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domingo, 31 de diciembre de 2023

Las formas importan.... @dealgunamaneraok...

 Las formas importan…

Javier, la ira de Dios. Dibujo: Pablo Temes.

Ante tanta fragilidad política, el gobierno debe cuidar no solo el contenido de sus medidas.    

© Escrito por Nelson Castro el domingo 31/12/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.  


Todo transcurre en medio de una vorágine pocas veces transitada. Desde ese punto de vista no hay sorpresas. Es lo que Javier Milei había prometido. Eso no significa que sea lo ideal. Acierta el gobierno cuando exhibe acción. Eso indica que, efectivamente, tiene un plan. Se equivoca cuando pretende imponer una noción de que la cosa es a todo o nada, lo que en el ámbito de la política es decididamente malo.

Tanto el Decreto de Necesidad y Urgencia como el proyecto de Ley para las “Bases y punto de partida para la Libertad de los Argentinos”, demuestran que el equipo que encabeza Federico Sturzenegger trabajó durante muchos meses con todo detalle sobre una impresionante diversidad de temas. Más allá de lo que marca la Constitución Nacional. Pretender evitar la participación del Congreso en alguno de los puntos del DNU, es afectar su vigencia en el tiempo. Lo que se pretende imponer de un plumazo, se puede también derogar de un plumazo. Sería aconsejable que en el entorno de Milei esto se entendiera bien.  

El envío del proyecto de ley al Congreso sorprendió a varios funcionarios del gabinete nacional. Entre ellos, los que estaban dialogando con el secretariado general de la CGT. Por eso, el Presidente hizo una mala lectura de la realidad ya que había un diálogo subterráneo con el sindicalismo, con cierto grado de acuerdo con varios de ellos. Ese puente se rompió aun cuando, la fecha del 24 de enero, fijada por la central obrera para el paro general, deja abierta la ventana a una eventual negociación. En este punto, es menester hacer una reflexión sobre la foto que dejó la presencia de Héctor Daer, Pablo Moyano y compañía en el escenario del salón Felipe Vallese en la que anunciaron la medida de fuerza. Es una foto sepia que atrasa y, el hecho de que durante los cuatro años del desastroso gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Sergio Massa y Alberto Fernández –el orden no es un error, sino que se corresponde con el nivel de poder que tuvieron– no hayan llevado adelante ningún paro expone su pusilanimidad. 

“Cuando tuvimos inflación, que fue un flagelo, y siguió y aumentó, tuvimos las paritarias para recomponer el salario” –argumentó Daer– olvidando que Massa los había presionado para que las paritarias no superaran el 60%. Luego agregó que “jamás se apuntó en contra del sistema jubilatorio y la igualdad de todos los que habitamos esta tierra”. Sobre esto, es necesario recordar dos cosas: primero, los dichos de la diputada por el Frente de Todos contra Todos, Fernanda Vallejo, quien calificó de “fórmula de mierda” al sistema de ajuste votado por ella misma y el resto del oficialismo K; y sobre la igualdad, hay que recordarle a Daer que Cristina Fernández cobró hasta ahora, el haber de la jubilación como presidenta y una pensión también de presidente correspondiente a su esposo Néstor, algo absolutamente contrario a las disposiciones legales. Es decir, un privilegio bochornoso por su inmoralidad que está en vías de ser revocado. La legisladora Graciela Ocaña sigue sosteniendo la causa en la Justicia. Al respecto, llama la atención que entre la quita de privilegios a “la casta” el Presidente Javier Milei no haya puesto la lupa sobre estos privilegios, algo que –a todas luces– no tiene razón de ser. Es más, vale la pena recordar que el exvicepresidente condenado Amado Boudou está entre los que perciben este beneficio extraordinario.   
Una constante con la que se han encontrado los nuevos funcionarios en los principales ministerios es la cantidad de gente empleada que no realiza tareas específicas. El propio ministro de Justicia Mariano Cúneo Libarona denunció públicamente que tuvo que poner cámaras en el edificio porque habían roto en siete oportunidades el sistema de validación de ingresos y egresos con la intención de sortear los controles. En el Ministerio de Economía y en la Secretaría de Comercio sucede algo similar y es puesto de manifiesto en el off the récord por los propios empleados de carrera de la cartera: “No te podés distraer porque apareció gente que no había venido nunca a buscar desesperadamente un escritorio libre donde recaer. Son los ñoquis, que no quieren perder sus beneficios y no tienen ningún empacho en discutir con quienes hemos estado trabajando día y noche cumpliendo con nuestras obligaciones”. Una foto cabal de lo que dejó el kirchnerismo. 

