la primera vez que escuchamos a la Corte pedir
que no la presione el gobierno de turno. ¿Recuerda algún antecedente, Binner?
—No lo recuerdo. Salvo, probablemente, en regímenes militares donde esos jueces
fueron reemplazados por otros que eran adictos a aquel régimen lo cual no es un
ejemplo válido. Nos toca rescatar a uno de los valores fundamentales de la
República. Esto lo inauguró la Gran Revolución, me refiero a la Revolución
Francesa de 1789 donde se estableció justamente el respeto hacia los tres
poderes.
—Es cierto, nos tocan
tiempos especiales. Por ejemplo, tampoco hemos tenido nunca una fecha de
calendario que se apode 7D y de la que está pendiente gran parte de la
ciudadanía.
—Creo que la ley tiene que ser respetada y si no sirve para una determinada
realidad hay que cambiarla. Pero la ley debe ser respetada. Para eso es ley.
Tiene esa categoría. Así es que respetar la Constitución y aplicar las leyes es
la base de un país democrático. Debemos aspirar a construir valores en la sociedad.
Si no, ¿con qué cara les enseñamos a los niños el Preámbulo de la Constitución?
De no ser así es sólo una letra que está allí y nadie respeta. Creo que al
debilitarse la estructura fundamental de la República también se debilitan
todos los espacios a llenar en esa estructura. Me refiero a la educación, la
salud, el derecho a la vivienda, derechos que pide todo ciudadano por estar
integrado en una Nación.
—Volvemos entonces al
tema candente del millón de jóvenes que ni estudian ni trabajan. ¿Cuál era la
necesidad urgente de otorgarles el voto a los 16 años? Yo sé que usted militó
desde muy joven.
—Como dice la Constitución de 1994, la reforma reconoce el primer escalón de la
democracia, de gobierno, en las ciudades. Entonces, lo lógico, sería que los
jóvenes puedan votar en las ciudades porque, además, es donde ellos tienen
conflictos. Con la droga, con la seguridad, con el transporte, con la noche. A
partir, entonces, de esas situaciones ellos podrían aportar experiencias
vivenciales y, a mi modo de ver, ése sería un camino muy adecuado para, luego,
integrar a los jóvenes. Comencemos entonces por ese escalón: los jóvenes de las
ciudades a quienes les estamos dando un interés para que emitan su voto, que
puedan discernir dónde están sus conflictos. Participar así sería entonces
también formar parte de la construcción de una sociedad mucho más integrada.
Nosotros hemos hecho muchas experiencias con los niños y, por ejemplo, cuando
los Consejos de Niños se reúnen para plantear temas vinculados a una ciudad más
segura, amigable y donde se respeten las leyes de tránsito y al vecino es
sorprendente la cantidad de aportes que hacen estos chicos. Con esto no quiero
decir que los niños tienen que votar, pero sí que si les damos la palabra a los
jóvenes, también podemos ayudar a solucionar los problemas que vivencian todos
los días.
—En una de nuestras
últimas conversaciones, yo me permití insistir en que pensemos “ya” en 2015 y
usted me dijo: “¡Falta mucho para 2015!”, ¿sigue pensando lo mismo?
—Bueno, depende. En algunas cosas falta mucho y en otras, no. Nosotros queremos
realmente ser gobierno y todo momento debe ser aprovechado para construir dos
cosas: programa y equipo. Si usted gana una elección (no es fácil ganarla, pero
es una posibilidad) tiene que comenzar a gobernar a los dos meses. Y en esos
dos meses no puede hacerse lo que no se ha hecho anteriormente. Por eso
nosotros, ahora, el próximo 24 de noviembre vamos a realizar un acto en Costa
Salguero donde se van a integrar todos aquellos que hemos reunido en las
regiones que hemos transitado. Hemos estado en todos lados; hemos hablado con
los productores, los trabajadores, con las fábricas recuperadas, con las
economías regionales en general y hemos visto que hay un común denominador de
Argentina que necesita salir adelante y que es el tema de la competitividad.
También hemos visto, a nivel social, que hay muchos deberes que no se cumplen
con la población.
—¿Por ejemplo?
—La jubilación. Usted sabe que tenemos jubilaciones de las que podría decirse
que son “una ayudita.”Mire, ¡el jubilado no cree que se pueda comer con seis
pesos por día. Vamos a presentar un plan estratégico de largo alcance que está
sintetizado en veinte ideas para veinte años. Debe haber una política de Estado
que nos organice de manera tal de ir reconstruyendo desde las bases los valores
de nuestro país. Son valores riquísimos y creo que allí está el nuevo plan de
gobierno en el que, seguramente, continuaremos trabajando el año que viene.
—¿Y las alianzas,
Binner?
—Y las alianzas también van de la mano. Nosotros hoy, tenemos el Frente Amplio
Progresista (FAP). Pero sabemos que con el Frente solo no alcanza y que hay que
construir otra mayoría. Y estamos en ese camino.
—Pero en las alianzas
tiene que haber una base de entendimiento común. No sé si esto es factible.
