Mostrando las entradas con la etiqueta Cristina F. de Kirchner. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Cristina F. de Kirchner. Mostrar todas las entradas

sábado, 22 de septiembre de 2018

El ABC de la causa “Cuadernos de la corrupción”… @dealgunamanera...

El ABC de la causa “Cuadernos de la corrupción”…


El juez Claudio Bonadio procesó a Cristina Fernández de Kirchner y a otros 41 imputados. Qué delitos se investigan, qué jueces intervienen, cómo le fue a los arrepentidos y cuánto dinero está bajo sospecha.

© Escrito por Manuel Tarricone y publicado el miércoles 19/09/2018 por Chequeado.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El juez federal Claudio Bonadio procesó a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner como jefa de una asociación ilícita en la causa conocida como “Cuadernos de la corrupción”. Además, le dictó la prisión preventiva y solicitó al Senado su desafuero para el caso de que la Cámara Federal ratifique su resolución. Procesó también a otros 41 imputados en este expediente. Un repaso por los puntos más importantes del fallo.

¿Qué se investiga?

En la causa se investiga una asociación ilícita, presuntamente liderada por la ex presidenta, dedicada al cobro de coimas vinculadas con el reparto de obras públicas. La actual senadora del Frente para la Victoria (FPV), que ya había prestado declaración indagatoria en dos oportunidades, fue procesada como jefa de esta asociación. Se le imputaron, además, los delitos de admisión de dádivas y cohecho pasivo. El delito de asociación ilícita tiene penas de tres a diez años, el de cohecho tiene penas de uno a seis años y el de admisión de dádivas contempla penas de un mes a dos años.

El caso salió a la luz el 1° de agosto último, cuando el juez Bonadio dispuso una serie de detenciones y allanamientos a partir de las revelaciones que publicó el diario La Nación de los cuadernos de viaje de Oscar Centeno, el ex chofer de Roberto Baratta, ex funcionario del Ministerio de Planificación Federal durante el kirchnerismo.

¿Cuántos imputados hay en la causa?

En el expediente figuran 66 imputados, de acuerdo con el Observatorio de Corrupción del Centro de Información Judicial (CIJ) que depende de la Corte Suprema de Justicia de la Nación. Ese total se compone de cerca de 20 ex funcionarios del gobierno de Fernández de Kirchner y ex empleados de organismos públicos y más de 40 empresarios y directivos de compañías acusados de pagar coimas a funcionarios. Esta semana Bonadio resolvió la situación procesal de 50 imputados.

Hay otros involucrados, como Juan Manuel Abal Medina, ex jefe de Gabinete entre 2011 y 2013, y Martín Larraburu, ex funcionario de esa misma dependencia, que ya declararon en indagatoria y el juez aún no resolvió si los procesa, sobresee o dicta su falta de mérito. Y hay otros imputados, como los diputados nacionales del FPV, Andrés Larroque y Eduardo De Pedro; el diputado provincial por Peronismo Kirchnerista, José Ottavis; y el ex titular del Grupo Veintitrés, Sergio Szpolski, que prestarán declaración indagatoria la próxima semana.

El recorrido de la causa penal.

¿Cuántas personas fueron procesadas ayer?

Bonadio dispuso el procesamiento de 42 imputados. Hay 17 de este total que son ex funcionarios del Poder Ejecutivo Nacional o empleados públicos durante el kirchnerismo, como la ex presidenta, el ex ministro de Planificación Julio De Vido, Baratta y Oscar Parrili, ex titular de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Otros 25 son empresarios o directivos de empresas que presuntamente pagaron coimas a funcionarios. Entre ellos se encuentran el primo del Presidente, Ángelo Calcaterra (ex CEO de IECSA), Carlos Wagner (Esuco), Luis Betnaza (Grupo Techint), Gerardo Ferreyra (Electroingeniería SA) y Benito Roggio (Benito Roggio e Hijos SA).

Hay seis empresarios a los que se le dictó falta de mérito (cuando no hay suficiente prueba para procesar o sobreseer) y un empresario al que se lo sobreseyó, Raimundo Peduto (Industrias Secco). El restante es el lobbista Jorge “Corcho” Rodríguez. Bonadio declaró su incompetencia respecto de este imputado y remitió estos hechos al juzgado federal a cargo de Marcelo Martínez de Giorgi por conexidad con una causa que tramita en su tribunal.

¿Cuántos detenidos hay?