El período de Sesiones Extraordinarias en el Congreso no será un paso fácil para el gobierno. El Decreto de Necesidad y Urgencia desencadenó una oposición férrea en todos los sectores del peronismo y, como ya se dijo, en la CGT, sobre todo por la reforma laboral impulsada y las limitaciones para las protestas callejeras. El propio Miguel Ángel Pichetto, presidente del nuevo bloque Hacemos Coalición Federal pidió “no dramatizar” el debate legislativo de la ley Ómnibus del Ejecutivo y sostuvo que hay contenidos necesarios para darle al gobierno herramientas que faciliten la gobernabilidad. Si bien, en un principio se mostró crítico del DNU, aseguró que “lo que no se pueda discutir en el decreto se discutirá en la ley”.  

A pesar de todo, hay en el gobierno cierto aire de optimismo. Saben que para la oposición y, sobre todo para el sindicalismo, no será gratis oponerse a un gobierno que lleva apenas un par de semanas en el poder. De hecho, las marchas que han intentado ganar la calle en los últimos días, nacieron con ese mismo vicio de debilidad. Habrá que ver qué sucede si el paro general anunciado por la CGT a realizarse a sólo 44 días de gestión del nuevo gobierno se traduce en una demostración de poder en la calle. Una cosa es segura: a ambos extremos de la cuerda les conviene negociar. Es muy pronto para todo.  

El gobierno tiene la oportunidad de dejar atrás años de decadencia, pero no debe olvidar que, en un contexto de fragilidad política, las formas son tan importantes como el fondo de las medidas. La Argentina y todos sus habitantes están en sus manos y no hay lugar para otro fracaso.



   

domingo, 17 de diciembre de 2023

Los Intransigentes de siempre... @dealgunamaneraok...

Los intransigentes de siempre…  


Felices grietas. Dibujo: Pablo Temes.

La CGT, que se mantuvo callada durante los años de los Fernández, alza la voz ante el nuevo gobierno. Hipocresía.


© Escrito por Nelson Castro el domingo 17/12/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

El ajuste es brutal. Ricardo López Murphy lo calificó de “estremecedor”. Es la consecuencia de la desastrosa situación económica que dejó el kirchnerismo. Tan desastrosa es que el mismo ex viceministro de Sergio Massa, Gabriel Rubinstein, reconoció en el áspero diálogo radial que mantuvo con Eduardo Feinmann el jueves por la mañana que, de haber ganado la elección, habrían hecho lo mismo que ha comenzado a implementar la administración de Javier Milei. Claro que Rubinstein también es responsable de este desastre. Un hombre honesto que salió manchado de la gestión de un gobierno y de un ministro candidato al que solo le importó mantener el poder a cualquier precio. En vista de esta coincidencia, la pregunta es cómo reaccionará la sociedad ante las penurias de este duro presente. No es una pregunta que se hacen solo los analistas, los economistas, los sociólogos y los políticos a nivel local, sino que también se expande a todos los ámbitos internacionales en los que se sigue con particular atención y preocupación lo que muchos ya llaman el “experimento Milei”.

En Washington hay una decisión clara de ayudar al flamante presidente. El embajador Marc Stanley, que en la campaña se había inclinado por Massa, viene teniendo una actitud muy proactiva para apoyar y facilitar la interacción con funcionarios de la administración Biden que son clave para destrabar los obstáculos de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional. El comunicado que emitió el organismo a poco de conocerse las primeras medidas económicas generó comentarios risueños en los que conocen su dinámica. Durante el gobierno de Alberto Fernández hubo comunicados con textos similares.


Los que hablaron con el Presidente en las horas posteriores a la desprolija grabación del mensaje del ministro Caputo, lo escucharon conforme con la performance del ministro. No es un reproche al ministro, vale decir que, le ha tocado ser vocero a un hombre que en gestiones anteriores nunca quiso pararse frente a las cámaras. La realidad sugiere que aprenderá rápido. No tiene alternativa.

En el acomodamiento del nuevo gobierno ya se van definiendo los roles de cada uno de los ministros y demás integrantes el gabinete. Precisamente, el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, es una de las piezas claves de la distribución de poder dentro de ese universo. En consecuencia, su poder es grande y muestra el alto grado de confianza que Milei deposita en él. Elocuencia de ello es la decisión de poner bajo su jurisdicción la Agencia Federal de Investigaciones (AFI).

La otra funcionaria de mucho peso es la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello. Es una mujer de fuerte carácter y de gran cercanía con el Presidente. Muestra del poder que tienen Posse y Pettovello tienen es que el jefe de Estado ordenó que se acondicionaran dos chalets aledaños a la residencia principal dentro de la quinta presidencial de Olivos para que los usen ellos.

