domingo, 20 de mayo de 2012

San Lorenzo y Caruso Lombardi un sólo corazón... De Alguna Manera...

‘Silenzio stampa’ y señales de humo…


“La burla y el ridículo son, entre todas las injurias, las que menos se perdonan.” Platón (427 aC-347 aC).

Caminaba por Chacabuco rumbo a la redacción y pensaba qué aburrido sería escribir una columna sobre el clásico de hoy entre lo que queda de Racing y la reserva de Boca –un partido parejo, para colmo– cuando al llegar, de la nada, apareció él. Me esperaba.

Suele decirse que del ridículo no se vuelve. Falso. ¡Cómo que no, si ése es, justamente, el gran secreto del rating! Allí estaba. Ricardo Caruso Lombardi, la gran estrella que se perdió el neorrealismo italiano, frente a mí. Agitado, nervioso, como cuando la semana pasada reculaba y le repetía a Fabián García: “¡No me midás, no me midás…!”. Parecía un novato en su primera clase de boxeo. Bamboleo en puntas de pie, giros torpes, el peor jab del mundo, el mentón bien levantado, desafiante. A su lado, una mujer. “La abogada”, pensé. Su rostro me resultaba familiar. La había visto antes, en alguna parte.

—¿Qué hace acá? ¿No prometió hacer silenzio stampa hasta que termine el campeonato?

Caruso no será Marcel Marceau, pero he visto peores mimos en los semáforos. Se hace entender. Me apuntó con su índice, alargó sus brazos, movió los dedos como tecleando algo, juntó las manos haciendo un bollo y lo llevó hacia la parte trasera del pantalón, arqueando la pelvis hacia adelante. No parecía muy amable. Recién entonces intervino la mujer. Se presentó, formal, educada; muy profesional.

—El señor Caruso cumplirá su promesa de no hablar. Por eso estoy aquí. Soy traductora para hipoacúsicos, Asch. Quizá me haya visto en la televisión, en esos cuadraditos, haciendo gestos mientras la gente habla.

—¡Sabía que la conocía de algún lado! Mucho gusto. Por cierto, ¿qué me quiso decir? Sonó feo.

—Emm… A ver. Lo que quiere transmitirle es que lee sus críticas con atención y las archiva, todas. Lo respeta, pero cree que está ensañado con él. Que lo ataca gratuitamente.

“Mmm… ¿En serio dijo eso?”, pregunté, mientras él se golpeaba el pecho, como el gorila de Tarzán. Después, usó las manos como abanicos para ventilar un aroma intenso, o una humareda. Me miró y repitió el gesto que Asad, el Chori Domínguez y tantos otros le dedicaron: el puño cerrado de una mano golpeando sobre la palma de la otra. Y me guiñó un ojo. Eso sí me desconcertó.

—Está dolido por su fama de vendehumo –dijo la traductora–; fue por eso que tuvo que esperarlo acá en la vereda. Seguridad no lo dejó pasar por culpa de ese cartel: “Edificio libre de humo”. Esas cosas lo entristecen. Dice que es injusto, porque él no va en nada en lo del humo. Es un fenómeno paranormal; como un aura que él tiene, pero fumée, ¿entiende? El vive y deja vivir, como todos. Y dice que usted no debería hacerse tanto el distraído, porque bien que lucra con ese kiosquito que puso arriba de su columna…

—¿Qué kiosquito? ¿El acápite? ¿Las citas? Fue como si lo hubiese rozado un cable pelado. Caruso asintió con la cabeza, sonrió irónico y repitió el gesto: taca-taca. Me señaló y abrió y cerró dos veces las manos. Yo: veinte. Ahí me enojé, lo admito. Por unos segundos repetimos la coreografía del sketch con Fabián García. Fue como perseguir al horizonte. Armaba la guardia y, canchero, señalaba su mentón, como Alí. Pero no era eso. La traductora lo aclaró.

—Piensa denunciarlo al Inadi por discriminación. Dice que tiene algo en contra de los que usan barba candado, como él o Eduardo Feinmann. Y sabe que usted les cobra a los que aparecen allá arriba. Está harto de que siempre lo ensucien a él cuando todos están en la misma…

—¿Qué? ¡Noooooo! Beckett, Camus, Sartre, Borges, Kafka, Wilde, Platón, Nietzsche. ¡Son celebridades, Caruso! ¡Y están todos muertooosssss…! Cito lo que leo. No sea bestia, ¿quiere?

Se ofendió, mal. Enfurecido, le manoteó la gorra a un cartero que justo pasaba por ahí. Debe ser un reflejo condicionado en momentos de crisis. Quería decirme de todo y no podía. Eso sí: agotó su repertorio gestual. Se tapó una fosa nasal mientras aspiraba algo, imitó al Maestro Amor y su truco del huevo y, obvio, me trató de marica. Se pintó las uñas, hizo la cunita de Bebeto, se tragó un pancho infinito y recorrió su torso con los pulgares extendidos, como estirando unos tiradores. Clásico gesto de Brando en El Padrino. Wrong, again. La traductora intervino, una vez más: “No, qué Brando: ¡Elio Rossi! Ay, Asch, temo que algún día suceda una desgracia…”.

Ya era suficiente. Le hice señas para que se tranquilizara y caminé hacia él para pedirle algo. Entre amagos, idas y venidas, ya casi estaba en Alsina.

–Nada personal, Caruso. Digo lo que pienso y usted, es cierto, no me gusta. Igual le agradezco: es una bendición para esta columna, como Maradona y su Armada Brancaleone en la Selección. Pero tengo amigos de San Lorenzo. ¿Por qué no los salva y se deja de payasear? Después sí, métase en el showbiz. Llegará aún más lejos que La Mole Moli. ¿Podrá ser?

No escuchaba. Imitó las garras del tigre, amasó algo, hizo el gesto de soplar y metió varias veces las manos en los bolsillos. Incomprensible. De pronto se agachó, como si cavara. Usó su índice como la batuta de Von Karajan. “Yo no. Vos sí”, quería decir. La traductora también hacía señas, pero a un taxi. Quería sacarlo de ahí antes de que llegara alguna cámara.

—Tranquilo, Asch. Dice que se van a salvar todos; no se preocupe –dijo, mientras abría la puerta y lo empujaba. Parecía más harta que cansada.

¡Salvados! Ufff… Hay que avisarle rápido al presidente Abdo o al menos a su terapeuta. Ese hombre sí que sufre, pobre.

Cuando por fin llegué a mi escritorio, ya estaba convencido de que escribir sobre este Racing-Boca clase B era infumable. Y me senté a pensar en otro tema más divertido. A usar un poco la imaginación.

Algo se me iba a ocurrir, seguro.

© Escrito por Hugo Asch y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 20 de Mayo de 2012.

CFK, Merkelizada… De Alguna Manera...

Merkelizada…

Invertidas en la foto de cuando se juntaron la canciller alemana y la Presidenta en 2010.

La contratapa de ayer sábado –titulada “Dólar”– terminaba diciendo: “A este Gobierno le gusta mostrarse más heterodoxo de lo que es. Se hacen los locos, pero no lo son tanto”. Se podría avanzar otro paso y decir que les gusta provocar a los conservadores, asustar a los burgueses, desorientar a los oportunistas y jugar a ser excéntricos (el desopilante viaje a Angola es un ejemplo más), pero cuidan con esmero la relación con Estados Unidos y en muchos aspectos económicos son híper ortodoxos. Lo uno y lo otro no son contradicciones sino aspectos funcionales porque lo primero disimula lo segundo.

Por ejemplo, no pocos creen que el Gobierno nacional ahoga financieramente a la provincia de Buenos Aires para doblegar a Scioli haciéndolo desistir de sus aspiraciones presidencialistas y disciplinar cualquier mínimo gesto de autonomía. Se habla de un déficit provincial de 8 mil millones de pesos y hasta de 10 mil y que la Provincia ya no podría pagar en una vez los sueldos en junio. La realidad puede ser aun peor: un déficit de 18 mil millones equivalente al 15% del presupuesto anual sin que Scioli pueda emitir deuda porque hoy debería pagar una tasa de interés en dólares del 19%.

Pero hay otra mirada que no es política sino económica, donde Cristina Kirchner cumple el papel de Angela Merkel y la provincia de Buenos Aires es Grecia, el miembro más descarriado de la Unión cuyos déficits siempre son mayores a los del resto (Mendoza, Córdoba y Santa Fe también tendrían déficits este año, pero menores al 10%). Otra vez, lo uno sirve para disimular lo otro: no es un Gobierno nacional que está enfriando al estilo ortodoxo una economía recalentada después de un año de fiesta electoral, sino un castigo político justo a un traidor que pretende derechizar el modelo en el futuro. También Scioli refuerza ese relato anunciando extemporáneamente su obvia vocación presidencial para disimular la parte de responsabilidad que le corresponde a él mismo como administrador de un gasto público provincial que se multiplicó cinco veces durante el kirchnerismo. Su popularidad es también fruto de ese gasto y de haber rehuido cualquier conflicto tratando de conciliar con todos. Administrar requiere más veces decir que no, que decir que sí.

