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domingo, 8 de mayo de 2022

CFK en Acción... @dealgunamaneraok...

¿Quién se quiere llevar el Gobierno a la mesita de luz?


"El" Cámpora. Dibujo: Pablo Temes.

Se acabó la discusión, si es que alguna vez hubo dudas sobre el tema: manda la vicepresidenta.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 07/04/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

La pregunta –que parece infantil– en verdad demuestra que la interna dentro del Frente de Todos Contra Todos está al rojo vivo. El Cuervo Andrés Larroque, referente de La Cámpora y uno de los alfiles de la vicepresidenta en funciones fue el encargado de escalar la discusión: “El Gobierno es nuestro (...) Alberto no se va a llevar el Gobierno a la mesita de luz”. Esa fue la frase que marcó una de las semanas más duras de la coalición bifronte.

“Alberto no va a delegar en nadie la toma de decisiones, ni lo sueñen. En un equipo normal las cosas se discuten y se buscan consensos. Este dejó de ser un equipo normal porque ellos lo rompieron y quieren todo el poder para hacer lo que se les antoje” –dijo un hombre cercano a la Rosada, 24 horas después de la reunión de Gabinete.

Los emisarios van y vienen, pero todavía no hay fumata blanca para las negociaciones de las que participan al menos, dos ministros y el presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa. El operativo interno de “desgaste” de la figura presidencial sigue en marcha. “Está claro que el problema dejó de ser el ministro de Economía Martín Guzmán, van por Alberto y el control absoluto del Gobierno, de eso no tenemos dudas” –espetó un diputado de JXC para sumar dramatismo a la situación.

La parálisis reinante no afecta solo a los funcionarios de primera y segunda línea de ambos bandos del FdT. El desgobierno ya puso en alerta a diferentes sectores de la política, la producción y el trabajo. “Hoy no es posible poner en marcha ninguna iniciativa que salga del cortísimo plazo. No hay interlocutores válidos en casi ningún sector del Gobierno. No podemos avanzar o negociar tranquilos con nadie, porque no sabemos si cuando se da vuelta le van a mover el piso del otro lado” –resumió con preocupación un hombre de negocios del sector Pyme.

La vicepresidenta viajó a Resistencia para recibir un título de Doctora Honoris Causa. Está claro que este tipo de distinciones que provienen de acólitos y militantes, están flojas de papeles. Un doctorado Honoris Causa se le entrega a una persona a la cual se la distingue por sus logros. Cada universidad tiene sus propios procedimientos para elegir a los candidatos al doctorado Honoris Causa. Dicho esto, lo habitual es que una vez que se presenta una candidatura, sea por decisión de una mayoría o por parte del rector –ella se adjunta con documentación sobre las razones y lo méritos que avalan la nominación– y ante el Comisionado de Doctorado, que se aboca entonces a analizar los fundamentos de tal reconocimiento.

¿Se habrá analizado también el cúmulo de causas judiciales por hechos de corrupción por los que la vicepresidenta está siendo juzgada?  

La larga perorata de CFK, que hizo acordar a sus Aló Presidente con los que semanalmente fatigó la Cadena Nacional de Radio y Televisión a lo largo de sus dos mandatos presidenciales, abundó en imprecisiones, definiciones falaces, contradicciones, narcisismo y falta de autocrítica. Pero, desde el punto de vista de lo que sucede hoy en día, el objetivo más importante fue uno: despreciar a Alberto Fernández, minimizar su figura política y personal y despegarse de un gobierno que no siente propio. Primero volvió a recordar por enésima vez que ella lo eligió para que sea Presidente; en el mismo pasaje del discurso aseguró que era una persona que “no representaba a ninguna fuerza política” y terminó de definir el conflicto interno de manera brutal diciendo que solo podría tener “una disputa de poder” con Sergio Massa, quien lidera el Frente Renovador; Héctor Daer, de la CGT; o Emilio Pérsico, del Movimiento Evita. Léase: el poder lo tengo yo; es mío; Alberto es un don nadie que me debe todo y encima no me hace caso.