Quien ganó puntos en la semana fue la vicepresidenta Victoria Eugenia Villarruel –que pide ser llamada vicepresidente–. Eso llevó a rehacer la relación con Milei, que estaba dañada. La muestra de poder que exhibió en la designación de autoridades en el Senado, producto de su habilidad en la negociación con otras fuerzas políticas desconocida para muchos, hizo que en la reunión de gabinete del jueves el Presidente pidiera un aplauso para ella. Aún quedan heridos luego del reparto de cargos dentro de La Libertad Avanza. Si bien siempre remarcó que no le interesaban los puestos, Ramiro Marra es uno de ellos. También habrá que ver –dentro del ámbito legislativo– cómo terminan jugando Carolina Píparo en Diputados y Francisco Paoltroni en el Senado. Al formoseño se lo vio furioso por haber perdido la posibilidad de quedarse con la conducción de la Cámara alta.  

El día a día se está haciendo cuesta arriba en muchos despachos de la administración pública. Aprender a utilizar la botonera del Estado no es cosa de un momento a otro. Quienes fueron funcionarios de Cambiemos en la gestión de Mauricio Macri pueden dar testimonio de ello. Hay una foto que se repite en cada despacho de los distintos ministerios y secretarías. Profesionales del ámbito privado –recién llegados a la función pública– desplegando enormes organigramas para estudiar cada uno de sus “ravioles” y comprender la dinámica y la interacción de los hilos del poder. Llevará tiempo. Habrá que ser pacientes.


Sin embargo, la intransigencia y la falta de compromiso con el bienestar general ha sido la regla de los intransigentes de siempre. En realidad, no de siempre. La CGT se mantuvo callada durante el gobierno de los Fernández demostrando una complicidad absoluta con los desastres del gobierno saliente. Que nadie lo olvide: no pelean por los derechos de los trabajadores, pelean por sus propios intereses y los de su color político. Cuatro años de silencio para volver a alzar la voz apenas asumido el nuevo gobierno. Un comunicado de La Bancaria que dirige Sergio Palazzo –a quien se vio muy cerca de Massa en la campaña– publicado en su cuenta en la red social X es una muestra de la desidia y la falta de vergüenza. “Consideramos que los anuncios del ministro de Economía son de una violencia inusitada para la clase trabajadora. Se trata de una confiscación masiva de la propiedad privada y de los derechos patrimoniales de los argentinos. Son los que tienen incorporados como parte de su salario diferido los subsidios a los servicios públicos y al transporte público”. Además de tratarse de una aberración jurídica, habría que preguntarle a Palazzo si los ataques a la propiedad privada del gobierno kirchnerista no le preocupaban, si la inflación del 120 por ciento no le generaba violencia y si haber mantenido pisados los precios de bienes y servicios con políticas populistas no fue parte del problema.

Cuando la hipocresía es la moneda corriente de parte de la clase dirigente, ya sea sindical, política o empresaria, nada bueno puede esperarse en materia colectiva. Más de uno debería reflexionar y pensar seriamente cuáles serán sus próximos pasos.



   

domingo, 10 de diciembre de 2023

Nueva Etapa. Comienza un camino incierto...

Comienza un camino incierto...

Gótico vernáculo. Dibujo: Pablo Temes.

Será muy difícil 2024. Pero después de veinte años de kirchnerismo, el país merece una nueva oportunidad.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/12/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Finalmente –y por fortuna– el gobierno de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner terminó. Esa es una muy buena noticia. El daño que la dupla de los Fernández le ha hecho al país es inconmensurable. Sus efectos y consecuencias se sentirán por años. 


El discurso de despedida del Presidente fue, sencillamente, patético. El mensaje subyacente a lo largo de los interminables minutos que duró su insoportable perorata fue el de presentarse como víctima. En lo que ha sido una cantilena repetida durante todo su mandato, su fracaso fue producto de causas ajenas, comenzando por el gobierno de 
Mauricio Macri
, siguiendo por el Fondo Monetario Internacional, la pandemia de coronavirus, la guerra en Ucrania y la sequía. La asunción de responsabilidades por el fiasco rotundo de su gobierno fue tenue. AF pretendió presentarse como un hombre bueno y lleno de intenciones nobles a quien el destino y la suerte no lo acompañaron. Por supuesto que nada de eso es verdad. He ahí el caso de los países de la región, que también sufrieron sequías severas y no padecen la crisis económica de la Argentina, y ninguno de ellos ha padecido ningún efecto colateral causado por la guerra en Ucrania.

El discurso de despedida de Alberto Fernández fue sencillamente patético.

En los cuatro años de este gobierno aumentaron los índices de inflación y de pobreza, la educación empeoró, la inseguridad creció, la corrupción continuó y a todo esto hay que sumarle la situación desesperante vinculada a la subocupación. El presidente  que se va habló de la creación de puestos de trabajo, lo que no dijo fue que, en muchísimos casos, los salarios para la gente que tiene un trabajo formal –en blanco– los condena a vivir bajo la línea de pobreza. Vale decir que un trabajo ya no alcanza para vivir dignamente, y eso se ha transformado en uno de los grandes problemas que dejó el gobierno saliente. 

