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jueves, 27 de septiembre de 2018

El Fondo al Poder… @dealgunamanera...

El Fondo al Poder…

El Banco Central solo intervendrá cuando el dólar supere los 44 pesos o baje de los 34. Imagen: EFE

La propia Christine Lagarde anunció junto a Nicolás Dujovne el nuevo acuerdo con el FMI. A cambio de 7100 millones de dólares más y el adelantamiento de los desembolsos para alejar el fantasma del default, Argentina se compromete a un brutal ajuste fiscal y monetario.

© Escrito por Raúl Dellatorre el jueves 27/08/2018 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Argentina recibirá 36.200 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional entre lo que resta de este año y todo 2019, y eleva a 57.100 millones de dólares el monto total del crédito Stand By otorgado al país. A cambio, el gobierno no sólo ratifica el plan presupuestario restrictivo para 2019, que elimina el déficit fiscal primario, sino que además asume una drástica política antiinflacionaria del Banco Central que reduce a cero la emisión monetaria desde ahora hasta junio de 2019, y pasa a un esquema de libre flotación cambiaria que limita las intervenciones de la autoridad monetaria en el mercado mayorista.

La escasez de dinero circulante debería actuar como freno a la inflación, pero al costo de una fortísima caída en la actividad económica. El nuevo acuerdo con el Fondo fue anunciado por la directora gerente del Fondo junto a Nicolás Dujovne desde Nueva York. La instrumentación de la estrategia monetaria fue explicada, minutos más tarde, por el flamante titular del Banco Central, Guido Sandleris, en Buenos Aires.   

Con la bandera argentina a su espalda, y el ministro de Hacienda a su izquierda, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, encabezó en el consulado argentino en Nueva York el anuncio del nuevo acuerdo con Argentina “para fortalecer el Programa Stand By de 36 meses aprobado el 20 de junio pasado”.

Dueña absoluta de la situación, Lagarde asentía con leves movimientos de cabeza la lectura del comunicado que hizo Dujovne. “El nuevo acuerdo comprende desembolsos totales por 57.100 millones de dólares, lo que representa un incremento de 7100 millones con respecto al acuerdo previo”, indicó el ministro. “Además, bajo el nuevo esquema los desembolsos estarán disponibles de manera más anticipada: hasta 2019 el FMI asegurará financiamiento por 36.200 millones de dólares; con respecto al acuerdo previo, se incrementa en 19.000 millones el financiamiento disponible hasta fines de 2019”, explicó. Desembolsados ya 15.000 millones en junio, quedarían, en consecuencia, unos 6000 millones de dólares pendientes para 2020. Como en anteriores ocasiones, Dujovne se centró en explicar la “consistencia del programa financiero” entre los compromisos y las fuentes de financiamiento, pero sin considerar su impacto nocivo sobre la economía real. 

Por el contrario, el ministro de Hacienda volvió a afirmar que el brutal ajuste y política de endeudamiento que presentó ayer forman parte de “un conjunto de políticas orientadas al fortalecimiento de la economía argentina”. Desde la mirada del actual equipo económico, Argentina padece dos problemas que están por encima de cualquier otro: déficit fiscal e inflación. En coincidencia plena con el FMI, las medidas anunciadas ayer buscan “resolver” de manera drástica ambos conflictos, sin detenerse en los costos sociales que traerán aparejados.

Lo fundamental para su sostenimiento está dado en “el apoyo de la comunidad internacional, que permitirá dejar atrás este camino de turbulencias”, y la decisión del FMI de “continuar respaldando la atención a los sectores más vulnerables”, señaló Dujovne, desviando la mirada hacia Lagarde en busca de aprobación. La recibió. 

Lagarde solo tuvo una breve intervención verbal en la conferencia en el Consulado. Tras ello, Dujovne la excusó “por compromisos de agenda” y continuó solo. Antes de irse, la titular del FMI anunció que el acuerdo había sido “aprobado por la Gerencia” del FMI, incluyendo los desembolsos anticipados. Indicó que el programa Stand By acordado estaba “respaldado por un presupuesto adecuado y sustentable”.

