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domingo, 12 de mayo de 2024

Nada cambió. El Ferrocidio sigue ahí… @dealgunamanera...

Nada cambió. El Ferrocidio sigue ahí…

Bienvenidos al tren, Javier Milei. Dibujo: Pablo Temes

Tras el accidente de Palermo, es obvio que nadie sabe a ciencia cierta cuál es el nivel de acción de los organismos de control del Estado.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 12/05/2024 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

La tragedia estuvo a punto de enseñorearse otra vez en el atribulado devenir de la Argentina. De milagro no se produjeron víctimas fatales, luego del tremendo choque de trenes ocurrido en la media mañana del viernes pasado en las vías del Ferrocarril San Martín a la altura del puente que cruza la avenida Figueroa Alcorta. Víctimas fatales es un eufemismo que se usa para evitar hablar de muertos. La baja velocidad a la que iba el tren de pasajeros que embistió a “La Liviana” –nombre con que se denomina en la jerga ferroviaria a la formación compuesta por una locomotora y un furgón que estaba reparando un tramo de la vía, que viene desde la estación de Retiro– hizo que sólo hubiera heridos y politraumatizados. 

El recuerdo de la Tragedia de Once, sucedida el 22 de febrero de 2012 a las 8.36 de la mañana, fue y es inevitable. Es menester recordar que allí la historia terminó de la peor manera ya que perdieron la vida 51 personas. Falta de mantenimiento, ausencia de controles, obsolescencia del material rodante y corrupción fueron las causas que llevaron a ese desenlace. Fueron la crónica de una tragedia anunciada. Pasaron 12 años, dos meses y 20 días de aquella jornada lúgubre, y, como se ve, nada ha cambiado. Todo sigue igual lo que, en los hechos significa peor.

Desde el nefasto momento en que el expresidente Carlos Menem junto a su ministro de Economía, Domingo Cavallo, hicieron aquel anuncio –lamentable y erróneamente celebrado por muchos–, que postulaba  “ramal que para, ramal que cierra”, se ha vivido un deterioro imparable de gran parte de la vasta red ferroviaria de nuestro país. Se cerraron más de seiscientas estaciones sólo en la provincia de Buenos Aires, hiriendo de muerte a pueblos enteros que quedaron incomunicados y fueron condenados al abandono y la desaparición. Aquel hecho fue el pasaporte que dio paso a ese verdadero disparate. La red ferroviaria debió haber sido cuidada como un verdadero tesoro. 

Hoy en día, los países que marchan a la cabeza del desarrollo privilegian al tren como un medio de transporte altamente seguro y amigable para el medio ambiente. Recuperar lo que se perdió es lisa y llanamente imposible. Hace ya cinco años un informe de la Asociación Latinoamericana de Ferrocarriles determinó que el transporte en camión es dos veces más caro. En Argentina sólo el 5% de la carga comercial se transporta por vía ferroviaria. Esos números se mantienen inalterables. ¿Cómo se explica semejante atraso con cálculos tan elocuentes? Aquí calza perfecto la figura y el imperio que el sindicalista de camioneros Hugo Moyano supo construir al calor y con la complicidad del poder.

El clan Moyano y el grupo de obsecuentes y patoteros que lo rodea ha servido como fuerza de choque y contención de varios de los gobiernos peronistas. Los Moyano son uno o varios grupos empresariales, beneficiados por el poder de turno. Representan la figura perfecta del sindicalista empresario que se posiciona de ambos lados del mostrador. Compañías de servicios de salud, empresas de construcción, negocios en el fútbol, son sólo una muestra de su imperio. Basta con una pregunta para correr el velo al entramado de negocios sucios y poder: ¿Quiénes son los clientes de estas empresas? La respuesta es muy sencilla: la obra social de Camioneros, el sindicato de Camioneros, la Federación de Camioneros, la mutual de Camioneros, el Club de Fútbol Camioneros y el Club Independiente (durante el lapso en que Moyano fue presidente de esa institución cuyo final fue vergonzoso. 