La lista no se agota allí. La Cámpora copó las cajas del poder –Anses, PAMI, Aerolíneas Argentinas, YPF–, las reservas del banco Central se esfumaron, la salud pública continuó su imparable deterioro, se reabrieron ramales ferroviarios con trenes que cubren trayectos a velocidades del siglo XIX, los jubilados siguieron cobrando haberes miserables, mientras que a 
CFK le convalidaron el cobro de una jubilación privilegiada varias veces millonaria. 

A esta serie de hechos escandalosos hay que agregarle el de la decisión de no comprar las vacunas contra el Covid 19 de Pfizer –que fueron las primeras que autorizó el Anmat– por razones que resultaron ser falaces que –hay que recordar– fueron desde la pretensión por parte del laboratorio de quedarse con prácticamente medio país, hecho que significó la muerte de decenas de miles de personas. 

La inmoralidad de Alberto Fernández no tiene límites. La vergüenza la perdió hace rato. 

Así las cosas, a 
Javier Milei le tocará asumir en medio de una crisis sin precedentes. La forma en que logre explicar de manera clara para la mayoría la herencia recibida determinará en gran medida la suerte del inicio de su mandato. Milei es un hombre inteligente que ha demostrado saber plantarse ante los excesos de quienes quisieron abusar de su debilidad territorial y legislativa. Hubo puertas adentro de La Libertad Avanza discusiones acaloradas por los nombramientos y las presiones para ceder cargos a supuestos aliados. Un hombre que conoce la génesis de esas internas lo describió así: “Están todos operando de una manera asquerosa. Interna y externamente. Cada vez que Javier hizo público un nombre para tal o cual cargo, tenías a la gente de Marra –por Ramiro– levantando el teléfono para bajar o subir al candidato. Lo mismo ocurrió con el PRO y, especialmente, con Mauricio Macri. El nivel de presión para colocar gente dentro del Gobierno fue y es insoportable”, cerró la fuente que integra los equipos técnicos del gobierno electo. 

El presidente libertario construyó su propia fortaleza. Supo desde el comienzo que no le sería tan rentable cerrar filas con el ala dura del PRO, porque, en última instancia, contaría con su apoyo natural por cercanía ideológica y pragmática. De ahí que se concentró en tender puentes sólidos con figuras del peronismo como Florencio Randazzo y el cordobés Juan Schiaretti. El límite es el kirchnerismo que, por otra parte, se ha esforzado en hacerle la vida imposible desde los pequeños gestos como bloquearle las autoridades del Senado hasta las amenazas de sectores marginales del gremialismo K y las organizaciones sociales. Es inaceptable que alguien crea que tiene el poder de salir a disputar en “la calle” la legitimidad de un gobierno elegido por el pueblo. La concepción fuertemente antidemocrática del kirchnerismo es un lastre que tendrá consecuencias en la vida institucional del país que viene.  


La reconfiguración del poder en la oposición es una discusión que apenas comienza.

La reconfiguración del poder dentro de la oposición es también una discusión que apenas comienza. La implosión de No tan Juntos por el Cambio ha dejado heridos en todas sus filas. Los 92 diputados con los que cuenta en la Cámara baja y los 24 senadores de la Cámara alta son a todas luces testimoniales. Miguel Ángel Pichetto, Emilio Monzó y Ricardo López Murphy ya avisaron que conformarán un bloque propio en Diputados. Tampoco es seguro que los radicales de Evolución o la línea que responde al gobernador Gerardo Morales voten acompañando la bancada. La reconfiguración es total y obligará a los alfiles de La Libertad Avanza a negociar punto por punto de cada ley con un bloque fragmentado. De ahí que cobra aún más valor el acercamiento de Milei a los sectores más potables del peronismo. 

La Argentina inicia un camino incierto; 2024 será un año muy difícil. Queda en el sentir de los ciudadanos sostener con un voto de confianza los tiempos que vendrán. Luego de veinte años de kirchnerismo, el país merece una nueva oportunidad.



   

domingo, 3 de diciembre de 2023

Elogios desde Washington... @dealgunamaneraok...

Elogios desde Washington...

NYC Statue. Dibujo: Pablo Temes.


Días Agitados... Milei dejó una buena impresión en su visita a la Casa Blanca, mientras que la saga de sus nombramientos muestra amateurismo.

El punto más alto de la agenda presidencial de la agitada semana que pasó, fue la 
reunión que Javier Milei tuvo con el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan. Esta reunión representó un hecho excepcional en la historia de la relación de los Estados Unidos y la Argentina, ya que fue la primera vez que un presidente electo fue recibido en la Casa Blanca y nada menos que por un funcionario de primerísimo rango. El encuentro, que se desarrolló en el Edificio de Oficinas Ejecutivas Eisenhower, ubicado en el ala oeste de la residencia, se concretó por una decisión del mismísimo Joe Biden, quien ese día no se encontraba en Washington porque había viajado al estado de Georgia para asistir a los funerales de Rosalyn Carter. Quien también tuvo un rol muy importante en la concreción del viaje fue el embajador estadounidense, Marc Stanley. Stanley es un hombre muy activo que tiene una muy buena relación con toda la dirigencia política vernácula y una cabal comprensión de su funcionamiento. Su desprecio hacia Donald Trump es conocido por quienes lo frecuentan y gozan de su confianza. 


