viernes, 22 de enero de 2021

Homenaje a los Héroes de Malvinas... @dealgunamanera...

 El velero con ex combatientes que enfrentó un mar embravecido para rendir homenaje a los héroes de Malvinas. 


El velero Galileo, anclado en una de las bahías en la Isla de los Estados. 

Una decena de hombres -entre ellos tres veteranos de la guerra de 1982- cumplieron una difícil travesía a la Isla de los Estados. Navegando a vela bajo un clima impiadoso, recorrieron el archipiélago y honraron al comandante Luis Piedra Buena, a los 323 tripulantes fallecidos en el hundimiento del A.R.A. Crucero General Belgrano (C-4) y a los 44 desaparecidos del submarino A.R.A. San Juan (S-42) 

© Escrito por Adrián Pignatelli el viernes 22/01/2021 por el Periódico Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

No era la primera vez que viajaba, pero siempre que contempla las costas de la Isla de los Estados, Nilo Navas -un bahiense de 57 años, profesor de Ciencias Económicas y veterano del A.R.A. Crucero General Belgrano (C-4) - no puede reprimir el sentimiento de emoción por visitar uno de los lugares menos explorados de nuestro país. En las últimas horas de la tarde del 20, el velero Galileo amarró en el puerto de Ushuaia, trayendo a bordo una expedición de diez hombres que él organizó. Así cerró una increíble travesía histórica y cultural, que recorrió los principales puntos históricos de este archipiélago en los mares del sur argentino. 

En 1982, Navas era un cabo primero de Operaciones de 19 años en el A.R.A. Crucero General Belgrano (c-4). En el verano de ese año habían hecho prácticas de tiro en la zona y recuerda como si hubiera ocurrido ayer cuando, ya recuperadas las Malvinas, dejaron el archipiélago y la última luz que vio fue la del faro de San Juan de Salvamento, que el genial Julio Verne inmortalizó en su libro El faro del fin del mundo. 

Ese faro sería su segunda parada, donde colocaron una placa en homenaje al comandante Luis Piedra Buena, pionero de la soberanía austral. Fue un extraño día de calor en un lugar donde llueve casi todas las jornadas. Y lo disfrutaron: varios integrantes de la tripulación se zambulleron en el mar. 

Nilo Navas con el histórico faro de San Juan de Salvamento a sus espaldas. 

Habían comenzado el viaje en la madrugada del 6 de enero, cuando con el velero oceánico Galileo, de 11,5 metros de eslora y 3,75 de manga, perteneciente a la Fundación Malvinas Argentinas, zarparon de Ushuaia. El propósito fue el de rendir homenaje a Piedra Buena, a los caídos del A.R.A. Crucero General Belgrano (C-4) y a la tripulación del submarino A.R.A. San Juan (S-42). 

En un primer paso visitaron las ruinas del antiguo presidio de San Juan de Salvamento y el cementerio, donde se enterraban a los presos. Causó impresión en el grupo ver la tumba de uno de ellos, de tan solo 14 años. “Es muy impactante -describió a Infobae-. Visitando el lugar uno toma conciencia de cómo vivía esa gente, completamente alejados del mundo, y cómo morían muy jóvenes”. 

Cruces que asoman entre los arbustos es lo que queda del cementerio de la isla. 

El que estuvo al mando del timón es el capitán de navío en actividad Andrés Alcides Antonini, que en más de una oportunidad pasó noches enteras haciendo frente a las difíciles condiciones meteorológicas que hacían volar al velero por sobre las olas, sometido a las intensas ráfagas de viento. Tal es así, que aquellos que no tenían tarea asignada en esos momentos debían permanecer acostado y en silencio. 

Esta travesía supuso el doble desafío de hacerla a vela, “tal cual lo hacían los navegantes antiguos”, remarcó Navas. “Por tal motivo, siempre estuvimos condicionados por el estado del tiempo, por los vientos y esperando por las mareas adecuadas para nuestro propósito”. 

La tripulación del velero Galileo debió hacer frente a las adversidades climáticas y a aguas difíciles de navegar. 

La tercera escala fue Puerto Cook. Allí se encuentra el refugio donde Piedra Buena vivió junto a su esposa Julia Dufour. También colocaron placas alusivas, visitaron las ruinas de las casas y el cementerio donde el marino enterraba a los náufragos. 

De la expedición, además de Navas, fueron de la partida otros dos veteranos de Malvinas: Juan Roberto Vera, cabo principal del Belgrano y Roberto Augusto Ulloa, oficial del Destructor A.R.A. Bouchard (D-26), uno de los buques que acudió al rescate de los sobrevivientes del crucero. Para ellos fue de singular importancia la caminata que los llevó atravesar el istmo que divide a la isla de norte a sur, llegar a la bahía Vancouver y escalar una montaña. En su cima clavaron una pesada cruz de lapacho -que habían traído desde Buenos Aires- orientada hacia la posición geográfica exacta del hundimiento del Belgrano. 

La cruz de lapacho que la expedición clavó en la cima de una montaña, mirando hacia la ubicación donde fue hundido el Crucero A.R.A. General Belgrano (C-4). 

Completaron el grupo Facundo Andrés Antonini, hijo del capitán; Mario Ernesto Monserrat, Jorge Jerónimo Patoco, Bautista Ulloa, Álvaro Diez y Leandro Fernández. Los Ulloa, Diez y Fernández pertenecen a La Gaceta Marinera, publicación de la Armada que se edita hace 60 años. 

