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domingo, 12 de noviembre de 2017

En defensa de idiotas útiles y estúpidos progresistas... @dealgunamanera...

En defensa de idiotas útiles y estúpidos progresistas (I)

Acusadores. Carrió, Lanata y Pablo Sirvén. Fotografía: CEDOC/PERFIL

Esta semana volvió a agregar su contribución a la elocuencia prosaica tan de moda en los medios y las redes Elisa Carrió.

Esta semana volvió a agregar su contribución a la elocuencia prosaica tan de moda en los medios y las redes Elisa Carrió, al calificar de progresismo estúpido a quienes no compartían su punto de vista durante un debate parlamentario del que se fue acaloradamente.

La progresista estúpida de Carrió en el debate en Diputados era Margarita Stolbizer, quien insiste en no alinearse con alguno de los dos grupos en pugna de la grieta, y en ella significa a todas las personas no K que no son pro Macri. A los ojos de Carrió, Stolbizer es estúpida también porque prefiere pagar el precio de la insignificancia electoral a sumarse a la ola amarilla, que cuenta hoy con el apoyo de la mayoría. Un planteo que, aunque no sea populista, es igualmente demagógico que el del kirchnerismo en sus primeros años.

Carrió fue progresista, como muchos periodistas que se han corrido a la derecha


Cuando Néstor Kirchner era presidente, les decía a periodistas como Ernesto Tenembaum, que se resistían a sumarse acríticamente al relato mayoritario de época, que se quedaban en la cosa chiquita del periodismo y no en lo grande de la política. Estúpidos que se conformaban con ser periodistas o ser progresistas y no se daban cuenta de que lo que importa es ganar, y bastante menos cómo se lo hace.

Estúpidos progresistas que se preocupan por la libertad de expresión de medios con ideologías contrarias a las propias, de medios con los que no están de acuerdo o incluso por la libertad de expresión de aquellos que fueron sus adversarios y hasta los combatieron con formas que un progresista estúpido nunca usaría.

Idiotas útiles, como fuimos calificados por columnistas de los diarios La Nación y Clarín quienes firmamos una solicitada en defensa del diario Página/12. Escribió Pablo Sirvén en Twitter el 16 de octubre: “Firmar una solicitada por Verbitsky una semana antes de las elecciones no es síndrome de Hubris, sí de Estocolmo. Perón diría: ‘idiotas útiles’”. Antes, el 25 de junio, ya había titulado “Cristina se apalanca en idiotas útiles” una columna en La Nación que comenzó diciendo: “La fascinación de los medios de comunicación con Cristina Kirchner es inversamente proporcional a la simpatía que le tienen”.

Y en su columna de Clarín titulada “La mafia tiene buena prensa”, Lanata calificó a los firmantes de la solicitada en defensa de Página/12 como “casi todos kirchneristas, un par de independientes, algún ingenuo y muchos idiotas útiles”.

Estúpidos progresistas e idiotas útiles que se preocupan porque la ministra Patricia Bullrich no separó provisoriamente al responsable de Gendarmería ante la desaparición de Maldonado mientras que sí se hizo con Gómez Centurión ante una denuncia tampoco probada, para reponerlo al frente de la Aduana una vez que se hubiera comprobado falsa, demostrando que a Macri le preocupa enviar a la sociedad mensajes de que estará más preocupado por cualquier delito económico que por posibles delitos de integrantes de alguna fuerza de seguridad mientras cumplan órdenes del Estado.

Discrepo totalmente con la línea editorial del diario La Nación en materia de derechos humanos pero valoro que no nos llame “idiotas útiles” o “estúpidos progresistas”, probablemente porque su posición fue siempre la misma y no tiene la furia del converso.

Dos de sus últimos editoriales reflejan esa línea. En el del 31 octubre titulado “Gendarmería: las cosas por su nombre”, escribió: “Desde los primeros momentos, la ministro de Seguridad, Patricia Bullrich, fue fuertemente atacada cuando apoyó incondicionalmente a la Gendarmería a sus órdenes, aun cuando muchos sostienen que habría sido una buena medida desafectar a los gendarmes involucrados hasta tanto se clarifican los hechos” (...) “Nos preguntamos si quienes produjeron tanto daño y dolor, de modo artero o equivocado, no deberían expresar públicamente: ‘Perdón Gendarmería’”.

Un progresista cree que, por el contrario, se hubiera mejorado la valoración social de la Gendarmería y se hubieran ahorrado ataques a muchos de sus integrantes y al propio Gobierno si se hubiera desafectado transitoriamente a quienes condujeron el operativo y se hubiera colocado al frente de la comunicación al ministro de Justicia, Germán Garavano, más sensible y ponderado.