Los objetivos principales de la administración 
Biden
 para recibir a Milei en Washington –en donde su cercanía con Trump preocupa–, fueron, en esencia, tres: el primero, conocerlo en persona y ver si el presidente electo seguía siendo el personaje irascible y rocambolesco que se vio en la campaña; el segundo, escuchar de su propia voz sus planes de gobierno y la forma en que piensa llevarlos a cabo; y el tercero, hacerle saber que el respeto de los derechos humanos, de las instituciones y de la pluralidad junto con el cuidado del medio ambiente son temas prioritarios en la agenda del presidente Biden. 


“La impresión que dejó Milei fue muy buena. Se vio a alguien desempeñándose no como candidato sino como el presidente electo de la Argentina” señalaba en el frío atardecer del martes una voz de la Casa Blanca que sabe toda la trama de ese encuentro histórico desde su génesis hasta el después. La duda que persiste está referida a cuán factible será la implementación de varias de las medidas sobre las que se explayó Milei. Causó impacto escucharlo hablar de su inamovible decisión de llevar adelante el ajuste del que habló a lo largo de toda la campaña. El plan inicial implica un recorte en los gastos, aún mayor al que piden EE.UU. y el FMI. 

Un punto que también es importante para el gobierno norteamericano es el nuevo tipo de relación que el presidente electo pretende mantener con China. Aclarado ya que no va a haber ruptura con el régimen de XI Jinping, la visión compartida acerca de la necesidad de poner un freno a la expansión de China en la región es algo muy apreciado en Washington. 

Así como la administración Biden ayudó al gobierno saliente, así lo hará también con el gobierno entrante. Por eso, el designado ministro de Economía, Luis Caputo, permaneció un día en la capital estadounidense con el fin de avanzar con las tratativas para un 
nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Hay que recordar que los Estados Unidos ocupa el segundo cargo directivo del organismo internacional y, por otra parte, la presidencia del Banco Mundial. Por supuesto que no todo es una fiesta con alfombra roja. En Washington necesitan ver concretados los primeros pasos del plan de ajuste de Milei antes de aprobar cualquier desembolso de dinero para nuestro país. El paquete inicial apunta a moderar el gasto público eliminando subsidios a las tarifas, desenchufando la obra pública y recortando las jubilaciones de privilegio. 

Por supuesto, acompañado de una devaluación programada y una fuerte desregulación de diferentes sectores de la economía. “Si el Estado no interviene, se abren las puertas a la competencia” –sostienen. A mediados de semana, volvió a aparecer con fuerza el nombre de Federico Sturzenegger. El Presidente electo lo elogió en público y en privado. Lo quiere en su staff desde que le hizo llegar un sólido y kilométrico plan para eliminar de un plumazo más de 3 mil regulaciones entre leyes que se superponen y comunicaciones redundantes.



La forma en la que Luis Caputo se mueve, ha puesto en alerta a algunos dirigentes de La Libertad Avanza. Desde su llegada, se anotó la salida de Emilio Ocampo como hombre fuerte del Central –postergación de la dolarización incluida–, al tiempo que digita con asertividad la arquitectura para rodearse de sus amigos. Toda la saga de nombramientos ha sido el talón de Aquiles de los primeros pasos del gobierno electo. El caso de Carolina Píparo en Anses sirvió apenas como una muestra. El mismo destrato lo sufrieron otros dirigentes como el diputado Omar De Marchi, a quien le aseguraron que sería secretario de Educación bajo la estructura de Sandra Pettovello y al cabo de unos días no le atendieron más el teléfono. Falta de cintura política y de buenos modales. Algo similar ocurrió con el tridente de asesores económicos, encabezado por Carlos Rodríguez quien optó por tomar una prudente distancia ante tantos movimientos teñidos de amateurismo. 

En los últimos días reapareció la figura de Pancho Cabrera, exministro de Producción de Cambiemos. Luis Caputo quiere contar con hombres allegados a él en el área de Industria. 

La novedad le pega de lleno a Federico Ovejero, exvicepresidente de General Motors, quien trabajaba con su equipo dentro de ese ámbito del armado libertario. Es difícil de creer que todo este movimiento no tan subterráneo no cuenta con el visto bueno de Mauricio Macri. Sea como fuere, el futuro titular de la cartera económica continúa concentrando poder. 

Mientras tanto, se conoció una decisión vergonzosa del todavía presidente 
Alberto Fernández. A pesar de su intrascendencia todavía le queda capacidad de daño. Mediante el DNU 647 del 30 de noviembre, a sólo diez días del cambio de mandato, el Gobierno aumentó el Presupuesto 2023 en $ 1,87 billones. 

