lunes, 24 de diciembre de 2018

Claves para entender el fallo de la Corte sobre jubilados… @dealgunamanera...

Claves para entender el fallo de la Corte sobre jubilados…


El tribunal rechazó la aplicación de un índice que proponía el Gobierno para calcular los haberes iniciales. A cuántos beneficiarios alcanza, cuál es el costo fiscal y cuánto repercute en el haber de los jubilados.

© Escrito por el martes 18/12/2018 y publicado por el Sitio Chequeado.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) rechazó el índice que utiliza la ANSES para el cálculo inicial de las jubilaciones y avaló el uso de un indicador que es más beneficioso para jubilados y pensionados. Por cuatro votos contra uno, el máximo tribunal declaró inconstitucionales dos resoluciones emitidas por el actual gobierno y solicitó al Congreso que a través de una ley determine cuál es el índice que debe utilizarse. Datos para entender el fallo.

Qué resolvió la Corte.

El tribunal falló sobre un período específico: las personas que se jubilaron entre 1995 y 2008. El problema a resolver era cómo debía calcularse la jubilación inicial de los jubilados en ese período, ya que la ANSES en esos años no tenía reglamentado cómo ajustar el cálculo del primer haber. “Entre 1995 y 2001 regía la Ley de Convertibilidad, que prohibía las actualizaciones. Y a partir de 2002 se hizo alguna actualización, aunque insuficiente y sin marco jurídico”, explicó a Chequeado Claudia Danani, especialista en Seguridad Social e investigadora de la Universidad Nacional General Sarmiento (UNGS).

Por eso, en 2009 la Corte dictó el fallo “Elliff”, en el que ordenó el uso del Índice de Salarios Básicos de la Industria y la Construcción (ISBIC) para actualizar la jubilación inicial de los jubilados del período 1995-2008.

En junio de 2016, el Congreso aprobó la Ley de Reparación Histórica y la ANSES reconoció que las jubilaciones de ese período estaban mal calculadas. Aquellas personas que aceptaban mediante un acuerdo formar parte del programa debían renunciar a cualquier demanda en contra del Estado y aceptar otro índice diferente al ISBIC para calcular su haber inicial: el de Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), que toma como referencia el incremento promedio de los salarios en actividad.

Sin embargo, en 2018 la ANSES estableció a través de una resolución que este índice también se le debía aplicar a las personas que no habían adherido a la Reparación Histórica, entre ellas las personas que se jubilaron entre 1995 y 2008. Esto fue lo que la Corte, con los votos de Ricardo Lorenzetti, Horacio Rosatti, Juan Carlos Maqueda y Elena Highton (y la disidencia del presidente del tribunal, Carlos Rosenkrantz), declaró inconstitucional, por considerar que se trata de una potestad del Congreso y no del Poder Ejecutivo.

En la práctica, al utilizar este índice que proponía la ANSES, los jubilados que ingresaron en el programa tuvieron un índice de actualización más bajo que aquellos que no adhirieron y siguieron litigando. En el fallo, la Corte le pidió al Congreso que sancione una ley que establezca cómo calcular ese período, y le ordenó a la ANSES que mientras no exista ley aplique el ISBIC.

A cuántos jubilados alcanza.

La Corte falló sobre un caso concreto, el de Luis Blanco, un camionero de 73 años que se jubiló en 2003 y en 2012 inició un reclamo judicial para que su jubilación (entre 2003 y 2009) fuera calculada según el criterio establecido por la Corte en el fallo “Elliff”.

Según informó la ANSES a Chequeadoexisten otros 150 mil casos que se encuentran en la misma situación: son jubilados que tienen causas en trámite, obtuvieron el beneficio entre 1995 y 2008 y no adhirieron al Programa de Reparación Histórica que fue aprobado por el Congreso en junio de 2016. Estos litigantes están en condiciones de reclamar que se les aplique el mismo criterio que a Blanco.

Sin embargo, este grupo representa un porcentaje menor. Hoy en la Argentina hay más de 6,8 millones de jubilados y pensionados, de los cuales casi 4,5 millones reciben la mínima, de acuerdo con los datos oficiales. Por lo tanto, los 150 mil que podrían recibir el beneficio de cobrar su jubilación de acuerdo con el índice de la industria y la construcción como estableció la Corte representan sólo el 2% del total.

