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viernes, 15 de marzo de 2024

Jorge Dorio (26-03-1958 / 13/03/2024) Q.E.P.D. @dealgunamaneraok...

Murió el periodista Jorge Dorio tras sufrir un infarto…

Jorge Dorio. Wikipedia NA Twitter @rtillynoticias

El también actor y escritor se desempeñó como panelista de 678 y Gran Hermano.

© Publicado el miércoles 13/03/2024 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

En la madrugada de este miércoles 13 de marzo a los 65 años falleció el periodista, conductor y escritor Jorge Dorio, quien, según trascendió, sufrió un paro cardíaco. La noticia fue confirmada por su hijo Franco en diálogo con Teleshow. Se encontraba activo y la semana pasada había dado una charla en Salliqueló, provincia de Buenos Aires.

El periodista sufrió un infarto luego del encuentro mencionado, por lo que fue intubado y trasladado a Trenque Lauquen, donde le colocaron dos stent. Tras unos días, los médicos retiraron el respirador y lo pasaron a una habitación de piso. Sin embargo, este miércoles volvió a sufrir un infarto y esta vez no resistió.

Jorge Dorio: "No me arrepiento de nada de 678, porque no fue un programa provocador"

Oriundo de Barracas, Dorio condujo en radio y televisión desde principios de los '80. En TV participó de ciclos como Badía y compañíaEl monitor argentino, Gran Hermano 678, mientras que en radio pasó varios años en La venganza será terrible, junto a Dolina, y en Sueños de una noche de Belgrano.  

Tras conducir 678 desde 2013 hasta la última emisión, el periodista solo participó del programa Uno Mas Uno Tres, el cual fue emitido sólo por internet y era conducido por Santiago Cúneo. Sobre su abrupta salida de la televisión, declaró en 2019 que no fue su decisión, sino que no volvieron a llamarlo.  

"Me quitó trabajos haber conducido 678...Aunque esa experiencia realmente la disfruté mucho. Creo que hice un laburo bueno, estoy contento con lo que realicé durante ese período. Sé que a mucha gente le produjo molestia y desagrado mi participación y a partir de ahí no me dieron más bola", reconoció en diálogo con Clarín.


"Durante los años que conduje el ciclo no hubo ninguna operación montada ni de mentiras ni de dinero. Aparte es súper comprobable: no hice ninguna fortuna con esto. Austeramente sigo alquilando mi departamento...", recordó también el periodista.​ 

Por su parte, reconoció que "678 lo volvería hacer una y otra vez" y consideró que "es más honesto" revelar su ideología y opinar desde dicho lugares antes "que disfrazarse según lo que a uno le conviene". 


Dorio dio la entrevista en 2019, momento en el que formaba parte del elenco de Sex, la obra erótica de José María Muscari, este se trató de su debut como actor teatral a la edad de 61 años.

En lo que respecta a la escritura, hizo periodismo en diarios y revistas, dirigió la publicación de Babel y publicó los libros La verba infamada (Ediciones Juvenilia) y La evolución de octubre (Editorial Las Cuarenta), una saga de poemas en la que consideró que pudo unir  "dos pasiones persistentes e irrenunciables".   


Dorio desde joven había asumido un compromiso político posicionándose como referente del Centro de Estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, motivo por el que fue perseguido durante la última dictadura militar. Ya con el retorno de la democracia pudo iniciar en los medios de comunicación.  

Finalmente, cabe recordar que el periodista fue uno de los 500 trabajadores a los que Radio Nacional no les renovó el contrato luego del cambio de Gobierno.




 

lunes, 17 de agosto de 2020

Revista Humor® - Un vehículo de resistencia… @dealgunamanera…

A 40 años del nacimiento de Humor®, la única voz entre los escombros…


Con un país asfixiado por el poder absoluto y la represión generalizada, la publicación fue un soplo de aire fresco, luchando contra el miedo, el asesinato, la desaparición forzada y la inseguridad.

© Publicado el sábado 09/06/2018 por el Periódico Digital Semanario de Junín, de la Ciudad de Junín, Provincia de Buenos Aires, República de los Argentinos.

El mes de junio, que ya empezamos a transitar, nos dibuja dos recuerdos enfrentados: se cumplen 40 años del nacimiento de la revista Hum® y nueve de la muerte de su máximo impulsor, Andrés Luis Cascioli, el último gran creativo de la extensa saga de talentosos del humor gráfico argentino.

Protagonista esencial de inolvidables hitos editoriales que desafiaron la censura en tiempos oscuros del país, el Tano representó una bocanada de aire puro ante tanta metralla, humillaciones y crímenes aberrantes. Sus dibujos, caricaturas y diseños forman parte de la iconografía de aquellos años tumultuosos, dentro de un fenómeno periodístico-cultural irrepetible.

