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domingo, 28 de junio de 2015

Animados a no ceder… @dealgunamanera...

Animados a no ceder…
El kirchnerismo se envalentona por las encuestas y redobla su embestida. Los controles sobre la Justicia y Scioli.

La posible continuidad del kirchnerismo en el poder, respaldada por el crecimiento de Daniel Scioli en las encuestas, y la falta de pericia política de la oposición han estimulado al Gobierno a no ceder un centímetro en su pelea por el control del Poder Judicial. El oficialismo carga sobre sus espaldas con casos tan polémicos como emblemáticos en materia de presión sobre miembros de la Justicia, como los de los fiscales José María Campagnoli y Germán Moldes y el del ministro de la Corte Suprema Carlos Fayt. Ahora logró cambiar la conformación de la Sala I de Casación Penal que el martes decidirá sobre la constitucionalidad del pacto con Irán. Lo hizo al remover al juez Luis María Cabral, hecho que volvió a poner de manifiesto el desprecio del Gobierno por un Poder Judicial independiente. Es un hecho gravísimo que parecería –al fin– haber despertado a una oposición que no termina de comprender que si en algunos puntos esenciales no logra ponerse de acuerdo será arrollada, junto con la República, por el kirchnerismo.

El abogado Claudio Vázquez, cercano al viceministro de Justicia Julián Alvarez, ocupará el lugar de Cabral. La renovación de la Sala I se extenderá a las otras subrogancias. En lugar de Gustavo Hornos será designado Roberto Boico, profesor universitario cuya firma apareció en la primera solicitada de Justicia Legítima, y cercano a la línea de las Madres de Plaza de Mayo que encabeza Hebe de Bonafini. Por último, la plaza de Ana María Figueroa será ocupada por Norberto Frontini, señalado por fuentes de la Asociación de Magistrados como un hombre afín a la doctrina Zaffaroni y discípulo de Alejandro Slokar –ex secretario de Política Criminal–, también firmante de la solicitada “Hacia una Justicia legítima”.

La de Cabral se trata de una nueva remoción directa por parte del Consejo de la Magistratura desentendida en toda su extensión de una imputación de orden disciplinario, juicio o procedimiento previo, dice el comunicado de la Asociación de Magistrados. Técnicamente se puede nombrar un juez subrogante en un juzgado vacante; lo que no se puede es quitar de su lugar a un juez que ya estaba subrogando, como era el caso de Cabral desde hacía tres años. El objetivo perseguido es claro: quitar del medio a los magistrados que podrían votar en contra de la constitucionalidad del pacto con Irán.

Scioli tendría el manejo de la economía, no de las relaciones externas y con la Justicia
Alerta. En la Justicia la preocupación crece. Los motivos para estar alerta sobran. Lo que parecía un fin de ciclo ya no lo es, y el panorama en materia de independencia judicial está otra vez en juego. “No sabemos cómo empezó el proceso de destrucción de instituciones en Venezuela. Quizás haya sido similar a lo que ocurre aquí. Es importante prestarles atención a estos atropellos. Por ahora la gente está tranquila porque a diferencia de Venezuela nosotros tenemos 12 cuotas sin interés y papel higiénico. Debería haber mayor involucramiento político y social; las cosas deben cambiar”, sentenció una fuente del Poder Judicial que no deja de sorprenderse por la falta de agilidad y reacción de la oposición para poner en agenda estos temas.

Fuentes judiciales de Santa Cruz aseguran que la elección de Carlos Zannini como compañero de fórmula de Scioli es más que un intento de control para conservar poder sobre el ex motonauta. Esas voces recuerdan que “Zannini fue quien diseñó junto a Néstor toda la ingeniería para el sometimiento del Poder Judicial en nuestra provincia. Como es sabido, pese a los múltiples fallos de la Corte Suprema, nunca reincorporaron al ex procurador Eduardo Sosa; una de las veces, ¡Zannini dijo que no tenían presupuesto! A los jueces y fiscales que no les eran afines les colocaban comisarios políticos y los mantenían vigilados con procesos de juicio político”.

