Guerra de Malvinas. Operación Mikado...
Monumento a Malvinas. Río Grande. Tierra del Fuego
Operación Mikado: el fallido ataque británico que disparó
una noche de alarma en Río Grande.
© Publicado el martes 17/05/2022 por el portal El Ciudadano de la ciudad de Rosario, Provincia de Santa Fe, República de los Argentinos.
La ciudad alberga al Batallón de Infantería
de Marina 5 (BIM 5), una de las unidades que intervino durante el conflicto, y
a una base aeronaval, desde donde partieron muchas de las misiones aéreas de
combate contra la flota británica.
La Operación
Mikado, recordada por la historiografía como una frustrada acción militar
que los británicos emprendieron para atacar las instalaciones de la Armada en
Río Grande, Tierra del Fuego, es también la evocación de una vivencia colectiva
sobre la angustia de la guerra de Malvinas en una ciudad en la cual hace 40
años sonaron las alarmas de un ataque enemigo en suelo argentino.
Situada a 600 kilómetros al oeste de
Malvinas, Río Grande es el punto continental más cercano con el archipiélago
que el Reino Unido usurpa desde 1833.
La ciudad alberga al Batallón de Infantería
de Marina 5 (BIM 5), una de las unidades que intervino durante el conflicto, y
a una base aeronaval, desde donde partieron muchas de las misiones aéreas de
combate contra la flota británica.
“La intendencia de Río Grande y las Fuerzas
Armadas generaban simulacros para que la gente esté preparada ante una
emergencia. Las familias tenían que tener una linterna, radio, pilas y comida
por si pasaba algo y había que salir”, recordó en diálogo con Télam el
historiador riograndense Esteban Rodríguez.
Tres días después del desembarco, el 5 de
abril de 1982, al hablar en el Parlamento del Reino Unido, el diputado
británico Ian Lloyd exhortó a los mandos de la Royal Air Force (RAF): “Ataquen
a la aviación naval argentina para que no hostiguen a la fuerza británica,
deben perder la capacidad de utilizar sus aviones porta misiles desde sus
pistas situadas en tierra”.
Un mes después, y tras el hundimiento del
crucero A.R.A. General Belgrano (C-3), dos aviones Super Étendard de la Armada
salieron de la base de Río Grande y cumplieron el objetivo de hundir con
misiles Exocet al destructor británico HMS Sheffield, en uno de los ataques más
fulminantes sufridos por la flota británica en la contienda.
En su libro “Los cien días”, el almirante
británico John Forster Woodward -quien dirigió la fuerza naval enviada por la
primera ministra Margaret Thatcher a las Islas Malvinas- recuerda que durante
el conflicto se pensaba como “una pésima noticia” que la Aviación Naval de
Argentina pudiera “incrementar el suministro” de los misiles Exocet.
Por ese motivo, resultaba imperioso “eliminar
de alguna manera” a los Super Etendard y a los misiles que la Armada argentina
alojaba en esta base de Río Grande, una ciudad que pasó a considerarse como un
objetivo por parte de las fuerzas británicas.
“En algunas esquinas de la ciudad, arriba de
los postes de luz, había un motor con una sirena”, evocó en diálogo con Télam
Juan Carlos Lara, un voluntario que en los días de la guerra integraba una
unidad denominada Red de Observadores Adelantados (ROA).
Como parte de ese grupo, Lara tuvo -con sólo
18 años- la tarea de vigilar los movimientos en la frontera con Chile, a más de
50 kilómetros de la ciudad.
“Cuando sonaba la sirena había que realizar
el oscurecimiento de toda la ciudad”, repasó Lara al momento de revivir
aquellas traumáticas jornadas.
Río Grande tenía en ese entonces 13 mil
habitantes, además de al menos 1.200 hombres de las tres fuerzas armadas
(Ejército, Armada y Fuerza Aérea) y de la Prefectura Naval.
“Dos de los 16 soldados caídos que partieron
desde acá se alojaron en mi casa”, contó Lara.