En la actualidad el conspicuo integrante de la casta sindical conserva suficiente poder para imponerse con sus caprichos y decisiones. El mejor ejemplo fue la reforma laboral que no pudo ser convertida en ley tal cual estaba pensada. Efectivamente el corazón de la reforma laboral se fue a la basura. Los sindicatos festejaron la continuidad de los aportes solidarios que cada trabajador debe hacer a su gremio aunque no esté afiliado. Lo mismo ocurrió con la ausencia de sanciones a los bloqueos empresariales, una práctica llevada adelante por la patota de Camioneros en reiteradas oportunidades. Entre otras cosas, la llamada caja sindical ha quedado intacta. Ésta es una descripción de una pequeña parte de la realidad que estanca el crecimiento y la prosperidad de la Argentina como Nación. El final de los trenes que se inició con la soberbia de un expresidente, siguió adelante con la complicidad de los que lo sucedieron en el poder.

El robo de cables y los déficits de mantenimiento del Ferrocarril San Martín –y seguramente de las otras líneas– viene siendo denunciado desde mediados del año pasado. El tema del robo de cables en particular, habla de la degradación social que se vive desde hace ya demasiados años en nuestro país. El riesgo de morir electrocutado en el intento es un ejemplo de la inconsciencia y la marginalidad de quienes cometen tamaño vandalismo. Tan solo queda imaginar la desesperada situación y la falta de apego a la vida de quienes se embarcan en esa locura. Circula en las redes un video de un trabajador ferroviario que, en julio del año pasado, lo explicó y denunció con todas las letras. Sin embargo, durante el gobierno de Alberto Fernández, Cristina Fernández de Kirchner y Sergio Massa, nada se hizo, tanto para evitar esto como para subsanar sus consecuencias. Nada parece haberse hecho tampoco en este gobierno para enmendar esta realidad.

Nadie sabe a ciencia cierta cuál es el nivel de acción y/o eficacia de los organismos de control del Estado. Se recuerda siempre que, en los meses previos a la Tragedia de Once, la Auditoría General de la Nación había emitido un informe donde alertaba sobre la posibilidad de accidentes graves en el Ferrocarril Sarmiento, al que nadie prestó atención. Nada parece mostrar que en el presente las cosas sean diferentes. Asistimos impávidos a lo que Juan Carlos Sena describió a la perfección en su libro como: “El Ferrocidio”.



domingo, 23 de octubre de 2022

Las peligrosísimas imprecisiones y vaguedades de Mauricio Macri... @dealgunamaneraok...

 Las peligrosísimas imprecisiones y vaguedades de Mauricio Macri...



El ex presidente Mauricio Macri. Fotografía: Nicolás Stulberg.

En todas sus intervenciones, el ex presidente es muy enfático cuando se trata de despotricar contra el kirchnerismo y el populismo. Pero, ¿qué va a hacer cuando llegue al poder, si es que le toca? ¿Cuáles serán las medidas concretas?

© Escrito por Ernesto Tenembaum el domingo 23/10/2022 y publicado por el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 

Hace muy poquito tiempo, apenas siete años, la sociedad argentina -o una enorme parte de ella- estaba cansada de 
Cristina Kirchner. En todos los estudios de opinión se expresaba una mayoritaria voluntad de cambio. Luego de un trabajo constante, valiente y muy esforzado, Mauricio Macri logró transformarse en la expresión política de ese deseo. Así, llegó a Presidente de la Nación. Algo parecido intenta ahora. En cada una de sus apariciones vocifera en contra del actual estado de cosas. Se trata de un método que ya le funcionó hace unos años. ¿Por qué no iría a funcionarle ahora que la voluntad de cambio es mucho más fuerte?

En aquel 2015, Macri también era bastante 
ambiguo respecto de lo que haría cuando llegara al poder. Casi nadie le preguntaba demasiado, porque la sociedad privilegiaba su necesidad de cambio. Y a él no le convenía ser muy preciso. Al fin y al cabo, el deseo de cambio unía desde Hugo Moyano hasta Elisa Carrió. Las precisiones, en cambio, podían dividirle al electorado. Sin embargo, había algo que tenía en claro: eliminaría el control de cambios -el famoso cepo- apenas asumiera. El “cepo” era un símbolo rechazado por los argentinos y el candidato se aprovechaba de eso para consolidar votos.

Mucha gente seria le advirtió que no lo hiciera. Los escépticos tenían argumentos muy razonables. Existía una demanda de 
dólares que había sido reprimida durante cuatro años. Si levantaba el cepo los dólares volarían y él tendría que tomar deuda a corto plazo y alto interés para cubrir el bache. Ese escenario sería explosivo. Ante cualquier inconveniente, habría una corrida. Macri respondía que él generaría la confianza necesaria para que eso no ocurriera.