Es difícil, casi imposible, explicar a quienes no vivieron la quijotesca epopeya de Hum®, de qué manera esperábamos la llegada de la revista. Soy de aquellos empedernidos lectores (hoy orgulloso coleccionista de toda la obra completa) que mutaban del asombro al placer, del deleite a la fascinación, con las notas del Gordo Soriano, Dolina, Feinmann, Kovadloff, Abrevaya, Moncalvillo o las tiras de “El Cacique Paja Brava” (Fabre-Tabaré), “Las Puertitas del Señor López (Carlos Trillo-Horacio Altuna”, “La Clínica del Dr. Cureta” (Meiji-Ceo), “Los hijos de López” (Sanz-Ceo), “Boogie, el aceitoso” (Fontanarrosa), “Vida Interior” (Tabaré), “Las andadas de los tránsfugas doctores Piccafeces” o el “Romancero del Eustaquio” (Fabre-Tabaré). Recuerdo que iba a buscar la revista al negocio de Florentino Ibáñez (Sáenz Peña al 400 y pico), quien me alertaba: “Ojo, pibe, que no vean lo que llevás, andan sueltos muchos alcahuetes de los milicos”.

Creador de brillantes publicaciones políticas como Satiricón, Chaupinela, El Ratón de Occidente y Mengano (todas ellas con una pluma de lujo: Dante Panzeri), sin embargo Cascioli hizo con Hum® su éxito más clamoroso. De inmediato, la revista sedujo a una inmensa masa de lectores desesperados por encontrar un oasis dentro del desierto cultural de fines de la década del ´70. Con acidez, espíritu crítico e irreverencia, la gente empezó a reírse de los militares.

Cascioli empezó con Satiricón, en febrero del ‘74. En mayo de 2006 recordaba, que en esa época molestó mucho al Gobierno una tapa suya que tituló “En boca abierta… ¡entran moscas!”. “En Satiricón quisimos diferenciarnos desde el diseño, aunque era más una revista sociológica que política, con notas muy analíticas. En ese mes del ‘74 Perón ya estaba en el poder y empezaron a amenazarnos con la censura. El peronismo siempre simpatizó con la censura. La advertencia era que no había que hablar demasiado. Yo andaba loco con esa mosca: quería que la verdad estuviera posada en la lengua, que la gente sintiera que la mosca estaba ahí”, decía el Tano.

La revista Humor Registrado nació pocas horas después del comienzo del Mundial 1978, época negra e infame de la historia argentina. Un acontecimiento usado para “limpiar” tanta mugre ante el mundo. El primer número tiró 40.000 ejemplares, de los que vendió la mitad. En la tapa, aparece un César Luis Menotti dibujado con las características orejotas del todopoderoso Ministro de Economía de la dictadura, el tristemente célebre José Alfredo Martínez de Hoz. Más abajo, en letras bien irónicas se leía: “El Mundial se hace, cueste lo que cueste”, frase acuñada meses antes por Jorge Sanguinario Videla. En plena dictadura, la publicación se levantó con valentía dentro de un mercado periodístico cómplice y permisivo, asumiendo con modestia como “la revista que supera, apenas, la mediocridad general”. El Tano solía decir que “nuestro trabajo fue pensar cómo gambetear a la censura”.

La clave del éxito de Hum® residió en mostrar la satirización de los “intocables”, con periodistas de una inteligencia muy aguda. La gran virtud fue dar en el punto justo, con la profundización de los temas, yendo siempre más allá. Vean, si no, qué nombres desfilaron por la redacción de la calle Venezuela: Tomás Sanz, Alejandro Dolina, José Pablo Feinmann, Horacio Verbitsky, Langer, Rep, Limura, Izquierdo Brown, Héctor Ruiz Núñez, Carlos Nine, Alan Pauls, Marcelo Figueras, Daniel Guebel, Jorge Sábato, Alvaro Abós, Tabaré, Aída Bortnik, Juan Sasturain, Aquiles Fabregat, Trillo, Altuna, Santiago Kovadloff, Grondona White, Meiji, Maitena, Crist, Osvaldo Soriano, Carlos Abrevaya, Osvaldo Ardizzone, Mona Moncalvillo, Ceo, Crist, Maicas, Walter Clos, Raúl Fortín, Maicas, Carlos Braccamonte, Santiago Varela, Jorge Garayoa, Carlos Ulanovsky, Jorge Guinzburg, Norberto Firpo, Juan C. Martini, Gloria Guerrero, Enrique Vázquez, Aníbal Vinelli, Hugo Paredero, Jaime Emma, Pacho O´Donell y Luis Gregorich, entre tantos otros.

