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domingo, 19 de diciembre de 2021

Nuevos / Viejos tiempos. Máximo conducción… @dealgunamaneraok…

 Nuevos / Viejos tiempos. Máximo conducción… 


Bancando. Máximo Kirchner. Dibujo: Pablo Temes. 

El voto del Presupuesto mostró que el kirchnerismo es una permanente vuelta al pasado y al fracaso.


Escrito por Nelson Castro el sábado 18/12/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Lo que ocurrió en la maratónica sesión por el debate del Presupuesto 2022 en la Cámara de Diputados no es otra cosa que el reflejo del cambio de los tiempos. Cambio que el oficialismo todo –desde el Presidente y su vice en funciones hasta los legisladores y militantes– se niega a aceptar. El falso festejo de la elección perdida sirvió para mantener unida a la tropa, pero también los embriagó y hundió en lo más profundo del relato. La realidad los sorprendió con un balde de agua fría para apagar tanta soberbia y desconexión con el presente. La supremacía del Frente de Todos contra Todos en ambas cámaras del Congreso es ahora parte de la historia. Quien no lo acepte de ese modo y aprenda y practique el arte de la negociación y la búsqueda de consensos quedará irremediablemente expuesto al ridículo. El primero en pisar el palito fue un caprichoso Máximo Kirchner quien, con su provocativa arremetida discursiva de la mañana del viernes, chocó de frente contra un muro. Vale la pena analizar los entretelones de semejante porrazo. 

Luego de una noche larga en exposiciones infructuosas, llegó el desenlace tan temido pero inevitable. Pasadas las 7 de la mañana el diputado Mario Negri propuso que la sesión pasase a un cuarto intermedio para tratar de buscar acuerdos que trajesen algo de coherencia a la discusión. Envuelto en su terquedad, el oficialismo no solo se negó una vez más a aceptar esa propuesta sino que, fiel a su estilo, redobló la apuesta. Es lo que siempre ha hecho a lo largo de tantos años de ejercicio del poder con una concepción propia de las monarquías autoritarias. El kirchnerismo creía que, con el transcurso de las horas, lograría doblegar la voluntad de algún diputado para que terminara acompañando el proyecto del Presupuesto que, desde un punto de vista técnico, era invotable incluso para muchos funcionarios del oficialismo. “Vamos con discursos largos, sin apuro, y a participar de todas las discusiones para darles tiempo a los negociadores a que puedan explorar todas las alternativas”, se escuchó decir a un allegado al bloque oficialista pasada la madrugada. Eso fue lo que ocurrió durante toda la noche y, en rigor de verdad, no había tales opciones. 

Las sesiones trasnochadas de la Cámara de Diputados han sido muchas veces sinónimo de maniobras turbias, de aprietes y de prácticas repudiables manipuladas directamente desde la Casa Rosada. Las alternativas eran el apriete o la dádiva para algún diputado del interior que se contentara con llevar alivio económico a su provincia. Ningún gobernador desconocía lo que estaba ocurriendo. Ya se había descartado la posibilidad de cambiar votos negativos por positivos y solo se especulaba con la ausencia repentina de algún legislador capaz de justificar que se había quedado dormido o que se había perdido al cruzar la avenida Rivadavia, que separa su despacho del recinto. Puerilidad absoluta.  

La experimentada Graciela Camaño fue clara en su última intervención: “Vinieron a cojudear un Presupuesto con un número que no tienen, esta es la verdad”. Minutos antes de las 8 el oficialismo había reunido apenas 121 voluntades. En ese momento Sergio Massa le trasladó el pedido de Alberto Fernández a Mario Negri de volver a llevar el Presupuesto a comisión y postergar la discusión hasta el próximo martes para revisar los puntos conflictivos en busca de nuevos acuerdos. Luego de varias discusiones dentro de cada bloque, la salida parecía razonable incluso para sectores de JXC, la Coalición Cívica y los radicales de Evolución. Pero aún había lugar para dos gestos mezquinos del oficialismo que dinamitaron cualquier acuerdo posible. El primero, la utilización del diputado de Juntos Somos Río Negro, Luis Di Giácomo, para proponer la moción y postergar el tratamiento para que la iniciativa vuelva a comisión, en lugar de que un miembro del FdT asumiera el compromiso luego de verse derrotados. 

