La teoría de la larga cola y la Ley de Medios...
Más allá del acierto o
desacierto de quienes tomaron cada una de esas dos decisiones, que sólo podrán
verse con el paso de los años, no habría que confundir WhatsApp o Facebook con
internet, por un lado, ni a los diarios con el papel, por el otro. El mayor
diario digital de Estados Unidos, www.huffingtonpost.com,
también se vendió por poco más del 1% de WhatsApp.
Sea por internet o en
papel, producir contenidos periodísticos es una actividad cada vez menos
promisoria, mientras que las empresas que parecen lucir con un futuro infinito
son las que comunican, tanto sea por internet (Google, YouTube, Facebook,
Instagram o WhatsApp), por cable (Cablevisión, Fibertel), por satélite
(DirecTV) o las telefónicas.
Una interface comunica,
pero no enuncia, sólo es sujeto de enunciación aquel que produce contenidos. Y
los que producen contenidos periodísticos profesionalmente y en gran escala,
tanto sea en átomos o digitalmente, están en problemas.
Un caso emblemático es
el del diario Libération, fundado por Sarte (sobre cuya inspiración se
construyó Página/12), que directamente está a punto de cerrar después de ser
durante más de cuatro décadas la más influyente voz de la izquierda en un país
como Francia, donde la izquierda no es minoritaria. Pero el mejor ejemplo es
que tres de los principales diarios en español del mundo, y el principal de
Inglaterra, cambiaron al periodista que comanda sus redacciones durante el
último mes. En El País de España, su director Javier Moreno le dejó su cargo al
corresponsal en Washington, Antonio Caño. En El Mundo su director, el famoso
Pedro J. Ramírez, dejó su cargo a Casimiro García-Abadillo, antes vicedirector
del diario. Con un día de diferencia, Tony Gallagher editor en jefe del Daily
Telegraph, dejó su puesto a su segundo, Chris Evans. Y en la Argentina, este
jueves se anunció que Héctor D’Amico deja el puesto de Secretario General de
Redacción, el principal sillón periodístico del diario La Nación, y lo
reemplaza Carlos Guyot.
El caso de D’Amico
merece un párrafo especial porque es el periodista que más ha mejorado una
publicación existente. Sus 13 años al frente de la redacción de La Nación
fueron los más exitosos en la historia contemporánea del diario. D’Amico
continuará en un cargo corporativo en la empresa, pero la redacción pierde al
más talentoso director de medios gráficos de las últimas décadas: previamente
D’Amico había dirigido durante seis años la revista Noticias, durante otros
dos, la revista Descubrir, y otros dos años fue subdirector de la revista La
Semana, todas ellas de Editorial Perfil.
En el diario La Nación
también asume un nuevo CEO, Guillermo Rivaben, ex CEO de Personal (Telecom), lo
que para el diario El Cronista constituye un “enroque considerado estratégico
del sector teniendo en cuenta que es la primera vez que un ejecutivo del mundo
de las telecomunicaciones pasará a asumir funciones ejecutivas en un medio
periodístico local”.
En cualquiera de los
casos, queda claro que la producción de contenidos periodísticos ya no es lo
que era, algo que en gran medida se explica con el gráfico que ilustra esta
columna titulado Teoría de la Larga Cola. Es un concepto difundido por la
revista Wired, especializada en vanguardia informática, que trata de explicar
la microsegmentación que produce internet, donde sólo una mínima cantidad de
jugadores (o contenidos) son verdaderamente masivos –en el gráfico
representados por la cabeza y el cuerpo del animal–, y luego viene una infinita
cantidad de productores o contenidos de los que cada uno obtiene apenas un
pequeño fragmento de un atomizadísimo espectro representado por la larga cola.
Con lo cual, casi nadie alcanza la masa crítica necesaria para construir
estructuras profesionales de producción de contenidos –periodísticos en nuestro
caso– del tamaño habitual de hace veinte años, cuando no existía la web.
La larga cola explica
también la televisión actual y futura, donde poquísimos programas tendrán
rating masivos, pero habrá cada vez más programas y canales enteros de fracciones
de punto de rating.
La larga cola no es
aplicable exclusivamente a las transformaciones que internet genera en el
mercado de masas de la era industrial, sirve también para graficar la regresiva
distribución de la riqueza (una ínfima parte de la población concentra la mayor
parte de la riqueza mundial y miles de millones se aglutinan en la cola), y es
una exacerbación de la célebre teoría de Pareto, donde casi siempre el 20% de
un total equis concentraba el 80% de ese mismo total, pero recargada en esta
era digital, dónde ahora es sólo el 5% (y a veces hasta menos) lo que concentra
el 80%.
En este contexto, la
Afsca comenzó la aplicación efectiva de la Ley de Medios aceptando el lunes
pasado la mayoría de los planes voluntarios de adecuación, lo que completaría
(hay dudas sobre si lo hará este lunes, como estaba previsto) con los
restantes, donde la expectativa estará colocada en su dictamen sobre Telefe.
Respecto del Grupo Clarín, a quien la Afsca le aprobó la estructura de su
división en seis partes, resta definir lo más importante: quiénes
serán los accionistas de esas seis empresas. Es vox populi que no habría
ninguna desinversión real y que las seis empresas se dividirán entre los mismos
accionistas, por lo que al ser una separación meramente formal es difícil
predecir sus consecuencias. Pero, en cualquiera de los casos, aun dividido en
seis –en realidad, en dos áreas importantes y cuatro otras secundarias–, el
Grupo Clarín será una de esas pocas excepciones que sobrevivirán la era de la
microsegmentación.
© Escrito por Jorge Fontevecchia el Sábado 22/02/2014
y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.