En 1980, con las virulentas quiebras de Sasetru, el BIR y el Banco de Los Andes, el derrumbe de la política económica de Martínez de Hoz comenzó a emitir pizcas concretas, en ese momento poco perceptibles. Al año siguiente se abandonó el dólar barato, mientras la CGT y los partidos políticos empezaron a salir de la hibernación. Viola reemplazó a Videla. Luego, con un golpe dentro del golpe, llegó Leopoldo Fortunato Galtieri. Fue una etapa en la que Hum® asumió claramente la voz más fuerte a favor del fin de la dictadura. En 1982 la revista era todo un fenómeno masivo, un síntoma que se aceleró luego del desastre en la Guerra de las Malvinas. El Proceso entró en retirada y la publicación se encontró siendo el único medio no cómplice, llegando a vender más de 300 mil ejemplares, una cifra insólita aún para estos días.

Paradójicamente, con la llegada de la democracia comenzaron los tiempos más difíciles para Hum®, al extremo que las ventas cayeron un tercio. Esto lo explica Tomás Sanz, uno de los discípulos de Cascioli y último director: “Una cosa era cuando todos estábamos contra los militares y otra fue cuando llegó la democracia. Porque los peronistas nos veían como gorilas, los radicales suponían que teníamos que acompañarlos en su gestión y la gente de izquierda se dio cuenta de que nosotros muy de izquierda no éramos. Y se nos fueron yendo lectores. Después del ´83 todos salieron en patota a hablar, pero hasta el ´83 si alguien quería leer algo o enterarse de algo que pasaba en la dictadura, tenía que comprar Hum®, porque tampoco en los diarios iba a encontrar nada”.

Los años del menemismo fueron lapidarios para buena parte del país y Hum® no resultó la excepción, con más de treinta juicios entablados por el venerable Carlitos. Andrés Cascioli lo contó a su manera: “La decadencia de la clase media y la ola de juicios con que el gobierno quiso desgastar a la publicación, se sumó la pérdida de la sintonía fina con el lector. En la era de CQC, los códigos de humor de la revista había dejado de ser compartidos por las mayorías, y desde el punto de vista periodístico, no se supo enfrentar la competencia indirecta de un medio ideológicamente cercano pero diario en vez de quincenal, como fue el Página/12 de la época de Jorge Lanata. La redacción se fue despoblando, y arreciaron los juicios laborales e impositivos. Lo peor fueron esos últimos años, porque nos dábamos cuenta de que no llegábamos a la gente”.

Hoy, de acuerdo a las condiciones que exhibe tanto el mercado como el negocio editorial, sería poco probable imaginar la implementación de una segunda etapa de Hum®. Por ejemplo, no se podría juntar las plumas calificadas de entonces, simplemente porque los jóvenes de entonces, hoy son nombres fuertemente cotizados en el mundo del periodismo. Otros, como Osvaldo Soriano, Jorge Grinzburg, Carlos Abrevaya, Roberto Fontanarrosa, Osvaldo Ardizzone y Walter Clos, han muerto. ¿Cómo reemplazarlos? Los éxitos no se pueden clonar. El suceso que arrancó esta fantástica revista en 1978, es imposible que en 2018 pudiese repetirse, en un mundo atrapado por internet, redes sociales y celulares.

El humor político en Junín
La historia del humor político en la Argentina es más larga que la del país: comenzó en 1802, cuando el Telégrafo Mercantil publicó un soneto satírico sobre el virrey Joaquín del Pino. En medios gráficos, la tradición es rica, ya que pueden recordarse hitos como “El mosquito”, “Caras y Caretas”, “P.B.T.”, “Cuatro Patas”, “Tía Vicenta”,  “Satiricón”, “Chaupinela” y “Humor®”.

En nuestra ciudad hay pocos antecedentes que registren el paso del humor político, pese a la tela que hay para cortar. Semanario, desde su reaparición dos años atrás, tomó la posta buscando marcar las contradicciones del poder y las acciones de nuestros gobernantes, jugando con relatos de la realidad, haciendo más grotesco el grotesco, desplegando pinturas de humor donde se “satiriza” a los políticos, sindicalistas, funcionarios y personajes de la vida juninense de estos días.

Política y el humor, pero allá lejos y hace tiempo. Lo hizo el diario “El Mentor”, que dejó de aparecer en 1933, después de 36 años de vigencia. Era un matutino con ideas conservadoras y su jocosidad gráfica se disparaba para dejar mal parados a los radicales, mediante dibujos con mucha creatividad e ironía. Más cerca, allá por los ´70, hubo algunos intentos de la revista “El Ñandú Culeco”, pero referida a la política costumbrista, tocando aspectos de la realidad ferroviaria local y atacando los enormes baches que por entonces “adornaban” la avenida Libertad, entre otros temas.

