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miércoles, 31 de agosto de 2022

El endeudamiento durante la presidencia de Mauricio Macri… dealgunamaneraok...

El endeudamiento durante la presidencia de Mauricio Macri…

 


Caracteriza el proceso de endeudamiento por parte de Cambiemos no solo en términos macroeconómicos y financieros sino también legales, desnudando el desapego institucional que el gobierno tuvo desde sus inicios.

© Escrito por Sebastián Soler (*) el lunes 10/01/2019 y publicado por Voces del Fénix de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.  

Enumerar las cifras que exponen la magnitud y el costo de la deuda pública incurrida durante la presidencia de Mauricio Macri es un ejercicio masoquista pero ineludible para comprender el formidable lastre financiero que su gobierno legará a quien lo suceda en diciembre. Describir algunas de las estratagemas legales de las que se valió el oficialismo para contraerla puede servir para revelar el desapego institucional que caracterizó a su gestión desde el inicio. Ambas cuestiones se abordan a continuación.

La magnitud de la deuda

La información más reciente sobre la deuda del gobierno nacional publicada en la página oficial del Ministerio de Hacienda incluye los datos al cierre del segundo trimestre de 2019 y, por lo tanto, no refleja aún los efectos de la recaída devaluatoria padecida en agosto, especialmente el deterioro inevitable de los índices que miden distintos aspectos de la deuda en relación al producto interno bruto (PIB).1

Al 30 de junio de este año, la deuda pública total del gobierno nacional sumaba U$S337.267 millones, 115.000 millones de dólares más que los U$S222.703 millones de deuda que Macri heredó del gobierno anterior (sin incluir en el punto de partida los reclamos de los fondos buitre por U$S17.962 millones cuyo pago Macri decidió saldar tan pronto asumió).

Esa deuda equivalía al 80,7% del PIB al final del primer semestre y es probable que cuando termine 2019 el gobierno nacional les deba a sus acreedores más dinero que el que los argentinos producimos en un año. Recordemos que cuando Macri inició su mandato, en diciembre de 2015, la deuda pública de la administración central representaba solo 52,6% del PIB (y menos del 50% si se excluye el reclamo de los fondos buitre).

El costo financiero de la deuda

Pagar los intereses de la deuda pública nos costará este año casi el doble de lo que nos costó durante el último año de gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. En 2015 los servicios de interés equivalieron al 2% del PIB y al 7,9% de los recursos tributarios; este año se estima que insumirán no menos del 3,7% del PIB y el 16,1% de la recaudación impositiva.

Tampoco es una ganga el costo que debe pagar el país por los U$S44.100 millones que el Fondo Monetario Internacional ya le prestó al gobierno de Macri. Cuando Nicolás Dujovne anunció la firma del acuerdo stand-by, en junio de 2018, el entonces ministro de Hacienda argumentó que “el FMI es el financiamiento más barato que tenemos disponible”. Dujovne tenía razón, pero la palabra clave de su frase es “disponible”, no “barato”. Sumando cargos y comisiones, el FMI cobra aproximadamente 4% anual por cada dólar que nos presta.

Es una tasa más económica que el 9% o 10% que el mercado le hubiera exigido al gobierno en aquel momento, cuando el riesgo país, que mide la diferencia entre el rendimiento de un bono soberano argentino y uno del gobierno de los Estados Unidos de duración similar, oscilaba entre los 500 y 600 puntos básicos (y ni hablar ahora que esa brecha supera los 2.200 puntos). Pero ese cálculo es mera especulación teórica porque en la práctica el mercado internacional de deuda ya estaba clausurado para la Argentina desde febrero de 2018. La comparación relevante debería ser con el interés que pagan para financiarse los demás países.

Por ejemplo, en nuestra región, Chile, Perú y Uruguay pueden conseguir financiamiento en dólares del sector privado a un costo igual o menor al que nos cobra el FMI y a plazos más largos. En una época de tasas de interés tan bajas, cuando no insignificantes, o incluso negativas, el costo de financiarse con el Fondo no es precisamente barato.

La composición de la deuda

El volumen y el costo de la deuda son solo una parte del problema. También debe preocuparnos en qué moneda nos hemos obligado a repagarla y a quiénes se la debemos, porque esos datos influyen sobre la dificultad para refinanciarla.