El segundo gesto fue el encendido –e inexplicable– discurso de Máximo Kirchner que, a un paso del acuerdo, volvió a cargar contra la oposición responzabilizándola de todos los males de la Argentina. Se refirió a los miembros de JXC con ironía como “gente distinguida” y los enumeró de a uno: “Tenemos un ex vicepresidente; un ex vicejefe de Gobierno; una ex gobernadora de la Provincia; un ex ministro del interior”, y agregó la chicana final alegando que “le llamaba la atención la actitud que estaban teniendo luego de endeudar el país”, para cerrar su discurso tratándolos de cobardes. La Cámara, entonces, estalló de inmediato. El diputado Luciano Laspina y sus pares corrían por las bancas incrédulos diciendo que por el último ataque del hijo de la vice ahora no cederían a prestarle ayuda. Cristian Ritondo tomó la palabra y, al hacerlo, puso al oficialismo frente a la dura realidad de una derrota. 

“Todavía no entendemos qué pasó. Lo teníamos adentro. La negociación estaba lograda y comprábamos tiempo para seguir negociando. Es inexplicable”, se lamentaba un legislador del oficialismo mientras se retiraba del Salón de los Pasos Perdidos. La cara de Leandro Santoro era elocuente. No le hizo falta decir nada mientras Máximo K aún se retorcía en su banca. 

“Máximo conducción” bramaban los diputados opositores camino a sus oficinas y se lamentaban por la oportunidad perdida. “La verdad es que fue un acto de irresponsabilidad. Con su soberbia, Máximo se llevó puesto al Gobierno”, sentenció un diputado antes de ingresar a su despacho. 

En la madrugada del 17 de julio de 2008, el entonces vicepresidente Julio Cobos le ofreció al kirchnerismo pasar a un cuarto intermedio para evitar su “voto no positivo” que acabó con la Resolución 125. En aquel momento, siguiendo órdenes de Néstor Kirchner, el jefe del bloque de senadores oficialista, Miguel Ángel Pichetto, rechazó esa alternativa que hubiese evitado la derrota.

Como se ve una vez más, el kirchnerismo es una permanente vuelta al pasado y al fracaso.



domingo, 12 de diciembre de 2021

Con el enemigo no se dialoga… @dealgunamaneraok...

 Con el enemigo no se dialoga… 

“Sacándole viruta al piso”. Cristina y Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes. 

Para el kirchnerismo los opositores son malos por el simple hecho de pensar distinto. Y los necesita para crear su mística. 

Escrito por Nelson Castro el sábado 11/12/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 


La democracia es un logro que se conquistó con el esfuerzo de todos, y que llevó años de lucha y consolidación. Esto no es compartido por el kirchnerismo quien, en su pensamiento con aires de mesianismo, cree que la Patria nació con ellos. Por eso, el Gobierno celebró el Día de los Derechos Humanos y los 38 años del regreso de la democracia con un festival organizado por Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner convocando y llevando a la militancia a un acto político partidario de carácter excluyente. Si queda alguna duda del tinte del encuentro solo basta recordar el pedido de Máximo Kirchner hace algo más de una semana: “Hay que reventar en serio la Plaza de Mayo”. Objetivo que en la tarde del viernes repitió y que, finalmente, no logró. La Plaza no reventó. El pedido que el líder de La Cámpora había hecho a sus acólitos para que se movilizaran hacia el acto, que tuvo como oradores a su madre, al Presidente bendecido por ella, al ex presidente de Brasil Luis Ignacio “Lula” da Silva y el de Uruguay José “Pepe” Mujica, no dio resultado. En definitiva, el acto del viernes fue un acto faccionario, porque ni siquiera incluyó a todo el peronismo. Otra paradoja más del relato kirchnerista, un gobierno que llama a defender la democracia, uno de los valores por los que menos ha trabajado, como se desprende de la siguiente enumeración:


- Ausencia de diálogo político.


- Concepción del adversario como un enemigo.


- Generación y sostenimiento de la grieta.


- Utilización de la mayoría parlamentaria convirtiendo al Congreso en escribanía.


- Degradación de la Justicia.


- Reformas en el Consejo de la Magistratura que facilitan la concentración del poder oficialista.