También se refirió al compromiso del Banco Central con una política de tipo de cambio flexible sin intervención e indicó, ante una pregunta, que “la clave del nuevo acuerdo está en las cifras 19 y 19: los 19.000 millones de dólares que Argentina recibirá por adelantado hasta 2019, con lo que conseguirá estabilizar su economía”.

“Hemos acordado avanzar más rápido hacia el equilibrio fiscal para 2019”, anunció Dujovne, como contrapartida del adelanto del cronograma de desembolsos para atender las urgencias financieras del gobierno a partir de la corrida iniciada en mayo y que no se frenó con el primer acuerdo.

“En el terreno de la política monetaria y cambiaria, en las últimas semanas hemos enfrentado jornadas de mucha volatilidad que se han traducido en una importante depreciación del peso y un recrudecimiento de la inflación”, expresó luego el ministro. “En ese marco –anunció–, hemos decidido reemplazar el esquema de metas de inflación por una regla simple y verificable sobre los agregados monetarios, elemento que entendemos contribuirá decididamente a reducir la inflación”.

Más tarde, en conferencia de prensa en el Salón Bosch del BCRA (ver nota aparte), su nuevo titular explicaba la implementación de “una banda de no intervención” ajustable por una “tablita” de aquí a fin de año, y una participación limitada cuando el valor mayorista saliera fuera de las bandas. “Mantenemos nuestro compromiso con el régimen de tipo de cambio flexible, aunque hemos incorporado elementos a la política cambiaria que nos permitirán evitar la excesiva volatilidad”, dijo confiado Dujovne.

El programa económico que surge del nuevo acuerdo con el FMI representa la renuncia del gobierno al “control de daños”. Asume todos los riesgos y sin red. Va hacia un recorte brutal en el gasto público en medio de un proceso recesivo. Se mete de cabeza en un proceso inflacionario, motorizado principalmente por la megadevaluación de los últimos cinco meses, soltando las amarras con las que pretendía controlar el dólar. Juega todas las fichas a la sequía monetaria, es decir congelar la emisión de dinero para que no haya dinero para convalidar nuevos aumentos de precios.

Pero el propio Sandleris reconoció que hay un rezago de la devaluación previa que impactará en el nivel de inflación de septiembre, octubre y, “en parte”, en noviembre. La secuencia es previsible: aumentarán los precios, seguirá subiendo el dólar, se atrasarán los salarios, se profundizará la caída de la actividad y se expandirá la recesión con mayores suspensiones y despidos. Ahí, recién ahí, con muchas víctimas del desempleo y de la pérdida de capacidad de consumo, la escasez del dinero circulante podrá traducirse en atenuación de la inflación. Los costos en materia social son imposibles de proyectar. En los cementerios, dicen, no hay inflación.



miércoles, 26 de septiembre de 2018

Crisis económica en Argentina… @dealgunamanera…

El FMI suma 7.000 millones de dólares a los 50.000 concedidos en junio como rescate a Argentina.

La directora gerente del FMI, Christine Lagarde, recibe el martes en Nueva York al presidente de Argentina, Mauricio Macri. FotografíaAFP

El nuevo paquete adelanta el cronograma de financiamiento e impulsa una política de flotación libre del peso en el mercado cambiario.

© Escrito por Federico Rivas Molina el miércoles 26/09/2018 y publicado por el Diario El País, de la Ciudad de Madrid, España.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) extiende su mano, una vez más, a Argentina. Tres meses después de aprobar un rescate financiero por 50.000 millones de dólares, el organismo dirigido por Christine Lagarde sumó este miércoles otros 7.000 millones de dólares al paquete original y adelantó además los plazos de entrega a 2019. El Gobierno de Mauricio Macri pidió auxilio cuando la primera ayuda se volvió insuficiente para contener la desconfianza de los mercados hacia su capacidad de repago.

Lagarde y el ministro argentino de Economía de Argentina, Nicolás Dujovne, anunciaron desde el consulado del país austral en Nueva York los detalles del acuerdo. "De 6.000 millones previstos para 2018 se pasa a 13.400 millones. En 2019 se pasa de 11.400 millones a 22.800 millones. Dichos fondos ya no tienen carácter precautorio, sino que podrán ser utilizados como soporte presupuestario", dijo Dujovne.