A partir de este discurso se acabó la discusión, si es que alguna vez hubo dudas: quien manda es la vicepresidenta. Ella es la dadora de poder. Y, está claro, que está dispuesto a ejercerlo. Por eso, por medio de Sergio Massa, le hizo llegar al Presidente su propuesta –de tono imperativo– de cómo pretende que se organice el Gobierno de ahora en más. Esa propuesta habla de una comisión integrada por ella, su hijo Máximo, Massa, Axel Kicillof y AF que se haga cargo de la gestión gubernamental. Es decir, dicho sin disimulo, una intervención de facto del Poder Ejecutivo que, dejaría de ser unipersonal –como lo dispone la Constitución Nacional– para quedar a cargo de esta comisión de cinco miembros. La iniciativa – un verdadero disparate– fue rechazada por el Presidente y generó incomodidad en Kicillof, cuya relación con el hijo de CFK no pasa por un buen momento. Massa, cuya sintonía con el diputado Kirchner es cada vez mayor, se siente como ganador en medio de todas estas disputas. Su sueño presidencial está siempre ahí.

Todo esto tendrá consecuencias muy concretas y malas sobre la administración gubernamental. Hasta la semana pasada, el objetivo principal de toda la andanada de críticas y acciones de desgaste iban dirigidas al ministro de Economía, Martín Guzmán. Desde ahora en más el sujeto de todo este aquelarre es otro: Alberto Fernández.

Esto y buscar que el Presidente se vaya es exactamente lo mismo. Por muchísimo menos que esto, el kirchnerismo se la pasó calificando de destituyente a Julio Cobos y de traidor a Daniel Scioli durante el primer año del gobierno de Néstor Kirchner. Hasta le llegaron a prohibir la entrada a la Casa de Gobierno por haber sugerido una actualización de las tarifas de los servicios públicos. Escribió Nicolás Maquiavelo: “Si quien gobierna no reconoce los males hasta que los tiene encima, no es realmente sabio”. Alberto Fernández debería haber leído esta frase hace tiempo. Ahora es tarde: CFK va por él.




domingo, 2 de agosto de 2020

"¿Vas a desenfundar?"... @dealgunamanera...

"¿Vas a desenfundar?"  

Del otro lado del cañón... Sabina Frederic. Dibujo: Pablo Temes. 

Internas feroces en el oficialismo y en la oposición. Pero no habrá novedades durante la cuarentena. 

© Escrito por Nelson Castro el Sábado 25 /07/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  


Fue una de las frases de la semana. La información acerca del tenso momento que se vivió el miércoles durante la reunión encabezada por Axel Kicillof que tuvo lugar en La Plata y de la que participaron la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, su par de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, y un numeroso grupo de asesores produjo fuerte impacto. La frase, con la que la ministra reaccionó ante la actitud intempestiva de Berni, quien, irritado por causa de sus desacuerdos con Frederic, se puso de pie y en actitud desafiante se quitó el barbijo para expresarle su reproche, reflejó la realidad de una relación totalmente rota entre los dos. 

“Pará loco, calmate”, fue casi lo único que Kicillof en su lenguaje de dirigente estudiantil atinó a decir en medio del azoro reinante en esa sala. 

Después de esto, ¿alguien cree que la cohabitación entre Frederic y Berni se puede encauzar? 

Lo “notable” fue que, en vez de inquietarse por las consecuencias adversas que sobre las políticas de seguridad –que, en verdad, no las hay– genera ese nivel de enfrentamiento entre los dos ministerios, la preocupación de los funcionarios provinciales y del kirchnersimo pasó por averiguar quién fue el responsable de la filtración (sic). Desde la cercanía del gobernador dan por sentado que el albertismo fue quien dejó trascender a la prensa el entredicho, que luego fue ratificado por Berni ante los medios. Como se ve, el “desamor” reina. 

El caso del ministro de Seguridad es bien curioso. Su perfil no encaja para nada en los preceptos ideológicos del kirchnerismo puro. Es más, sus definiciones y conceptos sobre la inseguridad  y su circunstancia lo emparentan mucho más con la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que con los militantes devenidos funcionarios que abrevan en las fuentes K. Ese amén poco entendible tiene una razón: Cristina Fernández de Kirchner lo sostiene. 

El reclamo por un refuerzo en la seguridad es compartido por los intendentes tanto de la oposición como del oficialismo. Mario Secco, de Ensenada –un kirchnerista de paladar negro–, mantuvo un fuerte cruce con Berni, en el marco de un encuentro con intendentes de la tercera sección electoral. A pesar de la desmentida de ambos, por los pasillos de la gobernación se habló de una discusión que llegó hasta el límite de un cruce físico. El reclamo consistía en una ayuda de la Provincia para contrarrestar el incremento de la inseguridad. 

“Quiero que el gobierno provincial y el nacional me den un mimo ahora que tenemos un gobierno nacional y popular”, admitió Secco en declaraciones periodísticas. El trasfondo de la pelea sería la quita de treinta efectivos de la Bonaerense que prestaban servicio en el distrito, y que de un día para el otro fueron retirados. 