- Elución de juicios y condenas, sin que se completen los procesos judiciales, como ocurrió en las causas Memorándum con Irán, Hotesur y Los Sauces.


- Una de las características sobresalientes del kirchnerismo es su amnesia política. 

 

Tiene su explicación: el archivo los condena ya que expone sus contradicciones y mentiras. 

 

¿Cómo olvidar que tanto CFK como su esposo, Néstor Kirchner, fueron parte del menemismo?


¿Cómo olvidar que Alberto Fernández fue funcionario del menemismo?


¿Cómo olvidar que CFK y Néstor Kirchner supieron derrochar elogios a Domingo Cavallo en sus años de ministro de Economía?


¿Cómo olvidar que durante sus años como  gobernador de Santa Cruz, para Néstor Kirchner el tema de las violaciones a los Derechos Humanos sucedidas en la brutal última dictadura no estuvieron en su agenda pública? 

 

La intención del acto del viernes nada tuvo que ver con el festejo del renacimiento de la democracia argentina. Tuvo que ver, en cambio, con la interna sórdida por la que atraviesa el oficialismo.  

 

Como no podía ser de otra manera, el discurso central del acto fue el de la ex presidenta en funciones. La devaluación que ha sufrido la palabra del Presidente –abundante en mentiras– le ha conferido una robusta intrascendencia.

 

 

El primer rasgo que surge claro de la alocución de CFK es que habló todo el tiempo de ella. Nada que sorprenda: es una muestra indeleble de su patológica personalidad. Su egocentrismo permanece intacto.

 

Según la vicepresidenta, en todo lo ocurrido durante los doce años del kirchnerato, la Argentina fue un paraíso.


Olvidó mencionar las deudas que dejó con los “fondos buitre”, el mal arreglo con el Club de París, los altos índices de pobreza y de inflación, la corrupción y la persecución y hostigamiento a jueces y periodistas independientes. Recuérdese cuando se quiso eyectar de la Corte Suprema al Dr. Carlos Fayt, persona de honestidad y convicciones republicanas intachables. 

 

En este discurso típicamente kirchnerista, otro de los ejes fue la imprescindible presencia de los enemigos. Sin el concepto del enemigo, no hay posibilidad de crear mística. El elenco de enemigos de la vicepresidenta es siempre el mismo: el FMI, los jueces, los opositores, los medios y los periodistas. Los jueces malos son los que deciden investigarla y/o juzgarla en las varias causas que aún debe afrontar. Los que la absuelven sin juicio, son buenos. Los opositores son malos por el solo hecho de pensar distinto. Y los medios y periodistas malos, son los que la critican y/o investigan, los hechos de corrupción sucedidos en sus gobiernos. Los otros, son buenos.

 

En su tergiversación de los hechos, culpó al Fondo Monetario Internacional de haber sido el responsable de las crisis que desencadenaron la entrega del poder anticipada por parte del Dr. Raúl Alfonsín y de la caída del Dr. Fernando de la Rúa. Olvidó mencionar que, en ambos casos, el peronismo tuvo un rol activo que fue decisivo para precipitar los hechos. 

 

Y, lo último –pero no menos importante– fue el desprecio exhibido hacia la mayoría de la ciudadanía que no votó por el kirchnerismo. A esa ciudadanía no se la convocó al festejo del Día de la Democracia. A esa ciudadanía se la ignoró. 

 

Para CFK quienes no coinciden con ella están equivocados. 

 

El pensamiento distinto no forma parte de su pensamiento. Por eso nada de lo que dijo es creíble cuando, en su perorata del viernes, apareció la convocatoria a todas las fuerzas políticas a discutir la búsqueda de un acuerdo de cara a la negociación con el Fondo Monetario Internacional.  

 

Es muy difícil creer en la voluntad de diálogo de un gobierno que trata a sus opositores como enemigos y no como adversarios. Con el adversario se dialoga. Con el enemigo, no. 

 

El acto del viernes demuestra que el kirchnerismo volvió tan malo como lo fue siempre.







miércoles, 8 de diciembre de 2021

Opinión. Opinión. Fin de ciclo K… @dealgunamaneraok...

Fin de ciclo K… 

Domesticadora domesticada: el otoño de Cristina. Dibujo: Joaquín Temes. 

