La vida es un tablero de ajedrez en donde los cuadros blancos son los días y los cuadros negros son las noches... Nosotros, somos las piezas que vamos de aquí para allá para caer al final en el cuadro de la nada... De Alguna Manera... Una Alternativa…
1er. FESTIVAL DE LA CANCIÓN SOCIAL EN BUENOS AIRES los días 21, 22, 23 y 24 DE MARZO DE 2009
Talastilla es una agrupación cultural integrada por compañeros de distintas organizaciones sociales y agrupaciones políticas que entienden la acción cultural como un proceso inseparable de las luchas sociales, de la cuestión nacional y de la reivindicación de quienes en ellas entregaron lo mejor de sus vidas. Nuestra tarea esta vinculada a la música, el teatro, las artes plásticas y las muy diversas expresiones artísticas cuya perspectiva recorta, plasma y transmite las experiencias de la gente que se organiza y lucha, que se compromete con su tiempo y que ante el avasallamiento incesante de un poder cada día más cruento e inescrupuloso, responde con más lucha, más organización y más sentido solidario.
Por esta razón, nos encontramos organizando el 1º FESTIVAL DE LA CANCIÓN SOCIAL para celebrar y difundir a los artistas que han hecho de la canción una verdadera herramienta social. El festival se realizará el 21, 22, 23 y 24 de Marzo de 2009 en el ECUNHI (Espacio Cultural Nuestros Hijos) Av. Libertador 8465 (ex ESMA) y nos reunirá con varios de los referentes más importantes de esta expresión popular.
Entre ellos, nos entregará sus canciones una vez más TERESA PARODI, referente ineludible de la canción, anfitriona y madrina de este 1º Festival de la Canción Social.
También han confirmado su participación el CUARTETO CEDRÓN, IGNACIO COPANI, CATALINAS SUR, BUENOS AIRES NEGRO, MATEMURGA, HUGO FERNANDEZ PANCONI, FERNANDO MONTALBANO, SERGIO LOBO, entre otros. La entrada para asistir a cada presentación será un útil escolar que distribuirán las organizaciones sociales que participan de este encuentro que, además, coincide en su cierre, con otro aniversario de aquel oscuro 24 de marzo del 76 en dónde. sin dudas, los movimientos culturales y la canción social, claro está, emprendían un durísimo camino de resistencia.
¡¡¡Noticia de último momento!: LEÓN GIECO confirmó su participación para el cierre!!!
3 de enero de 1833: La usurpación pirata de las Islas Malvinas
El día 3 de enero el Tte. Cnel. José María Pinedo, al mando de la Corbeta Sarandí, intenta impedir dicho acto de agresión, pero se ve superado en número. Los piratas (británicos) eran tres veces superior al número argentino, ya que los ingleses que acompañaban a Pinedo se negaron a luchar contra su bandera.
El 3 de enero, son usurpadas las Islas Malvinas. El comandante Onslow, de la Corbeta Clío, tomó posesión de Puerto Soledad. El día 5, el pequeño buque argentino Sarandí, se retira hacia Buenos Aires. Mientras tanto, luego de haber arriado la bandera argentina de las islas, Onslow, iza la bandera inglesa. Carente de otras órdenes, el capitán inglés abandona Puerto Soledad, y deja en custodia de la bandera, al escocés Dickson.
El día 3 de enero el Tte. Cnel. José María Pinedo, al mando de la Corbeta Sarandí, intenta impedir dicho acto de agresión, pero se ve superado en número. Los piratas (británicos) eran tres veces superior al número argentino, ya que los ingleses que acompañaban a Pinedo se negaron a luchar contra su bandera. Por lo tanto eran solo 14 soldados y otros 10 civiles sin armas. Por ese motivo, Pinedo no tuvo otra alternativa que rendirse.
Por este acto, Pinedo fue sancionado por el Consejo Supremo de Guerra y Marina. Según el art. 41 del Código Naval, todo Comandante de guerra debe defender su pabellón de cualquier superioridad con que fuese atacado, con el mas valor y nunca se rendirá a fuerzas superiores sin cubrirse de gloria en su gallarda resistencia...
Mas allá de la decisión de Pinedo, los británicos en este día pero hace 175 años, nos han usurpado una pequeña pero querida parte de nuestro territorio nacional.
El día 15, llega el buque Sarandí a Buenos Aires. Ese mismo día el gobierno realiza una protesta al encargado de negocios británico, quien niega los hechos.
La operación británica fue preparado de mucho tiempo antes, nada es producto de la casualidad. A fines de 1831, los Estados Unidos dieron su colaboración. El 28 de diciembre de 1831, arribó a Soledad la corbeta Lexington, destruyendo armamento, saqueando habitaciones y cazando ganado salvaje. Después de arrestar a los colonos, se mantuvo prisioneros a seis argentinos.
Para cuando arribó Pinedo a las islas, había un gran grado de anarquía en el archipiélago, haciéndose difícil el acatamiento del orden, tanto para los pocos habitantes que habían quedado como para los miembros de la tripulación de Pinedo, que en su mayoría eran ingleses.
En las ediciones de ayer y de hoy de PERFIL, el lector ha encontrado la información inherente a la decisión de Radio Del Plata de levantar del aire mi programa, Puntos de Vista, que se emitía de lunes a viernes en el horario de 6 a 9 de la mañana.
En las ediciones de ayer y de hoy de PERFIL, el lector ha encontrado la información inherente a la decisión de Radio Del Plata de levantar del aire mi programa, Puntos de Vista, que se emitía de lunes a viernes en el horario de 6 a 9 de la mañana.
El desarrollo y desenlace de este episodio ha sido fulminante. Es un hecho que cobra una relevancia mayor, que excede a mi persona, debido al contexto dado por la situación de apremio a la libertad de expresión que se viene experimentado en nuestro país a lo largo del gobierno del matrimonio Kirchner.