Las defensas no pueden ser “incondicionales”, como elogia La Nación de Bullrich, y no se le debe pedir “perdón Gendarmería” como no se debe castigar a las Fuerzas Armadas o de seguridad como instituciones por el mal proceder de algunos de sus integrantes. Alfonsín, un verdadero progresista, nunca acusó a las fuerzas de seguridad sino a los hombres que las deshonraban. Hay posibilidad de mala praxis en todas las instituciones y profesiones cuyo juzgamiento no denigra a la institución sino que la fortalece, potenciándola cuando se prueba su inocencia. 

Y en el editorial del 9 de noviembre titulado “Una comisión que se arroga derechos que no tiene”, se refiere a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, a la que el Gobierno supone cooptada por el kirchnerismo y, en su paranoia, cree que hasta Amnistía Internacional es K porque cobijó al hermano de Maldonado, olvidándose de que Amnistía fue la que más luchó contra el cercenamiento de los derechos humanos en la ex Unión Soviética.

Quien no envejece bien se vuelve recalcitrante porque sus ideas dejan de progresar


Al igual que Leandro Despouy, ex representante especial para Derechos Humanos de la Cancillería, la ex ministra de Relaciones Exteriores Susana Malcorra no habría renunciado principalmente por los problemas de salud de su marido, sino también porque no quería ser la defensora internacional de una posición que no comparte sobre los derechos humanos y sus organismos internacionales.

El progresismo y el periodismo están ligados no sólo en Argentina: en Estados Unidos, más del 70% de los periodistas adhiere al Partido Demócrata, por lo que muchos de nosotros somos al mismo tiempo idiotas útiles y estúpidos progresistas.


En defensa de idiotas útiles y estúpidos progresistas (II)

Se cruzaron Fernando Iglesias y María O´Donnell. Fotografía: CEDOC

Nuestra más importante función es ayudar a la audiencia a superar sus propios prejuicios amortiguando así la fuerza embrutecedora del cono del silencio.

La agresividad aumenta el rating, la violencia oral atrae en Twitter o frente a un micrófono. La altisonancia y el insulto agregan contundencia cuando lo que se expresa carece de ella. Es barato porque requiere menos esfuerzo cognitivo que una idea demoledora.

Que personas muy formadas y con recursos intelectuales de sobra apelen a la oratoria vulgar propia de otros géneros discursivos se explica por el veneno que sigue introduciendo en la sociedad la grieta y la ansiedad que genera en comunicadores y políticos (cada vez más la misma profesión) la hiperinmediatez de las redes sociales y el minuto a minuto de la televisión.

En la columna precedente se analizó la calificación de Carrió de estúpido progresismo a quienes se oponían a su posición, principalmente la diputada Stolbizer, y que los periodistas Lanata y Sirvén llamaron idiotas útiles a los colegas que firmamos una solicitada en defensa de Página/12.

Ser apodado el D'Elía de Macri ofendió al diputado electo que hizo de lo tajante su sello

Continúa ahora con otra persona que escribió en las publicaciones de Editorial Perfil, Fernando Iglesias, en su caso columnista de la revista Noticias hace una década, que nos envió a Gustavo González, a Edi Zunino y a mí este mail: “Queridos ex amigos: Es para comentarles que la actual forma de hacer periodismo de Perfil también me parece desastrosa. Lo hago ahora, que todavía no soy funcionario. Hay que caer muy bajo para lo de ‘el D’Elía del PRO’”.

La “actual” forma de hacer periodismo de Perfil es la misma de una década y dos atrás, cuando coincidíamos con Carrió, Lanata, Sirvén e Iglesias en criticar a cada gobierno mientras estaba en poder y no sólo al anterior, que ya se había ido.

Iglesias se ha dedicado a la política y logró, con una retórica provocadora, instalarse como vocero confrontativo de Cambiemos en los medios. Y gracias a esos servicios, ser candidato a diputado, electo en octubre y en ejercicio a partir de diciembre. Pero no fue Perfil la que lo calificó de “D’Elía del PRO” sino que surgió de la polémica por Twitter que se citó en la nota de Perfil.com: “Todo comenzó con un mensaje del usuario David Vincent (@davidvincent97) que tuiteó: ‘Qué desastre el programa de O’Donnell’”. 

Minutos más tarde, provocando como suele hacer en Twitter, Iglesias agregó: “‘El programa de’ está de más”, para dejar en claro que le parecía un desastre todo lo que hace la autora de numerosos libros de investigación. “Señor diputado electo de Cambiemos ¿por qué agrede así?”, preguntó O’Donnell. Un comentarista (@lecalo37) salió a defenderla y le dijo: “Porque es el D’Elía de Cambiemos”, a lo que ella agregó: “Un poco sí”. Iglesias arremetió: “No es una agresión. Es una opinión. Creo que tu forma de hacer periodismo es desastrosa. La vara de Africa por doce años. La de Suiza, hoy”, dijo, para cuestionar las críticas de O’Donnell hacia el show mediático que se montó sobre la detención de Amado Boudou.

