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domingo, 18 de febrero de 2024

El club de la pelea… @dealgunamaneraok...

 El club de la pelea…


Nuevas caras viejas, Federico Sturzenegger. Dibujo: Pablo Temes..

El pensamiento único, típico del kirchnerismo, es ejercido hoy por el presidente Javier Milei.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 17/02/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.



La dirigencia política de la Argentina atraviesa un particular momento en donde todo es pelea.

El gran impulsor de este presente en el que reina la agresividad entre quienes expresan pensamientos distintos es Javier Milei, para quien todo aquel que piensa distinto es lisa y llanamente un enemigo. Esto representa un verdadero problema porque socava el mismísimo concepto de democracia. La idea del pensamiento único representa la antítesis. Este concepto, que fue instalado por el kirchnerismo cuando llegó al poder, ha echado raíces en el Presidente. Y es notable ver cómo los enemigos se realimentan entre sí. Esto es tan viejo como tan vieja es la historia de la humanidad.

En el Instituto Patria, Cristina Fernández de Kirchner cree que el actual gobierno la revive. Y en el Gobierno celebran las apariciones de la expresidenta y ex vicepresidenta, porque perciben que eso los favorece fuertemente. Veamos.

La carta de 33 hojas de CFK demuestra varias cosas. La primera es que le sobra el tiempo libre. La segunda es que su necesidad de centralidad es afanosa. La tercera, que su voluntad de hacer daño permanece intacta. La cuarta, que su falta de autocrítica también permanece intacta. La quinta, la presencia –que no pasa desapercibida– de sus habituales confusiones y errores conceptuales. La sexta, sus contradicciones permanentes. A todas estas hay que agregar una séptima que sorprendió: su falta de timing. Haber publicado la epístola el mismo día en que se difundió el índice de inflación fue un error. “¡Qué favor nos hizo!”, señalaba una voz del oficialismo con euforia.

La carta de CFK demuestra que le sobra el tiempo libre y que necesita centralidad

Claro que los problemas que enfrenta el Gobierno son muchísimo más complejos que la carta de CFK. La persistencia del Presidente en querer romper cualquier puente de negociación, con casi todo el espectro político demuestra que no ha terminado de comprender que ya no está en el medio del fragor de la campaña electoral. Hoy el Gobierno no tiene la posibilidad de hacer aprobar por parte del Congreso ningún proyecto de ley. Ni aunque se aliara finalmente con Macri tendría los números para alcanzar las mayorías que se necesitan para sancionar leyes. Sobrevuela en el círculo áulico de La Libertad Avanza el siguiente razonamiento: “enviaremos al Parlamento proyectos de ley más cortos y cuando la oposición los rechace, nos encargaremos de dejarlos expuestos ante la sociedad”. Creen que haciendo esto –tal como hicieron con los diputados que no votaron el proyecto de ley “Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos” será suficiente para quedar exonerados de cualquier responsabilidad por los eventuales fracasos de la presidencia de Milei. Se equivoca el Presidente si cree que con esto solo se puede gobernar. También se equivoca si cree que los integrantes de “la casta” se van a rasgar las vestiduras ante supuestas revelaciones que ya son conocidas por todos. ¿Qué le hace una mancha más al tigre?

El papa Francisco le dejó a Milei dos enseñanzas muy claras: la importancia del perdón y el valor de escuchar al otro. El afecto que el Sumo Pontífice le dispensó a Milei fue un mensaje muy potente que representó un mensaje no sólo para el Presidente sino para la sociedad argentina. No hubo reproches, no hubo malas caras, no hubo tensiones sino sonrisas, bromas y abrazos que Francisco promovió y aceptó. “Gracias por venir”, le dijo a quién lo había tratado de representante del “Maligno” en la tierra.