Además de ser el lugar donde cada 2 de abril
se congregan miles de personas para realizar una vigilia en conmemoración del
conflicto con Gran Bretaña, Río Grande fue declarada el año pasado como “Ciudad
Heroica” por el importante rol que tuvo durante la guerra.
“Había muchas razones para que la ciudad sea
foco de un ataque, y eso ocurrió a mediados de mayo”, subrayó el historiador
Rodríguez.
A un mes de iniciado el conflicto, la Royal
Navy lanzó la Operación Mikado, que
significa “la puerta” en japonés, en alusión a la importancia que tenía para
los británicos neutralizar esta base con el propósito de ganar la guerra.
En su libro “Ataquen Río Grande”, el
investigador Jorge Muñoz plantea las distintas versiones existentes alrededor
de esa operación.
En su trabajo, Muñoz aborda la historia del
helicóptero Sea King que partió desde portaaviones HMS Invincible rumbo al
continente llevando un equipo de nueve hombres del Servicio Aéreo Especial
(SAS).
También menciona el caso de los dos aviones
C-130 Hércules que salieron de la base militar británica de la Isla de
Ascensión.
“Según los informes de la Armada, las
operaciones de los comandos británicos fueron entre el 16 y 17 de mayo, cuando
el A.R.A. Bouchard (D-26) detectó en su sonar a gomones que navegaban hacia la
costa”, según indicó a Télam Rodríguez, quien considera que esta operación
constituyó uno de los momentos “de mayor angustia vividos en Río Grande durante
la guerra”.
Si bien no hay una fecha precisa en la que
las fuerzas armadas británicas decidieron poner en marcha su ataque, la mayoría
de las versiones coinciden en al menos dos cuestiones: que un operativo del SAS
intentó llegar a Río Grande con la misión de destruir los misiles, los aviones
y matar a los pilotos, y que esta situación disparó la alarma de la ciudad
durante una noche a mediados de mayo.
“El Gobierno avisó que no había más
simulacros, es decir que si sonaba la alarma era en serio”, explicó Rodríguez.
“Estábamos mirando la tele, habíamos
terminado de cenar, y en un momento sonó la sirena, se apagó la pantalla, se
cortó la radio y ahí nos asustamos”, recordó emocionada Graciela Quiroga, una
vecina que tenía siete años cuando se estremecía la ciudad.
“Mi vieja estaba embarazada, se metió abajo
de la cama y no podía salir después. Nos costó sacarla”, agregó.
Al igual que las distintas versiones de cómo
y cuándo se desplegó la Operación Mikado,
los testimonios recabados por Rodríguez para su libro también tienen
diferencias.
“Algunos decían que fue un domingo porque
estaban viendo a Tato Bores, pero hay gente que no tiene registro de cuándo
fue”, explica el historiador y argumenta que esto sucede porque “cada persona
tiene una percepción distinta sobre la historia y sus experiencias”.
Sin embargo, el hecho que confirma la inusual
incursión británica en Tierra del Fuego fue cuando el 25 de mayo, el Ministerio
de Relaciones Exteriores chileno afirmó que tres británicos habían sido
encontrados al sur de Punta Arenas, en Chile, a 200 kilómetros de Río Grande.
Los pilotos permanecieron unos días a la
deriva y decidieron entregarse una vez que estuvieran seguros de que estaban en
territorio chileno.
Durante una rueda de prensa, estos militares
argumentaron que fue “una falla en el motor” la que los obligó a descender de
urgencia mientras hacían una patrulla marítima a bordo de su helicóptero Sea
King, una nave que fue encontrada destruida también por aquella zona.
Pese a las distintas versiones del frustrado
ataque y de la información militar que puede conseguirse para intentar
reconstruir los hechos, el denominador común de aquellos días en Río Grande fue
el miedo y la angustia.
“No hay certezas” de la noche que sonó la
alarma. “La mayor certeza es el miedo. Lo que une a todos los relatos de los
vecinos es la angustia”, concluyó Rodríguez.