La salud de Alberto…
Un antecedente de hace una década llevó a versiones equivocadas.
Dolor, pulmones y el poder que enferma.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 09/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Alberto
Fernández se venía sintiendo mal desde hacía algunos días. Lo
aquejaban una persistente tos seca y un fuerte dolor de espalda. Según
reconoció, fue un dolor que nunca en su vida había sentido. Ante eso tomó la
decisión de consultar a su médico, Federico Saavedra. El doctor –un destacado
médico clínico conocido en las redes sociales por su definido antikirchnerismo–
ordenó los análisis de rutina más los estudios por imágenes del tórax que le
permitieron arribar al diagnóstico que se conoció horas después: una
inflamación pleural. Ante esto –y con muy buen criterio por los antecedentes
del paciente– le indicó su internación para realizar un chequeo más complejo.
La pleura es una membrana que recubre los pulmones, el mediastino,
la cara superior del diafragma y la cara interna del tórax, que consta de dos
capas: una externa o parietal, que está en contacto con la cara interna del
tórax, el mediastino y la cara superior del diafragma, y una interna o
visceral, que está en contacto con los pulmones. El espacio entre la pleura
parietal y la pleura visceral se llama cavidad pleural. Esta cavidad contiene
normalmente unos 15 mililitros de líquido que actúa como lubricante entre ambas
superficies de la pleura, lo que es clave para que cumpla su función de
permitir que durante los movimientos respiratorios los pulmones se puedan
desplazar dentro de la cavidad torácica.
Cuando la pleura se inflama se produce lo que se denomina
pleuresía o pleuritis, como consecuencia de lo cual las dos capas de la pleura
se frotan entre sí como si fueran papel de lija, situación que origina un dolor
intenso cada vez que el paciente inhala y exhala.
Síntomas. La pleuresía se
manifiesta con dolor en el pecho y en la espalda, que se acentúa al respirar,
toser o estornudar. A causa de ese dolor, el paciente busca minimizar los
movimientos respiratorios, lo que lo lleva a padecer una dificultad
respiratoria que le produce falta de aire. A veces el cuadro se acompaña de tos
intensa y, dependiendo de la causa, fiebre.
Como Alberto Fernández narró en una entrevista que le realicé por Radio
Continental en la mañana del miércoles pasado, la única sintomatología
que presentó fue tos seca e intensa y el fuerte dolor de espalda. No tuvo
fiebre y, tras los estudios, el diagnóstico surgió en forma certera. Sin
embargo, la versión de un posible tromboembolismo pulmonar estuvo circulando
durante varias horas, así como otra versión que hablaba sobre un supuesto
estado de gravedad del precandidato presidencial. Ninguna de las dos
informaciones fueron ciertas: no estuvo en ningún momento en estado de
gravedad. De haberlo estado, y de haber sido la causa de esa eventual situación
un tromboembolismo pulmonar, habría sido internado de inmediato en la Unidad de
Cuidados Intensivos del Otamendi y su permanencia en el sanatorio habría sido
más prolongada.
En realidad, lo que el precandidato presidencial del kirchnerismo
sí tiene es un antecedente de un episodio de tromboembolismo pulmonar en 2008,
que sucedió luego de renunciar al cargo de jefe de Gabinete del gobierno de
Cristina Fernández de Kirchner tras el conflicto con el campo por la Resolución
125.
El tromboembolismo pulmonar es una afección potencialmente mortal
producida por la migración de un coágulo –que se denomina trombo– al
desprenderse de alguna parte del sistema venoso. Cuando ello ocurre, el coágulo
–ahora llamado émbolo– migra y se enclava en las arterias pulmonares, a las que
ocluye. En la mayoría de los casos, el trombo se origina en las venas profundas
de los miembros inferiores. Entre las distintas patologías que pueden causar un
tromboembolismo pulmonar están las enfermedades que alteran la coagulación de
la sangre. Una de ellas es la trombofilia. En verdad, la trombofilia no es
considerada una enfermedad sino una condición o predisposición a formar
coágulos. La trombofilia puede ser hereditaria o adquirida.
En el caso de Fernández, hay dos antecedentes de importancia: su
madre –ya fallecida– padeció trombofilia, condición que también padece su
hermana.
El episodio de tromboembolismo pulmonar que sufrió el actual
precandidato del kirchnerismo –que le dejó una cicatriz en uno de los pulmones–
obligó a tratarlo con anticoagulantes. Según reconoció, en los días previos a
su internación olvidó tomar el medicamento que tiene prescripto con fines
profilácticos para evitar una repetición del cuadro que presentó en 2008.
La respuesta al tratamiento
del paciente a base de antiinflamatorios fue buena y, completadas las 48 horas
para el chequeo médico –que incluyó el estudio de las arterias carótidas y de
la función cardíaca, que no arrojaron resultados patológicos–, se le dio el
alta.
El caso de Alberto
Fernández volvió a
plantear el siempre espinoso tema de la salud de los presidentes y de los
candidatos a serlo. A diferencia de lo que ocurrió tanto en el caso de Néstor
Kirchner como de CFK, además de la mencionada entrevista en la que
habló en detalle sobre su salud, el precandidato presidencial realizó otra el
jueves con Luis Novaresio por Radio La Red y, al ser
dado de alta, habló en la puerta del Otamendi con los movileros de radio y
televisión. Eso fue clave para terminar con los rumores que hablaban sobre un
cuadro clínico de gravedad, que claramente no tuvo. Sin embargo, tal como se lo
señalé al precandidato en la entrevista radial, faltó una comunicación médica
orgánica y sistematizada. A
esos efectos, hubiera
sido importante que hablara su médico, el doctor Saavedra, en conferencia de
prensa no solo para explicar en detalle el padecimiento del paciente, sino
también para contestar las preguntas que inevitablemente surgen en casos como
este.
Destiempo. El
parte médico que se difundió tardíamente el miércoles por la noche fue escueto
y obligó a los medios a consultar a diferentes médicos para explicar lo que es
una “inflamación pleural que podría corresponder a una obstrucción arterial
subsegmentaria”. A los efectos de aclarar este último punto –el de la posible
obstrucción arterial subsegmentaria–, hay que decir que finalmente esa
patología no se comprobó.
Dato final, de los
presidentes argentinos desde 1983 hasta aquí. Carlos Menem sufrió la suboclusión
de la arteria carótida derecha; Fernando de la Rúa padeció un neumotórax antes
de asumir y debió someterse a una angioplastia coronaria ya en el cargo; Néstor
Kirchner presentó una úlcera duodenal erosiva, y falleció el 27 de octubre de
2010 a causa de un infarto agudo de miocardio cuando había hecho saber que
sería candidato presidencial; Cristina Fernández de Kirchner sufrió
un hematoma subdural, numerosos episodios de laringofaringitis, lipotimias, un
cuadro de diverticulitis aguda y fue operada de un cáncer de tiroides que nunca
tuvo; y Mauricio Macri presentó un cuadro de arritmia cardíaca y fue operado
por un nódulo en las cuerdas vocales y por lesiones en una de las
rodillas. El poder enferma.
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