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domingo, 13 de septiembre de 2020

Crece la Grieta. Otra vez La Bonaerense…@dealgunamanera...

Otra vez La Bonaerense…


Hoy, más que nunca... Codo a codo. Alberto Fernández - Horacio Rodríguez Larreta. Dibujo: Pablo Temes

Fue una rebelión, que iluminó zonas oscuras. El Presidente, lejos del diálogo y cerca de Cristina.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 12/09/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


La crisis que se desató en la policía de la provincia de Buenos Aires puede ser definida como la crónica de un conflicto anunciado. Para decirlo con todas las letras: fue una rebelión. Como tal, es reprochable. El asedio a la residencia presidencial y del gobernador fueron hechos inaceptables. Fue fuerte ver a miembros de la policía manifestando por las calles al son de bombos y redoblantes. Las imágenes que se vieron en los distintos puntos de la protesta parecían extraídas de uno de los tantos piquetes que forman parte de la geografía política y social de la Argentina.

Dicho esto, es menester analizar la causa de los reclamos. Allí aparece una enumeración de demandas que pasan por la miseria de los salarios del personal policial, la falta de equipamiento –se deben pagar ellos mismos el uniforme–, la falta de entrenamiento, la falta de protección, el calamitoso estado de los patrulleros, y un largo etcétera de carencias.

El detonador del conflicto fue el anuncio del plan de seguridad que hizo el Presidente el viernes 4 de septiembre. Cuando se lo examina en detalle, se aprecia claramente que, en verdad, más que un plan de seguridad de lo que se trata es de un plan de compras. Como tal, le faltó atender las necesidades de un factor clave: el personal policial. “Hay que entender la idiosincrasia del policía. No está del todo cuerdo quien se bate a tiros por un sueldo de 35 mil pesos al mes”, señala con toda crudeza un ex jefe policial.

Estos reclamos vienen desde hace años. Tampoco hubo mejoras significativas en la gestión de María Eugenia Vidal en la que, más allá del slogan “tenemos que cuidar al que nos cuida”, poco y nada se hizo para mejorar las condiciones laborales y salariales de los policías.

El conflicto desnudó la falta de información y de gestión de Axel Kicillof. Sólo una lectura endogámica de la crisis -algo que abunda en el kirchnerismo- puede hacer creer que el gobernador salió bien parado de este entuerto. Que el problema haya llegado sin escalas a las puertas de la quinta de Olivos habla de las falencias del gobierno bonaerense.     

En un municipio del conurbano gobernado por un kirchnerista de paladar negro, los policías le avisaron de la protesta al secretario de Seguridad, y le pidieron permiso para ir al “sirenazo”.

El silencio de los intendentes peronistas del conurbano fue otro de los datos políticos del conflicto. Ninguno salió a apoyar de viva voz ni al gobernador ni al ministro de Seguridad.

Sergio Berni ha quedado indiscutiblemente dañado por esta crisis, independientemente de lo que se pretenda hacer creer desde las esferas del oficialismo. La relación del ministro con los intendentes kirchneristas del conurbano es cada vez peor. Se lleva mejor con los intendentes opositores. Las diferencias vienen desde hace tiempo y, lejos de zanjarse, se ahondan día a día. “Dice cosas que la gente quiere escuchar pero que nosotros no compartimos”, señala lapidariamente una voz que expresa el pensamiento de uno de los jefes comunales de rancia estirpe K, quien agrega: “En verdad no se sabe cómo se termina de bancar a Sergio, porque él dice que es de Cristina pero uno no sabe hasta dónde. ¿Es orgánico o se corta solo?”

Las mentiras del Presidente. 

“Fue una jugada a tres bandas. Primero porque ratifica la centralidad de Alberto y le devuelve gobernabilidad, frente a las dudas de los que decían de que no podíamos gobernar; segundo porque ratifica su alianza inquebrantable con Cristina a través de Axel, a quien le da una mano muy grande al resolver el conflicto; y tercero, porque le da un cachetazo a Rodríguez Larreta. Es una jugada arriesgada pero para valorar”.

