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martes, 24 de marzo de 2020

A 44 años del 24 de marzo de 1976. La Memoria continúa… @dealgunamanera...

A 44 años del 24 de marzo de 1976. La Memoria continúa… 

A 44 años del golpe de estado...

En tiempos de pandemia, "el Pañuelazo blanco" y otras modalidades de participación son la forma colectiva no sólo de repudiar el terrorismo de Estado sino también el modelo económico, social y cultural que la dictadura intentó implementar.

© Escrito por Carlos Heller el martes 24/03/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 


Hoy, 24 de Marzo, la Memoria no se interrumpe ni se detiene, sólo cambia la forma de manifestarse. Conmemoramos este Día Nacional de la Memoria, por la Verdad y la Justicia sin marchas en las calles pero con otros modos de movilización ciudadana: los organismos de Derechos Humanos nos convocan a todos y a todas a armar pañuelos blancos con servilletas, telas o afiches, a escribirles consignas y a colgarlos de balcones, puertas o ventanas; a sacarse fotos o filmarse con el pañuelo para luego compartir esas imágenes en redes sociales; y a utilizar diversos recursos multimedia para conmemorar en red el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.

En tiempos de pandemia, “el Pañuelazo blanco” y las otras modalidades de participación propuestas son la forma colectiva de seguir ejercitando la Memoria y de continuar perteneciendo a una mayoría social que no sólo repudia el terrorismo de Estado sino también el modelo económico, social y cultural que la dictadura intentó implementar.


Por eso, no nos encontraremos, esta vez, en la Plaza de Mayo detrás de la gran bandera de las Madres, Abuelas y demás organismos de Derechos Humanos, pero estaremos desde nuestros balcones, ventanas y redes participando y movilizándonos como cada 24 de Marzo desde hace 37 años. Será una manifestación ciudadana desde los espacios privados: haciendo confluir el cuidado del otro con el ejercicio de la Memoria.

El pueblo hoy está en sus casas y las marchas del 24 de Marzo han sido siempre con el pueblo. Por lo cual, esta modalidad de hacer visible física o virtualmente el pañuelo blanco desde los domicilios particulares es una forma creativa de movilizarse cumpliendo, a la vez, con las reglas establecidas por el gobierno en términos de aislamiento en los espacios privados.

Como todos los años, denunciaremos, a través de los pañuelos levantados, que la dictadura cívico-militar iniciada en marzo de 1976 intentó poner en práctica una combinación de Estado represivo ampliado con Estado mínimo en lo económico y social. Fueron aquellos tiempos de la Escuela de Chicago y de la consigna “achicar el Estado para agrandar la Nación”.

Es decir: tiempos en los que aspiraban a lo que muchas veces hemos llamado el “Estado canchero”, en el que los gobiernos preparan la cancha y luego se retiran para que jueguen los grandes actores concentrados de la economía. En estos escenarios, los gobiernos sólo administran para que estos conglomerados poderosos lleven adelante sus políticas.


Lo ha dicho recientemente con precisión el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, en su último libro “Capitalismo Progresista. La respuesta a la era del malestar”: “La Escuela de Chicago tuvo una influencia desproporcionada en nuestra política y en nuestros tribunales.

Llevó a un debilitamiento de la causa antimonopolios, ya que los tribunales asumieron, pura y simplemente, que los mercados eran competitivos y eficientes y que todo comportamiento que pudiera parecer contrario a la libre competencia en realidad no era más que una serie de respuestas eficientes a las nuevas complejidades del mercado”.

En la misma perspectiva, Stiglitz afirma que “la investigación económica moderna –tanto la teórica como la práctica– ha realzado nuestra comprensión del papel fundamental que el Gobierno desempeña en una economía de mercado. Se lo necesita tanto para hacer lo que los mercados no hacen ni pueden hacer como para asegurarse de que éstos actúen de la forma que se supone que deben hacerlo”.

En la encrucijada en la que nos encontramos en la actual coyuntura, estas palabras del premio Nobel adquieren especial relevancia: ese Estado mínimo que intentó implementar la dictadura y que luego buscaron restaurar algunos de los gobiernos constitucionales que la sucedieron, dejó a la economía y a la sociedad en manos de “los mercados”, es decir de los grandes conglomerados económicos locales y globales y, por lo tanto, abandonó a la mayoría de la sociedad a su propia suerte.


