domingo, 8 de enero de 2017

Globo bonito… @dealgunamanera...

Globo bonito…


Se cumplen 15 años de la histórica encuesta de Olé: 250 mil lectores eligieron en ese momento al Sexto Grande y Huracán aplastó a sus rivales con 79.184 votos. Repasá aquella historia...

© Publicado el viernes 06/01/2017 por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Corría el año 2001 y Avellaneda se vestía de celeste y blanco para gritar campeón en medio de un país que atravesaba una de las crisis económicas más duras de su historia. Por su parte, River se quedaba con las ganas de festejar tras haber terminado el torneo en segundo lugar, sólo un punto por debajo de La Academia. Boca, San Lorenzo e Independiente miraban la copa aún más desde abajo, en ese orden. Mientras tanto, dentro del mundo futbolero de la Argentina, estaba latente un debate que parecía eterno:

¿Quién era realmente aquel equipo que merecía estar subido al lote de los más reconocidos?

¿Quién era el verdadero Sexto Grande?

Periódicamente, hinchas de todos los rincones del país mandaban sus cartas a la redacción de Olé, argumentando por qué creían que su equipo debía llevar el mote de Sexto Grande. Por eso, a raíz de dicha discusión que parecía no tener fin, el diario decidió abrir juego a una de las encuestas más significativas de la historia de nuestro fútbol: en cada edición del periódico, los lectores iban a encontrar un cupón que les daba la posibilidad de poder dar su voto por el club que creían merecedor de dicho nombramiento y, como premio, el ganador tendría su suplemento semanal al igual que los otros cinco.


La propuesta fue multitudinaria y los cupones no paraban de llegar. Fueron muchos los escudos que sumaron  seguidores, pero hubo uno que arrasó con todo: el Club Atlético Huracán. Desde el comienzo, el Globo no tuvo competencia. Después de varios años de pálidas y desencantos, los de Parque Patricios se encontraron con esta oportunidad para revalidar su condición de grandes y así dar cuenta de que la historia no había quedado enterrada bajo el polvo. 

Muchos neutrales dentro de la votación dieron su veredicto y se sumaron a los miles y miles de Quemeros que manifestaron su fidelidad y pisaron fuerte. Demostraron que aquellos títulos de la era amateur y el eterno campeonato del 73 nunca fueron olvidados. Que las 11 estrellas de aquel entonces (hoy son 13) seguían brillando pese al andar irregular del equipo, al igual que esas gigantescas figuras que supieron vestir la camiseta con el aerostático en el pecho.


Finalmente, la encuesta que dio inicio el 23 de octubre de 2001, anunció a su ganador el 6 de enero de 2002, 10 días antes de que la empresa Common Sense diera los cómputos finales (el resultado ya era muy evidente): sobre un total de -lea bien- 250.000 participantes, Huracán aplastó a sus rivales con 79.184 votos. Chacarita quedó en segundo lugar con 47.804, Vélez completó el podio con 29.838, y Rosario Central quedó en la puerta con 20.447 cupones a favor. Además, en la votación entre 120 periodistas y fotógrafos de Olé, el Globo también fue el ganador con el 25% de los votos


El Palacio Tomás A. Ducó (otro patrimonio válido para argumentar el resultado de la votación), vibró al ritmo de las gargantas que cantaban: "Si vos sos grande, yo te quiero ver, en el suplemento, que saca el Olé". Todos pusieron su voz y su voto. Un país entero se prendió a la movida de Olé para acabar con una discusión que parecía eterna. Hace exactamente 15 años, la tapa de este diario se teñía de rojo y blanco y volaba en Globo bajo el título: "Huracán, el Sexto Grande".  



Huracán el "Sexto grande". Para mí... Grande se nace... @dealgunamanera...

Reivindicación de las esencia… 


Para los hinchas quemeros fue el reencontrarse con sí mismos allá por el final de 2001 con el lanzamiento y el futuro desenlace exitoso de la encuesta Olé del "Sexto grande".