María O’Donnell, como Romina Manguel o Reynaldo Sietecase, entre tantos otros, integran el grupo de periodistas que en los medios audiovisuales enfrentan la grieta en su propia audiencia. Es más fácil para los periodistas de gráfica, que no estamos expuestos a los llamados de los oyentes o al rating minuto a minuto de la televisión, sentirnos menos influidos por el fanatismo del momento.

Hasta en programas como Animales sueltos, cuando Fantino comenzó a criticar a Aranguren por los Paradise Papers esta semana, el rating le bajó a la mitad. Pero lo que más les duele a los periodistas son las críticas personales que reciben en las redes sociales, donde los insultan y acusan ante la menor diferencia con el gobierno de Cambiemos. Si por firmar una solicitada los propios colegas califican a sus pares de idiotas útiles, lo que dice la gente amparada en el anonimato no tiene límite.

La autocensura que están generando en los periodistas las críticas inmediatas que recibe su trabajo en las redes sociales está llevando al paroxismo la espiral del silencio descripta por la politóloga alemana Elisabeth Noelle-Neumann a fines de los 70, cuando era la televisión el medio de masas. El temor al aislamiento hace a las personas reprimir sus ideas y adaptarlas al pensamiento predominante. Los vibrantes activistas del relato de época enmudecen al resto ejerciendo una forma de control social sobre los que opinan distinto, disciplinando a la mayoría, que se rinde frente a la fuerza superior del “clima de opinión”.

Si Hubris fue la teoría de ciencias sociales con Cristina, el cono del silencio lo es con Macri

Como sucede hoy con las lecciones de medio turno con Macri y sucedió en 2005 con Kirchner y en 1993 con Menem, cuando se percibe que el gobierno será reelecto dentro de dos años y tendrá seis años más en el poder, la espiral ascendente hace que las ideas de una minoría suban y se conviertan en mayoría aplastante por la autocensura de las demás. Esto fue así desde la aparición de la televisión y se potencia ahora con las redes sociales.

Las redes sociales facilitaron la creación de la mayor policía ideológica de todos los tiempos porque con retuiteos se puede linchar mediáticamente a cualquier periodista en pocas horas. Un periodismo que no pueda ser crítico de su gobierno o sobre determinados temas tabú no podrá cumplir una de sus funciones esenciales. Me refiero a un periodismo ponderado y no al fanático de lo opuesto, que en su exageración se transforma en un espectáculo poco verosímil que, al caer en lo cómico, se hace intrascendente, como sucede en algunas radios y canales de noticias.

Los periodistas debemos desarrollar una piel más resistente a los insultos y críticas personales porque el actual ecosistema comunicacional hace estrellas mediáticas a quienes construyen con la diatriba su notoriedad.

Nuestra más importante e insustituible función es ayudar a la audiencia a superar sus propios prejuicios y a mantener ejercitada su mente con ideas que contradigan sus creencias, amortiguando así la fuerza embrutecedora del cono del silencio.


domingo, 8 de octubre de 2017

CFK no clasifica… @dealgunamanera...

CFK no clasifica…
Cuesta Arriba. Cristina Fernández. Dibujo: Pablo Temes

Está abajo en las encuestas y los peronistas quieren prescindir de ella en la reconstrucción.

Es una campaña polarizada y bastante aburrida. No hay casi disputa de encuestas. Todas las consultoras coinciden en la ventaja que Cambiemos tiene sobre Unidad Ciudadana en la provincia de Buenos Aires.

Por ende, gran parte de la atención se encuentra centrada en la situación interna que atraviesa cada una de las fuerzas políticas a la búsqueda de su sostenimiento y su reconstrucción futura. La tensión y el enigma acorralan al peronismo y sus variantes.

Encuestas. 

El repaso de los números respecto de la intención de voto tanto en Capital Federal como en territorio bonaerense muestra que los tres primeros puestos en CABA no sorprenden, de acuerdo con la última encuesta de Poliarquía. Carrió podría superar la abultada ventaja de más de treinta puntos sobre Filmus; por su parte, Martín Lousteau se sostiene con una cosecha muy similar a la obtenida en las PASO. La única sorpresa sería el crecimiento del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), que, con Marcelo Ramal como candidato, podría arrebatarle el cuarto puesto a Matías Tombolini, de 1País.