Desde el entorno de Secco admiten que el encuentro con Berni fue “muy tenso”, aunque mostraron mayor preocupación por el “filtrado” de la información. Las sospechas apuntan a Gastón Granados, intendente interino de Ezeiza, quien se encuentra en el cargo en reemplazo de su padre, Alejandro Granados, ex ministro de Seguridad durante la penosa gestión de Daniel Scioli, quien se encuentra recluido en la Patagonia ante la amenaza del Covid-19. Es bien sabido que Granados no comulga con el kirchnerismo. 
Una vez más, las internas de la coalición gobernante al rojo vivo. Mientras tanto, el conurbano bonaerense es un Kosovo infinito. Nada le falta, como lo demuestra el episodio protagonizado por el intendente de José C. Paz, Mario Ishii, aludiendo a los que venden drogas.

¿Alguien cree que la cohabitación entre Berni y Frederic se puede encauzar? 

Desde Provincia respaldan a Berni y no hablan de reemplazantes –en verdad no lo tienen–, aunque admiten que es un díscolo.   

Cuando el río suena… Los meses pasan, la cuarentena sigue y la gestión no aparece. “No creo en los planes”, dijo el Dr. Fernández en el reportaje que le concedió al Financial Times. Fue un sincericidio absolutamente innecesario. Consciente de su error, el Presidente trató de enmendarlo el jueves cuando criticó a los que “andan renegando” y dicen que el Gobierno no tiene un plan económico, señalando que el programa ATP fue “planificado desde el primer día, para que la pandemia no arrastre a empresas y sus trabajadores”. 

Mal que le pese al jefe de Estado, el manejo de la larga cuarentena muestra una significativa falta de planificación para encarar sus consecuencias psicológicas, sociológicas y económicas. A pesar del Programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP), en la ciudad de Buenos Aires ya cerraron definitivamente 25 mil pymes y en la Provincia, 45 mil. 

Una norma no escrita de la política dice que, cuando un funcionario debe ser respaldado por el Presidente –o, en este caso, por la vicepresidenta– es porque su situación es tambaleante. Es lo que le sucede al ministro de Economía, Martín Guzmán. La posibilidad de que sea desplazado de su cargo una vez que se cierren la renegociación de la deuda sigue rondando por los pasillos del ministerio, de la Casa Rosada y de la quinta de Olivos. 

Nada ocurrirá durante la cuarentena. Los cambios del Gabinete serán para después. Para el Presidente, esta circunstancia representa un problema doble porque, como es sabido, su poder para imponer nombramientos está menguado. Eso ya se lo vio con el reemplazo de Alejandro Vanoli en la Anses. 

Claro que las internas no son exclusivas del oficialismo. También las hay en la oposición y son crecientes. Y un rasgo que comparte Mauricio Macri con integrantes de este gobierno es su falta de autocrítica. 

Hablando de Macri, algo que Alberto Fernández no aprendió de los errores cometidos por el ex presidente durante su administración es que la atomización del Ministerio de Economía complica seriamente la gestión y la puesta en marcha de cualquier plan en caso de que lo hubiere. La ausencia de planes es otra de las carencias que asemejan a los dos gobiernos.   

Uno de los ministerios apetecidos por el kirchnerismo es el de Desarrollo Social. 

Daniel Arroyo enfrenta una interna de intensidad variable con la titular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz, que se suma a las dificultades de tener una cartera loteada. 

Todo lo que sea “caja”, es decir plata, es prioridad K. Nada que sorprenda.





domingo, 29 de marzo de 2020

Qué lindo vivir en Ezeiza, ¿no?... @dealgunamanera...

Qué lindo vivir en Ezeiza, ¿no?

El intendente de la municipalidad de Ezeiza es el señor Alejandro Granados, presidente del Partido Justicialista de su ciudad y congresal del Partido Justicialista a nivel provincial.

Ahí se concentran todos los curros habidos y por haber: el Mercado Central, con sus efectos colaterales de especulación, subfacturación y mafias organizadas; el aeropuerto internacional, sinónimo de contrabando y evasión impositiva; el centro atómico; los juzgados federales y la inacción tarifada; el predio de la AFA, para qué agregar algo más; dos complejos de cárceles federales, o sea narcotráfico y delitos menores; countries; puestos de pillaje en la autopista de acceso directo a los campos donde se crían los caballos de polo más caros del mundo, en Cañuelas; y a la vera de la ruta de ingreso a la Ciudad de Buenos Aires, el restaurante El Mangrullo, el primer testimonio directo sobre el poder de las vacas argentinas para los extranjeros que acaban de aterrizar y refugio militarizado para los encuentros políticos del más alto nivel, siempre dentro del partido hegemónico.