El FMI decidió así dar libertad de acción al Ejecutivo de Macri, porque el dinero no estará necesariamente destinado a la devolución de deuda. Es una muestra de confianza extraordinaria hacia Buenos Aires, que, en circunstancias especialmente complejas, podrá destinar parte del dinero, por ejemplo, para gastos sociales o inversión pública. "Estos esfuerzos son para ayudar a Argentina a estabilizar su economía", señaló Lagarde, quien volvió a expresar su respaldo a la política económica de Macri.

El problema de fondo es que Macri necesita de la oposición peronista para aprobar en el Congreso el presupuesto para el año que viene, el documento en el que se plasmará la letra pequeña del ajuste que obligatoriamente tendrá que acometer Argentina. El mayor peso de los recortes recaerá sobre las provincias -todas superavitarias y la mayoría en manos de gobernadores no macristas- y sobre los ciudadanos de a pie, que necesariamente tendrán que pagar más impuestos.

La política ya ha dado muestras de que está perdiendo la paciencia con el presidente, tras casi tres años de un acompañamiento forzado a las medidas del Gobierno. El martes, Macri enfrentó una huelga general de la Confederación General del Trabajo (CGT), la central que agrupa a los sindicatos peronistas, la cuarta desde que llegó al poder, a finales de 2015. Y el peronismo no kirchnerista busca a la figura que lo represente en las urnas en octubre del año próximo. Cuánto margen de maniobra tendrá Macri para cumplir con el FMI es la gran duda.

Las autoridades argentinas trataron esta semana de inyectar calma en los siempre nerviosos mercados con la promesa de continuidad: Macri ya ha anunciado que será candidato en 2019. El presidente dijo, además, que no hay posibilidad alguna de impago (default) y que las cuentas públicas que se debaten desde la semana pasada en el Congreso ya tienen la venia de los gobernadores provinciales. Pero su gira por Nueva York no fue tan bien como se esperaba: mientras Dujovne ultimaba los detalles del nuevo acuerdo con el Fondo, en Buenos Aires se hacía pública la renuncia en Buenos Aires el presidente del banco central, Luis Caputo, el segundo guardián de la política monetaria argentina en dejar ese cargo en tres meses. Caputo, un hombre de la fragua de Wall Street y del círculo más cercano a Macri, tiró la toalla en desacuerdo con uno de los puntos más controvertidos del pacto con el Fondo: los límites impuestos al instituto emisor para contener con sus reservas internacionales la depreciación del peso.

Durante su gestión, Caputo no cumplió ese punto, ya pactado en junio. Su actitud le valió un enfrentamiento cada vez menos disimulado con el ministro Dujovne, la cara visible de Argentina ante el FMI. Según el último balance del mercado de cambios, el Banco Central de la República Argentina vendió en agosto reservas por valor de 4.062 millones de dólares, que fueron a parar a manos de “personas humanas” e “inversores institucionales” a razón de algo más de 2.000 millones para cada grupo. Caputo trató así satisfacer la demanda de inversores temerosos que huyeron a toda velocidad de sus colocaciones en moneda nacional a refugios en dólares.

El nuevo acuerdo ratificó finalmente esta política del FMI y, según Lagarde y Dujovne, el peso flotará libremente frente al dólar según la demanda en el mercado de divisas. El cepo impuesto por el FMI a estas intervenciones busca evitar que sea su dinero el que financie esta estrategia de contención, alimento, al final del proceso, de una descomunal fuga de capitales. Desde Buenos Aires, sin embargo, el nuevo titular del banco central, Guido Sandleris, anunció que intervendrán en el mercado si el peso supera las 44 unidades por dólar.

