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jueves, 25 de agosto de 2016

País poronga… @dealgunamanera...



En la última edición de la revista Crisis, le preguntaron a Hugo Moyano por el funcionamiento de las barras bravas en el fútbol. Moyano respondió con una frase de ejemplar sinceridad: "Nos quieren correr con la patota a nosotros, que somos los inventores de la patota". Unos días antes que la revista llegara a los kioscos, la Argentina se quedó sin nafta por un día entero. Aunque bien podría serlo, no se trata de una metáfora.

© Escrito por Ernesto Tenembaum el martes 14/06/2016 y publicado por el Diario El Cronista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El gremio de Camioneros, que conduce el hijo de Moyano en nombre del padre, decidió literalmente no distribuir combustible. Según el moyanismo se trataba de un conflicto gremial, pero el gobierno está convencido de que, en realidad, el clan Moyano paró el país porque Mauricio Macri negó a su jefe la presidencia de la Asociación de Fútbol Argentino. Unas semanas antes, Moyano había sostenido que "Macri sabe tanto de política como yo de capar monos" y había reaccionado con frases homofóbicas ante una crítica del periodista Gustavo Sylvestre. Quien lo superó en virulencia, en estas últimas horas, fue Juan Grabois, flamante asesor del papa Jorge Bergoglio, quien calificó a Mauricio Macri, sencillamente, como un "pelotudo".

Moyano y Bergoglio, en el orden que cada uno prefiera, se han transformado en los principales enemigos de Macri, mucho más capaces de dañarlo que el altisonante kirchnerismo.Desde hace tiempo, en el mundo del poder existe una expresión que tal vez ayude a entender lo que pasa, más allá de las circunstancias coyunturales: "Ser poronga" o "poronguear". Cuando alguien asume un rol importante, el resto de los actores del sistema de poder mide, se pregunta, precisamente, si es o no "un poronga". Es difícil de traducir literalmente una expresión tan colorida.

Pero refiere, en general, a la capacidad para atemorizar a los demás, para resistir presiones, para ser cruel cuando es necesario, para mostrar los dientes, para acelerar al mango en dirección a un auto que viene en sentido contrario, hasta que sea el otro el que da el volantazo, en estar dispuesto a que vuele todo por el aire porque es la única manera de ser respetado. En alguna medida, poronguear significa no abandonar nunca la clásica expresión de "a mí, justo vos, no me vas a pasar por encima".

No se trata precisamente del método más armónico para resolver las problemas de un país, pero es lo que hay. Desgastantes conflictos como los que enfrentaron a Carlos Menem con Eduardo Duhalde o con Domingo Cavallo a fines de los noventa, a Kirchner con el grupo Clarín o con el propio Bergoglio, a Cristina con Moyano, tienen en gran medida esa impronta. La debilidad es considerada un suicidio. Con lo cual, hay que acelerar. Y para acelerar, para ejercer el poder, hay que ser poronga.

Ese es uno de los dilemas de Macri, y de todo presidente, desde el día de su asunción. Macri llegó al poder como producto de una coalisión invertebrada, que tenía como principal punto de unión su aversión común al kirchnerismo. Moyano hizo clarísimos gestos de simpatía hacia su candidatura antes de las elecciones. Y el Vaticano aportó lo suyo, gracias a su rechazo hacia Aníbal Fernández, entre otras razones por el favoritismo de Bergoglio con el cursillista Julián Dominguez, quien le hizo llegar su versión sobre el fraude con que Fernández le habría arrebatado la candidatura del Frente para la Victoria.

Al día siguiente de la asunción, empezaron las presiones.

Moyano siempre es bastante claro en lo que quiere. Primero pidió para los sindicatos el control del dinero de las obras sociales, que le había concedido Néstor Kirchner y retirado Cristina. Macri se lo dio y, a cambio, exigió acompañamiento en los meses del ajuste. Moyano se lo concedió, aunque lo primereó con la ley antidespidos, y la masiva marcha para respaldarla. Macri entonces anunció el veto y Moyano aceptó no llamar a un paro general para repudiarlo. Entonces, fue por la Asociación de Fútbol Argentino. Cuando se enteró por una amenaza de Daniel Angelici que Macri pretendía frenarlo, incluso mediante procedimientos judiciales, Moyano decidió aplicar los mismos métodos que contribuyeron a desgastar a Carlos Menem, Fernando de la Rúa y Cristina Kirchner. En horas, el país se quedó sin nafta. Si a alguien le pareció un episodio dramático, solo debe esperar hasta donde escala ese conflicto, que tendrá picos y valles: todavía falta lo mejor.

La pelea con Moyano es por espacios de poder y dinero que se pueden pesar, contar y medir. Eso facilitará la negociación, que siempre será dura. Con Bergoglio las cosas son más complicadas.

Macri no termina de entender qué quiere ese personaje extraño al que algunas personas sin principio de realidad denominan Su Santidad. Su tirria parece personal, e ideológica. Esta semana, en un gesto tan poco característico de la diplomacia vaticana, Bergoglio hizo público su rechazo a un aporte económico del gobierno nacional. "El que cree que puede comprar la voluntad del Papa es un pelotudo", afirmó Juan Grabois, horas antes de ser designado asesor en el Vaticano.

El cheque era de $ 16 millones. En agosto de 2014, la Casa Rosada hizo púbico que había aportado 600 millones a la Iglesia para algo tan frívolo como la refacción de Catedrales. La plata entre el Estado y la Iglesia siempre fluyó, desde aquel hacia esta, y no precisamente para actividades sociales. Con estos antecedentes, es extraña la irritación papal. Algunos interpretan que hay diferencias ideológicas porque parece que el Papa rechaza el neoliberalismo, pero dado que también es un impulsor del acuerdo en Medio Oriente o entre Cuba y los Estados Unidos, no se entiende porque esa vocación de diálogo no incluya al Gobierno argentino.

