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domingo, 15 de marzo de 2015

Pacto improbable… De Alguna Manera...

Pacto improbable…

Presidenta Saliente, Cristina Fernández De Kirchner. Dibujo: Pablo Temes

En los Tribunales no imaginan acordar con los K. El caso Moldes y la nueva SIDE.

En los pasillos de Tribunales aseguran que el fiscal ante la Cámara Federal Penal Germán Moldes no tiene miedo. Tiene la piel curtida y no es un hombre fácil. El nunca lo dirá pero le preocupa la situación de indefensión en que los fiscales y jueces que tramitan causas que son cruciales para el poder desarrollan su trabajo. Ya no es un secreto para nadie que se lo ha dejado muy solo. “El poder político ha intentado marcarle la cancha una y otra vez, sin darse cuenta de que todo será en vano. Moldes hará su trabajo y decidirá según su conciencia”, señala una voz que conoce al dedillo lo que sucede en los tribunales de la avenida Comodoro Py.

Algunas presiones hasta parecen infantiles, como el hecho de haberle retirado el auto oficial que usaba desde hace varios años. Lo más preocupante es que, en materia de seguridad, Moldes cuenta sólo con los dos oficiales de policía que lo han acompañado desde hace quince años y que, según el turno, nunca se cruzan. Nadie se ha comunicado con él para ofrecerle apoyo, mientras debe decidir sobre una de las causas más sensibles de su carrera. Alguien le ha escuchado decir: “Nunca pedí nada y no lo voy a hacer ahora. Soy un viejo criado en Boedo, y no es momento de llorar; este trabajo es así”.

En Comodoro Py 2002 todos miran de reojo a la Sala I de la Cámara Federal –integrada por los doctores Jorge Ballestero, Eduardo Farah y Eduardo Freiler–, que debe decidir si avala la decisión del juez Daniel Rafecas de desestimar la denuncia del fallecido Alberto Nisman o hacer lugar a la apelación del fiscal Gerardo Pollicita. Quienes conocen el paño aseguran que el clima está enrarecido. Hay quienes escucharon a algún miembro de la Sala en cuestión debatirse entre aceptar el desafío de abocarse al caso o excusarse, utilizando como argumento el hecho de haber intervenido en el fallo que declaró inconstitucional el memorándum de entendimiento entre la Argentina e Irán. Otros especulan con la velocidad con que los jueces convocaron a la reunión entre las partes, pero todos concuerdan en que el fallo será dividido, en una sala impredecible.

Sin pacto. 

Respecto del supuesto pacto entre un sector del Poder Judicial y el Gobierno, al menos tres fuentes distintas del ámbito judicial coinciden en que hubo un intento de avanzar con esa iniciativa. El objetivo consistía en calmar las aguas y dejar en stand by las causas que complican al Ejecutivo al menos hasta el mes de diciembre. Un hombre de mucho peso en los tribunales de Retiro le restó importancia a toda esa maniobra con un argumento curioso pero bastante realista: “El pacto es impracticable. De un lado está impulsado por el miedo.

El Gobierno teme que la Justicia les caiga encima a varios de sus referentes. Además, ningún pacto es posible cuando uno de los interesados es tan impredecible que puede cambiar el rumbo y dinamitar todo en la próxima Cadena Nacional. Del otro lado, los gestores judiciales de ese pacto tienen tan poca legitimidad que sus instrucciones sólo podrían ser acatadas por aquellos que persiguen intereses mezquinos, como aspirar a un nuevo modelo de auto, sumar algún empleado o hasta conseguir una nueva impresora para el despacho. Son la vergüenza de Comodoro Py: si uno se pelea con ellos, no debe intentar patearlos porque le afanan el zapato” (sic).

Mientras tanto, avanza el intento de copamiento que el Gobierno intenta concretar en distintos ámbitos judiciales. La guerra que viene tiene como escenario la Corte Suprema. Ahí hay varias batallas en ciernes. La primera de ellas será el intento de imponer a Roberto Carlés como reemplazante del renunciado Eugenio Zaffaroni. De no producirse algo sorpresivo y escandaloso, esa nominación –que hace agua por todos lados– no tiene más destino que el fracaso. La razón es simple: el oficialismo no tiene en el Senado los votos necesarios para imponerlo.

La otra idea que anda dando vueltas es la de la ampliación del número de miembros de la Corte a siete o a nueve miembros. Es lo mismo que hizo, no bien asumió, el ex presidente Carlos Menem con un solo objetivo: lograr una Corte adicta que le asegurara impunidad. Para lograr esto es necesaria una ley para cuya aprobación alcanza con la mayoría simple. El problema aparecerá cuando haya que designar a los nuevos miembros porque allí se presentará para el oficialismo el mismo escollo que hoy existe para el nombramiento de Carlés. La consecuencia de todo este engorro podría ser la parálisis de la Corte.
Poco inteligente.