El crucero hundido en 1982 tiene una especial presencia, ya que desde mediados de los 90, diversos accidentes geográficos de la isla llevan los nombres de los 323 tripulantes fallecidos ese domingo 2 de mayo de 1982. Para Navas fue emocionante ver que, al entrar a Puerto Cook, la punta que asoma a babor lleva el nombre de Juan Carlos Bollo, el cabo clase 62 que dormía arriba de su litera en el Belgrano, amigos inseparables del barrio, de toda la vida, y que quedó para siempre en las aguas del Atlántico Sur. 

Algunas de las placas con las que el grupo homenajeó a Piedra Buena, al Crucero A.R.A. General Belgrano (C-4) y al Submarino A.R.A. San Juan (S-42). 

También estuvieron en la isla Observatorio, una reserva cultural, histórica y turística y permanecieron dos días en Puerto Parry, donde la Armada mantiene un destacamento. Con una placa, rindieron homenaje al submarino A.R.A. San Juan (S-42) y sus 44 tripulantes desaparecidos. 

La decepción del grupo fue el no haber podido llegar, por los caprichos del clima, a la bahía Franklin, donde en 1873 naufragó la goleta Espora, de Piedra Buena. 

Tal como ocurrió a la ida, fue todo un desafío cruzar el Estrecho de Le Maire, que separa a la Isla de los Estados de Tierra del Fuego. Demoraron cinco horas en navegar esas aguas, que a lo largo de los siglos se cobró cientos de naufragios. “Pero el velero es un titán”, destacó Navas. Es que no es el primer viaje de importancia que realiza. Con sus antiguos dueños, en 2008, navegó a las islas Malvinas y éste fue el tercer viaje que hizo a la isla de los Estados. 

Navas y su equipo comenzaron uniendo Mar del Plata con Puerto Madryn; otro año fueron -ida y vuelta- de esa ciudad balnearia hasta Ushuaia; terminarían internándose en la Antártida, visitando las bases argentinas, las islas Shetland, una base española y les quedó llegar a Esperanza, ya que una barrera de hielo le impidió el paso. 

Las Islas Malvinas estuvieron muy presente en esta travesía. Muchos de los accidentes geográficos de la isla llevan los nombres de los caídos del crucero. 

Al velero -que ya lleva navegados alrededor de 22.000 kilómetros- le toca un tiempo de descanso que servirá para repararlo y ponerlo a punto para la próxima expedición que Navas ya tiene en mente, que es la de recrear la campaña anfibia de José de San Martín, que lo llevó desde Chile al Perú. 

En 1984, Navas pidió la baja de la marina, y estudió para ser profesor de ciencias económicas, que es como se gana la vida en su ciudad natal, Bahía Blanca. Ahí todos lo conocen por la difusión de la causa Malvinas desde su programa de radio, que obtuvo premios, y además fue, durante cuatro años, vicepresidente del centro de veteranos local. 

Misión cumplida. La de los 10 integrantes de la expedición.

En el viaje que hizo a la Isla de los Estados en 2017, en el faro de San Juan de Salvamento inauguró la biblioteca “Héroes de Malvinas”, con libros sobre historia argentina, sobre temas de soberanía, que fueron donados en diversos puntos del país.

 

Las placas que colocaron están grabadas en español y en inglés. “Porque el que va, pasa, mira y ve que algo pasó”, explica Navas. Y vaya si algo ocurrió. Nuestra historia.

 

Seguí leyendo:

 

La causa Malvinas a la Antártida: un sobreviviente del Belgrano lidera una expedición para llegar al continente blanco en velero

 

Travesía en velero, con destino a Malvinas

 

 


 

Lufthansa solicitó y obtuvo autorización de la República Argentina para dos vuelos chárter a las Islas Malvinas… @dealgunamanera...

 Lufthansa solicitó y obtuvo autorización de la República Argentina para dos vuelos chárter a las Islas Malvinas…


Información para la Prensa N°: 016/21 

La compañía aérea Lufthansa presentó ante la Administración Nacional de Aviación Civil (ANAC) y ante la provincia de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur la solicitud  de sobrevuelo y aterrizaje para realizar dos vuelos chárter con destino a las Islas Malvinas desde Hamburgo (el primero a realizarse el próximo 1 de febrero y el segundo el 30 de marzo). 

En ambos casos se designa a Ushuaia como aeropuerto alternativo a las Islas Malvinas. 


La solicitud presentada informa que ambos vuelos tienen el mismo objetivo de  transportar a científicos y personal para recambiar a las personas actualmente presentes en la estación científica alemana en la Antártida "Neumayer III" así como el recambio de tripulación para el buque de investigación polar "Polarstern". La autorización de ingreso del mencionado buque a Puerto Argentino había sido solicitada por la Embajada alemana a la Prefectura Naval Argentina en el marco del Decreto 256/2010. 

Lufthansa también informa que todas las personas a bordo de dichos vuelos pasarán 14 días de cuarentena antes del viaje, durante los cuales serán sometidos a tres exámenes PCR (COVID-19), cuatro en el caso de los tripulantes de Lufthansa. 

Se destaca la relevancia de la presentación de la solicitud de Lufthansa ante autoridades argentinas, en tanto implica el reconocimiento de las Islas Malvinas como parte del territorio argentino. 