El mismo relato y contrarrelato es aplicable a Macri, a quien el Gobierno nacional le pasaría los subtes y le quitaría la policía o los fondos depositados en el Banco Ciudad no para recuperar dinero porque haya que enfriar una economía recalentada, sino para castigar a la derecha y herir a otro de los futuros candidatos presidenciales opositores para 2015.

Y lo mismo sucede con Moyano, a quien la Presidenta ataca por cuestiones personales, políticas, judiciales pero –nuevamente– nunca porque haya que enfriar la economía y el líder sindical sea el primer escollo. Pero hay una diferencia entre Scioli, Macri y Moyano, los dos primeros le siguen el juego al Gobierno nacional y aceptan victimizarse políticamente desplazando el tema económico al papel de consecuencia y no al de causa. Moyano no. El va al hueso y dice con todas las letras que la profundización del modelo es un cambio de rumbo y un ajuste.

En lo que se equivoca Moyano es en considerar que no sea correcto hacer ese ajuste. Si cada año las paritarias subían 5% el promedio de aumentos salariales sobre el año anterior, primero el 10%, después el 15%, el 20%, el 25%, el 30% e iban camino al 35%, no había modelo que resistiera. Profundizar esa dirección llevaba al abismo.

Así como en Europa y Estados Unidos hubo una burbuja inmobiliaria, en Argentina se corría el riesgo –medido en dólares– de enfrentar una burbuja salarial, cuyas consecuencias podían repetir el problema de falta de competitividad del fin de la convertibilidad. La “ventaja” actual es que se puede licuar con inflación y corrección del dólar por arriba de la inflación. A fines de los 90 hubiera sido necesario bajar los salarios nominales, lo que es muchísimo más doloroso, como se ve en Europa con el euro. La resistencia al ajuste en los 90 se “resolvía” con más deuda y en la Argentina actual, con más inflación.

Para poder pelearse con los sindicalistas con públicos reclamos de la Presidenta por sueldos menores que la inflación, o sea, bajar el consumo de los votantes, pero al mismo tiempo seguir siendo nacional y popular, hay que equilibrar la percepción general con medidas de signo contrario, como nacionalizar la mayoría de YPF o potenciar el papel de Moreno como cuco de los ricos, dándole cada vez más protagonismo. El viaje presidencial a Angola es un gesto de apoyo a Moreno. En Angola se habla portugués, una ventaja para un secretario de Comercio que acumula responsabilidades internacionales sin tener un inglés perfeccionado.

Una metáfora automovilística puede resultar más clara: después de la aceleración forzada de la economía tras un año electoral, era necesario que el auto entrara a boxes, y el momento lógico es inmediatamente después de obtener el 54% de los votos. Se lo enfriaba o explotaba el motor.

Lo que confirma que los kirchneristas en materia económica se hacen los locos pero no lo son tanto, lo que no quita que sean incompetentes en varias áreas. Es exagerado atribuir tanto lo bueno como lo malo de la economía a que haya un cambio de paradigma. Lo que hay es más o menos dinero para ejecutar diferentes paradigmas o grados de él.

El kirchnerismo trata tanto de colocarse lo más a la izquierda posible para que no exista una alternativa progresista más numerosa, como de mantenerse en el centro para no perder a la clase media, dividiendo y dejando exhausta a la oposición.

Una carrera alocada de precios y salarios que espiralizara la inflación tendría consecuencias electorales terminales para el Frente para la Victoria. Por eso, la Presidenta se viste de Chávez al nacionalizar pero de Angela Merkel para disciplinar a los sindicalistas y a los gobernadores. Eso es peronismo puro.

© Escrito por Jorge Fonevecchia y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 19 de Mayo de 2012.



Reportaje a Daniel Scioli... De Alguna Manera...

"Con Cristina hablamos más de lo que se sabe"…

Autodefinicion. "Duermo bien. Soy muy ordenado en mis horarios y soy un buscador permanente de la eficacia. Me exijo mucho a mí mismo."

Reportaje a Daniel Scioli. Por debajo de su retórica no confrontativa, el gobernador de Buenos Aires se muestra tajante: si no hay reforma constitucional para habilitar una re-reelección, él es el candidato natural del kirchnerismo; no tiene una buena relación con su vice, Gabriel Mariotto, y advierte que los que más cuestionan su trayectoria, “son los que más han andado de un lado para el otro”.

En un día particularmente complicado (huelga de subtes y marcha ruralista en La Plata) el jardín de la hermosa casa que el arquitecto Bustillo diseñó en los años 50 parece más que nunca un remanso, un jardín eternamente florecido aún con su ropaje de invierno. Y, entre dos cafés, una larga conversación con el gobernador Scioli. Un hombre reservado, dueño de sí mismo. ¿Inasible?

—Si a usted le preguntaran “¿cómo es un tipo que se llama Daniel Scioli?” ¿cómo lo describiría?, ¿alegre?, ¿triste?, ¿melancólico? ¿Le gustan el cine, la pizza, charlar con amigos?
—Soy inquieto. Muy exigente, y no me gusta perder el tiempo –explica el gobernador–. No sé si por ascendencia italiana, pero me encanta comer pasta. Como pasta todos los días. Al almuerzo, por la noche... En general soy optimista, le veo el lado bueno a las cosas.

—¿Es un tipo obsesivo? ¿Duerme bien de noche?
—Sí, duermo bien. Soy muy ordenado en mis horarios y soy un buscador permanente de la eficiencia. Me exijo mucho a mí mismo. También a los que me rodean. Siempre trato de buscar la excelencia en cada cosa que me rodea. Por otra parte, soy familiero, muy familiero, y busco mis tiempos para cada cosa. Si mi hija necesita un tiempo para estar conmigo o pedirme algún consejo… Lo mismo con mis hermanos. Por supuesto, con Karina. Me aferro mucho a los afectos de siempre. Los necesito anímica y espiritualmente. Y muchas veces para tomar fuerza e ir para adelante repaso mi vida y lo que me pasó. Tengo un lugar con todos los recuerdos; cuatro o cinco veces por semana ceno ahí y no dejo de mirar cada rincón, cada cosa y me digo: “Uff, la pucha... Tengo que estar agradecido a Dios… ¡con las cosas que me han pasado y las oportunidades que he tenido…! Poder ir superando y creciendo”. Uno es el fruto de muchas cosas.

—Efectivamente: ha logrado superar un montón de problemas. Yo lo miraba ayer, gobernador, en la inauguración de los chocolates de Kraft…bueno, era un momento difícil, ¿no? Usted se encontraba con la Presidenta después de muchos días de no hablar, de no verse. Qué sé yo... usted estaba muy tranquilo pero también muy serio.
—Soy serio. La seriedad es el sentido de la responsabilidad, y tengo sentido del humor cuando hay que tenerlo. Yo, con Cristina, tengo una relación de afecto, de respeto… eh… y de compañerismo de muchos años. Nos conocemos mucho. Por lo tanto, han sido diez años muy intensos tanto en mi vida como en mi carrera política junto a ella, ¿no? Entonces, en ese camino, como en todo vínculo hay distintos tipos de alternativas, pero prevaleciendo siempre la buena fe y las buenas intenciones y la sinceridad, y… además, hablamos más de lo que se sabe.

—Bueno, pero para los que miramos la cosa de afuera, en 2003, por ejemplo, daba la sensación de que usted era muy amigo de Néstor, ¿no?
—Yo lo conocí a Néstor el 13 de enero de 2002. Era mi cumpleaños y estábamos pensando con Karina y Lorena dónde pasarlo. Ellos, los Kirchner, me sugirieron ir a Calafate. Con Cristina éramos compañeros en la Cámara de Diputados y entonces, cuando llegué, muy amablemente me dijo: “Quiero que conozcas a Néstor”. Pasamos una noche muy linda. Les retribuí esa atención invitándolos a nuestra casa en el Abasto y allí empezó a forjarse una relación que inspiró la confianza de él. Hasta el punto de que me convocara para ser su vicepresidente, ¿no? Yo estaba muy lanzado a la Jefatura del Gobierno porteño pero entendí que, en ese momento, era muy importante acompañarlo. Poder sumar lo que yo, en ese momento, podía aportar, hacer. Y así fue. Y como todo vínculo, como la vida, como los amigos o con la pareja, toda relación necesita su tiempo de maduración. Por eso lo que se percibía al principio como dificultades, luego, con el tiempo, se fue consolidando cada vez más. Eso me ha pasado muchas veces. Por ejemplo, con mi copiloto. Un tano rabioso que, al principio, se llevaba mal conmigo hasta el punto de que pensaba que nunca más iba a correr con él. Pero, al final, terminamos siendo campeones del mundo, los dos en la misma lancha. Qué sé yo... Las cosas que me pueden haber pasado tambien con amigos… Por eso, cuando se habla de mi relación con Gabriel yo también digo “bueno, el tiempo va a ir acomodando las cosas…”. Yo siempre creo en eso, y la experiencia.