Al 30 de junio de este año, el 76,8% de la deuda pública estaba denominado en moneda extranjera (comparado con el 69,3% en 2015), y el peso de esa deuda, medida en relación con las exportaciones, no ha cesado de engordar año tras año desde que nos gobierna Macri: 212% en 2015, 252% en 2016, 296% en 2017 y 328% en 2018.

En diciembre de 2015, la deuda del gobierno nacional considerada “externa” porque sus acreedores residen en el extranjero representaba el 28,5% del total (y equivalía apenas al 13,9% del PIB); al 30 de junio de este año, la deuda externa ya ronda el 50% del total (y equivale al 40,1% del PIB).

Según cálculos del Observatorio de la Deuda Externa de la Universidad Metropolitana de la Educación y el Trabajo (UMET), al final de la presidencia de Fernández de Kirchner los acreedores de casi dos tercios de la deuda del gobierno nacional eran entidades del sector público (64,0% sector público, 23,8% sector privado y 12,2% organismos multilaterales y bilaterales). Esa relación se invirtió durante la presidencia de Macri: al 30 de junio de 2019, la deuda del gobierno nacional estaba en manos de acreedores privados en un 42,8%, de organismos multilaterales y bilaterales en un 20,2% y del sector público en un 37 por ciento.

Es decir, tras tres años y medio de gobierno de Macri, no solo debemos más dinero que antes, sino que se lo debemos sobre todo a acreedores privados extranjeros y en moneda extranjera.

La carga adicional de la deuda de las provincias

Entre marzo de 2016 y diciembre de 2017, trece provincias y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires emularon al gobierno nacional y emitieron títulos de deuda denominados en moneda extranjera por un total de U$S11.581 millones, principalmente para financiar gasto corriente en pesos. Incluso la provincia de Buenos Aires primereó a la Nación vendiendo U$S1.250 millones de bonos en dólares a una tasa de 9,13% en marzo de 2016. Debe haber contribuido al éxito de la operación que las autoridades bonaerenses no reprodujeron en el prospecto que les entregaron a los inversores la queja de su gobernadora por haber recibido “una provincia quebrada”.

Las provincias deberán devolver los dólares obtenidos mediante esas emisiones con los pesos cada vez más devaluados provenientes de su recaudación tributaria o de las regalías hidrocarburíferas, en los casos de aquellas provincias productoras de hidrocarburos que las cedieron en garantía, lo cual generará una presión adicional sobre el mercado de cambios cada vez que tengan que pagar los servicios de interés y capital.

Vencimientos de deuda durante el próximo mandato presidencial

Según los cálculos del Ministerio de Hacienda basados en las cifras y el tipo de cambio al 30 de junio de 2019, el próximo presidente deberá afrontar durante sus cuatro años de mandato vencimientos de capital e intereses de la deuda pública del gobierno nacional por un total de U$S202.077 millones: U$S44.232 millones de capital y U$S16.606 millones de intereses en 2020, U$S34.848 millones de capital y U$S12.119 millones de intereses en 2021, U$S39.997 millones de capital y U$S10.363 millones de intereses en 2022, y U$S35.686 millones de capital y U$S8.223 millones de intereses en 2023. El 75% de esa deuda está denominada y debe pagarse en moneda extranjera.

Debido a la fecha de corte del 30 de junio, esas cifras no incluyen los U$S5.400 millones del último tramo del préstamo stand-by que el FMI le transfirió al gobierno en julio pasado ni, claro está, los U$S5.400 millones del tramo siguiente cuyo desembolso fue suspendido por el organismo. Tampoco reflejan los pagos de capital por un monto equivalente a U$S7.000 millones de las letras del tesoro de corto plazo en dólares y pesos, cuyos vencimientos fueron diferidos para el año próximo por decisión unilateral del gobierno.

Cien años y cincuenta y siete mil millones de deuda a sola firma

El gobierno desafió la legalidad para concretar las dos operaciones de deuda más emblemáticas de su gestión: el bono centenario y el préstamo del FMI que nos endeudaron, respectivamente, por el período más prolongado y por el monto más grande de nuestra historia como nación independiente.

En junio de 2017, la República Argentina resolvió endeudarse en dólares por U$S2.750 millones, comprometiéndose a pagar un interés anual de 7,125% durante los cien años siguientes. Por “República Argentina” debe entenderse “Luis Andrés Caputo”, el nombre del único funcionario público que firmó la Resolución 97-E/2017 del Ministerio de Finanzas mediante la cual nuestro país emitió los bonos con vencimiento en el año 2117 que instrumentaron esa obligación secular.