En la reunión del lunes –de duración inusual–, el Papa, que tiene una visión económica distinta a la del Presidente, lo escuchó con máxima atención. Por lo que se vio después, Milei no parece haber aprendido la enseñanza que dejaron los gestos de Francisco. Encerrarse en el pensamiento propio es como refugiarse en una caja de cristal. No sólo por su fragilidad, sino por la posibilidad de quedar a la intemperie a la vista de todo el mundo. Al expresidente Mauricio Macri le ocurrió algo similar en distintos tramos de su mandato. Se dejó acaparar –en su atención y hasta en su voluntad– por Marcos Peña y se alejó de quienes querían ayudarlo a ejercer el cargo con una visión más acertada de la realidad. El expresidente debería advertirle a Javier Milei que esa actitud no conduce a buen puerto.

Con una oposición tan fragmentada es difícil para el Gobierno encontrar aliados

Sin embargo, la actualidad política rica en discusiones estériles de una oposición dialoguista y no dialoguista totalmente fragmentadas hacen difícil la tarea de encontrar verdaderos aliados. Juntos por el Cambio ya no existe más. En el PRO las cosas ya no son como solían ser y la búsqueda de nuevos líderes agita las peleas internas. En el radicalismo no hay nada que sorprenda. Un partido con dirigentes que añoran poder enquistados en una estructura que no se renueva y que arrastra todos los vicios de la vieja política. Su límite es la institucionalidad. En eso se diferencian claramente de una gran parte del peronismo que hace y hará cualquier cosa para recuperar el poder. Dentro de Unión por la Patria las cosas no están mucho mejor. La expresidenta se sigue mirando el ombligo y se cuida las espaldas, temerosa de las causas judiciales que la acechan. Su hijo Máximo ha vuelto a ser una caricatura huérfana de poder, sin horizonte ni capacidad de conducción. Axel Kicillof, soporta a duras penas la realidad de la provincia de Buenos Aires.

No le está resultando fácil gobernar el distrito más complejo del país. Quienes veían en él una posibilidad de reagrupamiento serio, lo están pensando dos veces. En este caldo de cultivo para disputas y conspiraciones Sergio Massa espera su momento como un espectador de lujo. Por eso es tan importante que al Gobierno le vaya bien. La Argentina no puede permitirse retornar a lo viejo conocido. Un pasado que atormenta y del cual sería muy difícil volver a salir.





   

lunes, 12 de febrero de 2024

Ni casta, ni autoritarismo… @dealgunamaneraok...

 Ni casta, ni autoritarismo…

Thumbs up, Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes

Ya hemos sufrido mucho bajo líderes casi mesiánicos que abrieron una grieta profunda con su lógica amigo/enemigo.


© Escrito por Nelson Castro el sábado 10/02/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.



No hubo sorpresas. Era lo esperado. La ruidosa caída del proyecto de ley Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos. El levantamiento de la sesión tras la media sanción en general de la así llamada “ley ómnibus” –devenida en ley minibús– había sido una señal de alerta. Era evidente que el Gobierno no tenía los votos para avanzar con la aprobación en particular de su extenso articulado. Había necesidad de una negociación que no prosperó cuando el Presidente bajó la orden de mantener una posición intransigente con la coparticipación del impuesto PAIS. 

Hubo furia en la noche del miércoles en la suite que ocupaba Javier Milei en el histórico hotel King David de Jerusalén. Salía fuego de la boca del mandatario argentino. “Traidores”, “delincuentes”, “ladrones”, “hijos de puta”. Estos fueron los términos que se escucharon repetidamente en esas horas de desenfrenado enojo. 

El momento dispuesto por el Presidente para realizar su viaje a Israel estuvo mal elegido. Fue un error ausentarse del país en medio de una instancia tan crucial. Eso le dio a la situación política local una centralidad tal que lo obligó a referirse permanentemente a ello. Es una regla del sentido común de la lógica política que ningún presidente se expone a hacer una gira internacional al mismo tiempo en que se debaten cuestiones centrales de su gestión, y mucho menos cuando está expuesto a perder una votación en el Congreso de la dimensión de la que sufrió esta semana. Muestra del enojo presidencial fue la publicación en su cuenta de Instagram de una imagen con los fragmentos bíblicos que corresponden a los versículos 19, 20, 21 y 26 del Capítulo 32 del Éxodo, el segundo libro del Antiguo Testamento. Este pasaje describe el momento en que Moisés, tras bajar del Monte Sinaí luego de haber escrito los Diez Mandamientos dictados por Dios, se encuentra con el pueblo israelí danzando en adoración a un becerro de oro construido por su hermano Aarón. Furioso, Moisés rompe las tablas y decide castigar al pueblo.