Néstor Kirchner lo retrataba a Bergoglio como un conspirador y así lo denunció en 2006, cuando un cura enfrentó al kirchnerismo en Misiones. Bergoglio, en esos años, era tan duro con él como lo es ahora con Macri. Marcelo Larraquy en su reciente libro Código Francisco recuerda las homilías en las que Bergoglio denunciaba la pobreza, el clientelismo, la mentira y "al diablo que genera divisiones y rencor entre los argentinos". Kirchner respondía que la Iglesia había sido cómplice de la dictadura militar y advertía que el diablo también penetra ese era el verbo que usaba por debajo de las sotanas. 

Ese conflicto tan absurdo entre dos personas tan importantes terminó muchos años después, cuando Bergoglio fue designado Papa y el kirchnerismo se hincó de rodillas. Tal vez eso sea lo que el Papa quiere de Macri: que se someta. Su poder, finalmente, proviene de los votos de seres humanos, mientras que el de Bergoglio tiene origen divino.

Mientras Macri no cumpla esa expectativa difusa, deberá soportar que la Iglesia convoque a reuniones de diálogo político que serán leídas como movimientos de conspiración en su contra.

Antes que Francisco, Juan Pablo II logró demostrar cómo un Papa puede derrocar al Presidente de su país de origen. Son vanos los esfuerzos de los voceros papales en la Argentina por relativizar lo que es clarísimo.

En este juego de pinzas, Mauricio Macri no es una carmelita descalza. Conoce a Moyano y a Bergoglio desde hace años. Ha pulseado con uno y con otro. En esas negociaciones, utiliza el dinero estatal como si fuera propio. Pero tiene el punto débil de todo presidente: si estalla el país, el principal perjudicado entre los tres será él. Moyano seguirá en su club y su sindicato, Bergoglio permanecerá en el papado, y Macri se acercará al abismo. Un presidente tiene mucho poder, pero también está cercado por múltiples amenazas, por parte de figuras poderosas, crueles, y muy entrenadas: porongas. Néstor Kirchner y Cristina Fernández se apoyaban en esa lógica para explicar su agresividad. Era necesario ser más poronga que los demás.

El método de Macri no está claro aún. Con Moyano responde golpe por golpe, pero sin que se note en público, combina por ahora concesiones con límites. Con Bergoglio, aguanta, intenta conciliar, y dejar que toda la sociedad vea quién es el agresivo de los dos. ¿Hay punto intermedio entre ser Fernando de la Rúa y ser un Kirchner? La gestión de Macri parece destinada a buscar ese misterio.

En la Argentina se poronguea en todos lados. ¿Quien le enseña a un niño de cinco años a pechar en un recreo, a cachetear el diferente, a marcar territorio, a conseguir de ese modo a cuatro o cinco incondicionales? ¿Quién crea a ese predestinado, a ese matón, a ese resentido, a ese líder? Desde chicos, los porongas son respetados, adulados, temidos, se les festejan los chistes, se le aplauden las miserias y solo los pueden enfrentar quienes, a su vez, aprenden o llevan en la sangre los mismos métodos. Se poronguea en los recreos, en las cárceles, en las iglesias, en las rutas, en los boliches, en las canchas de fútbol. Y el peronismo es el reino de los porongas. Nadie que no lo sea, varón o mujer, puede ser jefe. Y si no se es jefe, no se sobrevive.

En el medio, hay un país.

Pero eso es lo de menos.



domingo, 10 de julio de 2016

El tercer siglo… @dealgunamanera...

El tercer siglo…

Los presidentes y el Papa, principales actores. Fotografía: Cedoc

Bergoglio, Cristina y Macri son los principales significantes de la pugna ideológica entre dos modelos: uno supuestamente anticuado y otro supuestamente moderno.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 10/07/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Bergoglio se siente tan incomprendido en su país como Messi. La cancelación de su visita en 2017, adelantada por Perfil el domingo pasado, y el mensaje conciliador que le envió a Macri en el reportaje de Joaquín Morales Solá en La Nación ese mismo día, fueron interpretados en el Gobierno como un replegarse de Francisco al constatar que su propia tierra es el único lugar donde lo que dice el Papa genera conflictos políticos.

Es lógico, Bergoglio, Cristina y Macri son los principales significantes de la pugna ideológica entre dos modelos: uno supuestamente anticuado y otro supuestamente moderno, con el que comienza este tercer siglo de vida del país al celebrarse ayer en Tucumán el Bicentenario del 9 de Julio de 1816.

Lo de Macri no es nuevo, el conflicto siempre fue entre modernización y tradicionalismo

Las causas del afecto que Francisco le dispensó a Cristina y la frialdad con que trató a Macri, en contraste con el maltrato que recibió del kirchnerismo siendo cardenal en Argentina, son una buena síntesis de las contradicciones entre esos dos modelos en pugna, que se recrearon con distintos nombres este segundo siglo de nuestra patria que dejamos atrás pero que en el fondo fueron siempre los mismos.

La teoría general de la acción, del sociólogo Talcott Parsons, explica que los valores compartidos modelan la conducta individual y motivan la acción social. Hubo en nuestro último siglo como país dos pares dicotómicos que orientaron el sentido de la acción: el polo de lo racional-impersonal-universal (el liberalismo, el socialismo, la mayor parte del radicalismo y ahora el PRO) por un lado, y el polo afectivo-personalista-particularista (el peronismo) por el otro. El conflicto siempre ha sido entre la modernización y la tradición.