Cualquier similitud con la realidad ya no es una coincidencia. Scioli tuvo que negociar o, mejor dicho, aceptar compulsivamente los términos e imposiciones impuestos por el kirchnerismo. Fuentes que están al tanto de lo conversado en las últimas reuniones aseguran que el gobernador pidió vía libre para tener el control en materia económica. A cambio, lo obligaron a aceptar que las relaciones con el Poder Judicial quedarán a cargo de Zannini y la procuradora Alejandra Gils Carbó. Tampoco tendrá injerencia en temas atinentes al manejo de la Cancillería y la política exterior. Un precio demasiado alto.

De ser electo, habrá que ver cómo Scioli se las arregla para sortear estos obstáculos que limitarían de manera irreversible su gestión. Desde el sciolismo alguien preguntó qué pasará con Amado Boudou. La respuesta fue fría y cortante: “Con ése podés hacer lo que quieras”. El vice tiene las horas contadas. Sin embargo, lo que podría usarse como un gesto para mostrar a la sociedad que ya no hay impunidad tiene su contrapartida en el blindaje judicial para la familia presidencial y los ministros. “Son intocables”, le hicieron saber al candidato del Frente para la Victoria.
Aló Presidenta

La utilización por parte de Cristina de la cadena nacional para hacer campaña electoral por el oficialismo representa más que una violación a la tan mentada Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual una alteración de las normas éticas de la vida republicana. Es algo que no se había visto en estos treinta y dos años de democracia reconquistada por los argentinos. Es lo mismo que hacía el ex presidente Hugo Chávez y ahora repite su sucesor, Nicolás Maduro, en la desgarrada Venezuela.

En el acto de marras, que tuvo lugar el jueves en la provincia de La Pampa, la jefa de Estado dedicó parte de su alocución a exaltar a Carlos Zannini, a ignorar a Scioli, y a criticar el debate del miércoles entre los candidatos a jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y a los opositores. Al hacerlo buscó desacreditar a Martín Lousteau, a quien responsabilizó por la 125. “Por un error de números, casi nos hacen volcar”, dijo Fernández de Kirchner, quien seguramente no advirtió que con esa afirmación derribó la falsedad sobre la que pivotó aquel conflicto innecesario e incomprensible, aportando así otro ejemplo de la mentira sobre la que se construye buena parte de la épica y el relato del kirchnerismo.

Producción periodística: Guido Baistrocchi, con la contribución de Santiago Serra.

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© Escrito por Nelson Castro el domingo 28/06/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

  

domingo, 17 de mayo de 2015

Manga de inútiles… @dealgunamanera...

Manga de inútiles…

Teníamos Patria... Dibujo: Pablo Temes.

El escándalo del fútbol refleja otras mayores incapacidades de la dirigencia nacional. Fin de ciclo, de Chile a Argentina.

Qué notable capacidad para arruinar casi todo: lo que mejor hacemos, la pasión de multitudes, los colores del corazón. El verdadero superclásico argentino es convertir una fiesta en un desastre, que pudo haber sido un velorio. Un país que fue y debería ser fabuloso quedó transformado en un ejemplo mundial de fracaso colectivo, mediocridad, soberbia, cobardía y desazón.

Sería un error poner el foco en Boca, el fútbol, la Conmebol, Berni, el Cata Díaz o las bocas tapadas para que no se note el desconcierto y la incredulidad. Pudo haber pasado en cualquier cancha, cualquier otro día, en cualquier otro deporte o en un recital. Pasó en la AMIA, Cromañón, en la tragedia de Once, con la crisis energética y con la inflación. Arruinamos a Madres de Plaza de Mayo, a la Universidad de Buenos Aires y hasta a la pobre estatua de Colón.