Es importante en este punto hacer una distinción fundamental entre lo que narra el capítulo bíblico mencionado por Milei y lo que pasó en la noche del miércoles en la Cámara de Diputados. Quienes allí protagonizaron esto que el Presidente  calificó de “traición” fueron los diputados, no el ciudadano de a pie. 

Como se ha dicho ya en esta columna, la ira es uno de los siete pecados capitales. La ira es el origen de muchos males en la historia de la humanidad. Ante estas manifestaciones de Milei, imposible no asociar la decisión de retirar los subsidios al transportes de manera brusca a una reacción de venganza, una “vendetta” que tiene como perjudicados a los ciudadanos. No es la casta política la que diariamente toma más de un colectivo para ir y venir hacia y desde sus trabajos, sino la del común y, fundamentalmente, los que menos tienen. 

Vale la pena volver sobre los días de furia que dejó la semana más complicada de los primeros meses de su mandato. En materia política, la oposición dialoguista, encarnada principalmente en el PRO, puso el grito en el cielo. “Nos arriesgamos tanto o más que los diputados oficialistas. Nosotros no somos gobierno y aun así nos comprometimos a votar –como lo hicimos– varios artículos complicados de la ley ómnibus. Pagamos el costo político y el Presidente la terminó retirando. Nos tragamos un lindo sapo”, se quejó un diputado aliado del Gobierno. A decir verdad, nadie es santo ni mucho menos inocente en este entramado de poder. Más allá de las quejas y los lamentos para la tribuna, en el PRO son perfectamente conscientes de que el Presidente terminará acordando con ellos para desarrollar músculo parlamentario. No le quedan muchas más opciones. 

El otro gran perdedor de la semana es el ministro del Interior, 
Guillermo Francos. En él recayó la responsabilidad del diálogo con diputados y gobernadores –junto con Martín Menem– para negociar apoyos y votos que resultarían claves. Nada de eso ocurrió, en gran medida por la intransigencia del propio Milei. Por otra parte, no son pocos los legisladores que señalaron que Francos no conoce cómo debería las cuestiones reglamentarias del recinto. Un senador dijo con ironía: “Francos ya estaba pasado de moda en los años 90, imaginate cómo lo vemos ahora”. 


Otras dos víctimas de la ira presidencial han quedado en el camino. El viernes por la tarde, el primer mandatario les solicitó la renuncia a los titulares de Anses y Minería, Osvaldo Giordano y Flavia Royón, respectivamente. Desde el miércoles, en el Gobierno daban por hecha la salida de los funcionarios que responden a los gobernadores: Giordano al peronismo cordobés y Royón al salteño Gustavo Sáenz. En la cuerda floja quedaron Franco Mogetta (Transporte), Daniel Tillard (Banco Nación) y Luis Giovine (Obras Públicas). Ante este comportamiento irascible, al menos dos preguntas se caen de maduras. ¿Acaso no importa la solvencia en sus puestos y las puertas que podrían haberle abierto al oficialismo? Y, en cualquier caso, ¿todos esos nombramientos fueron fruto de un toma y daca de una negociación a todas luces intrincada y de patas cortas?. 

En el caso de Osvaldo Giordano, no son pocos los empresarios que defendieron su probidad técnica y visión de futuro en un puesto clave. Giordano había comenzado un ambicioso plan para alcanzar la tan mentada desintermediación de la ayuda social. Un mecanismo para sacar del medio a los punteros políticos en el reparto de asignaciones. Con su salida, se abre un paréntesis que deja muchas buenas iniciativas en stand by. 

Más allá de los nombres propios, una luz amarilla se enciende en el corto plazo de la política doméstica. El Presidente debe comprender que la campaña terminó. Lo que pudo haber sido marketinero y hasta simpático ya no lo es. Gobernar exige acuerdos, flexibilidad y templanza. Los argentinos ya hemos sufrido bastante bajo la dirección de líderes casi mesiánicos que abrieron una grieta interminable sirviéndose de la lógica amigo/enemigo. 

