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lunes, 4 de octubre de 2021

Despúes de la Paliza. El ADN de los K no admite el diálogo… @dealgunamaneraok...

 Despúes de la Paliza. El ADN de los K no admite el diálogo…

 

La paliza de los medios de las mentiras. Dibujo: Pablo Temes.

En silencio, Cristina Kirchner está activa para definir los próximos pasos. Sabe que su proyecto de permanencia en el poder está en peligro.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 02/10/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 

La paliza electoral del 12 de septiembre tuvo consecuencias reales en cuanto a los cambios de gabinete, la furia interna y el avance de la ex presidenta en funciones sobre su pupilo, y otras bastante más utópicas que ni siquiera un chico en edad escolar podría creer.

 

Alberto Fernández había prometido terminar con la grieta pero, como se ha visto a lo largo de los dos primeros años de su mandato, eligió profundizarla.

 

Desconcertado por los errores no forzados en algunos casos y asediado por el ala dura del gobierno en otros, el Presidente transcurre sus días en medio de un devenir incierto para el que no hay excusas.

 

Fue él quien apareció exaltado en los discursos.

 

Fue él quien maltrató y amenazó a la población que no cumpliera con los preceptos que él mismo violó.

 

Fue él quien decidió cerrar las escuelas, los comercios y la economía en plena pandemia para sostener la cuarentena más larga del mundo.

 

Fue él quien confrontó de manera creciente con la oposición para satisfacer las exigencias de Cristina Fernández de Kirchner en la creencia equivocada de que eso le traería beneficios políticos.

 

Fue él quien no supo pacificar y llevar tranquilidad a la población.

 

Fue él y, claro está, la ex presidenta en funciones y sus secuaces. Esto no es nuevo. Los dos gobiernos de CFK se caracterizaron por los discursos incendiarios llenos de odio contra el que pensaba distinto volcando su furia contra los medios de comunicación y la oposición. La pregunta se cae de maduro: con la vuelta al Gobierno de la vieja guardia ¿es creíble el cambio de formas que nos pretenden vender?

 

Veamos:

 

Hace una semana el Gobierno mostró cómo se bandea de un extremo al otro sin ningún problema. Como diría el inolvidable Groucho Marx: “Estos son mis principios pero, si no les gustan, tengo otros”. Así pues, de la noche a la mañana, prácticamente se dio por terminada la pandemia por decreto. Pasamos del encierro total a una flexibilización absoluta, poco razonable y mal implementada.

 

El miércoles 29, tras la flexibilización del cepo a la carne, el nuevo ministro de Agricultura, Julián Domínguez, dijo que “hay que recomponer el clima de diálogo”.

 

El jueves 30, Alberto Fernández –que  está guardado bajo siete llaves–se vio por primera vez con CFK luego de la derrota en las PASO. Ocurrió en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada y la excusa formal fue la presentación del proyecto de ley de Fomento al Desarrollo Agroindustrial. El Presidente, que no paraba de mostrarse enojado apuntándonos con su dedo acusador retándonos y desencajado, pronunció frases como “escucharnos y buscar puntos de encuentro”; agregó que  “para que el desarrollo sea armónico no hace falta que todos digamos lo mismo o pensemos igual. Cada uno puede tener diferencias”. Más allá del tiro por elevación a CFK que lo miraba fijamente mientras intentaba dibujar en su rostro una impostada empatía, llamó la atención esta nueva versión del Presidente. Como frutilla del postre habló  de un país “que le diga no a la división”.

 

Le faltó aclarar que se trata de la división que el kirchnerismo creó y que su gobierno profundizó. Por si esto fuera poco, antes del encuentro con CFK, el Presidente les dedicó unos minutos a los vecinos de Ensenada, en un formato bastante similar a los timbreos que solía hacer Juntos por el Cambio de los que el kirchnerismo tantas veces se burló y al que ahora encontró virtuoso. Nada que sorprenda: el kirchnerismo, en particular, y una parte del peronismo son así: un día dicen una cosa y al siguiente dicen y hacen otra exactamente opuesta.