La renuncia de Caputo no fue consensuada y provocó un auténtico terremoto en la delegación argentina en Estados Unidos. Sirvió para contener el golpe la predisposición de Lagarde, que felicitó al nuevo jefe del banco central, a quien conoció como parte del equipo de los negociadores argentinos de aquel acuerdo de junio. Sandleris debutó en su cargo con una nueva caída del peso, aunque contenida por la expectativa del anuncio en Nueva York. Si en la apertura de los mercados eran necesarios 38,70 pesos para comprar un dólar, al final del día el número había ascendido a 39,44 pesos. El futuro de Argentina depende, otra vez, del FMI.



lunes, 24 de septiembre de 2018

Ases en la manga… @dealgunamanera...

Ases en la manga…

Bailando al ritmo de George Washington. Dibujo: Pablo Temes.

El Presidente se juega mucho en su viaje al norte. Cambio de estilo y de nombres.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 23/09/208 y publicado por el Diario Peril de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Mauricio Macri necesita relanzar su gobierno ante inversores internacionales que no le creen. Ese es el motivo principal del viaje a Estados Unidos. Para enfrentar ese universo de gente dura con cara de circunstancia el Presidente lleva dos ases en la manga: uno es el nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, que contempla una ampliación del monto del préstamo de 50 mil a 60 mil o 70 mil millones de dólares. Esa negociación quedará sellada con el apretón de manos entre Macri y la directora del FMI, Christine Lagarde y, fundamentalmente, con la reunión que el primer mandatario argentino tendrá con Donald Trump. "Amigos son los amigos", como dice la canción de Queen.

Sin embargo, las cosas no serán fáciles para Macri quien, seguramente, nunca imaginó ser tratado con tanta incredulidad en ese olimpo de hombres y mujeres de negocios del que él se siente parte.

El problema de la Argentina tiene dos líneas: una, económico-financiera, que es la que les está sucediendo a otros miembros del grupo de países emergentes muy afectados por la apreciación de los bonos del Tesoro de los Estados Unidos. La otra, en cambio, es de neto corte político que, a su vez, comprende dos hechos: uno es la incertidumbre del resultado de la elección presidencial de Brasil –el 7 de octubre próximo– que, por su condición de vecino y principal socio comercial, golpea a nuestro país; el otro son las elecciones presidenciales del año que viene en la Argentina. Las últimas encuestas, que se leen en Buenos Aires y media hora después en Nueva York, tienen a muchos inversores muy preocupados preguntándose qué pasará si Macri pierde a manos de Cristina Fernández de Kirchner. Por eso es que desde esos ámbitos se está pidiendo algún nivel de compromiso para aprobar el Presupuesto con un acuerdo amplio, al menos de lo que se considera el peronismo más racional. Es de este acuerdo de lo que se habla en las oficinas de las consultoras a las que acuden los inversores para definir sus planes en la Argentina.

El acuerdo real sería que los gobernadores de la oposición se comprometieran a un sacrificio compartido entre todos y a olvidarse por un tiempo más de la cuestión electoral. Sin este compromiso, lo que quedará es una foto carente de contenido.

Durante estos tres primeros años de gestión, el Gobierno pudo sentarse a la mesa de las negociaciones con los gobernadores con una herramienta clave: la billetera. En esto no hubo innovación: es lo que hicieron todos los gobiernos desde el renacimiento de la democracia en 1983. El problema para Macri es que hoy la billetera está vacía. El trabajo de hormiga para alcanzar esos acuerdos está a cargo del ministro del Interior, Rogelio Frigerio. Frigerio es uno de los ministros que consolidó su posición y su poder después de la cumbre borrascosa que se vivió en la quinta de Olivos durante el fin de semana del 9 y 10 de septiembre. Los que conocen lo que pasa en la trastienda del poder describen un cambio significativo en la forma de gestionar del Presidente.

Los que hablan con Dujovne sostienen que el ministro no ve la hora de dejar el cargo.

Cambios. 