El fallo de Bonadio dispuso la detención de 16 imputados, sin contar a la ex presidenta, sobre quien se dictó prisión preventiva, aunque no se hará efectiva (al menos por el momento) porque tiene fueros. En realidad, estas 16 personas ya se encontraban detenidas a disposición de Bonadio desde antes del procesamiento. Son 11 ex funcionarios y empleados del Poder Ejecutivo, como Baratta y De Vido, y seis empresarios, como Ferreyra y Carlos Mundin (BTU SA). A estos 16 se sumó ayer el ex funcionario de la Entidad Binacional Yacyretá Oscar Thomas, que se encontraba prófugo y hoy fue detenido en un departamento en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

¿Cuántos imputados firmaron un acuerdo de colaboración?

Desde que surgió la causa “Cuadernos” muchos empresarios y ex funcionarios acordaron con el fiscal federal del caso, Carlos Stornelli, para declarar como arrepentidos y mejorar así su situación procesal, como establece la Ley 27.304Hasta el momento hay 23 imputados que firmaron acuerdos de colaboración que fueron homologados por el juez Bonadio, aunque en la resolución de ayer se resolvió la situación procesal de 20 de ellos.

De los 20 arrepentidos sobre los que falló ayer el juez, ninguno quedó detenido, salvo el ex secretario de Obras Públicas de la Nación, José López, que está preso por otro expediente. Por su declaración como arrepentido, López fue incluido en el Programa Nacional de Protección de Testigos y no se conoce su paradero actual.

Aunque no fueron detenidos, hay 14 de los arrepentidos que fueron procesados, todos por asociación ilícita y a la mayoría se le suman los delitos de cohecho o dádiva. Por otro lado, hay cinco arrepentidos a los que se le dictó la falta de mérito, entre ellos, Héctor Sánchez Caballero (IECSA), Héctor Zabaleta (Techint) y Francisco Valenti (Grupo Pescarmona).

¿Cuánto dinero hay en juego?

Según Bonadio, “los recaudadores de la asociación ilícita contaron con la participación de empresarios que pagaron sumas de dinero por un monto aproximado” de US$ 55.460.000 entre 2003 y 2015.

¿Qué jueces y fiscales intervienen en cada instancia?

La instrucción de la causa está a cargo del juez federal Bonadio y del fiscal Stornelli, dos magistrados con más de dos décadas en sus actuales cargos (para conocer más sobre su trayectoria ingresá a Justiciapedia).

Los procesamientos dispuestos por Bonadio, en caso de ser apelados, quedarán a cargo de la Sala I de la Cámara Federal. Esta sala la componen Leopoldo Bruglia y Mariano Llorens, pero este último se excusó de intervenir porque en la causa está detenido su primo, Rafael Llorens, ex funcionario del Ministerio de Planificación. En su reemplazo intervino hasta ahora Martín Irurzun, miembro de la Sala II, aunque hoy el Poder Ejecutivo oficializó el traslado a esta Sala del juez del Tribunal Oral Federal N° 4, Pablo Bertuzzi, que recomendó el Consejo de la Magistratura la semana última.

En la última instancia del fuero penal, la Cámara Federal de Casación Penal, intervienen el fiscal Ricardo Wechsler y la Sala I del tribunal, que componen Diego Barroetaveña, Ana María Figueroa y Daniel Petrone.


42 PROCESADOS
17 son ex funcionarios y 25 son empresarios o directivos de empresas que pagaron coimas.

17 DETENIDOS
Son los imputados que actualmente están presos en esta causa. Ayer se sumó Oscar Thomas, que estaba prófugo desde hace casi 50 días.

23 ARREPENTIDOS
Son los imputados que firmaron acuerdos de colaboración. La mayoría son empresarios. Ninguno quedó detenido tras el fallo, a excepción de José López.

US$ 55,4 MILLONES
Es el total de coimas que, según Bonadio, recibieron los recaudadores de la asociación ilícita.

Fuente: elaboración de Chequeado en base al fallo del juez federal Claudio Bonadio.

*Datos actualizados al 19 de septiembre de 2018.


domingo, 2 de septiembre de 2018

Macri en su laberinto… @dealgunamanera...

