Mucho más que manzanas y miel…
Las Altas
Fiestas Hebreas que se inician a partir del festejo de Rosh Hashaná (año nuevo
judío). Foto: Cedoc
Con el encendido de
las velas, la aparición de las primeras estrellas, este domingo 2 de octubre al
anochecer comienza el año nuevo hebreo 5777. De acuerdo a la tradición hebrea
el mundo fue creado en esta época del año y por lo tanto se podría hablar de
una especie de Gran Cumpleaños del Universo.
© Escrito por Mario Eduardo Cohen, Presidente del Centro
de Investigación y Difusión de la Cultura Sefardí, Cidicsef, el sábado
01/10/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos
Aires.
Las Altas Fiestas Hebreas que se inician
a partir del festejo de Rosh Hashaná (año nuevo judío) se
continúan con varias otras conmemoraciones (entre ellas la muy solemne del Iom
Kipur o Día del Perdón, el 12 de octubre) concluyendo, este año, a fines de
octubre
Simbolismos de la festividad. Seguramente que el lector querrá conocer la festividad por dentro. Encontramos elementos distintivos tanto en la mesa hogareña (por dos noches) como en la sinagoga. Básicamente, se trata en la mesa familiar de tener elementos que representan endulzar la vida en el año que se inicia. Así, el pan, que habitualmente se unta en sal, en esta ocasión es untado en azúcar. A su vez, la manzana es también sumergida en azúcar o miel.
Simbolismos de la festividad. Seguramente que el lector querrá conocer la festividad por dentro. Encontramos elementos distintivos tanto en la mesa hogareña (por dos noches) como en la sinagoga. Básicamente, se trata en la mesa familiar de tener elementos que representan endulzar la vida en el año que se inicia. Así, el pan, que habitualmente se unta en sal, en esta ocasión es untado en azúcar. A su vez, la manzana es también sumergida en azúcar o miel.
Es el modo de expresar: “¡Que sea un buen
año,pleno de dulzura!”.
Es una festividad en la que, por supuesto, es también activa la presencia de la grey judía en la sinagoga. En ésta, predomina en la ocasión el color blanco en tanto símbolo de la pureza. Todos los adornos de los Rollos de la Torá se hallan revestidos de ese color para Rosh Hashaná.
Otro aspecto interesante entre los simbolismos de esta festividad, se halla en el saludo de augurio para expresar al prójimo. Como en toda ocasión, el saludo del Pueblo del Libro (o de la Biblia) alude a éste. Es así que en estos días se dice a parientes, amigos y vecinos “... Que seas inscripto en el Libro de la Vida...”.
El tiempo es el corazón de la existencia. En lo profundo las Altas Fiestas judías recuerdan el tiempo de la Creación, y se relacionan con la idea de juicio ético. Nos proponen un balance del mayor capital que tiene cada ser humano: la vida. Cada minuto que vivimos es único e irrepetible, el tiempo es la materia más escasa y más vital. Es un buen momento para volver a reflexionar sobre el sentido de la existencia, un tiempo para repensar “el tiempo”. “¿Cabría preguntarse cuál es en el mundo de hoy el sentido del tiempo?” se cuestionaba, hace algunos años, el rabino Abraham I.
Es una festividad en la que, por supuesto, es también activa la presencia de la grey judía en la sinagoga. En ésta, predomina en la ocasión el color blanco en tanto símbolo de la pureza. Todos los adornos de los Rollos de la Torá se hallan revestidos de ese color para Rosh Hashaná.
Otro aspecto interesante entre los simbolismos de esta festividad, se halla en el saludo de augurio para expresar al prójimo. Como en toda ocasión, el saludo del Pueblo del Libro (o de la Biblia) alude a éste. Es así que en estos días se dice a parientes, amigos y vecinos “... Que seas inscripto en el Libro de la Vida...”.
El tiempo es el corazón de la existencia. En lo profundo las Altas Fiestas judías recuerdan el tiempo de la Creación, y se relacionan con la idea de juicio ético. Nos proponen un balance del mayor capital que tiene cada ser humano: la vida. Cada minuto que vivimos es único e irrepetible, el tiempo es la materia más escasa y más vital. Es un buen momento para volver a reflexionar sobre el sentido de la existencia, un tiempo para repensar “el tiempo”. “¿Cabría preguntarse cuál es en el mundo de hoy el sentido del tiempo?” se cuestionaba, hace algunos años, el rabino Abraham I.
Heschel (en el libro El Shabat y el hombre moderno), y se
contestaba: “La civilización técnica es la conquista del espacio físico por el
hombre. Es un triunfo frecuentemente logrado mediante el sacrificio de uno de
los ingredientes esenciales de la existencia: el tiempo... Pero ‘tener más’ no significa ‘ser
más’. El poder que alcanzamos en el mundo del espacio se detiene
bruscamente ante los límites del tiempo. Mas el tiempo es el corazón de la
existencia...”.
Parafraseando a Heschel se podría decir que
durante las Altas Fiestas hebreas, los judíos “somos llamados a participar
en lo que hay de eterno en el tiempo y pasar de los resultados
de la Creación al misterio de la Creación, del mundo de la Creación a la
Creación del mundo...”.
Uno de los problemas de nuestra época es el
exagerado individualismo y la falta de solidaridad. El Papa caracteriza a
nuestros días como la “globalización de la indiferencia”. Pensadores como
Lipovetsky, Bourdieu y Dubet lo acaban de señalar enfáticamente. En
toda la historia humana nunca hubo una diferencia económica tan grande entre
los ultrarricos y los extremadamente pobres que padecen hambre y
mueren por enfermedades que se pueden prevenir.
En este presente donde prevalecen el
mencionado individualismo, el egoísmo, la egolatría y la falta de solidaridad
se levanta el pensamiento ético a favor de nuestros semejantes representado por
las Altas Fiestas Judías.
Y si el estimado lector quiere saludar a
sus amigos judíos para tan importante ocasión, puede simplemente decirles:
Shaná Tová (en hebreo), A Guit Iur (en idish) o Aniada Buena (en judeoespañol).
O bien, dígalo en español: ¡Buen Año!
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