Hasta aquel fin de semana de furia y desasosiego, manejaba las cosas como si fuera el CEO de una gran empresa. En ese esquema, el jefe de Gabinete, Marcos Peña, actuaba a la manera de un gerente general y era el encargado de llevar adelante la gestión. A él le correspondía encarar los problemas y llevarle a Macri las soluciones. Por eso es que, junto con el ido Mario Quintana y el desplazado Gustavo Lopetegui, él era los ojos y los brazos de Macri. Ese fue uno de los motivos por los que a Alfonso Prat Gay se lo echó del Gobierno. Nunca reconoció la autoridad de ese triunvirato al que le endilgó una supina ignorancia en asuntos económicos. De hecho, cuando las reuniones de gabinete las encabezaba Peña, el entonces ministro de Hacienda nunca asistía.

Ese esquema de gestión ahora cambió. "Hay un diálogo más directo con Mauricio", reconoce uno de los ministros que hoy ocupa posiciones de relieve dentro del gabinete.

Con ese trasfondo, quien esta semana lució un poco más aliviado fue Nicolás Dujovne. El malestar que lo obligó a una consulta de urgencia en el Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento –el cuadro de dolor toracoabdominal inespecífico y la normalidad de los estudios complementarios llevaron a considerar un espectro diagnóstico que fue desde una arritmia cardíaca pasajera hasta un ataque de pánico– no le fue indiferente. Por eso, los que hablan con Dujovne sostienen que no ve la hora de dejar el cargo. Toda la situación de ese sábado y domingo de furia lo afectó. No es para menos: ya le habían avisado que se iba y 48 horas después le dijeron que se tenía que quedar porque no se había aceptado el reemplazante, que iba a ser Carlos Melconian.

Ha habido un quiebre muy fuerte en la relación de Marcos Peña con María Eugenia Vidal y con Horacio Rodríguez Larreta. La gobernadora y el jefe de Gobierno porteño han debido tragarse el sapo de asumir el costo de las tarifas subsidiadas en sus propios distritos sin obtener nada a cambio, como algunos de los beneficios que están negociando los gobernadores del peronismo.

Ese manoseo más todos los problemas posteriores generaron para Dujovne un desgaste imposible de soportar, del que su salud no pudo salir indemne.
La rápida recuperación del ministro produjo alivio en el Gobierno ya que, al día de hoy, en Washington solo quieren hablar con él en pos de lograr un acuerdo que tenga la firmeza de la que hasta ahora ha carecido el primer acuerdo firmado entre el FMI y el Gobierno.

Ha habido un quiebre muy fuerte en la relación de Marcos Peña con María Eugenia Vidal y con Horacio Rodríguez LarretaLa gobernadora y el jefe de Gobierno porteño han debido tragarse el sapo de asumir el costo de las tarifas subsidiadas en sus propios distritos sin obtener nada a cambio, como algunos de los beneficios que están negociando los gobernadores del peronismo.

Vidal y Rodríguez Larreta sienten, por lo tanto, que nadie les agradece nada por lo que han cedido en pos de dar sustento al gobierno nacional a fin de evitarle mayores costos políticos a Macri. Al Presidente lo golpean duramente las cifras negativas de la economía, que lo han llevado a tomar medidas que han hecho trizas sus promesas de campaña. Ya lo dijo Maquiavelo: "La promesa dada fue una necesidad del pasado; la palabra rota es una necesidad del presente".

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

domingo, 16 de septiembre de 2018

Río revuelto… @dealgunamanera...

Río revuelto…


Macri transpira y la oposición saca cuentas. La agotadora interna oficial.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 16/09/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Pasan los días, pasan los anuncios y pasan las sucesivas medidas del Banco Central. Una semana, el Presidente recibe el apoyo claro y contundente de Donald Trump. Otra, ese respaldo viene de la canciller de Alemania, Ángela Merkel. Y, para que nada ni nadie falte, se suma a ellos la directora gerenta del FMI, Christine Lagarde. Sin embargo, el precio del dólar no para su escalada.

Hay un contraste claro: los líderes políticos del mundo le creen al Gobierno; los mercados, no. Esta suba imparable del dólar, que atribula al Gobierno y a la gente, es la fiebre. Y es una fiebre que no se va a eliminar así nomás. Según pasa el tiempo, al Presidente le cuesta cada vez más generar las condiciones de credibilidad que le permitan a su gobierno salir de este atolladero. Ahora el requerimiento para recuperar la credibilidad es el acuerdo con los gobernadores del peronismo para aprobar el presupuesto 2019. Por eso fue el propio Macri el que encabezó la reunión con los mandatarios provinciales dedicada a este asunto clave.  