© Publicado el jueves 21/01/2021 por Cancillería Argentina es un sitio web oficial del Gobierno Argentino.



Democracia social ¿un horizonte compartido?: a propósito de la polémica socialdemócrata… @dealgunamanera…

Democracia social ¿un horizonte compartido?: a propósito de la polémica socialdemócrata…  


La democracia social tiene una historia política y conceptual que va mucho más allá del Estado. Una historia de luchas y proyectos sociales que, al calor de estos tiempos y sus desafíos, merece la pena revisar.

© Escrito por Adrián Velázquez Ramírez el jueves 14/01/2021 y publicado por el Periódico Digital La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

En una reciente nota, Mariano Schuster se propuso examinar los usos del término “socialdemócrata” en el actual discurso político latinoamericano. Usado por la derecha como una manera de tercerizar la crítica al populismo y por izquierda como sinónimo de tibieza, esta histórica tradición política se diluyó en los últimos treinta años a raíz de cierta incapacidad por reinventarse luego de un innegable viraje neoliberal hacia fines del siglo pasado. El impasse ha sido de tal magnitud que no son pocos los que se preguntan si no es mejor terminar el prolongado velatorio, cerrar el cajón y pasar a otra cosa. Ante esta disyuntiva, el texto de Schuster es una bocanada de aire fresco y una convocatoria a repensar si esta tradición todavía tiene algo que ofrecer en la incesante tarea de proyectar horizontes de futuro. 

Desde mi punto de vista, la conversación a la que nos invita Schuster sólo tiene sentido si se aceptan dos postulados que en la práctica han sido difícil de conciliar. En primer lugar, que la socialdemocracia es parte de una casa común más grande (Francisco Reyes dixit) habitada por posiciones ideológicas plurales y diversas que mantienen entre sí interpretaciones a veces francamente antagónicas. En efecto, la actual socialdemocracia puede ubicarse en el árbol genealógico del socialismo democrático. El rechazo a la “dictadura del proletariado” fue sin duda uno de sus aspectos medulares. Acotación crítica que conduce a una -a veces ambigua- sinonimia entre socialismo y democracia. El socialismo sería un fin al que sólo cabría arribar por los medios de la democracia y, a su vez, sólo se puede aspirar al establecimiento de una genuina democracia si se sigue la metodología del socialismo. 

El socialismo sería un fin al que sólo cabría arribar por los medios de la democracia y, a su vez, sólo se puede aspirar al establecimiento de una genuina democracia si se sigue la metodología del socialismo. 

El segundo postulado de la conversación que se abre es que no obstante esta pluralidad ideológica, el socialismo democrático no puede significar cualquier cosa. Por más elástico que sea un concepto, sin un criterio mínimo que permita identificar que pertenece a su campo, este se encuentra condenado a ser el botín de presa de discursos que la definen desde su exterior. Posiblemente haya que buscar en la incapacidad (o incluso la negativa) para discutir y explicitar estos principios la explicación del triste lugar que hoy ocupa el término socialdemocracia en el discurso público. 

Sintetizando: el desafío se trata de reflexionar sobre aquello que habilite la convergencia en la diferencia, de encontrar aquellos principios mínimos que hagan reconocible una identidad común o, por lo menos, que permita reconstruir un sentido de pertenencia compartido. Reconstruir la Casa Grande pasa por dilucidar esta complicada cuestión. 

UN PRINCIPIO: SOCIALIZAR LA VIDA EN COMÚN 


Una forma de acortar el camino de esta titánica tarea es volver al propio objeto que en un principio sostuvo la designación de los partidos socialdemócratas: la democracia social. El término también carga con una buena dosis de ambigüedad y es necesario restituir su sentido original a bien de evitar equívocos. Muchas veces escuchamos a políticos progresistas anunciar la construcción “una democracia con contenido social”. Y aquí mismo empiezan los problemas pues en esta fórmula “lo social” no es un contenido sino una forma y una residencia: identifica la potencia instituyente de la sociedad organizada, conglomerado estructuralmente plural que a través de sus grupos busca participar activamente en la gestión de la vida en común. En efecto, el término «democracia social» surgió primero que nada para señalar una alteridad respecto a la democracia liberal y establecer una crítica a la exclusividad de la representación como único pivote de la política.

Vamos más rápido: durante las primeras décadas del XX, la democracia social era vista como el emergente histórico del movimiento obrero organizado. Identificaba un ámbito extraestatal de construcción del lazo comunitario, con instituciones sociales propias destinadas a permitir y mantener estable la agregación de voluntades individuales que se reconocían como parte de algo más grande, en este caso: una clase popular. 

La democracia social señalaba entonces la emergencia de una sociedad cuya política no se agotaba en la dimensión representativa. Sociedad en la cual el individuo abstracto y autosuficiente encontraba su más radical refutación pues ahí estos individuos siempre se encuentran plenamente inscritos en relaciones de interdependencia, obligados a la solidaridad y a la cooperación. 