La emisión del bono centenario es apenas un ejemplo, pero tal vez el más elocuente, de una táctica legal que el gobierno de Macri perfeccionó para conseguir sus objetivos financieros ahorrándose las molestias del debate parlamentario y el escrutinio público. Consistió en circunscribir al máximo y diluir en ambigüedades las disposiciones generales incluidas en la ley formal y reservar para la reglamentación posterior, mediante decreto del presidente o mera resolución de alguno de sus subordinados, la facultad decisiva de precisar los detalles verdaderamente relevantes de la legislación.

La secuencia legislativa utilizada para aprobar y disponer la emisión del bono centenario ilustra el método: El artículo 60 de la ley 24.156 de Administración Financiera y de los Sistemas de Control del Sector Público Nacional establece que las operaciones de crédito público del gobierno nacional deben ser autorizadas por la ley de presupuesto o por una ley específica que debe indicar, “como mínimo”, ciertas características de las operaciones, entre las que se incluye “el plazo mínimo de amortización”, pero no dice nada sobre el plazo máximo.

Acatando formalmente ese requisito, el artículo 34 de la ley 27.341 del Presupuesto 2017 y su planilla anexa, sancionados a instancias del Poder Ejecutivo, habilitaron al gobierno nacional a realizar operaciones de crédito público con plazos mínimos de entre noventa días y cuatro años, pero obviaron señalar sus plazos máximos. El decreto 29/2017 del presidente Macri implementó dicha autorización facultando al Ministerio de Finanzas a emitir títulos públicos por hasta U$S20.000 millones y determinar las “épocas, plazos, métodos y procedimientos” de su emisión. Fue en ejercicio de dicha facultad que el entonces ministro Caputo dictó la Resolución 97-E/2017 y dispuso la emisión del bono de cien años de duración.

Una lectura superficialmente literal de ese encadenamiento de normas justificaría la decisión de Caputo con el argumento de que la Ley de Administración Financiera no requería que la Ley de Presupuesto señalara un plazo máximo, los legisladores omitieron indicar uno y el presidente le delegó al ministro la potestad de fijarlo. Sin embargo, esa interpretación soslaya los requisitos de proporcionalidad y razonabilidad que deben satisfacer los actos administrativos, en especial cuando se ejecutan en ejercicio de facultades discrecionales.

Es a la luz de esos principios que debe interpretarse la expresión “como mínimo” que precede la lista de características de las operaciones de crédito público que, conforme el artículo 60 de la Ley de Administración Financiera, debía precisar la Ley de Presupuesto del ejercicio 2017. Tal vez hubiera sido razonable y proporcional que el ministro Caputo aprovechara la laguna normativa de la Ley de Administración Financiera y la omisión de un plazo máximo en la Ley de Presupuesto para resolver la emisión de un bono con treinta años de plazo, un período equivalente al de otros títulos públicos que ya estaban en circulación.

Pero la misma lógica no se aplica a la emisión de un bono centenario inédito, cuyas características extraordinarias no fueron anticipadas en el mensaje del Poder Ejecutivo que prologó el proyecto de ley de presupuesto enviado al Congreso, contempladas por las Cámaras en el debate que precedió a su sanción, o mencionadas por el Presidente en los considerandos del decreto que le delegó a Caputo la facultad de endeudar a sus compatriotas por un siglo.

Un año más tarde, el gobierno volvió a utilizar el método de endeudamiento “a sola firma” cuando en junio de 2018 le pidió al FMI una línea de crédito stand-by de U$S50.000 millones (incrementada a U$S57.000 millones en septiembre), de la cual ya retiró U$S44.679 millones y pugna por obtener otros U$S5.400 millones antes del final del mandato de Macri.

No hay ley del Congreso, decreto del Presidente o resolución ministerial que haya dispuesto específicamente endeudarnos de esa manera y por semejante monto con el FMI. La única evidencia de la voluntad del Estado argentino son las firmas de Nicolás Dujovne y Federico Sturzenegger, que por entonces ocupaban los cargos de ministro de Hacienda y presidente del Banco Central, al pie de la carta de intención, de fecha 12 de junio de 2018, enviada a la directora gerente del Fondo Christine Lagarde, “solicitando formalmente un acuerdo stand-by del FMI”.

El gobierno volvió a recurrir a una interpretación literal del texto del artículo 60 de la Ley de Administración Financiera para justificar que fueran suficientes las firmas de Dujovne y Sturzenegger para pedirle miles de millones de dólares prestados al FMI como antes adujo que le alcanzaba con la de Caputo para endeudarnos por cien años.