Lo que está ocurriendo en la Agencia Federal de Inteligencia –la nueva SIDE– es muy grave. La nómina de designaciones que publicó ayer la revista Noticias muestra el objetivo buscado por el Gobierno con la creación de este ente que no es otro que el de insistir con la viejas y denostadas prácticas de persecución a cuanto adversario se cruce en el camino del kirchnerismo.

Esto también forma parte del plan de copamiento de las estructuras del Estado por parte del oficialismo con la intención clara de condicionar a quien vaya a suceder a Cristina Fernández de Kirchner a partir del 10 de diciembre de este año.
Si a esta circunstancia se le suman los desbarajustes de la economía, se está en presencia de verdaderos escollos para el próximo gobierno que, para superarlos, deberá trabajar intensamente desde el vamos en la búsqueda de acuerdos políticos a partir de lo que se construya como una base de sustentación que dé solidez a las medidas que habrá que tomar para reordenar, entre otras cosas, las cuentas fiscales. Eso lo saben y lo aceptan todos, incluidos los dos candidatos más fuertes del kirchnerismo: Daniel Scioli Florencio Randazzo.
En medio del fárrago de datos –algunos verdaderos y otros falsos– que la Presidenta enunció en su discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso, dijo: “Les dejo un país incómodo a los dirigentes que vengan”. Fue una gran verdad en pos de la cual Cristina Fernández de Kirchner trabaja con ahínco con la ilusión de volver algún día al poder que tanto le duele perder.
Producción periodística: Guido Baistrocchi, con Santiago Serra.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 15/038/2015 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 24 de enero de 2015

¿Quién mató a Nisman?... De Alguna Manera...

¿Quién mató a Nisman?...

Rehenes. Dibujo: Pablo Temes.

Señales inquietantes. Todo huele mal en torno a la muerte del fiscal. Su denuncia. Las cartas de Cristina. Las bandas de los espías. Y un Estado Pandilla. 

A Nisman le dieron pistas falsas. Lo sostuvo la Presidenta y también una autoridad jurídica como Zaffaroni, ecuánime evaluador de cualquier cosa que concierna al kirchnerismo. A su vez, Nisman, hace cuatro años, calificó como falsa la denuncia de Pepe Eliaschev sobre las negociaciones secretas con Irán. O sea que la que había sido “una falsedad” se convirtió más tarde en el núcleo de sus acusaciones a la Presidenta y al canciller.

Nisman afirmaba en su escrito que existía un plan para encubrir a los imputados iraníes. Y daba los nombres de una pandilla: D’Elía, Esteche, Yussuf Khalil, el camporista del riñón presidencial Andrés Larroque, Héctor Luis Yrimia y Allan, de quien todavía no podemos estar seguros si servía o no al Gobierno, estuviera o no en la nómina de la SI. En caso de que las operaciones hayan sido confiadas a esos sujetos, el panorama es tétrico.

Epistolario. El apresuramiento de Nisman por regresar a la Argentina abre preguntas todavía sin respuesta. Muchos kirchneristas se conduelen por una hija suya que estuvo tres horas sola en el aeropuerto de Barajas, como si éste, y no la muerte violenta de su padre, fuera el trauma de esa criatura.

La Presidenta, en su primera carta a los argentinos, no se olvida de mencionar a sus dos vástagos, Flor y Maximito, pero no tiene una palabra para la familia del fiscal. Todo sucede en esa carta como si quien la escribió fuera insensible. A la Presidenta le falta imaginación moral.

El estilo de esa primera carta es el de una enredada divagación, cuya chatura no impide que todo suene inapropiado y casi delirante. ¿La Presidenta no sabía que su carta iba a ser leída como la reacción oficial del gobierno argentino en el exterior?

De la segunda carta de la Señora Presidenta mejor no hablar. Nisman fue un cabeza de chorlito que le hizo caso a Stiuso (sólo porque así se lo había ordenado Néstor Kirchner) y si la Argentina le vende granos a Irán en algún momento, la Señora, con previsora táctica, le indica a la AFIP la lista de las empresas exportadoras. Si la primera carta era insensata, ésta es cruel y vengativa. Cristina Kirchner no escribe a la altura de la función que desempeña.

Llora por mí, Argentina. En la marcha del lunes pasado en Plaza de Mayo, vi un cartel que decía: “Nisman no se suicidó. Lo mató el miedo a la verdad”. Aunque se gritaban insultos a la Presidenta y su movimiento histórico (otro cartel: “Gobierno asesino y ladrón, mataste a Nisman”), había más gente emocionada y confundida que colérica. Muchos se abrazaban, buscando un cuerpo a cuerpo, un colectivo, un sujeto cuyo plural superara la confusión. Muchos lloraban.