Qué impacto tiene en el haber de esos 150 mil jubilados…

El indicador que hoy avaló la Corte, el ISBIC, suele evolucionar por encima del que propone el Gobierno, el RIPTESegún la ANSESentre 2002 y 2008 el RIPTE registró una suba del 176%, mientras que la del ISBIC fue de más del doble: creció un 362 por ciento.

El Estudio Troccolli, especializado en Seguridad Social, realizó un cálculo sobre la diferencia entre ambos índices. Según esta estimación, un haber jubilatorio en julio de 2007 calculado por ANSES en $1.800 pasa a $2.490 calculado por RIPTE y a $3.435 calculado por ISBIC. El mismo informe suma otro ejemplo: un haber calculado por ANSES en $32.800 en octubre de 2018, asciende a $40.500 con el reajuste por RIPTE y a $55.900 por ISBIC.

¿…Y en el Estado?

En cuanto a la afectación a las cuentas públicas, la ANSES estima que el nuevo fallo de la Corte implicará “un gasto anual adicional de $72.600 millones”. Si se considera el presupuesto ejecutado en 2018 por el organismo encargado de las jubilaciones, pensiones y asignaciones, esta suma representa un 5%, mientras que al tomar el presupuesto asignado a la ANSES para 2019 el porcentaje cae al 3 por ciento.

Según Rafael Flores, especialista en política fiscal y ex director de la ASAP, el Presupuesto 2019 ya tiene estimado un gasto de $34.500 millones para el pago de juicios. “Si se suma este adicional, en porcentaje de los fondos de la ANSES el costo es menor. Pero estamos hablando de un presupuesto con una meta de déficit cero donde sí se invierte más en jubilaciones se debe gastar menos en otros rubros o aumentar más los impuestos”, advirtió a este medio.


domingo, 23 de diciembre de 2018

Razón y pasión… @dealgunamanera...

Razón y pasión…


Que golpazos recibió el hincha en el corazón en tan solo horas. Dos golpes, que en cualquier otro momento serían de nocaut. Primero, la salida de un referente, uno de los jugadores más determinante de la historia del club como Marcos Díaz. Un tipo que llegó siendo ese actor de reparto que se coló por la ventana de un casting y termina siendo marquesina en calle Corrientes pero finalmente, a pesar de todos sus éxitos, se va detrás de un manto de dudas, silencios, hasta insultos por no renovar ese contrato económico que lo ligaba al club y elegir seguir su carrera por un diferente camino, pero el problema es otro, que desarrollaré luego de explicar el segundo golpe.

© Escrito por Nicolás Federico el sábado 22/12/201/ y publicado por el Sitio Patria Quemera de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Luego, casi sin levantarse del piso, el segundo golpe. La salida de Gustavo Alfaro. Un entrenador que así como pasó con el primer protagonista, llegó mirado de reojo, con pergaminos de buenos trabajos pero con una forma de pensar contraria a lo que este club demanda – o al menos así, desde mis abuelos me enseñaron, que en Huracán el paladar es negro – un técnico pragmático, con antecedentes de un fútbol amarrete y mezquino, pero llegó, tomó el equipo en una situación difícil y lo sacó adelante.

Levantó jugadores que estaban casi fuera del club, hasta insultados por todo un estadio como Martin Nervo, logró romper rachas negativas que llevaban años, metió al equipo en los puestos de vanguardia del torneo local pero sobre todo creo, desde su personalidad y sus palabras, una relación de amor con gran parte del hincha, ese amor de los primeros dulces meses, de pasión, de fuego, realmente se metió en el corazón del hincha. Pero, ¿Qué pasó? esa chica que apareció sin buscarla y te enamoró con sus palabras, decidió que hay alguien mejor y marcharse, y ahora sí explicaré la razón de esta nota.

A que voy desmenuzando estos dos golpes, que son situaciones para reflexionar, sobre todo para el hincha. Debe entender que la pasión y la razón nunca fueron pareja, siempre fueron padres separados. Que el hincha vive por la camiseta, hasta hace sacrificio que no haría por nadie, pero los que la visten, los que la representan son trabajadores, tipos que aprendieron el oficio de jugar al fútbol, dirigir un equipo o hasta el de llevar un club adelante. Entonces, a vos, hoy que estás enojado, insultando, te pregunto ¿El problema son los protagonistas que se van o los hinchas que tienen la necesidad de idealizarlos?