 

 

“Lo mandaron a guardarse hasta que el gabinete se reorganice. Le sacaron el micrófono y se lo dieron a Aníbal y Manzur. Aceptó los cambios y no creo que haya sido una estrategia para correrse del medio ante otra posible derrota. Está sobrepasado. Lo hizo por sumisión”, aseguró uno de los que se salvó de ser barrido por la escoba kirchnerista pero que día tras día profundiza su desilusión con Alberto Fernández. No contento con ello, agregó: “Más que divididos. Hay muchos que están rotos. Enojados”.

 

Desde el Patria aseguran que “el cambio de rumbo es real y que el Presidente debió haber pegado el volantazo mucho antes. Ahora tiene más tiempo para acompañar a Fabiola”, ironizaron.

 

Otros fueron algo más sinceros: “No creo que la gente que la está pasando mal se ponga a analizar las intenciones. Hay que ser pragmático. Cuando bajás ayuda, todos lo agradecen”. Es el plan “platita en el bolsillo” en su esplendor.

 

En silencio, la ex  presidenta en funciones está activa para definir los próximos pasos. Sabe que su proyecto de permanencia en el poder está en peligro. No está dispuesta a quedarse viendo cómo la administración de AF pone seriamente en riesgo ese proyecto del cual depende la impunidad que busca.

 

El próximo objetivo es Martín Guzmán y compañía, entiéndase por ello a Matías Kulfas. 
   

Al menos dos cosas quedan en claro. Primero, que al Gobierno no le importa en lo más mínimo teñir de verosimilitud el cambio en sus formas y su discurso. Segundo, que este disfraz dialoguista es un traje a medida para salir a la caza de los votos perdidos. El ADN kirchnerista es otro, y más temprano que tarde el lobo mostrará los dientes otra vez. Solo basta con mirar 21 meses hacia atrás para encontrar la respuesta a esta historia que ya vivimos.

 

Mientras tanto, la pobreza sigue golpeando con dureza a millones de argentinos. Son cifras que parecen de un país infradesarrollado.

 

A la misma hora en que se conocían estos datos, el Gobierno anunciaba –como un gran logro– la vuelta del público a los estadios de fútbol. Y para darle relieve, compartieron el estrado el jefe de Gabinete, Juan Manzur, la ministra de Salud, Carla Vizzotti, el ministro de Turismo, Matías Lammens y el ministro de Seguridad, Aníbal Fernández.

 

No hubo un panel de ministros organizado para hablar sobre el 40,6% de pobreza y el 10,7% de indigencia. Es lo que hay.





domingo, 28 de marzo de 2021

Desorden en el Gobierno… @dealgunamaneraok…

Falsa épica contra el FMI 

Perfil presidencial, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes 

Ante el avance de CFK, los ministros que responden al Presidente expresan una mezcla de impotencia y furia. 

©Escrito por Nelson Castro el sábado 27/03/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de Los Argentinos. 


En los plazos y con las tasas que se pretenden no podemos pagar porque no tenemos plata para hacerlo”. Esta fue la frase textual que la ex presidenta en funciones –a quien la locutora llamó Señora Presidenta sin haber sido corregida– pronunció en el acto por el Día de la Memoria que se llevó a cabo en la localidad de Las Flores, mientras el ministro de Economía, Martín Guzmán, se encontraba en Washington en plena negociación con el Fondo Monetario Internacional para tratar de reestructurar la deuda con ese organismo por 44 mil millones de dólares. 

Casi en paralelo el presidente Alberto Fernández mantenía desde la residencia de Olivos una videoconferencia con el titular del Banco Mundial (BM), David Malpass, a quien le ratificó que la Argentina “honrará sus deudas”.  

El primer mandatario pareció pedalear en el aire una vez más. Lo que dijo CFK es dramáticamente cierto, aunque aprovechó la tribuna que significaba una fecha tan importante para regalarles a sus acólitos otra pincelada crítica contra el FMI.  