Cuando los ciudadanos creen entender qué sucede, incluso cuando se equivocan, esta creencia es tranquilizadora. Por el contrario, cuando no se entiende, poco sirve atribuir una culpa a alguien. Esa noche en la Plaza, quienes culpaban al Gobierno no podían encontrar un relato que apoyara esa certeza, porque los fragmentos de “datos” y “hechos” pertenecen todavía hoy a una esfera oscura y cambiante.

La pesadilla no es sólo lo sucedido. La pesadilla es no entender lo que sucedió. Las pruebas que iba a presentar Nisman hablan de un pacto cuyos frutos serían de todos modos injustos para con las víctimas e irrisorios en términos de interés nacional. Si la denuncia de Nisman tenía bases ciertas, nos vendíamos barato.

El juego peligroso. Quizá dentro de veinte años, un historiador escriba este capítulo de nuestra política internacional señalando dos ejes: el amateurismo de la conducción diplomática local y el giro de la Argentina dentro de las zonas de influencia planetarias. En ese giro, el amateurismo argentino creyó que podía comportarse como país “grande” cuando, en realidad, ponía en práctica una estrategia poco responsable para un país que es tercera línea en la geopolítica mundial.

Y por si esto no alcanzara, están los espías y los servicios de inteligencia, una estructura de poder desconocida que cambió de jefe en diciembre. Ese cambio fue un presagio. 

Algo iba a suceder porque, sencillamente, nadie previó la enorme dificultad de reformar un servicio de inteligencia cuyos jefes no quedan nunca del todo a la intemperie. Mayor dificultad todavía si el nuevo jefe designado no es un experto. Mayor aun si, frente a un organismo típicamente corporativo como son los servicios, la Señora se ocupa de la única corporación que le quita el sueño: el periodismo y la megaempresa de Magnetto.

Argumento para Walsh. En su segunda carta, la Presidenta afirma que la operación contra el Gobierno no consistió en la denuncia de Nisman, promovida por Stiuso, sino en su asesinato. Las acusaciones del fiscal fueron simplemente un motivo aparente para que se pensara que sus (futuros) asesinos provenían del Gobierno.

Flor de trama para quien quiera ser el Rodolfo Walsh de esta etapa, aunque desconfío que haya aspirantes en el kirchnerismo. Walsh investigó el caso Satanowsky denunciando a los servicios y a un general del Ejército. Casi sesenta años después, sujetos igualmente protegidos por años de impunidad y chapucería política intervienen ya no en la disputa por la propiedad de un diario (como sucedió en el asesinato de 1957), sino en una guerrilla cuyo escenario son los niveles más altos del Estado.


© Escrito por Beatriz Sarlo el sábado 24/01/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.




domingo, 30 de junio de 2013

Doble apriete… De Alguna Manera...


Doble apriete…

El regreso de 'SUPERTIGER' Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes.

Con Massa y el jefe de la Corte en la mira, el kirchnerismo sube la apuesta. La decisión de Sergio Massa de presentar su candidatura a diputado nacional por fuera del Frente para la Victoria pegó fuerte dentro del Gobierno y despertó la ira de Cristina Fernández de Kirchner, estado de ánimo del que hace gala cada vez con mayor frecuencia para sufrimiento de varios de sus funcionarios. 

Según narran quienes conocen al dedillo la trama de esta historia, hasta el sábado 22 por la tarde –es decir, a pocas horas del vencimiento del plazo para presentar las listas de candidatos–, la Presidenta estaba convencida de que Massa no competiría. 

No eran pocos los colaboradores que le informaban que intendentes, diputados de diversos colores políticos, actores y varios nombres conocidos dentro y fuera del kirchnerismo se estaban pasando al bando del intendente de Tigre. 

Sin embargo, en todos los casos la respuesta de la jefa de Estado a sus allegados fue tajante y contundente: “Terminen de preocuparse por Massa; yo les digo que no va a jugar; eso es lo que me confirmó la SIDE”. Por eso, horas más tarde, cuando la candidatura del intendente de Tigre se hizo realidad, el desconcierto y la furia de Fernández de Kirchner fueron mayúsculos.

Entre los operadores políticos del kirchnerismo, las preguntas fueron recurrentes: ¿cómo es que Cristina no se dio cuenta de que Massa nos iba a traicionar? ¿Cómo es que dejamos escapar a este hombre que hoy tiene tan buena imagen en las encuestas creíbles?