Los dichos, que corresponden a un colaborador estrecho del jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, describen el ánimo imperante en el Gobierno y sirven para dejar al desnudo las falacias del Presidente. No es verdad que Alberto Fernández sea un hombre interesado en dialogar. En su incesante proceso de kirchnerización ha perdido esa capacidad. Tal como lo hace su jefa, Cristina Kirchner, AF impone.

En política, las formas tienen un enorme valor y hacen al fondo de los asuntos de su concernimiento. Este es un concepto que el Presidente conoce perfectamente, por lo que pudo haber encarado el espinoso tema de los fondos asignados a la Ciudad de Buenos Aires de una manera absolutamente distinta, con clase y jerarquía. Una determinación de semejante envergadura y consecuencias políticas y económicas no se comunica a través de un WhatsApp un minuto antes de ser anunciada. AF pudo haber convocado a Horacio Rodríguez Larreta para hacerle conocer la decisión que estaba a punto de tomar.

En esa reunión podría haberle informado acerca de las compensaciones que –según prometió– le dará a la Capital Federal. Sin embargo, nada de esto hizo. Optó en cambio por una decisión tipo manu militari. Así es como hacía las cosas CFK durante sus presidencias. Así es como las sigue haciendo ahora.

Más allá de la validez de la discusión sobre la repartición de fondos entre la Nación y las provincias –vale recordar que María Eugenia Vidal supo presentar un recurso ante la Corte Suprema para reclamar por una reasignación de fondos a la provincia de Buenos Aires– la apertura de este foco de conflictividad entre Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta tiene consecuencias dañinas para la Argentina.

Nadie se siente atraído hoy en día a invertir en un país atravesado por este nivel de división política y social. No deja de sorprender que el Presidente no lo advierta. Es por eso que ni siquiera la muy buena noticia del arreglo con los acreedores privados ha podido regenerar un clima de expectativas económicas favorables. Todos los días el Banco Central pierde dólares. Todos los días algún argentino busca irse a probar suerte a otras orillas.  

En el fondo del conflicto entre la Nación y la Ciudad de Buenos Aires, despunta, además, una razón fundamental: desde su llegada al poder, CFK viene desplegando un accionar destinado a dañar a Rodríguez Larreta a fin de perjudicar sus chances electorales ante su eventual candidatura presidencial.

El proyecto de la vicepresidenta es muy obvio: empoderar a Axel Kicillof para hacer de la provincia de Buenos Aires el bastión desde el cual el kirchnerismo pretende alimentar su proyecto político de permanencia indefinida en el poder.

Y para esos fines, cualquier medio es válido, tal como lo decía Nicolás Maquiavelo.

Video de Horacio R. Larreta. © Diario La Nación




domingo, 6 de septiembre de 2020

Reforma Judicial. Fernández y Fernández… @dealgunamanera...

Reforma Judicial. Fernández y Fernández…

‘Siempre listo’ Sergio Berni. Dibujo: Pablo Temes

La vicepresidenta recibió a un histórico operador en Comodoro Py. Avanza en construir una justicia a medida.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 05/09/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Los efectos adversos que el poder genera en las personas son complejos. El sentimiento de omnipotencia se despliega en toda su dimensión, aparecen comportamientos extravagantes, sorprendentes y, a veces, contradictorios e inexplicables. ¿Cómo explicar que un presidente que amenazó con someter a un proceso penal a los que durante esta larga cuarentena se reunieran en un domicilio invite a Olivos a Hugo Moyano y parte de su familia a compartir un almuerzo que incluyó una foto sin barbijo y sin distanciamiento social?  

En la dinámica psicológica del ejercicio del poder se distinguen tres rasgos esenciales: el absolutismo, la hegemonía y la intolerancia.

Salvo excepciones, quien ocupa una posición de poder busca siempre el absolutismo, la totalidad del poder. Para eso necesita la implantación del pensamiento hegemónico. Es ese afán de hegemonía el que hace que el poderoso sea un ser intolerante frente al pensamiento distinto.