Violencia epistemológica. La mirada anticapitalista cree que este sistema produce “especialistas sin espíritu” y “vividores sin corazón”; los primeros saben todo de su pequeño mundo sin querer saber cómo afecta a los demás; y el segundo, empobrecido sentimental y emocionalmente, sólo busca placeres momentáneos e inmediatos. Y que como “los ricos no sólo quieren ser felices, sino que quieren tener el derecho a ser ricos y felices”, para legitimar sus privilegios convierten a la economía en algo sagrado para justificar sus privilegios como algo  funcional al bien común. Usando la ciencia y la palabra del especialista para producir una violencia epistemológica que enmascara las relaciones de poder que permiten la reproducción de ese statu quo.

Para hacer ingresar a la Iglesia Católica en esta tensión de valores vale introducir el pensamiento de Max Weber y su célebre La ética protestante y el espíritu del capitalismo, el mayor tratado sobre la relación del desarrollo económico con la religión, donde se plantea al catolicismo como un entorno menos favorable al capitalismo. Y también el libro Max Weber en Iberoamérica aún no editado en Argentina pero sí en México por Fondo de Cultura Económica, donde se profundiza en el papel de la Iglesia Católica y la cultura hispánica en la evolución económica de Latinoamérica.

El conflicto de fondo entre Bergoglio y Macri (o lo que Macri representa más allá de su propia conciencia) reside en la característica “a-ética” del capitalismo al que Max Weber llamaba esclavitud sin amo: “Toda relación personal entre individuos, incluso la más completa esclavitud, puede ser éticamente reglamentada”, mientras que el carácter racional de las relaciones puramente de negocios dentro del cosmos capitalista crea dependencias impersonales. Hay afinidad negativa porque la ética católica –donde la piedad, la solidaridad  y especialmente la fraternidad (que sólo puede darse entre quienes comparten vínculos) ocupan un lugar central– se desestructura en las relaciones impersonales que se contraen en la economía capitalista, arrancándole a la Iglesia su posibilidad de influencia en la relación entre personas. Esa es la causa originaria de su aversión y su antipatía cultural. La Teología de la Liberación latinoamericana sublima ese rechazo al capitalismo de la Iglesia Católica que en su conjunto no pretende abolir el capitalismo pero sí corregir sus aspectos más negativos. El peronismo tampoco aspira eliminar el capitalismo, pero sí a reformarlo.

El conflicto con la tecnocracia macrista no es por ateísmo o la existencia de Dios, sino por la eventual adoración de falsos dioses expresada en la idolatría del mercado o de la ciencia. Un combate entre el verdadero dios de la vida y el dios del dinero. En esa lucha de dioses la economía pasa a ser una teología del mercado y el capitalismo, una especie de falsa religión.

El peronismo también es una “religión”. Que las sociedades se hayan secularizado durante el último siglo no quiere decir que el pensamiento religioso se haya reducido en esa proporción, sino que desplazó las emociones religiosas a la política y en especial al sistema de liderazgo carismático populista, donde se apela más recurrentemente a los sentimientos.

El líder carismático pareciera tener capacidades sobrenaturales que permitirán la redención del pueblo bajo la guía de un salvador. El propio mesianismo marca el carácter religioso de este tipo de liderazgos que no precisa de la mediación de las instituciones para llegar al pueblo, generando una democracia inorgánica y movimientista.

Los líderes carismáticos no son vistos como políticos normales sometidos a las reglas del sistema y limitados por un período determinado, sino que son portadores de una misión mítica. El peronismo fue la forma que tomó en la Argentina, pero en toda Latinoamérica se dieron fenómenos comparables durante el último siglo. Tampoco es una cualidad única del peronismo la maleabilidad doctrinal que le permitió hacer populismo de “derecha” y de “izquierda” mientras articuló demandas dispersas. Hubo un populismo clásico hace más de medio siglo con Perón, Velazco Ibarra en Ecuador, Gaitán en Colombia y Getulio Vargas en Brasil. Un neopopulismo neoliberal con Menem y Fujimori en Perú. Y un populismo radical con Chávez, Morales, Correa y Kirchner recientemente. El Papa no sólo mostró consideración por Cristina, sino también por Maduro, Dilma, Morales y Correa, y cuando visitó México puso énfasis en visitar la rebelde Chiapas.

Lo que tienen en común los populismos es su anti institucionalismo, son ajenos a rendir cuentas y a los tribunales porque sus conductores no se ven a sí mismos como el político tradicional que estará un tiempo limitado en el poder, todo conflicto es dramatizado como una lucha moral y no creen en los derechos de las minorías. Perón dijo: “El pueblo nos ha elegido, por tanto se hace lo que decimos”. Y Cristina provocaba a sus críticos llamándolos a hacer un partido político y ganar las elecciones o mantenerse callados. En su reportaje el domingo pasado en C5N dijo que no se puede liderar aquello que el pueblo no quiere, explicando por qué no volvió a la conducción.

Para el populismo, el pueblo, debido precisamente a sus privaciones, es el depositario de la virtud, de lo auténtico y de lo moral. Que se enfrenta a la oligarquía, que también debido a su riqueza, es lo injusto y lo malo (en ocasiones asimilado también a lo extranjero de países ricos). Otro punto de contacto con Francisco, quien pone especial foco en la Iglesia de los pobres siguiendo la tradición de esperar más virtud en la pobreza y viceversa en la riqueza.

El populismo asume la política como un sacerdocio, un darse a los otros, y no pocas veces el líder pareciera consumir literalmente su vida atribuyendo la causa de enfermedades a ese suplicio, como fue en los casos del cáncer de Evita y Chávez o el infarto de Néstor Kirchner: alguien que muere para que otros renazcan. Chávez, el año antes de su muerte, dijo por cadena nacional: “Dame tu corona, Cristo, dámela, que yo sangro. Dame tu cruz. Cien cruces, que yo las llevo”.