Para la provincia de Buenos Aires, la mayoría de los encuestadores sostiene que la ventaja del oficialismo estará entre cuatro y siete puntos. Los votos que suma Cambiemos provienen de 1País y les restan caudal a Sergio Massa y Margarita Stolbizer. La explicación más razonable radica en la mejora de los índices y el crecimiento de la economía, que, ahora de manera más visible, llegaron justo a tiempo para darle aire al Gobierno.
Mientras tanto, el peronismo continúa en estado deliberativo, y la CGT –debilitada en su conducción– trata de hacer pie poniendo en discusión los puntos ásperos de la reforma laboral que propone el macrismo y buscando soluciones y apoyo peronista, donde probablemente no lo haya. Es que el peronismo es hoy una masa heterogénea de dirigentes que van y vienen. Ahora, la palabra de moda es “unidad”. La propia Cristina Fernández de Kirchner quiso apostar a ello luego de haber dividido el movimiento con saña. Sergio Massa trabaja en el mismo sentido, y los gobernadores justicialistas y la CGT intentan –sin visos de lograrlo hasta ahora– darle forma. La tarea será difícil, las aguas están agitadas.

CFK es el límite. 

Una fuente de primera línea dentro de las filas de Randazzo aseguró: “El peronismo tiene que ser capaz de construir una opción que exprese futuro y sea competitiva para ganar las elecciones de 2019. Las cosas no están para cerrarle las puertas a nadie, pero no hay que contar a CFK en esa reconstrucción, porque ella expresa un pasado de división y desacuerdos”. 

En esa visión coinciden los gobernadores peronistas de la nueva camada y la cúpula de la CGT. Uno de los triunviros expresó: “Buscamos encontrarnos y no parece posible que las opciones de desencuentro tengan lugar en un movimiento que ya no quiere la discordia como forma de construir”. El tiro por elevación a la ex presidenta es claro.

En el massismo se quejan de la polarización y cimientan por lo bajo el acercamiento al peronismo y el encuentro opositor como la mejor forma de poner límites al oficialismo. Parecen haber caído en la cuenta de que los componentes personales hoy no le juegan a favor al ex intendente de Tigre.

En ese sentido Sergio Massa cosecha críticas, aunque sin llegar a ser una divisoria de aguas: “Sergio se fue del peronismo y tiene, además, un gran problema de credibilidad producto de las decisiones políticas oportunistas que ha venido mostrando. No podemos dejarlo afuera porque necesitamos a todos los actores, pero inteligencia no es lo mismo que ventajismo”, asestó un peronista que apuesta por la reconstrucción.

El gran problema del movimiento es la ausencia de un conductor o jefe. Nadie cosechó la cantidad suficiente de votos como para mostrar una espalda capaz de generar conducción en la provincia de Buenos Aires. “Hay un voluntarismo para encontrar en los gobernadores ese eje de conducción, pero si vamos al terreno real, Urtubey o Uñac son opciones interesantes que expresan futuro, pero sin nivel de conocimiento y liderazgo alguno al día de hoy”, reflexionó un analista.

Este desagregado de figuras lleva directamente, a nivel nacional, a pensar en un peronismo representado por dos figuras: Florencio Randazzo y Sergio Massa. El dilema peronista es la falta de simpatía que existe entre ambos: “No tenemos relación. No hay diálogo ni puentes; el tiempo dirá”, dijo un randazzista que tomó distancia del tigrense.

Intentos. 

Cristina parece esforzarse por mantener su folklore. Esa misma conjunción en la que abundan la reiteración de frases hechas, sus contradicciones, su no hacerse cargo de ninguna de las cosas malas acaecidas durante su gobierno y su personalidad les ha ganado a los cambios de forma implementados en las PASO, circunstancia que le cierra las puertas a su proyecto presidencial de 2019.

“Es ella, con o sin maquillaje. Punto. Es cierto que mantiene un núcleo duro de votantes, pero está más aislada en su círculo que nunca. Wado de Pedro, Andrés ‘Cuervo’ Larroque, Oscar Parrilli, la juventud camporista y no mucho más”, asegura un ex cristinista que supo correrse a tiempo. La novedad es la entrada en esa pequeña logia de Vinicio Alvarado, a quien llaman “el Duran Barba de Cristina”. “Es el único jugador nuevo al que escucha, y le hace bastante caso. Pero te diría que le divierte, lo toma como un juego y no deja de someter su estrategia al tamiz de su pensamiento propio. Es como si ella validara las ideas del especialista y las hiciera suyas”, indica la misma fuente.