Las fuentes que saben los detalles de la negociación señalan que el intendente de Tigre recibió un llamado sobre el cierre de los plazos para presentar las listas, de uno de los armadores políticos del kirchnerismo –todos señalan a Carlos Zannini– con un mensaje muy claro: si jugaba en estas elecciones por fuera del oficialismo, desde el Gobierno se encargarían de comenzar con los carpetazos referidos a algunas presuntas irregularidades cometidas por Massa durante su gestión al frente de la Anses. Lejos de amilanarse, el ahora candidato a diputado respondió con firmeza: “Hagan lo que quieran, pero no se olviden de que yo fui jefe de Gabinete y me tocó viajar con Néstor en varias oportunidades”. 

No hizo falta agregar nada más. Massa dejó mudos y preocupados a quienes intentaron apretarlo sin éxito.

“No va a pasar nada. Tan sólo habrá un poco de aspaviento por unos días y después la tormenta amainará.” Palabras más, palabras menos, éstas fueron las expresiones con las que el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti, buscó llevar calma a los miembros del cuerpo preocupados por la virulenta reacción que el Gobierno mostró ante el fallo que declaró la inconstitucionalidad de las modificaciones al Consejo de la Magistratura. 

Los ministros, que lo escucharon con atención, no coincidieron con esa apreciación. “Los ataques de la Presidenta van a seguir”, dijo uno de ellos, que no imaginaba cuán pronto los hechos le darían la razón para disgusto particular, en este caso, del mismísimo Lorenzetti. De eso fue de lo que se habló en la dramática reunión –acordada– de la Corte que tuvo lugar el martes pasado. Ese día, el presidente del alto tribunal dio detalles sobre la investigación que está realizando la AFIP –verdadera Gestafip– contra su persona y contra su hijo. Si ese momento produjo impacto, lo que ocurrió el jueves por la noche ahondó la convicción existente de que el Gobierno no cejará en su objetivo de vaciar de poder a la Corte. Ese es el objetivo del proyecto que reflotaron Diana Conti y Carlos Kunkel para retirarle el manejo de los fondos.

“Un poder sin manejo de los fondos que necesita para funcionar casi deja de ser poder”, confiesa un ministro del cuerpo que viene advirtiendo con creciente preocupación esta voluntad del Poder Ejecutivo de quedarse con la suma del poder público. “Si tiene todo en orden, no tiene nada que temer”, se apresuró a señalar el flamante ministro de Defensa, Agustín Rossi, al referirse al apriete a Lorenzetti. Curiosa afirmación del funcionario de un gobierno que, en una de sus tantas contradicciones, acaba de premiar a evasores con un blanqueo escandaloso. “Es evidente que vienen por nosotros”, siguió diciendo ese ministro, cuyas expresiones, a esa altura, eran compartidas por todos sus colegas presentes. 

El único ausente era Eugenio Zaffaroni, ocupado por uno de sus frecuentes viajes al exterior. En tren de especular, una fuente inobjetable que conoce el pensamiento de varios de los integrantes de la Corte señalaba: “Es poco probable que la Presidenta intente forzar el desplazamiento de los ministros Carlos Fayt o Enrique Petracchi, quienes han superado el límite de los 75 años. ¿Pero qué pasaría si, en cambio, le solicitara la renuncia a Zaffaroni a fin de nombrar en su lugar a la actual procuradora general de la Nación, Magdalena Gils Carbó, una militante furiosa del kirchnerismo?”.

“Nos equivocamos con la Corte”, es lo que se escucha en la Babel de Olivos. Es la expresión más acabada de un gobierno que no acepta que su poder tiene un límite. Ese límite es la Constitución a la que la Presidenta juró observar, algo que hoy demuestra haber olvidado.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

©Escrito por Nelson Castro el sábado 30/06/2013y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


jueves, 10 de enero de 2013

Doble moral K... Affaire E.S.M.A. ... De Alguna Manera...

Doble moral K...

"Hebe continúa en estado de shock" Sra. de Bonafini. Dibujo: Pablo Temes.

La hipocresía del “asado”. ¿Y si lo hubiera hecho Macri? Amenazas contra la Justicia.

Qué habría sucedido si, en lugar de Julio Alak, hubiera sido Mauricio Macri quien hubiese organizado el asado en la ESMA? ¿Qué no le habrían dicho los representantes de algunos de los organismos de derechos humanos que, insólitamente, han salido a “bancar” al ministro y su cohorte? Este fenómeno social del relativismo moral –según el cual una conducta es mala o buena no por su valor en sí sino de acuerdo con quien la lleve adelante– constituye uno de los principales éxitos del kirchnerismo. La utilización política de los derechos humanos –por cuya reivindicación los Kirchner mucho han hecho– es otro de los éxitos del oficialismo. La ESMA, el principal campo de concentración y exterminio de la dictadura, resume la verdadera dimensión de esta situación. Allí, el 24 de marzo de 2004, Néstor Kirchner mostró su estrategia: la de apoderarse de los derechos humanos y usarlos como instrumento de construcción y acumulación de poder.