Macri en su laberinto…


Consultó a Lousteau, Melconian y otros economistas. Pero teme hacer retoques y que luego la crisis los devore.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 02/09/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Hace algunas semanas, Mauricio Macri se reunió con Martín Lousteau. Quien fue primer ministro de Economía del primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner y embajador del actual gobierno en los Estados Unidos, llevó al encuentro algunas ideas para enfrentar las dificultades por las que atravesaba ya entonces la economía. Lo presentado por Lousteau fue un aporte concreto para enfrentar los peligros que acechaban al ideario económico –por así decirlo– del oficialismo. Su decepción fue grande cuando supo que nada de lo que le había llevado al Presidente le había interesado. No fue el único al que le pasó algo así. Guillermo Nielsen, uno de los economistas que más sabe sobre negociaciones con el FMI, fue otro de los que nunca tuvo devolución acerca de sus propuestas.

El síndrome de Hubris es un mal del poder. Es un mal del cual Jaime Duran Barba –que estuvo en las reuniones del fin de semana en la quinta de Olivos– conoce mucho. Uno de los signos de este mal es que quien lo padece cree ser el dueño de la verdad absoluta y, por ende, ignora todas las opiniones que contradigan esa “verdad”.  Es lo que le está pasando a Macri.

Marcos Peña es una persona honesta a quien muchos consideran poseedor de un intelecto brillante. A pesar de ello, al jefe de Gabinete también lo aquejan los efectos del Hubris: cree que todos los que le dicen que las cosas no marchan bien están equivocados. Peña, quien ha sido clave en el diseño de la última campaña electoral, detesta la “vieja” política y cree que encarna la “nueva “política, sin advertir que, en muchas de sus actitudes y la de muchos funcionarios de su gobierno, hay elementos de aquello viejo que detesta y desprecia. Sus conductas –en las que no falta la soberbia– lo han transformado en el blanco de las diatribas de varios integrantes del gabinete y de muchos dentro del oficialismo. Que María Eugenia Vidal haya salido a enmendarle la plana el jueves  luego de que Peña dijese en el programa de Marcelo Longobardi que no había un fracaso económico lo certifica. Su oposición a la incorporación de peronistas al gobierno es bien conocida. Es la misma que tiene el Presidente. Ese es uno de los motivos de discusión al interior del Poder Ejecutivo. Peña suele disentir con Macri, a quien se atreve a discutirle de igual a igual. “Muchas veces le adjudican la responsabilidad a Marcos por cosas que él no comparte y que, en verdad, son iniciativas del Presidente”, revela un hombre de la mesa chica del poder. Pero Peña es Macri. Y es por eso que el Presidente no lo va a echar.

Dificultad e internas.

La adversidad ha hecho recrudecer la interna que se vive dentro del oficialismo. Esta interna, que a pesar de ser educada es feroz, es un monstruo de tres o cuatro cabezas. Ahí están Emilio Monzó, Horacio Rodríguez Larreta, Rogelio Frigerio y Vidal que abogan por un cambio de nombres dentro del gabinete, y una reducción de ministerios. Aunque alguna señal se va a dar, no es la señal que espera el mercado que es la desactivación del triángulo del conflicto que integran Peña, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana, a quienes se los considera como responsables del manoseo de la economía. Una de las alternativas sobre las que se conversó fuertemente en estas horas fue la posibilidad de reincorporar al gabinete a Carlos Melconian. Pero uno de los problemas para su designación es Peña, porque fue –apoyado por Macri– quien en su momento le bajó el pulgar al entonces presidente del Banco Nación. El otro son sus propuestas. El Presidente, quien tuvo el viernes una larga comunicación con Melconian, escuchó la dureza de sus propuestas: retenciones, ajuste de impuestos, etc. “Tomemos ahora las decisiones duras que nos permitan el día de mañana llegar a unas elecciones o por lo menos llegar a las primarias abiertas, simultáneas y obligatorias (PASO) con chances de tener el país ordenado, no como está hoy”, sostuvo Melconian.

Evidentemente hay poca claridad intelectual respecto de qué es lo que hay que hacer. El Presidente dijo en varias oportunidades –aun en el peor momento de la crisis– “Marcos soy yo”. El problema de fondo es que el mercado espera que un cambio genuino venga de la mano de un ministro de Economía verdaderamente respetado por los mercados y el mundo de la política y de los negocios, que pueda pararse delante del jefe de Gabinete y convencer al Presidente de tomar las medidas que propone y no que tenga que pasar el filtro del jefe de Gabinete y de sus dos vicejefes, que le  pongan cara de póker para que luego Macri no las acepte. Si esto no se modifica, los cambios serán cosméticos, como está sucediendo con Dante Sica y Javier Iguacel, que en definitiva no cambiaron nada porque la esencia de la política económica es la misma.

