Las causas detrás de la megadevaluación…
Más allá del contexto externo, lo que expone a la Argentina es el desmantelamiento de todos los controles.
© Escrito por Tomás Lukin el
11/08/2018 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Las autoridades argentinas no sólo
flexibilizaron el marco normativo sino que se comprometieron con la libre
flotación. O sea, terminaron de amputar la capacidad de intervención que tenía
el Banco Central en el pequeño, poco profundo y concentrado mercado cambiario.
No fue el tweet del presidente de
Estados Unidos, Donald Trump, sobre el aumento de los aranceles a la
importación de acero y aluminio desde Turquía. Las razones para la renovada
escalada en la cotización del dólar residen en el desmantelamiento de los
mecanismos de administración del mercado cambiario y financiero. Celebradas
como parte de un presunto proceso virtuoso de reinserción de la Argentina en
los mercados internacionales, las medidas implementadas a lo largo de los
últimos 33 meses exacerbaron el deterioro que arrastra el sector externo
argentino desde 2011. No sólo agudizaron la restricción externa sino que
abrieron nuevos canales de exposición y contagio a la volatilidad de los
mercados internacionales.
El punto de partida fue la
eliminación de distintas normativas cambiarias y regulaciones financieras que
facilitaron la fuga de capitales, incentivaron el endeudamiento en moneda
extranjera y profundizaron el déficit comercial, pero el proceso caracterizado
por el ingreso de inversiones financieras de corto plazo alcanzó su etapa
superior con el programa de financiamiento del Fondo Monetario Internacional.
La extinción de herramientas como los plazos mínimos de permanencia para los
capitales especulativos o los límites a la compra de divisas para
atesoramiento, se conjugaron desde entonces con las condicionalidades previstas
en el acuerdo para garantizar “un tipo de cambio flexible y determinado por el
mercado”. Entre las medidas definidas a partir de diciembre de 2015 figura
además la eliminación de los plazos para que los exportadores liquiden las
divisas.
A contramano de las prácticas
sugeridas por las investigaciones del propio organismo multilateral y las
políticas implementadas por el resto de los países de la región como Chile,
Colombia, Perú o Brasil, las autoridades argentinas no solo flexibilizaron el
marco normativo sino que se comprometieron con la libre flotación. O sea,
terminaron de amputar la capacidad de intervención que tenía el Banco Central
en el pequeño, poco profundo y concentrado mercado cambiario. La misma
exigencia fue establecida por la firma MSCI para sostener la inclusión de
Argentina como economía emergente en sus índices. Desde entonces el único
mecanismo para contener una corrida cambiaria y abordar la estructural escasez
de divisas consiste en permitir “operar flexiblemente a nuestro tipo de cambio
como un amortiguador de shocks, incrementando nuestras reservas
internacionales, disminuyendo nuestro déficit de cuenta corriente, y reduciendo
nuestras necesidades de financiamiento externo”.
Los ex directores del Banco Central,
Alejandro Formento y Germán Feldman, explican que “las reformas estructuraless
instrumentadas por el gobierno distan de conciliarse simplemente con el alegado
objetivo de eliminar los controles cambiarios y adquieren una profundidad
superlativa al poner en crisis el rol del mercado cambiario regulado y el papel
de las intervenciones del BCRA”. En una investigación elaborada en la antesala
de la corrida cambiaria, los autores advierten que “la desregulación cambiaria
ha introducido nuevos factores de riesgo sistémico, que habían sido morigerados
durante la etapa de post-convertibilidad gracias a la regulación del mercado de
cambios implementada desde el año 2002”. El documento de Formento y Feldman
realiza un detallado repaso por las distintas medidas que flexibilizaron el
mercado cambiario y financiero.
“La eliminación del marco
institucional asociado a la instauración del mercado único y libre de cambios,
constituye una fuente de vulnerabilidad macroeconómica ante eventuales shocks
externos que pueden derivar en episodios de corrida cambiaria como resultado de
la eliminación de los mecanismos necesarios para atenuarlos”, sostienen
Formento y Feldman que hoy se desempeñan como docentes en las universidades
nacionales de Moreno y San Martín, respectivamente. “Lejos de restablecer el
equilibrio del balance de pagos, no han alterado la tendencia observada desde
2011 hacia el deterioro del sector externo sino que, por el contrario, han
tendido a incorporar mayores riesgos sistémicos como resultado del
debilitamiento de la regulación cambiaria y su función macroprudencial”.
La reinserción de Argentina a los
mercados financieros internacionales a través de la liberalización y
desregulación constituye un proceso de “financiarización subordinada” que
exacerba la dependencia a los humores de los grandes fondos de inversión. La
expresión del proceso impulsado por el Palacio de Hacienda y el BCRA es una
volatilidad del tipo de cambio y de la fragilidad financiera sistémica.
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