En carrera. En el encuentro, que fue de un alto voltaje político, ningún gobernador opositor dejó de apoyar lo fundamental, que es asegurar la gobernabilidad. Todos ratificaron la necesidad de que el Gobierno tenga el presupuesto y que el presupuesto sea equilibrado. Algunos hicieron sus propios reclamos de coparticipación, pero en sí hubo una línea general de apoyo. Todos ponderaron el diálogo con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio.

Los líderes políticos del mundo le creen al Gobierno; los mercados, no. Esta suba imparable del dólar, que atribula al Gobierno y a la gente, es la fiebre. Y es una fiebre que no se va a eliminar así nomás.

En el peronismo no K existe el firme propósito de aprobar el presupuesto y darle esta herramienta, que es clave no solo para la negociación con el FMI, sino también para la gobernabilidad. “No queremos hacer nada que ponga en duda el mandato de Macri. Queremos terminar con ese fantasma”, sostiene una voz del Peronismo Federal. Una de las consecuencias de la crisis es la de haber adelantado la actividad electoral. Todos están trabajando con aire de campaña. 

Quien está activo es Sergio Massa. La reunión que tuvo con los gobernadores justicialistas en el Consejo Federal de Inversiones (CFI) produjo impacto. De igual impacto político, aun cuando no público, son los encuentros que viene manteniendo con Florencio Randazzo. Hace un año que se vieron por primera vez después de que Massa se alejó del kirchnerismo. A lo largo de estos doce meses han afianzado la relación personal y, a partir de ahí, han venido articulando algunas acciones conjuntas. Una de esas acciones fue la ley para frenar el tarifazo que fue vetada por Macri. En estas dos semanas Massa y Randazzo se juntaron a comer tres veces en la parrilla Don Julio. 

De lo que se sabe, el objetivo inmediato es trabajar en temas de aquí a la aprobación del presupuesto. En las ciudades en las que haya concejales de ambos lados, se fomentarán las reuniones para abocarse a asuntos concretos. Recién en diciembre, Massa y Randazzo evaluarán qué tipo de actividad pública desarrollarán.

Quien está fuertemente afectado es Nicolás Dujovne. “Está destruido”, es la frase que se escucha en los pasillos del poder. El episodio que lo obligó a permanecer bajo observación en la guardia del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento así lo atestigua.

En la semana hizo ruido la encuesta de Synopsis que contiene tres datos relevantes: el primero es que por primera vez Macri aparece con guarismos desfavorables; el segundo, que en segunda vuelta, solo ganaría si su contrincante fuese CFK; y el tercero, que ilusionó al massismo, es que ante Massa perdería por diez puntos.

Fuego amigo. Quien no deja de expresar sus críticas por lo que considera un mal manejo de toda esta crisis es María Eugenia Vidal. La gobernadora no puede disimular su malestar cuando escucha hablar a funcionarios del Poder Ejecutivo que demuestran un fenomenal desconocimiento de la realidad que ella palpa día tras día en el conurbano profundo. La emergencia social crece allí en su necesidad más dramática: la comida. Y los afectados no son los que van a las manifestaciones que semana a semana complican la vida de los transeúntes del centro porteño.

A Vidal le procupa que la devaluación no le transforme la gestión en un infierno. El dólar a $ 40 ha obligado a la renegociación de todos los contratos existentes y a modificar las proyecciones para el año que viene. A diferencia de lo que pasa en el gabinete nacional, la crisis encuentra al gabinete provincial fuertemente cohesionado.  

Esta es la cara de la economía real sobre la cual el Presidente habla poco. Sus mensajes siguen estando dirigidos a los mercados que, como se dijo antes, no le creen. Y es esta disociación la que provoca el enojo de los que nunca lo quisieron –ni lo querrán– y el desencanto en quienes lo votaron y se ilusionaron con un gobierno mejor. Hay en la gente bronca por el aumento de los precios que no cesa. “En un momento tan crítico como este, los funcionarios nacionales están actuando con ingenuidad frente a los formadores de precios”, expresaba un gobernador del oficialismo.