Aquellas entrevistas del Gordo Soriano

Humor® fue un hecho colectivo, dinámico, abierto, plural. Subrayar el trabajo de algunas figuras y no de otras puede resultar un ejercicio de injusticia. Sin embargo, hay en el corazón de la revista nombres ineludibles, que le dieron con su firma y aportes, un sello. Es el caso de Osvaldo Soriano.

El reportaje a Alain Rouquié, autor de “Poder militar y sociedad política en la Argentina”, fue muy profundo, ante una personalidad que pocas veces concedía entrevistas. Por entonces, Rouquié, latinoamericanista, especialista en política comparada, profesor de Estudios Políticos de París e investigador en la Fundación Nacional de Ciencias Políticas de su país, puso una sola condición antes de comenzar la charla: que se diga que hace una excepción por tratarse de Humor®, “un fenómeno de sociedad único”.

El exilio y el “genocidio cultural” son temas que trató El Gordo con Julio Cortázar, en Paris, quien se reivindicó como “argentino, pero sobre todo continentalista latinoamericano”. En ese momento, setiembre de 1983, el gran narrador tenía 69 años y acababa de publicar “Deshoras”, un libro de relatos. Mientras se preparaba para regresar a la Argentina con la asunción de Raúl Alfonsín, Cortázar habla de sus pesadillas, de su juventud, del sandinismo, y responde a las críticas que le fueron dirigidas por otros escritores.

Otras de sus célebres entrevistas ocurrió con Alfredo Zitarrosa, el más sólido y afamado cantor popular que haya dado Uruguay, fuera de Julio Sosa o Carlos Gardel, si es que algún día se confirma la identidad oriental del troesma. Entre muchísimas otras preguntas, Soriano quiso saber: “¿Quién es más triste, el uruguayo o el argentino?”. Y la respuesta no tardó en llegar: “Aunque no sé si valen las comparaciones, puedo decirle que el uruguayo es un pueblo reflexivo más que tristón. Además, le digo algo: nos gusta estar tristes. Los mejores amigos, los más probados, los hizo uno en la amargura, en la hecatombe, los conquistó en los momentos de mayor autoanálisis, de mayor congoja y cuestionamientos interiores”.




sábado, 9 de febrero de 2019

Alejandro Dolina. Al final "Todos Roban"... @dealgunamanera...

Al final "Todos Roban"...



© Escrito por Alejandro Dolina (para "Facebook" del 06-02-17)

"El cepo al dólar o el pasado del Papa; La justicia, la verdad, el suicidio de Nisman y menos que menos los bomberos muertos de Iron Mountain, no le importan. El pibe que mataron en un robo o la heladera que compró y vino fallada, tampoco. Mintió. No le importaba ni la corrupción, ni los pobres, ni el de al lado, y menos los que manda a agarrar la pala desde Internet. El tema era culpar al peronismo de todo lo malo. Nada más. A él solo le importó una cosa: que el gobierno NO sea peronista. Para él: los Kirchner, Evita, Dolina, Corach, Leonardo Favio, el Papa Francisco, Rodríguez Saa, Rodolfo Walsh, Cafiero, Cámpora y el que silba la marcha de Hugo del Carril cuando limpia los vidrios, fueron, son y serán, todos iguales, son todos enemigos que pertenecen a ese movimiento maldito.

Si estando en el gobierno privatizan o estatizan, a él, le da lo mismo, siempre es malo, porque la acción no le interesa, sino la identificación de alguien como peronista; y si van al norte o al sur, está mal ambas cosas, solo porque son peronistas.

Como no puede admitir que vota y opina según una "camiseta", siempre “en contra de ellos” y que en realidad, las ideas, las obras, las acciones no le importan, se viste para la ocasión. Si se tiene que vestir de socialista indignado; de comunista que tiene auto importado con calcomanía del Che Guevara; de humanista porque postea si ve un perrito perdido; de radical especializado en Illia porque murió pobre; de Isaac Rojas subido a un avión bombardero; de estadounidense o francés porque son países serios; de ciudadano derecho que pide golpe de Estado o de republicano racional que entiende que la economía está por encima de la gente, él se cambia sin vergüenza alguna. El fin justifica los trajes: el gobierno no tiene que ser peronista. Punto.

El centro cultural más grande de la historia, el polo científico, los trenes, la nacionalización de YPF, el matrimonio igualitario, los satélites argentinos, el Hospital El Cruce, Tecnópolis, el billete con las islas Malvinas, el plan Qunitas, el Pro.cre.ar, hubieran sido obras de un gobierno no peronista, a él mucho no le hubiera importado, salvo que lo beneficien en algo, pero sí afirmaría que son aciertos irrefutables. Pero como son acciones de gestiones peronistas, entonces: son curros, no son los modales adecuados, lo importante no es la obra sino el nombre o fueron gastos que no corresponde a este tiempo.