Se confirmaron los peores vaticinios. No fue casualidad. Fue una 
catástrofe muy previsible. Había mucho material escrito sobre qué ocurre cuando se elimina livianamente un régimen de control de cambios. Solo era cuestión de escuchar a economistas diferentes a aquellos que creen que todo se resuelve con un “presupuesto equilibrado”, esos que el prestigioso director de Fiel, Fernando Navajas, describe como “monetaristas de una sola neurona”.

Dado ese antecedente, la pregunta es obvia: ¿la Argentina no estará por 
repetir esa experiencia? ¿Hay algún elemento que permita deducir que, esta vez, las cosas se están pensando con más seriedad?

Alfonso Prat-Gay, ministro de Economía de Cambiemos, juntos al ex presidente Mauricio Macri y al ex jefe de Gabinete Marcos Peña (AP)

En todas sus intervenciones, Macri es muy enfático cuando se trata de despotricar contra el kirchnerismo, denunciar la falacia de las ideas progresistas, luchar por lo que él define como libertad y contra el populismo. De esta manera, intenta interpretar, como en aquel entonces, el espíritu de la época. Pero, ¿qué va a hacer cuando llegue al poder, si es que le toca? ¿Cuáles serán las medidas concretas? ¿Cómo lo va a hacer?

En la gira mediática que hizo para presentar su libro, el ex presidente ofreció indicios preocupantes. En una entrevista con Jonatan Viale, Macri explicaba con soltura que la Argentina no puede vivir con tantos tipos de cambio, que así nadie va a invertir nunca y que en un país normal hay un solo tipo de cambio.

Cierto.

Viale entonces le preguntó:

-Si unificás el tipo de cambio quiere decir que vas a devaluar el oficial. O sea: si ustedes son Gobierno, ¿eso quiere decir que va a haber una devaluación?

Era una pregunta sencilla para un hombre con tanta experiencia. Se trataba apenas de responder con un monosílabo: sí o no. Tal vez con una aclaración posterior. La respuesta completa de Macri es muy ilustrativa de que algunos temas centrales no están resueltos.

-Primero hay que restablecer la confianza con una idea clara de lo que vamos a hacer…

Así arrancó: de la devaluación, nada.

--…Por eso el “para qué” (muestra la tapa de su libro titulado de esa manera)…¿Para qué vas a usar el poder? Para que se sepa que vamos a lograr en la Argentina tener un presupuesto sano. Eso significa que no vamos a gastar más de lo que ingresa…

¿Y el dólar, ingeniero? ¿Qué va a hacer con el dólar?

Para qué, el segundo libro de Mauricio Macri 

Sigue Macri:

--…Vamos a cobrar impuestos razonables. Vamos a hacer una emergencia laboral para que la gente pueda entrar al mercado en blanco. Hoy más de la mitad de la gente está en negro…

Eso, sin duda, es un problema. Pero no era la pregunta.

Continúa el candidato:

--…Acá siguen defendiendo el privilegio de unos poquitos dejando afuera a una mayoría de argentinos. Y vamos a tratar de tener una justicia ordenada porque nadie va a invertir en un país si un juez laboral saca un fallo que hunde a una Pyme. Y eso pasa todos los días. Entonces todas esas cosas las tenemos que arreglar…

A estas alturas ya era inútil tener la esperanza de que Macri iba a aclarar cómo unificaría el tipo de cambio.

Pero él seguía:

--…Dejame decirte una cosa. De vuelta, para la positividad. He viajado mucho por Medio Oriente. He viajado por los Estados Unidos, por Europa, en China mantengo las relaciones…

Ajá.

--…Todos siguen pensando, más después de la guerra, que una zona de paz como América Latina para proveerse de alimentos y energías es estratégica. Ahora: no están dispuestos a darnos más plata para que despilfarremos el dinero en corruptelas, no están dispuestos a poner plata en un país donde ellos, sus ciudadanos se ajustan el cinturón y nosotros no estamos dispuestos a pagar las tarifas que corresponden. Están dispuestos a financiar a un país con gente normal…

Macri hizo, como quien dice, un gran firulete pero evitó responder un planteo sencillo y definitorio. Si el cepo está mal, ¿va a 
unificar? ¿eso significa que va a devaluar? Es un problema complejísimo: si no unifica deberá seguir conviviendo con múltiples tipos de cambio; si lo hace la inflación puede ser tremenda. Por eso son necesarias más explicaciones. Algo más que eso al menos. Un pequeño esfuerzo que aclare, al menos, que entiende el problema, que reconozca que no basta con principios generales para gobernar.