La democracia como concepción política y la república como sistema representan las barreras que las sociedades crearon para poner freno a esos desvaríos que llenan páginas de la historia.  

Alberto Fernández llegó a la presidencia de la Nación con una promesa que hizo pública a lo largo de toda su campaña: terminar con la división política profunda que, como una nube tóxica, se ha venido extendiendo a lo largo y a lo ancho del país desde hace años. Dividió Néstor Kirchner; dividió y divide Cristina Fernández de Kirchnerdividió y divide Mauricio Macri.

"No solo debemos tolerar al que piensa distinto. Con eso no alcanza. Debemos respetarlo", dijo decenas de veces el hoy presidente durante el tiempo electoral. Por eso causó estupor –y alarma– cuando, en la reunión del peronismo que hubo en la semana que pasó, expresó: “No veo la hora de que esta pandemia se termine, porque estoy seguro de que ese día vamos a salir a la calle y ese día sí va a haber un banderazo, un banderazo de los argentinos de bien".

Nadie sabe aún si el Dr. Fernández se ha dado cuenta de la barrabasada que representa su infeliz frase. Cuando a la diversidad de ideas –es decir, el pluralismo– se la encuadra dentro de la categoría del bien y del mal, no hay posibilidad de convivencia posible. Si el que piensa diferente representa el mal no hay posibilidad de diálogo. Con el mal no se dialoga.
  
El mal es intolerable.

El pensamiento diferente enriquece ya por el mismo proceso intelectual de analizarlo ya sea para coincidir o para rebatirlo. Al mal se lo combate. Al pensamiento diferente, en cambio, se lo debate.

El concepto de identificar al otro con el mal nos conduce directamente a la categoría de amigo-enemigo de tan nefasta y lamentable raigambre en la historia de la Argentina.

Cuando en la noche del sábado 18 de noviembre de 1972 el general Juan Domingo Perón se abrazó en su casa de la calle Gaspar Campos con el Dr. Ricardo Balbín, le dijo: “El pueblo todo quiere que usted y yo nos unamos. Nos hemos peleado inútilmente durante 25 años”. Lo triste fue que, cuando se dieron cuenta de lo estéril de esas disputas feroces, ya se les había ido la vida.

Ahora, las tomas de Tierra. Las tomas, actos ilegales, nunca son producto del azar. Hay detrás una maquinaria política, legal y económica que se monta sobre la acuciante necesidad de miles de personas por no tener una vivienda digna. Hace unas pocas semanas, más allá de sus habituales comentarios provocadores, Juan Grabois aludió a las tomas, lo que fue una advertencia sobre algo inminente.

Al hacerlo, puso al oficialismo en un brete en el que aún está. Las contradicciones y disputas que se produjeron entre el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni; la ministra de Seguridad de Nación, Sabina Frederic, los dirigentes del Movimiento Evita y el gobernador Axel Kicillof hablan de la confusión en ámbitos del oficialismo.

Mientras tanto, Daniel Arroyo trabaja para quitar poder a los movimientos sociales a través de la tarjeta alimentaria. La transferencia a los comedores saca intermediarios. “Del 100% del presupuesto del Ministerio, los movimientos sociales se llevaban el 25%; ese porcentaje se ha reducido al 10%”, afirman en su cercanía.

Avatares de la reforma judicial K. Tras la bochornosa sesión en Diputados del miércoles, un hecho ilustra el superlativo interés de la vicepresidenta por la reforma judicial: el encuentro previo al debate que tuvo con el auditor Javier Fernández, el histórico operador judicial del kirchnerismo en Comodoro Py.

Fernández, quien tiene mandato en la Auditoría General de la Nación hasta 2022, había caído en desgracia a fines del kirchnerato por sus contactos con Jaime Stiusso. Como tantos otros, limó asperezas con CFK, por lo que los encuentros con ella, Máximo y el representante de La Cámpora en la AGN, Juan Ignacio Forlón, son habituales.

La reforma judicial obtuvo media sanción horas después de ese encuentro, con modificaciones que incluían la eliminación de la insostenible cláusula mordaza para la prensa propuesta por el amanuense de la vice, el senador Oscar Parrilli.