Allí, también, fue cuando mostró la hilacha de lo que sería una constante K: la reinvención de la historia a través del “relato”. En esa oportunidad Kirchner cometió una de sus más brutales injusticias, al pedir perdón por todo lo que el Estado no había hecho para castigar a los culpables de las atrocidades del terrorismo de Estado. Al hacerlo olvidó el histórico juicio a las Juntas Militares, que se desarrolló en condiciones institucionales dificilísimas, durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, que significaron un gran retroceso en ese proceso de búsqueda de verdad y justicia, no opacan la dimensión de aquel juicio. En aquellos duros años, y tras los levantamientos carapintadas, desde el mismo justicialismo se le pedía a Alfonsín poner fin a los juicios que restaban y que pudieron reactivarse después del fallo histórico del juez federal Gabriel Cavallo, en 2001, en el que declaró la inconstitucionalidad de esas dos leyes que consagraban la impunidad.

Aquel acto en la ESMA tuvo un después desconocido para la inmensa mayoría de la ciudadanía. Néstor Kirchner, que nunca tuvo la grandeza de disculparse públicamente ante Alfonsín, lo llamó para hacerlo en privado. Vale la pena reproducir el breve diálogo que mantuvieron:

Kirchner: Doctor Alfonsín, le pido disculpas por mi olvido de hoy. Sé que debe estar enojado, y por eso le hago este llamado.

Alfonsín: Enojado, no; dolido. Y no por mí, sino por las muchas personas que en aquellos días difíciles no dudaron en poner en peligro sus vidas para hacer posible que los juicios se llevaran adelante y los integrantes de las Juntas tuvieran sus merecidas condenas.

Desde entonces, el manejo de la ESMA ha sido motivo de disputas, a veces sórdidas, entre las organizaciones de derechos humanos. Tampoco allí se ha privado el oficialismo de generar divisiones. Por otra parte, según han reconocido otras voces cercanas al Gobierno, el asado del 27 de diciembre pasado no fue el primero de la era K. Los sobrevivientes de la ESMA les reprocharon al ministro y al Gobierno por qué para ellos ese asado fue y es una afrenta: en aquellos años de terror, la palabra “asado” era sinónimo de muerte, ya que aludía a la incineración de los cuerpos de quienes habían sido allí asesinados por la Armada, procedimiento en el que se usaban gomas de vehículos para enmascarar el olor a carne quemada. Así de impresionante y así de horroroso era eso.

En la ESMA ensayó Fuerza Bruta para su participación en los actos de la celebración del Bicentenario.
En la ESMA se dan cursos de cocina.
En la ESMA ensayan murgas sus pasos para el carnaval.
En la ESMA se hacen espectáculos infantiles.

También hay que recordar que desde 2006, por iniciativa del kirchnerismo, el 24 de marzo se ha transformado en feriado. Antes, en los colegios, se utilizaba el día para hacer memoria. Ahora es un feriado más que nutre al rubro turístico. ¿Eso es la memoria?

La escalada gubernamental contra la Justicia no se detiene. El que calla otorga. Ese es el valor del estrepitoso silencio oficial ante las barbaridades dichas contra la Corte Suprema por Hebe de Bonafini en las escalinatas de los Tribunales. A eso le agregó más: la promesa de hacer públicos supuestos hechos y antecedentes de los miembros del alto tribunal, con la excepción, claro, de Eugenio Zaffaroni. Cabe preguntarse quién o qué organización es la que proveerá a la fracción de las Madres de Plaza de Mayo, que encabeza Bonafini, esa información. Que se sepa: esta agrupación no tiene la estructura necesaria para llevar adelante una investigación, con fines intimidatorios, de tamaña envergadura. No hace falta un esfuerzo neuronal extraordinario para buscar en los servicios de inteligencia del Estado la respuesta a tal interrogante.

Es lo que hace siempre el Gobierno cuando tiene enfrente a alguien que, por no responder a sus órdenes o deseos, adquiere la categoría de enemigo. Ahí entran en acción, entonces, los servicios de inteligencia o la “Gestafip”. Las piruetas son de antología. La misma Corte que hasta ayer constituía algo así como una gema que le generaba al kirchnerismo un reconocimiento mayoritario –que incluía el de sectores que le son críticos– es hoy objeto de uno de sus mayores denuestos. El principal motivo de la furia de la Presidenta contra la Corte es su independencia. Supuestamente era eso lo que dijeron buscar los Kirchner cuando forzaron su modificación.