Por eso, en este escenario donde enfrentamos la expansión del coronavirus Covid-19 a escala global, hacer Memoria es también recordar críticamente cada una de esas experiencias de nuestra historia reciente, donde el “Estado canchero” se desinteresó o no tuvo en cuenta una serie de derechos humanos básicos de las mayorías, entre ellos el derecho humano a la salud.

En cada uno de los pañuelos con que hoy nos manifestamos conmemoramos el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, recordamos a los 30 Mil compañeros y compañeras detenidos-desaparecidos y reivindicamos un modelo de país con crecimiento e inclusión, con la gente adentro, y con un Estado activo, fuerte y solidario.







lunes, 9 de marzo de 2020

Mucho Ruido. Discursos y circunstancia… @dealgunamanera...

Mucho Ruido. Discursos y circunstancia…

En reparación... Dibujo: Pablo Temes

La economía, entre renegociación de la deuda y la falta de inversión, se vuelve cada vez más compleja. Enojo eclesial por el tema aborto.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 08/03/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El análisis de la semana política debe incluir ineludiblemente el discurso de apertura de las sesiones ordinarias del Congreso que Alberto Fernández pronunció el domingo pasado ante la Asamblea Legislativa y su circunstancia. Tres aspectos principales sobresalieron: 

Primero: la acertada decisión del Presidente ordenando que no hubiera barras en las galerías y palcos del recinto, y así como también la de pedirle al aparato del PJ que evitara la realización de una movilización masiva.

Segundo: el discurso, que evitó las descalificaciones personales de los opositores y en el que al ex presidente al que más se nombró fue a Raúl Alfonsín. De hecho, por el tono en que el doctor Fernández lo leyó y en varios de sus párrafos, las reminiscencias a los discursos del ex presidente Alfonsín obraron como un bálsamo nostalgioso que se esparció por todo el recinto de la Cámara de Diputados.

Tercero: la falta absoluta de anuncios concretos en materia económica.

No todo lo que reluce es oro. El tema económico va desplegando poco a poco su complejidad. La renegociación de la deuda –tanto privada como con el Fondo Monetario Internacional– viene complicada. Los días de mutuo encantamiento entre el Gobierno y la cúpula directriz del FMI parecen ser cosa del pasado. El calificativo de “inusual” que el organismo internacional utilizó para calificar la forma en que el Gobierno está negociando conlleva una connotación que no es precisamente positiva. Las cosas se han endurecido en esta semana por parte del Fondo. Hay que tener en cuenta un dato significativo: una parte importante de su directorio no está de acuerdo con la posición pro acuerdista de la directora gerente, Kristalina Georgieva. Tan dura es esa oposición que en una reunión que hubo en Washington se le hizo saber a Georgieva que su postura iba en contra de los reglamentos del FMI.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, cuya tarea excluyente es ocuparse de la renegociación de la deuda, sigue a pie juntillas su estrategia, para la cual cuenta siempre con la ayuda de Joseph Stiglitz.

Mientras así corren los días, en el ámbito interno todo sigue muy parado. La reunión del Presidente con los empresarios en el Consejo Interamericano de Comercio y Producción dejó sentimientos encontrados que llevaron a algunos de sus asistentes a sostener que “por suerte está Alberto”, porque si no todo sería peor con “controles de precios más duros y retenciones aún mayores para las exportaciones de trigo”.

Junto con la renegociación de la deuda externa está la de la deuda interna. Y allí se evidencia que en algunas áreas del Ministerio de Economía hay una preocupación creciente por los errores cometidos. Eso no hace más que generar dudas acerca de la real capacidad del país para evitar el default.

Todo esto genera un impacto negativo en los mercados. Por eso, casi todos los agentes económicos están en una actitud de esperar y ver, porque no se aprecia el atisbo de una recuperación sostenida que estimule la toma de personal, o la apertura de una línea de producción. No se habla en esos ámbitos de invertir en plantas nuevas, sino de reabrir las plantas que están cerradas. La capacidad ociosa en la Argentina es ridículamente alta.

Los sectores productivos no encuentran los incentivos para movilizar la inversión. Mientras esté latente el default, el valor de los activos argentinos con default es un precio y sin default es otro.

Cuando se entra en default, los activos valen un 30% menos que el valor actual. La construcción cayó 13,6%. Es una caída fenomenal de un motor clave de la economía que no es gran consumidor de dólares. 

El Gobierno está concentrado en la deuda; tiene el 90% de su energía ahí y está dejando de actuar en otros sectores. Y eso es un error. La caída de la recaudación fiscal –10 puntos menos porcentuales que la inflación– debería ser una importante señal de alarma.