Vale la pena recordar lo que opinaba Fernández sobre la reforma judicial de 2013 –una de las dos que se presentaron en los últimos veinte años según CFK– y que luego fue frenada por la Corte Suprema. “Le dije a la presidenta que iba a ser inconstitucional. Ella me dijo que no.

Pero lo que hizo fue unir a todos en la corporación judicial. Estuvo mal asesorada... No hay que meterse en los poderes. Tenés que dialogar”, aconsejó Fernández en una nota a la revista Crisis, en septiembre de 2019. Por lo que se ve, CFK sigue haciendo caso omiso de los consejos del auditor Fernández. El diálogo es una práctica ausente en su conducta política.  


Los que conocen los detalles de ese diálogo aseguran que, para cumplir el rol de operador judicial que supo tener, Javier Fernández pide ser designado en el Consejo de la Magistratura. Por si alguien lo olvidó, CFK quiere un Poder Judicial sometido al Gobierno.




domingo, 2 de agosto de 2020

"¿Vas a desenfundar?"... @dealgunamanera...

"¿Vas a desenfundar?"  

Del otro lado del cañón... Sabina Frederic. Dibujo: Pablo Temes. 

Internas feroces en el oficialismo y en la oposición. Pero no habrá novedades durante la cuarentena. 

© Escrito por Nelson Castro el Sábado 25 /07/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.  


Fue una de las frases de la semana. La información acerca del tenso momento que se vivió el miércoles durante la reunión encabezada por Axel Kicillof que tuvo lugar en La Plata y de la que participaron la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic, su par de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, y un numeroso grupo de asesores produjo fuerte impacto. La frase, con la que la ministra reaccionó ante la actitud intempestiva de Berni, quien, irritado por causa de sus desacuerdos con Frederic, se puso de pie y en actitud desafiante se quitó el barbijo para expresarle su reproche, reflejó la realidad de una relación totalmente rota entre los dos. 

“Pará loco, calmate”, fue casi lo único que Kicillof en su lenguaje de dirigente estudiantil atinó a decir en medio del azoro reinante en esa sala. 

Después de esto, ¿alguien cree que la cohabitación entre Frederic y Berni se puede encauzar? 

Lo “notable” fue que, en vez de inquietarse por las consecuencias adversas que sobre las políticas de seguridad –que, en verdad, no las hay– genera ese nivel de enfrentamiento entre los dos ministerios, la preocupación de los funcionarios provinciales y del kirchnersimo pasó por averiguar quién fue el responsable de la filtración (sic). Desde la cercanía del gobernador dan por sentado que el albertismo fue quien dejó trascender a la prensa el entredicho, que luego fue ratificado por Berni ante los medios. Como se ve, el “desamor” reina. 

El caso del ministro de Seguridad es bien curioso. Su perfil no encaja para nada en los preceptos ideológicos del kirchnerismo puro. Es más, sus definiciones y conceptos sobre la inseguridad  y su circunstancia lo emparentan mucho más con la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que con los militantes devenidos funcionarios que abrevan en las fuentes K. Ese amén poco entendible tiene una razón: Cristina Fernández de Kirchner lo sostiene. 

El reclamo por un refuerzo en la seguridad es compartido por los intendentes tanto de la oposición como del oficialismo. Mario Secco, de Ensenada –un kirchnerista de paladar negro–, mantuvo un fuerte cruce con Berni, en el marco de un encuentro con intendentes de la tercera sección electoral. A pesar de la desmentida de ambos, por los pasillos de la gobernación se habló de una discusión que llegó hasta el límite de un cruce físico. El reclamo consistía en una ayuda de la Provincia para contrarrestar el incremento de la inseguridad. 

“Quiero que el gobierno provincial y el nacional me den un mimo ahora que tenemos un gobierno nacional y popular”, admitió Secco en declaraciones periodísticas. El trasfondo de la pelea sería la quita de treinta efectivos de la Bonaerense que prestaban servicio en el distrito, y que de un día para el otro fueron retirados. 