El otro frente abierto en estas horas por la Presidenta tiene como protagonista –en realidad, víctima– al intendente de Bariloche, Omar Goye. Llegó a ese cargo tras ganar la elección el año pasado. Goye es kirchnerista. Cristina Fernández de Kirchner lo crucificó, sin nombrarlo, durante el Aló Presidenta en el que se refirió a los saqueos; ella está convencida de que ese funcionario –y no la crisis social– fue clave en la génesis de esos actos de vandalismo que se desataron allí y amenazaron con extenderse por todo el país el 20 de diciembre pasado. Alguien debería recordarle a la Presidenta –abogada exitosa, según ella– que hay un mecanismo institucional para desplazar a un intendente: el juicio político. 

Curioso: cuando al intendente de Necochea se lo removió del cargo a través de un juicio político, desde el oficialismo se habló de un golpe institucional, cuando en verdad lo que ocurrió allí fue que se cumplieron los pasos que marca la carta orgánica municipal. En cambio, nada se dice cuando –ignorando la ley– es la Presidenta la que ordena que a un intendente lo saquen de su cargo manu militari. Sin sutileza alguna, a Goye ya le hicieron saber que, si no se va, no le enviarán los fondos que requiere para su gestión. Es lo mismo que le está pasando al gobernador de Santa Cruz, Daniel Peralta. He aquí la esencia del kirchnerismo: para los amigos, todo; para los enemigos, ni la ley.

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/01/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



sábado, 18 de agosto de 2012

Amo ese sillón... De Alguna Manera...

Un sillón a medida...

Tronos argentinos. Dibujo: Pablo Temes.

El Gobierno siente que su futuro está atado a la soja y en ella basa sus planes 2015. Estrategia para rivales.

El vamos por todo y por todos que Cristina Fernández de Kirchner se impuso como objetivo a partir del primer minuto de su segundo mandato avanza a pasos agigantados y se materializa en acciones y hechos que son palpables. Es que, contra todo lo que expresan sus funcionarios, para la Presidenta 2015 es hoy. Y esa fecha y esa meta incluyen la necesidad de lograr una nueva reforma de la Constitución Nacional a fin de dar vuelo al proyecto de “Cristina eterna” que, a modo de “sincericidio”, planteó hace ya tiempo la diputada Diana Conti. 

En pos de ese objetivo, en el Gobierno se trabaja y se planifica todos los días. El principal sustento con el que se cuenta para dar vuelo a esa ilusión, paradojalmente, es la soja. Es que con los valores de hoy en día, proyectados a futuro en un alza imparable, las cuentas fiscales para el año próximo se llenarán de dólares, lo que genera en el kirchnerismo un optimismo y un afán de poder ilimitados. 

Y ahí entonces cobran vida los planes de mucha obra pública que llegará desde el Gobierno de la Nación a las intendencias, con poca o nula participación de los gobernadores, y que será el motor de mucho empleo directo e indirecto que dará sustento a la estrategia electoral de 2013. En los cálculos del Gobierno está lograr un porcentaje de alrededor del 40% de los votos, lo que lo dejará a las puertas de tener los números en el Congreso que lo acerquen a los dos tercios requeridos para declarar la necesidad de reforma de la Constitución Nacional.

El proyecto “Cristina eterna” surge de una situación de estricta necesidad para la Presidenta: hoy no tiene delfín. Liquidadas las posibilidades de Amado Boudou –quien, a pesar de estar enchastrado cada día más por el escandaloso caso de la ex Ciccone Calcográfica, no trepidó en presidir la sesión del Senado en la que se dio media sanción a la expropiación de la empresa–, Cristina Fernández de Kirchner no tiene otro remedio que apostar a La Cámpora como su albacea política. Eso es lo que se exhibe todos los días. 

El caso de las tareas de adoctrinamiento en las escuelas que realiza esta agrupación es una muestra de ello. La defensa que de esa labor, que exige logística y plata, hizo la Presidenta habla bien a las claras de que ese accionar, claramente prohibido en las escuelas secundarias, no es algo trasnochado sino que responde a un plan que reproduce las peores prácticas políticas que se han desplegado en la Argentina a lo largo de su historia. 

Mientras este proyecto levanta vuelo, la realidad es que la fragua de un dirigente con liderazgo y proyección suficiente como para ser el delfín kirchnerista habrá de llevar un tiempo largo. Y ese lapso supera con creces el año 2015. Por lo tanto, la necesidad de la Presidenta por buscar otro mandato es imprescindible. En consonancia con esta necesidad es que ha habido un cambio muy notorio en todo este plan. 