Un reconocido economista nos recuerda que el país tiene unos 10 mil millones de dólares de reservas netas. Debe afrontar este año vencimientos con el Club de París y el propio FMI por 5 mil millones. Los números no cierran. Sin embargo, CFK sabía que ya no es tan urgente la necesidad de cerrar un acuerdo antes de las elecciones. El organismo de crédito internacional distribuirá –no solo a la Argentina sino a todos sus deudores– los Derechos Especiales de Giro que en buen romance es un instrumento financiero interno que puede canjearse bajo ciertas condiciones por dólares. Nuestro país podría hacerse con 4 mil trescientos millones, suma suficiente para respirar con cierta tranquilidad ante los próximos vencimientos de deuda.  

A ese primer salvavidas que llegará –no solo para la Argentina– se le suma el segundo instrumento para mantenerse a flote que comenzará a desembarcar a hacia fines de abril: la liquidación de la cosecha. Si bien el juego se abre para el Gobierno con algunos respiros, desde el Ministerio de Economía deberán decidir cómo usar esos dólares en al menos tres direcciones: mantener el dólar estable; dinamizar las exportaciones de insumos para no frenar la actividad económica o intentar volver a fortalecer las reservas del Central. “No todo es fortuito en este panorama. 

En algo Martín Guzmán se salió con la suya: logró implementar parte del ajuste contra el sector privado y los particulares vía presión impositiva. Por eso CFK, furiosa, salió a complicarlo en público con sus declaraciones respecto al pago de la deuda”, aseguró otro economista que sigue de cerca el culebrón. Por estas horas, Guzmán ha perdido el favoritismo que supo recibir de CFK. Conocedores de esa situación, en ese cerrado núcleo de las altas esferas del mundo de las finanzas, algunos ya han hecho correr la voz de que el ministro está evaluando futuras posibilidades laborales allende las fronteras. 

La furia y la crítica de CFK se extienden también al ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas.   

El triunvirato del poder kirchnerista. En ese mismo acto, el 24 de marzo se vio la foto perfecta de las nuevas relaciones de poder dentro del oficialismo de cara al futuro. Mientras CFK hablaba, intentando dar cátedra sobre diversos temas, detrás suyo, justo en el plano que mejor tomaba la cámara, asentían ante cada afirmación sus predilectos: Máximo Kirchner y Axel Kicillof. Nada es casualidad.  

El primogénito ya tiene asegurada la presidencia del PJ bonaerense, lo que le permitirá construir poder y relaciones incluso con los líderes territoriales que hoy le dan vuelta la cara. Ya no se trata solo de La Cámpora: la proyección sugiere otros planes. El gobernador bonaerense sigue entre los elegidos de la ex presidenta en funciones y dispuesto a disputar todos los rincones del poder. Un tercer jugador ya movió sus fichas: Sergio Massa, quien tiene un acuerdo explícito de unidad con Máximo Kirchner.  

Acuerdo y unidad son las palabras claves para sostener el poder en la Provincia y avanzar hacia un nuevo armado nacional. Allí descansará en la construcción de las opciones electorales el líder del Frente Renovador. Massa siempre apuesta al caballo ganador.  

¿En este escenario qué papel queda reservado para el presidente Alberto Fernández?  

“Ahora estamos ocupados en gobernar. El ruido político no nos puede determinar. Es natural que el cristinismo ya esté pensando en su esquema para 2023. Lo que no es natural es que esa interna se dirima ahora y condicione la gestión. No hubo peleas pero sí hubo gestos y decisiones políticas. Y las decisiones que se vienen tomando nos dejan con un pie fuera de cualquier armado futuro”, aseguran desde el albertismo.  

Al interior del Poder Ejecutivo impera el desorden. En la semana que pasó, el canciller Felipe Solá y la ministra de Salud, Carla Vizzotti, hablaron de restricciones por el rebrote del coronavirus que luego fueron desmentidas desde la Casa Rosada.  

Ante la evidencia del avance de CFK, los ministros que responden al Presidente expresan una mezcla de impotencia y furia. La designación de Martín Soria aún les es indigerible. Esos funcionarios que creyeron en el “volvimos para ser mejores” se sienten absolutamente defraudados. Saben que CFK los desprecia y ningunea. Es un vilipendio permanente que se hace ya en voz alta. Saben que no forman parte de su proyecto.  