Si el Gobierno no genera expectativas positivas ni confianza, todo lo demás seguirá atravesado por la duda de la realidad. Y la realidad es que caen el empleo, el consumo y la construcción. Para revertir eso, la gente tiene que pensar que mañana va a estar mejor, entonces puede gastar en los rubros  electrodomésticos o textiles, que están en caída también.

Los idus de marzo. En esta semana en que la llegada del coronavirus dejó mal parado al Gobierno que, nadie sabe por qué, se empecinó durante varias semanas en negar que la pandemia llegaría a estas orillas, han hecho irrupción dos conflictos: uno, con el campo, por el aumento de las retenciones a la soja; el otro, con la Iglesia, por el proyecto de ley de legalización del aborto.

Las bases ruralistas están hoy marcando el paso de esta disputa con el Gobierno. Buena parte de la dirigencia de la Mesa de Enlace pretendía mantener abiertos los canales de diálogo con el Gobierno. Pero terminó prevaleciendo el mal humor de los pequeños y medianos productores. Ese es un universo donde la presión impositiva se siente con agobio.

Esta situación representa un desafío para Alberto Fernández. ¿Tendrá la muñeca de la que careció en 2008 para no regenerar aquel escenario de conflicto terminal que tanto daño le hizo al país? Sus primeras declaraciones –“negociamos, pero ellos siempre quieren ganar”, dijo– no han sido muy auspiciosas. Y si lo que viene está impregnado del espíritu de dichos como el del amanuense de Cristina Fernández de Kirchner, senador Oscar Parrilli –“nos sentimos orgullosos de que nos ataquen”, expresó–, el resultado será el mismo de aquel conflicto ocurrido por causa de la resolución 125, promulgada el 11 de marzo de 2008.

Por su parte, la Iglesia realiza hoy su primera manifestación masiva en contra del aborto. La elección del lugar no es casual: la Basílica de Luján.

En la cúpula del Episcopado hay un malestar creciente contra el Presidente. Se vive ahí un clima denso. La iniciativa de AF ha sido tomada por varios de ellos como una traición al papa Francisco. Y mucho más después de su gesto de asistir –el 5 de febrero pasado– al encuentro de economistas en el que se sentó y habló en favor de la Argentina ante Kristalina Georgieva.  Uno de los más enojados es el arzobispo de La Plata, monseñor Manuel Víctor “Tucho” Fernández.

Monseñor Fernández es un obispo del riñón de Francisco. “El hambre es un problema gravísimo que requiere atención urgente. No había ninguna necesidad de sacar el tema de la legalización del aborto con esta premura”, se le escuchó decir con tono de inocultable disgusto.

Tanto es su enfado que el lunes el arzobispo no asistió a escuchar el desvaído discurso que pronunció el gobernador Axel Kicillof ante la Asamblea Legislativa de la provincia de Buenos Aires. No se perdió nada importante. Su ausencia, en cambio, habló.




domingo, 29 de diciembre de 2019

Ley de Emergencia. Ajuste: más de lo que se pedía… @dealgunamanera...

Ley de Emergencia… Ajuste: más de lo que se pedía…

Axel, Clío y Provincia. Dibujo: Pablo Temes

Las primeras medidas económicas solo preparan la renegociación de la deuda. El plan vendrá después. La falta de cintura de Axel Kicillof.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 29/12/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.


No es una novedad: la mayoría de la dirigencia política argentina hace de la repetición algo axiomático. Y esto va más allá de la pertenencia partidaria u orientación ideológica de sus protagonistas.

Uno de los conceptos que se ha impuesto en la política vernácula es que la percepción de la realidad puede ser modificada a través del lenguaje. Durante el segundo mandato de Cristina Kirchner sus funcionarios tenían prohibida la utilización de la palabra “cepo”, que aludía a las restricciones cambiarias por ella impuestas. Todos recordamos cómo la entonces presidenta se enfurecía cuando alguien pronunciaba esa palabra en su presencia.

En 2018, en el comienzo de la brutal crisis económica que llevó a las nubes los niveles de inflación y agravó dramáticamente los índices de pobreza e indigencia, los “cráneos” comunicacionales del gobierno de Mauricio Macri establecieron que había que evitar la palabra “crisis”, a la que reemplazaron por “tormenta” –que, como todas, sería pasajera, cosa que nunca sucedió.

Ahora las palabras que incomodan son “impuestazo” y “ajuste”. “La Ley de Emergencia hace que los que más tienen aporten más, no es una ley de ajuste”, dijo Alberto Fernández. “No sé dónde está el impuestazo, no lo encontré”, afirmó el jefe de gabinete bonaerense, Carlos Bianco.  