-El levantamiento del cepo: ¿inmediato? ¿A mediano plazo?
—le preguntó Diego Shenkman unos días después.

Macri hizo una pausa.

-Va a depender de…de qué…de cuál es la situación de partida, de cuál es el apoyo externo que se va a tener, que va a ser poco…y además, de cuan profundo sea el…el…el…el vértice…o la fuerza fiscal, ¿no? Nosotros tenemos que lograr el equilibrio fiscal en el momento cero. No puede esperarse gradualmente. Eso tiene que ser desde el momento cero. Nosotros tenemos que decirle al mundo que nos curamos. No somos más borrachos.

Recorrida de Mauricio Macri junto al diputado Cristian Ritondo por San Nicolás

Pareciera ser, entonces, que si no hay dólares, Macri no levantaría el cepo. Pero, entonces, sería necesario explicar cómo se conseguirían esos dólares y en cuánto tiempo. Las cosas, como se ve, se empiezan a complejizar. No son tan sencillas. Al parecer, además, Macri vincula el levantamiento del cepo con el equilibrio fiscal. Si no hay déficit, eso generaría confianza y eso permitiría levantar el cepo. ¿Será así? Hay economistas muy serios que no ven una relación tan lineal entre ambas cosas. ¿No sería mejor explicarlo mejor?

Hay otro problema con las propuestas generales de Macri. Esta misma semana, el mundo se estremeció con la renuncia de 
Elizabet Truss como primera ministra británica, apenas 45 días después de haber asumido el cargo. Para conseguir su nombramiento, Truss propuso una drástica reducción de los impuestos, entre ellos, de los impuestos a las personas más ricas (“impuestos razonables”, en la jerga de Macri) y un “presupuesto equilibrado”. En un célebre debate, su competidor -el ex ministro de Finanzas conservador, Rishi Sunak- se burló: “Pero Liz, si haces eso, van a subir las tasas de interés y vas a mandar a la quiebra a miles de familia”. Liz no escuchó, como Macri en el 2015 al levantar el cepo y, al mismo tiempo, reducir las retenciones. Los mercados reaccionaron violentamente cuando percibieron los efectos fiscales del recorte de impuestos. Subió la tasa de interés. La libra se devaluó. Truss renunció.

Lograr un 
presupuesto equilibrado –mucho más en un marco de reducción de impuestos- es una operación muy sofisticada, que puede salir mal. Truss ahora, como Macri entonces, asumieron con una retórica pro mercado pero fueron abandonados, justamente, por los mercados. Si un gobierno recorta gastos puede ocurrir que provoque una recesión y que eso reduzca la recaudación. Así las cosas, no se reduciría el déficit: sería una medida dolorosa e inútil a la vez. Macri propone en su último libro abrir la economía y que las empresas que no puedan competir cierren. “Ya les dimos demasiado tiempo”, advirtió. “No puede ser que los argentinos paguen precios más altos porque las industrias son ineficientes”. Eso significaría que habría que importar lo que se dejaría de producir acá. Pero no hay dólares. ¿Y entonces?

Las 
imprecisiones vaguedades de Macri además, aparecen en todos los ámbitos. Macri explicó, por ejemplo, que hay que darles más facultades a las Fuerzas Armadas para que los “pseudomapuches” no interfieran con el desarrollo de Vaca Muerta. Es confuso: Vaca Muerta está viviendo en estos meses un proceso de crecimiento explosivo. Nadie está frenando eso. O sea, que mandaría militares para solucionar a tiros un conflicto que, al menos en los términos en que lo plantea, no existe.

Macri dijo que se pone a llorar cada vez que ve cómo los jóvenes argentinos se van al exterior. “Antes del 2019 se iban los narcos, ahora se van ellos”, dijo. Desde la dirección de Migraciones le respondieron con estadísticas concretas. Antes del 2015, emigraban 50 personas por día, ahora solo 18.

Tal vez esos números estén fraguados.

Puede ser que Macri tenga razón.

O no.