En un bello pasaje de  El eclipse de la fraternidad, Antoni Doménech narra cómo, a principios del siglo XX, un miembro del Partido Socialdemócrata Alemán podría educarse en las escuelas y universidades socialdemócratas, acceder a comida mediante la cooperativa, hacer ejercicio en las asociaciones deportivas del partido y “llegada la postrera hora, ser diligentemente enterrado gracias a los servicios de la Sociedad Funeraria Socialdemócrata, con la música de la Internacional convenientemente interpretada por alguna banda socialdemócrata”. Se entiende entonces que el partido era apenas la superficie de un amplio y vigoroso movimiento social de carácter popular. La función del partido era tanto preservar esta forma de vida comunitaria promoviendo la legislación pertinente, así como esforzarse por extender este principio de sociabilidad al resto de la sociedad, pues se pensaba que sólo así se podría trascender el estrecho marco de la sociedad civil liberal, supuestamente conformada por individuos tan autónomos como privados. En América Latina, y más específicamente en Argentina, se pueden atestiguar experiencias equivalentes: algunas de clara raíz socialista y otras, como el peronismo e incluso el radicalismo, de raigambre nacional-popular: casas del pueblo, unidades básicas, ateneos, bibliotecas populares, comités.

La democracia social señalaba entonces la emergencia de una sociedad cuya política no se agotaba en la dimensión representativa. Sociedad en la cual el individuo abstracto y autosuficiente encontraba su más radical refutación pues ahí estos individuos siempre se encuentran plenamente inscritos en relaciones de interdependencia, obligados a la solidaridad y a la cooperación. La democracia social identificaba un desborde respecto al dispositivo del liberalismo y una forma de vida colectiva que aspiraba a cristalizarse en instituciones muy concretas. 

Hoy, huérfanos melancólicos del welfere state, cuando alguien nos dice democracia social casi siempre entendemos ampliación de la política social. Sin duda este es un objetivo noble y urgente, pero en su formulación original la ampliación de derechos sociales era subsidiaria de un objetivo más amplio y ambicioso: asegurar las condiciones para el desarrollo de esta vida comunitaria y consolidar el arribo de una verdadera polis. La penuria socialdemócrata empezó cuando en la posguerra sacrificó lo prioritario para asegurar lo complementario y se volvió destino amargo cuando empeñó lo complementario por estabilidad económica, libre mercado y consumo. 

UNA TESIS CENTRAL: LA DEMOCRACIA Y EL CAPITALISMO TIENEN LÓGICAS CONTRADICTORIAS 


Como bien afirma Sheri Berman, en el primer tercio del siglo XX la primacía de la política fue una de las características de la teoría política que siguieron los partidos socialdemócratas. Esto se materializaba en una cuestión muy específica y urgente: subordinación de la economía de mercado a la democracia. Este objetivo no se conformaba con dibujar un capitalismo con rostro humano ni una economía social de mercado (rúbrica con la cual el SPD y la Democracia Cristiana intentaron disimular el desmantelamiento de la economía política de la RDA luego de 1989). La tesis de fondo era que la lógica democrática y la lógica capitalista resultaban a todas luces incompatibles y que subordinar la economía al imperativo democrático equivalía a transitar el lento, gradual pero firme camino al socialismo.  

Ahora bien, en tanto hemos dicho que la amplia familia del socialismo democrático se caracterizó por un meditado rechazo a la vía bolchevique, es necesario precisar qué se entendía por subordinación de la economía a la lógica democrática. El tópico ameritó grandes discusiones en los partidos socialdemócratas en donde se plantearon posiciones distintas y divergentes. Sin embargo, durante esa maravillosa efervescencia que caracterizó el periodo en entreguerras, el objetivo en común fue el de tratar de pensar instituciones que aseguraran la participación de los grupos sociales en la conducción económica. Planificación no quiere decir aquí otra cosa que economía democráticamente establecida, introduciendo con ello un elemento socializador que entraba en directa contradicción con la árida búsqueda de la ganancia privada. Si bien algunas posturas le otorgaban al Estado un papel central, tampoco la cuestión se reducía a este único ámbito. De nuevo, la idea de democracia social ofrecía un imaginario instituyente que funcionaba de vector de nobles creaciones: cooperativas de producción y consumo, democracia de consejos, co-gestión del lugar de trabajo, representación funcional y corporativa, derechos de participación económica, fueron tan sólo algunos de los dispositivos que se pensaron con el objetivo de reinscribir el hecho económico en el seno de la vida social total (es decir aquella que nos involucra a todos). 

El horizonte democrático socialista había parido un nuevo concepto de libertad, uno que tenía su razón de ser en la mutua imbricación del individuo con sus semejantes, mismos que no eran obstáculos de su libre albedrío sino la propia condición de su libertad. Libertad, entonces, social: es decir, interdependiente, compleja. La democracia social se presentaba como el único dispositivo capaz de gestionar este nuevo tipo de libertad. 

En distintos lugares se incorporaron garantías para darle un cauce legal a esta nueva relación entre democracia y capitalismo. Apareció la idea de una “función social de la propiedad” y pobló toda una nueva generación de Constituciones. Se inscribió lo mismo en Weimar y en la II República Española que en la Constitución peronista del 49 -tantas veces negada-. Convertida en doctrina de derecho administrativo permitió la nacionalización de los recursos y el reparto agrario en el México de Cárdenas. Se colocaba así el tapial que clausuraba la época en la cual la propiedad era entendida como un derecho natural y absoluto. Sin embargo, para bien y para mal, la historia no está hecha de irreversibles.   