En el caso del stand-by se aferra al último párrafo del artículo, que “exceptúa” del requisito de autorizar las operaciones de crédito público mediante la ley de presupuesto o una ley específica si se trata de “operaciones de crédito público que formalice el Poder Ejecutivo nacional con los organismos financieros internacionales de los que la Nación forma parte”. Sería un argumento atendible si se tratara de uno de los préstamos considerados “normales” por los reglamentos del FMI, cuyos desembolsos anuales no pueden superar el 145% de la cuota del país miembro en cada uno de los tres años de duración del acuerdo.

Pero el préstamo stand-by solicitado por Dujovne y Sturzenegger es un acuerdo de “acceso excepcional” cuyo monto equivale aproximadamente al 1.270% de la cuota que paga nuestra nación para “formar parte” del FMI y representa el crédito más grande en toda la historia del organismo.

¿Cuál sería el límite de la duración de un bono o de la magnitud de un crédito del FMI implementados sin autorización legal si prevaleciera esta interpretación literal de las disposiciones del artículo 60 de la Ley de Administración Financiera? Los antecedentes mencionados sugieren que no los habría. Según esa lógica, quien pidió cincuenta mil millones, podría pedir cien mil millones, y quien nos endeudó hasta el año 2117, también podría colocar un bono “perpetuo”, como los que antaño emitieron el Reino Unido y los Estados Unidos.

El Congreso sancionó la Ley de Administración Financiera en 1992 y el texto de las dos disposiciones mencionadas de su artículo 60 –la omisión del plazo máximo en la lista de características del endeudamiento que deben ser autorizadas por ley y la excepción para los créditos de los organismos internacionales– permanece inalterado desde entonces.

Tal vez haya llegado el momento de enmendarlo para, por ejemplo, exigir autorización específica mediante ley para cualquier operación de crédito público cuyo plazo supere los diez años y para cualquier financiación de un organismo internacional que exceda determinado monto o no consista en la renovación de un acuerdo vigente en condiciones más favorables.


1Salvo cuando se indica lo contrario, los datos sobre la deuda pública del gobierno nacional provienen de la información oficial difundida en la página de la Secretaría de Finanzas del Ministerio de Hacienda, que se puede consultar en: 

https://www.argentina.gob.ar/hacienda/finanzas/deudapublica/informes-trimestrales-de-la-deuda
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* Abogado de la Universidad Nacional de Rosario y Máster en Derecho de la Universidad de Harvard. Miembro del Consejo Administrativo de FIDE.



   

domingo, 24 de julio de 2022

Lo que hay es la nada… @dealgunamaneraok...

 Lo que hay es la nada… 

Propaladora del odio II. Dibujo: Pablo Temes 

El Presidente desempolva recetas vetustas y la vice busca poner en agenda sus problemas con la Justicia. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 22/07/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


La supuesta calma cambiaria del viernes no existió. Lo que ocurrió es que prácticamente no hubo operaciones, porque no había un precio cierto, y nadie quería quedarse con un exceso de pesos en la mano”, aseguró un operador del mercado cambiario. Aun así el dólar volvió a avanzar.  

El Gobierno terminó con lo justo su semana más crítica desde que llegó al poder. Pero la crisis no ha mermado, muy por el contrario, las medidas anunciadas por la ministra de Economía, Silvina Batakis, no fueron suficientes. “¿Alguien cree seriamente que con un dólar diferenciado para turistas, la promesa de cerrar el ingreso de trabajadores al Estado y la especulación sobre un dólar-agro que seduzca a los tenedores de granos van a enderezar el rumbo de una crisis que en el fondo es política? –se preguntó un analista político, que apuntó directo hacia la falta de credibilidad del Gobierno.

Han pasado tres semanas desde la asunción de Batakis y lo que hay es la nada. La nada significa primeramente que no hay plata. Ese es un problema clave para cualquier gobierno y, mucho más, para un gobierno peronista. El populismo basa su accionar en la distribución de los dineros públicos. Hoy, ese dinero no está y es poco probable que lo haya en la dimensión que exige la crítica situación socioeconómica del país.   