Hablando de la Justicia, la semana no ha sido buena para los planes del kirchnerismo de cooptar el Poder Judicial. La Cámara de Casación confirmó la condena a Julio De Vido por la tragedia de Once al mismo tiempo que, en el Consejo de la Magistratura, el oficialismo perdió la posibilidad de acceder a los dos tercios necesarios para la designación de jueces. Este último hecho fue una respuesta contundente al estilo confrontativo que pretende imponer Soria. “A las piñas no van a lograr nada”, señala un conocedor profundo del ánimo reinante en los despachos de los tribunales.  

El lema adoptado por la coalición que hoy gobierna fue “Frente de Todos”. A la luz de los hechos tal vez deberían cambiarlo por el de “Frente Contra Todos”.  

Producción periodística: Santiago Serra.





domingo, 12 de abril de 2020

Cuarentena administrada… @dealgunamanera...

Cuarentena administrada…

Barbijo-Parapente, Ginés González García. Dibujo: Pablo Temes

La población sigue en casa y siguen las internas del Gobierno con ministros que exhiben miradas contrapuestas.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 12/04/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Esa fue la denominación que le dio el Presidente a la prolongación de la cuarentena que anunció en la conferencia de prensa del viernes. Al margen de los gráficos que mostró, su exposición fue escasa en anuncios y certezas.

Está claro que la única certeza de la pandemia causada por el coronavirus es la incerteza.

Hasta aquí, la cuarentena instalada por el Presidente viene dando buenos resultados. La proyección del ministro de Salud, Ginés González García, era que para esta época hubiese unos 40 mil casos. Sin embargo, los riesgos están al acecho. El pico de la crisis aún no ha llegado. El temido invierno plantea interrogantes que solo el tiempo y los hechos podrán develar. Al tiempo –ese instrumento mágico del alma, como lo llamaba Borges– nadie lo domina. Quedan los hechos. Y los hechos le presentan al Gobierno dilemas y desafíos.  
La cantidad de testeos que se han realizado hasta ahora es decididamente escasa. Hay tras esto una realidad: hay en estos momentos una disputa feroz a nivel mundial por los kits de testeo. En la puja por la oferta y la demanda, la batalla es dura. Los Estados Unidos y Europa buscan acapararlos casi con desesperación.

De los testeos que están faltando, uno principalísimo es el que corresponde al equipo de salud. Deberían hacérselos a todos ellos por razones obvias: son los más expuestos por estar en la trinchera. La cantidad de médicos fallecidos en Italia lo muestra.  

La falta de testeo hace que solo se los haga a personas que tienen síntomas compatibles con la afección. Esto deja fuera a los asintomáticos, que constituyen un problema creciente en la dispersión de la enfermedad. Este punto es clave. Detectar a los asintomáticos tiene dos consecuencias: una fáctica y otra estadística. La fáctica es que, una vez identificado, el asintomático es puesto en situación de aislamiento para evitar contagios y, además, permite identificar a sus contactos y saber quiénes están infectados o no. Esto ayuda mucho a la reducción de la difusión de la afección. La estadística es que posibilita tener una real idea de la expansión de la enfermedad. No es lo mismo tener 1.975 casos sobre 15 mil testeados que sobre 100 mil.

Nadie sabe cuándo termina esto. La frase propiciada por el Presidente al comienzo de su conferencia de prensa el viernes pasado refleja la incertidumbre de un proceso con consecuencias socioeconómicas devastadoras. Hay una clara disociación entre la firmeza que se muestra en el área sanitaria y lo que está sucediendo en la económica. En la primera –con discusiones y puntos por resolver– hay un rumbo claro. En la segunda, no.

Sobrevuelan ahí miradas diferentes que no logran amalgamarse. Es una falencia que atañe a dos ministros –Martín Guzmán y Matías Kulfas–, al presidente del Banco Central, Miguel Pesce, y al mismísmo gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof.  