Los hechos
Entre principios y mediados de noviembre del año pasado, Radio Del Plata fue adquirida por la empresa Electroingeniería. Esto generó inquietud en muchos de los que formamos parte de la grilla de su programación. La relación de cercanía de la empresa con el Gobierno era y es algo bien conocido. Se generó, entonces, una duda: ¿qué pasaría con muchos de los que formábamos parte de esa programación atento a nuestras posturas independientes y, muchas veces, críticas del Gobierno? En nuestro caso estaba, además, la circunstancia de un contrato vigente que expiraba a fines de este año 2009.
En conocimiento de esta inquietud, las autoridades de la empresa, cuya sede está en la provincia de Córdoba en donde Radio Del Plata no tiene repetidora y, por lo tanto, no se escucha por aire, bajaron a Buenos Aires con el objetivo de hacernos saber, personalmente, de su interés para que continuáramos en la emisora. Nos aseguraron, asimismo, el total y absoluto respeto a nuestra libertad.
Allí planteamos, además, un tema: ¿qué actitud tomaría la empresa cuando hubiera una información referida a alguna controversia o denuncia que la involucrara? Allí expusimos, en forma clara y franca, que nuestra norma es la de no eludir los temas que involucran a los propietarios de los medios en los que trabajamos. Así lo hicimos, por ejemplo, cuando hubo una denuncia por una supuesta irregularidad en la emisión de facturas correspondientes a órdenes de publicidad que, en 2007, involucraban a Ideas del Sur, la productora de Marcelo Tinelli. Recuerdo que no tuvimos ningún inconveniente. Marcelo entendió perfectamente que por el hecho de ser él el propietario de la radio, no tenía derecho a que se silenciara un acontecimiento público que aludía a su empresa y que lo que correspondía era dar las respuestas pertinentes.
Bien, lo cierto es que, presentado el tópico ante las autoridades de Electroingeniería no opusieron reparos a la enunciación de nuestra conducta. Esas fueron las palabras. Los hechos habrían de ser bien distintos.
En su edición del domingo 4 de enero pasado, el diario La Nación publicó en su tapa una nota referida a un informe de la Auditoría General de la Nación (AGN) en la que se hablaba de sobreprecios en el costo de las obras de tendidos de redes eléctricas en el sur del país. La empresa aludida en ese informe era –es– Electroingeniería.
Los contratos de obra pública constituyen asuntos de interés público y, mucho más, cuando hay un organismo de control que emite un dictamen crítico sobre ellos. Es bien sabido que la obra pública ha sido y es, fuente de muchos casos de corrupción no sólo en la Argentina sino, también, en el mundo entero.
No había ninguna duda, pues, que este era un tema de interés público y atención sobre al que se abocaría, no sólo nuestro programa en la mañana del lunes 5 de enero. En efecto, pues, así como nosotros, también tuvieron este tema en su agenda el programa de la primera mañana de Radio Mitre que conduce Ernesto Tenembaum y el de Antonio Lage por Radio Blue.
En nuestro caso, la forma cómo se abordó la cuestión fue la de costumbre ante estos hechos: se lo llamó primero al diputado de la Coalición Cívica Juan Carlos Morán, que había hecho la primera denuncia sobre el caso, y luego se lo contactó al vocero de Electroingeniería, ingeniero Carlos Bergoglio, para escuchar su respuesta. Esto es el abc del periodismo. Al respecto, hay que decir que el ingeniero Bergoglio había sido llamado por la producción del programa en la tarde noche del domingo 4 para concertar la entrevista sobre la que el vocero de la empresa no opuso ningún reparo ni objeción.
En honor a la verdad, hay que consignar que las respuestas dadas por Bergoglio a cada uno de los cuestionamientos que se le hicieron fueron sintéticas, entendibles y fundamentadas.
Por sus características, fue una nota más de tantas, sin ninguna repercusión particular.
Fue varios días después que, oficialmente, se nos hizo saber del “profundo desagrado” que la tan mentada nota había producido a las autoridades de la empresa. Aparecía aquí una contradicción ya que, la misma empresa que se avenía a hablar sobre el tema en otros medios, no aceptaba que eso mismo se hiciera en la radio de su propiedad.
A ese desagrado se le sumó el del entorno presidencial que día tras día hacía saber a distintas autoridades de la emisora el disgusto por mis críticas tanto a la Presidenta como a su esposo, el ex presidente en funciones.
El desagrado aquel sumado a este generó una ecuación de resultado letal para nuestra permanencia en la emisora. Por lo tanto, la radio decidió el levantamiento de nuestro programa. Es lo que expresa el documento de rescisión en el que se lee:
“…Que, Del Plata ha decidido retirar del aire y dejar de emitir el programa Puntos de Vista a partir del 2 de febrero de 2009 y, consecuentemente, rescindir el contrato.”
En el medio de todo esto no faltaron las idas y venidas habituales de todos estos hechos siempre desagradables. Hubo quienes desde la radio hicieron trascender que era yo quien me quería ir y que todo esto no era más que una estrategia para conseguir un contrato mejor. Un verdadero disparate que queda desmentido por el texto arriba citado y por la realidad de mi presente laboral: a 2 de febrero y con todo un año por delante me he quedado sin el programa de radio que, con mi equipo, venía haciendo desde hace 16 años.
Es cierto que ha habido una indemnización. Pero a un daño como éste no hay indemnización que lo resarza.
Es una realidad dura que han vivido otros antes que yo durante el gobierno de los Kirchner. En efecto, Víctor Hugo Morales, Pepe Eliaschev, Alfredo Leuco y Jorge Lanata, han pasado por lo que nos toca vivir a mi equipo y a mi en estas horas.
La relación de los Kirchner con los medios que no les demuestran adhesión ha sido siempre mala. Los testimonios provenientes de Santa Cruz son abundantes en este sentido. La realidad de medios que por tener posiciones críticas hacia el entonces gobernador eran víctimas de persecución, retiro de publicidad oficial y hasta de acoso judicial. Todo eso era la norma de aquel panorama desolador para la libertad de prensa.