Casta no, autoritarismo tampoco.



   

domingo, 21 de enero de 2024

Estado y señores feudales… @dealgunamaneraok...

 Estado y señores feudales…

Iconografía. Dibujo: Pablo Temes

El peronismo le ha hecho mucho daño a la imagen que gran parte de la población tiene de la organización estatal.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 21/01/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El penduleo de la política argentina es la base de su fracaso. Ese penduleo la ha hecho imprevisible y extravagante. La conjunción de estos dos factores, representa un obstáculo muy fuerte para el desarrollo de los proyectos a largo plazo, que requiere cualquier nación para prosperar. Lo imprevisible de la Argentina no necesita de mayores explicaciones. Lo extravagante, tampoco.

En el caso argentino, lo extravagante refiere a la repetida y aburrida polaridad entre mercado y Estado. Esta discusión centrada en que lo uno excluye a lo otro, ya fue saldada en la historia por los hechos.

Una nación, para organizarse como tal, necesita Estado. Es un concepto que consagra la Constitución Nacional y que hace al ordenamiento institucional sobre el que gira la vida de un país. El Presidente es un poder del Estado, al igual que el Congreso y el Poder Judicial. Por lo tanto, Javier Milei es parte del Estado. Sus ministros y secretarios son parte del Estado. Los legisladores –tanto los de Libertad Avanza, como los de las otras fuerzas políticas, son parte del Estado. Y, del mismo modo, lo son los miembros de la Justicia. Asimismo, son el Estado las escuelas y universidades públicas, los hospitales públicos, el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea, la Policía Federal. Las policías provinciales, la Gendarmería, la Prefectura Naval, la Policía de Seguridad Aeronáutica y un largo etcétera de organismos e instituciones de gran importancia para la vida de la comunidad.

Cuando el éxito es un drama

El peronismo le ha hecho un enorme daño a la imagen y el concepto que un porcentaje importante de la sociedad tiene del Estado. Es producto de la concepción que sus dirigentes tienen y aplican en su vida. Para la mayoría de la dirigencia del justicialismo, el Estado no es un instrumento para servir a los otros sino todo lo contrario. El Estado es el modus vivendi de muchos de ellos que se sienten no como administradores de la cosa pública sino como dueños. Esto se exacerba en las provincias con gobernadores que se sienten señores feudales en las que el que tiene el poder maneja todo. Al ejemplo tan consabido de Gildo Insfrán se le puede añadir perfectamente el de La Rioja, cuyo gobernador, Ricardo Quintela –el de la renuncia frustrada– acaba de imponer una cuasimoneda, el Bacade (Bono de Cancelación de Deudas) que ya generó el rechazo de los empleados públicos. En La Rioja funcionan las siguientes empresas estatales: Agroandina; Agroarauco; Aguas Riojanas; Alfa; Agrogenética Riojana; Bodegas y Fincas de Aminga; BR Servicios Financieros; Caudillos Riojanos; Cerámica Riojana; Cerdo de Los Llanos; Colonia Cunícola Riojana; Dripsa; Edelar; Elargas; Energía y Minerales; ERSA; EMSE; Federal Riojana; Fogaplar; Frutos de San Nicolás; Granjas Riojanas; Hortícola Riojana; Internet para Todos; Kayne; La Rioja Telecomunicaciones; La Rioja Vitícola; Ledlar; Parque Eólico Arauco; Puertas Del Sol; Riodeco; Rioja Bus; Rioja Vial; Textil del NOA;Triángulo del Sol; Vallesol; Vidrios Riojanos; Vivero Del Oeste Riojano y Vivero San Gabriel.

Es decir, el gobierno de la provincia maneja toda su economía y eso le da poder sobre todo. Ese Estado, no sirve.

El kirchnerismo ahondó esa concepción de que el poder significa la apropiación del Estado. Néstor Kirchner usaba los dineros públicos para hacer política, o sea, campaña. Cristina Fernández de Kirchner dio otro ejemplo de ello al usar los aviones de YPF para desplazarse ilimitadamente desde Buenos Aires a El Calafate y viceversa.