Cristina se puso a gobernar 

Esa falta de dineros públicos complica, además, la gestión de los gobiernos provinciales y municipales. Por eso tanto los gobernadores como los intendentes –sobre todo del Conurbano Bonaerense– le vienen reclamando a la ministra esos fondos comprometidos que no les han llegado. Eso retrasa la dinámica de la obra pública de importancia para la propaganda política de la próxima campaña electoral. Por eso costó tanto hacer que los gobernadores asistieran a las reuniones, convocadas primero por Batakis y después por Alberto Fernández 

La intrascendencia del Presidente se consolida semana tras semana. Da pena verlo errando por distintas localidades, inaugurando obras mínimas –una rotonda, una sala de primeros auxilios, el asfalto de una cuadra, obras ya inauguradas– o haciendo anuncios de nula factibilidad.  

En ese mar de la nada por el que navega el Gobierno –en el que la ausencia de ideas es monumental–, se apagó la luz de esperanza que representaba la reunión bilateral con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden quien, contagiado de covid-19, ha debido suspender su agenda por al menos una semana. “Esperábamos la foto de Alberto en la Casa Blanca para ganar un poco de oxígeno”, graficó una voz del oficialismo. En Washington hubo alivio por la suspensión de una reunión que, más allá de las palabras de circunstancias, para la Administración Biden no aportaba ni significaba nada. Más allá de que en algún momento esa bilateral se concrete, está claro que no forma parte de las prioridades del gobierno estadounidense.    

Quien estará en Washington en las próximas horas es la ministra Batakis. Va para pedir ayuda al Fondo Monetario Internacional. Es curioso este doble discurso del kirchnerismo pidiendo un salvavidas a los mismos que denigra en sus discursos públicos. La contradicción y la mentira son su esencia. 

Un gobierno sin rumbo 

Dentro del propio gabinete y algunos osados del Frente de Todos contra Todos piden a gritos que las cabezas del Ejecutivo den una señal de unidad. “Lo que más nos preocupa es que ya corrió tanta agua podrida debajo del puente que aunque se saquen una foto protocolar o de intercambio laboral, probablemente ya sea tarde. Nadie le cree a nadie y eso es muy difícil de revertir”, aseguró una voz de la Casa Rosada que se lamenta por las oportunidades perdidas. En ese ámbito decididamente tóxico las caras hablan por sí solas. Todo es desánimo. 

Grabois es un energúmeno. Hay dos palabras que no se pueden pronunciar en este contexto: sangre y saqueos. Si se prende la mecha ¿Quién la apaga?”, concluyó la misma fuente. 

Todos tienen la sensación de que ya es tarde, hasta soltaron el globo de ensayo para sondear la postura de la oposición ante un posible acuerdo que permita llegar de manera más holgada al 2023. Las  cabezas de la oposición lo rechazaron de plano públicamente. Un miembro encumbrado del Poder Legislativo fue más duro aún: “No hay paño para nada. No generan confianza y nos siguen agrediendo para después decir públicamente que necesitan ayuda. Si alguien de nuestro espacio se detiene a pensarlo seriamente, yo creo que JxC se rompe en mil pedazos”. Así de contundente y con una lógica respaldada por la realidad. Una realidad minada por la propia impericia e imprudencia sembrada por el Frente de Todos contra Todos 

Un fracaso de Cristina 

El Presidente desempolvó otra receta vetusta. Acusar al campo por no liquidar a tiempo los US$ 20 mil millones guardados en silobolsas. Aseguró que ya tiene detectados a los conspiradores y que actuará en consecuencia. Nadie espera nada al respecto. No le temen, no lo respetan y, aunque avancen de alguna manera para tomarse revancha del campo desde tiempos de la 125, la tragedia del Frente de Todos contra Todos será muy difícil de revertir. 

Como siempre, el silencio de Cristina Fernández de Kirchner, habla. La relación entre ella y AF es mala. Es un entripado que ya no tiene solución. Consciente de lo irresoluble de la crisis económica, busca poner en el centro de la escena política su delicada situación judicial. El “Operativo Victimización” va tomando forma ante la posibilidad cierta de una condena adversa, en algún momento del futuro. No es que le preocupe ir presa. Eso no ocurrirá, tal como no ocurrió con el presidente Carlos Menem.  

Tampoco será proscripta. Hace falta para ello una sentencia firme de la Corte Suprema que, en el caso de una condena, probablemente nunca llegará. Por lo tanto, lo que la ex presidenta en funciones intenta es desviar el foco de la atención pública de la catastrófica situación económica del presente.  

Por lo visto hasta ahora, los hechos indican que esto no viene dando los resultados esperados. Como se ve, las mentiras del kirchnerismo son cada vez menos efectivas.  