Y obviamente, como en la vida, todos los extremos no son buenos, y en este caso hay un poco de cada lado, pero en mi humilde reflexión creo que la mayor parte del error pasa por el hincha. Sí, si estás leyéndome, primero gracias pero no me insultes, pensalo. El fútbol, es el trabajo más difícil del mundo, ¿Por qué? simple, porqué además de ser un ingreso de dinero como cualquier otro entra en juego la pasión. Los tipos que representan a los clubes tienen detrás de ellos gente, hinchas, que le exigen por su buen rendimiento.

Para graficarlo es como si vos en tu laburo de oficina tuvieras una tribuna detrás de 20 jefes que te estuvieran aplaudiendo o insultando dependiendo la fórmula de Excel que hagas, o la cantidad de casos resueltos por día. Pensalo. Pero asimismo, reflexioná que es un trabajo, simple y llano. Al que realmente hay que idealizar es al hincha, al que paga la cuota mes a mes, manguito a manguito, que se banca ir con lluvia, sol, de tarde de noche, cualquier día de la semana, al que lo sigue por la televisión, al que lo sigue desde cualquier país del mundo, a esos tipos hay que idealizar y abrazar.

El resto, son empleados, nada más. Por eso Quemero, es momento de pensar, dar vuelta la página y alentar a los que estén, hoy, mañana serán otros pero siempre alentar o exigir a los que vistan la camiseta, porque realmente lo importante siempre fue y será el Globo que tienen bordado en el pecho, jamás nadie será tan importante como Huracán.

¡Hasta la Victoria Siempre!



Velocidad… @dealgunamanera...

Velocidad…

Metáfora actual. La obra Exclusión, de Pablo Suárez, que se exhibe estos días en el Malba. Fotofrafía: Cedoc

Un cuadro de Pablo Suárez representa la superficie exterior amarilla y roja de un vagón de tren que avanza velozmente. Aferrado a las manijas verticales de las puertas, con las piernas muy separadas y los pies sobre el estrecho umbral, un hombre, con el torso desnudo, jeans y zapatillas, trata de mantener su cuerpo adherido a la chapa. El pelo volcado por completo hacia un lado por efecto del viento, con cara de terror y ojos desorbitados, sosteniéndose con todas sus fuerzas para no ser despedido por la marcha, imposibilitado de entrar al vagón, el hombre está en peligro. Si aflojara sus manos, si sus pies resbalaran y perdieran el precario apoyo, caería a las vías. El título del cuadro es Exclusión. Está en la colección del Malba y tiene una atracción tan inevitable como el riesgo que corre su personaje, el excluido. Pablo Suárez lo pintó en 1999.

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 23/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los alfiles y la reina. El 12 de enero de 2018 se conoció una predicción de Hugo Moyano, quien ya había roto con el Gobierno: “Antes de que termine el año, va a haber un millón de personas puteándolos en la Plaza y vamos a estar todos juntos de vuelta”. El pronóstico se cumplió a medias: hubo, a lo largo del año, cientos de miles en las plazas, pero los sindicalistas no están todos juntos. Si Moyano se refería al peronismo, entonces habría acertado: están todos juntos de vuelta, muchos de ellos corriendo para colocarse bajo el manto azul de Cristina Kirchner. Falta Urtubey que, hasta el momento, cree que puede ofrecer una alternativa exterior al sistema solar de CFK; y hacia las afueras de ese sistema, Pichetto y Schiaretti, que antes tenían a Sergio Massa como interlocutor y ahora lo ven alejándose. Pero han vuelto casi todos, con pretensiones y proyectos diferentes.

En tres años de gobierno del PRO, el peronismo no logró reconfigurarse ni acordar una dirigencia. Cristina es la referencia no deseada pero inevitable. Muchos peronistas hubieran preferido no tenerla de nuevo como última instancia. Sin embargo, la realidad es más tenaz que los deseos. Massa, uno de los que más se habían alejado, afirmó que ella “está cambiando”. Ella tomó un tecito con Felipe Solá, aunque siga pensando que Kicillof sería una incomparable sucesión, si decidiera apartarse del ajetreo cotidiano de la Casa de Gobierno. El ultramontano Grabois muestra a Cristina en un afiche donde él mismo la acompaña y ofrece el homenaje de una intrusión en la planta trasmisora de El Trece y TN. El Papa bendecirá esta unión.