La apropiación del Estado por parte de los gobernantes lleva a dos consecuencias: la primera es su sobredimensionamiento; la segunda, la corrupción.

¿Significa todo esto que el Estado debe dejar de existir? La respuesta es contundente y clara: no. Uno de los errores más grandes que cometió Carlos Menem durante sus gobiernos –en los que la corrupción también se enseñoreó– fue el cierre de los Ferrocarriles.

La Argentina tenía la red ferroviaria más extensa de toda Latinoamérica. Hoy el tren es valorado en todo el mundo como un medio seguro, barato para el transporte. En Europa se construyen nuevas redes por los beneficios económicos, sociales y ambientales que produce el ferrocarril. Al Estado hay que hacerlo eficiente. Y eso es posible. He ahí el ejemplo del Invap, que pone a la Argentina a la vanguardia del desarrollo y las innovaciones científicas y tecnológicas.

Lo que la Argentina necesita es una reformulación de su Estado, no su destrucción. La reducción del fenomenal número de gerencias que tenía Aerolíneas Argentinas es un buen ejemplo de ello.

La ley ómnibus lo enfrenta a Milei con la realidad política del presente. No tiene poder en el Congreso para imponerla como él quisiera. La única manera es la negociación. Y en la negociación, el oficialismo debió conceder modificaciones. Por ello la necesidad de extender las sesiones extraordinarias hasta el 15 de febrero. La privatización de YPF pasó al olvido, como pasó al olvido el cierre del Banco Central y la dolarización.

El objetivo de déficit cero que se propone el Gobierno es inobjetable. Sin ese equilibrio el combate contra los muchos males de la economía argentina no tiene otro destino que el fracaso. El interrogante es cómo lograrlo. Esa es una discusión que deberían promover todas las fuerzas políticas que han fracasado en sus sucesivos gobiernos. Si así lo hicieren demostrarían tener la honestidad intelectual que les ha faltado a la mayoría de ellos a lo largo de estos cuarenta años de democracia.

La negociación por el proyecto de ley encierra un dato que es clave: en uno de sus artículos se promueve la aprobación del DNU. Esto es importantísimo para el Gobierno. Hay que recordar que el DNU necesita ser aprobado sólo por una de las dos Cámaras del Congreso. Para el oficialismo es fundamental alcanzar ese objetivo.

Atropello y obstinación

En el ámbito judicial, el Gobierno viene perdiendo hasta aquí la batalla contra la dirigencia sindical por la reforma laboral. El Procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, apostaba a que el reclamo judicial de las organizaciones sindicales fuera tratado por el fuero Contencioso Administrativo, ámbito que conoce muy bien y con el cual tiene contactos fluidos.

Eso no ocurrió y las presentaciones discurrieron por el fuero laboral, que fue colonizado a lo largo de los años por las distintas corrientes del peronismo. Habrá que ver qué ocurre en febrero cuando la Corte Suprema entre en acción. No fue el único revés sufrido por el Gobierno: en el tema de las jubilaciones y de las prepagas hubo situaciones similares.

La economía, mientras tanto, refleja la incertidumbre por la cual atraviesa este presente de la Argentina. La evolución del valor de las diferentes variantes del dólar alternativo es una de sus consecuencias. La cotización bursátil del contado con liquidación (CCL) subió 50% en menos de treinta días, alcanzando un precio récord de $1.300. El  dólar oficial congelado y las tasas de interés negativas generan una ampliación de la brecha cambiaria, que irreversiblemente lleva la inflación hacia arriba. El miércoles la CGT, la CTA y otros paran. No se dan cuenta que a la Argentina le hacen un gran daño y a Milei, un gran favor.



   

domingo, 14 de enero de 2024

Cuando el éxito es un drama… @dealgunamaneraok...

 Cuando el éxito es un drama…   

Voraz, Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes.

La inflación de diciembre es un disparate y no debería celebrarse. Un gobierno que es un experimento.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 13/01/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


La cifra dio la vuelta al mundo: 25,2%. El índice de inflación de diciembre es mucho más que un número: es la consagración del disparate. Es algo irracional que está sucediendo acá y ahora. Acá es la Argentina. Esto es de lo que habla la gente cada hora de cada día. Llamar esto un éxito es otro disparate.  