—¿Gabriel es Mariotto?
—Sí… La experiencia me tiene que servir para algo, ¿no?

—Claro, para irse al cielo derecho.
—No, no… pero, qué sé yo... Trato siempre, en ese sentido, de buscar que siempre haya un marco de colaboración… Mire, cuando uno gobierna tambien tiene que transmitirle a la gente la mayor tranquilidad. Bastantes problemas tiene la gente en su vida cotidiana como para que los problemas de los dirigentes políticos les generen preocupación. Entonces yo intento eso. La gente me conoce así de siempre. No es una novedad. Soy el Scioli de siempre –se ríe con ganas–. Y si uno lo va a analizar es una cosa muy previsible.

—Bueno, pero es una cosa bastante ponderable… Y ¿qué sentido le da usted a la postergación de la cumbre del Consejo Nacional Justicialista para la semana que viene?
—El Consejo del Justicialismo está integrado (entre otros dirigentes) por varios gobernadores, y algunos de ellos viajaban con la Presidenta a Angola. La postergación de la cumbre es sólo por eso.

—¿A usted lo invitaron al viaje?
—Bueno, no… pero de acuerdo a las características del viaje… a nosotros permanentemente nos mantiene con Cancillería una relación constante para misiones comerciales. Acabo de venir yo mismo de presidir una en Colombia y parte de mi gabinete estuvo también en Venezuela. Así es que lo importante en este momento es salir al mundo a exportar y a traer inversiones.

—Además de paciente es diplomático, gobernador. Cuénteme, por favor, qué pasa con la celebración del 25 de Mayo que ha organizado La Juan Domingo.
—No está previsto ningún acto.

—¿No?
—No. Que yo sepa, no. El 25 de Mayo es una fecha patriótica. Una fecha muy cara también a los sentimientos de todo este proyecto y a mi carrera política, porque el 25 de mayo de 2003 fue cuando asumimos con Néstor como presidente y vicepresidente.

—Bueno, pero usted tiene conciencia, gobernador, de que su frase acerca del 2015 y su postulación (muy diplomática por cierto: “sólo en caso de que Cristina no se presente”) ha movilizado el mundo político. Ya hoy no es igual que ayer, ¿no?
Al desgrabar detectamos un largo silencio. Y luego:
—A ver. Lo que pasa es que uno (como en toda actividad) puede plantear sus aspiraciones. Esto ocurre en cualquier orden de la vida. A la gente siempre me gusta transmitirle claridad con respecto a todo lo que estoy sintiendo, a todo lo que me pasa. Yo aprendí que no se improvisa. Se planifica. Cuando yo empecé a correr me preguntaban: ¿te gustaría ser campeón del mundo? Y sí que me gustaría ser un día campeón del mundo. Pero para eso tenía que ganar un montón de otras carreras, un campeonato. Estuve diez años hasta que lo pude lograr. Y bueno, yo creo que a un dirigente de responsabilidad, si alguien le dijera: “¿Le gustaría algún día ocupar la…?” sería raro que se negara a intentarlo. Muchos otros pueden estar pensándolo y no lo dicen. A mí me gusta. Expresé un deseo. No es más que eso. No significa ni que esté en campaña ni que largue alguna cosa en forma prematura. Aparte, para dejar de lado otro tipo de especulaciones, cuando se preguntó acerca de la eventualidad de esta cosa (que siempre se quiere poner en un marco de pelea con la Presidenta), de que ella avanzara con una iniciativa de reforma constitucional que incluya la eventual habilitación de la reelección… bueno, como ha sido siempre, tendría mi respaldo. Que también quede muy claro que una posición mía no es en términos de enfrentamiento. Yo siempre voy a estar para colaborar y para ayudar, porque soy una persona agradecida, coherente, y corresponde que sea así. Bueno, si se dieran otras circunstancias... pero hoy estoy dedicado a lo que es mi gran responsabilidad y que tuvo el respaldo del 55% de los votos. Es decir, gobernar y encarar todos los problemas que tengo que enfrentar en forma cotidiana. Mire, no me distraigo en otra cosa que no tenga que ver con esto. Y es lo que hice siempre. Yo era ministro de Turismo y Deporte. Me ocupaba de eso. Fui dos veces diputado nacional; secretario de Turismo y Deporte. Fui también vicepresidente. Ahora, dos veces gobernador. Una carrera política intensa con responsabilidades a donde llegué siempre a través del voto. Y, evidentemente, si la gente me fue votando y renovando la confianza es porque debo ir cumpliéndoles a los ciudadanos sus expectativas. En cada una de estas etapas he tenido experiencias muy importantes y una fuerte convicción de mi parte de poder hacer un buen trabajo. Hoy tengo un trabajo muy importante, que es gobernar la provincia más grande de la Argentina en un contexto económico internacional muy complejo y que exige mucha creatividad y mucha innovación en la manera de gestionar.

—Usted tiene conciencia de la gran respuesta que significan las encuestas, ¿no? Sus números son muy buenos.
—Bueno, pero eso tiene que ver, desde mi punto de vista, con varias cosas. La gente advierte el trabajo, la pertenencia y la coherencia con este proyecto. Le gusta cuando me ve trabajar junto con Cristina buscando lo mejor para la provincia y su gente. Creo que esas encuestas tienen que ver con eso. Yo no me la creo. No me la creí nunca y no me la voy a creer ahora. Cuanto más acompañamiento y expectativa significa, de parte mía, más humildad, sobriedad y gratitud. Yo soy así. También la vida me ha enseñado eso, ¿comprende? Entonces yo, cuando ganaba mis mejores carreras o escuchaba los resultados electorales, decía: “bueno, vamos a dormir. Nada de festejar que hay que responder a la gente y empezar mañana a trabajar temprano”. Y en esto hay que ser muy cuidadoso.

—Usted es generoso, Scioli, pero da la sensación de que la respuesta no es simétrica. Fíjese que, el domingo, en “Página/12”, Horacio Verbitsky sugería que encabezara usted las listas legislativas del año que viene.
—La experiencia yo también la aplico a esas cosas. A mí no me gusta polemizar porque soy respetuoso de la libertad de prensa en el marco de la democracia. Pero hay distintas expresiones. Unos periodistas se expresan de una manera. Otros, de otra. Así es que, en eso, yo hago mi trabajo poniéndole toda la garra y lo que la gente ve y conoce, y punto. Así es que las cosas que tengo que hablar en profundidad en la más alta responsabilidad, las hablo con la Presidenta mano a mano. Además, no me dejo llevar por dimes y diretes. “Dicen que…” Esto hace también a mi experiencia. Ante la menor presión no tomo decisiones apresuradas o abruptas. No, no. No es así.

—No sé si las informaciones son correctas pero ¿cuánto le debe la Nación a la Provincia de Buenos Aires?
Otra vez una larga pausa en la grabación, y luego el gobernador responde:
—La provincia de Buenos Aires viene teniendo una gran inversión de parte del Gobierno nacional en forma de obras muy importantes de cloacas, agua potable, viviendas, calles, energía. Necesita el acompañamiento de la Nación más allá de las propias reformas fiscales que yo he encarado porque hay un problema estructural que viene de 1986, cuando se cedió un punto de la coparticipación, pero, bueno, el trabajo articulado de Nación, Provincia y municipios nos permite ir sobrellevando esto. Así es que en ese sentido vamos buscando el mayor esfuerzo propio y que el Gobierno nacional nos acompañe cuando las circunstancias así lo exijan. Durante estos casi cinco años yo vengo teniendo un acompañamiento permanente de la Nación. Por eso la Provincia y los municipios hemos crecido y avanzado en todo este tiempo, buscando siempre mayor eficiencia en todo lo que se refiera al gasto, a la optimización en la recaudación de ingresos genuinos y la complementación con la Nación. Hay un tema estructural pero, bueno, es un tema pendiente que se deberá ahondar en algún momento en las 24 provincias. Ya Néstor Kirchner, cuando reasume la presidencia del Partido Justicialista, hacía referencia a esto. Mientras tanto vamos trabajando en nuestras respectivas áreas económicas Nación-Provincia para buscar funcionar con normalidad. La agenda económica que tenemos por delante es más exigente por todo lo que dijimos antes.

—A propósito del justicialismo, el otro domingo le preguntábamos a Aníbal Fernández si él consideraba que el justicialismo era igual que el kirchnerismo. El senador decía que sí. Nosotros, que no. ¿Usted qué piensa, gobernador?
—Pienso que todas las políticas que lleva adelante la Presidenta son pilares fundamentales, fundacionales, del justicialismo. La justicia social hoy se expresa a través de la Asignación Universal por Hijo. La independencia económica es el desendeudamiento. La soberanía política son decisiones que se van tomando, como el caso de YPF. Recuperar el rol estratégico en la administración de recursos energéticos.