El discurso político es distinto al discurso de la técnica porque las argumentaciones son menos útiles a la hora de impulsar la acción que las apelaciones emotivas. Pero si el líder populista no les aporta bienestar a sus seguidores, más tarde o más temprano su autoridad se disipará. Por eso el populismo surge en los momentos en que la economía permite mejorar contundentemente la calidad de vida de las personas y se agota al acabarse esas condiciones.

La singularidad del peronismo entre todos los populismos latinoamericanos está en su durabilidad fundada en la organización sindical que creó. Pero los cambios en la forma de producir de este próximo siglo, sumado a que la mayoría de los líderes sindicales emotivamente peronistas conforman una gerontocracia que la sola biología superará, ponen en duda la perdurabilidad de ese sistema en el futuro.

El populismo se asume como portador de una ética caritativa, por tanto la distribución de la renta es más importante que la creación de valor. Y su conflicto con la economía se hace inevitable en la medida en que se acaban los recursos.

Manejar los fondos públicos para mantener la lealtad de sus seguidores le impone no tener en cuenta la racionalidad económica cuando escasean los recursos y lo obliga a instrumentar medidas cada vez más cortoplacistas e inviables a largo plazo.

Pero religiosidad no quiere decir irracionalidad, y éste es el punto donde el pensamiento carismático y mítico en la política se separa netamente de la Iglesia. Max Weber no representó a la ética religiosa como irracional en contraposición con el racionalismo económico del capitalismo, sino que distinguió dos tipos diferentes de racionalidad: una formal y otra material, lo que décadas después la escuela de Frankfurt llamó “sustancial” e “instrumental”. Este puede ser el punto de encuentro de la tecnocracia que representa Macri con el Papa, siendo el PRO instrumento de lo material al servicio de lo sustancial y formal, dejando espacio para alguna forma de metafísica que vaya surgiendo de un nuevo relato nacional que le quite la levedad que hoy tiene el macrismo. Y viceversa, la Doctrina Social de la Iglesia podrá ir mutando con las décadas, adecuándose a las problemáticas de la economía de cada época, pero manteniendo inalterable el fin de promover la fraternidad de los que tienen con los que no tienen.

Macri dijo que si terminara su mandato sin haber reducido la pobreza se consideraría fracasado. A la Iglesia le preocupan aquellos que estén en el decil más bajo de la pirámide, no importa cuánto haya progresado el promedio de todos los deciles.

El populismo carece de la previsibilidad y la calculabilidad que el capitalismo precisa para desarrollarse.

El patrimonialismo.

Para Max Weber había tres formas legítimas de dominación social: la tradicional, la carismática y la legal-burocrática. Estos tres tipos ideales se podrían resumir en dos: el patrimonial y el legal-burocrático. Simplificadamente, distintas formas del tipo patrimonialista se dan en los países en vías de desarrollo, mientras que los países desarrollados lo son, en gran medida, porque alcanzaron el tipo legal-burocrático.

En el patrimonialismo hay una expectativa de cierta reciprocidad en el vínculo, mientras que el legal-burocrático es impersonal. El capitalismo requiere la calculabilidad de las reglas y la previsibilidad que no son capaces de sostener los sistemas basados en una resolución de conflictos no mediados por instituciones. La democracia sería esa competencia civilizada entre intereses.

Una de las características de la dominación carismática (populismo) es la poca profesionalización de su burocracia, donde no existen criterios de carrera, jurisdicción, competencias o reglamentos, lo que hace menos efectiva la administración de sus gobiernos. Cuando Macri coloca tanto énfasis en “el equipo”, el “mejor” equipo, y hace gala de su propia falta de carisma, contrapone el carácter efímero y extraordinario del líder irremplazable frente a la estabilidad de lo rutinario y de la continuidad en una especialización del experto. Un sistema patrimonialista es pre burocrático porque no obedece a reglas abstractas puestas al servicio de una finalidad objetiva e impersonal sino que se entrega a la arbitrariedad del momento. Imperfecciones que, entonces, sólo pueden terminar siendo resueltas por un líder paternalista. Si no se puede delegar, el poder se centraliza.

El patrimonialismo se apoya en un ejercicio del poder propio del clientelismo, donde se producen relaciones verticales y asimétricas. Ese sistema de intercambio de favores difusos e informales incluye también al Estado con los más poderosos produciendo ineficiencia ante la falta de competencia por calidad/precio y hasta la más temida corrupción estructural. 

Lo que hoy vemos en  Argentina más que nunca y que se promete cambiar.


sábado, 18 de junio de 2016

Fieles e infieles K… @dealgunamanera...

Fieles e infieles K…

Sor Preso, José López. Dibujo: Pablo Temes

La oposición a Bergoglio y el anterior gobierno tejieron la conexión con el convento de los bolsos.

© Escrito por Roberto García el sábado 18/06/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Como se ha hecho moda el rol del Papa en los acontecimientos semanales, tampoco podía evadirse de la última obscenidad de José López, un ferviente católico, responsable de la obra pública en los gobiernos Kirchner, sorprendido in fraganti con 9 millones de dólares negros que intentaba ocultar desesperadamente en una casa de ejercicios.

Recorrió Francisco las páginas políticas por sus litigios con Mauricio Macri y sus idilios con Cristina, las deportivas con San Lorenzo, ni hablar de las sindicales (Omar “el Caballo” Suárez), artísticas (Wanda Nara) o religiosas. Sólo le faltaba la hoja policial. Y logró alcanzarla esta semana gracias al desorbitado López, hijo dilecto del matrimonio sureño y alumno de 
Julio De Vido, un devoto que en otros tiempos respondía al contubernio de los enemigos internos de Jorge Bergoglio. Hoy, el escándalo igual los enfanga a todos.