Pero, ¿Cuáles son sus números concretos?

Ninguno.

El libro que acaba de publicar Macri es un ejemplo muy elocuente de esas limitaciones. En la anteúltima página (258) se lee textualmente: “He dejado para el final el tema de la 
educación porque es el más importante de todos”. Pero le dedica apenas un párrafo de 10 líneas. Su experiencia en la presidencia de Boca Juniors, en cambio, mereció 80 páginas. Apenas diez páginas, en cambio, alcanzan para que Macri explique todo lo que hay que hacer en el país. En ningún lugar el libro da cuenta de las dificultades, de la complejidad de cada medida, de las posibilidades de que, aún con las mejores intenciones, todo termine con más inflación y más pobreza, como sucedió en su mandato anterior. Tal vez no tuvo ganas de dedicarle mayor esfuerzo. Seguramente le resultaban más atractivas las anécdotas que compartió con Riquelme, Palermo, Bianchi o el eterno ajuste de cuentas con su padre ya fallecido. Las páginas pasan y pasan. Macri está siempre en el centro de la escena como un líder inteligente, tolerante, humano, con capacidad de aprendizaje. Pero en ese recorrido el país, sus problemas, sus desafíos aparecen apenas como telón de fondo.

Mauricio Macri, ex presidente de la Nación

En este contexto, hay una oración que ubica a Macri en uno de los lugares más extremos de la historia del pensamiento capitalista. Javier Milei aún no llegó tan lejos. Los debates serios acerca de la participación del Estado en la economía han sido siempre muy complejos porque las economías capitalistas, en general, son mixtas. El ejemplo clásico para disuadir a las concepciones más opuestas a la participación estatal es el chileno, donde el Estado es el principal exportador de cobre. Sin embargo, es cierto que algunos teóricos consideran que el Estado solo debería tener cuatro funciones: salud, seguridad, justicia y educación. Macri va aún más allá que ellos. Escribe textualmente: “Pasar de la lógica de un Estado paternalista a uno que se ocupe solo de sus funciones esenciales como son la seguridad, la educación y la justicia requiere un apoyo profundo y un compromiso explícito por parte de los ciudadanos”. ¿No falta una de las funciones esenciales? ¿No se olvidó de la salud pública? ¿Cuál sería la propuesta concreta? ¿Qué se desmantelen todos los servicios de salud que brinda el Estado? ¿No merece un poquito más de desarrollo una idea tan novedosa? ¿Lo haría el primer día como sugiere que hay que hacer todo?

Durante una campaña electoral, es sencillo evitar respuestas complicadas y reemplazarlas por esloganes y banderas ideológicas. Si se quiere, es una de los elementos que se le atribuyen habitualmente al 
populismo, sea de derecha –como en este caso- o de izquierda. Se elige un enemigo real o ficticio y se lo ataca. Eso llena páginas y páginas de libros y minutos y minutos de entrevistas. El enemigo tal cosa y tal otra. Pero, después, llega el momento de gobernar y pasan cosas. Ahora, ¿no será al revés? ¿No ocurrirá que esas heroicas banderas se levantan como una cortina de humo para no tener que explicar demasiado lo que va a hacer?

En las últimas décadas, la Argentina ha pagado un costo muy alto por votar a personas que llegaban con discursos a favor de la justicia social y la distribución del ingreso, pero no sabían cómo alcanzar esos objetivos y provocaban un desastre. Y a otras que llegaban proponiendo construir una economía normal que asegurara la estabilidad y el crecimiento, pero tampoco tenían idea de cómo llegar hasta allí y provocaban otro desastre. Cada tantos años, los argentinos votamos a unos para sacarse de encima a los otros, o viceversa. Siempre con el mismo resultado.

Macri quiere volver al poder envuelto en banderas antipopulistas.

Pero cuando le preguntan qué va hacer con el dólar responde que ha viajado mucho por Medio Oriente.

Qué tranquilidad.


    

domingo, 22 de noviembre de 2020

Las mentiras de siempre… @dealgunamanera...

 Las mentiras de siempre…  

Cuando la mentira es la verdad. Dibujo: Pablo Temes.

La burla del ajuste a los jubilados, búsqueda de impunidad en la Justicia y un impuesto irritante: kirchnerismo puro. 