—Pero, perdón. Recuerde que, en el caso de YPF, Néstor Kirchner apoyó la privatización en los 90.
—Era otro momento. Seguramente en aquellos años… Hoy, los países están repensando políticas como el rol del Banco Central, como las empresas del Estado… Nosotros tenemos una experiencia muy importante. Por ejemplo, la empresa de agua AySA. Cuando el Estado se hace cargo permite que se avance mucho más rápido. Por ejemplo en La Matanza hay una obra que estaba comprometida (y Ballestrini siempre me lo decía) para el año 2020 y que se concretó ahora, con 400 mil vecinos que ya tienen agua potable y cloacas. Fíjese que hay políticas fundamentales como consumo interno, la creación de puestos de trabajo, o cuidar los sectores productivos, que son la esencia del peronismo. Pertenecen a esas grandes épocas de industrialización. Gobernar es crear trabajo, decía el general Perón. Y hoy se han creado más de cinco millones de puestos de trabajo.

—Eso es verdad. Pero ¿a qué atribuye usted que a Perón se lo nombre tan poco? Y a Evita, casi nada.
—Por más que se los nombre o no, a Perón y Evita se los tiene en cuenta en el momento de tomar decisiones. ¿Qué me dice de la participación de la mujer en los distintos roles y espacios en la política argentina? Ocupan los más encumbrados puestos en la Magistratura, por ejemplo.

—Eso pasa en el mundo entero, gobernador.
—Cuando uno observa lo que planteaba Perón: la integración latinoamericana, su preocupación por el medio ambiente... Son todas cuestiones que están en agenda. El peronismo siempre tuvo un espíritu frentista. El pilar era el peronismo y luego, se sumaban otros sectores. Y más allá de todas estas cuestiones partidarias, ideológicas, yo creo que acá lo importante es solucionarle la vida cotidiana a la gente. Es en ese punto que tengo puesta la mirada. Y les digo a mis colaboradores que sean buscadores permanentes de soluciones.

—¿Usted cree que se podrían adelantar las legislativas?
—Es una especulación, pero no me consta nada de eso. Nada de eso me consta. Son cosas que se dicen. Tambien esto forma parte de la experiencia: no puedo estar contestando una agenda de teorías y suposiciones. La verdad es que no hay tiempo de estar ocupado en esto. Sería una irresponsabilidad. Son cuestiones que deben discutirse en un ámbito institucional. Eventualmente no veo ninguna cuestión por la cual se pueda estar pensando en esto Veo a la Presidenta totalmente abocada a temas como la inauguración de ayer (Kraft). Abriendo emprendimientos productivos. Ampliando los créditos del Bicentenario. Encabezando ella misma la misión comercial a Angola. Entiendo la ansiedad que puede haber por la cuestión política.

—Volviendo al tema peronismo-kirchnerismo, ¿qué piensa de La Juan Domingo, integrada por legisladores que pertenecen al sciolismo?
—Hay distintas expresiones políticas que adhieren a este proyecto, este rumbo del país. Están las tradicionales del peronismo, los movimientos sociales, otros partidos políticos… qué sé yo... La democracia es la intensidad. Bueno, ahora que vivimos una democracia intensa y hay distintas agrupaciones, distintas expresiones políticas. Ellos han sido muy claros (cuando salieron a decir que respaldan a la Presidenta y me respaldan a mí a nivel provincial) porque son coherentes con lo que la gente ha expresado a través de la voluntad popular en la última elección. La gente quiere que sigamos adelante trabajando juntos, tirando juntos. Complementándonos. Y nada más.

—Usted iría al festejo del 25 de Mayo de La Juan Domingo?
—No hay ninguna cosa prevista desde ya.

—¿No?
—No. Y algo más: hoy le dije a mi jefe de Gabinete que hagamos este 25 de Mayo algo acá, con chicos de los colegios… algo con un fuerte sentimiento patriótico, y que vengan todos los que tengan ganas de venir. Más que para actos, éste es un momento para poner todo el esfuerzo en estar muy atentos a este escenario económico-social que exige que pongamos todo el esfuerzo allí o en los distintos temas de agenda, como combatir la inseguridad. Cosas de las que me tengo que ocupar todos los días.

—Con esta nueva ola de secuestros el tema seguridad es una prioridad en la provincia de Buenos Aires, pero parece no haber afectado su porcentaje de adhesión por parte de la gente.
—Desde el primer día reconocí que era el problema más serio, y la gente quiere que se le hable con sinceridad. Es un tema que no se soluciona de un día para el otro. No hay soluciones milagrosas. Es un trabajo arduo, intenso. El delito va agarrando distintas formas. Va rotando la modalidad. A veces es una salidera bancaria. A veces se da en forma de secuestro exprés. Estamos muy atentos combatiendo las raíces profundas de estos problemas de inseguridad que muchas veces tienen que ver con la droga y con otras cuestiones. Son organizaciones que estamos combatiendo, intensificando la prevención, y yo ante esto entiendo y comprendo la preocupación de la gente. Y la gente ve y sabe… Yo este tema lo he expuesto con toda claridad durante los debates electorales y la gente nos ha dado un respaldo muy importante en el trabajo que estamos haciendo.

—Usted habrá observado que los espadachines del kirchnerismo insisten mucho y lo acusan de no cambiar al titular de la Seguridad en su provincia.
La fisonomía del gobiernador se endurece.
—Yo soy responsable de las distintas personas que pongo al frente de los ministerios para que lleven adelante sus programas en sus áreas. Soy muy abierto para trabajar. Cualquier iniciativa superadora de lo que estamos haciendo o cualquier cosa que tengamos que corregir o que ponga en juego la vida de la gente no puede ser motivo de especulaciones políticas sino que, lo que yo busco, conociendo el problema y asumiendo mi máxima responsabilidad, es que la gente participe y llame al 911. Los intendentes están haciendo su esfuerzo. Las fuerzas federales también. Los legisladores me han venido acompañando con distintas leyes. Por eso invertimos tanto en educación y promovemos el deporte. Por eso la cultura. Por eso mejoramos el espacio público. El programa de luminarias; de inclusión laboral. Creo que el trabajo es la mejor terapia para muchas cuestiones. Por eso, para que haya más trabajo tiene que haber más inversión y más capacitación. Por eso las escuelas técnicas. Allí es donde estamos poniendo todo nuestro esfuerzo. Particularmente en esos jóvenes que, por una razón u otra, han tenido frustraciones y debemos acercarles estas posibilidades. Estas son las cosas que me preocupan y de las que me ocupo todos los días. Y esto la gente lo ve. No me gusta poner excusas. Ser quejoso. “Ay, no me alcanza y por eso no puedo hacer esto o aquello”. Yo me hago cargo y le pongo el pecho a las cosas. La gente me ve pelear por sus derechos y sabe que soy previsible y confiable. A gran parte le debe gustar lo que hago y por eso la gente me ha seguido votando y yo lo agradezco. Sepan que, como siempre, voy a poner lo mejor de mí para honrar esta confianza. A esta altura de mi vida, tener tantas responsabilidades como las que vengo teniendo y con tantas cosas que me han pasado en la vida es natural que uno busque el bien, lo mejor para la provincia (lo que en este caso es mi responsabilidad). Esta es una provincia realmente apasionante, grande, de una enorme diversidad y donde algunos sólo ven problemas yo veo oportunidades y siempre trato de ir descomprimiendo las situaciones de conflicto que se pueden generar. Y en esto les pido a todos que me ayuden a hacer un buen trabajo. Eso es lo que, con toda humildad, pido siempre. Yo creo en esto.

—Lo último, gobernador: ¿usted creía que se iba a armar tanto revuelo con su frase sobre 2015?
—Estas especulaciones con respecto a si yo con la Presidenta iba a generar algún tipo de enfrentamiento... Yo no soy un problema. Problemas son los que estamos enfrentando todos los días. Soy siempre el mismo: con más experiencia, las mismas ideas, la misma impronta, con cada vez más responsabilidades. Durante diez años de carrera política la gente me ha visto trabajar. Luego, he hecho referencia a aspiraciones que son lo que muchas veces algunos, por ahí, también sienten pero no se animan a decir. Bueno, yo lo he expresado y a partir de allí me puse a expresar, por un lado, mi compromiso profundo y actual con la gestión. Un deseo, una voluntad y, a la vez, planteando con toda claridad -en el marco de ese respeto, de ese afecto y de esa gratitud que yo tengo con la Presidenta- que si se da un escenario adecuado allí voy a estar, como siempre, ¿no? Porque cuando, en distintos órdenes de la vida, alcancé un logro, siempre fue a partir del esfuerzo, la preparación y no buscando jamás que al otro le vaya mal si a mí me puede ir bien. No. Que otro se quede a mitad de camino para ir yo, jamás. No soy ni mezquino, ni egoísta. Por mi concepción del deporte sé trabajar en equipo y soy una persona a la que, en ese sentido, no le gusta de ninguna manera encarar algo si no tengo la confianza. Por ejemplo, yo no me hubiera sometido nuevamente a esta elección que pasó si no estuviera seguro de poder hacer aun más de lo realizado hasta ahora en mi primer mandato. ¿Se da cuenta? Yo veo que hay momentos en los que uno tiene que tener una visión clara para despejar también algunas especulaciones que podrían llegar a poner en duda mi lealtad. Yo me he tomado el trabajo de observar que los que más ponen en duda y cuestionan una trayectoria, son los que más han andado de un lado para el otro. Entonces, yo me digo: tranquilo. Conmigo pueden estar tranquilos. Yo no soy el problema. Los problemas están en otros lados. ¿Se acuerda de los WikiLeaks? ¿Qué se comprobó? Que lo que yo decía en público también lo decía en privado. Entonces, sin hipocresías. El futuro está en manos de Dios, de la gente y de las circunstancias.