Pertenecía López, “Josecito”, a la segunda línea de una cáfila política que planificaba el desplazamiento de Bergoglio como jefe de la Iglesia local, esa molesta piedra en el zapato de los Kirchner. No fueron suficientes las imputaciones al prelado por su presunta indiferencia o complicidad con la desaparición y tortura de religiosos durante el gobierno militar, menos resultó el operativo para promover como alternativa a Juan Carlos Maccarone, obispo de Santiago del Estero, una figura progresista que en 2005 se convirtió en estrella cinematográfica porno merced a un video casero en el que requería asistencias sexuales a un joven.

Hubo también un proyecto de talla superior, encarado por la cúpula gubernamental de entonces (atribuido al cuarteto Néstor Kirchner, Cristina de Kirchner, Sergio Massa y Carlos Zannini), que consistía en el envío de una nota al Vaticano, al propio papa Benedicto XVI, reclamándole de Estado a Estado la cesantía de Bergoglio por sus repetidas controversias con el gobierno. Hasta graciosa e infantilmente, querían proponer su reemplazo por el obispo Oscar Sarlinga. Esta iniciativa le fue revelada, en la propia Casa Rosada, a un sindicalista, Oscar Mangone, quien se cruzó a la Catedral para advertirle a Bergoglio de la maniobra. El presunto afectado por el complot hizo un comentario ante la novedad: “Sarlinga es demasiado joven, no lo aceptaría ninguno de los que me pueden suceder”.

Saldo final: abortó la conspiración, Bergoglio luego envió a Sarlinga a dar responsos en el Sur, más tarde al Litoral y, ya como papa, bajo la promesa de que había perdonado la traición, lo hizo poner en una fila de asistentes al Vaticano, pero ni reparó en él. Hace un año y medio le mandó la jubilación. Zannini, obvio, nunca pidió perdón y Néstor murió antes de cualquier aproximación. Otro castigado fue Massa, quien a pesar de epístolas personales de descargo –algunas hasta sugeridas por el propio Papa–, de emisarios e influyentes que buscaron una reparación espiritual, jamás logró que lo recibiera en Roma. Nadie aún entiende el tamaño de la aversión, sólo comparable a la de Elisa Carrió con el ex intendente de Tigre. Al menos frente a la ambivalencia que mantuvo con Cristina, que de culpable de aquella operación y manifiesta inquina con el Papa, luego fue reconvertida a la fe sin ninguna explicación.

Un vecino de Luján, Moneta, socio de Cristóbal López, acercó al cura a De Vido

Clave de aquel putsch contra Bergoglio fue Luján, jurisdicción de la basílica que en el padrón católico dispone de un privilegio: contacto directo con Roma sin pasar por el dominio del Arzobispado de Buenos Aires. Allí reinaba Rubén Di Monte, ex titular de Cáritas, ex obispo de Avellaneda, enfrentado colega de Bergoglio aunque ambos habían sido influidos por Emilio Ogñenovich, al que nadie podía incluir en las naderías de la izquierda. Di Monte confesaba entonces su disgusto con Bergoglio: “Es un dictador, no permite que nadie plantee reformas, objeciones. ¿Usted conoce a algún obispo que exprese lo contrario de Bergoglio, represente una opinión discordante?”. Luego de su aviesa pregunta, agregaba: “Es poderoso, terrible, yo soy un plazo fijo, me jubilan cuando llego a la edad reglamentaria, no puedo conseguir una extensión por más que hable directamente con el papa Benedicto”. No se equivocó: lo sacaron del servicio en tiempo y forma, él mismo se destinó a retirarse en el convento de General Rodríguez hasta su muerte hace tres meses, el lugar donde López trató de introducir una millonada de dólares en bolsos saltando los muros.

Protección. Di Monte se había convertido casi por azar en un protegido del gobierno K: por medio de un vecino de Luján, el banquero Raúl Moneta, entonces socio de Cristóbal López en la exportación de carnes exóticas, acercó al cura a Julio De Vido, a su segundo, López, y al propio matrimonio presidencial. Para el obispo, había un solo interés, que también era el de Roma: subsidios extraordinarios para refaccionar y recomponer una maltrecha basílica a la que se le había desmoronado hasta la cruz. Pudo cumplir el objetivo, a cambio entregó réplicas de la Virgen de Luna, artísticos yesos de 50 centímetros que hasta Cristina repartió según sus afectos (entre ellos, Hugo Chávez).

Fue Di Monte quien sin duda ofreció a Sarlinga a los Kirchner para reemplazar a Bergoglio y el que en el retiro abría las puertas del convento (cuyo acceso de asfalto fue aportado por un intendente al que luego echaron de la municipalidad a patadas) y cobijaba sociales encuentros de De Vido, y del consagrado López, quien en el despacho de Obras Públicas exhibía el mayor orgullo de su gestión: el proceso testimonial, con fotos y planos, que le llevó la reconstrucción de la basílica.

Este gran contribuyente también compartía reuniones con figuras de la política, la Justicia u otras prominencias, que la memoria se empeña en olvidar. Había ravioles, casi siempre preparados por la madre Alba, una monja hacendosa que oficiaba de sanadora en algunos casos (la hija de Alicia Kirchner, por ejemplo, ante fallidos intentos de maternidad, parece que logró esa bendición por la vía del rezo y ciertas imposiciones de la anciana, hoy de 94 años). Allí también se supo consolar a De Vido cuando su mujer perdió un hijo, demandaba albergue espiritual la abogada esposa de López, también Marta Cascalles, la mujer de Guillermo Moreno, que es una favorita ahora del Sumo Pontífice.

Es que a la hora de la unción y la oración, todos se vuelven iguales. En cambio, se ignora si esa hermandad también se extiende al desembarco de bolsos de la corrupción subdesarrollada que el descontrol inaudito de López trató de depositar en la casa de auxilios como si ésta tuviera patente de banco. Con algún criterio, claro: en general, antes en esos lugares nunca se preguntaba de dónde provenía el dinero.