—Es necesario. Tiene que haber un programa común. Usted no puede tener un
ministro que tenga un criterio sobre educación vinculado a la sociedad y un
ministro de Salud que opine lo contrario. Debe haber una política común;
señalar el punto en el que estamos, lo que tenemos y cómo construimos aquellos
aspectos que hoy estamos esperando que se desarrollen.
—¿Se acuerda cuando se
hablaba de la soja como del “yuyo”? Qué bien nos ha venido “el yuyo” ¿no? Por
ejemplo, frente al enorme gasto del Estado.
—Bueno, esto es parte de la situación económica y social que estamos viviendo.
Por supuesto nosotros no la compartimos. Creemos que el problema principal está
vinculado a la inflación. Aquí se consideró, en alguna oportunidad, que la
inflación era parte del modelo, como si fuera una virtud. No debemos olvidar
que el país, en democracia, ha vivido situaciones extremas. No se trataba de
gobiernos dictatoriales y salir de esa situación significó mucho esfuerzo,
pérdidas y trabajo para, luego, poder reconstruir una economía y una sociedad.
La inflación es el impuesto más injusto que existe. Por un lado se impone sobre
los ingresos fijos (los que menos tienen son los que más sufren) y, por otro,
le quita competitividad a las empresas al marcar el valor del dólar. Con lo
cual ésta es una situación a dos puntas que muestra su deterioro. Hoy Argentina
conserva dos flotadores que le permiten avanzar o por lo menos mantenerse: la
soja y el comercio con Brasil. Si Brasil no devalúa, Argentina tiene oxígeno
como para seguir respirando. Pero si lo hace, nos vamos a encontrar con una
seria preocupación. Lo mismo con la soja: mientras siga manteniendo el valor
que tiene hay que revertir esa riqueza en más energía eléctrica; más rutas; más
caminos y más bienestar.
—Volviendo al presente:
¿usted anoche no integraba la Marcha del 8N, pero estuvo en la calle hablando
con la gente, no es cierto?
— Sí, en Diagonal Norte y Esmeralda. Era impresionante observar la marea humana
que venía desde el Obelisco rumbo a la Plaza de Mayo y creo que es importante
que escuchemos a la gente. Hay muchas demandas concretas. Diría que la más
sensible es la de la inseguridad por la que la gente manifestaba con mucha
fuerza, pero también hay otra que está relacionada con los valores: no robar.
Creo que esto es lo que la población le está exigiendo a sus gobernantes. Por
eso me parece que es muy importante, tanto para el oficialismo como para la
oposición (aún cuando las responsabilidades sean diferentes) abordar este tema.
—Algo para destacar: la
gran cantidad de banderas argentinas y su presencia constante en la Marcha
aunque (como suele ocurrir) también aparecían carteles con menciones
agraviantes sin el respeto que siempre merece en democracia la investidura presidencial.
También un lamentable episodio hacia un periodista de C5N a quien un tal
González Ayuso agredió cobardemente por la espalda. Pero, en líneas generales,
usted concuerda en que fue una manifestación con mucho espíritu patriótico y un
gran entusiasmo ¿no?
—Siempre hay algún inadaptado, pero la gente, en efecto, es muy respetuosa de
los valores esenciales y de la figura presidencial. Anoche hubo reclamos de
valores y también reclamos concretos.
En cuanto a valores: el respeto a la Constitución; el respeto a las leyes; la
identificación con los problemas básicos de la gente. Luego, como le decía,
aparecen las demandas concretas: los jubilados con el 82%. Pero lo que
dominaba, insisto, era la demanda por la falta de seguridad.
—También un reclamo muy
fuerte de no reformar la Constitución Nacional…
—Sí, esto aparecía en numerosas pancartas: “Respetar la Constitución”;
“respetar el Federalismo”; “Respetar los derechos sociales incluidos en el
artículo 14 bis”… En fin, todos estos reclamos estuvieron anoche muy presentes.
También en la ciudad de Santa Fe hubo una concentración muy grande en la plaza
frente a la Gobernación y, en Rosario, frente al Monumento a la Bandera la
manifestación fue muy importante.
—Uno de los argumentos
que usa el Gobierno para desacreditar este tipo de protestas es que la gente
que participa de estas manifestaciones no tiene ningún referente claro de la
oposición…Mejor dicho, un líder.
—Bueno, sí. Creo que esta es una deuda que tiene la oposición. Hay que
reconocer que el Gobierno tiene un gran porcentaje de responsabilidad en esto y
debe dar respuestas inmediatas. Pero a la vez es útil y necesario que la
oposición vaya conformando una propuesta que tienda a superar estos elementos
que son de alta preocupación para la población. Creo que estamos en un tiempo
de cambio: hay un Gobierno que va a cumplir con su mandato: doce años de
gestión; que ha demostrado sus fortalezas y sus debilidades. Pero tambien la
democracia es renovación; es pensar en nuevas alternativas y en que hay otras respuestas
para problemas no resueltos y allí nos encontramos, también, con una gran
responsabilidad como es formular una propuesta donde se simplifique la oferta
política pero, además, se profundice en cuanto a la respuesta concreta que hoy
está reclamando la población.
© Escrito por Magdalena Ruiz Guiñazú y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires el domingo 11 de Noviembre de 2012.