© Escrito por Ricardo Sapia el viernes 06/01/2017 y publicado por el Diario Deportivo Olé de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

A Huracán le vino muy bien la compulsa para sacarle lustre a esa chapa que los malos años y los primeros dos descensos habían manchado. Se dio el despertar necesario y se puso de manifiesto el orgullo que se siente por los colores de Parque Patricios.

El lugar estaba. Las conquistas también. Pero el crecimiento de otros intentó desbancarnos de ese sitio de privilegio. Imposible.

Democráticamente se nos dio la posibilidad de poner luz y así lo hicimos y lo hicieron aquellos que, sin ser del Globo, reconocieron los pergaminos, la historia y el andar por la máxima categoría por más de 70 años ininterrumpidos con un estilo particular y propio.

Nos movieron el alma y respondimos. Como tantas otras veces, nos llamaron a defender a nuestro Huracán y no hubo quien nos parara. Pasión. Locura. 

Creencia. Cualquier sentimiento fue válido para ponernos al frente de la movida y no claudicar hasta lograr la victoria electoral. Así fue.

Quedará el mote de "Sexto grande". Para mí... Grande se nace.



Fin de la luna de miel… @dealgunamanera...

Fin de la luna de miel…

Brotes verdes… Y espinosos… Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

El oficialismo no termina de dar respuestas a los cargados interrogantes de 2017. Votos y economía.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 08/01/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Con el nuevo año, la luna de miel –ese período de gracia que se les otorga a todos los gobiernos en sus inicios– tocó abruptamente su fin.

Ya superado diciembre, 2017 ha llegado cargado de interrogantes para un oficialismo que debe dar respuestas. Lo de diciembre no ha sido un detalle. En verdad fue una prueba de fuego que obligó al Gobierno a recurrir a la billetera para neutralizar los potenciales focos de conflictos que amenazaron alterar la paz social.

Recuperado del error que cometió con el proyecto de modificación del mínimo no imponible sobre los salarios que pretendió imponer, la concentración de expectativas más el año electoral obligó al oficialismo a modificar formas y dar algunos volantazos. Sobre estas cosas reflexionó el Presidente durante sus días de vacaciones en Villa La Angostura. Si bien la mayoría de los economistas en sus cálculos vaticinan un año mejor, todos coinciden en que ese crecimiento no superará el 3% o el 4%, y eso no producirá efectos significativos que sean perceptibles para la gente.

Desde la oposición vuelven a objetar el rumbo y lanzan una mirada crítica sobre los brotes verdes sectoriales: “No es casualidad que el auto más vendido del año haya sido la Toyota Hilux, un vehículo caro elegido por la gente del campo. Si hubiera algo de dinero circulante y bienestar en el resto de la población, la lógica indica que los modelos más económicos al alcance de la clase media deberían haber estado por encima de una camioneta que supera largamente los $ 500 mil. Así fue siempre, 2016 fue la excepción”, reflexiona un legislador opositor de buen vínculo con el Gobierno.

La necesidad tiene cara de hereje, reza el refrán. La urgencia en la visibilidad de obras, inversiones y reactivación ha echado por tierra las críticas a una vieja forma de hacer política. “Voy a gobernar menos para cortar cinta y más para cambiar los problemas de fondo”, había dicho en octubre María Eugenia Vidal. Otros funcionarios destacaron el cambio, cuando todavía el reloj no apremiaba.

Ahora es otra historia. 


El Gobierno trabaja en un shock de obras públicas para el primer trimestre (infraestructura, vivienda, cloacas). Es hora de hacer visible, o mejor dicho, de comenzar con lo postergado por las urgencias de la herencia. 

Paradójicamente, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, le dijo al diario La Nación que “habrá una inauguración por día” para un crecimiento del 50% en las obras de los rubros antes mencionados. Bienvenido sea, aunque algunos se lamentan de la necesidad de hacer política al estilo de la vieja escuela.