Se trata de una sociedad que involucionó a tal punto que es incapaz de resolver las cuestiones más simples y esenciales, de preservar sus recursos más valiosos. Que prefiere engañarse a sí misma, deslindar responsabilidades, negar la realidad, invertir fortunas en proyectos absurdos, derrochar tiempo y posibilidades.

Todo, rodeado de un marketing tan patético como efectivo, tan caro como seductor: conectamos, igualamos, somos buena gente, solidarios, incluimos, construimos, informamos, recreamos, educamos y sanamos. Fuimos potencia, la casa estuvo en orden, qué lindo fue dar buenas noticias. Ganamos, siempre ganamos. No importa el resultado, quién o cómo lo mida: para eso destruimos el Indec, ¿para qué lo queremos? Siempre estamos mejor.

Sería un error desconocer que también hay otra Argentina. Que trabaja, innova, se esfuerza, lucha, se sacrifica, apuesta e invierte en el largo plazo, que se rompe el alma cada día para estar aunque sea un poco mejor. Que mira esta apabullante decadencia con vergüenza e impotencia. Que no le encuentra la vuelta y que, por suerte, ya no se raja tanto como antes –prefiere pelearla desde acá–. Pero está bastante resignada: no espera nada bueno ni demasiado nuevo de sus gobernantes. Ya la han engañado muchas veces. Si hasta intuye que son todos iguales. O parecidos. Qué más da.

Castillos en el aire. Ante la frustración colectiva, nos ilusionamos con muy poco. Y tendemos a focalizar en proyectos individuales, en salidas egoístas, en zafar. Como si eso fuera acaso posible, de ese modo pretendemos minimizar el impacto de los groseros errores del Estado, de las patéticas dificultades de coordinación que tenemos los argentinos como sociedad.

Ejemplo: frente al flagelo de la inseguridad, instalamos rejas y alarmas, nos mudamos a un edificio con sereno, a un barrio privado o ponemos una garita para que un policía retirado, a menudo casi un Fayt de las fuerzas de seguridad, ahuyente a los cretinos que nos vienen a robar. Les damos celulares a los chicos para que nos manden mensajes a cada rato, adaptamos nuestra vida cotidiana, limitamos nuestros movimientos, nuestra vida cultural y nuestra espontaneidad. ¿Arreglamos el problema? Para nada: invertimos fortunas para tener la sensación de que hacemos lo posible para minimizar una amenaza que está siempre latente, al acecho. Y en cualquier descuido, sin duda, nos va a afectar.

Sin embargo, este comportamiento alcanza niveles totalmente absurdos y costos absolutamente exorbitantes cuando los protagonistas son nuestros dirigentes políticos. En ellos prevalece un personalismo extremo, y esto involucra tanto a los que están en el Gobierno como los que pugnan por llegar desde la oposición. Se creen la solución, pero en verdad son una parte fundamental del problema.

El extremo más patético y enfermizo es la intención de quienes están ahora de “salvarse”, logrando impunidad de cara a lo que se viene. Eso implica acumular todo el poder posible, incluyendo el del veto, para seguir influyendo en la agenda pública a partir del 10 de diciembre próximo. CFK se va de la presidencia con poder, pero el poder se le va de las manos. Un hecho inédito en el país: desde el regreso a la democracia, nadie finalizo su mandato reteniendo tanta autoridad. No se resigna a abandonar ese viejo sueño de poder eterno, aunque en la práctica sólo puede construir meros castillos en el aire.

El sociólogo chileno Manuel Garretón acuñó el concepto de “enclave autoritario”: mecanismos institucionales generados por un líder saliente para seguir influyendo después de abandonar la presidencia y, en particular, lograr impunidad. Esto permitió entender los dispositivos contenidos en la Constitución pinochetista de 1980, que siguió vigente durante los primeros quince años de la transición y que alteraba con disposiciones de naturaleza autoritaria el normal funcionamiento del sistema democrático.