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sábado, 12 de marzo de 2016

Un pañuelo sucio… @dealgunamanera...

Un pañuelo sucio…

La titular de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini. Fotografía: dyn

Hebe de Bonafini, un emblema que ha vaciado de significado el pañuelo blanco.

© Escrito por Pablo Cohen el sábado 12/03/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La lucha de quienes alumbran sus sociedades enarbolando principios humanistas, inextinguibles y fraternos ha sido más reconocida cuando de aquella luz se ha desprendido el coraje que siempre supone decir las cosas correctas en el momento incorrecto. Es fácil erigirse, como lo ha hecho el peronismo, en víctima de los crímenes de la última dictadura; más difícil es aceptar que éstos comenzaron durante la presidencia de María Estela Martínez de Perón y que la tarea de un presidente democrático no consistía en amnistiar a los militares sino en juzgarlos de acuerdo a las reglas del Estado de derecho.

El Estado de derecho es, precisamente, uno de los elementos del contrato social que ha descubierto el kirchnerismo en estos escasos meses de gobierno macrista: ahora que es oposición ha terminado por comprender que una cosa es la legitimidad de origen y otra la de ejercicio.

No se podría entender de otra forma que, con alevosa ansiedad, tantos silenciosos cómplices del lavado de dinero, de la ludopatía y del hacinamiento ferroviario hayan proclamado que la actual Argentina es una dictadura.

En esa línea de pensamiento, un emblema que ha vaciado de significado el pañuelo blanco ha sido Hebe de Bonafini. Ha dicho Bonafini: “El 23 y 24 de marzo, como una cachetada a la Historia, a nuestros hijos y a nosotras, las Madres, llega Barack Obama al país, invitado por otro enemigo de las Madres: Mauricio Macri”. “Me puse a pensar”, agregó Bonafini, “a qué país representa Obama, y me saltó a la cabeza el Plan Cóndor”. Y remató: “Ese hombre tiene las manos manchadas de sangre y acá no lo queremos”.

Es curioso que Bonafini confunda a un presidente negro, demócrata y keynesiano con Richard Nixon, que evoque el Plan Cóndor, pero no la campaña de Jimmy Carter contra las dictaduras latinoamericanas y que se espante por el horroroso entrenamiento que de los estadounidenses recibieron tantos represores sin ahondar en uno al menos igual de cruel, que es el que Francia proveyó a los militares argentinos fascinados por la violencia desplegada contra Argelia. Aparentemente, Hollande y la tradición xenófoba, jacobina y pronazi del pueblo galo no forman parte del odio de la candorosa entrevistadora de César Milani.

La ley de sangre, que rige en Francia contra la mucho más integradora ley de suelo, que sobrevive en los Estados Unidos, tampoco es digna de ese análisis, a pesar de que a nadie puede escapar la reciente visita a la nación de Hollande, un socialista moderado que, como el uruguayo Tabaré Vázquez, simpatiza con Macri.

La señora Bonafini habla hoy de los desaparecidos como de “30 mil revolucionarios” y, así como condena la represión de Macri en episodios menores, no tiene tiempo para recordar que, en plena crisis del gobierno de CFK con el campo, opinó: “La Presidenta tiene mucha democracia y mucha tolerancia, porque otro gobierno los hubiera desalojado a palos y a gases como merecían”.

Tampoco recuerda, las épocas en las que acusaba a Bergoglio de “golpista”, festejaba las muertes de civiles en las Torres Gemelas, pedía desalojar de la Casa Rosada a un vicepresidente electo, llamaba “bolitas hijos de puta” a un grupo de ciudadanos que asistían a la Plaza de Mayo, se solidarizaba con las FARC o insultaba a quienes habían osado participar de la despedida que se le realizó al ex presidente Alfonsín.

En El conocimiento inútil, Jean François Revel escribió una frase que parece de 2016 y no de 1988: “La primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira”.Bonafini no la escribió, pero nadie la puede acusar de no haber sido profética.



domingo, 11 de octubre de 2015

Hugo Presman: Carta abierta a Alfredo Leuco… @dealgunamanera...

Carta abierta a Alfredo Leuco…


Te aseguro Alfredo que no me hubiera imaginado, allá por los primeros años del siglo XXI cuando mantuvimos varias conversaciones telefónicas, que llegarías a los extremos que transitás desde hace varios años.

Había algunas coincidencias  políticas, algún pariente en común en Catamarca y el hecho que ambos fuéramos padres de un único hijo y que lleven el nombre “Diego”.  Un día, invitado a nuestro programa El Tren, allá por el 2005, estabas tan entusiasmado con el gobierno de Néstor Kirchner que lo considerabas el mejor de los que habías conocido. Pero cuando el 13 de marzo del 2007 publicaste una nota en “La Nación” con el título  “Ni Menem había llegado a tanto”, te dejé un mensaje en tu celular diciéndote que algunas de las críticas podía compartir, pero no en el medio en que la hacías.

Pero aun así, nunca podía suponer que un día escribirías un  editorial leído en tu programa en Radio Mitre  el 19 de junio con el título  “Carta abierta al juez Griesa”  en el que te dirigís a quien coloca a nuestro país,  a los millones de argentinos, al futuro tuyo y mío  y de los dos Diegos, llamándolo “Estimado Mister Thomas Griesa”, Dear Mr. Griesa (en dos ocasiones), compañero Griesa. Cuando eras un joven militante del Partido Comunista, estoy seguro que nunca pensaste que alguna vez llegarías a escribir esto: “Para el final, compañero Griesa, quiero informarle que nosotros tenemos una interpretación especial del inglés. Los argentinos sabemos de todo y estamos a la vanguardia de la traducción simultánea. God save de Queen en Inglaterra tiene un significado. Acá, significa Dios salve a Cristina. O Dios nos libre y nos guarde. Hay sutilezas que usted no entiende, Mr. Griesa. Por eso se atrevió a fallar en contra de nuestro país. Para este gobierno una cosa es perder UN juicio, que es lo que ha ocurrido y otra cosa muy distinta es perder EL juicio. 