Las urgencias del año electoral no dan tregua. Hay, sí, un desafío: que esa obra pública sea hecha sin sobreprecios y con parámetros de calidad óptimos. La obra pública es un motor clave en la reactivación de la economía, y el año pasado estuvo prácticamente paralizada. La revisión de muchos de sus contratos y el abultado déficit fiscal fueron las causas de ese aletargamiento.


A lo político y económico, el Gobierno suma problemas con la seguridad.

Desafíos. Entre tanto, tres son los frentes que, en el corto y el mediano plazo, le esperan al flamante ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne: reducir el déficit fiscal (aun aumentando el gasto público en infraestructura), el enfrentamiento con la CGT y los gremios a causa de su proyecto de reducción del costo laboral con el objetivo de combatir el trabajo en negro (meta loable, ya que la informalidad alcanza al 35% de la población económicamente activa), y la pelea con las provincias  la decisión de otorgarle a Buenos Aires un fondo compensatorio de $ 25 mil millones..

Como era de esperar, la mayoría de los gobernadores están que trinan. Un operador político del norte se encargó de marcar al menos dos errores políticos: “Por un lado, la clara intención electoralista, muy difícil de disimular; por el otro, el mal timing elegido –algo que curiosamente no deja de repetirse– ya que en breve comienza la discusión política con todos los mandatarios provinciales por la reforma fiscal. Le van a pasar factura”, aseguró.

En la CGT no quieren oír hablar de recortes en sus derechos adquiridos: “Siempre primero les recortan a los trabajadores. En lugar de meterse con el costo laboral, por qué no se concentran en reactivar la economía y cumplir con la promesa de despidos cero. ¿Sabe por qué? Porque el que no genera crecimiento termina raspando la olla para encontrar beneficios donde no hay”, se quejó un allegado al triunvirato.

Son todos frentes de batalla complejos para un gobierno que claramente tiene un poder acotado.

A toda esta conjunción de temas económicos hay que agregar uno en el que el Gobierno tampoco ha reaccionado bien: la inseguridad. Los hechos ocurridos en estas últimas tres semanas, con alto protagonismo de motochorros y de menores, han devuelto al primer plano de la atención de la dirigencia política un asunto espinoso, difícil y sobre el que todos parecen naufragar. El proyecto de modificación del Código Penal para reducir la edad de imputabilidad a 14 años no es más que la reedición de cosas ya vistas. 

Desde el caso Blumberg hasta aquí, todo va por el mismo camino: creer que todo se resuelve con el Código Penal. Y no es que no haya necesidad de analizar qué hacer con los menores que delinquen de manera brutal y letal. El problema es que cuando se llega a ese punto es siempre tarde.


La dirigencia política argentina aún le debe a la sociedad una política de Estado para enfrentar este flagelo que tiene a la exclusión social como su causa principal. Algo anda mal cuando se ve a un menor cuya vida transcurre en el submundo del delito. Algo anda mal para que, en vez de estar en la escuela y contenido por su familia, ese adolescente fatigue una marginalidad en la que la droga y el delito son la norma. Algo anda mal para que un chico de 14, 15 o 16 años sienta que en su vida el robo y la muerte sean cosas de todos los días. En ese universo no existen valores y los códigos son los de la mafia.


El que tiene un arma se siente todopoderoso. Algo –mucho– es lo que hay que hacer con ellos. Recuperarlos es una tarea que ni la mayoría de las cárceles argentinas ni los institutos de menores están en condiciones de lograr. “Aquello no era una cárcel, era una universidad del delito. Entré con un bachillerato en marihuana y salí con un doctorado en cocaína” (Johnny Depp).

Producción periodística: Santiago Serra






Ricardo Piglia (1941 – 2017)… @dealgunamanera...

Ricardo Piglia (1941 – 2017)…


Tenía 75 años. Fue una de las grandes plumas de la literatura argentina. Plata quemada fue una de sus obras más conocidas.

© Publicado el viernes 06/01/2017 por el Diario Los Andes de la Ciudad de Mendoza.