Hay cosas que quedan inconclusas, incluyendo la emergencia alimentaria también. La gran preocupación del ámbito empresarial, gubernamental y sindical es hasta cuándo aguanta el Conurbano.

En algunos lugares los paliativos están tardando mucho. Recién a partir de la próxima semana llegarían los Ingresos Familiares de Emergencia. La cuarentena lleva veinte días en que las empresas no han facturado.

Esta crisis se da en el contexto de un escenario de pobreza que crece incesamente.

La falta de manejo político del ministro de Economía obligó al Presidente a salir a respaldarlo ante las quejas de gobernadores e intendentes por la falta  de llegada de fondos.

Sempiterna corrupción. El episodio de los sobreprecios de alimentos sucedido en el Ministerio de Desarrollo Social no debe ser considerado una casualidad, sino que tendría que ser una luz amarilla de alta intensidad para el Presidente. La estructura de su gabinete y de otras áreas de gestión es decididamente mala y lo que pasó con los precios del arroz y del aceite es solo un indicio.

El proceso de designaciones que se utilizó para la cobertura de los cargos de segunda línea de los ministerios y otras áreas fue propio de una bicefalía. 

Alberto Fernández nombró a los ministros y el resto le fue impuesto por Cristina Fernández de Kirchner. Esa estructura le está generando –y le va a generar– muchos problemas tanto a Alberto Fernández como a su gobierno. Quienes conocen la trama de lo que sucede en ese ministerio coinciden en señalar la influencia de Carlos Castagnetto, fue un ladero clave de Alicia Kirchner durante los doce años del kirchnerato.

Hay que hacer, además, algunas preguntas: ¿a quién se le ocurrió el nombramiento como secretario de Articulación de Política Social de Gonzalo Calvo, siendo que ya había tenido que renunciar al cargo de secretario de Seguridad del Municipio de Almirante Brown acusado de pedir coimas? ¿Cómo es que Arroyo aceptó que le impusieran ese nombre que venía con ese antecedente? ¿Quién se lo impuso?

El hecho aumenta de volumen cuando se analiza la empresa a la cual se hizo la compra. Esa empresa, del Grupo L –que no es fabricante de los productos sino intermediaria–, ya había sido denunciada por sobreprecios tanto desde Cambiemos como desde el kirchnerismo.

Un “detalle” más. El escándalo permitió conocer un poco más la proliferación de cargos que existen en el Ministerio de Desarrollo Social.

Repasémoslos:

-Subsecretario de Asistencia Crítica.
-Coordinador de Abordaje Territorial.
-Coordinador de Depósito Metropolitano.
-Director de Emergencia.
-Coordinador de Asistencia Técnica.
-Directora de Asistencia Crítica.
-Directora de Asistencia Institucional.
-Director de Gestión y Asistencia Urgente.
-Director de Ayudas Emergentes.
-Coordinador de Asistencias a Instituciones No Gubernamentales.
-Coordinador de Ayudas Urgentes.
-Director de Talleres Familiares.
-Director Nacional de Articulación Social.
-Director de Asistencias para Situaciones Especiales

Cuando se ve esta proliferación de cargos se entiende a la perfección la indignación de la sociedad con el costo de la política. El Presidente debería enojarse menos y hacer algo para remediarlo.

“Volvimos para ser mejores”, fue su promesa.





domingo, 5 de enero de 2020

Idas y Vueltas. Todo para solucionar la deuda… @dealgunamanera...

Idas y Vueltas. Todo para solucionar la deuda…

En concierto, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

El primer objetivo del Gobierno es resolver el momento del pago de las obligaciones contraídas. En el camino, surgen diferencias y papelones.

© Escrito por Nelson castro el domingo 05/01/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


El Gobierno avanza con parches buscando atisbos que le permitan vislumbrar algún esbozo de la tan ansiada y necesaria recuperación económica. Como ya se ha dicho, no habrá plan económico mientras no haya una solución al problema de la deuda. El pago de los intereses –cuánto, cómo y cuándo– condiciona absolutamente a la economía del país. El único objetivo claro que Alberto Fernández tiene por ahora es poner más dinero en el bolsillo de las clases más bajas. A esto se le suma el congelamiento de las tarifas. Algo similar hizo Mauricio Macri tras las PASO.