No hace falta explicar que las medidas que adoptó la nueva administración representan un “ajuste” instrumentado a través de un “impuestazo”.

Por supuesto que la causa de todo esto es la “pesada herencia” que le dejó el gobierno de Macri al de Fernández, pero se trata simplemente de llamar a las cosas por su nombre a fin de darles a estas medidas la exacta dimensión de lo que significan para una gran parte de la ciudadanía que ve, con lógica indignación, que nada del “ajuste” incluye a la clase política que la representa.

Una de las evidencias que mejor grafica esta diferencia no es solo la intangibilidad de las dietas y jubilaciones de legisladores y jueces, sino también medidas como el aumento del número de ministerios.

Si todo esto lo hubiera hecho Macri, la calle habría estallado. Pero lo hizo el peronismo y, entonces, nada de eso ocurrió. Lo que era malo con Macri, ahora es bueno con Fernández.

Mercados. Los que recibieron muy bien este paquete de medidas han sido los mercados, que le han dado oxígeno a la nueva administración. El riego país cayó y las acciones de las empresas argentinas han subido.

Algunas causas para esa satisfacción: la decisión de evitar el default y abrir negociaciones con el FMI y los acreedores privados; el aumento de las retenciones; la suspensión del índice de movilidad de los haberes de los jubilados y la eliminación del impuesto a la renta financiera.

Eran todas medidas que el FMI le había pedido a Macri. “El impuesto a la renta financiera fue un grueso error que cometimos, y todo por darle el gusto a Massa”, reflexionaba un ex ministro de Cambiemos. Es verdad: fue el hoy presidente de la Cámara de Diputados quien motorizó esa ley, el puntapié inicial de la crisis que acabó con los sueños de reelección de Macri. Como decía Groucho Marx: “estos son mis principios pero, si no les gustan, tengo otros”.

“Este ajuste es más de lo que se pedía”, señala un conocedor del caso argentino desde Washington. Por eso no es casual la aparición pública de Joseph Stiglitz elogiando a Martín Guzmán, al que el Fondo considera un muy buen interlocutror de la Argentina en las negociaciones.

Todo ello contribuye a que la misión del FMI que arribará al país en las próximas semanas venga con buena predisposición. Recién cuando se termine la negociación y el gobierno sepa cuándo, cuánto y cómo deberá pagar los intereses de la deuda, habrá un plan económico. Hoy en día, no lo hay.

Ruido. El estrépito político de la semana fue el fracaso de la sesión del Senado bonaerense para tratar el impuestazo. La iracundia de Axel Kicillof al despotricar contra la oposición muestra que todavía no aprendió a diferenciar entre lo que es una asamblea estudiantil y la gobernación de Buenos Aires.

El episodio tuvo una trastienda que grafica la trama política que se vive dentro del oficialismo y de la oposición. La orden de Kicillof fue la de no negociar nada. Mayor muestra de falta de cintura política, imposible. Eso lo podía hacer el kirchnerismo cuando tenía mayoría en las dos cámaras del Congreso.

La “no negociación” la llevó adelante el jefe de gabinete Bianco, con la supervisión legislativa del diputado Carlos “Cuto”Moreno y sin participación de los presidentes de bloque del oficialismo.

La ausencia de María Eugenia Vidal complicó las cosas. Sorprende el error político de la ex gobernadora. No se esperaba que estuviera en un viaje de novios en París en un momento político y social tan complejo. Jorge Macri no dejó pasar la oportunidad para afirmarse en la interna –aspira a ser candidato a gobernador en 2023– y erigirse en el vocero de Juntos por el Cambio.  

Algunos intendentes y legisladores del oficialismo quisieron aprovechar la circunstancia para dividir a Juntos por el Cambio. Como se vio, fracasaron.  

Kicillof quiso imponer y la realidad es que esto exige consensuar. Y esa falta de consenso se extendió inclusive al interior del oficialismo. Varios intendentes peronistas apostaron a que la ley no salga y pidieron ser escuchados. Fue en vano.      

Compromiso. La convocatoria realizada por el Presidente para la firma del Compromiso Argentino de Solidaridad dejó un documento de buenas intenciones y una foto con dos ausencias significativas: el campo y los partidos políticos. El campo es el único aportante de los dólares por los que mendiga el gobierno y los partidos son clave para los acuerdos necesarios que exigirá la solución de los graves problemas que atraviesa el país.  