Por ejemplo, un sistema electoral binominal para que las fuerzas de derecha estuviesen sobrerrepresentadas (que fue desarticulado recientemente); la imposibilidad de que el presidente llamase a retiro a los comandantes en jefe de las Fuerzas Armadas; la designación de senadores vitalicios para vetar cambios institucionales; y la asignación directa de un porcentaje de los recursos del cobre para financiar a las Fuerzas Armadas, entre muchas otras.

Malas noticias para Cristina: ni siquiera Augusto Pinochet logró los resultados esperados: terminó asediado con causas judiciales, totalmente desacreditado en Chile y en el exterior. Su debacle precipitó la despinochetización de la sociedad chilena. Las fuerzas de derecha se fortalecieron con su inesperada democratización, y hasta llegaron al gobierno con Sebastián Piñera.

Lo que está haciendo ahora CFK, a la luz del ejemplo chileno, no tiene mayor sentido. Se trata simplemente de los caprichos típicos de quien atesoró demasiado poder y, ante la inminente pérdida, se desespera. Mientras tanto, dedica tiempo y esfuerzo a diseñar una estrategia de retirada que a la corta o a la larga no servirá para nada. El que venga construirá autoridad desde la presidencia, ella lo sabe mejor que nadie. Fue protagonista de un poder que ella misma construyó de la noche a la mañana cuando falleció Néstor, y antes fue testigo de cuando su difunto marido logró acumular influencia “desde arriba”, entre 2003 y 2005.

Tal vez tenga un as en la manga y logre su cometido. Difícil. Esas mangas se tajean fácilmente, por ahí penetran esos raros gases tóxicos que te nublan la vista, te cierran la garganta. Es imposible evitar las consecuencias de tanta desidia. Es inútil pretender que las cosas salgan bien cuando hacemos todo lo posible para que salgan mal.

© Escrito por Sergio Berensztein el domingo 17/05/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

domingo, 10 de mayo de 2015

Viejismo 2… @dealgunamanera...

Viejismo 2…

Descorbatados (en lugar de descamisados) es hoy un significante. Foto: Cedoc

Análisis con perspectiva política y cultural en el marco de la embestida contra el ministro de la Corte Carlos Fayt.

A partir de la embestida contra Fayt, en la contratapa de ayer se analizó el viejismo con el enfoque de la psicología social. En esta continuación se lo profundiza con una perspectiva política y cultural.

Ayer concluyó diciendo que el mensaje de rebeldía de Fayt contra el viejismo y sus prejuicios no tiene como destinatario sólo al kirchnerismo y a La Cámpora, sino también al macrismo, que es especialmente viejista.

La antropóloga Margaret Mead –en su libro Cultura y compromiso– explicó el funcionamiento de las sociedades a partir de la relación intergeneracional y las categorías resultantes como causa y consecuencia de la política:

Posfigurativas: el saber y el poder se les asignan a los modelos de conocimiento estipulados por los predecesores. Gran valoración de lo producido en el pasado. Los más viejos enseñan a los más jóvenes.

Cofigurativas: el saber y el poder se les asignan a los modelos de conocimiento producidos en el presente. Los padres y los hijos aprenden entre sí y buscan guías en pares de su misma edad.

Prefigurativas: tras una crisis social se produce una pérdida de referentes; el saber y el poder se colocan en lo que vendrá, con una inversión de roles, los jóvenes cumplen el papel de guía que antes se les asignaba a los ancianos.

Hoy el proselitismo del PRO es anti PJ, pero su estética festiva y hedonista es muy peronista.

Nietos, padres, abuelos y, en algunos casos, bisabuelos comparten un período de tiempo en promedio de ochenta años, que en el caso de Argentina coincide con la seguidilla de crisis que, arrancando en 1930 (independientemente de períodos de crecimiento), nos llevaron de ser la 7ª economía del planeta a la 24ª.