Cortocircuito. El tema de las tarifas originó el primer cortocircuito importante dentro de la flamante administración. Ocurrió entre el Presidente y Guillermo Nielsen. El presidente de YPF dispuso un aumento de los combustibles del 5%. Era algo que había hablado con el doctor Fernández quien, en principio, había estado de acuerdo con la medida. Pero después terciaron el ministro de Economía, Martín Guzmán, y el de Producción, Matías Kulfas, quienes objetaron este aumento e hicieron conocer su oposición. Se ve que fueron suficientemente elocuentes.

Claro que, cuando esto ocurrió, era tarde: la noticia ya había sido anunciada. Las colas de vehículos en las estaciones de servicio de las empresas competidoras de YPF dio idea de cuánto había impactado.

El hecho dejó mal parado a Guillermo Nielsen, a quien evidentemente le faltó peso político. Fue una desprolijidad que inquietó a varios de los posibles empresarios a los que Nielsen está tratando de convencer para que vengan a invertir a Vaca Muerta. El precio de los combustibles en el contexto inflacionario que vive la Argentina es un asunto de difícil solución que exige un manejo muy fino y coordinado. Una de las quejas más vehementes que supo hacer Alfonso Prat-Gay durante su breve gestión de un año al frente del Ministerio de Hacienda tuvo que ver con los aumentos exorbitantes que fogoneaba el entonces ministro de Energía, Juan José Aranguren. Prat-Gay sostenía –con razón– que no podía llevar adelante ningún plan antiinflacionario exitoso si los precios de los combustibles subían de la manera como lo disponía Aranguren. Macri cortó esta disputa de cuajo. Por si alguien lo olvidó, apoyó a Aranguren y a Prat-Gay lo echó.   
     
Nielsen está preocupado. YPF financia sus inversiones a partir de lo que recauda en los surtidores. Sus precios son los más baratos de la región, por lo que la extensión del congelamiento por un período de 120 días complica a la empresa. El presidente de YPF es consciente de que esta medida conlleva el riesgo de alejar a muchos potenciales inversores interesados en Vaca Muerta.

La renegociación de la deuda con el Fondo Monetario Internacional tendrá condimentos políticos que la pueden complicar seriamente. Esos componentes políticos tienen nombre y apellido: Donald Trump.

Fue él quien tuvo la última palabra para que el Fondo le abriera sus arcas al desvaído gobierno de su amigo Mauricio Macri. La contraprestación del ex presidente también tiene nombre: Venezuela.

Ese alineamiento hoy está roto. A eso se le ha agregado en estas últimas semanas el caso de Bolivia. El alto perfil con el cual Evo Morales está llevando adelante su exilio argentino complica al Gobierno. Es cierto que en Bolivia hubo un golpe de Estado con fachada de golpe institucional y que la gestión de Alberto Fernández, en su condición de presidente electo, fue decisiva para salvarle la vida a Morales. Pero también es cierto que el ex presidente había violado la Constitución boliviana cuando ignoró el plebiscito realizado en 2017.

El doctor Fernández debería tener una mirada más ecuánime sobre este episodio. Lula la tuvo: criticó el golpe de Estado que derrocó a Morales y también a Evo.
Porrazo. El porrazo político que se dio Axel Kicillof la semana pasada cuando, en base a la prepotencia, quiso sacar el impuestazo en la provincia de Buenos Aires parece que lo ayudó a reflexionar. “Todo lo que se hizo fue un error: la conferencia de prensa en sí como las acusaciones del jefe de Gabinete, Carlos Bianco, tratando a los legisladores de la oposición como a unos a vagos”, reconoce un senador bonaerense del Frente de Todos.

El jueves, en la reunión con los intendentes de la oposición, el clima cambió. “Fue en la residencia a la que nos hizo acceder a través de la entrada principal, cosa que Vidal nunca hizo”, señaló un intendente de Juntos por el Cambio. Lo que viene ahora es la negociación. A la hora de escribir esta columna, se vislumbra un acuerdo.