El enojo del campo es algo que el Presidente deberá monitorear con especial atención. De lo sucedido en los últimos días se desprende una disociación creciente entre la dirigencia de la Mesa de Enlace y las bases. Esa disociación se refleja en el disconformismo de mucha gente que cree que la postura de sus dirigentes fue tibia. El movimiento “Campo+Ciudad” es el producto de esa insatisfacción que viene desde las PASO y va en aumento. Es el dejà vu de la Argentina.




lunes, 21 de diciembre de 2015

“El mercado no resuelve los problemas”… @dealgunamanera...

 El mercado no resuelve los problemas”…

“El sector público tiene que intervenir para apuntalar la innovación”, aseguró Stiglitz.

Joseph Stiglitz presentó en la UBA las conclusiones de su último libro. El premio Nobel de Economía analizó el protagonismo de la innovación en el proceso de creación de riqueza. Defendió la necesidad de que los países cuenten con un Estado activo para impulsar el salto cualitativo de la industria.


© Escrito por Federico Kucher el lunes 21/12/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La apertura comercial indiscriminada, la desregulación financiera y de los flujos de capital fueron algunos puntos que el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, destacó entre los elementos nocivos para promocionar el crecimiento de la economía con mayor nivel de igualdad. Las recomendaciones del investigador van a contramano de las medidas anunciadas por Mauricio Macri en los últimos días, en donde se abrieron los controles cambiarios y se adelantó que en enero finalizará el sistema de Declaraciones Juradas de Importación que se utilizó en los últimos años para administrar las importaciones. El economista expuso el viernes en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, en donde presentó las conclusiones de su último libro La creación de una sociedad del aprendizaje, en el cual discute el protagonismo de la innovación en el proceso de creación de riqueza de las economías. Defendió la necesidad de que los países, en particular los no desarrollados, cuenten con un Estado activo para impulsar el salto cualitativo de la industria y la generación de puestos de trabajo a partir del gasto público, el uso de subsidios y la inversión en investigación científica.

“Los mercados por sí solos no resuelven los problemas de falta de innovación que tienen algunas economías y que implican una brecha tecnológica relevante entre países avanzados y en vías de desarrollo”, aseguró Stiglitz. Indicó que es necesario entender el conocimiento como un bien público, que es patrimonio de toda la sociedad y no de un grupo de empresas, y que el Estado es el que debe encarar las inversiones necesarias para impulsar el desarrollo de nuevas tecnologías. “No existe la mano invisible de Smith y las personas de manera individual no conducen a una situación de asignación eficiente de los recursos ni promocionan la creación de una sociedad de aprendizaje. El sector público tiene que intervenir para apuntalar la innovación. El ejemplo es que el telégrafo pero también Internet o los desarrollos en el ámbito de la agricultura fueron liderados por los gobiernos y no por los privados”.

Las políticas de educación, industriales, de comercio y los instrumentos que apunten a la estabilidad macroeconómica fueron los elementos centrales que, según Stiglitz, deben concentrar la atención de un Estado promotor del desarrollo. Explicó que muchas veces no se tiene en cuenta los efectos de la incertidumbre e inestabilidad de las economías en materia de destrucción de capacidades productivas. “Cuando una empresa quiebra, sus trabajadores pierden incontables horas de aprendizaje. Es una pérdida enorme que lleva también un enorme esfuerzo de reconstrucción. Con la recesión pasa lo mismo, debido a que hace disminuir la formación de los trabajadores con empresas que no piensan en preparar mejor al personal sino en sobrevivir”, señaló. El premio Nobel puso como uno de los ejemplos el caso del Viejo Continente. “Europa crecía hasta 2008 y desde ese momento se estancó y no existen evidencias de que haya vuelto a recuperarse. La magnitud de las pérdidas es realmente difícil de calcular. Generó un efecto negativo en el aprendizaje y, por tanto, un retroceso en sus capacidades para crecer en el futuro. Esto es una disminución del crecimiento potencial.”

Stiglitz explicó que la desregulación de la economía, en particular del sector financiero, generó consecuencias nocivas en materia de expansión y bienestar social a nivel global. Remarcó el caso de los Estados Unidos, en donde los negocios de la banca pasaron de representar de 2,5 a 8 puntos del Producto Interno Bruto. E indicó que esa expansión no trajo aumento de productividad pero sí provocó una mayor volatilidad de la economía. “En Norteamérica se permitió que los bancos decidan la política industrial. Porque la desregulación de las finanzas es una forma de hacer política industrial. El resultado fue una menor eficiencia con incremento de la desigualdad”, aseguró. Planteó que es clave recuperar el protagonismo de un Estado activo en la economía, en donde se apunte a un nuevo paradigma de innovación. Aseguró que el desarrollo ya no debe concentrarse en inventos que permitan ahorrar mano de obra, sino que la nueva tecnología se deberá enfocar en resolver problemas centrales para la población global como ocurre con los desafíos que plantean las tensiones medioambientales.


martes, 14 de agosto de 2012

Joseph Stiglitz... De visita en Argentina... De Alguna Manera...