© Escrito por Magdalena Ruiz Güiñazu y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 19 de Mayo de 2012.


Van por Scioli…De Alguna Manera...

Van por Scioli…

¿Con pito y cadena...? Daniel Scioli. Dibujo: Pablo Temes.

Cristinismo feroz. Asfixia política y económica. Ahora buscan abrirle un frente judicial: ¿lo quieren preso?

Cuánto falta para que el cristinismo denuncie ante la Justicia a Daniel Scioli? ¿En qué momento la Presidenta ordenará dar la batalla final para que el gobernador recorra los tribunales hasta ser procesado por un juez con camiseta partidaria? ¿Cuál es la hora señalada para que algún miembro de la agrupación La Verbitsky, o su comandante en jefe, publique el “carpetazo” acusador de los servicios de inteligencia?

Esta guerra arrancó mucho antes y a mayor velocidad que la prevista. ¿Qué pasó? Cristina se está quedando sin proyectiles. Y los misiles que dispara para sobreactuar la gesta de Malvinas o expropiar la YPF que antes ayudó a privatizar tienen un impacto fugaz. La imagen positiva de CFK que cae al mismo ritmo que se desacelera la economía los puso en alerta. El colmo fue comprobar, amargamente, que Scioli no sufre el mismo deterioro.

Encima, en estas horas hubo tres opiniones contundentes contra la re-reelección: Hermes Binner, Ricardo Lorenzetti y hasta Eugenio Zaffaroni, que llegó a decir que el pueblo se cansa de los personajes y que “reelección” es mala palabra para los argentinos. Funciona esta ecuación: menos posibilidades de reelección, más se fortalece el operativo contra Scioli, que aparece como el único que tiene igual o mayor intención de voto que Cristina. Por eso abrieron las compuertas de los ataques.

Primero le vaciaron de poder la Legislatura y designaron como capo al camporista José Ottavis. Colocaron a Gabriel Mariotto para que le respire en la nuca y encabece la desestabilización con pedidos de informes que ni los opositores se atrevieron. Golpearon sobre Ricardo Casal, al que acusan de ser un empleado de la maldita policía. Se turnaron para fustigarlo Sergio Berni, Nilda Garré y Martín Sabbatella, entre otros. Los textos domingueros de Verbitsky intentan voltear al ministro más protegido por Scioli y, por ahora, no lo logran. Casal y Berni llegaron a empujarse frente a la TV como si fueran a cabecer un córner para ver quién anunciaba un operativo antidroga exitoso.

Ahora van por todo, tal como mandó la Presidenta. Dispararon en la línea de flotación mediática del ex motonauta. Sacaron de la cancha audiovisual a Daniel Hadad y después anunciaron en forma obscena por boca de Aníbal Fernández que el gobernador debía rendir cuentas de su lealtad a Cristina porque les pone publicidad a los medios que “ hablan bien de Scioli y nos critican y nos putean a nosotros”. Sincericidio quilmeño. No entienden cómo es que Scioli mantiene tan alta su imagen. Sospechan que es gracias a la energía positiva que les chupa a sus artistas amigos como los Pimpinela, Susana Giménez, Mirtha y Ricardo Montaner, entre otros. Quieren dinamitar esos recitales o encuentros para la tele.

Ahora iniciaron la etapa de la asfixia económica. Cerrarle el grifo de los fondos y que se las arregle como pueda con los intendentes. Quieren ver cómo hace para que no se le incendie la provincia aunque no ignoran el riesgo de que el viento empuje las llamas más cerca de la Plaza de Mayo que de La Plata. Ottavis, que pasó del llano a la vicepresidencia de Diputados, fracasó a la hora de sacar la ley de reforma tributaria. Apareció inexperto y creyó que agrediendo a los radicales y a los socialistas iba a convencerlos de que dieran quórum. Fiel al estilo K, quiso conseguir por violación lo que sólo se puede conseguir por seducción. Guapo para perder, dijo que la UCR “traicionó una vez más su tradición popular”. Jugó fuerte el vecino de Nordelta. Pero perdió los dos primeros partidos por goleada. Hay que decir que Mariotto no lo ayudó demasiado con las graves denuncias de corrupción que hizo. Sugirió que hasta su llegada al Parlamento provincial las leyes salían porque circulaban valijas por debajo de la mesa. Fue suficiente para que los opositores no quisieran aprobar nada a libro cerrado. Y para que la esposa de Carlos Kunkel, la jefa del bloque de senadores, Cristina Fioramonti, quedara en falsa escuadra. Ella hace cuatro años que ocupa esas bancas. O no se enteró de que había valijas voladoras, y por lo tanto falló en el control de la transparencia o fue parte de esa transa.

A la luz de lo que pasó con Esteban Righi, Daniel Rafecas y cada vez más con Scioli, parece que es más peligroso ser un aliado racional de CFK que un claro adversario. Se castiga más a los moderados que a los enemigos. Eso disciplina, pero también genera resentimiento.

El último manotazo lo dio Hernán Lorenzino, quien formalmente figura como ministro de Economía. Empujó a Scioli para que sacara el impuestazo por decreto y pagara él solito el costo de pelearse con los productores rurales a la vera de las rutas. Para que tuviera su propia Resolución 125. Rápidamente salieron a informarle que eso era imposible e ilegal. Scioli es prudente pero no come vidrio. La Presidenta también necesita los casi 3 mil millones que podrían recaudar por la vía del Impuesto a los Bienes Personales.

Se fueron cumpliendo todos los pasos del plan sistemático para sacar de la cancha a Scioli. Hasta ahora no tuvieron éxito. Faltan dos etapas más que profundizan el embate. La primera es utilizar los servicios prestados por Héctor Icazuriaga y armar una causa que lleve a Scioli a un procesamiento como el de Macri. Los expedientes que se preparan son variados: la basura, la Bonaerense, Boldt y el juego, los espectáculos masivos que organiza, la acusación por la protección que le brindan los grandes medios, y no descartan algún tema personal. Los sabuesos no descansan. Espían y escuchan a Scioli como nunca.

La gran pregunta que estremece a los argentinos con memoria es qué harán si nada de esto funciona. En los 70 apelaban a la justicia revolucionaria, a los fierros y a la violencia. Nadie cree ni quiere que la tragedia se repita ni como comedia. Ni que el infantilismo irresponsable se imponga. Pero a veces les hacen olfatear tanta sangre a los tiburones que los muchachos van y muerden desesperados. De última, es una tarea militante. Lo hacen por la patria. Y por Ella.

© Escrito por Alfredo Leuco y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 19 de Mayo de 2012.



Riesgo país y sus buitres... De Alguna Manera

El mayor riesgo país sería creerles…

Los bonos en dólares son la herramienta utilizada por quienes buscan fugar dinero en forma clandestina. Imagen: Guadalupe Lombardo

Tras la expropiación de YPF, las calificadoras llevaron el índice riego país a más de 1.000. Un viejo fantasma volvió a la city y al escenario político. Mientras los bonos en dólares se pagan hasta un 30 por ciento por encima de su valor de rescate, las calificadoras le suben el riesgo país como si sus títulos de deuda fueran bonos basura. ¿Por qué?

En las últimas semanas volvió a hablarse en los medios de un concepto que parece arrancado de la penosa historia política y económica de los ’90, “el riesgo país”. Y si reapareció, lógicamente, es porque se lo asoció a un alza que para algunos merecía convertirse en noticia: superó los 1000 puntos. Es decir que, a los ojos de “los inversores extranjeros”, el país vuelve a ser una plaza riesgosa, de improbable recuperación de la inversión, y más aún de los créditos que se le otorgaran. ¿Cuánto tiene que ver esa sensación transmitida por las calificadoras y los medios con la realidad económica del país? ¿Cuánto tiene que ver la intencionalidad de quienes buscan obstaculizar determinadas acciones del Gobierno para cambiar reglas de juego aún vigentes desde la época de la convertibilidad? En definitiva, volver a hablar del riesgo país elevado, ¿significa que el país volvió al pasado o que volvieron al escenario los actores que antes agitaban esos mismos fantasmas?