Ante esto, el Presidente argumenta: “Si yo hago un cambio en el medio de la crisis me lo devora la misma crisis”. Y es en esa media agua en la que navega hoy en día el Gobierno. Mientras en la tarde de ayer transcurría la reunión del Presidente con Dujovne, Peña, Vidal y Rodríguez Larreta, las versiones de cambios arreciaron con fuerza.

Nombres.

Macri tiene algo en claro; el único que puede reemplazar a Peña es Rodríguez Larreta. Y Rodríguez Larreta ya le ha dicho al Presidente que no tiene interés en ese cargo y que no comparte el enfoque del actual jefe de Gabinete. Lo que propone Larreta es básicamente llegar a 2019 con mayor consenso y con una plataforma de sustentación que le permita no solo hacer los cambios urgentes que tiene que hacer ahora sino algunos cambios que se tienen que hacer en el Congreso como la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central, algunas de las cosas que no se han hecho.

Todo conlleva la necesidad de acordar con los gobernadores y con los diputados y senadores de la oposición. Ahí es donde surge la gran diferencia con Marcos Peña, que quiere insistir con el modelo “PRO puro”, con el “amarillo puro” que es más de lo mismo porque de alguna manera sienten que pierden el poder de los resultados.

La Argentina va a presentar el martes (todavía están haciendo los números) cuál sería el impacto de las medidas que tiene en la billetera para tomar. Hay una nómina de diez medidas para las que hay que hacer cuentas. Lo que hasta ahora se sabe es que volverían las retenciones a las exportaciones del trigo y del maíz y que se frenaría la baja de las retenciones a las exportaciones de la soja. Macri está enojado con este presente que lo expone a una contradicción –una más– frente a lo que fueron sus promesas de campaña. Está enojado también con muchos hombres de negocios –empresarios, banqueros, financistas, consultores– que le prometieron esa lluvia de inversiones que nunca llegaron. “No te enojes ni te sorprendas tanto, Mauricio; vos supiste ser uno de ellos”, le dijo alguien de su cercanía ante su sorpresa y su contrariedad.

Producción periodística: Lucía Di Carlo



(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com



sábado, 11 de agosto de 2018

Caminos oscuros… @dealgunamanera...


Caminos oscuros…

En 2005, Lavagna lo denunció antes de irse. La Justicia esquiva juzgar al poder de turno.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 05/08/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

E 22 de noviembre de 2005, siendo aún ministro de Economía del entonces presidente Néstor Kirchner, Roberto Lavagna pronunció un recordado discurso ante la convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción. Dijo en ese ámbito Lavagna: “Hay un cierto grado de cartelización entre las empresas que construyen las obras públicas que hace el Estado, con los sobrecostos que ello implica”. Ante el silencio y el azoramiento de los asistentes, el ministro continuó: “El caso de Vialidad es bien conocido por ustedes y saben que está siendo investigado por Defensa de la Competencia e incluso por el Banco Mundial”. El caso en cuestión tenía que ver con las irregularidades detectadas por las investigaciones que había realizado el Departamento de Integridad Institucional del  Banco Mundial (BM) relativas al Crema (Contratos de Rehabilitación y Mantenimiento por Resultados), hecho que obligó a aquel gobierno de Kirchner a suspender diez licitaciones. Lo que el BM detectó fue que se había presentado un grupo de empresas con precios parecidos, todos los cuales estaban por arriba del rango superior a los valores de mercado. Kirchner, enfurecido por esta declaración de su ministro de Economía, hizo dos cosas: la primera, decirles a las empresas constructoras que ellas eran “la columna vertebral del país”; la segunda, echar a Lavagna luego de cortarle el diálogo por varios días.

Siempre más.

Cuando creíamos haber visto todo acerca de la corrupción del kirchnerismo, la historia de los cuadernos de Oscar Centeno, el hombre que de ser chofer de la madre de Julio de Vido pasó a serlo de Roberto Baratta –su mano derecha en el Ministerio de Planificación–, nos pone frente a un episodio más de la frondosa casuística de la corrupción a lo largo de los 12 años que el matrimonio Kirchner ejerció el poder. Este hecho, sin embargo, presenta un addendum que lo hace aún más impactante: el involucramiento de un grupo de poderosos empresarios que hoy están presos. Lo que se vivió entre el miércoles, el jueves y el viernes en las sedes de muchas importantes corporaciones y en los domicilios de sus gerentes y dueños es ya parte de un anecdotario frondoso y variopinto. “¿Vendrán por mí?”, se preguntó con desasosiego más de uno de esos poderosos hombres de negocios al ver el despliegue policial que llegaba a casas vecinas.