La construcción de una Cristina Kirchner omnisciente es útil para asustar a opositores. Los cohesiona y presenta un relato atractivo para el entretenimiento del público masivo. En otras subjetividades puede cumplir el papel del goce masoquista frente a una dominadora sádica.  

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 04/12/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Pero nunca tuvo el poder que se le asigna y por eso precisó disculpar a Sergio Massa, cuyos agravios no fueron menores que los de Macri, y entronizar a Alberto Fernández, también crítico punzante de su presidencia. Y peor aún, de aquel “con Cristina no alcanza, pero sin ella no se puede” de 2019, cuando se le asignaba tener el 30% del total de los votos nacionales, se pasó en 2021 a “ella suma y resta” con posibilidad de llegar a un 2023 en que la frase a aplicar sea “con ella no se puede” y el kirchnerismo deba ir escondido y diluido detrás de intendentes en la provincia de Buenos Aires y de gobernadores más poderes fácticos pejotistas a nivel nacional. 

La derrota del  Frente de Todos es atribuida a la cristinización de la coalición.

Sus cartas, que son siempre leídas como clave de fortaleza de una diosa que envía a su representante tablas con mandamientos a seguirse esculpidos en piedra, no pocas veces son una demostración de debilidad. La última, una forma de armisticio con potencialidad de rendición, no puede no ser relacionada con la de septiembre, tras la mayor derrota en las PASO. En aquella oportunidad demostró debilidad haciendo público que tuvo que insistir para reunirse con el Presidente, que al no ser escuchada tuvo que hacer renunciar a los ministros más cercanos y, cuando temió que aceptaran sus renuncias, tuvo que escribir esa carta echando el resto para, como Pirro de Epiro, vencer en una contienda al costo de mandar a la muerte a todos sus soldados. 

Al revés del cuento que mereció ensayos de Lacan y Derrida: La carta robada, de Poe, donde un ministro roba a la reina una carta comprometedora para manipularla, en el caso de Cristina es la propia reina quien asume los costos reputacionales haciendo públicas sus cartas. 

La metamorfosis de Cristina se podría resumir en el tránsito de disciplinadora a disciplinada. Cada año pierde una parte de su fuerza sin poder traspasarla a sus discípulos. Probablemente, su prospectiva más imaginable sea hacer su último servicio electoral acompañando como senadora de la provincia de Buenos Aires la boleta de su hijo Máximo como candidato a gobernador, quien hoy tiene dificultades hasta para asumir en el Partido Justicialista bonaerense. 

Los intendentes del Conurbano se arrogan la remontada de votos entre las PASO y las elecciones de noviembre y, lejos de interpretar que el mejor caudal electoral obedeció a que se les hizo caso a los cambios que demandó Cristina, en el oficialismo se cree que hubieran remontado más y hasta ganado en la provincia de Buenos Aires si ella no hubiera creado la crisis de la semana posterior a las PASO. 

Hoy todo el Frente de Todos y el propio kirchnerismo tienen solo un plan: encolumnarse detrás de Alberto Fernández y Martín Guzmán rezando para que el Gobierno pueda generar mejoras económicas en estos dos años que restan de mandato y el candidato que los represente sea el Presidente en su intento de reelección. Quedó en el olvido la posibilidad de que un candidato de La Cámpora pueda encabezar la fórmula en 2023, y no sería extraño que tampoco pudiera encabezarla para gobernador bonaerense. 

Como en todo juego de suma cero, una reducción del peso específico de Cristina Kirchner y La Cámpora implica un crecimiento de los otros componentes del Frente de Todos. Se puede imaginar un peronismo que gobierna dos terceras partes de las provincias aspirando a convertirse definitivamente en un partido institucionalizado. El otoño de Cristina Kirchner abre la posibilidad de una primavera para el desvalorizado Alberto Fernández, esta vez con la lapicera en sus exclusivas manos. 