© Escrito por Nelson Castro el domingo 22/11/2020 y publicado por el Diario Perfil  de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 

Como cada uno de los gobiernos precedentes, este llegó al poder con la promesa de mejorar la triste e indigna situación de los jubilados.

 

Y, como todos los otros, miente. El anuncio del aumento a los jubilados tuvo una puesta en escena que terminó transformándolo en algo obsceno. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y la titular de la Anses, Fernanda Raverta, actuaron como si estuvieran dando una gran noticia.

 

“Los jubilados le están ganando a la inflación”, dijo Cafiero, en una exhibición de ignorancia o de cinismo. El aumento fue del 5% para quienes ganan la mínima, es decir, de 900 pesos, o 30 pesos por día. Un litro de leche de segunda marca está en 48 pesos.

 

El otro hecho curioso ante esta ignominia fue el silencio absoluto de los sectores afines al Gobierno que hacen de la defensa de los pobres –ser jubilado en la Argentina es sinónimo de pobreza– un supuesto dogma. Ni la CGT, ni Hugo Moyano, ni Juan Grabois, ni La Cámpora, ni el Partido Justicialista, ni Sergio Massa, ni Axel Kicillof –y la nómina sigue– esbozaron la más leve crítica. De haberlo hecho Macri, habrían puesto el grito en el cielo.   

 

Impunidad. La modificación de las reglas que enmarcan el funcionamiento de la Procuraduría General de la Nación es un objetivo clave para Cristina Kirchner y sus secuaces. En ese contexto, la postulación de Daniel Rafecas para ocupar el cargo de procurador ya no importa.

 

En poco tiempo, el denominado sistema de justicia acusatorio llegará a los tribunales. Bajo esta modalidad son los fiscales quienes impulsan, acusan o congelan las causas que arriban a sus despachos. De ahí el revuelo político y mediático por la elección del nuevo procurador y el intento de modificar las normas para su elección. Un procurador –que es el jefe de los fiscales–, permeable al poder podría ser la llave para controlar el ritmo y el avance de las causas que más inquietan a una parte significativa de la dirigencia política.

 

Daniel Rafecas ha picado en punta como el candidato del Presidente. Perdido en la memoria de muchos está el episodio que le debió haber valido su cesantía del cargo de juez, por el cual, siendo el juez instructor de la causa, le daba consejos a Fabián Carosso Donatiello que supuestamente le había alquilado a Amado Boudou el departamento de Puerto Madero en que vivía Alejandro Vanderbroele.

 

Desde la oposición, Elisa Carrió postula a Rafecas como “el mal menor”. El mismo argumento podría también ser aplicado por la ex presidenta en funciones. CFK no guarda simpatía alguna por Rafecas, pero el pragmatismo es su manera de hacer política. Rafecas podría ser anecdótico si se logra modificar parte del sistema.

 

El viernes, la Comisión de Justicia y Asuntos Penales del Senado emitió dictamen del proyecto que establece que la elección del procurador será con mayoría simple y le pone plazo de cinco años a la duración del cargo, que hoy es vitalicio. Es un proyecto del senador por Río Negro Alberto Weretilneck, quien, con su alianza con el Frente de Todos, ha demostrado la vigencia que el panquequismo tiene en la vida política vernácula. La mayoría simple se logra con 37 votos (algo bastante probable para el oficialismo) en lugar de los dos tercios que implican las lejanas 48 voluntades.

 

La ecuación es sencilla: si el jefe de los fiscales no es amable con el poder de turno, se reemplaza por otro más amigable.

 

La Carta al FMI (Episodio II) y el poder del Senado.  El Senado es el territorio por excelencia de CFK. Fuentes del bloque del FdT así lo confirmaron: “La carta tuvo por objetivo plantear una visión del tipo de relación que queremos, o que no queremos, con el FMI.

 

No buscó condicionar la negociación en curso. Al contrario, fue un acto de respaldo al Presidente. Pero no olvidamos lo que pasó con Mauricio Claver, entonces asesor de Trump que representaba a Estados Unidos en el FMI. Ese funcionario tenía vínculos con Nicolás Dujovne y facilitó el apoyo del Fondo a la Argentina para que Cambiemos lograra la reelección y el país colabore con los intereses norteamericanos en la región alejándose del eje Venezuela”.