Lo que sí le importa es repetir que su fortuna personal no depende del estado del país, mucho menos cuando hay gobiernos peronistas, y que su familia y él, son, los poquísimos trabajadores serios y honrados, que habitan “éste país” que anda mal porque salvo él y unos pocos, el resto son todos vagos peronistas y ladrones.

Cuando todo estalla y ya no se puede disimular que no se construyó nada en función del pueblo, no será consecuencia de que los que venían a salvar al país son inoperantes, deshonestos, cipayos y mucho menos dirá “que mal voté es que siempre voto lo que sea para no votar un peronista” En ese momento soltará una de sus frases escudo: “es que, al final, son todos iguales, todos roban”. De esa manera, no hay análisis ni cálculos, todos son corruptos.

El gobierno que pone derechos del trabajador en la Constitución, les otorga pensión a las amas de casa, promueve el aguinaldo, y/o subsidia el transporte, la luz y el gas a los que menos ganan, será, según él, igualito al que se quedó con los ahorros que tenía la clase media en los bancos y no construyó ni un hospital porque igual, al final “todos roban."

Alejandro Dolina



domingo, 3 de febrero de 2019

Entrevista a Carlos Ulanovsky… @dealgunamanera...

Entrevista a Carlos Ulanovsky…

Carlos Ulanovsky

En una sustanciosa charla que tuvo con la Revista Cabal, el excelente periodista y escritor Carlos Ulanovsky desgranó distintos recuerdos de una rica vida personal y profesional, que lo ha llevado en sus largos 55 años de labor a protagonizar experiencias que reflejan un modelo de trabajador en los medios que hoy tiende a extinguirse y del cual, sin embargo, las nuevas generaciones podrían aprender todavía mucho, tanto en el plano de la sapiencia en el oficio, como en el moral y de la defensa de los derechos gremiales.

© Escrito por Alberto Catena el domingo 20/01/2019 y publicado por la Revista Cabal de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Con medio siglo extenso de actividad en el periodismo gráfico, la radio y la televisión, Carlos Ulanovsky es a los 75 años una de esas referencias obligadas en el país a la hora de conocer cómo fue el desarrollo de la profesión y de los medios en esas tres especialidades durante la segunda mitad de la centuria pasada y en las casi dos primeras décadas de lo que va de este milenio. Lo que ha escrito sobre la radio y la televisión figura entre las investigaciones históricas más serias de esos dos medios e incluyen, entre otros, trabajos como TV Guía negra, TV argentina 25 años después, Días de radio, Paren las rotativas, Estamos en el aire, Siempre los escucho o Qué desastres es la TV, algunos elaborados en colaboración con otros colegas. 

Pero la producción de Ulanovsky no se ha limitado solo a la investigación sino que ha abordado también la narrativa (tiene dos novelas), los libros de crónicas, las biografías, el análisis de lenguaje, en una obra que ya excede los 25 títulos. De ellos mencionaremos solo algunos más: Nunca bailes en dos bodas a la vez y Nada más aburrido que ver filmar (que son sus novelas) y Tato, Mi Congreso de la Lengua, Vivir entre butacas y Toc Toc.
         
Todo eso sin mencionar lo que ha escrito a lo largo de los cincuenta años de periodismo gráfico, que en una selección de sus trabajos más destacados están en Google o en su sitio personal en la web. Se inició como profesional en 1963, aunque ya a los quince había editado una revista, Proa, junto con Rodolfo Terragno. Al salir del secundario, ya con el firme propósito de dedicarse al periodismo, golpeó la puerta de distintas publicaciones como Siete Días, Casos, Panorama y logró que le dieran notas en condición de colaborador. Su primer ingreso a una redacción con trabajo estable fue en la revista Confirmado, en mayo de 1965. Allí estuvo primero hasta 1969, año en que pasó a hacer publicidad, aconsejado por el director teatral Alberto Ure, en la agencia Walter Thompson. En este sitio duró hasta 1970, fecha en que fue echado por adherir a una huelga general en protesta por la represión que se desató luego del incendio de los doce Minimax de los Rockefeller en Argentina, que eran clientes de la agencia. Volvió a Confirmado y al año siguiente, 1971, ingresó al recién lanzado diario La Opinión, de fuerte influencia en el periodismo posterior del país. Después de este medio, del que fue echado por participar en la huelga en protesta por el despido de Horacio Verbitsky, siguió una larga lista de publicaciones, que a riesgo de no ser exhaustivos y ni totalmente precisos, mencionamos a modo de imperfecta síntesis: Satiricón, el diario Noticias, Chaupinela, El Ratón de Occidente, Clarín, Humor, El Porteño, Página 12, La Maga, La Nación, etc. 
        