Durante estos dos años la imagen más repetida del Presidente ante la opinión pública fue la de ser esclavo de la vicepresidenta. Y más allá de lo desproporcionado de la representación, tomarla literalmente sirve para apelar a la Dialéctica del amo y el esclavo, de Hegel, donde solo el amo podía desear y el esclavo estaba al servicio del deseo del primero. El deseo de Cristina Kirchner era que Alberto Fernández fuera el puente hacia la presidencia de Máximo Kirchner, que sería como serlo ella misma y su propia reivindicación. “El deseo es presencia de una ausencia”, decía Hegel. Es lo que falta;  falta que la vicepresidenta ya deberá percibir o no será subsanada. Al revés, el deseo del esclavo Alberto, si bien difícil, tiene más posibilidades de concretarse y en ese punto se produce la inversión de roles. El sujeto (amo) pasa él mismo a ser objeto (esclavo) y viceversa, haciendo que uno sea medio para el fin del otro. 

Alberto Fernández no aceptó la renuncia de esos ministros pero se fueron desdibujando al punto de parecer no integrar el Gobierno. 

El centro es el espacio donde el Frente de Todos tendría votos de 2019 para recuperar.

Hegel lo explicaba en su dialéctica como el encuentro de dos mentes autoconscientes con sus perspectivas diferentes del mundo en un contexto de poder asimétrico. Cambia el contexto y cambian los roles. 

Trascendiendo a Cristina Kirchner y a Alberto Fernández, el verdadero conflicto reside en la visión del mundo del kirchnerismo en tensión con la visión del mundo del peronismo. A un fin de ciclo K, asumiéndolo como ala izquierda, tendría que operarle la emergencia de un ciclo PJ, el ala de centro. Es el centro el único espacio donde el Frente de Todos podría aspirar a recuperar en 2023 los votos perdidos entre 2019 y 2021.





domingo, 17 de octubre de 2021

Oficialismo desquiciado… @dealgunamaneraok...

 Oficialismo desquiciado…

 

Es otro cantar, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Teme


Crecen las señales de un gobierno partido en dos, incapaz de enfrentar el desafío de la crisis económica.

“Ningún gobierno es mejor que las personas que lo integran.” (John Fitzgerald Kennedy)


Escrito por Nelson Castro el sábado 16/10/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 

La conducta errabunda del Presidente no se detiene. Su navegación en un mar de idas y vueltas mina su credibilidad día tras día. Un día dice que se levanta el acto de hoy por el 17 de octubre y, al otro, afirma lo contrario. Algo similar sucedió con la designación de Gabriela Cerruti como “portavoz de la Presidencia”, algo que cayó como una bomba en el entorno de Alberto Fernández. Generó suspicacias y hasta burlas dentro de Presidencia: “¿Vuelve 6,7,8?”, se preguntaron. Pero otra fuente que recorre la Rosada confirmó que “la eligió Alberto más allá de las discusiones que pudieron haber tenido en el pasado. “Fue una decisión suya. Pero hay muchos que sienten que quedaron pedaleando en el aire y no hacen pie”, remarcó. Se entiende: primero AF lo negó y, luego, lo confirmó.


El hilo de tuits que los tuvo como protagonistas en el mes de enero de 2017 confirma la labilidad del Presidente. Alberto Fernández había dicho en una entrevista que Cristina Kirchner lideró una etapa “patética del peronismo”, asegurando que se había “bancado” a “Boudou, Moreno, Milani, el pacto con Irán”. Cerruti lo cruzó por la red social del pajarito: “Para @Alferdez @CFKArgentina representa el peronismo patético”, y agregó: “Yo no dudo que despreciás al kirchnerismo. Me alegra que no haya más confusión”. A lo que Fernández respondió: “La única confundida sos vos que nunca fuiste peronista. Ganate una banca sin chicanear. A mí no, Gaby”.


El ahora presidente de los argentinos, pues, atacó a Cerruti al igual que condenó a Cristina Fernández de Kirchner. Hoy Cerruti es su flamante vocera y CFK su vice, que paradójicamente fue quien lo ungió y quien, sin lugar a dudas, es la que manda.


A falta de alguna buena idea, lo que abunda en esa navegación a través de un mar de aguas procelosas son las peleas. Muchas son subterráneas; otras, en cambio, salen a la superficie. Entre estas últimas está la que tuvo el ministro de Seguridad de la provincia de Buenos Aires, Sergio Berni, con Máximo Kirchner. La disputa fue pululante en lenguaje soez y gestualidad amenazante. La conclusión es que Berni ya anunció que después de las elecciones se va del Frente de Todos contra Todos. El nombre que desde las canteras del peronismo  bonaerense se hizo circular para reemplazarlo es el de Alejandro Granados, quien ya ocupó ese cargo –y fracasó– en la segunda gobernación de Daniel Scioli. Más allá de que se concrete o no su designación, esto da idea de la revulsión que existe al interior del oficialismo.