Desde el entorno de Secco admiten que el encuentro con Berni fue “muy tenso”, aunque mostraron mayor preocupación por el “filtrado” de la información. Las sospechas apuntan a Gastón Granados, intendente interino de Ezeiza, quien se encuentra en el cargo en reemplazo de su padre, Alejandro Granados, ex ministro de Seguridad durante la penosa gestión de Daniel Scioli, quien se encuentra recluido en la Patagonia ante la amenaza del Covid-19. Es bien sabido que Granados no comulga con el kirchnerismo. 
Una vez más, las internas de la coalición gobernante al rojo vivo. Mientras tanto, el conurbano bonaerense es un Kosovo infinito. Nada le falta, como lo demuestra el episodio protagonizado por el intendente de José C. Paz, Mario Ishii, aludiendo a los que venden drogas.

¿Alguien cree que la cohabitación entre Berni y Frederic se puede encauzar? 

Desde Provincia respaldan a Berni y no hablan de reemplazantes –en verdad no lo tienen–, aunque admiten que es un díscolo.   

Cuando el río suena… Los meses pasan, la cuarentena sigue y la gestión no aparece. “No creo en los planes”, dijo el Dr. Fernández en el reportaje que le concedió al Financial Times. Fue un sincericidio absolutamente innecesario. Consciente de su error, el Presidente trató de enmendarlo el jueves cuando criticó a los que “andan renegando” y dicen que el Gobierno no tiene un plan económico, señalando que el programa ATP fue “planificado desde el primer día, para que la pandemia no arrastre a empresas y sus trabajadores”. 

Mal que le pese al jefe de Estado, el manejo de la larga cuarentena muestra una significativa falta de planificación para encarar sus consecuencias psicológicas, sociológicas y económicas. A pesar del Programa de Asistencia al Trabajo y a la Producción (ATP), en la ciudad de Buenos Aires ya cerraron definitivamente 25 mil pymes y en la Provincia, 45 mil. 

Una norma no escrita de la política dice que, cuando un funcionario debe ser respaldado por el Presidente –o, en este caso, por la vicepresidenta– es porque su situación es tambaleante. Es lo que le sucede al ministro de Economía, Martín Guzmán. La posibilidad de que sea desplazado de su cargo una vez que se cierren la renegociación de la deuda sigue rondando por los pasillos del ministerio, de la Casa Rosada y de la quinta de Olivos. 

Nada ocurrirá durante la cuarentena. Los cambios del Gabinete serán para después. Para el Presidente, esta circunstancia representa un problema doble porque, como es sabido, su poder para imponer nombramientos está menguado. Eso ya se lo vio con el reemplazo de Alejandro Vanoli en la Anses. 

Claro que las internas no son exclusivas del oficialismo. También las hay en la oposición y son crecientes. Y un rasgo que comparte Mauricio Macri con integrantes de este gobierno es su falta de autocrítica. 

Hablando de Macri, algo que Alberto Fernández no aprendió de los errores cometidos por el ex presidente durante su administración es que la atomización del Ministerio de Economía complica seriamente la gestión y la puesta en marcha de cualquier plan en caso de que lo hubiere. La ausencia de planes es otra de las carencias que asemejan a los dos gobiernos.   

Uno de los ministerios apetecidos por el kirchnerismo es el de Desarrollo Social. 

Daniel Arroyo enfrenta una interna de intensidad variable con la titular del Consejo Nacional de Coordinación de Políticas Sociales, Victoria Tolosa Paz, que se suma a las dificultades de tener una cartera loteada. 

Todo lo que sea “caja”, es decir plata, es prioridad K. Nada que sorprenda.





sábado, 25 de julio de 2020

Tensiones Internas. "Me acusan de ser dialoguista"... @dealgunamanera...

Tensiones Internas… "Me acusan de ser dialoguista"…

Índice oficial, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes.