En su departamento del barrio de Palermo, “Ula”, como llaman los amigos, nos recibe con la cordialidad que todos le reconocen. Nos sirve un café muy rico y nos regala algunos de sus últimos libros. Habla de su carrera con toda naturalidad, en un tono pausado y claro, sin exageran nunca su participación ni su protagonismo en los hechos que vivió en la profesión, algunos realmente riesgosos para su vida.

¿Cuándo te exiliaste por primera vez en México?

En octubre de 1974. Había tenido desde 1972 a esa fecha un tiempo algo loco en mi vida laboral. Trabajé en un espacio de humor con Mario Mactas y Alejandro Dolina que salía por Radio Argentina (Mañanitas nocturnas) durante la mañana y dejábamos grabado otro para la tarde. Y a la noche con Mactas también hacíamos un programa distinto llamado Ruidos en la cabeza. En esos años estuve también en la revista Satiricón y un tiempito en Noticias. Y en 1974 empiezan a atacarnos mucho en las revistas de ultraderecha El Caudillo y  El Burgués. Y en octubre Isabelita (Isabel Perón) clausura Satiricón por inmoral y entonces con mi ex mujer, Marta Merkin, con la que viví 32 años, decidimos exiliarnos en México. Me fui pensando que era una situación pasajera, que se enfriaría en poco tiempo, pero duró un poquito más de un año, hasta enero de 1976. En ese país conseguí un laburo en Televisa, que quería dedicarse a las publicaciones escritas. Me hicieron un contrato y luego me echaron porque dicen que ponía cara de aburrido en las reuniones. Y en el interin hice dos revistas dedicadas al otro lado de los teleteatros, el lado B (lo que ahora se llama el backstage). Y también el número cero de Deporte color, una revista de fútbol. Me echaron y de ahí fui a trabajar al suplemento cultural de El Universal. En Televisa trabajaba un exiliado español, el escritor Paco Taibo, que se compadeció con lo que me pasaba y me llevó a ese periódico. Era el autor de muchos libros y padre del actual Paco Taibo II, que publicó la famosa biografía del Che Guevara, también periodista y escritor, nombrado hace poco por López Obrador presidente de la editorial mexicana oficial, el Fondo de Cultura Económica. Los Taibo fueron fundamentales en nuestra estadía en México, divinas personas, generosos, solidarios. Y ahí estuve hasta que me volví porque mi mujer extrañaba. Todavía no había empezado la dictadura. Con la perspicacia política que siempre nos caracterizó regresamos a comienzos de 1976, recuperamos el departamento alquilado, y el 24 de marzo de ese año estábamos en casa y nos levantamos con la marcha militar.

¿Y cuando volvieron a México por segunda vez?

En abril de 1977. En otros años había trabajado en Chaupinela y El Ratón de Occidente, que editaba Oscar Blotta. Él, ya en la dictadura, comenzó a publicar la revista Emanuelle, que indignaba a los militares. Fue una de las primeras revistas feministas. Y se la cierran, además de secuestrarlo junto a Mario Mactas y una correctora llamada Silvia Vesco. Y me llega la noticia de que los secuestradores preguntaban también por mí, aunque yo no trabajaba ahí. Así que, con Marta e Inés recién nacida (la segunda de sus hijas nacida un 29 de marzo, la otra es Julieta, que es mayor y pertenece a otra unión), nos vamos de vuelta a México. Y ahí me quedé hasta enero de 1983. Y esta estadía fue mucho más permanente y grata. En ese período trabajé primero en una revista que era sucursal española de Interviu, después en el periódico Proceso y los últimos cinco años de residencia en ese país estuve laburando en la parte de comunicación del Instituto Nacional de Defensa de los Consumidores.

¿En qué categoría ingresaste a la revista Confirmado en 1965? 

En Confirmado empecé como informante, que era la categoría primera del Estatuto del Periodista. Luego venía cronista y redactor. Y me di cuenta que cada vez que pedías un aumento de sueldo te cambiaban la categoría. Y de redactor, se pasó –como creación- a redactor especial.  Y ahora está esa figura nefasta que es la de editor. Alguien es editor porque exigió aumento de sueldo y le dijeron: ¿de qué te ponemos? Antes las notas las editaba uno, y si no estaban bien editadas te cagaban a pedos y te obligaban a cambiarla o hacer otra cosa. Y ahí empecé a hacer de todo, en especial entrevistas y al tiempo me mandaron a una sección que se llamaba Reportajes insolentes. Y poco a poco me fui especializando en algo que me acompañó toda la vida, que fue la crítica de televisión. También crítica de radio, pero menos. Casi desde el mismo comienzo trabajé en las secciones vinculadas a Cultura, Sociedad, Espectáculos y Tendencias. Las últimas dos décadas las sintetizaría en los datos que siguen. Después de irme en 1996 de TEA (Taller Escuela Agencia de Periodismo), donde estuve durante diez años, entré al diario La Nación para trabajar en la sección Espectáculos y en la revista. Era un buen sueldo –época de la convertibilidad- y trabajé allí hasta el 2008. Hice de todo en la revista, en especial entrevistas y en Espectáculos también. Y en 2004 me llamaron de Recursos Humanos y me dijeron que querían cortar la relación de dependencia. ¿Por qué? Nuevas decisiones del diario, queremos menos gente, me contestaron.