CFK es la referencia no deseada e inevitable del peronismo. Macri gobernó peor que las predicciones.

Durante las escaramuzas justicialistas de los últimos tres años, Cristina, apoyada en La Cámpora, que gestiona su hijo, tejió redes de influencias. Fue benevolente con quienes antes había sido dura y despreciativa. Esperó como espera un jugador que conoce las torpezas de su adversario. Su objetivo es convertirse en la Gran Electora del justicialismo, con la particularidad de que, incluso, pueda elegirse a sí misma. Y también mostrarse magnánima: el sábado pasado, grabó un corto video dirigido a la militancia de Unidad Ciudadana en Entre Ríos, donde se la escucha decir: “Estoy convencida de que nos merecemos un país mejor y entre todes (sic) lo podemos volver a construir”. De cada pueblo, un paisano, y de cada provincia quien tenga posibilidades de alzarse con los votos.  
  
La última noticia de este 2018 es que la Cámara Federal confirmó el procesamiento de CFK, solicitado por el juez Bonadio. Hasta que no haya sentencia firme, dentro de años, la expresidenta podrá ser candidata, de modo que los diversos batallones justicialistas la seguirán tomando como dispositivo central de sus cálculos tácticos.

Por eso se reunieron Massa, Urtubey, Pichetto y Schiaretti con los gobernadores de Tucumán, La Rioja, Santiago del Estero, Entre Ríos y Chaco, para cerrar el año de Alternativa Federal, a cuya mesa se sientan quienes (como Urtubey y Schiaretti) prefieren abstenerse de Cristina Kirchner, y quienes parecen haberse encaminado hacia su inevitable aceptación hasta que una sentencia firme cambie el escenario. Los contertulios de Alternativa Federal rechazan al unísono la polarización entre kirchnerismo y macrismo. Se sabe que el justicialismo está largamente entrenado en la variedad de posiciones.

Finalmente, también en estos días, habló Duhalde y señaló a Roberto Lavagna como el mejor candidato para 2019. Es posible coincidir con Duhalde. Pero sería conveniente conocer la opinión de Lavagna.
El niño rico. El gobierno de Cambiemos fue peor que las peores predicciones (según los números que acaban de conocerse). La pobreza subió al nivel más alto de la última década. La imagen de Macri comenzó 2018 en el nivel más bajo desde que asumió la presidencia (14 puntos menos después de convertida en ley, con alta desaprobación popular, la reforma jubilatoria). Por el momento, no hay milagro que consuele con mejores números. Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrialcalificó el año que termina como "muy malo" y no encuentra sustento para "el positivismo que tiene el Gobierno".

En efecto, carece de sustento. Al comenzar 2018, Macri exhortó a “vivir con los recursos que tenemos, porque no queremos seguir tomando deuda y obligar a pagarla a las próximas generaciones”. Era un buen deseo, que entró en una zona de tormenta cuando el Gobierno, seis meses después, firmó con el Fondo Monetario Internacional un posible préstamo de 50 mil millones de dólares, de los cuales llegaron unos 20 mil millones. Se anunciaron ajustes varios (comenzando por el llamado “ajuste político”), todos tardíos. El gradualismo no fue suficiente para impedir el aumento de la pobreza y la desocupación. Tampoco alcanzó para no seguir endeudándose (olvidados ya de las “próximas generaciones”).

Pese a todo, en septiembre de este año, el Gobierno insistió en promesas de buena ventura, esta vez para persuadir a los ejecutivos de grandes grupos de inversión reunidos en Nueva York. A ellos les dijo: "Vamos a contarles el buen futuro que tenemos los argentinos".

Y hace pocos días reafirmó ese pronóstico sin fecha. En el Centro Cultural Kirchner, Macri les dijo a los 1.200 funcionarios del llamado “gabinete ampliado”: “El año que viene la Argentina va a confirmar que entendió que este es el rumbo”. Hoy por hoy, la Argentina superó los 800 puntos de riesgo país, el número más alto de los últimos cuatro años. Paren este tren, grita el muchacho aferrado a los pasamanos en el cuadro de Pablo Suárez.