 

Entre los enviados del Fondo a Buenos Aires la carta produjo hilaridad y desconcierto. Hilaridad por el hecho anacrónico de recibir una carta en tiempos en que todas las comunicaciones de ese tipo circulan por email. “Hasta en eso atrasa el kirchnerismo”, decía un funcionario del FMI en Washington que sigue la negociación con el gobierno de AF. Y desconcierto por lo mal parado que lo dejó al ministro de Economía, Martín Guzmán. “Lo deberían cuidar un poco más”, afirmó la misma fuente.   

 

Las internas dentro del oficialismo y el mal humor de la ex presidenta en funciones no son secreto ni novedad. “Lo que hay no es enojo es cierta impotencia. El tiempo, la forma y la falta de impronta de la gestión es lo que exaspera a Cristina. Pero no solo a ella sino también a muchos dentro del Frente. No hay contundencia”, dice un kirchnerista, que agrega: “El manejo de la pandemia como hecho político no dio resultado y ya está agotado.

 

El anuncio del acuerdo para la vacuna rusa fue tan mal manejado que casi se nos viene en contra. A ver cómo se mueven con el ajuste. Ya hubo ruido con el nuevo cálculo de los haberes de los jubilados. Sin Cristina, la épica del día a día no tiene consistencia, no saben cómo sostener la iniciativa”.

 

Impuesto. 


El impuesto a las grandes fortunas volvió a dinamitar los puentes que AF había construido con los empresarios. Las críticas llegaron desde AEA y la UIA y de sectores de las pymes.


“Nos volvimos a equivocar. Creímos que habría correcciones. Pensamos que habíamos establecido un diálogo sincero y con visión de futuro pero, con este tipo de medidas, no hay futuro posible”, dijo uno de ellos.

 

El trágicamente fallecido Jorge Brito –el banquero del peronismo y del kirchnerismo– que hace poco había organizado un encuentro entre Máximo Kirchner y los empresarios más importantes del país, intentó entre el lunes y el martes hablar con el hijo de Cristina para advertirle los efectos negativos de la iniciativa en la economía. Fracasó en su intento. Máximo no le atendió el teléfono; el Presidente, tampoco.  

 

El difunto banquero, de contacto frecuente con Alberto vía WhatsApp, advirtió  que vendrá “una rebelión fiscal como nunca se ha visto”.

 

Esa es la esencia del kirchnerismo: donde no lo hay, crear un conflicto.







domingo, 6 de septiembre de 2020

Reforma Judicial. Fernández y Fernández… @dealgunamanera...

Reforma Judicial. Fernández y Fernández…

‘Siempre listo’ Sergio Berni. Dibujo: Pablo Temes

La vicepresidenta recibió a un histórico operador en Comodoro Py. Avanza en construir una justicia a medida.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/09/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Los efectos adversos que el poder genera en las personas son complejos. El sentimiento de omnipotencia se despliega en toda su dimensión, aparecen comportamientos extravagantes, sorprendentes y, a veces, contradictorios e inexplicables. ¿Cómo explicar que un presidente que amenazó con someter a un proceso penal a los que durante esta larga cuarentena se reunieran en un domicilio invite a Olivos a Hugo Moyano y parte de su familia a compartir un almuerzo que incluyó una foto sin barbijo y sin distanciamiento social?  

En la dinámica psicológica del ejercicio del poder se distinguen tres rasgos esenciales: el absolutismo, la hegemonía y la intolerancia.

Salvo excepciones, quien ocupa una posición de poder busca siempre el absolutismo, la totalidad del poder. Para eso necesita la implantación del pensamiento hegemónico. Es ese afán de hegemonía el que hace que el poderoso sea un ser intolerante frente al pensamiento distinto.

La democracia como concepción política y la república como sistema representan las barreras que las sociedades crearon para poner freno a esos desvaríos que llenan páginas de la historia.  

Alberto Fernández llegó a la presidencia de la Nación con una promesa que hizo pública a lo largo de toda su campaña: terminar con la división política profunda que, como una nube tóxica, se ha venido extendiendo a lo largo y a lo ancho del país desde hace años. Dividió Néstor Kirchner; dividió y divide Cristina Fernández de Kirchnerdividió y divide Mauricio Macri.

"No solo debemos tolerar al que piensa distinto. Con eso no alcanza. Debemos respetarlo", dijo decenas de veces el hoy presidente durante el tiempo electoral. Por eso causó estupor –y alarma– cuando, en la reunión del peronismo que hubo en la semana que pasó, expresó: “No veo la hora de que esta pandemia se termine, porque estoy seguro de que ese día vamos a salir a la calle y ese día sí va a haber un banderazo, un banderazo de los argentinos de bien".