© Escrito por Enrique Vázquez el domingo 29/03/2020 y publicado en Facebook, en algún lugar de la República de los Argentinos.

El Mangrullo es propiedad del intendente, que vende carne asada de sus propias vacas y sus propios lechones, aunque es bien sabido en el pueblo que la principal actividad del intendente ha sido siempre el cuatrerismo, o sea el robo de ganado y el subsiguiente faenamiento clandestino.

El intendente de la municipalidad de Ezeiza es el señor Alejandro Granados, presidente del Partido Justicialista de su ciudad y congresal del Partido Justicialista a nivel provincial.

El señor Granados se hace llamar "el Sheriff de Ezeiza", y quizás por eso fue el creador de las rondas de vecinos armados con revólveres y fusiles, a bordo de camionetas municipales, para mantener a raya la disconformidad social del 2001 y posterioridades.

Fue elegido intendente por primera vez en 1999 y reelegido consecutivamente en 2003, 2007, 2011, 2015 y 2019.

Nunca abandonó su cargo, a pesar de que entre el 13 de agosto de 2013 y el 10 de diciembre de 2015 se desempeñó como ministro de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, designado por Daniel "Clemente" Scioli.

Y es curioso que no haya dejado ni siquiera formalmente el cargo, porque de haberlo hecho, su reemplazante hubiera sido su mujer, la señora Isabel Beatriz Visconti de Granados, alias "Dulce Granados", quien se desempeñó además como diputada nacional entre 1993 y 1997, reelegida hasta el 2001. 

Ahí sobrevino un extraño receso durante el cual se volcó al municipio, donde creó la "Agrupación Dulce Granados", un cuerpo de choque para disolver manifestaciones opositoras, apedrear locales políticos de otros partidos y "proteger al Sr. Intendente en los actos públicos”. Entre 2005 y 2009 fue diputada provincial. En el 2009 volvió al Congreso de la Nación como diputada y fue reelecta hasta el 2017.

Ahora se desempeña como presidenta del concejo deliberante municipal.

A quienes puedan sentirse preocupados por el devenir de este gobierno mezclado con emprendimiento familiar, me complace tranquilizarlos con la noticia de que el hijo mayor del Sheriff y la Dulce, de nombre Gastón, ejerce la jefatura de Gabinete.

En el sitio web del municipio, a falta de título universitario, al intendente se lo presenta con foto patriarcal y un epígrafe sincero: "Don Alejandro Granados".

Después me dicen que este país no es Peronlandia.




lunes, 2 de marzo de 2020

Reforma de la Jubilaciones en la Picota… @dealgunamanera...

 Apunten contra Sergio…

Recibiendo visitas... Sergio Massa. Fotografía: Pablo Temes

Reforma de la Jubilaciones en la Picota. Una semana marcada por la polémica votación legislativa, que dejó mal parado a Scioli y alejó al Gobierno de cualquier acuerdo con opositores.

© Escrito por Nelson Castro el Domingo 1º/02/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


El pasado que siempre vuelve. El jueves 30 de mayo de 2002 hubo en el Senado de la Nación una dramática sesión, al cabo de la cual se derogó la controvertida Ley de Subversión Económica. La derogación se aprobó luego del voto de desempate del presidente provisional del cuerpo, Carlos Maqueda. La crónica recuerda que Néstor Kirchner, gobernador de Santa Cruz –movido por el encono que lo había transformado en un férreo opositor del entonces presidente Eduardo Duhalde–, no escatimó medios para frenar ese proyecto, por lo que ordenó el desplazamiento del avión sanitario de la provincia hasta Chaco para trasladar a uno de sus legisladores, que sumó su voto negativo a la derogación.

La presencia del diputado con funciones de embajador Daniel Scioli en la sesión del jueves pasado en la Cámara de Diputados –en la que se trató la derogación de las jubilaciones de privilegio de jueces y diplomáticos– se pareció mucho al episodio arriba descripto.

Todo es tan miope en la política vernácula que nadie en el Gobierno advirtió que esto no solo caería mal en la oposición sino también en el gobierno de Brasil. “No nos merecemos tener que recibir a un embajador así desprestigiado”, señalaba en la tarde del viernes una voz desde Itamaraty, sede de la cancillería brasileña.