“Se puede engañar a algunos todo el tiempo; se puede engañar a todos algún tiempo; lo que no se puede es engañar a todos todo el tiempo” (Abraham Lincoln).




    

domingo, 12 de junio de 2022

Malas noticias que no sorprenden... @dealgunamaneraok...

 Malas noticias que no sorprenden... 

"While my guitar gently weeps..." - (Mientras mi guitarra llora suavemente) Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes. 

Mientras el Gobierno defiende dictaduras en la Cumbre de las Américas, la economía argentina sigue exhibiendo las mismas penurias. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 11/06/2022 y publicado por el Diario Perfil e la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Alberto Fernández se dio uno de los pocos gustos de los que pueda jactarse en su desvaído y penoso peregrinaje por el poder: defender en la Cumbre de las Américas a los regímenes antidemocráticos de Cuba, Nicaragua y Venezuela. Notable contradicción de quien se dice un defensor de los Derechos Humanos de avalar a gobiernos que abiertamente los vienen violando desde hace años y sin ningún remordimiento. Su discurso, que no sorprendió al presidente de los Estados Unidos, Joe Biden –quien estaba anoticiado del tenor de la alocución– y en el que no se privó de pedir la renuncia del secretario general de la OEA, Luis Almagro, estuvo dirigido principalmente a satisfacer las demandas de la feroz interna que se vive dentro del Frente de Todos contra Todos. Fue como si se hubiese concretado la proyección de un sueño adolescente con arranques de rebeldía: cantarle las cuarenta al presidente de los Estados Unidos en su propia casa.

Por lo tanto no faltó la alusión a Macri a través de la mención crítica al presidente Donald Trump, en un guiño destinado a congraciarse con Biden. Con todo, lo más significativo del discurso fue su intrascendencia. La exposición claramente condenatoria hacia los regímenes antidemocráticos de La Habana, Caracas y Managua por parte del presidente de Chile, Gabriel Boric –un hombre de la izquierda– dejó al desnudo lo anacrónico de la postura de AF.

 

Lo curioso es que, horas después, el mismo gobierno se encargó de difundir con aparatosidad el saludo del presidente argentino con el de los Estados Unidos y en decir que no había recibido ningún reproche de su parte. Es otra de las contradicciones típicas del kirchnerismo. Despotrican contra Washington, pero luego se derriten buscando recibir la invitación para una visita de Estado por parte de la Casa Blanca. Lo mismo sucedió con Cristina Fernández de Kirchner quien, por un lado, hablaba pestes del gobierno de Barack Obama mientras que, por el otro, buscaba desesperadamente una reunión bilateral con él. 

 

En el Gobierno se entusiasman con la buena química que se generó entre AF y Biden. Creen que con eso se soluciona todo. ¡Cuán equivocados están! Deberían prestar atención a los mensajes que están circulando al interior del Departamento de Estado en donde de todo se toma nota. Al momento de escribir esta columna circulan por allí opiniones que se oponen abiertamente a que el presidente Biden asista a la reunión de la Comunidad de Estados Latinoamericanos (Celac) que lo obligue a encontrarse con Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Mario Díaz Canel. Por otra parte, la preocupación importante del gobierno de los Estados Unidos pasa por la creciente presencia de China en la región y, específicamente el tema del 5G.  

 

Durante el periplo de AF por Los Ángeles hubo también lugar para el colmo del cinismo, que llegó bien entrada la conferencia de prensa cuando se refirió a la salida del ex ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas: “Matías es un gran ministro que cometió un error y un error que yo no lo soporto, que en off se hable mal de otro. Es más, reniego de los que hablan en off, debo confesar. Es mejor hablar francamente”. Parece haber olvidado que construyó su carrera política en base a sus filtraciones de información en off the récord, práctica que se extiende con mucha intensidad hasta el presente. 


               ¿Quién se quiere llevar el Gobierno a la mesita de luz?

 


Kulfas negó en sede judicial que, en sus declaraciones en on y en off, se refiriera a un hecho ilícito y aseguró que se trataba de opiniones de índole política. 

 

Algunos líderes opositores celebraron las declaraciones del ex ministro. No se trató solamente de la voz del ex ministro Juan José Aranguren quien criticó las denuncias de los diputados opositores. Otras figuras de No Tan Juntos por el Cambio “prefieren no hacer olas” con una obra tan importante que los terminará beneficiando en el futuro. Como se ve, en todos lados se cuecen habas. 