La justificación que aparece en los considerandos es irrisoria y muy poco creíble: “corresponde adecuar el Presupuesto vigente de diversas Jurisdicciones y Entidades del Sector Público Nacional, con el objeto de afrontar gastos impostergables para su normal funcionamiento”. La Navidad se adelantó y Fernández se calzó el gorro de Papá Noel antes de volver al llano. Esta actitud, contraria a la necesidad de ahorro y financiamiento que el Estado necesita, no peca sólo de carencia de lógica, es una ofensa directa a la voluntad popular que mediante su voto eligió terminar con el despilfarro en las cuentas públicas apostando por un modelo de conducción diametralmente opuesto al actual. 

La democracia ejercida con responsabilidad es un concepto que el kirchnerismo nunca quiso asimilar.



   

domingo, 26 de noviembre de 2023

Algo más que el voto bronca… okdealgunamanera...

 Algo más que el voto bronca…


El Gabinete del Dr. Caligari (After Robert Weine). Dibujo: Pablo Temes.

El gabinete del doctor Caligari. Robert Wiene, 1920.

El presidente electo sabe que debe responder también a una gran expectativa de cambio que se expresó en las urnas.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 25/11/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


Se vive un clima particular tras el resultado electoral que consagró como nuevo presidente de la Nación a Javier Milei. Por un lado, hay en gran parte de la sociedad un sentimiento de alivio generado por haber dejado atrás al kirchnerismo. Es como haberse liberado de una pesada carga que producía agobio y daño. El kirchnerismo ha sido una desgracia, no porque todas sus medidas de gobierno hayan sido malas –aun cuando las malas fueron mayoría– sino por su concepción antirrepublicana del poder, de sus prácticas corruptas y de su visión antinómica de la política con su lógica ilógica amigo-enemigo. 


El objetivo permanente de Cristina Fernández de Kirchner y sus secuaces fue la búsqueda de la suma del poder público para consagrar la impunidad de los muchos delitos de corrupción cometidos por numerosos funcionarios, comenzando por la misma vicepresidenta. A ese menú se le agregó un ingrediente que fue letal para las aspiraciones de Sergio Massa: su desastrosa gestión, que llevó el índice de inflación a niveles altísimos que no se registraban en el país desde hace treinta años. Así fue que se sirvió de su rol como ministro de Economía para hacer uso y abuso de los recursos del Estado al servicio de su campaña. Por primera vez desde la recuperación de la democracia, al peronismo en el ejercicio del poder le explotó la bomba que fabricó como producto de su mala gestión. El “¡Ah!, pero Macri” no le funcionó. Como tampoco le funcionó la descomunal campaña del miedo que se desplegó contra el líder de La Libertad Avanza.    

Por una renovada esperanza


Convive con ese sentimiento de alivio generado por la caída del kirchnerismo otro motivado por el nuevo gobierno: la esperanza de un cambio. Eso representa un crédito fundamental para Javier Milei, que tiene el desafío de no defraudar. Es decir, no solo hubo voto bronca. El presidente electo alcanzó el poder apoyado por una avalancha de votos que muestran una transversalidad pocas veces vista. Lo votaron personas de todos los estamentos socioeconómicos. Muchos que habían votado al peronismo depositaron en la urna la boleta del binomio Milei-Villarruel. Hay un hartazgo en muchos sectores muy castigados por la pobreza con la condición de sumisión a la que los expone tener que vivir dependiendo de un subsidio, hecho que significa depender de los caprichos de un puntero y de la corruptela que lo circunda. Habrá que ver si esa expectativa de cambio se concreta. Sería algo fenomenal porque representaría un cambio de cultura de enorme impacto político en la necesidad que tiene la Argentina de dejar de lado el populismo al que la llevó el peronismo kirchnerista. Otra prueba de esa sensación de hartazgo es la impactante elección que La Libertad Avanza obtuvo en la provincia de Buenos Aires toda y en vastos sectores del Conurbano. Dejó en claro que esos fueron votos ganados al peronismo y en eso no hay discusión. 


La primera semana del presidente electo lo puso en el camino de la realidad. En una de las varias entrevistas que concedió habló de pragmatismo. Fue un reconocimiento a algo de lo que se habló en esta y otras columnas de opinión: una cosa es la campaña electoral y otra, gobernar. La gobernabilidad de la nueva administración exige acuerdos políticos. La Libertad Avanza por sí sola carece del poder suficiente en el Congreso que necesita para aprobar muchas de sus propuestas. Deberá negociar –como ya se ha visto en estos días– con la casta a la que, por otra parte, ya pertenece. El acuerdo con Mauricio Macri y Patricia Bullrich es evidente. El expresidente tuvo la lucidez de jugar un pleno al ganador. Lo más importante será pues que todo eso se explicite ante la sociedad. Milei es una persona honesta. Y esa es una condición fundamental. Es un punto de partida clave luego de la oleada de corrupción que representó el kirchnerismo. 