Técnicamente, Scioli, quien como a lo largo de toda su carrera sigue estando para cualquier cosa –en el impecable reportaje que le hizo Ernesto Tenembaum en su programa de Radio con Vos demostró que no tenía la más mínima idea del contenido del proyecto que se estaba tratando y que votó–, es aún diputado hasta pasado mañana. Pero, políticamente, había dejado de serlo desde el mismo momento en que fue confirmado como embajador en Brasilia.

Dicho esto, cabe preguntarse qué llevó al Presidente a permitir, por acción u omisión, que haya sucedido algo así. ¿Cuál fue la causa por la que el Gobierno tuvo que sacar a lo pirro la media sanción de una ley que goza de amplios niveles de consenso político y social? ¿Cómo fue que Alberto Fernández se expuso a la tamaña muestra de debilidad que significa para un gobierno recién asumido tener que ir a buscar desesperadamente a un diputado ya ido para lograr el quórum raspando? ¿Cuán consciente es de que acciones como estas le quitan credibilidad al Presidente cuando dice que su objetivo es ser mejores? ¿Qué va quedando de la idea de trabajar en conjunto en pos de acuerdos con los sectores políticos de la oposición?

Massa en su laberinto. “El principal responsable de todo lo que pasó en la Cámara fue Sergio”, afirmaba el viernes un conspicuo diputado de Consenso Federal. Lo notable es que ese juicio lo compartían también legisladores de Juntos por el Cambio y del Frente de Todos. Desde el sector que responde a Roberto Lavagna, las críticas al presidente de la Cámara de Diputados llovieron. “Es un goloso que está empecinado en llevar al Gobierno un pedazo de Cambiemos”; (…) “La relación con él está mal”, son algunas de las cosas que, en tono destemplado, se escuchaban horas después de la borrascosa sesión entre varios legisladores de Consenso Federal.

Muchos se preguntaban si existió la posibilidad de un acuerdo entre Massa y Emilio Monzó. Si el ex intendente de Tigre pensó que lo tenía al alcance de la mano, se equivocó. Desde el interior de Juntos por el Cambio las voces son coincidentes: “Tenemos diferencias fuertes, pero de ahí a romper hay un trecho muy pero muy grande”.

Tan torpe fue todo lo hecho desde el oficialismo que le dejó servido el plato a la mayoría de la oposición, cuyos integrantes, rápidos de reflejos, empezaron a blandir este tema como un remedo del escándalo del diputrucho en los años del menemismo y dejaron de lado el de la derogación de las jubilaciones de privilegio que generaban diferencias internas.   

La decisión de apurar la sesión del jueves dejó a Massa y al Gobierno mal parados. Algo no estuvo bien calculado. Faltó la buena negociación. Leyes como estas necesitan acuerdos para ser duraderas y efectivas.

Sergio Massa debería reflexionar y aprender de este episodio. Si su intención es dar vuelta la página de las divisiones, el camino que tomó el jueves es el equivocado. El Presidente lo felicitó. Semejante sobreactuación solo tiene una explicación: la débil posición en la que Massa quedó.

Un ministro en Nueva York. Las cosas no fueron fáciles para el ministro de Economía, Martín Guzmán, en su paso por Manhattan. Quienes lo conocen y hablan con él coinciden: sus convicciones son firmes. No está dispuesto a tirar su prestigio académico por la borda, sino todo lo contrario. Su idea es hacer de la fortaleza técnica de sus propuestas la base de toda la negociación. “Si le sale, será Gardel; y si no, tendrá que irse con la academia a su casa”, sentencia una voz con despacho en la Casa Rosada. El Presidente lo respalda plenamente.

De lo que se sabe hasta aquí, un grupo importante de bonistas –que quieren evitar el default a toda costa– le está proponiendo al Gobierno una quita del 15% y un pago total de unos 8 a 10 mil millones de dólares de aquí a 2023. Quedarían así, entonces, unos 20 mil millones de dólares a pagar a partir de ese año en un eventual segundo mandato de AF.


Con el FMI la química a nivel de la cúpula es muy buena, pero la negociación con los técnicos es de otro tenor. En ese estrato las cosas están más duras, según lo reconocen varios funcionarios del Fondo. Nada que sorprenda.

El viernes, durante un reportaje radial que concedió a Radio 10, al Presidente se lo escuchó enojado con la oposición y con la Corte Suprema de Justicia. En verdad, se sabe que hay cosas internas de su gobierno que también lo enojan. Hay problemas de gestión sobre los que se habló en la reunión del Gabinete de Territorio y Ciudadanía que hubo el miércoles en la casa Rosada. Son problemas sobre los que –por ahora– Alberto Fernández calla.






domingo, 9 de febrero de 2020

De Europa al barro. Después de la gira, las internas... @dealgunamanera...

