viernes, 30 de noviembre de 2012

Moyano ecléctico a años luz de Lula... De Alguna Manera...


Años luz de Lula…


Moyano Ecléctico. A favor de Rodríguez Saá en 2003, con Kirchner, con Cristina, apoyando la campaña de Boudou, contra Clarín y, hace poco, con Macri.

Que Moyano encabece la revuelta sindical contra el modelo económico después de haber sido uno de sus principales promotores debería darle más asco a Fito Páez que los votantes de Macri. Moyano fue quien dijo que “un poco de inflación viene bien” cuando ya había alcanzado el 20%. Al año siguiente, en 2010, el entonces ministro de Economía, Amado Boudou, dijo que “la inflación no afectaba a los pobres”. Y en 2011 Moyano fue el principal apoyo político de la frustrada candidatura de Boudou a jefe de Gobierno de la Ciudad.

La misma inversión de roles sucedió entre Moyano y Clarín. Para Moyano, Clarín era la encarnación de todos los males y ahora se ha convertido en invitado permanente de los programas de TN. También Barrionuevo como luchador republicano en los programas de TN resulta poco creíble.

Otro ejemplo de la misma volatilidad que nos dejó el 8 de noviembre fue Eduardo Buzzi abrazando a Moyano el día del paro, en la mesa chica de la CGT. Moyano no sólo no apoyó a los ruralistas durante el conflicto de la 125 sino que hasta recurrió a sus camioneros para romper los piquetes de Alfredo de Angeli y la Federación Agraria en las rutas.

Las contradicciones no son sólo del lado del sindicalismo opositor. Del lado oficialista, Lescano y Cavalieri junto al kirchnerismo demuestran que el poder tiene una sola matriz y no pocas veces un único fin: su propia reproducción y supervivencia.

Este es el gran problema argentino: todos son oportunistas, todos eran neoliberales a mediados de los 90 (los Kirchner incluidos), todos fueron keynesianos en la década pasada (incluyendo a Macri), y nadie es nada. Menem aliado al kirchnerismo en el Senado es la parábola perfecta. En las elecciones presidenciales de 2003, Moyano apoyó la candidatura de Rodríguez Saá, luego aliado de Menem, en contra de Néstor Kirchner.

La verdaderas diferencias enriquecen. No hay una única perspectiva de la vida correcta ni un solo método que aplicado lleve siempre a un país a su progreso. Normalmente, las naciones oscilan entre gobiernos de centroizquierda y de centroderecha porque, según los momentos, la receta de uno es la más adecuada para determinada problemática, y en otro contexto es mejor la receta del otro. Pero en la Argentina no hay hoy centroderecha, la que podrá emerger hasta ser mayoritaria si fracasa el kirchnerismo. Y tampoco hay centroizquierda verdadera porque quienes se adjudican ese espacio han recorrido, en el pasado, caminos zigzagueantes.

El problema argentino es la mentira y su expresión más leve, el disimulo. Mentira que no sólo es atribuible al Gobierno. Moyano la practica en dosis no menores de igual forma que padece de la misma soberbia que acusa a la Presidenta.

La inflación es una transferencia de renta de un sector a otro. Siempre del que tiene menos poder al que tiene más. Al principio, la inflación benefició a muchos trabajadores que eran defendidos por sindicatos fuertes como el de Camioneros, que obtenían aumentos superiores a la inflación, y al propio Gobierno, que también se endulzó con ella. Con el tiempo, los agentes económicos perjudicados fueron muriendo o aprendieron a defenderse (consumido el capital enterrado, no invirtieron). Y los beneficiados comenzaron a dejar de beneficiarse y en muchos casos a perder.

¿Cuál es el plan económico alternativo que propone Moyano? ¿Más inflación o un plan antiinflacionario? En el corto plazo ninguno de los caminos aumentará el salario real de los trabajadores. El segundo lo podrá aumentar en un futuro, pero ni Moyano ni el Gobierno están dispuestos a asumir su error con la inflación.

© Escrito por Jorge Fontevecchia y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 24 de Noviembre de 2012.




jueves, 29 de noviembre de 2012

Deborah Prat... Q.E.P.D. ... De Alguna Manera...