La reaparición de este viejo y conocido fantasma está rodeada, como no podía ser de otro modo, de misterios. El primero tiene que ver con su propia génesis. El nivel de “riesgo” que le corresponde a cada país tiene que ver con el diferencial de tasas entre un título de deuda pública de “riesgo cero” (de cobrabilidad absolutamente segura) y la tasa que se le asigna al país que se está buscando “medir”. El bono de riesgo cero está definido por convención: es el título de la deuda de largo plazo de la Reserva Federal de Estados Unidos. Es el organismo encargado de imprimir los dólares, por lo cual el incumplimiento de compromisos de pago en esa moneda resulta inverosímil, casi imposible. Casi, porque el año pasado Estados Unidos estuvo a punto de declararse en default porque el Congreso no le autorizaba a seguir endeudándose y la emisión de dólares (para capitalizar a bancos defondados durante la crisis) ya había llegado a un límite intolerable.

A pesar de las circunstancias, el bono de deuda de la Fed sigue siendo el considerado de riesgo cero. Como medida para contrarrestar la crisis, la tasa de ese bono está en uno de sus más bajos niveles históricos, en el 0,5 por ciento anual (medio punto de interés al año, 50 centavos de dólar por cada 100 dólares prestados). Es un dato cierto, exacto, público. En cambio, la tasa que se le asigna al país al que se le “mide” el riesgo es mucho menos preciso. Para eso están las grandes consultoras, como Standard and Poors y Moody’s, que dirán cuál es el riesgo de cada país en función del valor de mercado de sus bonos de deuda, pero también ponderando la “solvencia” macroeconómica y la de su gobierno, la “voluntad” de pago de su deuda y “la capacidad potencial de generar divisas”.

Entre los numerosos bonos de deuda soberana que emite Argentina, se toman los que pagan el vencimiento en valor dólar para compararlo internacionalmente. Cuando un país está en crisis y hay una fuerte presunción de que no va a pagar su deuda, estos bonos caen a un valor irrisorio porque es como una brasa caliente, que nadie quiere tener en sus manos cuando se declare el default. Un especulador lo podría tomar a la mitad de su valor sólo porque se arriesga a que, si se cobra, recibirá el doble de lo que invirtió (100 por ciento de ganancia). Ese diferencial entre la renta reclamada para aceptar el bono y la que paga un bono seguro (el de Estados Unidos) es lo que se denomina “riesgo país”.

Hasta aquí, todo bastante razonable y técnico. Cuando Argentina hacia fines de los ’90 era visto como país caminando por el desfiladero y con los ojos vendados, los bonos de deuda soberana se ofrecían por monedas, por al altísimo riesgo de default, y el “riesgo país” trepaba a 2000, 3000 o más puntos. Quienes preveían el default no se equivocaron: ocurrió en 2002. Pero hoy, sin la trampa de la convertibilidad, Argentina cumple sus compromisos y los bonos, curiosidad del destino, cotizan en el país con un “premio” del 20 o el 30 por ciento del valor nominal de rescate: entre 5,40 y 5,80 pesos por dólar nominal.

Si el riesgo país se tomara en función de este valor del mercado local (Buenos Aires), hoy resultaría negativo: el inversor está comprando a 5,40 lo que el Gobierno promete pagar 4,47 más un 7 por ciento anual. ¿Qué pasa con esos mismos títulos, por caso el Boden 2017, denominado en dólares, en el mercado de Nueva York? Hasta hace un mes, se llegó a pagar (en dólares) hasta un 8 o un 9 por ciento por encima de la par (por encima del valor de rescate que ofrecía el Gobierno). Conforme a ese parámetro, al menos, el bono argentino resultaba para el inversor más seguro o confiable que el bono estadounidense. Nadie habló entonces –las consultoras, menos– de un riesgo país cero o negativo para Argentina. ¿Cómo es posible que, en menos de un mes, el tema se convirtiera en noticia, pero justamente en el sentido contrario?

Es sabido que en Buenos Aires estos bonos denominados en dólares están siendo utilizados por quienes pretenden transferir dinero sin declararlo al exterior, mediante una operación que la jerga financiera llama “contado con liqui” (por “operación local al contado con liquidación en el exterior”): compra del título en pesos acá y venta del mismo título inmediata en el exterior para su cobro en dólares. Como esa fuga de divisas no se puede declarar, quien la hace no puede comprar los dólares en el mercado formal, y está dispuesto a pagar una diferencia porque seguramente será más lo que gane por sacar del país lo que obtuvo con malas artes. Eso justifica el alto precio local de los bonos en dólares.

Mientras tanto, lo que sucedió en el exterior (Nueva York) fue que los Boden 2017 empezaron a bajar de precio y en pocas semanas pasaron de cotizarse 8 por ciento sobre la par a un valor del 15 por ciento de descuento respecto de su valor nominal. La regla dice: baja el precio de mercado del bono, sube el riesgo país. El inversor extranjero reclama un precio mayor por “prestarle” al Gobierno (comprar un título de deuda). En este caso, paga 85 en vez de 100 (el mencionado 15 por ciento de descuento de la cotización) para obtener un interés del 7 por ciento. Es decir, está reclamando una tasa de retorno tres veces mayor. ¿Eso es equivalente a una suba del riesgo país a un índice 1000? Para nada, es una caída de la calificación totalmente desproporcionada respecto de lo que reflejan los mercados. Pero entre ambos “castigos”, el del mercado y el de las calificadoras, hay más de un punto de contacto.

Hay un dato objetivo: el valor de los bonos argentinos en Nueva York empezó a caer a partir de que se conoció la decisión del Gobierno de recuperar YPF, enviando al Congreso el proyecto de expropiaciones de acciones en propiedad de Repsol. Menos certero resulta indicar por qué cayeron los bonos, si fue por percepción de mayor riesgo de parte de los inversores, o por un manejo intencional de algún sector económico-financiero que tiró abajo el precio para sancionar la decisión del Gobierno. El mercado de bonos argentinos en Nueva York es muy reducido y todo es posible.

El otro dato objetivo es que las calificadoras reaccionaron inmediatamente a estos movimientos y comenzaron a subir el índice de riesgo país, pero de modo más acelerado o amplificado respecto de lo que se observaba en el mercado. Otra vez el mismo interrogante respecto de las motivaciones: ¿fue por percepción de que empeoraban las condiciones generales para la inversión en Argentina o fue una acción concertada con grupos económico-financieros con intenciones políticas? Con los antecedentes de estas consultoras internacionales, también todo es posible.

Estos son los sucesos que escoltan el reingreso del riesgo país en el escenario. Un escenario en el que predomina la disputa entre los grupos financieros aún dominantes en la economía mundial (pero en crisis) y gobiernos que buscan quitarse de encima las restricciones impuestas con el neoliberalismo. El riesgo país es una de las herramientas con las que se ejerció el dominio sobre las políticas económicas de los países dependientes, condicionando lo que podrían o no hacer en función del “humor de los mercados”. En la actualidad, por propia voluntad, el gobierno nacional no toma crédito en el mercado financiero mundial, por lo cual la suba del “riesgo país” no encarece, como en los ’80 y los ’90, el costo que paga por endeudarse. Es más una sanción política que económica, que tendrá mayor o menor peso en función de la legitimidad que se conceda a las calificadoras que determinan ese riesgo país.

© Escrito por Raúl Dellatorre y publicado en el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 20 de Mayo de 2012.



Republiqueta... De Alguna Manera...

Republiqueta…

Guillermo, El Noble. Secretario Moreno. Dibujo: Pablo Temes.

Horrores Oficiales. El Gobierno comete graves errores políticos, económicos e institucionales. Los riesgos.

Es la economía, estúpido”, fue la ya legendaria frase que Bill Clinton transformó en su caballito de batalla durante la campaña que lo llevó a la presidencia de EE.UU. en 1992. Esa frase cobra vigencia en nuestro presente. Y este presente desnuda en forma paulatina la dimensión de la crisis económica que comienza a sentirse y que se ve potenciada por el empecinamiento de la Presidenta en negarla. Esta idea de que todo se podía solucionar aplicando la metodología de Guillermo Moreno, lejos de traer soluciones lo único que logra es hacer predecibles los problemas de un mañana de incertidumbre. Moreno, ministro de Economía en funciones, aglutina a buena parte del gabinete en su contra. Las renuncias de cuatro secretarios del Ministerio de Industria son producto del hartazgo de gente consustanciada con el proyecto K que se cansó de asistir con impotencia a los desaguisados de Moreno, siempre apoyados por Cristina. 

La falta de protagonismo del ministro de Economía, Hernán Lorenzino, es consecuencia de una intrascendencia patética. Allí los aportes técnicos los hace alguien a quien Moreno poco aprecia, el viceministro Axel Kicillof. En esta semana se conocieron sus ideas sobre el desdoblamiento del mercado cambiario, que generaron una apresurada desmentida desde el oficialismo. Como lo han reflejado los hechos, muchas de las desmentidas del Gobierno han terminado de ser confirmadas por la realidad. Las muy pocas fuentes que conocen lo que pasa en el círculo áulico de la Presidencia confirman que la idea del desdoblamiento cambiario le fue acercada a CFK. De hecho, así es como funciona hoy el mercado cambiario.