 

Lo de Kulfas no fue la bronca de un día. Lo suyo tampoco fue un monumento a la dignidad. Durante dos años y medio aguantó en silencio el maltrato al que lo sometieron CFK y La Cámpora. Ido Kulfas, todas las miradas de CFK y sus secuaces están puestas en Martín Guzmán a quien el sector empresarial trata de apuntalar. “Si se va Guzmán, sabemos que el que venga será peor”, sentenció sin ambigüedad uno de los empresarios que acudió a la reunión organizada por  la Asociación Empresaria Argentina (AEA) en donde habló el ministro de Economía.


La reaparición en el escenario político vernáculo de Daniel Scioli conmocionó al oficialismo. El más afectado es Sergio Massa. Scioli llega con un objetivo: la revancha en 2023. Su aspiración a la candidatura presidencial, reverdecida desde hace meses, tiene en este nombramiento un trampolín que le da vuelo a su sueño. “Daniel quiere la revancha. Siente que el único candidato de unidad del peronismo es él”, afirma, categórica, una voz de su entorno.   
 

La calma financiera parece haber llegado a su fin. El dólar Blue alcanzó los 210 pesos y el contado con liqui se fue a 277. 

 

Mientras el Gobierno se entretiene defendiendo a Maduro, Ortega y Díaz Canel, y con el proyecto de ampliación a 25 del número de miembros de la Corte Suprema, la crisis interna y las dificultades para cumplir los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional hacen que las alternativas adversas de economía argentina no sorprenden a nadie.

 

“A menudo hace falta más coraje para hacer lo correcto que lo incorrecto.” Abraham Lincoln.




domingo, 22 de mayo de 2022

Economía. Sortear las restricciones para seguir avanzando… @dealgunamenraok...

Sortear las restricciones para seguir avanzando…

 


Fotografía: Oli Scarff / AFP.

 

La recuperación de la actividad económica continúa, y el país ya ha dejado atrás la caída que generó la pandemia. De la misma forma en que el Estado resultó crucial en este proceso, hoy nos encontramos en una etapa en la que su presencia también es indispensable para garantizar el rumbo de crecimiento con equidad.

 

© Escrito por Carlos Heller el domingo 22/05/2002 y publicado por el Portal de Noticias Tiempo Argentino de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Según los datos recientemente publicados por el INDEC, en el primer trimestre de 2022 la actividad económica creció un 6,1% interanual y un 0,9% con respecto al último trimestre del año pasado. Más allá de cierta desaceleración normal, una particularidad importante es que todos los sectores tuvieron una evolución positiva, excepto el agropecuario, producto de las condiciones climáticas adversas que afectaron la soja y el maíz. Se destacaron positivamente “Transporte y Comunicaciones”, “Comercio mayorista y minorista” e “Industria manufacturera”.  De hecho, es superior en un 3,7% a las cifras del primer trimestre de 2019.

 

Esta situación, a su vez, se refleja en la evolución del empleo. Según datos del Ministerio de Desarrollo Productivo, en el semestre comprendido entre agosto de 2021 y febrero de 2022, 119 mil personas ingresaron al mercado laboral como asalariadas del sector privado registrado, es decir, un promedio de 20 mil nuevos puestos por mes. Desde el año 2011 que el empleo formal no se recuperaba a este ritmo.

 

El empleo industrial en particular, señala el informe del Ministerio, ha tenido un desempeño muy positivo en casi todo el país, con 21 de 24 provincias con más trabajadores en la manufactura que en los albores de la pandemia. Esta dinámica se condice con la evolución de la actividad industrial, que actualmente se encuentra en un nivel superior al del inicio de la crisis de 2018. 


El jueves, el Ministerio de Economía siguió obteniendo financiamiento en el mercado de capitales. En la primera ronda de la licitación se colocaron títulos por un monto superior a los vencimientos en $ 66.300 millones, siendo el 64% instrumentos a tasa fija, despejando las dudas que sembraban algunos analistas. Cabe señalar que durante el primer cuatrimestre las colocaciones superaron en un 29% a las amortizaciones. 


No es casual que cuando la economía empieza a tomar mayor impulso empiecen a aparecer restricciones sobre el crecimiento. Una de ellas está fuertemente asociada a la pulsión de los sectores concentrados por apropiarse, vía inflación, de los ingresos que la economía genera, lo cual termina atentando contra el propio mercado interno. Es crucial entender que existe una asociación indisoluble entre crecimiento y una matriz progresiva de distribución de la renta: el primero genera las bases para poder distribuir, y viceversa. Son dos cuestiones que deben ir a la par y que requieren de la existencia de un Estado activo. 