Murió Deborah Prat, estrella del porno argentino…

 Deborah Prat.

Se desconocen las razones del fallecimiento. La actriz participó en numerosas películas XXX y era un ícono de la industria local. Sus colegas la recuerdan en las redes sociales.

Deborah Prat, una de las actrices porno más conocidas del país, falleció en las últimas horas. Aún se desconocen las causas del fallecimiento de Marina Nardini, su nombre verdadero, que tenía 30 años.

Según publica La Voz del Interior, la noticia fue confirmada por sus amigas y compañeras del rubro, Marina Trebol, Milena Hot y Natacha Jaitt. "Quiero hacer un anunció doloroso y terrible. Acaba de fallecer mi amiga la Sra Mariana Nardini, más conocida como Debora Pratt", publicó Trebol en su cuenta de Twitter.

Prat tenía un hijo llamado Rocco, en honor al célebre actor porno italiano Rocco Siffredi y según Trebol falleció a "por una convulsión", aunque no hay más datos al respecto.

La actriz participó en muchas películas XXX, como la recordada Natacha y Nino hacen una porno, protagonizada por Nino Dolce y Natacha Jaitt, quien también la recordó en su perfil de la red social. "Mariana Nardini=Deborah Pratt QPD y por favor, respeto #XXXArgentina", tuiteó Jaitt.

Según publica Taringa!, el histórico director del mundo porno, Víctor Mayland, también envió un mensaje a través de Facebook después de conocerse la noticia: "Con solo conocerte bastaba para sonreír y desearte, fuiste imagen de nuestra vapuleada industria y lo manejaste muy bien. Formaste una familia hermosa. Voy a recordarte así amiga, cuando te retaba de onda por una toma malentendida o cuando disfrutamos tu sensualidad de ángel. El cielo se regocija una estrella totalmente libre y sexual va hacia ellos... Buen viaje Deborah".

Sus restos serán velados en la avenida Warnes al 2.100, de la Capital Federal.

© Publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el miércoles 28 de Noviembre de 2012.




 














Los videos que a continuación se publican son de carácter altamente pornográfico y hacen a la responsabilidad individual de que quienes seleccionen verlos


Prohíbido para personas Menores de 18 años.


 Prohíbido para personas Menores de 18 años.


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Las transformaciones del kirchnerismo... De Alguna Manera...


Las transformaciones del kirchnerismo...

 José Pedraza, Critina Fernández de Kirchner y Hugogo Moyano.

La historia del kirchnerismo se resume en un start up y tres etapas bien diferenciadas. Acontecimientos puntuales ayudan a identificarlas; las movilizaciones de septiembre y noviembre y el paro general del martes 20 marcan el inicio de la tercera etapa.

Néstor Kirchner alcanzó la presidencia de la Argentina en 2003 con un fuerte componente de votos de clase media. Se entiende, teniendo en cuenta que el voto potencial a Kirchner, hasta diciembre de 2002 –antes de ser consagrado candidato oficialista por el presidente Duhalde– no alcanzaba al diez por ciento del electorado y era predominantemente de clase media. El aporte de Duhalde a Kirchner significó duplicar su caudal electoral en la elección de la primera vuelta de abril de 2003; el voto de los de abajo había ido masivamente a Menem y a Rodríguez Sáa. En otras palabras, el PJ –al que Duhalde había desarticulado suprimiendo las primarias– no alcanzó para darle a Kirchner el triunfo en primera vuelta y ni siquiera para asegurarle el voto “popular”.