La frase del Presidente refleja que la política local vive en un mundo al revés. Le endilgan lo que debería ser un mérito.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 18/07/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La respuesta de Alberto Fernández sobre las críticas internas que recibió en la semana es una descripción de lo que está sucediendo al interior del Frente de Todos con un fuerte impacto en la gestión gubernamental. El kirchnerismo duro, en su dogmatismo, no ha cambiado un ápice. Al fin y al cabo no hace más que reflejar el pensamiento y la personalidad de Cristina Fernández de Kirchner. Como todo dogmatismo, es una manifestación de fanatismo. En esa concepción no hay lugar para el pensamiento diferente. Todo es antinómico. La antinomia anula el pensamiento democrático.   

El “me acusan de dialoguista” es propio del mundo al revés que se vive en la política vernácula. Ser dialoguista en la política –como en cualquier ámbito de la vida– es un mérito, no un demérito por el cual alguien pueda o deba ser acusado. Acusar a alguien de ser dialoguista es tan disparatado como acusar a alguien de ser honesto.

Toda esta ida y vuelta surgió a raíz de la carta –lamentable– que Hebe de Bonafini le envió a AF a causa de la convocatoria que le hizo a un grupo de empresarios para participar de la ceremonia conmemorativa del Día de la Independencia. Lo notable es que Máximo Kirchner también se ha reunido con varios de estos empresarios, sin que hasta ahora la titular de las Madres de Plaza de Mayo le haya dedicado alguna misiva pública crítica.AdChoices

¿Qué le está pasando al Presidente que parece empeñado, día a día, de hacer exhibición de su debilidad frente al kirchnerismo?

En la respuesta que dio por el cuestionamiento a la postura de la Argentina en la que se condena al gobierno de Venezuela por las violaciones a los derechos humanos que ocurren en ese país gobernado por un régimen cívico-militar, se lo escuchó como pidiendo disculpas. Parece que olvidó que la mismísima CFK dijo, en el reportaje que le concedió a Luis Novaresio en 2017, que “en Venezuela no hay Estado de derecho”, realidad de la que da cuenta la penuria de los millones de exiliados venezolanos que andan dando vueltas por el mundo, tras haber escapado de los abusos de poder que se viven a diario en aquel rico país castigado por la corrupción y el autoritarismo del gobierno de Nicolás Maduro, al que por estos días critican incluso mucho ex funcionarios de Hugo Chávez.

La clave para que se respete el aislamiento social es la convicción, no el medio

No menos impacto y azoro produjo AF cuando afirmó que ahora entendía las razones por las que CFK impulsó la firma del ignominioso memorándum con Irán como un instrumento válido para el juzgamiento de los dirigentes y ex funcionarios de ese país sospechados de ser partícipes e instigadores del impune ataque terrorista contra la AMIA, del cual se cumplieron ayer 26 años. Los archivos abundan en testimonios fuertemente críticos del Dr. Fernández contra esa inentendible decisión que tomó la entonces presidenta. Y la contradicción aumenta porque, siendo jefe de Gabinete de Néstor Kirchner, AF supo de la intransigencia del Dr. Kirchner –a la que apoyó decididamente– a cualquier tipo de negociación con Teherán.

El FdT en su laberinto. Los embates internos contra el Presidente han sido tan duros que llevaron al ministro de Defensa, Agustín Rossi, a salir a respaldarlo y a pedir el acompañamiento de sus conmilitones en esta tarea. Curiosa coincidencia: hace unas semanas, Mauricio Macri les hizo el mismo pedido a los suyos. “Banquemos a Alberto porque si no Cristina se lo lleva puesto”, fue su mensaje

El kirchnerismo no se arredra. Nada hará para cambiar sus posturas ni la forma de expresarlas. La posición que mantienen en público es la misma que en privado. En ese ámbito las críticas al Presidente se sostienen y se verbalizan abiertamente. “No respaldamos al embajador en su planteo acerca de las violaciones de los derechos humanos en Venezuela, que hizo lo que pudo de acuerdo a las presiones del imperialismo norteamericano”, señala una voz K, que agrega: “A Vicentin la tendríamos que haber expropiado. El gobierno nacional tiene muchas presiones y no puede dar algunas batallas que todos esperamos”.