Las continuas devaluaciones de nuestra economía también devaluaron el valor de la memoria y del pasado. Y, en la lucha política por la significación, por imponer saberes y consolidar estereotipos de poder, los “partidos políticos de la onda”, aquellos para quienes lo primero es ganar las elecciones, hicieron del viejismo una herramienta electoral.

El recambio de poder requiere un recambio de saberes. Y no es casual que tanto desde La Cámpora con Kicillof, el más fotografiado de sus referentes, como desde el PRO con Macri, el look de traje sin corbata se transforme en un mensaje no sólo de renovación generacional (al igual que Scioli, Macri se convertiría en sexagenario en la presidencia si fuera electo en 2015), sino de renovación de ideas: La Cámpora frente al pejotismo, los tecnócratas cipayos y los garcas; y en el PRO, contra la vieja política. Edípicamente, uno se distancia así de la ortodoxia de la política; y el otro, de la ortodoxia económica. 

Descorbatados se convirtió, como en los años 40 lo fue descamisados, en un significante de otros significados.

Pero lo nuevo y lo viejo no pasa por la estética, que apenas maquilla renovación, sino por tener realmente ideas nuevas. Exacerbando el vestido como lenguaje, en la televisión primero les sacaron las corbatas a los periodistas y luego les pusieron camisas a cuadros fuera del pantalón (parados para que se vea) para al menos disimular si no hay ideas nuevas. Pero no hay que echarles la culpa a los medios porque siempre son reforzadores y propaladores de tendencias sociales, pero casi nunca son la causa de ellas.

Las edades son una construcción social; hace un siglo no existía prácticamente la adolescencia porque a los 13 años, terminado el colegio primario, la enorme mayoría de los habitantes del planeta iba directamente a trabajar, y hace tres siglos casi tampoco existía la niñez porque se comenzaba a trabajar a la edad de la educación primaria. Cada época transforma el significado del tiempo y en la nuestra lo que llamamos “el presente” tiene cada vez menos duración porque lo actual ya no son los temas que duran semanas o días, sino apenas horas.

El peronismo, que siempre ha tenido una vocación de poder mayor que el radicalismo, y ahora el PRO, por la relación deportiva de Macri con el éxito, detectan y responden a esa tendencia para satisfacer a los clientes/votantes. A una sociedad viejista le dan signos de juventud (no hay que olvidar que las representaciones no necesariamente tienen que coincidir con la realidad para poder ser efectivas).

Y a pesar de que el discurso electoral actual del PRO es antiperonista, en la Ciudad el candidato a vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, y un dirigente clave como Cristian Ritondo provienen del peronismo, y la estética de fiesta, globo, baile y hasta alguna cumbia remite a la cultura peronista, que siempre ha sido consumidora de futuro en el presente y su lema podría sintetizarse en “después vemos”.

Los partidos ponen a los jóvenes delante para que no se note la acumulación de fracasos pasados.

Corrido por el tiempo, el viejismo tiene una doble faceta, desvaloriza el pasado pero también el futuro, como no podría ser de otra manera si para vivir más intensamente el presente hay que olvidarse de que este presente será el pasado en el futuro. “El futuro es ahora”, propio del natural y lógico hedonismo juvenil, contagia a los adultos.

En política esto se percibe en lo que podría sintetizarse como “pongamos a los jóvenes para que no se note nuestro fracaso”. Y se muestra a los jóvenes en primer plano para no tener que hablar del pasado, controvertido para muchos.

La misma categorización que se utiliza en semiótica sobre medios de comunicación para diferenciar Género (algo permanente: serie, noticiero, talk show, etc.) de Estilo (lo que se adapta a los códigos discursivos del lugar y el momento) vale para la política. El PRO y La Cámpora comparten el estilo “moderno”, y el PRO y el PJ practican el estilo hedonista, con Del Sel como la más acabada reencarnación. No sólo Fayt es viejo, también lo son Reutemann y hasta Pinedo.