La intentona fallida de Kicillof de sacar la ley de prepo en la madrugada del sábado 28 de diciembre lo dejó mal parado. Esa bravuconada contó con el apoyo de Máximo Kirchner y de su madre. Nada que sorprenda.

Cambia, Alberto cambia. El documental El fiscal, la presidenta y el espía reflotaron el caso Nisman, de cuya muerte se cumplirán cinco años el próximo domingo 19. Uno de los puntos que más polvareda ha levantado es el cambio de opinión que, sobre el caso, ha experimentado Alberto Fernández. Esto  tendría un valor meramente anecdótico si no fuera que Fernández es hoy el presidente.

Es ese valor el que inviste a su persona de credibilidad, un atributo esencial para el ejercicio del poder. De la credibilidad emana la autoridad. Si hoy dice una cosa y mañana otra, toda esa construcción se resquebraja.

Las explicaciones que dio en estas horas sobre su cambio de parecer en el caso Nisman han sido malas. Ha sido aclarar para oscurecer. Es evidente que su intención fue excluir a CFK de cualquier tipo de sospecha. La decisión de alentar la revisión del peritaje de la Gendarmería Nacional es una injerencia clara en la Justicia, se lo disfrace de lo que se lo disfrace.

El tema esencial de la causa no es excluir o incluir sospechosos, sino esclarecer el caso. Y eso le corresponde a la Justicia y no a una ministra o al Presidente. Alberto Fernández, como abogado y profesor de Derecho, lo sabe mejor que nadie.






domingo, 8 de diciembre de 2019

Mauricio, el cuco de Alberto Fernández… @dealgunamanra...

Mauricio, el cuco de Alberto Fernández…

Por la vuelta. Gustavo Beliz. Dibujo: Pablo Temes

El presidente electo les pidió prudencia y trabajo en equipo a quienes serán sus ministros y les recordó qué pasa si fracasan: “Viene Macri”.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 08/09/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


"Habemus gabinete”. Los rumores dieron paso a los hechos y desde el martes le tocará a cada uno de los ministros acompañar a Alberto Fernández en la difícil y titánica tarea de gobernar la Argentina.

El presidente electo decidió tener un gabinete numeroso. Mauricio Macri hizo lo mismo al comienzo de su gestión. No le sirvió de nada. El éxito de un gobierno no depende de la cantidad de ministerios.

El elenco ministerial es heterogéneo, en su mayoría moderado e integrado por personas que no tienen prontuario.  

Economía. El área económica quedó –una vez más– dividida: el ministro de Hacienda, Martín Guzmán, se encargará principalmente del tema de la deuda; y el de Producción, Matías Kulfas, de la economía de todos los días.

El tema de la deuda es, sin duda, un asunto capital. Si no se resuelve de una manera inteligente y realista, será imposible la implementación de cualquier plan económico con aspiraciones de éxito. Es una verdad de Perogrullo.

Alberto Fernández se inclinó por un ministro de Economía de un muy buen nivel académico, pero sin peso político propio.

He ahí un desafío, porque siempre ha resultado ser un problema la presencia en ese cargo de alguien sin poder propio. A Guzmán le pertenece la idea que cautivó a Alberto Fernández de no pedirle más plata prestada al Fondo Monetario Internacional. El poder político en el área económica lo tiene Kulfas, amigo de Guzmán. El Ministerio de la Producción va a manejar las áreas de Producción, Minería y Comercio, es decir, del corazón de la economía del país.

Relegado quedó Guillermo Nielsen. Sus críticas a Axel Kicillof fueron letales para sus posibilidades ministeriales. Es verdad que a él le interesaba el área de energía, pero su proyección –hasta hace tres semanas– era otra.

A mediados de noviembre, en ocasión de una conferencia que dio en Miami, Nielsen se encontró con Alejandro Werner –uno de los hombres del FMI que tiene a su cargo el caso argentino–, quien bajó desde Washington, para conocer sus ideas para la renegociación de la deuda. Relegados fueron también Emanuel Álvarez Agis y Martín Redrado.  