El Presidente debería ser cuidadoso con el vocabulario. Ese “éxito” significa para gran parte de la población un drama. Una cosa es que el índice de inflación haya sido menor al 30% que esperaba el Gobierno y otra cosa es llamar a ese guarismo un éxito. Para que se tenga dimensión de lo que enfrenta la gente en el día a día, conviene recordar algunos precios.  

Una docena de huevos, dependiendo de su clase, puede alcanzar los 3 mil pesos en un almacén de barrio; 200 gramos de jamón cocido oscilan entre los  mil y 3 mil pesos dependiendo de su calidad; el litro de nafta premium está cada vez más cerca de los 900 pesos. Llenar el tanque de un auto mediano, que tiene una capacidad de 55 litros, sale aproximadamente 40 mil pesos, dependiendo de la estación y barrio de la Capital. Es cierto que Javier Milei lo predijo, así como predijo que estos primeros meses serán duros. Es cierto que, a la luz de tanta mentira y promesa falsa del desastroso gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández, la decisión de no ocultar la realidad es un valor. Pero con eso solo no alcanza. Con eso solo, la gente no llega a fin de mes.  

Nunca se vivió algo así en los 40 años de la reganada democracia       

El gobierno de Milei es un experimento en toda la acepción de la palabra. Nunca se vivió algo así en los cuarenta años de la reganada democracia argentina. Es decir, un gobierno en minoría absoluta en ambas cámaras del Congreso y sin ningún gobernador que le responda queriendo imponer un megadecreto de necesidad y urgencia y un megaproyecto de ley sin ningún acuerdo con el resto de las fuerzas políticas. Hay que recordar que, en el apogeo de su poder, el menemismo tejió un acuerdo con el radicalismo para lograr la aprobación de la Ley de Reforma del Estado.  

Las cosas se hacen aún más complicadas cuando La Libertad Avanza (LLA) busca aplicar un criterio de todo o nada en su discusión parlamentaria. 

Otra vez aparece aquí el tema del fondo y de las formas. Muchas de las reformas que quiere instrumentar Milei son loables. Otras, decididamente no lo son. Es francamente curioso ver cómo algunas de las personas con experiencia en la función pública en anteriores gestiones que forman parte de la actual administración no se dan cuenta de lo vulnerable que, desde el punto de vista del derecho constitucional, es el DNU. Las sucesivas cautelares que se vienen dictando lo demuestran. A esta altura ya son más de 60 los amparos presentados. El Gobierno apuesta a que, una vez terminada la feria judicial, sea la Corte Suprema la que se aboque al tema y le dé luz verde. Hay que recordar a su vez que, antes de iniciarse la feria judicial, la Corte aceptó la presentación que hizo el gobernador de la Rioja, 
Ricardo Quintela –el mismo que dijo que si Milei ganaba renunciaría, promesa que no cumplió, algo habitual en muchos dirigentes del peronismo que hacen de la mentira un dogma– pidiendo la declaración de inconstitucionalidad del DNU. 

A pesar de su reticencia, el Gobierno en general y Javier Milei en particular chocaron de frente con la política y no tuvieron más opción que negociar en el Parlamento. Haber enviado a cada ministro a defender la ley ómnibus no fue una mala jugada, pero se notó la diferencia de experiencia y solvencia de cada uno. Lo que sigue generando roces con los otros bloques legislativos –y lo seguirá haciendo– es que el Presidente no oculta su desprecio por todo este ejercicio que se vio obligado a hacer para poder avanzar. Es en el fondo, desprecio por la política. Debería reflexionar y darse cuenta de que una cosa es “la casta” y otra muy distinta el ejercicio democrático. En JxC –sobre todo en el PRO– salieron de urgencia a reclutar gente de la sociedad civil (empresarios, cámaras y académicos) para ir a defender la ley ómnibus en el plenario de comisiones del Congreso que continuará mañana. Algunos expondrán en forma presencial y otros de manera virtual. En el equipo amarillo, con algunos matices, están trabajando a destajo para darle soporte parlamentario al oficialismo. 