Ya en amanecer de la posguerra, en su polémica con Hayek quien recientemente había publicado Caminos de la servidumbre (1944), el historiador económico húngaro Karl Polanyi, exiliado en Austria durante los gobiernos socialdemócratas de la “Viena Roja”, buscó responder a las objeciones de su rival neoliberal introduciendo un último capítulo a esa magna obra que es La Gran Transformación (1944). Ante la advertencia de Hayek respecto a que toda reivindicación de justicia social producía una interferencia con el libre mercado y conducía fatalmente a la erosión de la libertad individual, Polanyi señalaba que la emergencia de la “realidad social” había clausurado definitivamente la utopía liberal del siglo XIX. El horizonte democrático socialista había parido un nuevo concepto de libertad, uno que tenía su razón de ser en la mutua imbricación del individuo con sus semejantes, mismos que no eran obstáculos de su libre albedrío sino la propia condición de su libertad. Libertad, entonces, social: es decir, interdependiente, compleja. La democracia social se presentaba como el único dispositivo capaz de gestionar este nuevo tipo de libertad. 

¿Y AMÉRICA LATINA? ¿EL POPULISMO COMO SOCIALISMO DEMOCRÁTICO? 


Concedamos, por lo menos como hipótesis exploratoria, que la democracia social entendida en estos términos puede funcionar como uno de los principios mínimos que sostienen esa Casa Grande que es el socialismo democrático (por lo menos una de sus columnas o apenas una pared). Esto tal vez tenga una ventaja secundaria: nos permite repensar la relación entre socialismo, populismo y democracia bajo una óptica diferente.  

Sin duda no se trata de equiparar nuestro excepcional y multiforme populismo latinoamericano con la gastada socialdemocracia europea pues, muy a pesar de los politólogos, la única certeza que tenemos hasta aquí es no hay modelos, sólo búsqueda y aventura. Por el contrario, se trata de algo más modesto, de mostrar que pese a las diferencias podemos encontrar algunos vasos comunicantes. También por cierto de la posibilidad de descubrir y reconstruir un imaginario radical compartido vinculado a la tarea de expandir y complejizar el principio de soberanía popular, entendida como la posibilidad de una nación de convertirse en eso que Castoriadis identificaba como una sociedad autónoma y que, por cierto, no excluía a los grandes líderes. Grandes nombres hubo siempre. 

No se trata de equiparar nuestro excepcional y multiforme populismo latinoamericano con la gastada socialdemocracia europea pues, muy a pesar de los politólogos, la única certeza que tenemos hasta aquí es no hay modelos, sólo búsqueda y aventura. 

Un ejemplo: Lázaro Cárdenas es considerado como un populista latinoamericano clásico. Sin embargo, el «Tata» entendió su empresa política como la búsqueda de una vía mexicana al socialismo. Desde esta óptica se propuso organizar el conflicto de clases para convertirlo en el motor de un ascendente proceso de socialización del Estado y de la vida pública. De tal manera que “la lucha económica y social ya no será entonces la diaria e inútil batalla del individuo contra el individuo, sino la contienda corporativa de la cual ha de surgir la justicia y el mejoramiento para todos los hombres» (LC, 1934). 

Restituir estos imaginarios compartidos puede rehabilitar la discusión sobre esta «presencia ausente», como en otro lado Fernando Suárez definió la relación de América Latina con esa longeva tradición socialdemócrata no sólo irreductible a los buenos modales que pretende la derecha, sino profundamente transformadora y plebeya. 

(*) ADRIÁN VELÁZQUEZ RAMÍREZ

INVESTIGADOR DEL CENTRO DE INVESTIGACIONES EN HISTORIA CONCEPTUAL (UNSAM). AUTOR DEL LIBRO “LA DEMOCRACIA COMO MANDATO. RADICALISMO Y PERONISMO EN LA TRANSICIÓN ARGENTINA” (IMAGO MUNDI, 2019).




martes, 19 de enero de 2021

Desgaste oficial… @dealgunamanera...

 Desgaste oficial…


Guardapolvos, Alberto Fernández y Rodríguez Larreta. Dibujo: Pablo Temes. 

Gobierno desconcertado. Preocupa la grieta, pero no la que existe con la oposición sino la que divide al Frente de Todos.


© Escrito por Nelson Castro y publicado el sábado 1601/2021 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 


El gobierno necesita oxígeno. El gabinete necesita oxígeno. No hay que tomarlo a mal, es algo lógico. Cuando asumimos nadie imaginó que estaríamos condicionados por una pandemia a nivel mundial. No estoy diciendo que sin Covid la gestión hubiera sido ejemplar, lo que quiero transmitir es que el nivel de desgaste de algunos sectores y funcionarios ya se empieza a notar y los errores están a la vista”. Quien así se expresa  es un hombre del sector de la coalición más cercano al Presidente con despacho en la Casa Rosada.

 

Es una confesión de una realidad cruda que todos los días trasciende los muros de la Casa de Gobierno. No hace falta transitar sus pasillos para detectarla. Los que deambulan por esos corredores observan con preocupación los rostros de desconcierto y hastío que dejan ver muchos de los funcionarios más cercanos a Alberto Fernández.

 

“La grieta que más preocupa no es la que divide aguas con la oposición. Hay una grieta interna dentro del Frente de Todos. A los que no buscamos la confrontación como herramienta para una supuesta revolución política -en el buen sentido- nos llaman tibios o moderados, sin ver que lo que buscamos en la gestión de acuerdos es el bienestar de los que nos votaron y de los que no. Esto no puede seguir pasando dentro del gobierno. Porque el sector más dialoguista no es ajeno a las críticas y se desgasta la capacidad de trabajo. Del otro lado deberían canalizar mejor las posturas extremistas que se escucharon esta semana” -se quejó otra fuente albertista-.