Mientras tanto, los desafíos de la Argentina siguen en pie. Son retos que requieren acuerdos políticos como condición sine qua non. Lo saben el Gobierno y buena parte de la oposición. Es lo que espera la mayoría de la ciudadanía después del 22 de octubre. 

“No preguntemos si estamos plenamente de acuerdo, sino tan sólo si marchamos por el mismo camino” (Johann Wolfgang von Goethe).


Producción periodística: Santiago Serra.


domingo, 13 de agosto de 2017

Ganan todos, pierden todos… @dealgunamanera...

Ganan todos, pierden todos…

Ganan todos, pierden todos. Foto: Cedoc

Quedarán diez semanas hasta las elecciones de octubre, y allí sí comenzará otro ciclo de la política argentina.

Hoy a la noche, lo más probable, será escuchar que todos ganaron: Cambiemos en el país, Cristina en la Provincia. Que con sólo repetirse estos resultados en octubre (y podrían mejorarlos) Cambiemos aumentará la cantidad de legisladores y será el partido con más votos a nivel nacional. Y el kirchnerismo, que con su líder convertida en senadora desde diciembre comenzará a bombardear a Macri proponiendo medidas como retrotraer el aumento de tarifas y transformarse en la candidata natural de la oposición para 2019.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 13/08/2017 y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Pero en realidad, es muy probable que todos hayan perdido. Porque en estas elecciones se plebiscitan esencialmente las primeras consecuencias del cambio de modelo económico y la actitud frente a la corrupción. Y habrá votado contra la corrupción que encarna el kirchnerismo más del 80% de la población del país y descontento con los resultados económicos de los primeros dos años de Macri el 65% de los argentinos.

También pierde Massa, que ya sin De la Sota no tendrá la misma cantidad de votos nacionales que en 2015 (dicen que De la Sota piensa regresar con todo en 2018 para ser el conductor nacional del panperonismo). 

La derrota suele enseñar más que el triunfo. Vale tanto para Cristina como para Macri.

Lo mismo Randazzo, que se había imaginado otro resultado sin Cristina candidata o compitiendo con ella en las PASO dentro del mismo partido. Y los gobernadores del PJ, a quienes con Cristina en el Senado se les dificultarán las negociaciones con Macri. 

Las encuestas con las que se llega a la elección reflejan un contexto de interregno político donde Cambiemos aún no terminó de consolidarse pero tampoco ninguna otra fuerza emerge con claridad. Pero otro sería el escenario si Cambiemos sorprendiera ganando en la provincia de Buenos Aires por dos puntos, como indicaría la última encuesta de una importantísima empresa que trabaja para el Gobierno y no quiere jugarse a hacer públicos sus pronósticos para las PASO, aunque sí los hará para las de octubre. Después de los errores en los pronósticos del Brexit, el triunfo de Trump y la derrota de la “paz” en Colombia, las encuestas son instrumentos cada vez más frágiles. La decena de encuestadoras que dieron ganadora a Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires mantenían un porcentaje de indecisos mayor que la diferencia a favor de la ex presidenta sobre Cambiemos. 

Pero empatando o aun si le ganara a Cristina, en cualquier caso Macri deberá replantear sus próximos dos años si no quiere vivir con el corazón en la boca todo el tiempo. En la columna de ayer se mostraba el grado de relación entre consenso político y bonanza económica, reflejado en los dos picos de mayor crecimiento económico de nuestra historia contemporánea durante los cuatro años entre 1991 y 1994, cuando crecimos el 36%, y en los cinco años entre 2003 y 2008, cuando crecimos el 44%. Antes y después de esos dos períodos, nunca se había logrado crecer más de dos años seguidos, repitiendo el stop and go de nuestro clásico frenar y andar.

Lo mismo el panperonismo: aun ganando la provincia a Cristina Kirchner, no le alcanzará para aspirar a ganar un ballottage en 2019; si Massa no llegara al 20% en las PASO, correría el riesgo de quedar jibarizado en octubre por efecto de la polarización, y por lo mismo Randazzo, de caer en la insignificancia.

Transversalidad 2018. La alianza natural que se podría producir es la de Cambiemos con los gobernadores del PJ, quienes no tienen una visión de la economía incompatible con la de Macri.

Si en los próximos meses se confirmaran los pronósticos de crecimiento económico que tiene el Gobierno en un hipotético plebiscito, ya no votaría en contra de la economía el 65% de la población y a la natural coincidencia de intereses entre los poderes ejecutivos provinciales y el nacional por la necesidad de ambos de gobernabilidad se sumaría la conveniencia política de acompañar un modelo económico que rinda frutos y sea, progresivamente, más apoyado por la mayoría de la población.