Ese es nuestro verdadero problema.” Es como si te siguiera guiando, más allá de tus virajes, tu viejo mentor Don Victorio Codovilla que no tuvo inconveniente de marchar codo a codo con Spruille Braden, el embajador norteamericano para oponerse a Perón,  como vos hoy lo haces con “el compañero Griesa”, para oponerte a Cristina Fernández. Te quejás que el gobierno presionó a auspiciantes tuyos o que usó a la AFIP como elemento de presión hacia familiares. Si es así es una actitud muy criticable del gobierno. Pero cuando uno tiene convicciones  no mide lo que sucede en el país conforme a  cómo a uno le va en el mercado, no puede envilecer las opiniones y destilar un odio que en tus editoriales siempre pones del lado de lo que denostás. En aquellas conversaciones ya muy lejanas en el tiempo, nos contamos nuestras historias políticas. Me comentaste de tu paso por el Partido Comunista y te informé  que mi matriz ideológica es la izquierda nacional,  la  que desde un origen trostkista estuvo desde el 17 de octubre de 1945 del lado del peronismo y de todos los movimientos nacionales y populares de América Latina. Te aclaré que desde 1979  no estoy en ninguna de las fracciones en que se ha dividido y que incluso disentí con su máximo referente, Jorge Abelardo Ramos en algunas de sus posturas de los ochenta y noventa.  Te comenté entonces que para comprender la realidad es fundamental tener una visión clara del pasado y que el enorme desprendimiento y pasión militante de los jóvenes comunistas tropezaban con el obstáculo que el Partido suscribía  la historia mitrista a la que se le agregaba un aditamento de lenguaje marxista.

Intercambiando confesiones juveniles  te conté que para acceder a un intento de análisis y comprensión, en mi caso, tuve que desaprender  lo que me había enseñado la escuela sarmientina con sus méritos de universal, laica y gratuita, pero con el contrapeso sobre el pasado argentino y latinoamericano de pasarlo por el axioma de civilización y barbarie. Por eso en mi caso, abrevé en aquellos que se abocaron a una reinterpretación histórica aplicando el marxismo como un método de análisis e interpretación y no como un dogma. 

Y te cuento algo con relación a no obnubilar la comprensión de la realidad anteponiendo facturas personales: a Trotsky, Stalín le mató a dos de sus hijos, enloqueció a una de sus hijas, mandó a  asesinar a la mayor parte de sus seguidores y amigos,  lo mandaron a prisión y luego lo desterraron de su país donde fue figura fundamental de la Revolución de Octubre. Por presiones diplomáticas stalinistas lo expulsaron de Noruega donde estaba asilado y el planeta careció de visado para el creador del ejército rojo. El Méjico revolucionario de Lázaro Cárdenas fue el único país que  le abrió sus puertas y en dos años de residencia en un  mundo que ignoraba propuso “Los Estados Unidos Socialistas de América Latina”, como contemporáneamente y sacando lo de socialista impulsó tu odiado Hugo Chávez. 

Cuando Hitler empezó a considerar romper el pacto de no agresión que había firmado con Stalín y en consecuencia invadir la Unión Soviética, la consigna de Trotsky a sus seguidores fue: “Contra la burocracia soviética, defensa incondicional de la Unión Soviética”. Te recuerdo todo esto para que veas cómo cuando se tienen convicciones, nunca pero nunca se hace alianza con el enemigo y no se las cambia aunque te saquen avisos o presionen para que no lo hagan los anunciantes. Aunque, como es tu caso, odies hasta extremos viscerales al gobierno que enfrenta al juez que ampara a los fondos buitres, el rostro más depredador del capitalismo salvaje.

No se abraza al enemigo Alfredo, como lo hicieron los unitarios exiliados en Montevideo del gobierno de Rosas, y por eso  apoyaron el bloqueo anglo francés de 1838 y 1845 que intentaban declarar la libre navegación de los ríos interiores y llegar con sus manufacturas a destruir al Paraguay, que con su proteccionismo fue el estado más desarrollado de América Latina en el siglo XIX. Lo que no pudieron concretar entonces,  lo consiguieron años después  con inspiración inglesa y de la nobleza portuguesa asentada en el Brasil, y con el entusiasta apoyo de los comerciantes importadores de los puertos de Buenos Aires y Montevideo en la guerra de la Triple Infamia perpetrando un genocidio, exterminando dos tercios de la población. 

Por esa heroica defensa de los intereses nacionales, San Martín le legó su sable a Rosas y le escribió una carta que comenzaba así: “Boulogne Sur- Mer, 2 de noviembre de 1848. Excmo. Sr. Capitán general D, Juan Manuel de Rosas. Mi respetable general y amigo: A pesar de la distancia que me separa de nuestra patria, usted me hará la justicia de creer que sus triunfos son un gran consuelo a mi achacosa vejez. Así es que he tenido una verdadera satisfacción al saber el levantamiento del injusto bloqueo con que nos hostilizaban las dos primeras naciones de Europa; esta satisfacción es tanto más completa cuanto el honor del país, no ha tenido nada que sufrir, y por el contrario presenta a todos los nuevos Estados Americanos, un modelo que seguir y más cuando éste está apoyado en la justicia.”