Murió hoy el escritor Ricardo Piglia. Sus obras más reconocidas fueron Respiración artificial (1980), Plata quemada (1997) y Blanco nocturno (2010).

Nombre clave para comprender la literatura argentina contemporánea, Piglia (Adrogué, 1941) falleció hoy a causa de las complicaciones derivadas de la esclerosis lateral amiotrófica que sufría desde hace dos años.

Su muerte enluta al mundo de las letras a poco de haber sido publicada la segunda parte de esa obra total que conforman "Los Diarios de Emilio Renzi"; alter ego que atravesó con mayor o menor asiduidad su trabajo y que comenzó a delinear hace 57 años como por obra del azar, cuando tomó un cuaderno y en medio de una mudanza que lo obligaba a abandonar con sus padres su ciudad natal de Adrogué, anotó las primeras observaciones sobre su propia vida.

Esos diarios, tarea titánica que implicó un inmenso trabajo de relectura y edición que lo mantuvo ocupado hasta el fin de sus días, son el legado más cercano que deja Piglia a sus lectores: el presente constante de un narrador en estado puro, siempre interviniéndose a sí mismo. Caracterizada por los cambios de registros y estilos, la escritura profana de Piglia funcionó como radiografía de época y, mejor que nadie, encarnó ese borramiento de bordes con textos que destilaban pura literatura más allá del género en el que pudieran encuadrarse y de la insistencia con que los cruzara.

De esta manera, su huella trasciende la novela para alcanzar el cine -como guionista y a partir de su propia obra en el caso de la taquillera "Plata quemada"; pasa por la pantalla chica, donde ofreció una gimnasia similar a la del claustro y el ensayista, con programas como "Borges por Piglia"; y se inmisculle hasta en la ópera, para la que adaptó "La ciudad ausente".


Esa versatilidad no fue su única constante, la otra acción irrenunciable de este escritor fueron sus diarios: páginas y páginas escritas pacientemente, en forma aleatoria, repetitivamente durante más de 50 años; las mismas que concibieron a Emilio Renzi, personaje, alter ego y seudónimo de quien reconoció en esta reiteración "la novela de una vida".

"Para mí es una novela aunque el material sea verdadero y personal", dijo sobre los diarios que comenzó a garabatear a los 16 años mientras dejaba Adrogué para migrar a Mar del Plata; que lo acompañaron en sus primeros días de escritor en Buenos Aires; y luego en los Estados Unidos, adonde impartió clases durante 15 años en universidades como Harvard y Princeton; hasta el reconocimiento a su regreso, en 2001, al país.

Ricardo Emilio Piglia Renzi nació el 24 de noviembre de 1941; este crítico y teórico que supo surfear la "desliteraturización" de la novelí¡stica actual, se formó en Historia de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP); trabajó 10 años en distintas editoriales durante su estancia en Buenos Aires; y dirigió la emblemática Serie Negra que difundió autores como Dashiell Hammett y Raymond Chandler. En 1967 recibió una mención especial del VII Concurso Casa de las Américas de Cuba que derivó en "Jaulario", su primer libro de cuentos; en 1977 llevaba publicados "La invasión" y "Nombre falso", pero pasaron tres años más hasta su reconocimiento internacional, en 1980, con Renzi protagonizando su primera novela, "Respiración artificial".


De 1986 es "Crítica y ficción", libro que reúne ensayos de sus obsesiones: "La lectura de la ficción", "Sobre Roberto Arlt", "Narrar en el cine", "Una trama de relatos", "Sobre Cortázar", "El laboratorio de la escritura" y "Sobre el género policial". Su siguiente novela demoró seis años.

Era "La ciudad ausente", que en 1992 mostraba cuentos generados por una máquina inventada para sustituir a una amante muerta; subtextos similares entrecruzó en "Blanco Nocturno", la novela donde él mismo resumió: "Renzi tiene una pequeña crisis, se encierra en una casa de Adrogué y se produce una historia con una mina que vive enfrente".