La transversalidad peronista-radical que llevó adelante Néstor Kirchner en 2007 podría ser recreada una década después desde Cambiemos, invirtiendo la ecuación con el peronismo como acompañante. Pero para que sea posible, tendría que haber un éxito económico palpable por una gran mayoría que recreara una de las condiciones de posibilidad de un pacto político.

"Cambiemos gana en Argentina y Cristina en Buenos Aires", triunfo compartido, derrota compartida.


Que pierdan todos no necesariamente tendría que ser malo para todos. El triunfo no pocas veces estanca a las personas y el fracaso, al interpelarlas, las empuja a mejorar. Macri, comprendiendo que “riqueza es diversidad en armonía”, precisa sumar más espesura política en su gobierno. Por su parte, Cristina Kirchner, comprobando qué lejos quedó su 54% a nivel nacional y necesita orientarse a buscar una negociación con el peronismo para pasar su vejez más tranquila, viéndose en el espejo que le devuelve la situación actual de Menem.

Probablemente estas elecciones sean también el comienzo del paso a retiro de figuras, partidos o aspiraciones. Por ejemplo, Stolbizer podría quedar sin una banca.

Lousteau, con su aspiración a suceder a Rodríguez Larreta en 2019 muy herida. Otros comienzos de retiro serían los de Rodríguez Saá y Pino Solanas mientras que el caso opuesto será su ex aliada Elisa Carrió, quien podrá obtener en la Ciudad de Buenos Aires la mayor victoria porcentual de toda su carrera política. Quizá sea ella la única ganadora que todos descuentan antes de abrir las urnas a las 18.

Quedarán diez semanas hasta las elecciones de octubre, y allí sí comenzará otro ciclo de la política argentina. Por entonces, a Macri le será más útil contar con los consejos de Emilio Monzó que con los de Duran Barba.


domingo, 16 de julio de 2017

Cacería de votos… @dealgunamanera...

Cacería de votos…

Margaritas a los chanchos, Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

El Gobierno agita fantasmas y CFK se suaviza. Sondeos en un padrón que ni mira a Tribunales.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 15/07/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La campaña electoral que desembocará en las Primarias Abiertas, Simultáneas,  y Obligatorias (PASO) ha comenzado. Y en su iniciación, a modo de denominador común, fue notable observar cómo campeó un aire de innegable duranbarbismo. Comenzando por el acto desprovisto de gritos y del folklore y la simbología del peronismo que encabezó Cristina Fernández de Kirchner en Mar del Plata, pasando por el de Sergio Massa en Tigre caminando entre el público y terminando con el Florencio Randazzo, en San Carlos de Bolívar, con su escenario en isla con los asistentes dispuestos en 360 grados. La madre de todas las batallas -la elección en la provincia de Buenos Aires- será muy disputada.

Todos saben que con lo que tienen hoy no les alcanza para ganar, por lo que deben salir a buscar el voto de los indecisos. A horas de producido el lanzamiento de las campañas, el panorama electoral muestra que existe en territorio bonaerense un porcentaje no menor de ciudadanos cuya intención de voto aún no está definida entre el oficialismo y el massismo. La carrera electoral recién comienza y, más allá de las primeras mediciones, nadie sabe a ciencia cierta cuál es hoy y cómo variará ese número de indecisos.

No asustar.

Cerca de María Eugenia Vidal recuerdan que, de acuerdo a sus mediciones,  el 70% de los bonaerenses aún no definió su voto. Desde el Frente Renovador, aseguran que el 60% no se reconoce ni K ni pro gobierno. En tanto, en la vereda kirchnerista sostienen que la polarización se da naturalmente por el antagonismo entre dos modelos de país. El contraste conviene -con algunos matices- a esa estrategia. En materia de imagen, la propia CFK en su acto de lanzamiento siguió los consejos de su asesor estrella, el catalán Antonio Gutiérrez Rubí. Distintos pero no tanto; las interminables puestas en escena de la liturgia K deberán esperar el momento. “No hay que asustar a nadie, al menos en las formas. Después se verá” -aseguró un conocedor de los pasos de Unidad Ciudadana-. Para el kirchnerismo el acto fue una demostración de unidad donde sólo faltaron los intendentes que optaron por Randazzo. “Estamos todos los necesarios” -dijeron con ironía-. 

En el oficialismo saben que varios de los resultados de gestión no llegaron a tiempo, por lo que la opción será insistir en los valores que inspiraron el cambio. Esa será la estrategia de campaña a redoblar. En esa línea, volver al pasado, implicaría un retroceso institucional, económico y social, además de sacrificar transparencia y previsibilidad.