La crisis socioeconómico-política por la que atraviesa el país dinamitó la coherencia del gabinete nacional. Las disputas internas se han potenciado y, en algunos casos, adquieren características que van de lo desopilante a lo patético.

Puertas adentro. A pesar de su bajo perfil, Marcos Peña sigue siendo un personaje clave. “Y a Mario Quintana –a pesar de su renuncia– y a Gustavo Lopetegui, el Presidente los sigue escuchando”, subraya un conocedor de las entrañas del Gobierno. En este mar de aguas procelosas, los ministros que han consolidado su poder son Rogelio Frigerio, de Interior, Dante Sica, de Industria, y Carolina Stanley, de Desarrollo Social. Sobre Stanley hay en Cambiemos una enorme expectativa proyectada al momento en que haya que decidir sobre quién acompañará a Macri en la fórmula para la elección presidencial de 2019. 

Quien está fuertemente afectado es Nicolás Dujovne. “Está destruido”, es la frase que se escucha en los pasillos del poder. Las fuertes críticas que viene recibiendo –desde adentro y desde afuera del Gobierno–, sumado a las discusiones intensas con Luis Caputo y otros miembros del Poder Ejecutivo han hecho mella en su salud. El episodio que lo obligó a permanecer bajo observación en la guardia del Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento así lo atestigua. 

Al respecto –el de la salud– quienes estuvieron con Macri en la reunión que presidió en el CCK lo escucharon firme en su arenga pero avejentado en su aspecto. Es el precio del poder.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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domingo, 9 de septiembre de 2018

Mauricio & Donald. Amistad afortunada… @dealgunamanera...

Amistad afortunada…

‘‘¡OTRA VEZ CON LOS LIMONES...!”. Mauricio Macri y Donald Trump. Dibujo: Pablo Temes.

Cómo influyó el vínculo con la Casa Blanca para cambiar los ánimos presidenciales. Las promesas incumplidas.

A Mauricio Macri se lo vio un poco más tranquilo en la conferencia de prensa del jueves en Mendoza. Venía de días terribles para el país y para su imagen. Sus dos últimos discursos habían sido malos. El de 102 segundos que fue la nada misma, y el del lunes 3 –interminable, repetitivo, con evidencias de mucho coaching, silencios de telenovela y gestos ampulosos y vacíos– estuvo descontextualizado en el tiempo: era un discurso para enero de 2016. Jaime Duran Barba explica, en uno de sus libros, a qué políticos se puede dejar hablar sin grabar y a quiénes no. Señala entonces que para hablar en vivo son importantes el  componente emocional y el bagaje intelectual que tenga el político para manejar situaciones críticas. Por eso Duran Barba, que está lejos de considerar a Macri un político de raza, le aconsejó que grabara su discurso del lunes pasado por la mañana, que estuvo precedido, en forma no casual, por la difusión en las redes sociales de un mensaje de Luciana Mantero, esposa de Marcos Peña, del famoso discurso "El hombre en la arena", del ex presidente estadounidense Theodore  Roosevelt.   


El Presidente venía de un fin de semana borrascoso, atravesado por una interna feroz que los mismos integrantes del gabinete se encargaron de hacer conocer a través de las redes sociales hasta el mínimo detalle. "Me están contando por WhatsApp lo que se dijeron Dujovne y Caputo palabra por palabra", contaba azorado un consultor con llegada al oficialismo. "Me están llamando varios ministros que no pertenecen al núcleo duro del poder preguntándome si siguen siendo ministros o no", señalaba el lunes el director de uno de los diarios de Buenos Aires.