Después de la gira, las internas...

 “Se va la primera...” Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes

El periplo europeo del Presidente fue muy productivo. Ahora toca resolver la deuda y alinear funcionarios. Kicillof, siempre amateur, y roces en Justicia.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Fue una semana de caricias políticas para Alberto Fernández. Su exitosa gira por Europa le deparó las mieses de la cordialidad de la canciller de Alemania, Ángela Merkel, del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, y del presidente de Francia, Emmanuel Macron.

Todos ellos lo recibieron muy bien, comprometieron su apoyo para los reclamos por la deuda y hasta le hicieron regalos simpáticos y de calidad (la guitarra que le regaló Macron es de muy buena hechura).

Dicho esto, hay que recordar que a Mauricio Macri también lo trataron muy bien en su primera gira europea. Y lo mismo le sucedió a Néstor Kirchner en su primer viaje presidencial al Viejo Mundo. A la única a la que nunca le fue verdaderamente bien fue a Cristina Kirchner. Ya se ha dicho aquí que su patológica personalidad generó el rechazo de todos los jefes de Estado que la conocieron.

La moraleja de este racconto es que el apoyo de los líderes mundiales es una condición imprescindible para enfrentar una negociación tan compleja como la que deparará la búsqueda de un acuerdo de pago con el FMI y los bonistas, pero insuficiente para reconstruir la economía del país.


Deuda. Néstor Kirchner solucionó el problema de la deuda pero Cristina se fue del gobierno con 25% de pobreza, la deuda con los holdouts y altos índices de inflación y desempleo.

Mauricio Macri solucionó el problema con los holdouts, pero su gobierno terminó con más del 30% de pobreza, la deuda con el FMI y bonistas privados, e índices de inflación y de desempleo aún mayor de los que había heredado.

En su periplo europeo, el Presidente fue a pasar la gorra en pos de la ayuda de los líderes mundiales a los que visitó. Es altamente probable que también le vaya bien con Donald Trump, que trató con deferencia al flamante embajador en Washington, Jorge Argüello, quien volvió a ocupar esa sede diplomática de la cual había sido expulsado en 2012 como castigo por CFK.

Está claro que el problema de la deuda se va a solucionar. El desafío es que vengan las inversiones. Por eso –y para que no le suceda lo que a sus antecesores– el gobierno de Fernández debe abocarse a la búsqueda de las soluciones políticas y estructurales que requiere la problemática de la economía argentina.

Kicillof. En el devenir de la negociación por la deuda, el Gobierno tuvo en las dos últimas semanas una especie de quinta columna: Axel Kicillof. Su impericia para manejar el vencimiento del bono por 249.750 millones de dólares emitido en 2011 por Daniel Scioli fue proverbial.

Cuando se propone una postergación de los plazos de pago o alguna otra variante, se requiere un consenso previo con un número de acreedores que sea suficiente para que el deudor se asegure contar con la aquiescencia de la casi totalidad de los acreedores. Eso es lo que no hizo Kicillof. Lo suyo fue un piletazo sin ninguna posibilidad de éxito.

“Fue algo amateur, sin ningún sentido”, lo definió un analista económico de elite. Y tan amateur fue que acabó impactado negativamente en la reestructuración del bono AF20, un bono dual que se paga en pesos o en dólares a un cambio determinado.

Es evidente, además, que Kicillof no tiene muy en claro su rol. Él es el gobernador, no el ministro de Economía. La lógica indica que debió haber sido su ministro de Economía, Pablo López, quien llevara la voz cantante de la negociación ante la opinión pública.
Para eso están los ministros, que son, además, fusibles.

“Axel se equivocó otra vez. Tiene mucho que aprender”, confiesa una voz de su cercanía.


Internas. Poco le duró al Presidente el dulce sabor de las jornadas vividas entre Roma, Berlín, Madrid y París. La interna emergió con toda su potencia apenas el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, volvió a decir que en la Argentina no hay presos políticos.

Que haya salido a cruzarlo Julio De Vido no sorprendió a nadie. Es más, el retruécano del depreciado ex ministro –despreciado, además, por muchos de sus ex conmilitones– es casi un galardón para el jefe de Gabinete. Pero que esa discrepancia haya sido expresada públicamente –una vez más– por una integrante del gabinete, la ministra de las Mujeres, Género y Diversidad, Elizabeth Gómez Alcorta, es insólito.