El presidente Alberto Fernández afirmó que la economía argentina está encendida, aunque recuperar el salario real “cuesta mucho trabajo (…); no estamos logrando que la distribución del ingreso se mejore y, por eso, hemos decidido mantener abiertas las paritarias”. 


Para darles sostenibilidad en el tiempo a este tipo de políticas, hace falta, para alimentar los ingresos tributarios, que la actividad interna no se detenga, pero también que se grave con impuestos a quienes más tienen. Son las discusiones que se dan en todo el mundo. Joe Biden señaló tiempo atrás: “Compatriotas, la economía del goteo nunca funcionó. Es el momento de hacerla crecer desde abajo”. Toda una definición, viniendo de boca del presidente de la principal potencia capitalista. Con respecto a lo que habría que hacer, Biden remarcó que busca “bajar el déficit exigiéndoles a las grandes corporaciones y a los más ricos que no hagan abuso de precios y que paguen lo que corresponde en cuanto a impuestos”. Banderas que han estado levantando organismos como la OCDE y el propio FMI.  


Los últimos datos de comercio exterior dan cuenta de un crecimiento del 35,6% de las exportaciones en abril, respecto de igual mes de 2021, producto de un 23,7% de incremento en los precios y un 9,6% en las cantidades. Pero, al mismo tiempo, las importaciones aumentaron un 47,3%, con mayor incidencia de las cantidades (24,5%) que de los precios (17,9%). Las compras de bienes intermedios en primer lugar, y de bienes de capital y accesorios en segundo, son los rubros que vienen traccionando el crecimiento. Ambos están relacionados a la mayor actividad económica. 


El saldo comercial de abril ha sido el más elevado del año, similar al del mismo mes del año anterior y, si bien se han registrado saldos positivos de comercio exterior en todos estos meses, no deja de estar presente la restricción estructural de fondo, ya que para que la economía crezca sostenidamente se precisan dólares para abonar las importaciones.

 

Una de las formas de minimizar la necesidad de divisas ha sido la renegociación de las deudas con los privados y con los organismos, que postergó los pagos por varios años. También se han venido aplicando regulaciones para proteger y darles un uso adecuado a los dólares. En materia de comercio, una política de Estado, además del fomento de las exportaciones, es profundizar la sustitución de importaciones, que a su vez genera empleo local. Para ello hacen faltan políticas de largo plazo que no se interrumpan con la llegada de gobiernos neoliberales. 


El desacople necesario 


Al hablar sobre los impactos de la suba de los precios de las materias primas, el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, señaló que “la mayoría de los países en desarrollo no disponen de espacio fiscal suficiente para atenuar el golpe de estas enormes subidas”. El mundo se encuentra frente a una situación que amenaza a decenas de millones de personas “al borde de la inseguridad alimentaria, seguida de desnutrición, hambre generalizada y hambruna, en una crisis que podría durar años”. Un panorama inquietante.

 

La guerra agudizó un fenómeno que venía desde antes, producto de la recuperación de la actividad global y del cambio climático. La India, que es el segundo mayor productor mundial de trigo, acaba de prohibir sus exportaciones de este cereal, debido a una cosecha inferior a la esperada, por un aumento repentino de las temperaturas durante la fase de su maduración, lo cual redujo los rendimientos. El fenómeno climático ha venido para quedarse y los Estados no pueden estar al margen de los impactos que trae. Argentina es uno de los grandes productores de alimentos a nivel global y como tal debe garantizar a la población un acceso adecuado a estos bienes esenciales. 


El presidente de la Nación afirmó: “El precio del trigo sube mucho y tenemos un gran problema para desacoplar el precio interno del externo”, y señaló las resistencias que existen por parte del sector privado, que demora la puesta en marcha del fideicomiso del trigo.

Hay una “riqueza inesperada, porque alguien en el mundo empieza a ganar mucho, es lo que nosotros pedimos que se redistribuya. El instrumento con que esto se desacopla son las retenciones. Ahora, las retenciones son un tema legislativo y necesito que el Congreso entienda el problema, y llegado el caso acompañe una decisión de esa naturaleza”. 


En cuanto a las diferencias al interior del espacio oficialista, destacó: “Tengo la certeza de que tenemos una mirada común sobre lo que la Argentina necesita en todo el frente”. Una mención que vale la pena tener en cuenta.