Después de tantas crisis, los nuevos enunciadores de fundamentos corren el riesgo de confundir edad con ideas.

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© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 09/05/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



sábado, 9 de mayo de 2015

Viejismo 1... @dealgunamanera...

Viejismo 1...


En muchos aspectos, Fayt puede pensar hoy con 97 años mejor que él mismo a los 80, a los 70 o a los 60.

Hace poco más de un año le escuché decir a Fayt –cuando tenía 96 años– que el cuerpo del ser humano no estaba hecho para vivir tanto: la metáfora del jinete joven montando un caballo envejecido. Fue en su despacho de Tribunales cuando, junto con los demás miembros de  la Academia Nacional de Periodismo, fuimos a entregarle la Pluma de Honor. Al despedirnos, me abrazó con tanta emoción que el contacto con sus brazos frágiles y a la vez cargados de deseo dejó en mi cuerpo un recuerdo que sigue resonándome a modo de mensaje. No pude dejar de pensar en las paradojas de cuerpos jóvenes con mentes destruidas por algún deterioro, y cuerpos consumidos por el natural paso del tiempo o por alguna enfermedad, como el caso de Stephen Hawking, con mentes vivaces.

Fayt eligió a Lorenzetti como el portador emblemático de su legado.

Obviamente, la inteligencia fluida que permite adaptarse a situaciones nuevas de forma flexible sufre declive con los años. Pero la inteligencia cristalizada que depende del nivel de desarrollo que alcanzó esa persona a través del aprendizaje, mejora. En muchos aspectos, Fayt puede pensar hoy con 97 años mejor que él mismo a los 80, a los 70 o a los 60, porque el deterioro intelectual no es una evolución inexorable del paso de los años.

Pero así no piensa la mayoría de los argentinos, sociedad afectada por uno de los índices de viejismo más altos del mundo. El viejismo es el mismo prejuicio discriminatorio que se produce por cuestiones de raza, religión o hacia otros grupos sociales estigmatizados, pero con los viejos.

Se asocia la vejez a decrepitud y enfermedad, o a cansancio y lentitud intelectual, sin comprender que esa sinonimia de vejez no es una cuestión de edad, sino de conducta: sólo obturando sus deseos alguien se vuelve pasado. Y se confunde juventud con novedad, problema clásico del posmodernismo, que, en su borramiento de las delimitaciones de los períodos de la vida, predispone a los niños a madurar antes de tiempo y a los adultos mayores a tatuarse imitando a los adolescentes y/o a ser padres cuando tendrían que esperar un poco para ser abuelos. Es una homogeneización etaria que omite cuánto tiene para aportar cada etapa de la vida al conjunto de la sociedad.

Aun en países más longevos que Argentina es difícil encontrar un miembro de la Corte Suprema o su equivalente de la edad de Fayt. En la de Estados Unidos, sobre los 112 miembros que la integraron en toda su historia, sólo dos alcanzaron los 90 años (Oliver Wendell Holmes y John Paul Stevens) y renunciaron al llegar a esa edad. Creo que Fayt, si viviera en un país normal, ya habría tomado la decisión de renunciar, pero hay en su acto de resistencia un mensaje que nos está enviando a toda la sociedad para que reflexionemos sobre nuestra tendencia a barrer siempre con todo lo anterior y sobre nuestra predisposición reiterada a valorar lo nuevo como mejor.

Hay en la actitud de Fayt una rebeldía al discurso gerontológico que discrimina a los viejos. Como si fuera una militancia de género, de un sí mismo joven que pueda habitar un cuerpo viejo, interpelando los prejuicios de los demás sobre la edad. De los que no la ven asociada a la experiencia sino a lo senil, sin comprender que la vejez, como la juventud, es una categoría sociocultural que viene cambiando con los siglos.