El proyecto político de Kirchner al lanzarse a la competencia electoral en 2002 era armar una base política paralela a la del PJ. En su primera etapa en el gobierno, Kirchner no imaginaba que le sería fácil recuperar los votos de abajo. De hecho, sus primeras medidas en el gobierno no consistieron en establecer instrumentos como la Asignación Universal –para los más pobres–, que de hecho fue una iniciativa de la Coalición Cívica, sino en asegurar la estabilidad laboral y los subsidios a los consumos esenciales –para la clase media–. A mucha gente, y no sólo al Gobierno, le costaba entender que el PJ duhaldista, sin el poder del Gobierno, se debilitaba rápidamente, y que los votos de la pobreza, que la estructura del PJ podía aspirar a controlar, fluían fácilmente a la fuerza política en el Gobierno. En 2005, el triunfo en Santiago del Estero del candidato radical Zamora, con el apoyo de Kirchner, y la derrota en Misiones, contra Kirchner, contribuyeron a esa confusión. Santiago consagró la noción de la “transversalidad” como estrategia, a Misiones le debemos la estabilización de la Corte Suprema, ambas iniciativas concebidas sobre la idea del protagonismo electoral de la clase media en el kirchnerismo.

La elección de 2007 y los primeros años del gobierno de Cristina acabaron con esas ideas; sólo con ellas, Cristina no ganaba. Desde entonces, el kirchnerismo necesitó de los votos de abajo como su principal sustento electoral, eliminó todo vestigio de un PJ independiente del Gobierno nacional, sometió presupuestariamente a los gobernadores y a todos los intendentes que pudo; además, logró encolumnar a casi todo el sindicalismo detrás de su gobierno (viejos “gordos”, nuevos “gordos”, CTA, todos mezclados) y maniobró como pudo para neutralizar posibles inquietudes en las Fuerzas Armadas. Así empezó la segunda etapa.

En 2008 la clase media se movilizó detrás del agro, y quedó marcada la divisoria de aguas: la calle ya no es solamente del “pueblo”, pero los votos seguían fluyendo mayoritariamente a la Presidenta. De vuelta a su perfil histórico tradicional, el peronismo volvía a sentirse cómodo en las urnas: amplio predominio en el voto de abajo, mayoritario en el voto obrero, y respaldado por una parte no despreciable de la clase media.

Entonces algo sucedió y ese castillo que parecía bien construido comenzó a desmoronarse. La clase media está muy enojada, afectada por casi todas las políticas públicas que están siendo ejecutadas por el Gobierno. El sindicalismo está dividido. Los militares –menos relevantes en estas circunstancias del país– están resentidos. Y los de “abajo”, aunque no protestan con las clases medias en la calle y no participan de los paros gremiales porque no tienen gremios, le van retaceando gradualmente su respaldo al Gobierno. Así las cosas, los números ya no cierran.

Perdida la calle, y anticipando una sangría electoral, el kirchnerismo se refugia en la corte palaciega, en la militancia burocratizada y tecnocrática, en las diversas capas del poder y en un inocuo manejo de la comunicación mediática; pero ha perdido muchos de sus nexos con la sociedad.

Le queda el respaldo de la clase baja, de la Argentina de la pobreza. Si ese respaldo se va erosionando, por ahora muy tenuemente, es porque los años de crecimiento económico han hecho lo suyo: crecientes expectativas de mayor movilidad en los jóvenes nacidos en la pobreza, demandas crecientemente insatisfechas.

Votos de clase baja, votos obreros, bastantes votos de clase media, organizaciones empresariales, sindicales y militares respaldando: la matriz original del peronismo rediviva y en buena salud. Eso fue el kirchnerismo en su segunda etapa. Duró poco. Hay lecciones de la historia que pueden ser útiles en el presente. Cuando el peronismo se respalda en esa coalición “corporativista” la sociedad, a la larga, tiende a votarle en contra. Es un hecho: la opinión pública, hoy, no ama a los empresarios ni a los militares, y menos aún a los sindicalistas. Pero cuando un gobierno peronista se sustenta en bases distintas, y pierde el encanto ante la sociedad, los ingredientes de ese cóctel corporativista dejan de molestar a buena parte de la clase media; aun más, separadamente pueden llegar a ser aceptados –como sucede hoy con el sindicalismo– y eventualmente hasta perdonados; pero difícilmente amados.

La tercera etapa de la parábola kirchnerista es un poder crecientemente aislado de una sociedad que busca otros canales para hacerse representar.

© Escrito por Manuel Mora y Araujo, Sociólogo. Profesor de la Universidad Torcuato Di Tella y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 24 de Noviembre de 2012.