¿Cuánto vale eso?, les pregunté. Me hicieron la cuenta y me informaron: 17 mil mangos (dólares). Firmé un convenio para seguir escribiendo colaboraciones (artículos, entrevistas y columnas), que fijaba que no podía excederme de las 24 notas al año y así seguí hasta que me fui en 2008. Allí terminó mi periplo en las redacciones.”

Pero seguiste haciendo radio

Toda mi vida profesional hice radio, pero siempre como rebusque porque ahí no se paga bien. Tuve una experiencia linda 2003-2006: me nombraron director en Radio de la Ciudad, en reemplazo de Luis Alberto Badía, y fui también director de La 2x4. Hice cosas que me gustaron y que tenía en la cabeza desde que era chico. Transmitimos teatro desde los teatros con Nora Perlé como relatora y entrevistando artistas. Y cuando dejo las redacciones empiezo a estar muchísimo en mi casa y ésta se convierte en mi redacción y me dedico a escribir libros. Es mi ocupación básica en la actualidad. Ahora trabajo una vez por semana en la radio, estoy en la M750, en el programa Reunión cumbre, que va de 20 a 22 horas. Es un programa con 20 años de existencia. En Radio Nacional lo hice 10 años. Y lo hice 6 años en Del Plata y primero en La Metro. De Radio Nacional me fui en noviembre de 2017. Y hago, para despuntar el vicio, una columna por mes en Tiempo Argentino, además de los libros.

¿Cuántos libros publicaste este año?

Fueron cuatro: primero el de la historia de Toc toc, después otros dos libros, uno de ellos mi segunda novela (Nada más aburrido que ver filmar) y el otro El congreso de la lengua. Y salió la  cuarta edición de Seamos felices mientras estamos aquí, un libro de crónicas del exilio en México. Y ahora terminé un libro con entrevistas a 35 periodistas jóvenes, sub-50, sub-40 y algunos sub-30 años, que dan un promedio de 35,4 de edad. Este texto saldrá en marzo o abril de 2019 por la editorial Punto de Encuentro. Y es un libro que tenía muchas ganas de hacer porque creo que el periodismo atraviesa un momento de baja creatividad y que lo mejor que está pasando, ocurre entre los jóvenes. Y todo lo que genere el libro lo voy a donar a La garganta poderosa. Eso era algo que deseaba. También hay un par de libros que quiero reubicar, recuperar mis derechos sobre ellos, uno de ellos es Días de radio, que lo tiene aún Planeta.

¿Has perdido entusiasmo por la actividad en el periodismo diario?

Fijate que no, cada vez que escribo para Tiempo Argentino me encanta hacer esas notas, imaginar y descubrir cuál es el tema, anotar cosas para futuros escritos. Pero considero que ya no es mi tiempo, que es el tiempo de otros y hay que aceptarlo. En parte esa sensación es la que me llevó a escribir el libro que se publicará en marzo y que se llama En otras palabras. 35 periodistas jóvenes entre la grieta y la precarización. Porque son las dos grandes cosas que salen en las charlas. El efecto de la grieta y la precarización. Son chicos que están atravesando cosas que nosotros a su edad no atravesamos. Tienen que tener seis o siete laburos para sobrevivir. Y también la doble grieta: la de lo político, pero también la que hay entre lo analógico y lo digital. Se los hace ser personas de dos mundos. Empezaron en lo analógico y ahora están en lo digital al mango.

Aceptar la revolución digital es necesario e inevitable, pero eso no debe llevar a pensar que todo lo que se hizo antes no sirve. En una conferencia reciente, el realizador español Alex de la Iglesia, decía frente a ese desafío: ojo, el pasado es siempre la base del futuro. ¿Qué pensas al respecto?