Entre decenas de razones, la corrupción del gobierno kirchnerista no generó discursos de la craneoteca que trabaja en Balcarce 50. No tuvieron como tema, ni siquiera secundario, la cleptocracia fundada por la gestión anterior. Seguramente porque el círculo de Macri sabía que primos, hermanos o el venerable pater familias podían ser citados por la Justicia. Los negocios de los Macri tienen una larga historia y, como a muchos empresarios, se les complica impartir ejemplos de ética.

Si a los asesores de Macri les pareció que convenía tener a Cristina como figura central de la oposición, pues allí está. Retrocediendo con poca elegancia, afirman que ella “tiene ahora muchísima fuerza”. Según encuestas, el 60% votaría ofertas opositoras en las próximas elecciones presidenciales. Pero no se trata solo de encuestas.

Macri fue víctima de un optimismo de niño rico, acostumbrado a que los vientos soplen en la dirección de sus deseos. El también podría estar representado en el cuadro de Pablo Suárez: con los pelos de punta, los ojos desorbitados por el terror, a duras penas se aferra a las manijas exteriores de un vagón que avanza a toda velocidad hacia la derecha y deja muchas víctimas.

Hay futuro. Las grandes transformaciones sociales y culturales no siguen paso a paso la coyuntura política. Esto lo sabe cualquiera que consulte un libro de historia. El año 2018 no tiene vuelta atrás por dos hechos novedosos.

El primero transcurrió en las calles: fueron las gigantescas movilizaciones por la ley de interrupción voluntaria del embarazo, protagonizadas por una generación joven que ocupó por primera vez el espacio público. El segundo tuvo a la televisión y las redes como escenario. Decenas de mujeres salieron a denunciar violencias de género. Dieron nombres y circunstancias. Dieron la cara.

El veredicto es siempre sumario, cuando no intervienen fiscales, defensores y jueces. Las garantías valen para todo el mundo, incluso para los criminales más repugnantes. De todas maneras, no son las víctimas las que deben obsequiárselas, sino las instituciones y también los medios de comunicación, que deben presentar las noticias con el control sobre sus fuentes. Si la víctima no puede ser ecuánime, los medios deben serlo.

Quienes se presentaron como víctimas cambiaron la dirección y la velocidad del tren que nos arrastra: son mujeres que, sin achicarse, desafían el viento. Reclaman justicia, aunque sus argumentos no sean perfectos frente a un tribunal. Tampoco es necesario estar de acuerdo con la forma mediática de las denuncias. Simplemente deben recibir castigo los inculpados en ellas (cuántos sean, no lo sabemos hasta un juicio).

Por eso, lo que sucedió en los últimos días anuncia un país que puede tener una velocidad distinta a la que impusieron la exclusión, la desconfianza, la complicidad y el silencio. Contra viento y marea, desde los años 80, las víctimas de diferentes delitos ya han escrito páginas memorables en los tribunales argentinos. Y seguirán escribiéndolas.


(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

Cuesta abajo en mi rodada... @dealgunamanera…

La terrible temporada que vivió el fútbol argentino en 2018… 

Angelici, Chiqui Tapia y D’Onofrio durante la presentación de la Superfinal.

Como en el tango de Gardel y Le Pera, el deporte que convoca a multitudes termina el año a los tumbos. La final de la Copa, un ejemplo de lo que no debería hacerse. La eliminación en el Mundial de Rusia. La violencia de cada día.

© Escrito por Gustavo Veiga el domingo 23/12/2018 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

2018 quedará en el podio de los años más conflictivos de nuestro popular deporte. Si la palabra cabotaje tiene una connotación negativa cuando se habla de fútbol, define muy bien lo que nos pasó. El nuestro es de vuelo corto. Podría incluso afirmarse: un fútbol low cost. La maltratada final por la Copa Libertadores entre River y Boca lo reflejó más que todo. No se jugó en el país, tampoco en Sudamérica y ni siquiera en América. La mudaron a Europa. 

La violencia en cualquiera de sus connotaciones –física, verbal, virtual y simbólica– siguió generando tsunamis. Las medidas para moderarla o controlarla siempre fueron y serán incompletas. El poder de la AFA o la Superliga es una caricatura de consensos y buenas artes. Sus dirigentes suelen ser ventajeros. La temprana eliminación de la Selección nacional en el Mundial de Rusia se sumó a la lista de calamidades, más por lo que sucedió a su alrededor que por su juego decepcionante. La ofensiva para entregarles en bandeja los clubes al mercado quedó estancada, pero volverá. Por estas y otras razones, el año que se aproxima podría ser mejor con apenas un par de buenas noticias. ¿Será o no será?