 

La crítica va dirigida al ex vice gobernador Gabriel Mariotto y a Milagros Sala que en los últimos días arremetieron con virulencia contra el Presidente.  

 

Muchos funcionarios que responden a Alberto Fernández se preguntan por qué resignó su aspiración de liderazgo y, en cambio, decidió someterse a la voluntad de Cristina Fernández de Kirchner. “Cristina tiene la mayoría de los votos pero con eso no le alcanzaba para ganar. La victoria se la posibilitó Alberto”, completa otra voz de su cercanía con tono de decepción y cierta angustia. Lo que dice es absolutamente cierto. La presencia de AF permitió recomponer una cierta unidad del peronismo con la reincorporación de Sergio Massa y el aporte de algunos gobernadores que aún hoy no quieren tener nada que ver con CFK y sus secuaces. Y eso abarca a La Cámpora.

La “revolución” que, según le reveló el Presidente a Eduardo van der Kooy,  reclaman los sectores K es el reconocimiento de los objetivos diferentes que anidan en el Frente de Todos. El kirchnerismo no volvió para ser mejor. Nada mejor se puede esperar de una estructura de pensamiento arcaico encaramado paradojalmente en gente joven. Ese es uno de los estigmas K: su atraso ideológico y metodológico.

 

Los atisbos de “revolución” parecen ser el ida y vuelta de las tensiones con el campo, la nueva fórmula aplicada para el cálculo de los haberes con los que se castigó a los jubilados, el bochornoso fallo que le permite a CFK cobrar jubilaciones y pensiones exorbitantes que ningún otro ciudadano percibe, el intento de expropiación de Vicentín y la reforma de la Justicia buscando no sólo la tan anhelada impunidad de la vicepresidenta  y sus ex funcionarios sino también la suma del poder público.

 

Uno de los territorios en donde la disputa interna se da con más crudeza es la provincia de Buenos Aires. La resistencia de varios dirigentes a la imposición de Máximo Kirchner como presidente del PJ distrital no es poca. No es sólo la oposición a su figura sino también a la metodología de conducción que aplica La Cámpora.

 

Ello está teniendo consecuencias en dirigentes peronistas que quedaron a la intemperie luego del fiasco de Roberto Lavagna y Consenso Federal, quienes están dialogando desde hace varios meses con sus pares justicialistas que forman parte de Juntos por el Cambio. Hay que recordar que tanto Horacio Rodríguez Larreta como Diego Santilli provienen de las entrañas del PJ. En esa tarea están muy activos el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, su secretario de Seguridad, Diego Kravetz y el ex ministro de Gobierno de María Eugenia Vidal, Joaquín De la Torre, un peronista que fue intendente de San Miguel.

 

Las clases, otra vez en duda. En medio del rebrote de Covid 19 y los avatares de la vacunación, la educación y el regreso a las aulas fijado -en principio para el 17 de febrero- vuelve a estar en primer plano. El ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta, determinó esta semana que cada provincia fijará la fecha y la modalidad de ese retorno. Desde el massismo reiteraron que la presencialidad es fundamental y  recordaron que a fines del año pasado “el ministro Trotta chocó de frente con los gremios y hubo que elaborar una ingeniería política con gobernadores e intendentes para volver a las aulas. Anticipan que la negociación será muy dura”. Lo que no dicen es que, desde el nivel nacional, esta vez no quieren pasar por lo mismo y por eso delegaron las negociaciones en cada provincia o jurisdicción. Todo un síntoma de la falta de conducción que asoma desde casi todas las áreas de gobierno. En las últimas horas se supo la decisión presidencial de avanzar con la presencialidad para no regalarle esa bandera a la oposición. Un absurdo.

 

La presencialidad escolar está internacionalmente recomendada. Es algo fuera de discusión. Su desafío es la implementación. Lamentablemente la mezquindad de la puja política de la cual forman parte las conducciones gremiales ha alejado la posibilidad de un trabajo conjunto e inteligente entre gobiernos y sindicatos. De haber existido esa actitud se hubiesen encontrado las formas de lograr ese objetivo de forma segura, como merecen alumnos, docentes y personal auxiliar, según las posibilidades de cada escuela. “En ausencia de un gran sueño, la mezquindad prevalece” (Peter Senge).

 

Producción periodística: Santiago Serra.









 

Dólar, soja y fuga… @dealgunamanera...

 Dólar, soja y fuga… 


 Fotografía: Pablo Anelli

Informe especial: Cómo opera el circuito del contrabando y la simulación de importaciones de la oleaginosa. En 2020 la Argentina perdió 1.900 millones de dólares por el rulo de importar soja para su procesamiento y exportación. Doscientos camiones semanales, sin embargo, llevan previamente los granos desde la Argentina a Paraguay y a Brasil para su reingreso posterior. Las sospechas de la UIF. Por qué no se sostienen los argumentos de productores y exportadores del complejo sojero sobre una maniobra que les reditúa fortunas y al país le provoca una sangría de divisas.  

© Escrito por Rubén Manasés Achdjian (*) y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

“En casa de herrero, cuchillo de palo” es un viejo refrán que alude a la paradoja de un bien que debería abundar en cierto lugar y que, muy por el contrario, escasea. Tal parece ser el caso de la economía argentina, considerada como la tercera productora mundial de porotos de soja pero que aun así debe importar desde terceros países esos mismos porotos que sus tierras producen en abundancia.  