A mediados de los 90 comenzó a guionar filmes como "Corazón iluminado" (1996), de Héctor Babenco; o "La sonámbula, recuerdos del futuro" (1988), de Fernando Spiner; mientras que "La ciudad ausente" fue transformada en ópera junto al músico Gerardo Gandini y estrenada en el Teatro Colón tres años más tarde.

De esa época, 1997, es el pequeño escándalo del Premio Planeta en torno a "Plata Quemada", en el que uno de los finalistas, Gustavo Nielsen, denunció "predeterminación en favor de la obra de Piglia". Con el nuevo milenio su reconocimiento se acrecentó, la cuestionada novela llegó al cine con un premio Goya; el mismo año guionó "El astillero", de David Lipszyc, sobre la novela homónima de Juan Carlos Onetti; y de 1999 es el ensayo "Formas breves".

Los premios arreciaron y llegó el Iberoamericano de Letras José Donoso, en coincidencia con el lanzamiento en 2005 de dos ensayos ineludibles, el "Diccionario de la novela de Macedonio Fernández" y "El último lector"; seguido por el premio de la Crítica de España en 2010; el Rómulo Gallegos en 2011 y el Iberoamericano de Narrativa Manuel Rojas en 2013, cuando Anagrama lanzó su última novela, "El camino de Ida".

Su incansable trabajo escribiendo y analizando literatura lo llevó al Konex de Brillante en 2014, mientras estaba al frente de la filmación para televisión de "Los siete locos" y "Los lanzallamas", sobre las novelas de Roberto Arlt. Experto en las obras de Jorge Luis Borges y Witold Gombrowicz, en 2015 compartió con esos escritores el Premio Formentor de las Letras, el mismo que habían recibido maestros como Samuel Beckett y Saul Bellow, en reconocimiento a una obra "que se desenvuelve armónicamente entre la originalidad, la cultura popular y la tradición más exigente".

Fue Carlota Pedersen, nieta de Marta Eguía -su pareja-, quien recibió el galardón junto a su amigo y editor español Jorge Herralde, responsable de publicar "Los diarios de Emilio Renzi" que restan completarse, luego de la aparición en 2016 de "Los años felices", con el tercer volumen titulado "Un día en la vida", que aparecerá este año.

"Nunca he podido estar en el lugar indicado o en el momento justo. O no llego, como en este caso", escribió en la carta de agradecimiento. Es la literatura, esa "forma privada de la utopía" siempre "un poco incómoda" que había definido en "Prisión perpetua", la que definirá ahora, sin su mirada atenta pero con su legado a cuestas, hacia qué nuevas formas y lecturas se encamina su obra.





Ver para creer: Kirchner lo hizo… @dealgunamanera...

Ver para creer: Kirchner lo hizo…


La crisis de 2001 llevó a la gente a descreer de todos. Pero en su necesidad de creer en algo, Néstor Kirchner le armó un paquete convincente.

© Escrito por Luis Alberto Romero, Historiador, el sábado 07/01/2017 y publicado en el Diario Los Andes de la Ciudad de Mendoza.

Como en el caso del apóstol Tomás, que necesitó palpar las heridas de Jesús resucitado, tanto el común de los argentinos como la Justicia necesitaron ver los fajos de dólares para asumir la magnitud y centralidad que tuvo el saqueo del Estado en el régimen kirchnerista.

Durante los últimos años fuimos muchos quienes, uniendo indicios, imaginamos que detrás de la punta del iceberg había un sistema de corrupción organizado por el presidente y sus allegados. Para subrayar su carácter sistémico, propusimos llamarlo “cleptocracia”.

Desde el caso Boudou, los indicios se acumularon de manera exponencial. Pero faltaba ver los billetes; y eso ocurrió con los dólares de la Rosadita, la caja de seguridad de Florencia o las valijas de José López: las imágenes transformaron las inferencias en verdad contundente, salvo para quienes, siguiendo el Credo ut intelligam de San Agustín -creo para entender- continúan dando prioridad a la fe por sobre la experiencia y la razón.