La manoseada “final del mundo” –como los medios sensacionalistas la llamaron acá– dejó un ministro renunciado, la grieta entre los presidentes Daniel Angelici y Rodolfo D’Onofrio y una ley anti-barras bravas como secuelas. Martín Ocampo seguramente se reciclará en la política con otro cargo en el gobierno. La investigación, si va más allá de su responsabilidad, difícilmente supere la detención y procesamiento del mecánico tornero Matías Firpo, uno de los hinchas que le arrojó piedras al micro con el plantel de Boca. 

Pero habrá una ley que se apruebe –por ahora con media sanción, en general y en la Cámara Baja– para complacer a las buenas conciencias. “Un mamarracho oportunista” como se quejó un dirigente de la AFA consultado por Página/12, que dejó heridas entre la conducción del fútbol. “Ni nos consultaron y encima les pedimos por nota a los diputados que convocaran, pero ni nos llamaron”, completó. El legislador Martín Lousteau coincidió con aquella, la primera definición. Llamó a la ley “engendro jurídico”. Y eso que es oficialista.

La norma tal como está concebida por el gobierno incrementa penas, tipifica nuevas contravenciones o delitos, en suma, ratifica la doctrina Chocobar para el fútbol en su círculo multitudinario. El jueves pasado, un policía bonaerense mató de un escopetazo en La Plata al trapito Mario González. No había un partido, pero hubo un muerto. ¿Qué pasará cuando los torneos se reanuden y cuidacoches, limpiavidrios, vendedores ambulantes o hinchas de a pie se encuentren mano a mano con uniformados, con o sin armas letales?

Pueden suceder dos cosas: que se produzca un operativo deliberado y mal realizado como el que llevó al bus de Boca por un desfiladero donde llovían cascotes u otra víctima fatal. La historia demuestra que en la Argentina la policía es capaz de asesinar incluso con balas de goma. Javier Jerez, un hincha de Lanús, murió así el 10 de junio de 2013 en el estadio Único platense. 

También puede reprimir cuando nada lo justifica. Ocurrió en el Obelisco contra los hinchas de River durante el festejo por la Copa Libertadores o en la Bombonera cuando los de Boca hicieron el banderazo para despedir al equipo antes del viaje a Madrid. Sí ese día el estadio estaba excedido en su capacidad, la responsabilidad fue de la comisión directiva. Pero no del público. Las estadísticas de violencia no solo las engrosan barrabravas.

La Conmebol se sumó a esta final de vodevil local con un papel estelar. Decidió mudarla a la capital española porque se trataba de un gran negocio de audiencia. La expansión del mercado televisivo nos deparará más finales en tierra prometida. O donde aparezca el que ponga más plata. Ahí están Qatar, los Emiratos Árabes Unidos o Japón en el pasado reciente para confirmarlo. No les basta con llevarse los mejores futbolistas. También se llevan los mejores espectáculos.

La eliminación temprana de la Selección nacional en el Mundial de Rusia fue el otro hecho del año. La crónica de un fracaso anunciado. Jorge Sampaoli la dirigió apenas entre junio de 2017 y el mismo mes de 2018. Una llegada a las instancias finales –lo mínimo que se vaticinaba era alcanzar los cuatro primeros lugares– se transformó en espejismo. La caída por goleada ante Francia en los octavos de final resultó el desenlace de una cadena de malas decisiones. Que habían empezado mucho antes con la renuncia de Gerardo Martino y el despido de Edgardo Bauza. Si al actual entrenador del Santos se le suma Lionel Scaloni, la cuenta da cuatro directores técnicos desde 2014 a la fecha.

La dinámica de lo impensado que tan bien utilizaba Dante Panzeri como metáfora para definir al fútbol, es casi una bandera que describe un montón de situaciones alrededor del juego. En nuestro país los políticos y funcionarios votan una ley anti-barras que afectará al deporte más importante sin consultar a sus dirigentes y los dirigentes modifican el reglamento de un campeonato cuando está por la mitad. Pasó con la Primera B Metropolitana que, de dos ascensos, aumentó a cinco. 