Si esta paradoja ocurriera en nuestra economía solo de manera excepcional -por ejemplo, ante una disminución coyuntural de la producción agrícola por causas estacionales o por emergencias climáticas- o en contextos donde la existencia de importantes stocks de divisas disipara cualquier expectativa devaluatoria, no habría mayor motivo de preocupación. Sin embargo, la economía argentina no transita por ninguna de estas dos situaciones.  

Por el momento, el gobierno logró superar con éxito la tormenta cambiaria que se desató hacia fines de octubre cuando el dólar ilegal, el CCL y MEP iniciaron una escalada que parecía no tener techo. En esos días, los habituales voceros del establishment vaticinaban una inminente y brutal devaluación que, por otra parte, asumían como inevitable. Finalmente, ello felizmente no ocurrió y hoy la situación del mercado de divisas pareciera estar controlada.  

Claro que la estrategia de intervención para tranquilizar al mercado cambiario no fue gratuita y tuvo su trade off: el precio de esta tranquilidad se pagó con reservas del BCRA que, como ya todos sabemos, son escasas. El stock bruto de reservas al cierre de diciembre (39.216 millones de dólares) mostró que, durante la última turbulencia, el Central debió desprenderse de poco más de 2.100 millones en divisas para lograr que volviera cierta calma al mercado.  

Por su parte, el último balance cambiario publicado por la entidad señalaba que, al cierre de noviembre, se registró un nuevo déficit de 753 millones de dólares y que, a esa altura del año, la economía acumuló un “rojo” de 5.795 millones, lo que pone en relieve la clásica evidencia de que la economía argentina consume muchos más dólares que los que logra producir.  

La magnitud de déficit no es grave en sí -hablamos de un punto del PBI- sino que la gravedad que hoy representa se debe al contexto económico en el que tiene lugar. Por ejemplo, durante la gestión del macrismo en el Banco Central (2016-2019) se registró en el balance cambiario un déficit acumulado en cuatro años de 57.983 millones de dólares, a un ritmo promedio de casi 14.500 millones por año que fue cubierto a través de un gigantesco endeudamiento, de mayores liquidaciones de agrodólares y del ingreso masivo de capitales especulativos. Hoy, el actual directorio debe enfrentar una situación menos relevante en términos cuantitativos pero seriamente agravada por el hecho de no poder contar con ninguna de las alternativas mencionadas.  

La soja es hoy el “cuchillo de palo” del sector externo. Según datos del Indec, entre febrero y noviembre de 2020 se importaron poco más de 5 millones de toneladas de porotos de soja por un valor total de 1.900 millones de dólares, una cifra que tampoco sería relevante si no fuera por el contexto crítico que atraviesan las posiciones cambiarias. 

El 92 por ciento de la oleaginosa sin procesar proviene de Paraguay, el resto de Brasil y, en muy menor medida, de Uruguay. ¿Cuál es la razón que justificaría que Argentina les compre porotos de soja a los países vecinos cuando es capaz de producir 50 millones de toneladas al año? Los productores y exportadores del complejo sojero suelen recurrir a los siguientes argumentos.  

En primer lugar, destacan la necesidad del sector aceitero de cumplir en tiempo con sus compromisos de producción. Esto lo lleva a aprovisionarse en otros mercados de suficiente materia prima que ingresa al país en calidad de importaciones temporarias para, luego, procesarlo y exportarlo al mundo bajo la forma de aceite, harinas y pellets. Hasta aquí la respuesta parece más que atendible, si no fuera por algunas otras evidencias que la tornan inconsistente.  

Entre febrero y noviembre, mientras el sector aceitero importaba un promedio mensual de poco más de medio millón de toneladas de soja sin procesar, no se registraban faltantes que justificaran estas compras. Tampoco se interrumpió la exportación, lo que hubiese sido aconsejable para abastecer a la industria local en vez de importar.  

El ejemplo más claro para graficar esta situación tuvo lugar en agosto pasado: mientras los productores informaban la existencia de un stock de 14 millones de toneladas de porotos de soja, las aceiteras importaron 471.400 toneladas. Los agroexportadores, por su parte, declaraban ese mismo mes ventas al exterior por 250.150 toneladas que, de haber permanecido en el mercado local, hubiesen servido para absorber más de la mitad de los suministros externos demandados por las aceiteras. 

Estas operaciones cruzadas y aparentemente descoordinadas tienen, por cierto, nombre y apellido. En agosto, más de la mitad de las exportaciones de soja a granel (132.000 toneladas) fue realizada por la cerealera santafesina Díaz y Forti SA, firma que también exportó en el mismo mes 25.000 toneladas de aceite de soja. Recordemos al lector que hace un mes el BCRA suspendió las operaciones de cambio de Díaz y Forti SA, una módica empresa que creció exponencialmente gracias a vínculos bastante opacos -hoy minuciosamente investigados- con la intervenida aceitera Vicentin.  

Otra razón aducida por el complejo aceitero en favor de la importación es que la soja sin procesar de origen paraguayo posee un mayor contenido en proteínas que la que se cosecha en Argentina. Ello permite un proceso más eficiente de la molienda del poroto y, por ende, una mejor colocación del producto final en los mercados internacionales. Este problema planteado como una falta de aptitud de la naturaleza parecería no tener solución. 