En este marco, recuerdo una anécdota. Fue en el año 2000. Había viajado en representación de la Asociación Periodistas, lamentablemente disuelta en 2004, a Comodoro Rivadavia. Se hacía allí una reunión de periodistas de la Patagonia y el tema eran las dificultades que los colegas de la región tenían para desarrollar su tarea con libertad. Terminada la conferencia, subí a mi habitación del hotel a esperar el momento de la cena. Fue entonces que escuché que alguien pasaba un sobre debajo de la puerta. Al recogerlo y abrirlo, me encontré con un mensaje firmado por tres periodistas de Santa Cruz que pedían reserva sobre sus nombres. En el mensaje solicitaban que la Asociación enviara algún observador a la provincia para tomar conocimiento de las dificultades que tenían para desempeñar sus tareas los periodistas y los medios que no se resignaban a la confiscación de su independencia. Sé que Marcelo Zlotogwiazda vivió una experiencia similar a ésta.
Esa realidad de la provincia de Santa Cruz se viene expandiendo a nivel nacional.
Ya en la misma Radio Del Plata, cuando era propiedad de Marcelo Tinelli allá por el año 2006, el Gobierno puso trabas al decreto de concesión de la emisora debido al disgusto que le producía que allí trabajáramos Jorge Lanata y yo. Fue un momento muy difícil en el que, debo decir, Marcelo nos respaldó, defendiendo nuestra libertad contra viento y marea.
Qué decir del intento del ahogo financiero a PERFIL, no sólo con la restricción de la publicidad oficial sino también con el acoso a aquellas empresas privadas que querían anunciar en el diario, lo que motivó aquel famoso fideicomiso que originaron los lectores.
Esta es la realidad que vivimos hoy en día. Es una realidad que no es exclusiva de los Kirchner. Es, en verdad, una matriz que se replica en el país a todo nivel. La ponen en práctica muchos gobernadores e intendentes de distintas regiones y de distinto color político.
En el caso del Gobierno el proyecto es claro. Aquí están empresas que tienen negocios con el Gobierno, que compran medios y que, además, reciben publicidad oficial a carradas. En esos medios la idea es que no se hable de ningún aspecto controversial que circunde a los contratos por obra pública que hacen esas empresas. Tampoco agrada que se sea muy crítico del matrimonio presidencial. Ese es el mensaje que conlleva el levantamiento de nuestro programa Puntos de Vista. Un dato más: Electroingeniería ha hecho saber que piensan comprar más medios. Inquietante.
Se cierne sobre nuestro país un riesgo serio y creciente sobre la libertad de expresión. Por eso es que éstos son temas de fundamental importancia a los que la sociedad debe atender. Ya no es sólo por la situación laboral de cada uno de los que somos sucesivamente afectados.
Esto va más allá. Tiene que ver con la esencia misma de la democracia que es la pluralidad. Porque el periodismo libre es un instrumento fundamental para hacer a la sociedad más democrática y honesta.
Yo prometo… Ser fuerte hasta el punto que nada pueda perturbar mi serenidad de espíritu.
Yo prometo… Hablar de salud, de felicidad y de prosperidad a toda persona que yo encuentre.
Yo prometo… Inculcar a mis amigos la confianza en ellos mismos.
Yo prometo… No considerar más que el lado bueno de las cosas ese es el verdadero optimismo.
Yo prometo… No soñar más que lo mejor, de no trabajar más que por lo mejor y de no esperar más que lo mejor.
Yo prometo… Manifestar tanto entusiasmo por los éxitos de otros como por los míos. Yo prometo… Olvidar los errores pasados y ver de hacer mejor en el futuro.
Yo prometo… Tener siempre un espíritu alegre y la sonrisa para toda persona que yo encuentre.
Yo prometo… Consagrar tanto de mi tiempo a mejorarme a mi mismo que yo no tenga tiempo para criticar a los demás.
Yo prometo… Ser demasiado magnánime para atormentarme, demasiado noble para irritarme, demasiado fuerte para temer y demasiado feliz para dejarme perturbar.
No todos los nombres que palpitan en nuestra historia tienen el mismo significado. No hay un significado unánime. Para muchos “Puerto Belgrano” es la gloriosa plataforma de los míticos Gloster Meteors de los bombardeos del ’55. Se suele, todavía, un poco en conversaciones privadas, evocar el chiste de la época: que los obreros peronistas que salieron a “dar la vida por Perón” huían agazapados no bien venían los Gloster Meteors. La conclusión es: ¿Dónde estaba la valentía de esos “grasas” que no enfrentaban a los Gloster? Otros aducen que los “grasas” fueron muy imprudentes y se quedaron en la Plaza de Mayo por orden de la CGT que –también irresponsablemente– los envió. Dicen que de no mediar esa doble imprudencia, los Gloster de la Marina no habrían matado a tanta gente. Como si la culpa fuera de las víctimas.
Para otros “Puerto Belgrano” es un nombre que mete miedo o, cuanto menos, intranquiliza. Siempre suele salir algo ligado con la muerte o la persecución ideológica de ahí. La Base Almirante Zar será –para algunos cavernícolas y para muchos cautelosos momentáneos– el inicio del merecido escarmiento que se buscó la subversión. Para otros, el inicio del modelo de masacre que se implementó a partir del ’76. Para todos estos –para los que ven una continuidad entre los Gloster del ’55 y la ESMA del ’76–, que la Marina tenga un “Servicio de Inteligencia” no es algo que serene los nervios o alegre el espíritu. Remueve los más oscuros recuerdos y –precisamente– nos recuerda que la Muerte siempre acecha. Porque es la Muerte eso que late en la Inteligencia de la Marina. ¿Por qué llevan archivos secretos? ¿Por qué vigilan a sectores de la ciudadanía? ¿Por qué vigilan a los indigenistas? ¿Qué metodología tienen hoy para definir al “enemigo”? Dado que para la “Inteligencia Militar” la realidad –la entera y total realidad– se divide entre ellos y “el enemigo”. Esta figura –la del “enemigo”– puede tomar distintas formas pero la finalidad de espiarlo, seguirlo, conocer su modo de actuar o hasta sus modales más secretos, íntimos, será siempre la de reprimirlo o aniquilarlo.