A esto se acaba de agregar un nuevo elemento: el juez Ercolini reunió distintas investigaciones parciales y procesó a Cristina, De Vido, Báez y otros por constituir una asociación ilícita en relación con la obra pública. Agregó un elemento importante: esta asociación ilícita se constituyó un poco antes de que asumiera el poder Néstor Kirchner, su organizador.

Se trata de una verdad judicial inicial suficiente para iniciar un proceso, pero nos sirve para entender la historia del kirchnerismo. Es fácil advertir que el modus operandi se practicó sistemáticamente en Santa Cruz, donde De Vido integraba el equipo de gobierno de la provincia y Báez colaboraba desde el Banco de Santa Cruz y como asesor de la constructora Gotti. Pocos días antes de la transmisión del mando, Báez fundó Austral Construcciones, centro de sus operaciones, que fueron las de Kirchner.

¿Cuándo concibió Néstor Kirchner el proyecto de extender el “modelo Santa Cruz” a todo el país? ¿Habrá sido durante las reuniones del Grupo Calafate, que tuvo distinguidos integrantes, cuyo nombre convendría recordar? Muchos de los apóstoles se apartaron del kirchnerismo, pero no reniegan de sus orígenes, y cargan las culpas sobre Cristina, lo que es históricamente injusto. Lo cierto es que fue una decisión de una audacia enorme, tomada en momentos en que la ciudadanía estaba convencida de que Kirchner era apenas el “Chirolita” de Duhalde.

Por entonces los analistas se preguntaban cómo haría para afirmarse en el gobierno un provinciano que nunca había salido del país, con pocos amigos en el peronismo e ignorante de los usos y costumbres de la Capital. Se conocían sus antecedentes santacruceños, incluyendo su despiadado autoritarismo, pero costaba imaginar que ese sistema, adecuado para una provincia con una sociedad civil escuálida, funcionara en la Argentina. Otra vez, hubo que ver para creer.

La obra pública estuvo en el centro de un sistema que fácilmente se extendió a otros campos por los que circulaban los fondos del Estado, como el Transporte. De Vido y Jaime fueron los ejecutores del plan de Kirchner, y Báez y Cirigliano los cómplices, como después lo fue Eskenazi en el caso de YPF, cuando la voracidad cleptocrática avanzó sobre empresas privadas. Fue un núcleo muy reducido; a su alrededor surgieron esquemas menores en los que muchos empresarios fueron partícipes obligados. ¿Cuál fue el monto total del botín?

Solo tenemos sospechas de una cifra que cada mes se incrementa en un dígito.

Estoy convencido de que el sistema kirchnerista se constituyó en torno de este núcleo cleptocrático -gobierno de, para y por la corrupción- y que los otros elementos fueron complementos, piezas funcionales de un proyecto que combinaba la acumulación de dinero y de poder.

En la cabeza de Néstor, ambas cosas eran una sola; así lo recuerda Cristina cuando, a mediados de 1976, le propuso irse a Río Gallegos “para juntar plata y poder hacer política”.

No habría habido ni régimen cleptocrático ni impunidad sin la eliminación de todos los controles institucionales. Kirchner no necesitó a Carl Schmitt para transformar, a la criolla, la democracia en autocracia. El “esquema Kirchner” era sencillo pero requirió de mucha destreza en la ejecución. La cooptación de distintos sectores, así como el enfrentamiento con otros, no fue el fruto de un designio ideológico sino un complemento práctico del aparato cleptocrático. Sus aliados eran desechables, por decirlo de manera elegante, y sus enemigos podían cambiar según las circunstancias. Pero la forma era inmutable.

Lo más notable fue el discurso, el relato. ¿En qué momento este político de provincia, sin experiencia en ese terreno, descubrió sus potencialidades? Creo que fue una construcción admirable, tanto o más meritoria que la máquina cleptocrática. ¡Chapeau!