Muchas de las reformas que se quieren implementar son loables. Otras, no.   

En la UCR la división es bastante más elocuente. Allí continúan las negociaciones para definir cómo pararse ante las reformas que plantea el Ejecutivo y ya se observa cierta tensión entre los duros y los dialoguistas. La Unión Cívica Radical es dueña de 34 bancas y se ha convertido en el principal bloque al que el Gobierno deberá convencer para poder avanzar con la ley ómnibus y el resto de sus proyectos. Facundo Manes, el jujeño Gerardo Morales y hasta Julio Cobos sostienen que la bancada debe adoptar una posición intransigente frente a los deseos del Gobierno.  

Del otro lado, 
Rodrigo de Loredo y Karina Banfi, entre otros, se anotan como una oposición constructiva y dialoguista. Aunque la ley ómnibus –con modificaciones– tiene grandes chances de ser aprobada, todo está por verse.  

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional se alcanzó tras un trámite rápido. Nada que sorprendiera: el programa ultraortodoxo que intenta instrumentar el Gobierno no puede cosechar más que apoyo por parte del organismo. Atrás quedaron las tortuosas negociaciones que fueron moneda corriente durante los cuatro años de la administración kirchnerista.  

La pregunta que –más allá de ese apoyo– se hacen desde Kristalina Georgieva hasta el último de los funcionarios involucrados en las tratativas con 
Luis Caputo y su equipo es si lo que propone LLA se podrá implementar o no. Y más allá de los planes en materia económica que figuran en el Excel, el termómetro de viabilidad lo seguirá marcando la gente.




    

domingo, 7 de enero de 2024

Atropello y obstinación... @dealgunamanera...

Atropello y obstinación...

Cupulando. Dibujo: Pablo Temes.

El oficialismo debe asimilar que no todo vale más allá de la legitimidad que le dieron las urnas.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 06/01/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


No ha pasado aún un mes desde que Javier Milei asumió la Presidencia. Habitualmente son los días que corresponden a la así llamada “Luna de Miel”, de la que suele gozar cualquier nuevo gobierno. Nada de esto aplica al presente de la Argentina. Dos son las razones para esta circunstancia: la primera, la profunda crisis económica por la que atraviesa el país; la segunda, las profundas medidas de shock emanadas del flamante gobierno.

La combinación de una y otra son caldo de cultivo, para una situación de conflictividad que sacude a la sociedad.

Desde el momento mismo en que las posibilidades de Milei de ganar las elecciones tuvieron visos de concreción, hubo una pregunta –una sola– que se instaló no sólo en los ámbitos de la política, sino también en la calle: ¿podrá plasmar en los hechos todos sus proyectos sin mayorías en el Congreso y sin ningún poder territorial?

Las respuestas comenzaron a aparecer esta semana cuando una Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo dio curso al amparo presentado por la CGT primero, y la CTA después, para suspender la vigencia del DNU en el ámbito del Derecho Laboral. A esta altura ya hay más de cuarenta amparos presentados ante la Justicia, para frenarlo en su totalidad.

Y respecto del proyecto de ley enviado al Congreso   –denominado “Bases para el Punto de Partida para la Libertad de los Argentinos”– nada permite suponer que los deseos del oficialismo de tenerlo aprobado a fines de enero, cuando termine el período de sesiones ordinarias se vean complacidos.

Las formas importan

Hay en los sectores duros del gobierno una disociación marcada entre los deseos y la realidad. Una política de shock, sin concesiones, sólo puede ser llevada adelante cuando un gobierno tiene la suma del poder público. Fue eso lo que pasó con Carlos Menem en los años 90. La mayoría amplia que tenía en ambas Cámaras del Congreso, entre los gobernadores y la influencia que tuvo en el Poder Judicial, posibilitaron que sus proyectos se concretaran. Esa suma del poder absoluto lo hizo posible. Recuérdese, como ejemplo, el famoso “Per Saltum” instrumentado por la Suprema Corte de Justicia de entonces, de mayoría menemista, que permitió destrabar la privatización de Aerolíneas Argentinas que había sido suspendida por el juez federal del fuero Contencioso Administrativo Oscar Garzón Funes, ante la presentación del exdiputado Moisés Fontenla, del Grupo de los Ocho.