Fayt se subleva a la clasificación “clase pasiva” y con su actividad se rebela más aún al kirchnerismo: se va a ir el día que él quiera, precisamente cuando su renuncia no le sea funcional al kirchnerismo. Se equivoca el Gobierno en su representación de la vejez porque atacando a Fayt predispone negativamente a casi todo el Poder Judicial y a un porcentaje importante de los votantes argentinos que se sienten discriminados por el mismo viejismo.

Fayt pone sobre la agenda el lugar de cuarta edad en nuestra sociedad, muchas veces tratada sólo como objeto de cuidado y no como sujeto. No pocos ancianos sin la vitalidad ni los recursos intelectuales de Fayt tienen en pequeñas rebeldías la única forma de hacerse reconocer. Goethe decía que “volverse viejo es volverse invisible para la sociedad”. Y Fayt, con su actitud, visibiliza a todos.

La vejez es una atrofia de futuro y no se puede hablar de proyectos cuando no hay futuro. 

Pero Fayt tiene un proyecto: no dejar que el kirchnerismo arrase con la Corte Suprema, y tiene en Lorenzetti la posibilidad de transmitir en otro más joven su historia y su memoria.

Freud, en su texto El porvenir de una ilusión, colocaba dentro de la pulsión de vida la pulsión de transmisión, de elegir quién será el portador emblemático del legado. El deseo humano de reproducir su propia réplica no puede reducirse al campo biológico de los hijos genéticos. La entrega a un discípulo de símbolos identificatorios pone al ser humano a salvo de la ansiedad por la intrascendencia generacional y la amenaza de olvido.

El mensaje de Fayt no se dirige sólo a La Cámpora, también en el PRO son viejistas.

“La Justicia está conducida por una persona de muy buen nivel intelectual, sólida formación académica y con una trayectoria profesional exitosa”, dijo hace un tiempo Fayt sobre Lorenzetti. Y remató: “Hasta podría ser un excelente presidente de la Nación”.

Como sujeto histórico, Fayt sabe que quienes lo sucederán serán los encargados  de distribuir el lugar que ocuparán las tradiciones en el espacio intersubjetivo, y a ellos se dirige.

El mensaje de Fayt contra el viejismo no tiene como destinatario político sólo al kirchnerismo y a La Cámpora, también el macrismo es especialmente viejista. Sobre ese tema continuamos en la contratapa de mañana.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 09/05/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

sábado, 8 de diciembre de 2012

La Corte y el "per saltum"... De Alguna Manera...


Confirmado: la Corte Suprema fallará contra el kirchnerismo…


Todo se cocinó este viernes en el cuarto piso del Palacio de Justicia. Allí, cuatro integrantes de la Corte Suprema acordaron que finalmente el martes que viene fallarán a favor de los intereses del grupo Clarín —y consecuentemente en contra del Gobierno— en dos expedientes picantes. Los que se reunieron en el mayor de los secretismos fueron Ricardo Lorenzetti, Juan Maqueda, Elena Highton de Nolasco y Enrique Petracchi.

Con tanta puntillosidad como mutismo, todos ellos cocinaron lo que serán dos sentencias que harán explotar de furia a Cristina Kirchner. Falta un paso importante, es cierto: la discusión con los miembros de la Corte que no estuvieron presentes, Carlos Fayt, Carmen Argibay y el cada vez más kirchnerista Raúl Zaffaroni. No obstante ello, la decisión ya fue tomada: son mayoría.

Uno de los tópicos es el pedido gubernamental de “per saltum”, cuyo argumento de refutación será bien sencillo: el máximo tribunal se excusaría en el hecho de que no hubo un fallo de primera instancia sino de segunda. El espíritu de esa polémica herramienta es justamente el hecho de saltear la instancia de la Cámara de Apelaciones que ya intervino en este caso puntual.

“El otro planteo fue realizado por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual (Afsca) y cuestiona la intervención de la Cámara en la recusación masiva de jueces de ese fuero”, según revela Clarín. También allí la Corte Suprema fallará en contra de los intereses del kirchnerismo.