Nadie sabe aún si el Dr. Fernández se ha dado cuenta de la barrabasada que representa su infeliz frase. Cuando a la diversidad de ideas –es decir, el pluralismo– se la encuadra dentro de la categoría del bien y del mal, no hay posibilidad de convivencia posible. Si el que piensa diferente representa el mal no hay posibilidad de diálogo. Con el mal no se dialoga.
  
El mal es intolerable.

El pensamiento diferente enriquece ya por el mismo proceso intelectual de analizarlo ya sea para coincidir o para rebatirlo. Al mal se lo combate. Al pensamiento diferente, en cambio, se lo debate.

El concepto de identificar al otro con el mal nos conduce directamente a la categoría de amigo-enemigo de tan nefasta y lamentable raigambre en la historia de la Argentina.

Cuando en la noche del sábado 18 de noviembre de 1972 el general Juan Domingo Perón se abrazó en su casa de la calle Gaspar Campos con el Dr. Ricardo Balbín, le dijo: “El pueblo todo quiere que usted y yo nos unamos. Nos hemos peleado inútilmente durante 25 años”. Lo triste fue que, cuando se dieron cuenta de lo estéril de esas disputas feroces, ya se les había ido la vida.

Ahora, las tomas de Tierra. Las tomas, actos ilegales, nunca son producto del azar. Hay detrás una maquinaria política, legal y económica que se monta sobre la acuciante necesidad de miles de personas por no tener una vivienda digna. Hace unas pocas semanas, más allá de sus habituales comentarios provocadores, Juan Grabois aludió a las tomas, lo que fue una advertencia sobre algo inminente.

Al hacerlo, puso al oficialismo en un brete en el que aún está. Las contradicciones y disputas que se produjeron entre el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni; la ministra de Seguridad de Nación, Sabina Frederic, los dirigentes del Movimiento Evita y el gobernador Axel Kicillof hablan de la confusión en ámbitos del oficialismo.

Mientras tanto, Daniel Arroyo trabaja para quitar poder a los movimientos sociales a través de la tarjeta alimentaria. La transferencia a los comedores saca intermediarios. “Del 100% del presupuesto del Ministerio, los movimientos sociales se llevaban el 25%; ese porcentaje se ha reducido al 10%”, afirman en su cercanía.

Avatares de la reforma judicial K. Tras la bochornosa sesión en Diputados del miércoles, un hecho ilustra el superlativo interés de la vicepresidenta por la reforma judicial: el encuentro previo al debate que tuvo con el auditor Javier Fernández, el histórico operador judicial del kirchnerismo en Comodoro Py.

Fernández, quien tiene mandato en la Auditoría General de la Nación hasta 2022, había caído en desgracia a fines del kirchnerato por sus contactos con Jaime Stiusso. Como tantos otros, limó asperezas con CFK, por lo que los encuentros con ella, Máximo y el representante de La Cámpora en la AGN, Juan Ignacio Forlón, son habituales.

La reforma judicial obtuvo media sanción horas después de ese encuentro, con modificaciones que incluían la eliminación de la insostenible cláusula mordaza para la prensa propuesta por el amanuense de la vice, el senador Oscar Parrilli.

Vale la pena recordar lo que opinaba Fernández sobre la reforma judicial de 2013 –una de las dos que se presentaron en los últimos veinte años según CFK– y que luego fue frenada por la Corte Suprema. “Le dije a la presidenta que iba a ser inconstitucional. Ella me dijo que no.

Pero lo que hizo fue unir a todos en la corporación judicial. Estuvo mal asesorada... No hay que meterse en los poderes. Tenés que dialogar”, aconsejó Fernández en una nota a la revista Crisis, en septiembre de 2019. Por lo que se ve, CFK sigue haciendo caso omiso de los consejos del auditor Fernández. El diálogo es una práctica ausente en su conducta política.  


Los que conocen los detalles de ese diálogo aseguran que, para cumplir el rol de operador judicial que supo tener, Javier Fernández pide ser designado en el Consejo de la Magistratura. Por si alguien lo olvidó, CFK quiere un Poder Judicial sometido al Gobierno.