Joseph Stiglitz: "Es mentira que a los mercados le preocupan la inflación y los pobres"...
 
 El economista y Premio Nobel asegura que para las grandes finanzas, el aumento de precios y su incidencia en la gente no es prioridad.
El economista y Premio Nobel asegura que para las grandes finanzas, el aumento de precios y su incidencia en la gente no es prioridad. Foto: Télam

Joseph Stiglitz. El economista y Premio Nobel de Economía en 2001, de visita en la Argentina, habló de todo. Economista y Premio Nobel asegura que para las grandes finanzas, el aumento de precios y su incidencia en la gente no es prioridad.

Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001 que está de visita en la Argentina, en sus conferencias de ayer en la Casa Rosada y hoy en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, considera que la inflación sólo si es muy alta puede afectar el crecimiento y que el aumento de precios, así como la pobreza, no son preocupaciones importantes para los mercados financieros.

Respecto de la inflación, Stiglitz consideró como “una mentira” la preocupación de los mercados financieros por el aumento de ese parámetro, aunque destacó que si el aumento de los precios “es muy alto puede afectar el crecimiento”.

Para el economista, “la inflación puede tener un efecto adverso en el crecimiento, pero la preocupación principal de los mercados financieros internacionales nunca han sido los pobres” y añadió que “uno de los logros de haber reducido la deuda (en la Argentina) es haber disminuido la dependencia con los mercados financieros”. En ese sentido, advirtió: “La reestructuración de la deuda da una posibilidad de tener un nuevo comienzo pero es importante aprender de los errores y no endeudarse nuevamente”.

Stiglitz cargó contra los bancos y los sectores financieros especulativos, a quienes acusó de responsables de crear una “paranoia de la inflación”, en un mundo desarrollado que sigue apostando a “recetas de austeridad” debido a este “mal diagnóstico”.  A su entender, son precisamente aquellos los que digitan las políticas que se ejecutaron en la previa y durante la crisis que comenzó en el 2008 y parece no tener fin.

Retenciones, convertibilidad, desendeudamiento

El Nobel de Economía, que disertó en el seminario “La Crisis de Deuda y su Resolución”, elogió la política de retenciones a las exportaciones llevada adelante por el Gobierno y destacó el manejo que hizo de “los beneficios que fueron a los exportadores”, como consecuencia de la salida de la crisis, “en el proceso de distribución” de los ingresos.

Stiglitz también como un ejemplo al país, comparando su situación en 2001 y la actual de Europa. “Vale la pena pensar en la experiencia argentina para tomar conciencia de los desafíos a enfrentar”, en referencia a la crisis de los países centrales, y destacó que “la mayoría diría que la experiencia argentina fue un éxito total”.

El economista comparó “los costos enormes” que tuvo la Argentina por continuar con la convertibilidad, con los que está teniendo Europa, en alusión al mantenimiento del euro.

Respecto de la crisis internacional, sostuvo que “los prestamistas han prestado de más y éstos siempre va a culpar a los que toman prestado, cuando la culpa es de ambos. O incluso, más de los prestamistas”.

“La deuda y el déficit que tienen España e Irlanda son latigazos de la crisis de Estados Unidos y no por el aumento del gasto” en esos países, ya que “reducir el gasto podría exacerbar el problema”. Tras elogiar la reestructuración de la deuda argentina, Stiglitz señaló que “eso por sí sólo no hubiese resuelto el problema, sino se hubieran hecho otras reformas profundas”, entre las que mencionó las realizadas en el tipo de cambio.

© Publicado en la Revista Fortuna de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el martes 14 de Agosto de 2012.



domingo, 28 de agosto de 2011

Joseph Stiglitz, reportaje... De Alguna Manera...

Joseph Stiglitz, el ajuste lleva al estancamiento...

Enemigo de la ortodoxia, presentó sus ideas en un encuentro mundial de galardonados en Alemania. Defendió las políticas de estímulo fiscal, dijo que el desempleo es el principal problema y elogió lo que hizo Argentina después del default.