La opinión pública ya estaba “acostumbrada” a los bolsos en los que circulaba el dinero de la corrupción K. Se habían visto en La Rosadita y en el caso del ex secretario de Obras Públicas José López. Lo que no se había visto aún era la aparición de un partícipe de la corrupción K que, con una pertinaz obsesión, se dedicó a anotar días, horas, minutos, segundos, domicilios, lugares y trayectos del derrotero del delito. El único empresario K detenido en esta ocasión es Gerardo Ferreyra, uno de los dueños de Electroingeniería, una mediana empresa dedicada al armado de tableros electrónicos que, a partir del advenimiento de los Kirchner, tuvo dinero para expandirse a la construcción de empresas hidroeléctricas, medios de comunicación, y otras áreas sobre las cuales su experiencia y capacidad operativa eran nulas.

El así llamado “Club de la Obra Pública” representa uno de los grandes males de la Argentina. Negado cuando se habla en “on” por las diferentes autoridades de la Cámara de la Construcción de todos los tiempos y confirmado en las conversaciones en “off”.

Conviven y comparten la metodología empresarios como Carlos Wagner –un “mimado” de Cristina y aportante a sus campañas– de Esuco, la empresa donde trabajó en sus comienzos el arquitecto Julio de Vido, con Javier Sánchez Caballero, CEO de Iecsa, la ex empresa de Ángelo Calcaterra, el primo de Mauricio Macri. En la información existente en los cuadernos, las coimas giran alrededor de las obras energéticas. Wagner, por ejemplo, aparecería muy complicado en el tema Yacyretá. En el caso de Iecsa llama la atención que aquí el detenido haya sido solo el CEO de la empresa y no su propietario. El mismo interrogante vale para la empresa del Grupo Pescarmona. A ese “Club de la Obra Pública” supo pertenecer también la empresa de la familia del Presidente. No solo perteneció sino que compartió sus mismos vicios. El escandaloso contrato para la colocación de cloacas entre Sideco –firma de la Sociedad Macri (Socma) y la intendencia de Morón en tiempos del intendente Juan Carlos Rousselot– en nada se diferencia de lo que fue norma en el kirchnerato.

La corrupción se vio despuntar tempranamente en el caso Skanska. En el libro de Pablo Abiad, El Club K de la Obra Pública, se consigna una ya famosa grabación en la que el gerente comercial de la empresa hablaba de llevar valijas “al pingüino de acá a dos cuadras”.  Por eso, las objeciones que se esgrimen desde el kirchnerismo como intento de neutralización de la denuncia – ¿por qué ahora?; esto es una bomba de humo lanzada por el Gobierno para tapar la realidad socioeconómica; etc. – resultan fatuas. Los hechos son tan irrefutables que ameritan solo una cosa por hacer: investigarlos en profundidad y juzgar y condenar a sus culpables. En las últimas horas hubo una circunstancia de alto valor para el caso: la decisión del empresario Juan de Goycoechea de ser “arrepentido”. Es decir, hablar y aportar evidencias comprobables.

El controvertido juez federal Claudio Bonadio y el fiscal federal Carlos Stornelli tienen la gran oportunidad de demostrarle a la sociedad que están dispuestos a cumplir con su deber republicano. Porque es en el comportamiento de la Justicia donde se debe poner el foco del problema que deja expuesto este y el resto de los casos de corrupción de la historia reciente de la Argentina. La Justicia ha demostrado ser escandalosamente ineficiente para juzgar la corrupción del poder. La causa más emblemática que ratifica esta afirmación es la de la venta ilegal de armas a Croacia y a Ecuador, en 1995. Carlos Menem, condenado a 7 años de prisión 22 años después de cometido el ilícito, anda libre por la vida gozando de la inmunidad que le da su condición de senador. Por eso, no fue casual que el material sobre el que gira toda la causa se lo hayan enviado a un periodista de primer nivel, Diego Cabot –implacable en su rigurosidad e intachable en su honestidad– y no a un juez o a un fiscal.