En efecto, hasta hace poco hablaban de ello Luis D’Elía, el ministro de la Corte Suprema Eugenio Zaffaroni –que dijo que la re-reelección era mala palabra– y otros referentes del kirchnerismo con poco peso político. Pero en esta semana las cosas han variado, ya que quienes han hablado de ello han sido varios gobernadores peronistas anteayer menemistas, ayer duhaldistas y hoy kirchneristas. Y al hacerlo, no han tenido tapujos ni anduvieron con vueltas, ya que se refirieron claramente a la re-reelección de Cristina Fernández de Kirchner como objetivo primordial de la reforma.

Para el proyecto de “Cristina eterna” hay hoy tres rivales que están en la mira: Daniel Scioli, Mauricio Macri y José Manuel de la Sota. El gobernador de Córdoba se ha convertido en la última incorporación de ese universo de enemigos, luego de haber denunciado el pacto fiscal federal y de haber recurrido a la Corte para recibir los fondos que le reclama a la Anses. De la Sota le ha solicitado en estos días a la Presidenta la posibilidad de mantener un diálogo sobre estos temas. Es lo mismo que, sobre el tema de los subtes y con resultado infructuoso, le había pedido Macri hace quince días en la Bolsa de Comercio. 

Tanto De la Sota como Macri deberían saber que éste es un verbo que no se conjuga en el Olimpo presidencial: “A la Presidenta se la escucha; con ella no se dialoga” es una frase que se atribuye al entorno presidencial y que circula por los pasillos del poder en boca de más de un ministro y/o secretario de Estado. Así como en su momento les tocó a Scioli y a Macri, De la Sota debería estar preparado para hacer frente a alguna alternativa imprevista que complique su gestión. Por lo pronto, es seguro que se habrá anoticiado sobre las prácticas escolares de La Cámpora, que en Córdoba han comenzado por el jardín de infantes.

En su “Aló Presidenta” del lunes, que compartió con el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz, Cristina Fernández de Kirchner, junto con la audacia de hablar de economía como si supiera, señaló –y estuvo muy bien al hacerlo– el rol del Estado como factor de control sobre los diversos procesos económicos de un país con el objetivo de corregir los desequilibrios que pudieran ser potencialmente dañinos para un desarrollo equilibrado de la sociedad. Claro que, al hacerlo, cayó en una contradicción, ya que este gobierno ha sido muy activo en la colonización política de los organismos de control con el objetivo de neutralizar y anular su accionar. 

La situación que atraviesan muchos de ellos ilustra con creces esa realidad. Así, por caso, se observa que la Oficina Anticorrupción no es más que eso, una mera oficina; la Sigen está bajo las órdenes de Reposo, lo que hace innecesario cualquier otro comentario; Leandro Despouy, el titular de la Auditoría General de la Nación, es objeto de ataques furibundos desde el oficialismo cada vez que el organismo emite informes críticos hacia el Gobierno; La Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas, desde la renuncia del doctor Manuel Garrido, está paralizada; la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) no regula nada y respecto del Organo de Control de las Concesiones Viales (Occovi), recuérdese que sirvió, en su momento, para hacer negocios turbios y turbulentos con Venezuela. “Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago” es el metamensaje que emerge permanentemente de las expresiones de la Presidenta. Esa es, al fin y al cabo, la esencia del kirchnerismo.
  
Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el viernes 17 de Agosto de 2012.



domingo, 17 de junio de 2012

Antes militante, ahora “terrorista”... De Alguna Manera...

Antes militante, ahora “terrorista”...


Con el “atentado” de las torres gemelas en Nueva York allá por el 11 de Septiembre de 2001 comenzaría la nueva interpretación de una vieja idea, reeditada como “la civilización” contra “los terroristas”.


Origen

El ex-presidente de EEUU George Bush ideó un macabro sistema de “categorización” de países: algunos serían parte de la “comunidad internacional”, otros “nidos de terroristas”. Consiguió que le votaran millones de millones de dólares para su Ejército, que inauguró el siglo invadiendo países, violando soberanías, en fin: recalcando que son “la” potencia militar del mundo.

El argumento principal fué el 11-S, lo de las torres gemelas. Lo paradójico es que hasta un ex presidente italiano, Francesco Cossiga, denunció públicamente a los servicios de inteligencia como autores del “autoatentado”.

Sus “think tank” (tanque de ideas) se encargaron de planificar una apretada más en la morsa del nuevo, ya viejo para ellos, siglo.


Made in USA

Las ideas de Bush & Cia.(con estricto doble sentido) no tendrían mayor novedad si no fuera porque algunos países comenzaron a “importar” estas ideas. Algunos locales actúan como socios de los de afuera.