Que es así. Y en el olvido del pasado influyen mucho las redes sociales, una de cuyas bases es la inmediatez. Y la inmediatez sin destino. Se lucha por ver quien dijo algo primero. Ahora, ¿qué es lo se dijo? No se sabe muy bien o para qué. También es muy interesante observar lo que produce el mundo tecnológico en periodismo, porque no es solo un cambio de formato o diseño lo que se está imponiendo, es un cambio más profundo. Un tipo que en la gráfica estaba acostumbrado a un cierre por día, ahora observa que el digital tiene 24 cierras al día, uno por hora y a veces más. Y eso acostumbra a escribir corto. En el libro de entrevistas a periodistas jóvenes del que te hablé hay dos chicas que trabajan en Infobae y dicen que se alegran mucho cada vez que pueden hacer una nota larga porque, en general, todo es corto. Yo que trabajo en radio, me encuentro siempre frente a ese planteo: la superstición de que hay que decirlo todo en dos minutos. Y eso atenta cada vez más contra lo que yo llamo la “radio de autor”, que cada vez hay menos. El otro día se murió Betty Elizalde y pensaba: te podía gustar o no lo que decía, pero era alguien que se sentaba frente al micrófono con un discurso y ese discurso partía de una mujer que tenía algo para decir. Es lo que hace Dolina. 

Hablame de tu trabajo en ficción.

Cuando viví en México escribí una novela que se llamaba Soñar despierto, que era una historia de los años setenta, un tipo que conoce a una mujer, inicia una relación y un día estando con la ella la vienen a secuestrar y se lo llevan también a él. Una historia de perejiles. Y la mandé a un par de concursos y no la eligieron en ninguno. Desde entonces tuve la idea de escribir ficción, soy muy lector de la novelística judeo-norteamericana, me gustan mucho las comedias, son muy aficionado a ellas. Y en 2013 escribí mi primera novela (la considero la primera porque la otra nunca la publiqué): Nunca bailes en dos bodas a la vez. Que es una novela de humor, es la historia de un músico que anima fiestas de casamientos, en especial fiestas judías, y tiene una empresa para organizar estos eventos. Y abriga la fantasía de afanarse un día a una novia de una boda. Y eso es lo que hace. La novela transcurre en las seis horas en las que él está afuera huyendo y lo que pasa adentro, en la fiesta, donde se pudre todo, y lo que pasa afuera.

¿Anduvo bien?

Sí, se vendió una edición completa y ahora la reeditaron, en Planeta. Y en Grupo Editorial Sur salió hace muy poco la segunda novela: Nada más aburrido que ver filmar. Es la historia de un director de cine muy prestigioso en la Argentina que está filmando su película dieciséis durante la dictadura y empiezan a hostigarlo, a darle señales de que la cosa no anda bien con él, hasta que lo prohíben. Contiene también mucho humor. Él es dueño de un perro que se llama Fellini y en un momento lo llaman desde Uruguay, a través de un amigo, para hacerle una propuesta. Y supone que es para hacer un trabajo cinematográfico, pero lo convocan en realidad para dirigir una campaña publicitaria de un nuevo producto para perros, que se llama “Suprema de perro” y le piden que su perro sea protagonista de ella. Finalmente la filma y en ese lugar de Uruguay, que es imaginario, se va quedando con su pareja. Es su vida en la nueva situación, una especie de exilio.

¿Vos crees que la generación tuya –la nuestra diría- tiene algo que enseñarle a las nuevas generaciones?

Sí, pero eso en la presunción de que las nuevas generaciones estuvieran dispuestas a oírnos. Creo con absoluta humildad que tenemos todavía cosas para enseñar y creo que no estaría mal que en algún momento se nos reconociera el lugar del idóneo. Antes en la farmacia existía esta figura, cuando faltaba el farmacéutico estaba ese tipo que se había pasado toda la vida preparando recetas y ungüentos. Nosotros también tenemos esa condición, toda la vida supimos cómo armar cuentitos con principio, desarrollo y final. Pero, bueno, en este momento, y desde hace mucho, existe la superstición de que lo único que vale es lo joven. Y esta manía juvenilista persiste. Por eso, tuve que aclarar en el prólogo del libro próximo, que no me guió, en el deseo de escribirlo, ese culto de admiración por los jóvenes que se practica hoy, no. Simplemente pienso que, entre los jóvenes que yo leo y que son muchos, periodistas que se han dedicado a desarrollar el género de la crónica o han hecho revistas digitales y otras cosas, hay una semilla que puede instalar al periodismo en otro lugar. Pero sí, me parece que todavía somos gente a la que se puede considerar. Y que por el otro lado, somos personas que comprendemos mejor la situación general. Y que no nos asusta. A mí, particularmente, no me asusta la grieta. Sé de qué lado tengo que estar, sé desde donde hablo.

Hace poco tiempo te dieron un premio a la trayectoria, lo que confirma que sos un profesional al que se lo tiene como referencia. 


Bueno, ahora a lo que tendemos es a recibir esos premios, que son gratificantes, pero ahí yo dije esto: soy un tipo sin deudas de ningún tipo, ni materiales ni de otra naturaleza. No tengo deudas, no tengo créditos, no tengo que mantener a nadie. Y ya la guita que hice es la que hice hasta ahora y no voy a hacer más. Y eso me da una gran tranquilidad moral y simbólica.