La semana tuvo dos hitos políticos claves para encaminar las cosas hacia una cierta calma. El primero fue la conversación de quince minutos que el lunes mantuvieron Macri y Donald Trump. Nunca como en esta circunstancia pudo haber sido más afortunada la relación de amistad entre ambos forjada hace treinta años, cuando ninguno de los dos imaginaba este presente. Los Estados Unidos tienen un papel clave en la negociación con el Fondo Monetario Internacional porque son los que, en los hechos, tienen la última palabra a la hora de autorizar los préstamos que otorga la entidad. Por eso fue que en la mañana del martes, no bien arribó a Washington, y antes de reunirse con Christine Lagarde, Dujovne se encontró con el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steven Mnuchin. Así las cosas, la negociación con el FMI tuvo otro tono, lo que se vio reflejado en una mayor comprensión de las necesidades de maniobra del Banco Central y una menor estrictez en cuanto al uso de reservas para  hacer frente a la corrida cambiaria.   


El respaldo de Trump ayuda en lo financiero y también en lo político.

El fuerte respaldo norteamericano en la persona de Trump que tuvo Macri le dio también un espaldarazo de estabilidad política interna, algo que le estaba faltando a su imagen, en función de que tenía problemas no solo con la oposición sino también en su propio campamento. En el radicalismo se ve con preocupación el riesgo de una fuga de votantes. Nadie quiere ser socio a pérdida del Gobierno.

Desde hace treinta días, el Gobierno atraviesa el momento de mayor debilidad desde el inicio de su gestión. La crisis política que le dio velocidad a la crisis de credibilidad en los mercados sigue latente. Hay por estas horas un impasse con miras a no profundizar las dificultades de la Argentina. Y esto no es por un acto de generosidad, sino porque los fondos que tienen inversiones en el país no quieren arriesgar más. Hay cinco fondos que tienen más de 35 mil millones de dólares. De ellos, tres (Black Rock, Allianz y Templeton) ingresaron, apenas asumió Caputo, 3.500 millones de dólares a un dólar de 24,50/25, por lo que llevan perdido el 30% del dinero que invirtieron.

El rumbo.

Hoy lo que está en juego no es solo la cuestión económico-financiera sino cuál va a ser el rumbo político del país a partir del 10 de diciembre de 2019.  Esta es la verdadera acechanza que habrá de acá al comienzo de las PASO, que será fuente potencial de una inestabilidad permanente. Se podrán lograr los acuerdos que se quieran con el FMI, pero el año que viene –con el Fondo o sin el Fondo– hay elecciones; con el Fondo o sin el Fondo se va a elegir una continuidad o un cambio en la conducción del Gobierno.

Esto es lo que verdaderamente desvela a todos los agentes financieros, con el agravante de que todos los acuerdos con el FMI se están centrando en llegar con lo justo y arañando a cerrar las cuentas de 2019. Y este cierre de cuentas todavía no es claro, porque el Gobierno no ha planteado el programa financiero y lo que ha dejado transcender de un borrador es un programa financiero al que todavía le faltan fondos, si es que la Argentina no logra renovar por lo menos un 80% de los vencimientos de las Letras de Tesorería en dólares que vinieron a reemplazar a las Lebac.

Por otro lado está la cuestión política interna. Lo que el mundo financiero le está pidiendo a Macri es un presupuesto creíble, con metas trimestrales que se puedan ir cumpliendo para ir reafirmando los objetivos de inflación, crecimiento, tipo de cambio, contención social, etc. La exigencia es que el Gobierno arribe a  un verdadero acuerdo con los gobernadores. La otra incertidumbre pasa por la dinámica de la crisis social porque, hasta aquí, la crisis se ha visto en lo político y en lo económico, pero todavía no se ha visto con toda dureza en lo social.

En el exterior no se imaginan invirtiendo en un país con altísima convulsión social y con piquetes, saqueos y situaciones de mucha volatilidad social. Todos quieren gobernabilidad sin costo político. Lo quiere el Gobierno y quiere la oposición. Gran dilema de cara a las elecciones del año que viene, en un contexto en el que hay clases sociales que están peor que en diciembre de 2015. “Pobreza 0” prometió Mauricio Macri durante la campaña electoral. Al día de hoy, es una promesa incumplida. Y, lamentablemente, no es la única.

Producción periodística: Lucía Di Carlo. 



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