La Justicia lenta no es Justicia. ¿Lo seguirá siendo o no? Parece una pregunta salida de Hamlet. Nada que sorprenda. “Algo huele mal en Dinamarca” es una frase que podría aplicarse a la Argentina de cada día, del presente y del pasado.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

domingo, 29 de julio de 2018

Con las botas puestas… @dealgunamanera...

Con las botas puestas… 

Paso redoblado. Dibujo: Pablo Temes.

El Presidente quiere otro rol para las FF.AA. y el piquetero K repite su rol habitual. Timbreo y más.

Escrito por Nelson Castro el domingo 29/07/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El Gobierno ha decidido salir a retomar la iniciativa política, atributo que perdió hace tres meses. La llamada “tormenta” lo ha dejado arrebatado por el viento.

Por si alguien se deja llevar o se enamora del eufemismo meteorológico: la “tormenta” significa devaluación, inflación, caída de la actividad económica, caída de las expectativas positivas y aumento de la pobreza. Tanto el Presidente como su ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, quedaron satisfechos con las muestras de apoyo que lograron de parte de los ministros de Economía de los países del G20 que se reunieron en Buenos Aires el fin de semana pasado. Sin embargo, de la lectura fina de lo que allí pasó y se dijo en relación a la Argentina –que lejos estuvo de ser el centro de las preocupaciones de los asistentes al cónclave– se desprende la demanda de rigurosidad por parte del Gobierno en el cumplimiento de las metas acordadas con el Fondo Monetario Internacional.

Palabra de fondo. Lo dijo Christine Lagarde en la conferencia de prensa que compartió con Dujovne: “La Argentina debe cumplir las metas acordadas con el Fondo”, expresó la directora gerente,  quien sobrelleva una condena por negligencia en el “affaire Tapis”, un caso de corrupción que aún hoy causa impacto en Francia.

Bien leídas, las expresiones de Lagarde pusieron en blanco sobre negro las asignaturas pendientes de la actual gestión: “esperamos que el año que viene mejore la economía”; “esperamos que baje la inflación”; “esperamos que baje el déficit fiscal”.

Es decir, el Gobierno está sometido a un examen cuya aprobación no será fácil. Por lo demás, Macri ha tenido durante la reunión una sobreactuación poco conducente. Es norma que los presidentes no hablen en ninguna de las sesiones porque para ello están las correspondientes a los jefes de Estado. Para los asistentes, escucharlo al Presidente fue un agregado más de una agenda que a muchos los perturbó porque les impidió asistir a la representación de Tristán e Isolda, la ópera de Wagner que con dirección del maestro Daniel Baremboin se representaba esa tarde en el Teatro Colón.

El lunes, Macri sorprendió con el anuncio sobre las nuevas atribuciones que se planean para las Fuerzas Armadas. No resulta claro por qué el Presidente decidió meterse en este berenjenal. No porque el espinoso tema concerniente al quehacer y al qué hacer de las Fuerzas Armadas no lo amerite sino porque, siendo una deuda de la dirigencia política argentina desde 1983 hasta aquí, no parece que lo expuesto en la alocución presidencial sea, si no lo mejor, al menos viable.

En el discurso se aludió a un accionar de los efectivos para cuyo despliegue hace falta un nivel de equipamiento que no solo hoy no se tiene sino –y esto es lo malo– que no sabe cuándo se tendrá. Por otra parte, la idea de involucrar a las FF.AA. en la lucha contra el narcotráfico debe analizarse con mucho cuidado. En ese sentido, la experiencia de México ha sido nefasta. Paralelamente, la opinión y el sentimiento de los integrantes de cada una de las fuerzas son prácticamente unánime en su rechazo a estas tareas. “Nos preparamos para defender a la Patria contra un agresor externo que ponga en riesgo nuestra soberanía, no para ser auxiliares de fuerzas policiales”, se escucha habitualmente en los ámbitos castrenses.

El mensaje de Macri, además, permitió abrir la puerta de la duda respecto de si las Fuerzas Armadas actuarán o no en tareas que conciernen a la seguridad interior. Y eso bastó para movilizar a la oposición. En ese universo están los que desde siempre han protestado cada vez que algún hecho trajo reminiscencias de la brutal represión desplegada por la última y sangrienta dictadura militar. Conviven ahí los diferentes partidos y las agrupaciones de izquierda, organizaciones sindicales, sociales y de Derechos Humanos. A ellos les asiste la legitimidad de la coherencia.