No creer en nada -esa es mi impresión- lo ayudó en esta tarea artesanal consistente en descubrir las potencialidades de un imaginario político exacerbado y fragmentado por la crisis de 2001. Mucha gente no creía en nada pero quería creer en algo, y lo cierto es que Kirchner les armó un paquete convincente, combinando una pizca de la tradición peronista, mucho de setentismo, otro tanto de “derechos humanos” -básicamente un ánimo vindicativo y retaliativo- y todos los llamados “nuevos derechos”, desde los homosexuales a los “pueblos originarios”.

No es poco el talento necesario para armar este conjunto, aunque sobre el núcleo originario han de haberse sumando los aportes espontáneos de todos quienes tenían alguna acreencia con el pasado. A partir del conflicto con “el campo” -o “la oligarquía terrateniente”- este conjunto se ordenó definitivamente en el esquema clásico del enfrentamiento entre el pueblo y su líder contra “los poderes concentrados”: se hizo comprensivo y gelatinoso y alcanzó su máxima eficacia evangelizadora, una tarea en la que, luego de la muerte de Néstor, Cristina cumplió una función importante.

Nos queda una pregunta: ¿Cómo una sociedad relativamente organizada, culta y con tradiciones políticas pudo “comprar” este paquete?

Queda para otra ocasión desarrollar la idea de Agustín. Aquí me quedo con lo más importante: el núcleo está en la asociación ilícita que Ercolini ha procesado. Y si bien hoy Cristina encabeza la carátula judicial, Kirchner lo hizo.



sábado, 7 de enero de 2017

Mi Noche Triste… Carlos Gardel… @dealgunamanera…

Cien años atrás, Gardel estrenaba el primer tango canción de la historia…

Carlitos. El Morocho del Abasto lo estrenó en el entonces teatro Esmeralda, hoy Maipo, el 3 de enero de 1917. Rápidamente se volvió un éxito. Foto: Cedoc Perfil

Hasta entonces, el tango era un revoltijo de ritmos y voces llegados de todos los rincones, que no terminaban de cristalizar en un todo armónico. Con este éxito nació un género universal.

© Escrito por Rubén Tizziani, Escrito y Periodista, el sábado 07/01/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El 3 de enero de 1917, en el teatro Esmeralda (hoy Maipo) de Buenos Aires, Carlos Gardel estrenó Mi noche triste, una canción con música de Samuel Castriota y letra de Pascual Contursi. Tres minutos bastaron en aquella función para que un músico y un poeta, que no se conocían entre sí, y un cantante nacido Charles Romualdo Gardes en la ciudad francesa de Toulouse, dieran forma definitiva a un género musical que aún recorre el mundo.

Hasta entonces, el tango había sido un género amorfo, inacabado, revoltijo de ritmos y voces llegadas de todos los rincones, que no terminaban de cristalizar en un todo armónico. Como alquimistas que consiguen al fin penetrar los misterios del Opus Nigrun, Castriota y Contursi, cada uno por su lado, tomaron esos materiales híbridos e hicieron con ellos algo que antes no existía: el tango canción. 

En 1916, el pianista Samuel Castriota, que solía actuar en el café El Protegido, del barrio de Boedo, estrenó un tango de su autoría que tituló Lita. Entretanto, el poeta y cantor Pascual Contursi, argentino radicado en Montevideo, se ganaba la vida cantando “a la gorra” en los cabarets. Cuando descubría una composición que le agradaba y no tenía letra, le adosaba textos suyos y la incorporaba a su repertorio. Así hizo con Lita, que bautizó con el primer verso del tango que lo haría inmortal: “Percanta que me amuraste”.

Mi noche triste condensa la totalidad de los elementos que caracterizan el tango: ese aire grave, cadencioso y dramático que todavía lo distingue y una línea argumental que alimentó el género durante más de treinta años: el triste monólogo del hombre que lamenta el abandono de la mujer amada. 