Pero ¿es sostenible la polarización sin un correlato de mejoría en el plano de lo real? Esa pregunta grafica el terreno que busca explorar Sergio Massa desde el Frente Renovador. La economía y la seguridad serán los temas para apuntalar en la coyuntura. Desde el massismo aseguran que el gobierno no está discutiendo propuestas ni mostrando resultados porque la realidad no le juega a favor. “La polarización va a terminar cansando, sobre todo si la economía no arranca” -arriesgan desde el FR- Hay sectores alejados de los fanáticos de paladar negro de uno u otro lado a los que les pesa el día a día. En el massismo los denominan “adherentes blandos” los hay en el PRO y en parte del PJ. Allí apuntará Sergio Massa en lo que resta de la campaña para conseguir nuevos votantes. En ese espacio, se ilusionan con superar los 25 puntos, aun cuando reconocen que a partir de los 20 sería una buena elección.

Mediciones

Un encuestador que conoce los vericuetos del peronismo asegura que CFK se disparó por encima del oficialismo y que la paridad estaría entre el Frente Renovador y Cambiemos -en la lucha por el segundo y tercer lugar-. En el oficialismo, en cambio, reconocen la paridad en el primer puesto en la lucha con CFK, rondando los 28 puntos, con un Massa que no superaría los 24 puntos y un Randazzo entre los 5 y los 8 puntos. Siempre hablando de provincia de Bs As y manteniendo la idea de que una eventual sorpresa de CFK en las PASO serviría para sostener el efecto voto útil en octubre para cerrar filas con el elector que aún no del todo conforme con la actualidad, quiere evitar la vuelta al pasado. Hay algunas cosas que son claras: en la tercera sección electoral -bastión de la pobreza en el que se definirá la elección- el asunto principal será la economía. Hablar allí de las distintas causas judiciales que complican a la ex presidenta es como hablar de la cuadratura del círculo.

¿Será justicia? La semana estuvo cargada de hechos de alto significado judicial. La visita a Washington de los jueces federales Sebastián Ramos, Marcelo Martínez de Giorgi, Daniel Rafecas y Sebastián Casanello y de los fiscales Sergio Rodríguez y Franco Picardipor el caso Odebrecht fue positiva y, por ende, importante. Ahí, en medio de una requisitoria  de extremo resguardo de la confidencialidad, se dieron nombres. En el mantenimiento de ese secreto descansa no sólo la credibilidad de los funcionarios judiciales sino también de la real posibilidad de avanzar en la investigación de los casos de corrupción en los que están envueltos tanto la empresa como los funcionarios del anterior gobierno.

Habrá que ver cómo sigue la saga de esta investigación que, haciendo honor al dicho, ha sido hasta aquí “mucho ruido y pocas nueces”. Notable cuando se lo compara con Brasil, no sólo por la condena del ex presidente Luis Inacio “Lula” Da Silva sino también por el que afectó a otros importantes personajes de la política a los que algunos jueces y fiscales con enjundia y decisión han investigado, juzgado y condenado en tiempo y forma. La justicia lenta no es justicia. Y como botón de muestra, tan solo basta mirar el caso del ex presidente Carlos Menem, convertido hoy en día en un paradigma de impunidad.

Producción periodística: Santiago Serra.




domingo, 2 de julio de 2017

Agitando fantasmas... @dealgunamanera...

Agitando fantasmas...

El soterramiento de Florencio. Florencio Randazzo. Fotografía: Pablo Temes

El Gobierno y CFK insistirán con el miedo. No querer que vuelva el pasado no implica estar conforme con el presente.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 02/07/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

De ahora en más –hasta octubre– todo estará dominado por la campaña electoral. Ahí están, pues, los analistas trabajando a destajo para expresar en números la foto actual de los principales sectores políticos luego de la conformación de las listas, ya en plena pelea por las primarias. A grandes rasgos y a los fines descriptivos, la foto de hoy muestra que los más confiables sostienen una ventaja del oficialismo con 30-35% de adhesiones, seguido por el núcleo duro del kirchnerismo que mantiene entre 25 y 30% de seguidores, y dos sectores bastante parejos que todavía buscan definir su rol: el massismo –con un 10-15%– y el randazzismo –cercano al 10%– en plena construcción. Todos los otros están por detrás. Pero, más allá de los números que distribuyen un cuadro de situación que podría ir variando, ¿cómo está hoy cada uno de los sectores?

En el oficialismo no salen del entusiasmo por la llegada de un peronismo dividido que, además, le sirve en bandeja los errores clásicos del manual de estilo del buen kirchnerista. La campaña sucia –con violencia en la calle–, los aprietes y la utilización política de situaciones penosas como el suicidio del jubilado en las oficinas de la Anses fueron hechos lamentables que contradicen el discurso con aires conciliadores de CFK. Es que la nueva versión que busca imponer el kirchnerismo viene sin las figuras de la vieja guardia pero con su filosofía intacta y recargada. Algo similar sucedió en la campaña de 2011.