Se equivocan quienes bromean con la dupla de conceptos “inteligencia” y “militar” y hacen el transitado chiste sobre la ausencia de inteligencia en los militares. No, los militares son muy inteligentes. Es más: si acaso definiéramos “inteligencia” como la acción de llevar a cabo lo que más le conviene a uno, la “inteligencia militar” sería una de las inteligencias más inteligentes. Cierto es que se bromea diciendo que la dictadura militar prohibió en Córdoba un libro llamado La cuba electrolítica. Se les dice: “¡Qué brutos!” Se los ridiculiza. Y muchos, sabiamente, saben que ahí radica uno de las caras del terror. La “inteligencia militar” es torpe, pero en su torpeza está su expansión, su despliegue mortal. Ellos no necesitan muchas pruebas. Leen “cuba” y hacen fuego. De ahí que uno no terminará nunca de quemar libros de su biblioteca. Todos, al final, eran peligrosos.
Cierta vez, mi amigo Marcelo Brodsky me mostró la ficha de entrada de su hermano desaparecido en la ESMA. Tenía errores de ortografía. La “inteligencia militar” no necesita ser “culta”. Sólo necesita señalar a su enemigo, marcar su territorio. Y ese territorio tiende a ser vasto porque el enemigo acaba por no tener contornos. La “inteligencia militar” es paranoica. Todo servicio de inteligencia es paranoico. Esa paranoia tiene elementos que funcionan como poderosos disparadores. “Cuba” es marxismo, es guerrilla, es foquismo, es guerra fría, es Castro, es el Che y es “Tercera Guerra Mundial”. “Cuba electrolítica” es lo mismo. La subversión usa muchos disfraces. La subversión se infiltra en el sano cuerpo social de los argentinos. “Electrolítica” es –quién podría dudarlo– una maniobra de la subversión para infiltrar un texto subversivo. Como ahora no pueden decirle “Cuba” a esa isla guerrillera le dicen “electrolítica” para disimular. Tal vez en Córdoba hayan fusilado a unos cuantos bajo este entramado.
Hoy se trata de vigilar para castigar después. La “inteligencia naval” sabe que no puede castigar ahora. Ergo, lo que ahora hace es vigilar. El poder –según Foucault lo ha desarrollado con rigor– vigila y castiga. Para vigilar tiene un panóptico: una torre ubicada en el centro de la prisión que forma, alrededor del panóptico, un anillo. El panóptico permite ver sin ser visto. El panóptico rompe el par ver/ser visto. Desde el panóptico se ve a los presos en sus celdas y éstos no pueden ver a quienes los ven. La “inteligencia naval” (que es la que nos ocupa durante estos días en que hemos sabido que siguen y siguen y siguen vigilándonos) es un panóptico secreto. Ellos, que nos vigilan, nos ven. Nosotros, que somos vigilados por ellos, no los vemos.
La “inteligencia naval” tiene una particular obstinación con la “inteligencia subversiva”. Los que con más tesón persiguieron a “ideólogos e intelectuales” fueron los hombres de la naval Bahía Blanca. Esta ciudad (cuyo nombre evoca a un hermoso tango de Di Sarli) lanzó en 1976 una caza de brujas en la Universidad del Sur. Ni McCarthy fue tan impiadoso. En rigor, McCarthy no mató a nadie, logró que unos cuantos se suicidaran, otros marcharan al exilio o trabajaran utilizando seudónimos. Pero los marinos del sur torturaron y secuestraron y escamotearon cuerpos, esa modalidad de la “inteligencia” del ’76. La caza de brujas de la “inteligencia naval” en el ’76 apuntó a la “inteligencia subversiva” o “cultural”, como si quisieran medir fuerzas con ella. La Razón –que exaltaba esas glorias de los guerreros del ’76– publicó el 5 de agosto: “Bahía Blanca.- Perduran los ecos de las revelaciones sobre la penetración ideológica en las universidades nacionales y organismos oficiales hechas por las autoridades de la delegación local de la Policía Federal y por el Comandante de la Subzona de Defensa 51 del V Cuerpo de Ejército, general Vilas, Este expuso con claridad el accionar de esos ideólogos que al injertar ideas extrañas a nuestro sentir nacional convierten a la Universidad en una usina generadora de delincuentes subversivos”.
Toda esta campaña fue dinamizada por La Nueva Provincia, diario que vivía destinado a combatir la subversión y, muy especialmente, “el accionar marxista en los claustros”. Esto determinó la triste suerte de muchos profesores que apenas si habían puesto un par de libros de Marx en su bibliografía. Pero la inteligencia naval no se detiene ante proporciones. Todo es peligroso o puede serlo. De ahí la peligrosidad, para los ciudadanos, de las acciones de la inteligencia naval: nadie sabe qué es lo que lo condenará. Ellos, ahora, esperan. ¿Por qué habrían de tener archivos si no esperaran utilizarlos alguna vez? ¿Por qué filman a los manifestantes si no pensaran reconocerlos en el futuro? Por ahora, actúan en secreto. Juntan datos. Cuentas a cobrar. Ninguno de nosotros sabe por qué (en ese futuro que la “inteligencia naval” espera) habrá de ser perseguido. Nadie sabe qué acto de hoy lo condenará mañana. A mí, acaso, esta nota. Alguien anotará a todos quienes escribieron contra la Marina cuando se descubrieron sus archivos de inteligencia. Hoy tenemos un presidente que los persigue, que los castiga y los transfiere y hasta es capaz de degradarlos. (¡Ya está! Así se lee en la Argentina mediática y boba de hoy. Luego de leer mi última línea se dirá: ¡este tipo es kirchnerista! Tan bajo hemos caído. Ya nadie lee. Sólo se intenta saber si uno está “a favor o en contra” de algo.) Pero mañana habrá alguien o más de uno o, por qué no, un gobierno entero que se pondrá a su servicio. Y entonces llegará el momento de cobrar las cuentas.