Cuatro serán directos y uno mediante un torneo reducido. Para justificarlo sostienen que la B Nacional deberá contar con 32 equipos en 2019. Casualidad o no, hoy el segundo de la tabla en la B Metro es Barracas Central: el club del presidente de la AFA, Claudio Chiqui Tapia.

Podrían agregarse otras lindezas de nuestro fútbol criollo que permanecen inalterables, pese al paso del tiempo: un Estado que esquilma a los clubes, un gobierno circunstancial y de derecha que pretende entregarlos al mercado, la reventa de entradas, la poca disposición a respetar los acuerdos que se firman, el sensacionalismo de los medios que construyen una subjetividad funcional al negocio de unos pocos, el pack fútbol que seguirá aumentando de la mano de la inflación y ahí paramos. 

Al menos pasaron a un segundo plano las deudas crónicas de las instituciones. Ya no se escuchan tantos reclamos de jugadores, técnicos y demás empleados. Algo es algo.



Lavagna: el cisne negro de Macri y CFK… @dealgunamanera...

Lavagna: el cisne negro de Macri y CFK…

Presidente de transición.  Así ven a Lavagna: de los K al neoperonismo. Dibujo/Fotografía: Pablo Temes.

Imagínense por un momento que Cristina no existiera. Muchos creen que esa sería una gran noticia para todos. ¿Lo sería para el oficialismo?

© Escrito por Gustavo González el domingo 23/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Sin Cristina en escena, los grandes protagonistas de la campaña serían el Gobierno y su gestión: el nivel de crecimiento de los cuatro años de Macri y los índices de inflación, de pobreza y de endeudamiento que dejó. Macri ya no podría confrontar con una mujer con alto rechazo público, sino que debería hacerlo con los mejores o peores resultados de su propia administración.

Sin Cristina, también aparecería con naturalidad un candidato opositor con más chances de convencer al electorado de que la gestión de Cambiemos no funcionó.

Duda. 

Lo cierto es que Cristina existe y que hasta ahora se descuenta que será candidata. La lógica es que alguien con su ambición de poder y con un piso electoral en torno al 30% no podría no presentarse.

Sin embargo, el dato de las últimas horas es que el germen de la duda habría penetrado en el cristinismo. Quizá porque ven que el techo de Cristina parece difícil de perforar, o porque aun en el peor momento de Macri su piso sigue alto. O porque volvió a tomar fuerza la idea de un “candidato de síntesis” como Roberto Lavagna.

Sin actividad pública y sin ser candidato, sorprende cómo lo ven las encuestas.

Quien habla conoce desde hace años a la ex presidenta: “La duda es razonable. Está claro que presentarse y ganar sería lo mejor. El problema es presentarse y volver a perder. Sería nuestra tercera derrota al hilo y nos quedarían cuatro largos años por delante de persecución judicial con un macrismo envalentonado con un nuevo triunfo”.

Al menos como hipótesis, el cristinismo evalúa una tercera alternativa: no presentarse a cambio de negociar listas y puestos en un futuro gobierno para apoyar a un candidato peronista no K que sume a otras fuerzas opositoras. Creen (desean creer) que un compañero peronista podría interceder ante los jueces para "convencerlos" del daño institucional de encarcelar a una ex mandataria democrática.

Estos kirchneristas que dicen saber cómo piensa Cristina, pero aclaran que no hablan por ella, afirman que ese es el mensaje que envió al declarar que iba a hacer “lo que sea mejor para ganar en 2019”: “Tiene claro que las condiciones económicas de un tercer mandato no serían buenas para asumir con la mitad de la sociedad en contra y con los medios operando para voltearla”.

Pronostican una salida traumática de la crisis y que se vienen años de acumulación capitalista, más que de reparto peronista. Y hablan del “renunciamiento” de su jefa, al estilo Evita, como un mal menor: “Lo otro sería ser una Maduro 2 para ir a una guerra final con media sociedad, las corporaciones y los medios. No lo hará”. Insisten en que será ella quien decida y que será, como siempre, a última hora. Y si las cuentas la dan ganadora, no habrá nada que la detenga.

Ya no dice que no competirá. Dice que lo hará si "el país lo requiriera". Como candidato de unidad.

Encuestas. 