Bien y mal. La inclusión de Gustavo Beliz es elogiable. La de Carlos Zannini, no. El argumento que dio AF para explicar su designación fue decididamente malo: “No me lo impuso nadie”, dijo, y agregó que era  una reivindicación por los 107 días que estuvo injustamente preso.

Más allá de lo criticable de la prisión preventiva que padeció, Zannini está procesado en la sensible causa por la firma del memorándum de acuerdo entre la Argentina e Irán que Alberto Fernández supo criticar severamente.

Massa. En el reparto de cargos y cuotas de poder, a Sergio Massa le tocó el Ministerio de Transporte y AySA. A Transporte va el ex intendente de Junín Mario Meoni, amigo personal de Massa. Meoni es un hombre honesto proveniente del radicalismo, que se fue con Julio Cobos para luego recalar en el Frente Renovador. Persona de buen diálogo con todos y muy crítico del matrimonio Kirchner. No le será fácil lidiar con Moyano y otros.

A AySA va Malena Galmarini. Su designación causó sorpresa. AySA es una empresa estatal que, a través de los planes de construcción de la red de agua corriente y de cloacas, tiene una profunda penetración en el conurbano bonaerense. Galmarini aspira a repetir ahí la experiencia de su esposo en la Anses, el trampolín que le permitió salir del anonimato.

Kirchnerismo. La Anses y el PAMI han quedado bajo el ala del kirchnerismo. En la jerga del poder se los conoce como “la caja”. Manejan plata –mucha– y territorio. Tienen un valor estratégico.

Al PAMI va la hasta ahora diputada Laura Volnovich, especialista en temas de seguridad social que pertenece a La Cámpora. A la ANSES va Alejandro Vanoli, ex presidente del Banco Central, que durante su gestión representó exactamente lo contrario de la actitud de diálogo que pregona Alberto Fernández.  

Prudencia. El presidente electo les pidió a sus funcionarios prudencia y un trabajo en equipo y sin cortocircuitos “porque si no, ya saben lo que viene: Macri”.

Esa afirmación refleja con exactitud la ecuación política de los últimos años de la Argentina. Macri fue producto  del autoritarismo y de la intolerancia del matrimonio Kirchner, que dividió al peronismo y al país.

Viceversa, la vuelta al poder del peronismo y del kirchnerismo es producto de los graves errores cometidos por el actual gobierno y del efecto paradojal que produjo su actitud de fomentar la grieta que desembocó en la reunificación del peronismo disperso.

Mal discurso. El discurso de fin de mandato de Mauricio Macri fue en líneas generales, malo. Le faltó una autocrítica verdadera –decir que no se está satisfecho por los resultados económicos no es una autocrítica– y se ató al nuevo eslogan –“dejamos una vara alta”– con el que pretende darle a su gobierno un vuelo que no tuvo.

Eso no significa desconocerle el mérito de haber normalizado el Indec y restituido su credibilidad o la obra pública de calidad y sin sobreprecios. Pero decir que se “deja una vara alta”, que las bases de la economía están mejores con el 40% de pobreza, con récord  de inflación, con empresas suspendiendo personal, cerrando y/o entrando en default es no tener idea de la gravedad de la situación económica y social del país.

La alocución cayó mal, incluso, en muchos sectores de Cambiemos. “¿De qué país está hablando?; ¿dónde vive?”, se preguntaban muchos de sus dirigentes al escucharlo.

Macri termina su mandato con más del 60% de imagen negativa. Tan alto es el rechazo que genera que hasta puede perder hoy la elección en Boca, en la que equivocadamente se involucró, como reveló Juan Román Riquelme en la entrevista con Jorge Rial.    

En su discurso, Macri apeló al remanido recurso de repartir las culpas de la catástrofe económica que generó su gobierno entre la herencia recibida, la sequía, el escenario internacional y el resultado de las PASO. Es lo mismo que hacía –y hace– Cristina Fernández de Kirchner.