“No va a pasar nada raro”, dijo la Cristina Fernández refiriéndose al dólar, en uno de los “Aló Presidenta” de la semana. Sin embargo, a juzgar por lo que se observó en algunos bancos, el número de quienes no le creyeron va en aumento. De ahí que la cantidad de depósitos en dólares que se están retirando de las cuentas bancarias va en aumento, así como también la demanda de cajas de seguridad. ¿Cuál es el problema de fondo que ha llevado a esta situación? El creciente déficit fiscal. La respuesta es simple; la solución, no.

Entre los pagos correspondientes a la deuda externa y las necesidades de una mayor importación de combustibles, el Gobierno tiene una necesidad mayúscula de dólares que hoy no están en la cantidad suficiente para cubrir los requerimientos del momento. Por eso es que el cerrojo sobre las operaciones es casi total. Así y todo, el drenaje de la divisa norteamericana sigue un curso imparable. El cerrojo complica el desempeño de la economía y la vida de la gente. La existencia de un dólar paralelo al oficial de creciente valor y con una brecha que aumenta es el epifenómeno de esta circunstancia de impredecible evolución.

En este marco, la situación fiscal de las provincias agrega un factor más de inquietud política. El viernes se conoció un dato que inquieta: los giros de fondos de la Nación a las provincias fue el más bajo de los últimos años. A la cabeza de las afectadas está la provincia de Buenos Aires. De ahí la necesidad imperiosa de Daniel Scioli de aprobar la reforma tributaria y crear nuevos impuestos. Es una necesidad compartida con la Nación. En las protestas que el campo viene llevando adelante contra esa iniciativa, el núcleo principal es el referido a los impuestos que aspira a llevarse el Gobierno nacional y que están incluidos en el paquete que deben tratar los diputados bonaerenses la semana entrante. Sobre la aprobación de esta ley hay expectativa en las intendencias. En muchas de ellas ya se verifica un atraso significativo del pago a sus respectivos proveedores. La gota que derramaría el vaso sería la imposibilidad de pagar los sueldos de sus empleados.

Para Scioli, la semana que pasó terminó un poco más tranquila de lo que la empezó. Su declaración, en la que reconoció sus aspiraciones presidenciales para 2015, impactó en la Casa Rosada. Fue ese un misil que le estaban reclamando los intendentes del peronismo que no quieren ver atada su suerte a los caprichos de la Presidenta, hoy encarnados por el vicegobernador Gabriel Mariotto y por La Cámpora.

En las huestes del gobernador se vivían con euforia las reacciones producidas por sus expresiones. Lo primero que allí confirmaron fue que hay mucha gente dentro del peronismo dispuesto a acompañarlo, señal inequívoca del poco afecto que despierta el kirchnerismo. Nadie puede asegurar cómo seguirá esta historia.

La situación judicial por la que atraviesan Mauricio Macri y Amado Boudou es un ejemplo contundente de la realidad política que se vive. El jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires tiene un procesamiento dictado por el controvertido juez federal Norberto Oyarbide y confirmado en fallo unánime por la Sala I de la Cámara Federal. En su momento, Macri buscó la recusación del Dr. Oyarbide, maniobra en la fracasó ya que le fue denegada. Así las cosas, el próximo paso procesal habrá de ser el juicio oral y público, lo que es muy bueno, porque allí es donde se exhibirán las pruebas que serán la base de la sentencia a través de la cual se establecerá definitivamente y a la vista de todos, la culpabilidad o la inocencia de Macri.

Veamos ahora lo sucedido con Boudou en el escandaloso caso de tráfico de influencias destinado a obtener el levantamiento de la quiebra de la ex Ciccone Calcográfica, al que se le ha agregado la causa por enriquecimiento ilícito. Como se recordará, tras un silencio de dos meses desde que se ventiló el caso de la ex Ciccone, el vicepresidente, por indicación de Fernández de Kirchner, acusó al juez federal Daniel Rafecas, al fiscal Carlos Rívolo y al entonces procurador general de la Nación, Esteban Righi. A poco menos de dos meses de la recordada pseudoconferencia de prensa, el éxito de la estrategia del vicepresidente es evidente, ya que los doctores Rafecas y Rívolo fueron apartados del caso y Righi renunció. 

Esta diferente realidad se resume en el siguiente apotegma: para el kirchnerismo, todo; para sus opositores, en cambio, la ley. Triste realidad que aleja a la Argentina del ideal promisorio de una república y la acerca a la penosa dimensión de una republiqueta.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 19 de Mayo de 2012.


Alfajores de Arroz... De Alguna Manera...

El alfajor de arroz tiene más grasas totales que un alfajor tradicional...

Mordeme. Los nutricionistas se resisten a darlo como parte de una dieta. Pero sabe bien y su consumo crece.

Estudio Exclusivo. Es el último boom de los kioscos y es muy consumido por quienes buscan cuidarse de las calorías extra. Pero el único beneficio real es que viene en porciones muy pequeñas.

Arroz inflado, un poco de dulce de leche, una mínima cobertura de chocolate; parece una golosina simple, al paso, que no engorda, ideal para dietas o meriendas apuradas. Además, con el agregado de la tradición argentina del alfajor. Sin embargo, según expertos en nutrición no hay que abusar porque sigue siendo una golosina y no tiene las ventajas, por ejemplo, de cualquier fruta, incluso las estigmatizadas como “gordas”, como la banana.

Un informe de la Fundación Daat (“Inteligencia para el tratamiento de la obesidad y la diabetes”) exclusivo para PERFIL mostró las debilidades de la golosina de arroz  (cuya marca Chocoarroz”, de Delilight, amenaza con convertirse en un genérico): mostró que estas golosinas tienen más grasas totales por unidad que un alfajor –aunque pesan la mitad– y tienen apenas un poco menos de calorías. El único beneficio que brindan como parte de una dieta es el hecho de que su tamaño es menor. De hecho, un alfajor  tradicional pesa entre 45 y 50 gramos, contra los 25 a 30 gramos de un alfajor de arroz.

Viviana Baranchuk, encargada del estudio, remarcó que la principal sorpresa del informe que lideró: “Nos llamó la atención que las grasas saturadas sean iguales a las del alfajor, con prácticamente la misma cantidad de colesterol”.

Baranchuk contó que dejó de recomendar la golosina porque no da saciedad y tiene demasiadas calorías si se piensa en dietas hipocalóricas o personas que quieran mantener su peso, o aprender a comer. “En todo caso”, continúa Baranchuk, “el chocoarroz es una buena colación para una vez al día, a la que no habría que sumarle una barrita de cereal porque se aumenta mucho la ingesta calórica”. Hay que elegir, remarca: o una o la otra, y no más de una vez al día, o a media mañana o a media tarde, pero nunca combinadas.

Como fuera, lo cierto es que el consumo del alfajor de arroz ha explotado y ha logrado convertirse en uno de los éxitos de quiosco del último lustro, lo más nuevo desde la invención de las barritas de cereales hacia fines de los años de 1990: un cálculo del periodista Alfredo Sainz en su blog cifró en 3 millones las unidades que se venden por mes, a un promedio de unos $4. PERFIL consultó a las empresas que las fabrican y venden –aproximadamente media docena– y a sus consultoras de comunicación, pero se negaron a participar en esta nota.

Método. El estudio se hizo con 28 unidades en total (10 barritas de cereal, 4 barritas de cereal light, 7 chocoarroz y 7 alfajores), a partir de la información del rotulado, es decir, sin análisis químico del contenido, y se hizo un promedio de cada categoría. Lo bueno para hipertensos es que el “choco” tiene menos sodio que sus competidores. En calorías, están casi igual a los alfajores; y casi no tienen fibra. Ahí aparece el problema: poseen las mismas grasas o más que un alfajor.

Numéricamente, la golosina de arroz tiene 19,3 gramos de grasas totales, contra 17 gramos de un alfajor, 13,3 gramos de una barrita de cereal y apenas 4,6 gramos de una barrita de cereal light.

Claro que también hay expertos que creen que en el fondo no conviene ninguna (ver aparte) y hay que volver a lo no envasado.

Silvio Schraier, presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, dijo: “No aconsejo ningún producto de estos, si me lo pregunta mi paciente le diré que sí pero no se lo recetaré. El humano puede vivir sin golosinas. Sólo si es muy importante para alguien lo autorizo, pero sin excederse si se trata de dietas de 1.200 calorías diarias”.

 “Siempre es mejor una fruta”

El presidente de la Sociedad Argentina de Nutrición, Silvio Schraier –quien no participó del estudio de Daat–, señaló con reparos que el alfajor de arroz con chocolate es una buena opción como golosina porque es la de menor cantidad de calorías, pero remarca que este hecho no autoriza a comerlo de forma ilimitada.