Mientras tanto, la inseguridad en el Conurbano se enseñorea con su reguero cruel de violencia y muerte. Esta semana fueron los asesinatos de Gonzalo Refi en Lanús, de Lucas Iván Cancino en Quilmes, y del subcomisario Rodrigo Becker en Caseros. ¿Cuáles serán los próximos? ¿Cómo se puede vivir así? No es casualidad que mucha gente joven –y no tan joven– se esté yendo del país. No es solo un mejor futuro económico lo que buscan; es también la seguridad, el saber que se puede salir a la calle sin el temor de que a la persona le roben y la maten por un teléfono celular, un par de zapatillas, una bicicleta, una moto o lo que fuere. 


 

El territorio bonaerense es un aquelarre. El intervenido gobierno de Axel Kicillof se ve azotado por un vendaval político imparable. El gobernador, que desafió al agua, al viento y al polvo en el acto de campaña de inauguración de un tramo de seis kilómetros de la Ruta 3 entre Ezeiza y La Matanza, enfrenta la rebelión –subterránea, por ahora– de los intendentes peronistas del Conurbano que nunca –y ahora mucho menos– lo quisieron.  


Kicillof ha perdido su calidad de niño mimado de la ex presidenta en funciones. No solo de ella; también de su hijo.


La salida de Paula Español fue otro cachetazo para el gobernador, ya golpeado por la intervención de su gabinete por parte de Martín Insaurralde.


El otrora predilecto del kirchnerismo viene cayendo en picada luego de la derrota en las PASO.


En este contexto declinó la invitación a participar del Coloquio de IDEA a pesar del cambio de rumbo que significó la participación del mismísimo Presidente y distintos funcionarios y candidatos en el encuentro empresarial. “¿Que iba a decir en una semana marcada por hechos negativos y sin el respaldo al que estaba acostumbrado? Inflación de septiembre, asesinatos en el Conurbano y recambio de funcionarios cercanos. Es mejor volar bajo radar”, aseguró una fuente del Instituto Patria. El control de precios ya puso los pelos de punta a los empresarios justo antes del Coloquio de IDEA. “Congelar los precios de 1.200 productos de la canasta por noventa días es inconsistente. ¿Qué va a pasar el día 91? Cuantos más parches pongan sin soluciones reales más difícil será desandar ese camino. Ahora Feletti abre la temporada de amenazas con precios máximos y ley de abastecimiento, ¿se olvidó del fracaso de las políticas de Moreno?”, dijo un hombre del sector del retail.

Todo lo que viene haciendo el Gobierno no tiene otro destino que el fracaso.

La reunión convocada de urgencia  con los líderes empresariales fue la confirmación del deterioro de la autoridad del Presidente. La pregunta de Francisco de Narváez –uno de los asistentes– fue la muestra: “Queremos saber si la vicepresidenta está de acuerdo con esto”, inquirió cuando AF hablaba de la voluntad del Gobierno de llegar a un acuerdo con el FMI. No fue la única pregunta e inquietud que se volcó sobre la mesa. Lo notable es que, en un intento de sincerarse, el Presidente reconoció las dificultades económicas que derivan de esa falta de acuerdo. Se habló allí de la insostenible brecha cambiaria, de las dificultades que para la actividad industrial representan el cepo y las trabas a las importaciones. Más allá de la cortesía reinante en el encuentro, fueron pocos los hombres de negocios que se fueron de la Casa Rosada con alguna expectativa positiva. A esos pocos, la desvaída alocución de AF en IDEA los derrumbó.  “El problema central sigue siendo de confianza y de credibilidad. La economía no se puede ordenar con un gobierno partido en dos”, señaló uno de los empresarios que escuchó con resignación al Presidente que llegó cincuenta minutos tarde al coloquio.

La defensa de Jones Huala (líder del grupo violento y radical Resistencia Ancestral Mapuche) por parte  del embajador argentino en Chile, Rafael Bielsa, es otra muestra del desquicio que anida en el seno del oficialismo. Nada que sorprenda.