Las idas y vueltas en los nombramientos de los funcionarios que lo acompañarán durante su gestión tuvieron un toque de amateurismo. Que se entienda bien, esa misma ingenuidad fue la que lo mostró bien intencionado ante el común de la gente frente a la soberbia infinita de Sergio Massa. Ahora bien, la presidencia nunca es un buen lugar como sala de ensayo. El presidente electo deberá afinar la puntería y volver a ordenar la tropa interna. La salida de Emilio Ocampo, motivada por la elección del ex secretario de Finanzas Luis Caputo, y expresidente del BCRA, fue un golpe duro para los planes de dolarización y “desconexión” del Banco Central. Caputo no es una persona querida en el ambiente; sus ínfulas y su soberbia aún resuenan en lo más alto del Fondo Monetario. Un economista que recuerda los años del macrismo a la perfección señaló que “la renuncia de Toto al Central fue irresponsable porque se fue en el medio de una crisis y con las negociaciones con el FMI sin encaminarse. No fue en buenos términos”.

Frankenstein vs. Drácula


Sin mirar hacia atrás, el futuro titular de la cartera económica ya adelantó ante empresarios y banqueros que “no habrá sorpresas para desarmar la maraña de Leliqs”. Milei ya le había dejado claro que no quería nada similar a un plan Bonex. Aseguró también que “la totalidad de su programa está basada en el equilibrio fiscal y que la prioridad es establecer un ancla fiscal fuerte. El equilibrio fiscal debe empezar recortando 2 puntos del gasto público del PBI”, aseguró. 


Que el árbol no tape el bosque. Milei es el primer presidente economista. Es sabido que tendrá la pericia suficiente para intervenir en las decisiones en materia de economía. Sin embargo, este doble rol encarna algunos peligros encubiertos. En primer lugar, los choques temperamentales con su ministro estarán a la vuelta de la esquina. En segundo lugar, sería esperable que, como presidente, esté por encima de las decisiones de política económica aportando una visión mucho más general y estratégica tanto a nivel local como internacional. En ese plano, la elección de Diana Mondino para conducir el Ministerio de Relaciones Exteriores parece acertada. A pesar de algunos “disparates de campaña”, Mondino es una mujer formada. El presidente electo aguantó los embates del macrismo para colocar en ese lugar a Federico Pinedo. También sostuvo a Mariano Cúneo Libarona en lugar de ceder a la propuesta –casi una exigencia– de sentar en la cartera de Justicia a Germán Garavano. En el entorno de Macri se escuchan quejas por lo que consideran una baja consideración por los votos aportados. “No nos pueden pintar la cara”, bramaron. 


Milei sabe que no puede ceder un ápice si quiere ser un presidente con poder pero también es consciente de su estructura carente de volumen político. En ese delgado equilibrio se juega las primeras fichas para estabilizar su futuro gobierno.




domingo, 19 de noviembre de 2023

Por una renovada esperanza… @dealgunamaneraok...

Por una renovada esperanza…  

Leudando… Dibujo: Pablo Temes.

Hoy por la noche la Argentina tendrá un nuevo presidente. Ojalá que también se renueve la confianza de la sociedad.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 18/11/2023 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

A la hora de escribir esta columna la única certeza existente en medio de la navegación por las procelosas aguas del proceso electoral que culmina hoy es que, gane quien gane, en el horizonte se avizoran tiempos duros para la Argentina. 

Lo saben los que vayan a votar por Sergio Massa, lo saben los que vayan a votar por Javier Milei, lo saben los que vayan a votar en blanco o impugnar el voto y lo saben los que no vayan a votar. Es producto de lo que representan los dos candidatos: Milei, un salto al vacío; Massa, la profundización del abismo. Los dos han protagonizado la peor campaña electoral de la que se tenga memoria desde la recuperación de la democracia en 1983. A lo largo de este fatigoso e interminable devenir electoral hubo escasez de ideas y superabundancia de agresiones y riñas. La última la vimos todos el domingo pasado durante el debate entre los dos candidatos. Llamar debate a lo que se vio la noche del domingo pasado es absolutamente incorrecto. El candidato de Unión por la Patria con su soberbia y el libertario con sus incongruencias dieron un espectáculo penoso. Resultó ser absolutamente incongruente con la lógica política que Milei no haya puesto sobre la mesa el tema de la inflación, o el tema del escándalo por el espionaje ilegal o de la corrupción en la Legislatura de la provincia de Buenos Aires que toca a dos dirigentes de directa relación con Massa. 


Tan extraño fue que, sumado a otro burdos errores de campaña cometidos no solo por la candidata a la vicepresidencia, Victoria Villarruel, como así también por la diputada Lilia Lemoine, no fueron pocos los que comenzaron a hacerse una única pregunta: ¿quiere Milei realmente ganar las elecciones?  