Sin embargo, un estudio producido por Martha Cuniberti y Rosana Herrero, investigadoras del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) muestra que, entre 1997 y 2018, la soja cultivada en la Zona Núcleo (conformada por los principales departamentos agrícolas de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba) perdió 5 puntos porcentuales de valor proteico y que esta pérdida podría haber sido corregida con una adecuada rotación de cultivos y combinando, durante el proceso de industrialización, cantidades adecuadas de soja de 1ª (que tiene mayor contenido de aceite) con soja de 2ª (con mayor contenido proteico). “Estas pérdidas -señala este interesante estudio que el sector sojero parece haber ignorado- se trasladan al productor que recibe un precio menor, a la industria que disminuye su capacidad de molienda y al país por disminución de las primas de harina argentina implicando una caída importante en los ingresos por exportación, como primer exportador mundial de harinas proteicas”. De modo que no se trataría, entonces, de la falta de una aptitud natural de nuestros suelos ya que, luego de leer el informe, queda bien claro que “lo que natura non da, el INTA sí presta”.  

Una tercera respuesta al fenómeno de la importación de soja es la que el propio sector evita comentar. Recientemente, las autoridades policiales y tributarias misioneras detuvieron y decomisaron en la localidad de San Vicente una decena de camiones cargados con soja (aproximadamente 250 toneladas) que se dirigían a Colonia Alicia, en la frontera con Brasil. La fuga de soja argentina desde Misiones al Paraguay y Brasil para eludir el pago de derechos de exportación es una modalidad recurrente del contrabando y, según algunas fuentes, moviliza cerca de 200 camiones semanales que se desplazan desde Chaco, Santa Fe e, incluso, de Buenos Aires hacia la frontera noreste.  

En torno a este problema, el presidente de la Unidad de Información Financiera (UIF), Carlos Cruz, señaló que “cuando los granos no se liquidan oportunamente, no es sólo que quedan en el silo, sino que son objeto de contrabando”. Precisamente, parte de la soja que se fuga por la canaleta del contrabando es la misma que vuelve a ingresar al país bajo la modalidad de importación temporaria para ser procesada en las plantas de molienda locales.  

Es importante recordar, además, que el régimen de importación temporaria permite que el industrial aceitero pueda deducir el valor de la importación de la materia prima de la base imponible sobre la que se aplican los derechos de exportación que debe pagarle al fisco argentino, de modo tal que solo debe abonar el gravamen por el valor agregado del procesamiento industrial. Ahora bien: ¿qué sucede en términos tributarios si una empresa lograra pasar de contrabando soja a granel a través de alguna de nuestras fronteras con destino a una filial o empresa asociada, por ejemplo, en Brasil o Paraguay para, luego, importar legalmente esa misma soja, en carácter temporario, para producir aceite, venderlo al exterior y pagar derechos de exportación solo por la diferencia de precios existentes entre el aceite y la materia prima? La respuesta es bien sencilla. Tan sencilla, que obliga a mencionarla en voz baja.  

En muchos meses consecutivos de esta larga pandemia y sus consecuencias más evidentes (retracción económica, caída de reservas y restricción cambiaria), las miradas del gobierno y de los principales medios estuvieron puestas en el goteo incesante de reservas para satisfacer el deseo de atesoramiento de los pequeños ahorristas, habilitados a comprar de a 200 dólares por mes con el fin de preservar sus ingresos o para obtener una pequeña renta diferencial haciéndolos puré en el mercado ilegal. No intento minimizar este fenómeno sino señalar apenas que, mientras esto ocurría, también sucedían estas otras fugas más relevantes y sofisticadas, sin duda. Fugas sobre las que se habla muy poco y distorsionadas con operaciones mediáticas e infundadas denuncias sobre un supuesto avance del gobierno sobre la propiedad privada. 

Una decidida estrategia de intervención pública en el mercado de granos, que no se agote en su aspecto exclusivamente cambiario y que se proponga coordinar la demanda y la oferta, evitando faltantes para el proceso industrial y, al mismo tiempo, combatiendo el contrabando y otras operaciones más complejas de evasión o elusión impositiva, aconsejan a todas luces que la cuestión un lugar de primer orden en la agenda pública. Sin estridencias ni anuncios oficiales que luego deben ser retrotraídos.  

En nuestra economía el complejo agroexportador en general -y el complejo sojero en particular- es, tradicionalmente, el principal generador de divisas. Es razonable pensar entonces que el control, la regulación y la transparencia en todas estas actividades merecen una acción coordinada y efectiva de numerosas agencias gubernamentales, y no solo de la cartera económica o del Banco Central de manera aislada.  

Por lo pronto, el esfuerzo público por frenar el drenaje de más de 1.900 millones de dólares anuales que van a parar a otras economías en vez de reinvertirse en el país bien vale la pena.  

(*) Politólogo (UBA). Director de la consultora Tramas & Tendencias.  

CLAVES: contrabando dólares 

* El 92 por ciento de la soja sin procesar proviene de Paraguay, el resto de Brasil y, en muy menor medida, de Uruguay. 

*  La fuga de soja para eludir el pago de derechos de exportación es una modalidad recurrente del contrabando. 

* En agosto, más de la mitad de las exportaciones de soja a granel fue realizada por la santafesina Díaz y Forti SA, vinculada a la intervenida Vicentin. 

* El control, la regulación y la transparencia del complejo sojero merece una acción coordinada de las agencias gubernamentales.