Por último la “inteligencia militar”, al ser paranoica, es kafkiana. Toda la narrativa de Kafka tiende a demostrar que uno puede ser declarado culpable sin saber de qué se lo acusa. Josef K., el personaje de El Proceso, “sin haber hecho nada malo fue detenido una mañana”. Los conceptos de “subversivo” o “enemigo” tienen tal vastedad y vaguedad en la “inteligencia militar” que pueden aplicarse a cualquiera. Supongo que esto significa decir: todos estamos en peligro. El principio persecutorio es insaciable. Se trata de detenerlo no bien se lo siente latir. Hoy, la serpiente, en su huevo, late y espera.
El 12 de febrero de 1984, un domingo del que se acaban de cumplir veinticinco años, Julio Cortázar murió en el hospital St. Lazare, en París. Un mes antes había atravesado por última vez la puerta de la casa de la rue Martel, donde se refugió tras la pérdida de Carol Dunlop, el gran amor de su vida. En diciembre había regresado a Buenos Aires para celebrar en las calles la reconquista de la democracia. Pidió una audiencia con el presidente Raúl Alfonsín, pero regresó a París después de esperar en vano una respuesta.
Más de una vez hablé del tema con Aurora Bernárdez, su primera y devota esposa, a quien el escritor confió el cuidado de su obra. Aurora, que lo conoció como nadie y estuvo junto a su cama en los días finales, recibió por terceros una explicación del incidente, según la cual nadie le avisó a Alfonsín que Julio quería verlo. Un literato notorio habría sugerido a los asesores que el presidente no lo recibiera, porque la figura de Cortázar, demasiado identificada con los movimientos revolucionarios de Cuba y de Nicaragua, irritaría a los militares que aún no se habían retirado por completo. Aurora supone que debió de ser así y desliza el nombre de alguien que, según ella, jamás le perdonó a Julio el lugar de privilegio que ocupaba junto a otros grandes como Fuentes y García Márquez.
Cortázar nunca se repuso de esa herida. Sabía que no iba a regresar, que la leucemia le dejaba pocas incertidumbres sobre la proximidad de la muerte. Se llevó, al menos, el cariño de los jóvenes que lo reconocieron por la calle, los recuerdos de un par de jueves de ronda con las Madres de Plaza de Mayo, los aplausos que lo hicieron llorar en una función de Teatro Abierto.
Por medio de un amigo dejó un mensaje al presidente de la democracia recuperada: "Ojalá que todo le salga bien". Se dirigía a Alfonsín, pero también a su país. Porque, como siempre creyó, su país era la Argentina: "Mis lectores me consideran un escritor argentino, incluso muy argentino", le dijo a Luis Harss en la entrevista que se incluye en Los nuestros, el libro que dio forma al boom. "Creo que ser argentino es participar en una serie de valores y disvalores, en los planos más diversos, en asumirlos o rechazarlos, en entrar en el juego o tirar la pelota afuera."
Entre los papeles inéditos que Alfaguara publicará a comienzos de mayo -cinco cajones repletos que Aurora encontró a fines de 2006 en la vieja casa de Grenelle, donde ambos vivieron durante más dos décadas-, hay una entrevista a sí mismo en la que Cortázar se refiere a su identidad.
Al dictador Roberto Viola le habían pedido una opinión sobre argentinos exiliados a los que él consideraba enemigos del país, agentes de la subversión y otros cargos por el estilo. Cuando se mencionó el nombre de Cortázar, Viola fingió sorpresa: "Que yo sepa", dijo, "ese señor es francés y no tiene nada que ver con nosotros." Luego de treinta años de vivir en París y de dos rechazos a su petición de ciudadanía, el gobierno socialista de François Mitterrand al fin le había concedido a Cortázar la doble nacionalidad, para ahorrarle nuevos trastornos burocráticos.
Julio se sintió en la necesidad de distinguir entre "lo que va del patriotismo legítimo al nacionalismo de consignas y arengas". En la entrevista -entregada al semanario brasileño Veja - declaró que el pasaporte francés lo hacía sentir más argentino y más latinoamericano que nunca, puesto que lo proveía "de nuevos medios y de nuevas fuerzas para seguir luchando contra los regímenes que infaman el Cono Sur".
En París, Cortázar había escrito una decena de libros en castellano dedicados al público de la Argentina y de América latina. Que eso importara menos que un documento de tapas azules le parecía pura lógica de cuartel. "Sé dónde tengo el corazón -escribió- y por quiénes late."
Siempre lo había sabido, o acaso sea más preciso decir que lo descubrió en su lenguaje al pasar de Los reyes (1949), poema dramático muy torre de marfil y muy laberinto griego, a los cuentos de los tres libros siguientes, Bestiario (1951), Final de juego (1956) y Las armas secretas (1959). Quizás importe precisar que, en ese tránsito, se graduó de traductor y se mudó a París, donde tomó conciencia de su argentinidad esencial.
La amistad con Fuentes y Vargas Llosa le permitió entender que las raíces de su país estaban en América latina, décadas antes de que la crisis económica le revelara a la Argentina que su realidad se parecía más a las realidades mestizas del continente al que pertenecía que a las de la Europa que la había educado.
Escribía desde niño, aunque sólo para sí mismo. "Como tengo una idea muy alta de la literatura -le dijo a Harss-, me parecía muy estúpida la costumbre de publicar cualquier cosa como se hacía en la Argentina de entonces." Los reyes le pareció, a los treinta y cinco años, un texto serio. Y lo era, pero también era un texto anacrónico. Poco a poco le fue perdiendo respeto a la literatura, entró en confianza y terminó burlándose de ella.
