Incomunicados…
La presidenta habló más de tres horas en el Congreso.
La Presidenta, en su discurso del viernes
ante la Asamblea Legislativa, pintó una Argentina que para sus críticos no
refleja el país real.
El gran protagonista político de esta
década kirchnerista es el abismo que existe entre las visiones de quienes
adhieren y de quienes se oponen al Gobierno. Cada uno percibe al otro como
irracional o deshonesto. Los lectores de PERFIL conocen la continua
preocupación de este diario por explicar esa incomunicación. La contratapa de
hace dos domingos titulada “Fijación de la creencia” (http://e.perfil.com/fijacioncreencias),
dedicada al ensayo de Thomas Kelly Desacuerdo, dogmatismo y polarización de la
creencia; y la contratapa de ayer, que se concentró en el texto de Jennifer
Lackey “Desacuerdo y dependencia de la creencia”, de su libro La epistemología
del desacuerdo,(http://e.perfil.com/creencia)
buscan ayudar a que los opuestos se entiendan.
En esta contratapa se continúa con el tema desde la tesis del libro Logic
and conversation, de Paul Grice, uno de los padres de la pragmática, con su
“principio de cooperación” en el intercambio comunicativo y el concepto de
“implicaturas” (complementario del de explicatura), que podría sintetizarse en
que significado, contexto y cultura son inseparables.
Resumidamente: se puede mentir sin faltar a la verdad, técnica en la que este gobierno da cátedra.
Un ejemplo simple; supongamos que alguien afirma: “María tiene dos
hermanas”. Podría ser mentira sin que la afirmación fuera falsa, lo que en este
caso supondría que María tuviera al menos dos parientes que son hijos de al
menos uno de los padres de María y que pertenecen al género femenino, si además
de dos hermanas María tuviera también una tercera hermana.
Que sea verdad o mentira dependerá del contexto. No será lo mismo en el
caso de que una maestra de primaria, encargada de planificar un acto escolar,
entrara a un aula que no fuera la suya y dijera a una colega: “¿Tenés algún
alumno que pueda traer dos hermanos al acto? Tengo un sketch sobre la hermandad
y preciso dos hermanos”. Y la otra maestra responde: “María tiene dos
hermanas”. Que en el caso bien distinto de la muerte de un tío lejano de María
que, al no tener hijos, decide dejar su herencia a sus sobrinos, y cuando el
albacea pregunta al esposo de María cuántos hermanos tiene la heredera, el
hombre responde: “María tiene dos hermanas”, sabiendo que hay una tercera que
vive aislada del mundo.
Las implicaturas conversacionales son sentidos que se interpretan a partir
del modo en que algo es dicho más que a partir de lo que es dicho. Procesamos
implicaturas conversacionales todo el tiempo y por lo general no estamos al
tanto de que lo hacemos. Por ejemplo, si alguien pregunta “¿podés cerrar la
puerta?”, no se le responde “sí”, confirmando que podría, sino que se realiza
el acto no lingüístico de cerrar la puerta. En este caso, aunque quien hizo el
pedido haya usado las palabras de un modo que es convencionalmente una
pregunta, se puede inferir que está haciendo un pedido. Esto que parece nimio
tiene correlato permanente en la vida política.
Una de las tantas notas periodísticas donde el ejemplo de “María tiene dos hermanas” se traslada al discurso político se pudo leer el 9 de febrero cuando los diarios Página/12 y La Nación publicaron la misma información de muy diferente forma. La Nación: “Venezuela reconoció su crisis…”, “Durante la semana (el dólar) había superado los 19 bolívares por un dólar”. Página/12: “Venezuela contra los ataques especulativos” (el dólar oficial se devaluó a 6,30 bolívares) “... aunque en el ilegal mercado paralelo este monto se duplica o triplica”. Como 19 triplica a 6,30, no se falta a la verdad al decir “que duplica o triplica”, aunque da idea de algo en el medio de esas dos magnitudes, pero no alcanzaría a cumplir con los requisitos del principio de colaboración comunicativa de Paul Grice, que consta de cuatro máximas:
1- Máxima de la cantidad: haga que su contribución sea todo lo informativa que requiera el propósito (ni menos para omitir, ni más de lo necesario para confundir).
2- Máxima de la cualidad: intente que su contribución sea verdadera (no diga algo para lo cual se carezca de evidencia adecuada).
3- Máxima de la relación: diga cosas relevantes (no se vaya por las ramas, excluya lo superfluo).
4- Máxima de la modalidad: sea claro (evite la oscuridad expresiva y la ambigüedad).
Pero en el ejemplo citado, Página/12 podría no estar mintiéndole al lector
al disimular la real diferencia entre el dólar paralelo y el oficial en
Venezuela, diciendo que es el doble o triple en lugar de decir sólo el triple.
Como en toda comunicación es necesario atender a la interpretación de los
enunciados, responsables del “significado añadido” que conlleva la implicatura,
si el pacto de lectura que estableció ese diario con sus lectores asume un
compromiso militante, y los lectores de Página/12 no sólo no se sienten
engañados, sino que están satisfechos con esas omisiones o agregados en la
información, no se mentiría, aun faltando a la verdad. Una perspectiva de la
pragmática trabaja con el concepto de ostensión e inferencia, entendido como
producción e interpretación de inferencias que el destinatario pueda captar
para decodificar correctamente las implicaturas del mensaje (la diferencia
entre lo que se dice y lo que se comunica). El discurso periodístico militante
está incardinado con la política porque no sólo suministra información, sino
que la administra.
El “principio de colaboración” en el intercambio comunicativo de Paul Grice
también se justifica en que el origen del lenguaje fue la colaboración porque
las condiciones de extrema dureza en que vivían nuestros antepasados exigían
inventar la comunicación para advertir los peligros y coordinar las defensas.
“Un mensaje es pertinente cuando genera información que no estaba ni en el enunciado, ni en el ambiente, ni en el texto, ni en el contexto”.
Los políticos rara vez hacen eso cuando responden preguntas ni siguen las
cuatro máximas colaborativas de Grice. Pero sus implicaturas pueden ayudarnos a
decodificar qué no dicen y reducir nuestra Babel política.
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