La hipótesis del "renunciamiento patriótico" es el plan B, y es allí donde la figura de Lavagna cobra más fuerza. Ya sin ella como adversaria electoral, el debate se centraría en la gestión Macri. Y un candidato como Lavagna atizaría el recuerdo de su éxito como ministro de Economía.

La opción Lavagna fue puesta en juego este año por Duhalde. Lo reiteró esta semana tras revelar contactos con Cristina y afirmar que ella no se presentará. Esa opción se analiza cada vez más en un círculo rojo y un mercado que ve con terror el efecto económico de un cristinismo recargado. También entre los peronistas inquietos porque ningún candidato no K despega en las encuestas.

A Lavagna le va mejor. Un reciente sondeo de D’Alessio/IROL lo muestra como el político con más imagen positiva (50%) y el que menor rechazo genera (30%). Un estudio de la Universidad de San Andrés señala a Macri como el candidato con mayor intención de voto, sumando un 41% entre quienes están seguros de votarlo y quienes podrían llegar a hacerlo. Lavagna aparece segundo con un 32%. Cristina está tercera con 28%.

Opinaia lo mide segundo en imagen positiva: 47%, 4 puntos debajo de María Eugenia Vidal, pero 8 y 9 puntos más que CFK y Macri, respectivamente. La última encuesta de Poliarquía lo posiciona primero cuando pregunta qué peronista no K sería más competitivo: con 32%, casi duplica a quien está segundo.

Pero son solo encuestas hechas con mucha antelación.

Lo significativo es la relevancia con que aparece alguien sin actividad pública, ni siquiera candidato. Si esos sondeos proyectaran el futuro, Lavagna sería, por lo imprevisto, el cisne negro de Taleb para Macri y Cristina.

¿Qué dice Lavagna? Pichetto es uno de los que están convencidos de que Lavagna sería un excelente candidato: “Roberto es un activo fundamental de Alternativa Federal; clave, diría. Sería un gran candidato, sin duda”.

El senador habla con Lavagna y conoce bien a Cristina. Le parece difícil que ella vaya a dar un paso al costado, aunque interpreta que el cristinismo sabe que una nueva derrota sería muy negativa para ella también desde lo judicial. Si Cristina no se presentara, Pichetto está seguro de que "el peronismo tendría muchas más posibilidades de ganar".

En el peronismo no K advierten que en una negociación no aceptarían a ningún camporista en las listas ni en lugares claves de un eventual gobierno. Pero mencionan a viejos kirchneristas como Ginés GonzálezJorge Taiana o Rafael Bielsa, como ejemplos de nombres potables para cualquier sector. Y se imaginan a Lavagna como un mandatario de cuatro años, “ideal para una transición entre el kirchnerismo y el nuevo peronismo”. 

Hace dos semanas, el ex ministro recibió a Uñac. El gobernador de San Juan navega entre el peronismo anti K y el K. Salió de la casa diciendo: “Tiene todas las condiciones para ser presidente. Con él compartimos la imperiosa necesidad de conformar un gobierno de unidad nacional”.

Lavagna estuvo con el radicalismo, el peronismo y el kirchnerismo. Es un poco liberal y un poco proteccionista. Le ven como un candidato amigable desde diferentes corrientes.

¿Qué dice él? Seis meses atrás, rechazaba dejar su vida de retirado. Hoy en cambio acepta que revisaría esa decisión si "el país lo requiriera", que traducido significa “si la situación económica se complica aún más y el peronismo se une detrás suyo”. Piensa también en radicales disidentes y hasta en peronistas de Cambiemos. Y en ese escenario imaginario, no le desagradaría presidir un país en el que Vidal y Rodríguez Larreta sigan donde están.

Pero por ahora se resiste a ser el candidato de un solo sector y jugar en marzo como alternativa a Macri y Cristina.

Mientras duda, el posible regreso K azuza el riesgo país por encima de los 800 puntos. En plena campaña podría superar los 1.000. Eso representaría otro año perdido. Y otro año perdido será más crisis, más inflación y más pobreza.

Puede ser que si esa pesadilla se hace realidad, las chances de Lavagna crezcan (también las de Cristina).

Pero si Lavagna hace honor a su promesa de actuar “si el país lo requiriera”, quizá debería evaluar que presentarse de cualquier forma, con chances de ganar o de perder pero restándole expectativas a Cristina, podría por sí mismo acotar ese peligro.

Aunque en el camino termine beneficiando a Macri.


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