Estaba a un paso de cumplir medio siglo cuando publicó Rayuela . En los Papeles inesperados de Alfaguara se incluye una evocación que hizo diez años más tarde, en la que declara su asombro porque los personajes individualistas de su novela, absortos en búsquedas metafísicas, hubieran sido capaces de atraer a una generación que soñaba con cambiar el mundo, no para ellos sino para todos. "Mientras los «viejos», los lectores lógicos de ese libro, escogían quedarse al margen, los jóvenes y Rayuela entraron en una especie de combate amoroso, de amarga pugna fraterna y rencorosa al mismo tiempo, e hicieron otro libro de ese libro, que no les había estado conscientemente destinado."
Ese libro, sin embargo, iba a deslumbrar a más lectores de los que Julio se atrevía a imaginar. E iba a hacerlo durante más tiempo que cualquier otro libro de la época, llevándose por delante a viejos y jóvenes y a las generaciones para las que él sigue siendo el autor muerto de una obra viva, al que se relee en estado de incesante sorpresa.
Estos Papeles inesperados rescatan tres nuevas historias de cronopios, famas y esperanzas, y un capítulo omitido de Libro de Manuel , junto con reflexiones sobre su obra y sobre la política de aquellos años, desventuras de su álter ego Lucas en lucha con las erratas, y hasta un juvenil Discurso del Día de la Independenciaque su madre guardó desde 1938.
Esas ráfagas del más puro Cortázar coinciden con los homenajes que le tributa la ciudad de sus amigos y a la que dedicó una maravillosa elegía sobre los paisajes perdidos para siempre: "las lecherías abiertas en la madrugada", "el superpullman del Luna Park", "la fealdad de plaza Once", "el reloj de la torre de Retiro", "los olores de la platea del Colón", "las aceras mojadas de la calle Corrientes".
Recuerdo que en 1972, cuando volvió a Buenos Aires por muy pocos días, me habló de los movimientos incesantes del lenguaje nacional: "Antes -dijo, mostrando un billete de mil pesos- a esto se lo llamaba «fragata» y ahora se le dice «luca»". Le respondí que la constante devaluación del peso iba a librarnos pronto de esa desorientación lingüística, pero al leer en sus nuevos textos la expresión "diez guitas" advertí cuán alerta se mantenía ante esa lengua que era suya, la de su país y la de su obra.
Si Borges dejó en la literatura argentina el lujo de una escritura inteligente en la que cabía el universo, Cortázar enseñó a trastrocar todos los órdenes del lenguaje y a recuperar el desdeñado acento latinoamericano. Rayuela fue, en muchos sentidos, la cifra de generaciones. Es una felicidad rebelarse contra el mandato que Cortázar inscribe en el Tablero de Direcciones de la primera página y releer la novela en desorden, abriéndola en cualquier parte. El autor aconsejaba seguir cierto orden en los capítulos, pero no se habría quejado de la desobediencia, porque estaba a favor de todas.
En la Argentina, y me consta que también en otras partes, Cortázar fue el resumen de su época. Los sesenta y las décadas que siguieron le deben la libertad para hablar de sexo, criticar las costumbres pequeño burguesas, quitarles el almidón a las palabras y a las cosas. Libertad era su consigna, el santo y seña de su generosa vida. Y porque la aspiración de ser libre está en el aliento de la especie humana, la obra de Cortázar se sigue leyendo con pasión, a veinticinco años de su muerte, como si todavía estuviera escribiéndola.
"... la rayuela es un juego que se juega con una piedrita, que hay que empujar con la punta del zapato. Ingredientes: una acera, una piedrita, un zapato, y un bello dibujo con tiza, preferentemente de colores. Enlo alto está el Cielo, abajo está la Tierra, es muy difícil llegar con la piedrita al Cielo, casi siempre se calcula mal y la piedra sale del dibujo. Poco a poco, sin embargo, se va adquiriendo la habilidad necesaria para salvar las diferentes casillas ... y un dia se aprende a salir de la Tierra y remontar la piedrita hasta el Cielo; lo malo es que justamente a esa altura, cuando casi nadie ha aprendido a remontar la piedrita hasta el Cielo, hasta entrar en el Cielo, se acaba de golpe la infancia y se cae en las novelas, en la angustia al divino cohete, en la especulación del otro cielo al que también hay que aprender a llegar. Y porque se ha salido de la infancia se olvida que para llegar al Cielo se necesitan, como ingredientes, una piedrita y la punta de un zapato...
Nelson Castro deja de hacer su programa en Radio del Plata
Se desvinculó formalmente de la emisora con la que tenía contrato hasta fines de 2009.
El reconocido periodista Nelson Castro quedó ayer desvinculado de Radio del Plata, emisora en la que condujo durante cuatro años su programa Puntos de vista , en la primera mañana. Mediante un convenio de rescisión, los abogados de Del Plata y Castro acordaron una compensación económica para el reconocido periodista, por los 11 meses de contrato que aún le restaban en la emisora.
Desde Córdoba, el vocero de Electroingeniería, Carlos Bergoglio, dijo a LA NACION: "Hoy se ha firmado un acuerdo, por el cual el doctor Nelson Castro ha recibido una adecuada compensación económica. A partir del mismo, las partes nada más tiene que reclamarse entre sí".
Bergoglio comenzó así el diálogo. "A partir del lunes 2 de febrero se discontinúa el programa del doctor Nelson Castro". Y completó que la empresa no había enviado al periodista el telegrama de despido, lo que confirmaron fuentes inobjetables próximas a Nelson Castro.
Ayer, el periodista no pudo ser localizado para hacer comentarios. Fuentes de su confianza no confirmaron que el convenio de rescisión se hubiera firmado, pero dieron por sentado que antes de pasado mañana tenía que resolverse el entuerto, porque comienza la nueva temporada. En el horario de Castro, sale al aire un ciclo conducido por Mario Portugal, periodista del staff de la emisora.
Una cláusula especial
Diversas fuentes coincidieron ayer en señalar que la demora en el acuerdo entre la radio y el periodista no sólo fueron el monto indemnizatorio y las condiciones de pago, sino una cláusula en particular, pedida por Castro: que en el convenio figurara que su salida del aire obedeció a una decisión empresarial.