La opción entre dos malos candidatos define el estado de situación de la política argentina. Es la constatación de una decadencia que, elección tras elección, se acentúa. No es un fenómeno exclusivo de nuestro país. Lo padecen también las grandes democracias. Esa decadencia, que tiene profundas consecuencias sociales y económicas, atenta contra la solidez del mismísimo sistema democrático y de los valores republicanos, dando pie así a la aparición de líderes con aires mesiánicos cuyo principal valor es ser supuestamente antisistema. El caso de los Estados Unidos es el más paradigmático. Donald Trump es lo más parecido a lo que representan muchos de los dirigentes vernáculos: corrupto, despectivo, despreciativo del orden legal, intolerante con las críticas y ávido de alcanzar el poder absoluto. Lo notable de todo ello es el acompañamiento social que logran, el cual se mantiene incólume no importa cuántos delitos cometan y con cuánta evidencia se los muestre a la parte de la sociedad que los apoya y los vota. En la primera mitad de los años 50, durante el apogeo del general Juan Domingo Perón, circulaba un dicho que grafica a la perfección lo antes dicho que decía así: “Aunque sea un ladrón, lo votamos a Perón”. 

Sergio Massa es un mal candidato; Javier Milei, también. Particular encrucijada esta en la cual se encuentra la sociedad. Elegir entre dos malos nunca puede ser bueno. La teoría del mal menor suena a consuelo vano. Los malos son, al fin y al cabo, siempre malos. 

Milei representa un salto al vacío. Hay que reconocerle que siempre dijo lo que iba a hacer en caso de llegar al poder. Sus premisas esenciales estuvieron expuestas desde un principio. Nunca cambiaron más allá de algún maquillaje que hubo en el último tramo de su campaña. Lo que no dijo fue cómo lo iba a hacer. En todas ellas hubo un dejo de disparate y de irrealidad. Desde la dolarización hasta el tan mentado cierre del Banco Central pasando por la venta de órganos. A ese dejo de disparate contribuyeron no solo el candidato, sino también algunos de sus acólitos más relevantes. En esa nómina “sobresalieron” Victoria Villarruel, candidata a vicepresidenta, Diana Mondino, mencionada como eventual canciller y la diputada Lilian Lemoine. Para subrayar también fue el fugaz romance político con Luis Barrionuevo, un engaño en el que el candidato libertario cayó con la ingenuidad de un amateur.  

Sergio Massa es alguien que ha hecho de la mentira un evangelio. Es, además, el representante genuino de un fracaso: su gestión al frente del Ministerio de Economía ha llevado al país a sufrir la peor inflación de los últimos treinta años. Desde ese punto de vista, es un verdadero rara avis: no hay registro de un ministro que, habiendo llevado adelante una gestión tan mala, haya tenido la posibilidad real de ser electo presidente. A la mentira le agrega su falta de escrúpulos. La última muestra de esto la dio el jueves en el acto de cierre de campaña. Lo hizo en un colegio público –el Carlos Pellegrini– con menores de edad. La degradación cultural de la Argentina es tan grande que no muchos han advertido la dimensión de lo que eso significa. La escuela es un lugar sagrado que nunca debe ser usado para el adoctrinamiento. El acto se desarrolló en horario de clase con el consentimiento del rector del colegio. Seguramente habrá entre sus alumnos quien no comulga con la ideas de Massa más allá de simpatizar –o no– con Milei. El acto exhibió a pleno la cultura de la apropiación del Estado que es característica del peronismo.  

Elecciones: es lo que hay

El candidato de Unión por la Patria hace acordar mucho al Néstor Kirchner de 2003, que prometía un gobierno diferente del peronismo clásico. El tiempo mostró que eso era una mentira: al igual que Carlos Menem, su afán fue apropiarse del poder absoluto con la idea de permanecer para siempre. Si, en caso de ser electo hoy, Massa cumpliera con sus promesas –gobierno de unidad nacional, Justicia independiente, órganos de control para la oposición y un largo etcétera–, debería, lisa y llanamente, traicionar tanto a Cristina Fernández de Kirchner como a su hijo Máximo. No es que ello sea una novedad: en el nombre de la lealtad, la traición es en el peronismo una norma. Lo hizo Eduardo Duhalde con Menem y luego Néstor Kirchner con el mismo Duhalde.  

Al final de este largo camino electoral es imprescindible hacerse una pregunta: ¿qué es lo que ha llevado a una parte significativa de nuestra sociedad a elegir candidatos tan malos? ¿Son estos dirigentes los que representan los valores genuinos de la ciudadanía? Estas preguntas caben no solo para Milei y Massa, sino también para los otros que quedaron en el camino, muchos de ellos como producto de la soberbia y el egoísmo.

Hoy por la noche la Argentina tendrá un nuevo presidente. Ojalá, también, una nueva esperanza.