Según pudo saber Tribuna de Periodistas por parte de fuentes tribunalicias —las mismas que permitieron anticipar ayer viernes lo que pasará el próximo martes— el documento que se conoció esta semana por parte de agrupaciones que aglutinan a jueces de todo el país, fue impulsado por los mismos miembros de la Corte Suprema que se reunieron en secreto.

Ese comunicado —de una gravedad pocas veces vista— refleja la presión con la que trabajan los magistrados en estos días. ¿Hace falta algo más claro que la conjunción documentada de jueces de toda la Argentina para entender el avasallamiento que el poder Ejecutivo hace sobre independientes instituciones?

En fin, el kirchnerismo sabe que el fallo que viene será adverso y prepara una elocuente carta para tratar de torcerlo: el discurso que mañana dará Cristina para cerrar lo que iba a ser el festejo por el 7D. Ahora solo será la celebración de los cinco años de su gobierno y el día del retorno de la democracia.

Allí, la Presidenta hablará de un supuesto “golpe institucional” que estaría llevando adelante la corporación judicial. Ello se verá reforzado por columnas varias a través de diarios oficialistas como Tiempo Argentino y Página/12. Todos al unísono acusarán a Ricardo Lorenzetti de querer “voltear” a Cristina para aparecer como presidenciable de cara a 2015. ¿Pueden los medios K ser tan imbéciles? Por lo visto, sí.

Para completar el combo, el ultra oficialista senador Marcelo Fuentes anticipó hace pocas horas a Radio El Mundo que el kirchnerismo evalúa abrir un “jury de enjuiciamiento” contra los integrantes de la Cámara Civil y Comercial Francisco de las Carreras y María Susana Najurieta. Son los que esta semana fallaron a favor de Clarín y en contra del Gobierno.

Para no dejar dudas al respecto, el propio Fuentes admitió que estaba presionando a la Justicia. "Si denuncio irregularidades de un poder y como consecuencia de mi denuncia ese poder corrige las irregularidades, si eso es presión, bienvenida la presión", admitió sin ponerse colorado. ¿No es clara la violación al artículo 109 de la Constitución Nacional por parte del funcionario? ¿No hay acaso algún fiscal o juez que “de oficio” se anime a poner en su lugar al lenguaraz senador?

Si las palabras de Fuentes sorprenden por la elocuencia de la sinceridad, más debería asombrar el hecho de que reflejan el pensamiento vivo de Cristina Kirchner. ¿Por qué, sino, no hay condena oficial a la verborragia del legislador?

En verdad, todo indica que detrás de las palabras del senador se encuentra la mismísima Presidenta. Si así no fuera, la coincidencia entre los discursos de uno y otro aparece sorprendente y supera todas las leyes de probabilidad.

En realidad, es una anécdota si alguien le da letra a Fuentes o no; es el árbol dentro del frondoso bosque del avasallamiento al republicanismo por parte del kirchnerismo. Esto último es lo que no hay que dejar de ver, siquiera por un instante.

La cooptación al Consejo de la Magistratura, la presión y a los jueces independiente, los sobresueldos a los magistrados alineados, las amenazas del auditor Javier Fernández, los “carpetazos” y el espionaje generalizado, el avasallamiento de organismos como la AGN, la FIA y la Sigen, etc. Todo ello está a punto de ser desterrado de un plumazo por la Corte Suprema de la Nación esta semana.

Cristina lo sabe y teme, porque significa que se acaba la impunidad judicial que permitía avanzar en oscuros desaguisados a sus funcionarios más  cercanos y a ella misma. Clarín es solo una excusa, lo que verdaderamente está en juego en estas horas aparecerá refrendado en los fundamentos que se conocerá en los próximos días. No es poco.

 © Escrito por Christian Sanz y publicado por Tribuna de Periodistas el sábado 8 de Diciembre de 2012.