Para sumar más elementos de tensión, el ministro de Seguridad de la provincia de Santa Fe, Marcelo Sain, respaldó por estas horas a Sergio Berni en sus críticas a la gestión de la ministra de Seguridad de la Nación, Sabina Frederic. En charlas en ámbitos privados, Sain adhiere “al pie de la letra” al reclamo de su par bonaerense. “No me escuchan; Gendarmería se hizo bullrichista y nosotros estamos en pelotas”, se le escuchó decir al polémico ministro.

La cuarentena intermitente. La fase de la cuarentena que terminó el viernes fue un fracaso. Es lo que muestra el número de casos. En la larga exposición del viernes, el Presidente quiso presentar como un éxito lo que acabó siendo un fiasco. Es lo que la calle mostraba todos los días; negocios de todo tipo abiertos, gente desplazándose por todos lados, ausencia de control. Ante tales evidencias del revés, al Gobierno no le quedaba otra que la flexibilización que comienza mañana.  

El gran problema que existe no es el número de casos sino la disponibilidad de camas de terapia intensiva y de personal en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Ese es el cuello de botella.

La necesidad de respetar el aislamiento social y la higiene es clave. La inobservancia de esas normas está en la base de los rebrotes que se están viendo en Europa por estos días.
Intentar que la gente cumpla con estos preceptos a través del miedo es inconducente. La única manera de lograrlo es a través de la convicción.

Esa es la moraleja que deja lo sucedido durante las últimas tres semanas en nuestro país.




domingo, 5 de julio de 2020

Berni es Cristina… @dealgunamanera...

Berni es Cristina…

Berni oliva. Dibujo: Pablo Temes

El kirchnerismo condiciona a AF, mientras trabaja para sofocar la causa de los cuadernos. 
Dice la leyenda que, en los tiempos en los que eran amigos, Mario Vargas Llosa le dijo a Gabriel García Márquez: “Querido Gabo, estamos en problemas: la realidad de nuestros países supera a cualquiera de nuestras novelas”.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 04/07/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


El asesinato de Fabián Gutiérrez, ex secretario privado del matrimonio Kirchner, se inscribe en esa dinámica letal. En medio de los intentos denodados y groseros del kirchnerismo de darle vuelo a la causa por actos de espionaje ocurridos durante el gobierno de Mauricio Macri, la muerte de Gutiérrez, sucedida en El Calafate, vuelve a poner en el centro de la escena a la corrupción galopante que existió durante los 12 años del kirchnerato. Gutiérrez era uno de los involucrados en la causa de los cuadernos de Centeno, quien, en su condición de arrepentido, aportó con minuciosidad un testimonio clave acerca de cómo funcionaba esa maquinaria armada con el objetivo de delinquir.

En su relato, habló de los bolsos que eran transportados desde Buenos Aires hacia El Calafate y de los “espacios destinados a guardar los bolsos que eran inaccesibles para todos” y a los que “solo ingresaba Néstor Kirchner”. No fue ese su único aporte. Tan significativa como la narración acerca de la mecánica utilizada para el transporte de los bolsos fue su descripción de las conductas y de la psicología del matrimonio Kirchner y de lo que se vivió a lo largo de esos años.

“Entre los secretarios la apodábamos ‘la loca’, ‘la yegua’ y otros términos que no quiero mencionar por razones de género”, declaró Gutiérrez, quien, al referirse a Néstor Kirchner, señaló que “Néstor era más humano, era diferente; a veces Néstor pegaba en broma pero hacía sangrar”.

La causa de los cuadernos –increíblemente adormilada por la misma Justicia– pierde así un eslabón importante. Recuérdese que tanto la vicepresidenta como el resto de los involucrados en este caso resonante y escandaloso comparten un único objetivo: la impunidad.

Los claroscuros de la cuarentena. Este ítem, que ya tiene rasgos de sección, tuvo en la semana hechos que produjeron estrépito. La pendencia entre el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, y su par de la Nación, Sabrina Frederic, erizó los ánimos en el gobierno nacional. “Alberto se enojó mucho”, señaló un miembro del Gabinete.