La repercusión de este episodio sin dudas ha sido fuerte al interior del Gobierno. No es casual que el canciller Felipe Solá haya salido de inmediato a respaldar a Cafiero al advertir que este incidente termina afectando la autoridad del Presidente. Y el mismo AF advirtió esto ya que ayer la orden que circulaba al interior del gabinete era no hablar más del tema.

Otro foco de tensión que se está incubando es el de la reforma judicial. El proyecto anunciado por el Presidente el 10 de diciembre en su discurso ante la Asamblea Legislativa aún no tiene fecha de presentación a causa de las diferencias internas entre la ministra de Justicia, Marcela Losardo, y el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz.

AF decidió que se encarguen de su redacción –entre otros– Losardo, Beliz, Cafiero, el secretario General de la Presidencia, Julio Vitobello, y la interventora de la AFI, Graciela Camaño.

La última semana trascendió que Beliz habría solicitado el asesoramiento del fiscal José María Campagnoli. Es un aporte extraoficial. “No está institucionalizado”, afirman. Campagnoli, que fue subsecretario de Justicia durante el período en que Beliz se desempeñó como ministro de Néstor Kirchner, fue víctima de la persecución política del kirchnerismo cuando investigó a Lázaro Báez.

Losardo, por su parte, ya hizo saber en los pasillos de Comodoro Py que está “muy en desacuerdo” con la reforma judicial que está armando Beliz, con eje en la Justicia Federal, conmocionada en estos días por la muerte del juez Claudio Bonadio.

Bonadio fue un juez muy pero muy cuestionable al que el kirchnerismo –en el ejercicio de la doble moral que forma parte de su esencia– protegió y elogió cuando se benefició con sus fallos y a quien recién denostó cuando fue objeto de sus investigaciones por hechos de corrupción.





domingo, 31 de marzo de 2019

Diez años sin Alfonsín… @dealgunamanera...

Diez años sin Alfonsín…

Raúl Alfonsí y Eduardo Duhalde. Fotografía: Cedoc/Perfil

¿Qué haría hoy Alfonsín con el partido radical si no hubiera muerto el 31 de marzo de 2009?

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 31/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La pregunta ya se la formularon los radicales hace cuatro años, cuando tuvieron que votar aliarse o no al PRO en la agitada Convención Nacional de la UCR en Gualeguaychú, el 12 de marzo (día del cumpleaños de Alfonsín) de 2015. Tan agitada que aún resuena el ruido de las sillas que volaron por el aire expresando diferencias, y ese recuerdo hace que se venga posponiendo la Convención Nacional de 2019 del partido por miedo a que la mayoría vote romper, ya no sillas sino directamente Cambiemos.


¿Habría aceptado Alfonsín aliarse con Macri en 2015 para derrotar al kirchnerismo? ¿Volvería a aceptarlo ahora, en 2019, a la luz de la política económica experimentada? ¿Cuándo se opuso a Cavallo en la Alianza, fue por conflictos generacionales con De la Rúa o porque ese tipo de políticas económicas llevan al infierno, como Lavagna cree ahora de la de Macri?

¿Podrá ser Macri Hoy el Remes Lenicov de Lavagna y Duhalde aquel Alfonsín que vio a Lavagna presidente?

Quien mejor representa el espíritu ecléctico de la política centrista del siglo XX es su mayor aliado de toda la vida, quizá no paradójicamente un peronista, Eduardo Duhalde, quien primero como intendente del conurbano bonaerense, cuando Alfonsín era presidente, luego durante ocho años como gobernador de la provincia de Buenos Aires, y finalmente cuando asumió como presidente en un acuerdo de peronistas y radicales a comienzos de 2002, siempre buscó su aprobación y apoyo. Por eso Duhalde afirma que fueron, los suyos, casi cogobiernos. Probablemente Duhalde sea su mayor discípulo y por eso, un año antes que los propios radicales, observó que el candidato que mejor representa ese legado no es Macri sino Lavagna. Alfonsín ya había elegido a Lavagna como candidato presidencial de la UCR contra Cristina Kirchner en las elecciones de 2007.

Pero además de esa elección, otro legado actual del Alfonsín tardío (el que ya no era presidente y sufría el desafecto de parte de la sociedad) fue haber hecho a Macri presidente en 2015 porque, de no haber existido la reforma constitucional de 1994 con la inclusión del ballottage, Daniel Scioli sería hoy el presidente.