Además, inauguró un “lenguaje tanguero” al introducir voces lunfardas –percanta, amurar, encurdelarse, cotorro, catrera– en un contexto de respetable nivel poético. 

Esa inclusión suma fuerza y expresividad a un sentimiento del mundo que durante décadas irían a compartir varias generaciones de rioplatenses: la invencible nostalgia del paraíso perdido.

El mundo donde nació el tango. ¿En qué contexto histórico, social y económico se produjo la aparición y el desarrollo del tango? 

El período 1880-1914 fue la etapa de mayor crecimiento económico del país. Entre 1880 y 1913, el producto bruto per cápita creció a más del doble, mientras que la población se multiplicó por cuatro como resultado de la inmigración masiva: de menos de 2 millones de habitantes a comienzos de la década de 1870 a más de 8 millones en 1914. En 1869, la Argentina tenía 1.737.000 habitantes, 211 mil de los cuales eran extranjeros (12,2%); en 1914, con un total de 7.900.000 habitantes, los extranjeros sumaban 2.391.171 (30,5%). Ese fenómeno fue más acentuado en la ciudad de Buenos Aires. En 1910, un 58% de los habitantes de la Capital eran extranjeros. 

Con este telón de fondo, el tango dio sus primeros pasos hacia 1880, según la mayoría de los historiadores. Creció en los barrios bajos de la ciudad y los suburbios: en los conventillos de La Boca, los cafetines y postas de carreta, los corrales, pulperías y prostíbulos. En esos tugurios y barracas, tríos de guitarra, flauta y violín interpretaban ritmos primitivos y vulgares, con letrillas casi siempre procaces: Afeitate el 7 que el 8 es fiesta (en lenguaje vulgar, siete es el nombre del ano); ¡Al palo! (significa que el hombre tiene una erección); Date vuelta; Dejalo morir adentro o Dos sin sacarla (dos eyaculaciones consecutivas); Dame la lata alude a las fichas de latón con que se daba turno en los burdeles.

Amores contrariados.

Los parroquianos de esos peringundines, como se llamarían en lunfardo, eran gauchos, orilleros, algunos negros e inmigrantes recién llegados. La mayoría se ocupaba en trabajos rudos y modestos, aunque no faltaban desocupados y vagabundos. Ni las prostitutas. 

Los amores contrariados en los cuales el hombre es siempre víctima de una mujer veleidosa y sin corazón es un asunto que tiene en el tango un peso insoslayable. Mi noche triste –que funda literalmente el género y traza todas las coordenadas dentro de las cuales se moverá de ahí en adelante– trata, precisamente, el tema del abandono. 

Tanto fatalismo impregna las mejores páginas del tango. ¿De dónde sacaron aquellos poetas la idea de que las mujeres –a excepción de las madres– eran engañadoras, desleales, y que el amor estaba, inevitablemente, destinado al fracaso? De la realidad. 

Entre 1880-1930, llegaron 264 hombres por cada 100 mujeres. La única compañía femenina disponible para ese “excedente” masculino eran bailarinas, prostitutas, “alternadoras”, como decía el eufemismo de la época. Era lógico que eso originara sólo vínculos precarios, pasajeros.

Así y todo, en esa fragua se irían amalgamando los elementos que en el escaso lapso de 35 años terminarían por modelar uno de los géneros musicales más difundidos del siglo XX: el tango canción, que tiene un argumento e incorpora un universo temático digno de la tragedia griega y que, más allá de los amores fugaces y del abandono, habla del viaje, el desarraigo, la madre, el barrio, los amigos y la casa natal, el coraje, el paraíso perdido y el olvido. 

Como si Buenos Aires, una ciudad que nació y creció con los ojos puestos en otra orilla, a miles de kilómetros de distancia, hubiera sido desde su creación un territorio destinado a fusionar historias, fantasías, emociones y sueños de millones de mujeres y hombres que el destino unió a orillas del río ancho como el mar.