"Es la radio la que toma la decisión de levantar el programa Puntos de vista ", dijo ayer una fuente próxima a Castro. El vocero agregó : "Desde el lunes, Castro y su equipo estarán literalmente fuera del aire".
En diálogo con LA NACION, Sergio Spolzki, a cargo de la gerencia comercial de Del Plata, negó que la salida de Castro obedeciera a razones políticas, dado que el periodista sostiene opiniones críticas respecto del Gobierno. Hubo quienes, con fundadas razones, sostenían ayer que, desde Olivos, el ex presidente Kirchner -que asistió a la megafiesta de Del Plata cuando pasó a manos de Tinelli- habría urdido una minuciosa estrategia para neutralizar a los periodistas más críticos del gobierno.
En su favor, cuenta con un sinnúmero de medios audiovisuales, en manos de empresarios afines a la política kirchnerista, que viven, en su mayoría, de la publicidad oficial. Son medios más inclinados a las operaciones de prensa en favor del gobierno que a un genuino periodismo informativo.
Otros periodistas de la emisora tienen posturas críticas respecto del gobierno. Por ejemplo, Reynaldo Sietecase, Romina Manguel, Mónica Cahen d´Anvers y César Mascetti. Estos últimos fueron los primeros en cerrar su contrato para la nueva temporada en Del Plata. Y otros se mudaron a otra radio, como Fernando Bravo y Alfredo Leuco.
Todos los contratos para la nueva temporada radiofónica, que comienza este lunes, ya están cerrados, por lo que para Nelson Castro y su equipo de producción se hace difícil la inserción en otra emisora. Castro había sostenido negociaciones con Radio Mitre, del grupo Clarín, pero finalmente se decantó, el año pasado, por permanecer en Del Plata, radio que históricamente ha tenido un alto perfil cultural. Su decadencia comenzó cuando pasó a manos del grupo mexicano CIE.
La radio fue adquirida el año último por la empresa Electroingeniería, de Córdoba, de manos del conductor televisivo Marcelo Tinelli. Hasta entonces, el conductor televisivo que supo cultivar una amistad con el matrimonio Kirchner, hasta el traspié con el ex jefe de Gabinete Alberto Fernández, intentó salvarse del naufragio sumando y restando distintos socios a la sociedad; entre otros, a Claudio Belocopitt, que también había sido socio de Daniel Hadad en Canal 9, cuando la televisora se hundía financieramente.
Cabe señalar que el episodio que encendió la discordia entre Nelson Castro y Electroingenería, empresa de Osvaldo Acosta y Gerardo Ferreyra, de fuerte llegada al kirchnerismo fue un informe de Auditoría General de la Nación (AGN), que abrió la edición de LA NACION del primer domingo de 2009. El organismo estatal había cuestionado la política energética oficial en un informe por el que pidió que se investigara la adjudicación del segundo tramo del tendido eléctrico de alta tensión que va de Río Negro a Santa Cruz, cuyo costo fue un 48% más caro por kilómetro que el primero.
A partir de ese guarismo, la Fiscalía de Investigaciones Administrativas (FIA) inició la pesquisa de un presunto pago de sobreprecio del orden de los $ 150 millones. El tendido fue hecho por Electroingeniería, dueña de Radio del Plata.
Acosta y Ferreyra tienen fuertes vínculos con el kirchnerismo, nacidos al amparo de una vieja relación que el segundo mantiene con el secretario legal y técnico de la Presidencia, Carlos Zannini, y con el ministro de Planificación, Julio de Vido. Nelson Castro se hizo eco en su programa de la portada de LA NACION y entrevistó al diputado denunciante Juan Carlos Morán (Coalición Cívica-Bs.As.) y a Bergoglio, vocero de Electroingeniería.
Castro llegó a Del Plata desde La Red, emisora en la que estuvo seis años y que hoy pertenece a los empresarios Francisco de Narváez, Daniel Vila y José Luis Manzano.
Cualquier balance que se haga de la Cuba de Fidel Castro, si es medianamente equilibrado, levanta ampollas. Es uno de los resultados visibles de la revolución después de 50 años: haber dividido a los cubanos y a la opinión pública internacional en dos bandos irreconciliables: los detractores del castrismo y sus defensores.
A los primeros nada les parece bien; incluso lo aceptado generalmente como positivo, como la universalización de la salud y la educación, es apreciado como pura propaganda. Para los fidelistas, hasta lo inadmisible se justifica por razones de fuerza mayor -"la supervivencia de la revolución"- y con este argumento hasta la crítica más inocente es catalogada de contrarrevolucionaria.
En una cosa al menos coinciden todos: la Cuba que deja Castro, ausente de la vida pública desde julio de 2006, en muy poco se parece a la que recibió el 1 de enero de 1959.
Los adversarios del líder comunista se sirven de algunas estadísticas de la etapa republicana para demostrar el fracaso del régimen. En 1958, con una población de seis millones de personas, la isla poseía más electrodomésticos por habitante y tenía más kilómetros de líneas férreas que cualquier otro país de América Latina. El peso cubano tenía entonces igual valor al dólar. Hoy es 20 veces inferior. Existían las mismas cabezas de ganado que habitantes. Ahora la proporción es de una por cada seis cubanos. Y el número de periódicos de tirada nacional era considerable. Ahora sólo hay dos, Granma y Juventud Rebelde.
Otra cifra. La producción de azúcar en 1958 superó en cuatro veces la alcanzada el año pasado. Para los defensores de la revolución los datos que cuentan son otros. Antes de 1959 la mortalidad infantil era superior a 60 por cada mil nacidos vivos. Ahora es de 5,3. La esperanza media de vida al nacer no llegaba a los 58 años y hoy es de 77 años en el caso de los hombres y 78 de las mujeres. Mientras, la cantidad de médicos por habitante se ha multiplicado por cinco. Con 11 millones de habitantes, en Cuba hoy existen casi un millón de universitarios.