Con convenciones internacionales comenzaron a “sembrar” la doctrina “anti-terrorista” (at en adelante). Su principal alfil es el GAFI (Grupo de Acción Financiera Internacional). Este logró la “proeza” de apurar a los diputados para que votaran la primer Ley at, con plazo hasta el 23/06 del 2007(hubo varias razone$ para eso).

No se puede obviar: el kirchnerismo trajo a nuestro país la lógica del “at” que los anteriores se limitaron a “bocetar”. El objetivo era doble: mendigar unos pocos dólares y crear una herramienta para perseguir a opositores.


Primer acto…

La primera ley at fue la 26.268. Esta incorporó dos nuevos delitos al Código Penal, extremadamente vagos en su contenido, exactamente lo contrario que requieren los tipos penales. Cualquier reclamo podría encuadrarse en sus artículos.


Segundo acto…

Cuatro años después, el mismo gobierno y sus legisladores incorporan al Código Penal el art. 41 quinquies: “Cuando alguno de los delitos previstos en este Código hubiere sido cometido con la finalidad de aterrorizar a la población, la escala penal se incrementará en el doble del mínimo y del máximo. Si la finalidad fuese la de obligar a las autoridades públicas nacionales o gobiernos extranjeros o agentes de una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo, se aplicará la misma escala.”

Sin embargo, la ley no define qué es terrorismo. Los tipos abiertos vulneran los artículos 18 y 19 de nuestra Constitución Nacional que establecen que sin ley previa –clara y completa en su definición- no puede haber imposición de pena.

Eugenio Zaffaroni, quien suele coincidir con las iniciativas de la Casa Rosada, cuestionó públicamente: “Es una extorsión que nos hace el organismo GAFI, de segunda categoría…no necesitamos esta ley…puede ser utilizada por alguien contra la protesta social o contra los sindicatos”(24/12/2011).

Muchos opositores señalaron el giro a la derecha del gobierno en este aspecto.

Lo primero que debemos tener en cuenta es la pérdida de soberanía que implica subordinarse a las imposiciones de distintos organismos extranjeros. Curiosamente, países pilares del G-20 no tienen una ley at como la aprobada aquí.


Intervalo lúdico

La justificación de los partidarios del gobierno nacional es desopilante: “no será usada para reprimir conflictos sociales”; “Lo que no queremos es que un tipo se levante y decida devaluar el peso”. Si no se va a usar en el sentido que literalmente está redactada, ¿Para qué sancionarla? Si un animal afila sus garras, para algo será.


Grand finale, para ellos

Las últimas declaraciones de Cristina, marcando la cancha a los reclamos salariales y sociales, en un escenario de agravamiento de las condiciones económicas dan pie a que la justicia comience a utilizar esta figura.

En la “construcción de relato” kirchnerista, que cuenta con la pluma del posmoderno Ernesto Laclau,  los “enemigos del pueblo” son todos aquellos que enfrentan sus políticas en cualquier terreno. Nunca serán terroristas los de su “juventud maravillosa” terrorista porque son oficialistas desde la fábrica.

La presidenta refuerza la legalidad represiva, de por sí extendida, sin dejar de dibujar el tono del relato de un manto épico.

Cuando se destapó el Proyecto X dijeron que era un mero “software en desuso”. En conjunto con esta ley están conformando una política de estado, parte de su “INDEC” ideológico que nos ofrecen.


Riesgos y perspectivas

Frente a este cuadro: “No se garantiza que líderes sociales no sean perseguidos y sometidos a proceso bajo estas nuevas figuras ligadas al terrorismo, lo que implicaría someterlos a una fuerte presión para abandonar su reclamo”, expresaron organizaciones en un reclamo que se viene sintiendo en forma creciente.

En la actualidad numerosos dirigentes sociales enfrentan causas penales como consecuencia del legítimo ejercicio de los derechos constitucionales. De ello pueden dar cuenta, entre otros, los trabajadores del Ferrocarril Sarmiento, los de la empresa Kraft, los estatales, los docentes de Santa Cruz, los trabajadores del azúcar, estudiantes universitarios, etc. Todos ellos podrán ser imputados como “terroristas”, decisión que el gobierno puede tomar cuando quiera, habida cuenta que -ya lo dijimos- la ley no explica qué es el terrorismo que combate. A esto debemos sumar el hecho de que estos “delitos” serán juzgados por la justicia federal, sector probadamente dependiente del poder político.

Así como la república y el sufragio universal representaron un enorme progreso esta imposición de la lógica at, es un paso atrás, y muestra la relación directa que existe entre  la cuestión nacional y la democrática. No se resuelve una sin la otra. Debemos denunciar las violaciones de derechos humanos del presente, como lo es esta ley.


© Escrito por Alejo Caivano y publicado por plazademayo.com el viernes 15 de Junio de 2012.