Ernesto Sanz es otro de los dirigentes políticos que representan la esencia de Alfonsín. Se peleó con muchos de sus correligionarios en la Convención Nacional de Gualeguaychú en 2015 para sostener la alianza con el PRO, única posibilidad para desalojar al kirchnerismo del poder. Una vez conseguido el triunfo, no quiso “cobrar” el premio del gobierno y rechazó ser ministro de Justicia de Macri en diciembre de 2015 y ministro del Interior en 2018. Prefirió el ostracismo de su San Rafael natal, en el interior de Mendoza, a las luces del poder y eligió no integrar un gobierno en el que no se sentía representado. Macri cumplió el papel de sacar a Cristina y eso se lo valorarán siempre, pero les genera rechazo su desprecio por la política. Claramente, Macri para los radicales es de otro palo, pero mantienen su lealtad por haber sido necesario para ganarle al kirchnerismo y devolverles una cantidad de gobernaciones cuando en su peor momento tenían solo intendentes.

En su último reportaje largo en Perfil, en 2007, Alfonsín dijo: “Lavagna es el candidato que el país precisa para presidente de la nación. Lavagna es peronista: padre radical y madre peronista, espero que haya influido más la madre”. Sobre Cristina Kirchner afirmó: “Tiene un déficit muy grande, que es su iracundia”. Y del populismo, agregó: “Es una plaga en cualquier parte, es algo sin doctrina, puja de poder, no respeta, crea su propia institucionalidad”. De la economía profetizó: “Vamos a tener problemas con la inflación, vamos a tener problemas energéticos. Va a haber problemas también cuando se empiecen a modificar los criterios de las tarifas privatizadas, para que en el caso del petróleo exploren e inviertan, va a haber problemas con los subsidios que hoy se cobran por miles de millones...”. Esto fue hace 12 años y sigue teniendo la misma actualidad. Vale la pena leerlo completo un día como hoy en: http://bit.ly/raul-alfonsin-fontevecchia-reportaje.

El reportaje largo de esta edición de Perfil es a Eduardo Duhalde. Varias veces retirado, vuelve a escena cuando ya nadie lo esperaba. Alejado después de perder con De la Rúa en 1999, entró por la ventana a la presidencia en la crisis de 2002. Hizo presidente a Néstor Kirchner en 2003, pero en 2005 pasó a retiro forzoso cuando el kirchnerismo lo desalojó de su provincia de Buenos Aires, porque el Frente para la Victoria duplicó los votos del Frente Justicialista en las primeras elecciones legislativas.

Ahora, 15 años después, increíblemente vuelve a ser protagonista: es quien primero lanzó la idea de Lavagna presidente el año pasado, y ahora intenta ser el nexo de Cristina Kirchner con el peronismo. Su misión: que Cristina Kirchner baje su candidatura y haya un candidato único de la oposición.

Su historia con Editorial Perfil está atravesada por el asesinato del fotógrafo de la revista Noticias José Luis Cabezas en 1997, en Pinamar, cuando Duhalde era gobernador y Alfredo Yabrán –responsable del crimen–, el protegido del presidente Menem. En un contexto donde Menem quería modificar nuevamente la Constitución para lograr su re-reelección y precisaba sacarse a Duhalde del medio.

Las intimidades que cuenta en el reportaje son dignas de una novela de realismo mágico. Dice que cuando era presidente, durante la mayor crisis de la Argentina, el estrés lo afectó tanto que comenzó a ver en la quinta de Olivos un río con peces que saltaban. Cree que esa presión también puede estar afectando de alguna forma el entendimiento de Macri.

¿Como si la historia se empeñara en repetirse para cerrar sus ciclos, hoy Duhalde busca el deseo de Alfonsín?

Duhalde también cuenta que el propio Néstor Kirchner, en 2007, le dijo que Cristina era bipolar y que desde entonces nunca más habló con ella. Recuperó su relación el año pasado, cuando la ex presidenta lo llamó a su casa, sabiendo que estaba enfermo, para desearle mejoría. Pero tuvo que hacerlo dos veces porque la primera vez quien atendió le cortó, creyendo que se trataba de una broma. Ahora Duhalde le aconseja no ser candidata.

El ex presidente también le recomienda a Macri no ser candidato. Hace un año ya había dicho de él que no estaba preparado para ser presidente, además de decir que los de este gobierno “se ahogan en una palangana”. También su mujer los calificó con dureza: “Desastre con mayúsculas”. Duhalde rescata a la gobernadora Vidal, pero su preferido es Horacio Rodríguez Larreta, que pasó por el peronismo. Y quiere que el partido radical oficialmente deje Cambiemos y que su alianza sea con Lavagna.

Como si la historia se obstinara en repetirse para cerrar sus ciclos.