El economista Joseph Stiglitz fue la estrella y la oveja negra de la Conferencia de premios Nobel en la isla de Lindau, al sur de Alemania, que terminó ayer. El profesor de la Universidad de Columbia forma parte de un reducido grupo entre los 17 galardonados que participaron del encuentro, los que no reclaman públicamente medidas de austeridad sino mayores estímulos fiscales para enfrentar la crisis y reducir el desempleo.

Mientras que los jóvenes economistas y periodistas lo rodean en cada oportunidad, sus pares lo miran con recelo. Las declaraciones que hace sobre el fracaso y la incapacidad de las ideas económicas dominantes para comprender y ofrecer una respuesta a la crisis chocan con la visión que poseen otros Nobel. Estos especialistas consideran que el marco teórico no tuvo ninguna responsabilidad, posición que comparten muchos de los 373 economistas de todo el mundo que forman parte del evento y desestiman las críticas de Stiglitz.

Luego de varios intentos interrumpidos a pocos instantes de comenzar, el ganador del premio en 2001 concedió una entrevista a Página/12 durante una caminata desde el centro de conferencias hasta la ópera de la isla, donde debía participar de una reunión a puertas cerradas. A lo largo del recorrido, el economista destacó el desempeño de los “países emergentes” y señaló que Argentina debe profundizar la industrialización, ya que “los commodities no alcanzan para el desarrollo”, así como fortalecer el mercado interno. Antes de terminar el reportaje preguntó: “Parece que va a ser elegida de nuevo, ¿no?”, en referencia a Cristina Fernández de Kirchner. Y luego adelantó que “todavía no está confirmado, pero me parece que voy a volver a la Argentina en diciembre”.

–¿Por qué considera errados los planes de ajuste fiscal?

–Esas políticas llevan al estancamiento, se necesitan más planes de estímulo fiscal para recuperar el crecimiento y alcanzar menores niveles de desempleo en Estados Unidos y Europa. La política monetaria hoy no es efectiva. Los primeros paquetes de estímulo fiscal en 2008 funcionaron bien, si no la desocupación hubiera sido mucho mayor. Al mismo tiempo, esa expansión generó importantes déficit presupuestarios. La mejor forma para enfrentar esos déficit es con mayor gasto, la austeridad va en la dirección contraria. Es una visión equivocada, es la misma receta que aplicó el FMI en la Argentina. Sabemos lo que pasa: la economía se desacelera, luego entra en recesión y finalmente termina con una depresión. Sin crecimiento no es posible salir de la crisis. Cuanto más se demore el resultado político mayores serán la inestabilidad y los costos.

–Los argumentos contra los estímulos fiscales sostienen que esas medidas profundizarán todavía más los déficit.

–El problema no son los déficit presupuestarios, ni siquiera la recesión, el problema es el déficit de empleo que hay. Hoy en Estados Unidos tenemos 14 millones de desocupados, pero en realidad son 25 millones las personas que no pueden conseguir un empleo de tiempo completo. Esta situación sólo va a empeorar con los planes de austeridad. La mejor forma para enfrentar la crisis es crear puestos de trabajo. La teoría económica tradicional fracasó. Hay un principio muy simple llamado “multiplicador presupuestario”: si uno recauda impuestos y gasta dinero en forma balanceada de forma tal que no crezca el déficit, la economía crecerá. En el mediano plazo, esa política tiende a reducir el déficit y asegura la sustentabilidad de la economía porque el PIB crecerá y la deuda y el déficit serán más pequeños en términos relativos. Si uno diseña bien el multiplicador, el estímulo fiscal puede ser muy grande. En ese sentido, en Estados Unidos se pueden cobrar impuestos al uno por ciento más rico que concentra el 25 por ciento del ingreso, y gastar el dinero en inversiones que aseguren mayor crecimiento. Esa dinámica es un forma de resolver este dilema.

–¿La crisis estructural en Europa desencadenará la desintegración de la unión monetaria?

–Va a ser necesario más dinero para que funcione el euro, así como también va a ser necesario más dinero para que deje de hacerlo. De una forma u otra, Alemania va a perder mucho dinero. Hay vida después del default y de abandonar un sistema de tipo de cambio fijo. En la Argentina, el fin de la paridad cambiaria y el default tuvieron un alto costo. Luego de un período de caída, Argentina comenzó a crecer muy rápido, incluso en ausencia de lo que mucha gente considera las “mejores” prácticas económicas, con buenas políticas pero no perfectas. Yo creo que es muy difícil volver a unir un huevo revuelto, me parece que el euro es una muy buena iniciativa. Por eso, no creo que sea necesario que ningún país abandone el euro. Como le dije antes, es necesario impulsar planes de estímulo. Para eso se puede inyectar más recursos al Fondo de Estabilidad Financiera Europeo para hacer frente a los problemas de la región. También, es posible emitir eurobonos.