Y agregó: “La banana no es mala palabra, se puede comer una por día, lo mismo el turrón”. Para Schraier, “el hecho de que un alimento sea light no quiere decir que no engorde sino que tiene un porcentaje menor de calorías o sal o grasa. El clásico turrón tiene más o menos las mismas calorías que una barrita, pero en el imaginario colectivo el turrón engorda y la barrita no. Lo mismo pasa con el chocoarroz. Toda la vida es mejor una fruta, siempre que se pueda hay que elegir un alimento que además de bajas calorías aporte vitaminas o proteínas”.

Y concluyó: “Una fruta convencional, una manzana de 150 gramos, puede tener más calorías que un chocoarroz, 150 calorías. Pero se trataría de una fruta del tamaño de una pelota de tenis”.

Las dietas, CFK y  el chocolate

No hemos hecho ningún estudio en profundidad sobre la golosina de arroz. Sí es algo que se escucha habitualmente en el ambiente de médicos especialistas en nutrición el hecho de que es un producto con muchas grasas. Se supone que la Anmat regula y eso debería estar todo perfectamente verificado y explicitado en las etiquetas. Tienen 80 calorías, es decir que es como una barrita. Y cuando pasan de las 100 calorías es debido a la cobertura símil chocolate, que puede ser más grasa. Esta semana la presidenta de la Nación, Cristina Fernández, me nombró. Debo decir que el hecho de que la Presidenta me vea habitualmente es un honor para mí, independientemente de la ideología política. Me honra. Su expresión fue de broma y me eligió a mí como referente. Me quedo con esa parte. Dijo que la dieta no debe ser aburrida, estoy de acuerdo. Es algo que yo mismo digo todo el tiempo. Pero es que uno imagina que la dieta es así, algo restringido, que hay que cuidarse. Es cierto, pero también es cierto que la dieta deber ser placentera. Yo me sentí gratamente sorprendido por su sentido del humor.

Una vez, nos encontramos en una inauguración, con ella y con Néstor Kirchner, y bromearon con que tenían momentos en que comían medialunas y me veían a mí en la tele y les daba culpa. Fue la única vez que estuve con ellos.

A pesar de que no se vincula con las golosinas quiero aprovechar este espacio para referirme a mi supuesta cercanía con el PRO. A mí me contrató la Ciudad para una tarea técnica, vinculada a la salud de la gente. Es un trabajo por tres meses, y después se verá el impacto. Pero mi idea no es entrar a la política, soy un técnico, y puedo trabajar para Macri o para Pilar o para Malvinas Argentinas.

Alberto Cormillot.  

© Escrito por Martín De Ambrosio y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 20 de Mayo de 2012.

Metamorfosis… De Alguna Manera...

Metamorfosis…

Metamosrfosis dibujo de Pablo Picasso.

Mucho antes de ahora, ya proliferaba la traición. Desde los meses posteriores a la caída de Perón, entre fines de 1955 y comienzos de 1956, la velada o casi explícita imputación recorría los caminos de la patria. Hasta el fugaz (abril 1954/septiembre 1955) vicepresidente de Perón, Alberto Tesaire, era etiquetado así. El vocablo alcanzó luego fornida vigencia en las turbulentas aguas del peronismo. El pacto entre Perón y Frondizi para las elecciones de 1958 procreó infinitas acusaciones de ese género. La serie siguió inexorable, año tras año. En 1965, Perón mandó a su mujer, Isabelita, a la Argentina para disciplinar y castigar a los traidores. Surgieron las fracciones “de pie junto a Perón”, mientras los que marchaban por su cuenta eran tildados de colaboracionistas o, más tenuemente, participacionistas.

Augusto Vandor, el poderoso capo metalúrgico que había participado junto a la plana mayor de los sindicatos del golpe de 1966 contra el gobierno radical de Illia, fue asesinado en 1970, por traidor. Antes de matar luego a su sucesor, los Montoneros coreaban: “¡(José) Rucci, traidor, a vos te va pasar lo mismo que a Vandor!”. Y cumplieron. Ya en pleno baño de sangre previo a 1976, numerosos dirigentes sindicales fueron asesinados por la guerrilla montonera, mientras que bandas criminales de la Triple A liquidaban a centenares de militantes revolucionarios, especialmente los que se definían como peronistas. Unos y otros, Montoneros y Triple A, llamaban traidores a sus víctimas. Pero hasta los propios gobernadores peronistas (Miguel Ragone, Jorge Cepernic, Alberto Martínez Baca, Ricardo Obregón Cano y Oscar Bidegain) fueron derrocados con la anuencia de Perón, y por ser considerados traidores.

La estigmatización de traidores se diluyó hasta comienzos del siglo XXI, pero renació en 2003. La idea de que no hay perdón para los responsables del crimen de deslealtad floreció con los gobiernos de los Kirchner. En nueve años han desfilado por los elencos del Ejecutivo personas que una mañana despertaron anoticiadas de que ya no contaban con la aprobación del monarca. ¿Quién se acuerda de los ministros iniciales, en los que aparecían peronistas como Gustavo Beliz, Alberto Iribarne y Roberto Lavagna? Dueño de un acceso íntimo y total al entonces presidente Kirchner, a quien sirvió al pie de la letra, Alberto Fernández se convirtió en 2008 en paria irremediable, depositario de todas las condenas.

Uno a uno siguen cayendo los muñecos. Martín Lousteau fue la gran esperanza blanca durante breves meses, hasta que lo eyectaron a la intemperie sin remilgos, convertido en blanco móvil. Lavagna fue aceptado como legado necesario de Eduardo Duhalde, pero desde 2006 en adelante se convirtió en un fantasma para el nuevo poder, como si su gestión de cuatro años decisivos nunca hubiera existido.

Cuando la acusación de traidor no es explícitamente verbalizada, los kirchneristas sumergen en el sótano del ostracismo a figuras de las que se desprenden como pesos muertos. ¿Quién le reconoce algo hoy al inesperado secretario de Cultura José Nun, un intelectual que vino de la izquierda no peronista y al que nunca le dieron la hora, hasta que lo echaron?

El Diccionario de la Lengua Española de Espasa-Calpe define la traición como violación de la fidelidad o lealtad “que se debe”. Traición es, en efecto, antónimo de lealtad, pero la definición de este atributo presupone obediencia a una persona, no a un programa. Néstor Kirchner le fue leal a Duhalde entre 2002 y 2003, pero cuando pudo giró 180º y se convirtió en su ejecutor. Nadie pestañeó cuando el aval de Duhalde a Kirchner era todavía reciente y Cristina se subió a un atril para calificar al caudillo bonaerense de capo mafia, el “padrino” de la política criolla, con el que ella nada tenía que ver.

Es el mismo procedimiento que produce hastío en su inmutable perpetuación, esa rutina de acuchillar hoy al socio de ayer, fusilándolo con el escarnio de “traidor”, como lo revelan los casos de Hugo Moyano y Daniel Scioli. Es una ignominia severa, porque al que traiciona le cabe la imputación de enemigo de la patria. El Poder Ejecutivo categoriza de esa manera a quienes se diferencian del Gobierno. Ahí está Scioli, teniendo que aguantar, tras ser elegido como candidato a vicepresidente en 2003 por Kirchner, que un ex dirigente del Partido Comunista le cuente los glóbulos de cristinismo en sangre. ¿Qué son sino ‘traidores’ Gabriel Mariotto, verdugo de Scioli, y Omar Viviani, apóstata de Moyano? En la ofuscada retórica del actual oficialismo argentino, nada más alevoso y pérfido que pensar con la propia cabeza y resistirse a las ignominias de la obsecuencia debida.

Además, desde el kirchnerismo ha germinado otra corriente, paralela a la que nutren los desembarcados del buque del Estado resignados al silencio vitalicio, estupefactos y sin comprender por qué les mostraron la puerta de salida, como Rafael Bielsa y su sucesor, Jorge Taiana. Cuando se evalúa el espesor de los dos primeros cancilleres del kirchnerismo y se lo compara con el del actual, Héctor Timerman, se advierte que la Casa Rosada premia la obediencia y el silencio, jamás el mérito o el talento.

Otro ejemplar del zoológico de los traidores, tal como los define el kirchnerismo, es el indescriptible Sergio Schoklender, que gozó de prebendas, favores y privilegios hasta que una madrugada amaneció como la criatura kafkiana de Metamorfosis, convertido en asqueroso insecto. La propia encubridora de aquel Schoklender, Hebe Pastor de Bonafini, se hace hoy buches con la palabra traidor. Su lengua implacable e incansable etiqueta de esa manera a gente muy de izquierda que, tras haber estado a su lado durante años, se negó a dejarse violar por la retórica incendiaria de “las madres”, como Vicente Zito Lema, Herman Schiller y ahora Osvaldo Bayer. Horrible sendero de cuchilladas traperas y amnesias repulsivas, la cosmogonía de la traición como razón de Estado desnuda la obscenidad de una época.

© Escrito por Pepe Eliaschev y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 19 de Mayo de 2012.