Guillermo Jiménez es uno de los pocos académicos revolucionarios que admite abiertamente que los indicadores de consumo antes de 1959 eran deslumbrantes. En su ensayo El nivel de vida de los cubanos anterior a la revolución ofrece estadísticas como estas: el consumo anual de carne de res en 1955 era de 40 kilogramos por habitante (tercer lugar en América Latina, después de Uruguay y Argentina); en 1958 circulaban en la isla 160.000 vehículos, uno por cada 38 habitantes (segunda posición en el hemisferio). "Y Cuba también era el segundo país de América Latina en número de receptores de radio, y el primero en receptores de televisión y en canales televisivos".
"Pero estaba también el lado oscuro de la luna", señala Jiménez, de 72 años, que fue líder destacado del Directorio Revolucionario, una de las tres fuerzas que lucharon contra la dictadura de Fulgencio Batista. "En aquellos años el desempleo afectaba al 40% de la población y el 23,6% de los cubanos mayores de 10 años eran analfabetos", asegura. "La riqueza estaba tan desigualmente distribuida que el 8% de los propietarios poseían más del 70% de las tierras", añade.
Cita datos "nada sospechosos", pues fueron obtenidos de instituciones oficiales del Gobierno de Batista. En 1953 sólo el 58% de los hogares cubanos disponían de servicio de electricidad. Y "poseían refrigeradores menos de la quinta parte de las viviendas, sólo un tercio tenían agua corriente y un 28% baño en casa, sin contar que casi absolutamente todas esas ventajas se concentraban en La Habana", agrega el profesor. Jiménez quiere demostrar que por muy bien que estuviera Cuba en algunos índices económicos, la necesidad de una revolución social "se justificaba plenamente" en 1958. Y eso sin considerar la represión política vivida durante los últimos años del Gobierno de Batista. Para el ex comandante Eloy Gutiérrez Menoyo, miembro del mismo grupo revolucionario que Jiménez y hermano de uno de los asaltantes del palacio presidencial (Carlos, que murió en el intento de ajusticiar a Batista, en 1957), "la revolución cubana triunfó porque fue apoyada por la inmensa mayoría de la gente", incluidas clase media y burguesía. "Todos queríamos libertad y justicia social, pero la revolución fue secuestrada por Fidel y el precio que hemos pagado ha sido demasiado alto", asegura.
Menoyo subió a las montañas del Escambray en 1957 y bajó con grado de comandante. "Fui el único extranjero con esa condición, con el Che Guevara y el norteamericano William Morgan [fusilado en 1961, acusado de ser agente de la CIA]".
Por su memoria pasan los hitos de la revolución: "La ley de reforma agraria, las nacionalizaciones de las grandes empresas norteamericanas; la invasión de bahía de Cochinos; la crisis de los misiles; el fracaso de la zafra de los 10 millones, uno de los sueños locos de Castro, que dejó a la isla en bancarrota; el Quinquenio Gris y la sovietización de Cuba; el éxodo del Mariel; la desaparición de la Unión Soviética; el Periodo Especial; la crisis de los balseros; el relevo de poder en Cuba; las esperanzas abiertas por la llegada de Raúl Castro, y la espera y la decepción...".
Menoyo, de 74 años, ha vivido estos acontecimientos desde varias ópticas: como comandante de la revolución (hasta 1961), como prisionero político (pasó 22 años en una cárcel cubana por alzarse en armas contra Castro); como líder en el exilio (desde 1987) y como opositor pacífico y cubano de a pie (tras regresar a la isla en el año 2003).
Es quizá el único cubano que tiene una experiencia similar. Y la valoración que hace, "sin odio", es dura: "No ha merecido la pena tanto sacrificio".
Los logros de la revolución, dice, "en realidad no lo son: la educación no es libre y su calidad es cada vez peor; la salud está en un estado deplorable y encima no es gratis: se está pagando con los salarios de hambre que cobra todo el mundo".
Menoyo afirma que "los jóvenes se quieren ir del país" y que por rechazo al sistema y el freno impuesto a los cambios, "cada vez se idealiza más a Estados Unidos". Se corre el riesgo, advierte, de "perderlo todo" y de caer en manos "del enemigo contra el que luchamos". Alfredo Guevara, compañero de universidad de Fidel Castro y miembro del "gobierno paralelo" con el que el líder cubano trabajó a la sombra en los primeros años, es uno de los históricos de la revolución, pero no es ciego ante las sombras.
En recientes debates intelectuales ha criticado el deterioro de la enseñanza y la educación en su país y ha abogado por la necesidad de "reinventar" el socialismo cubano e introducir cambios en el modelo, vitales para que la revolución sobreviva. Para él, la principal garantía de futuro es la "formidable fuerza" formada durante este medio siglo, ese millón de universitarios y dos millones de técnicos que son el principal tesoro del país.
Tanto Guevara, de 82 años, como Jiménez y Menoyo, forman parte de una generación que protagonizó la revolución. Pero ahora son los jóvenes los que cuentan. Los hijos y los nietos de aquella revolución, como Eliécer Ávila, el estudiante de ciencias informáticas, miembro de la juventud comunista, que se hizo famoso en el mundo entero el año pasado al debatir con el presidente del Parlamento, Ricardo Alarcón, y preguntarle por derechos como la libertad de viajar y de participar en las decisiones políticas.
Para muchos cubanos setentones, la emigración de los jóvenes es uno de los grandes dramas del país y uno de los mayores lastres de cara al futuro. Los enemigos de Castro aseguran que son demasiados los desastres que deja el castrismo: la economía destrozada por años de políticas voluntaristas y subsidios locos, los derechos civiles y las libertades cercenadas, y las cárceles con más de 200 presos políticos; y muchos problemas que fueron bandera de la revolución, como la lucha contra el racismo, sin resolver. Para los defensores del fidelismo, a pesar de los errores cometidos el paso de los años demostrará que la revolución ha supuesto un salto histórico, un avance para el país, y aunque sea sólo por ello la historia absolverá a Fidel Castro. El tiempo lo dirá.