–¿La profundización de la crisis en Estados Unidos y Europa golpeará sobre los países en desarrollo?

–En 2010, el crecimiento global fue bueno. Hasta ahora, a los países emergentes les ha ido muy bien, ésa es una gran noticia. Muchos se recuperaron con fuerza, como China y Brasil. Pero si se profundiza la recesión en Estados Unidos y Europa, las economías emergentes van a tener dificultades. Creo que van a poder enfrentar una caída en las exportaciones, pero es necesario que fortalezcan la demanda interna. Si bien una disminución del crecimiento chino presionaría a la baja los precios de las commodities y eso golpearía a la Argentina, considero que China va a poder sortear la crisis y mantener así los niveles de demanda de esos productos.

–¿El buen desempeño de las economías como Argentina responde solamente a las exportaciones de bienes primarios y los elevados precios internacionales?

–No, esa situación va a beneficiar a América latina y otros países dependientes de las exportaciones de commodities. Pero esas exportaciones no son suficientes para garantizar el crecimiento sostenido y la reducción del desempleo, los países de la región como Argentina tienen que diversificar sus estructuras productivas, invertir en sectores de alta tecnología. Es un proceso que demora tiempo. Los países como Argentina, Brasil y China desplegaron muy buenas políticas macroeconómicas. Comprendieron la importancia de un estímulo keynesiano bien diseñado para apuntalar la economía y garantizar que el desempleo no se dispare. Hay un conjunto de aspectos que permiten que los países emergentes no se vean directamente afectados por la crisis. Por ejemplo, las regulaciones bancarias en muchos países son mucho mejores, de mejor calidad, que las de Estados Unidos y Europa. En algunos casos eso se debió a que los países ya habían atravesado grandes crisis. Argentina hizo muy bien las cosas en los últimos años para garantizar un fuerte crecimiento a tasas muy altas y controlar la inflación.

–¿La inflación es un problema para las economías emergentes?

–Argentina enfrenta, como muchos países emergentes, el desafío de controlar la inflación en un mundo en recesión. Es un tiempo muy difícil para llevar adelante esa tarea porque se experimentan shocks negativos de demanda y shocks inflacionarios externos. No hay una forma sencilla para atravesar ambos desafíos. El foco excesivo de los bancos centrales en controlar la inflación es un error, pero también es un error ignorar el fenómeno. La estabilidad financiera, el crecimiento y el empleo también tienen que formar parte de sus objetivos. La baja inflación no asegura el crecimiento sostenido. En Europa, la preocupación del Banco Central por los aumentos de precios es uno de los factores que debilita la economía. Por su parte Brasil logró crecer, pero su enfoque excesivo en la inflación ha dado como resultado tasas de interés muy elevadas, entre las más altas del mundo.

–¿Qué quiere decir cuando afirma que la teoría económica tradicional fracasó?

–Los modelos utilizados por los bancos centrales, economistas, los banqueros, crearon un marco de política que estuvo en el epicentro de la crisis. Decían que no era necesaria la regulación, que los mercados eran eficientes por su cuenta o que la baja inflación era suficiente para garantizar un sendero de crecimiento. La macroeconomía no se autorregula y no conduce al pleno empleo. El problema no es la simplificación a la que recurren los modelos, el asunto es que estos modelos dicen que la crisis no podía suceder. Si los modelos no contemplan a los bancos entonces no existe el crédito. ¿Cómo es posible pensar en estrategias para impulsarlo? En materia laboral, la teoría señalaba que uno de los problemas eran las rigideces en el mercado de trabajo. Pero los países donde hoy se profundiza el problema del desempleo son aquellos que más desregularon ese mercado. En cambio, donde no se aplicaron esas políticas el desempleo es menor. Uno de los principales problemas en nuestra sociedad es la creciente desigualdad, esa situación disminuye la demanda agregada y la brecha que se generó fue cubierta por una burbuja bancaria de consumo artificial que impulsó la inestabilidad. La agenda de la economía ignoró esto y pensaba que alcanzaba con aumentos de productividad. Los modelos dominantes tradicionales no se hacían las preguntas adecuadas.

© Escrito por y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 28 de Agosto de 2011