Está claro que a Berni no lo para nadie. “Cruzó una raya”, fue la frase con la cual lo fustigaron desde la Casa Rosada. Eso es así. Normalmente, en una circunstancia como esa, lo que hubiera sobrevenido habría sido la renuncia del ministro provincial. Pero quedó claro que a Alberto Fernández le está vedada esa determinación. Berni es CFK y, mientras ella lo sostenga, será intocable.    
   
El Gobierno también recogió adversidades en al caso Vicentin. La ratificación del juez Fabián Lorenzini por parte de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial de Reconquista dejó sin aire al intento del kirchnerismo de quedarse con la empresa través de la intervención primero y la expropiación después.


Por otra parte, la interna del Gabinete tiene algunos rasgos inquietantes. Se sabe que CFK está insatisfecha con el desempeño de algunos ministros. El descontento abarca al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Por eso produjo inquietud la aparición de Aníbal Fernández hablando de los funcionarios que no acompañan al Presidente.

De ahí a los rumores sobre su incorporación al Gobierno no pasaron más que segundos. En los pasillos del poder, no son pocas las voces que en la semana hablaban del pedido que recibió el actual interventor de Yacimientos Carboníferos Fiscales a fin de estar preparado para eventualmente ocupar un cargo en el Gabinete.

El incorregible kirchnerismo.  Las obsesiones del kirchnnerismo son –como todas las obsesiones– permanentes. Al tope de ellas están los medios y los periodistas que son críticos de ese submundo de antinomias e intolerancia en el que habita buena parte de la dirigencia K. Por eso resulta siempre paradojal escuchar hablar a la vicepresidenta de “medios hegemónicos”. Si hay quienes, a través de la fallida Ley de Medios, intentaron imponer un modelo hegemónico, fueron CFK y Néstor Kirchner.

El caso de espionaje hacia dirigentes políticos del kirchnerismo, de Juntos por el Cambio, empresarios y periodistas ocurrido durante el gobierno de Mauricio Macri y denunciado por la actual interventora de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) está siendo usado por el kirchnerismo no solo para intimidar sino también para intentar llevar a prisión a periodistas. Luis Majul ha venido denunciando con todo detalle las maniobras que buscan someterlo a un proceso penal desgastante.

No hay ninguna evidencia de que Majul haya cometido un delito. Las tentativas del kirchnerismo de acceder a sus mails implican una flagrante violación del secreto profesional con el objetivo de acceder a sus fuentes de información. Hay que recordar que la reserva de las fuentes de un periodista es un derecho que está garantizado por la Constitución Nacional.

No es que sorprenda esta actitud persecutoria por parte del kirchnerismo hacia los periodistas. Lo inquietante es que, en este caso, se sumó a esa avanzada nada menos que un juez federal. Se trata de Federico Villena, juez federal de Lomas de Zamora, a quien la Cámara Federal de La Plata apartó del caso a través de un dictamen muy duro en el que lo acusó de parcialidad.

El juez Villena alcanzó su nombramiento con el padrinazgo de Silvia Majdalani, la número 2 de la AFI durante la presidencia de Mauricio Macri. Quienes en tiempo del anterior gobierno frecuentaban la Casa Rosada recuerdan haber escuchado a varios de sus miembros haciendo alusión a la funcionalidad del juez. El caso de Villena es un ejemplo más que debería hacer reflexionar a todos aquellos políticos que, una vez alcanzado el poder, batallan para designar jueces afines sin advertir que esos malos magistrados serán oficialistas de todos los turnos.

La avanzada del kirchnerismo contra un grupo de periodistas obliga a estar alerta no solo a quienes ejercemos la profesión sino también a la sociedad toda. “El periodismo honesto es un instrumento esencial para hacer a las sociedades democráticas más plurales y honestas”. Es esa condición fundamental, que al kirchnerismo le resulta intolerable, la que está en juego en esta hora de tribulaciones.