No es el caso, en cambio, del kirchnerismo siempre dispuesto a subirse a cualquier colectivo que les sea útil para exhibir su oposición al actual Gobierno. Allí aflora en forma diáfana la contradicción K: nadie puede olvidar que Cristina Fernández de Kirchner nombró como jefe del Estado Mayor del Ejército al teniente general César Milani, hoy preso por cargos de secuestro, tortura y desaparición de personas. Eso no es todo. Junto con las sospechas de enriquecimiento ilícito, pesan sobre él las de haber montado un aparato financiado con cientos de millones de pesos destinado a tareas de inteligencia interior. Que el kirchnerismo proteste ahora habiendo hecho lo que hizo con Milani, es una muestra de lo que es su esencia: la contradicción permanente.

Aporte intolerante. Consciente de su caída en las encuestas, María Eugenia Vidal salió este fin de semana a timbrear. “Tenemos que dar la cara”, dijo la gobernadora cada vez más afectada por el impacto negativo que sobre su figura viene produciendo el ajuste económico y las denuncias de aportantes truchos en el financiamiento de su última campaña electoral. El enojo mayor es contra “el fuego amigo”. De la oposición se ha verificado una clara ofensiva de Unidad Ciudadana que es comandada directamente por  CFK. Pero el problema principal lo tiene Vidal adentro. Ella quiere saber quiénes son los que, desde adentro del partido, urdieron esta metodología que representa una clara maniobra de lavado de dinero. Las sospechas de muchos de su entorno llevan a personajes de cercanía con el Presidente. A algunos de ellos ya los denunció, por otras causas, la diputada Elisa Carrió.

Los dichos brutales de Luis D’Elía –“A Macri habría que fusilarlo en la Plaza de Mayo”– no pueden pasarse por alto. Quien dice algo así se autodescalifica. Por lo demás, nadie puede sorprenderse por los dichos de alguien que ha hecho de la violencia un modus operandi de su accionar supuestamente político.

Lo que inquieta, en cambio, es el silencio del kirchnerismo, excepción hecha al momento de escribir esta columna, de Diana Conti. A Macri le corresponderá, en todo caso, el juicio de la Justicia. Y cuando deje la Presidencia, causas hoy dormidas lo tendrán seguramente como concurrente a los Tribunales de Comodoro Py. Esa es la norma en una sociedad democrática. Los fusilamientos son su antítesis de consecuencias nefastas. Y, para corroborarlo, están  los muchos fusilamientos ocurridos a lo largo de la historia política argentina. Todos fueron germen del odio y del revanchismo: fuente de Justicia, en cambio, ninguno.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com



lunes, 23 de julio de 2018

Cuesta arriba… @dealgunamanera...

Cuesta arriba…

Espinas María E. Vidal. Dibujo: Pablo Temes.

Macri lanzó la campaña respondiendo preguntas. De la crisis a la tormenta. El Gobierno dio comienzo a la campaña electoral. Fue el hecho político de la semana. El lanzamiento ocurrió el miércoles pasado y el marco fue la conferencia de prensa que brindó el Presidente. Fue una puesta en escena muy bien montada para la que Mauricio Macri se preparó con esmero. 

© Escrito por Nelson Castro el domingo 22/07/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El entrenamiento –coaching– al que se sometió durante los días previos se hizo evidente en cada detalle. Amable fue su trato y serena su manera de responder. La fortuna hizo que el sorteo de los periodistas que lo interrogaron incluyera a colegas de medios altamente críticos de la gestión de gobierno.

Las preguntas fueron buenas. Las respuestas del jefe de Estado, en cambio, no. No contestó sobre las contradicciones entre Elisa Carrió  y Marcos Peña por el tema del aborto, dio cifras inexactas sobre el empleo, inexactitudes al querer justificar en referencia a los despidos de colegas de Télam, ausencia de condena política a las escandalosas afiliaciones falsas de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires y promesas de inversiones que nadie sabe si vendrán.

A lo largo de la conferencia de prensa, el numeroso equipo comunicacional del que dispone el Gobierno estuvo muy activo en las redes sociales. Es curioso lo que ocurrió entonces. Durante la conferencia hubo euforia. Luego –cuando la reflexión y el análisis se apoderaron de esas mentes tomadas por el fervor de lo que se vivió como una batalla– los pareceres cambiaron.

La mano del asesor. Ahí se tuvo conciencia de los errores cometidos por el jefe de Estado. El lanzamiento de la campaña comprendió también el debut de Macri en Instagram. Lo suyo ahí fue poco feliz, por decirlo de una manera elegante.