Así como el tero oculta sus huevos en el nido y sale a hacer ruido y agitar por lugares lejanos para distraer y proteger el verdadero interés, la dinámica kirchnerista mostrará una CFK mesurada en la primera etapa, de modales casi refinados, análisis precisos y ausentes de grandilocuencia, mientras al menos tres grupos radicalizados de acólitos harán de las suyas para complicar el juego del oficialismo y sus adversarios. La orden de CFK fue concreta: “De ahora en más no se habla de Florencio Randazzo; que ni se lo nombre; literalmente debe ser como si no existiera”, aseguraron fuentes que conocen el mensaje que se les bajó a militantes, seguidores y periodistas amigos.

Entre los grupos radicalizados hay matices: “Los camporistas más duros y algunos cercanos al Cuervo Larroque agitan la idea de que el fantasma de 2001 debe ser algo inminente. Los más moderados reconocen en el actual gobierno un soporte institucional y un grado de apoyo innegable, pero abonan la teoría de que la crisis económica irá socavando ese capital electoral y que hay que estar atentos para agitar y promover el desorden en cualquier oportunidad que se presente.

Por último, los violentos de siempre se jactan y aseguran que lo del piquete en la avenida 9 de Julio fue sólo un botón de muestra, como introducción a lo que vendrá”, explica un dirigente que conoce muy bien la lucha que se da en la calle. “Van a salir a molestar y hacer visibles supuestas protestas en todos los lugares donde se presente el oficialismo o el randazzismo. La idea es complicar a los intendentes y mostrar falta de estabilidad social”, agregaron. Caos necesario para que germine la semilla K.

Los otros

Por el lado del ex ministro del Interior Florencio Randazzo, los matices se van tornando algo inciertos. Sus dos apariciones públicas tuvieron gusto a poco. Algunos esperaban un discurso más definido en cuanto a sus cualidades de liderazgo. En su espacio se ilusionan con llegar a un techo para esta elección de medio término cercano al 15%. Los analistas creen que, hasta el momento, parece un número demasiado lejano. No obstante, esa aspiración puede tener visos de concreción debido a la meseta por la que transita el tercer jugador opositor de la contienda: Sergio Massa.

Más allá del discurso ganador que buscan imponer tanto Massa como Margarita Stolbizer, en el massismo hay verdadera preocupación por la falta de empatía que hay entre su líder y una gran porción del electorado. La baja de su credibilidad y su pasado kirchnerista –argumentos sobre los que machacó el oficialismo– fueron estocadas certeras que, más allá de sus propios errores, finalmente le hicieron daño al hombre de Tigre. “Trabajamos a diario para romper la distancia y generar mayor cercanía con la gente, pero hay algo en Sergio que le impide hacer pie en el votante”, asegura una fuente que conoce la tarea realizada en ese sentido.

¿Será el turno de explotar la figura de Stolbizer? El lugar de mujer honesta y denunciante, la fiscal ciudadana elegida por el pueblo, es sin dudas de Elisa Carrió, y todo hace pensar que si la corrupción no carcome las bases de Cambiemos ella seguirá blandiendo esta bandera y manteniendo a la sombra a cualquiera que pretenda ocupar su lugar.

Una cuestión de matices preocupa tanto a los partidarios de Massa como a los de Randazzo. El grado de cambio que piensan encarnar no parecería estar del todo definido. ¿Por qué la gente debería ver en ellos dos posibles catalizadores capaces de encauzar o matizar aquello en lo que el oficialismo podría estar errando?, se pregunta un prestigioso analista. Hasta el momento esa pregunta queda abierta, en un juego semántico donde “el cambio” fue el eslogan del Gobierno, que hoy busca la continuidad.

Un dato más amenaza con achicar la gran avenida del medio por la que circula el Frente Renovador: la lógica indicaría que todo votante macrista descontento –ya sea por la lentitud en los resultados o por las penurias económicas que gran parte de la clase media está atravesando luego del sinceramiento de la economía– debería encontrar un refugio natural en el Frente Renovador. Sin embargo, hasta el momento eso no está pasando. Es una luz de alarma que amenaza con clausurar la vigencia de la propuesta de la gran avenida del medio por la que insiste en transitar Massa.

El Gobierno, que vive con alivio esa circunstancia, debería ser muy prudente en la evaluación de la dinámica electoral de este tiempo difícil. La situación socioeconómica no da para la euforia. Que mucha gente no quiera volver al pasado no quiere decir que esté feliz con este presente donde las dificultades abundan.

Producción periodística: Santiago Serra.