Hoy la situación es otra: la Corte Suprema es claramente independiente del gobierno y, en caso de tomar la decisión de aplicar el recurso del “Per Saltum”, sería una sorpresa que su fallo lo favoreciera.

El panorama en el Poder Legislativo es bastante similar. El proyecto de “Ley de las Bases” ha ingresado ya en el Congreso, pero las comisiones que deben tratarlo no están aún conformadas, con lo cual, las chances de ser tratado y aprobado a fin de enero tiene, a esta hora, la categoría de la ilusión.

Nadie sabe a ciencia cierta cómo es que el Presidente apostó a esta especie de todo o nada con un proyecto que, por su complejidad, debe ser tratado y aprobado por numerosas comisiones antes de llegar al plenario. La lógica aconsejaba una fragmentación para que pudiera tener un trayecto más simple, que le hubiese hecho posible ir alcanzando sus objetivos paso a paso. Este es un razonamiento que comparten funcionarios importantes del gobierno que chocan contra la obstinación de un hombre que ha adquirido un sorpresivo poder: Federico Sturzenegger. Muchas de estas cosas, el expresidente del Banco Central durante la primera mitad de la presidencia de Mauricio Macri, las había trabajado para Patricia Bullrich. Sturzenegger se ha convertido en un halcón que da la sensación de estar viviendo un tiempo de revancha después de haber sido eyectado de sus funciones por Macri y reemplazado, casualmente, por el actual ministro de Economía, Luis Caputo. Tan envalentonado se lo ve que se enfrascó en una serie de declaraciones poco prudentes y desafiantes que motivaron que alguien dentro del gobierno le pidiera que redujera su exposición pública.

En el medio está la gente

Una muestra de la falta de contacto con la realidad del proyecto de ley es lo que pasó con la pesca. El proyecto, en su texto original, quitaba la obligatoriedad de que los buques descarguen sus productos en puertos argentinos, proponía la libre competencia entre empresas argentinas y extranjeras –lo cual generaría condiciones desiguales de operación– y quitaba la obligatoriedad de que el 75% del personal embarcado sea de nacionalidad argentina. Eso generó la reacción de todos los gobernadores de las provincias con costa sobre el litoral marítimo a los que se les sumó el intendente de Mar del Plata, Guillermo Montenegro. Debió intervenir pues el ministro del Interior, Guillermo Francos, que se reunió el mediodía del jueves con Montenegro y el gobernador de Chubut, Ignacio Torres, para modificar esos puntos de controversia. Intentando disimular lo evidente, Francos señaló que “habrá temas que serán clarificados en la redacción del artículo de la ley” (sic).

Más allá de cualquier subsanación en los textos definitivos, el error de base radica en la lógica de creer que, con algo de voluntarismo y mucho de prepotencia, se alcanzarían los objetivos planteados. En resumen: falta experiencia política.

Entre los principales empresarios argentinos existe la “voluntad de colaborar”, pero persiste el temor por el tiempo que pueda demandar la tan ansiada “luz al final del túnel”. Vale la pena mencionar que en rubros como el alimenticio y el textil esos mismos empresarios están demostrando su falta de mesura y su codicia. También depende de ellos el sacrificio y la carga que pueda soportar la gente. Deben entender que la Argentina no tiene muchas más oportunidades de salir del pozo en el cual está estancada desde hace décadas.

En este contexto, la ingenuidad del gobierno llegó a tal punto, que volvió a sobrevolar la idea de convocar a una consulta popular para satisfacer sus necesidades. Los principales constitucionalistas coinciden en que el Presidente no puede convocar a consulta popular respecto del DNU, simplemente porque no se tratan allí temas de su competencia. El oficialismo debe asimilar que –más allá de la legitimidad que le dio el resultado electoral–, no puede valerse del atropello y la obstinación para conseguir resultados. Su suerte y la de todos los argentinos, dependerá en gran medida, del retorno al camino del diálogo y la construcción política.