El “coucheo” representó el regreso a la escena política de Jaime Duran Barba que, por un problema de salud, estuvo  ausente durante algunas semanas. Duran Barba fue quien sugirió el uso de la palabra “tormenta” en vez de crisis. La crisis es algo  permanente y la tormenta algo pasajero, fue la explicación que dio para fundamentar la ocurrencia. Por eso en el Gobierno se dice ahora que lo peor está por venir en los próximos cuatro meses.

Ahí está el concepto del estado del tiempo: se anticipa una crisis en formato de tormenta. En esta forma de comunicación, en la que se hace aparecer la política ligada a la meteorología, se usa la figura del tiempo, que es cambiante: puede pasar del calor al frío y del agua a la sequía. La idea es no negar la realidad pero utilizar sinónimos en la comunicación con el objetivo de atenuar el impacto de la crisis en la opinión pública. Es notable observar cómo se subestima la inteligencia de la gente.

Al interior de Cambiemos, las encuestas han encendido las alertas amarillas. En varias, la caída de imagen del Presidente lo ha dejado por debajo de Cristina Fernández de Kirchner. Dicho con claridad: CFK no ha subido; el que bajó es Macri.

Antes de la conferencia, María Eugenia Vidal hizo el anuncio del pedido de renuncia de quien había sido nombrada al frente de la Contaduría General  María Fernanda Inza. Fue una circunstancia que le pegó fuerte a la gobernadora: Inza es una persona de su cercanía. En el oficialismo se dice algo más: fue un pedido taxativo del Presidente. En la Rosada están molestos hace rato porque todas las medidas del gobierno le pegan a Macri y a Vidal le pasan por el lado. Recién en los últimos meses empezó a caer la imagen de la gobernadora, pero el mayor costo político siempre lo paga el jefe de Estado. Salvando distancias, hace acordar a CFK y Daniel Scioli.

Money. Atrás quedó la frase de Macri que hoy no para de circular por las redes sociales: “Eliminar la inflación va a ser lo más simple que tenga que hacer si soy presidente”. Lo dijo en el programa de Mirtha Legrand del 7 de febrero de 2015.

Lo grave no es la frase sino los hechos. Dos años y medio de gestión demuestran que el Gobierno se equivocó en las proyecciones inflacionarias que hizo hasta aquí: para 2016 proyectó un 25% y fue superior al 40%; para 2017 proyectó un 17% y fue del 24,8%; y para este año proyectó primero entre el 10% y el 12% y luego el 15%, cuando ya se sabe que estará  alrededor del 30%. Es decir que, sumando los tres años de gestión, Cambiemos habrá acumulado una inflación del 100%. Demoledor.

En el Gobierno hay una fuerte sospecha de que va a ser difícil cumplir con una parte de las metas comprometidas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Muy probablemente las metas fiscales se cumplan en parte –y hasta se sobrecumplan–, por lo pronto este año y seguramente el año que viene. “Lo más difícil va a ser cumplir las metas de segunda generación, que son los aspectos vinculados a la tasa de inflación prevista”, señala un economista de la cercanía del oficialismo.

Dentro del acuerdo la Argentina no debería pasar del 32%, al Gobierno le encantaría estar sub 30, pero al ritmo que va es muy difícil que lo consiga.

Para lograrlo tendría que ir a una caída del producto de más del 3% o 4% en el segundo semestre, un ajuste, dejar la tasa muy alta y controlar las paritarias. El costo político sería muy alto: el proyecto de la reelección iría a parar a la basura.

Lo verdaderamente singular es que toda esta situación de crisis se da en el marco donde Argentina es anfitrión del G20, razón por la cual el concierto internacional del G8 y todos los otros miembros que hacen al G20 han manifestado directa e indirectamente su apoyo al país en sus nuevas medidas. Fue ese el sentido que tuvieron las declaraciones de Christine Lagarde porque el objetivo que se espera después del acuerdo con el Fondo es que la Argentina pueda volver al mercado voluntario de deuda y poder captar los 18/20 mil millones de dólares que le faltan para cerrar el programa financiero global 2018-2019. 

“Cuando la fortuna nos muestra una cara más hermosa que nunca, es precisamente cuando se está fraguando la tormenta sobre nuestras cabezas”, es la célebre frase de Píndaro que resume de manera impecable lo que le pasó a Macri y a su gobierno después del triunfo electoral de octubre pasado.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com