Como ves, son posiciones y actitudes que están en las antípodas de tu carta al juez Griesa. Y San Martín estaba exiliado en una de las dos potencias bloqueadoras y no por eso iba a adoptar una actitud genuflexa con el país que le brindaba hospitalidad.

Es posible que te diste cuenta que habías superado un límite y ni siquiera era posible refugiarse en que todo no era más que un ejercicio de ironía fallido, por lo que sin venir a cuento en el editorial del 25 de junio escribiste: “….el repugnante e injusto fallo del juez Griesa”

Previamente, el 23 de junio, habías insistido con tu inveterado maniqueísmo: “En un par de días pasamos de humillar a los fondos buitres a autohumillarnos…” Es de Perogrullo, que en una negociación se avance y se retroceda, para volver a avanzar, salvo que simplemente se vaya a firmar lo que el oponente propone.

No se puede hacer periodismo Alfredo, invadido por un odio efervescente y visceral que obnubila la visión y distorsiona todo lo que aborda.

Pero no llegaste hasta aquí de casualidad sino transitando un camino barroso y en permanente pendiente. Siempre desmedido en el elogio al poder económico o en la crítica a quienes lo enfrentan. Cuando el gobierno entró en conflicto con las patronales del campo, eras columnista estrella de Radio Continental, cuyo slogan es “La radio que escucha el campo argentino”, con abundantes avisadores vinculados a la actividad, a la siembra directa y a la soja. 

Seguramente fue una casualidad, pero pasaste a ser un fervoroso defensor de la Sociedad Rural y de CARBAP. Es cierto que movilizaron mucha gente, como nunca hubieron imaginado instituciones representativas de la oligarquía. Como se te escapa el diccionario edulcorando adjetivos y  tropezás con la  historia en momentos que te enfervorizás, hablaste que era “El 17 de octubre de los pueblos del interior”. 

Tal vez ese desliz deba atribuirse a que  hace mucho miras más hacia arriba que para abajo, que en  este nuevo 17 de octubre que sólo vos imaginaste, la clase obrera estaba enfrente y lo protagonizaban  franjas urbanas y rurales de las clases medias que le daban cobertura popular a los titiriteros: la Sociedad Rural, Carbap, La Nación, Clarín, entidades empresariales y partidos opositores movidos a control remoto por el multimedio más poderoso, con la tradicional cobertura infalible para el error de ciertas sectas de izquierda. Más que un 17 de octubre de 1945 parecía un 16 de septiembre de 1955. Un tropezón con el almanaque no cualquiera da en la vida.

Mientras el 17 de octubre de 1945 abrió un período histórico que incluso ha sobrevivido a retrocesos y traiciones del movimiento creado por Perón, del 17 de octubre que vos descubriste, a sólo seis años no quedan ni los escombros y a tres años del 2008, en las elecciones presidenciales del 2011, mucha de esa clase media urbana y rural que le daba el toque popular a movilizaciones reaccionarias votaron por Cristina Fernández cuando alcanzó un 54% de los votos y le sacaba una diferencia al segundo sin antecedentes.

Cuando Jorge Bergoglio fue proclamado y asumió como Papa Francisco, esperabas que proyectara su papel de opositor, ahora a nivel planetario. Fue entonces que escribiste desmesurado el 26 de julio del 2013 con el título de “Prócer y Presidente”: “Le quiero hacer una confesión muy personal. Ya tengo elegido mi candidato a presidente para el 2015. Ya me convenció. Creo que no hay un argentino mejor que él para que conduzca los destinos del país y nos lleve por el mejor de los caminos. ¿No me cree? Mire, yo le voy a poner mi voto de confianza a un compatriota extraordinario que es lo mejor que produjo estas tierras, tal vez, en toda su historia. ¿Sabe porque lo quiero votar? Porque tiene las virtudes, los valores y las ideas de los dirigentes políticos más importantes de nuestro país y porque por su capacidad y su impronta revolucionaria debería estudiarse en los colegios como uno de los máximos próceres de la argentinidad y del planeta. ¿No me cree? ¿Le parece que exagero? Escuche y después me cuenta”

Y después hacías un resumen: “De José de San Martín tiene el coraje para pelear por la libertad de los pueblos y para enfrentar las más grandes dificultades, incluso las que tienen el tamaño de la cordillera de los Andes. Se siente un hombre libre y quiere que todos los hombres sean libres. De Manuel Belgrano tiene la obsesión por la educación, la excelencia intelectual y la flexibilidad para moverse en todos los terrenos. También es creador de una nueva bandera de la fe.

De Mariano Moreno tiene la voluntad revolucionaria. La pasión por romper las burocracias del atraso y la apuesta al cambio de las viejas estructuras. De Hipólito Yrigoyen tiene su amor por los más humildes, su lucha eterna para que la tortilla se vuelva, su profunda fe democrática.

De Juan Domingo Perón tiene su habilidad para conducir, ese liderazgo planetario que lleva a buen puerto porque predica con el ejemplo. Tiene esa sensibilidad especial y sabiduría popular que se cosecha con mucho pavimento recorrido. Tiene humor y picardía. Se podría cantar una marchita que diga: “Por ese gran argentino/ que se supo conquistar/ a la gran masa del pueblo/ con astucia clerical.

De Evita tiene su amor por los grasitas. Su opción por los pobres, por los cabecitas negras……..De Arturo Illia tiene la austeridad republicana y franciscana. Los votos de pobreza, el despojo de todo tipo de vanidad o riqueza frívola. No vive rodeado de millonarios ni de estrellas mediáticas. …. Francisco fue forjado por dos matrices que atravesaron y transformaron la historia de nuestro país. Por el catolicismo y el peronismo. En esas fraguas se formó. En esas convicciones e ilusiones. En esa fe. Muchas veces me pregunto qué me despierta tanta admiración en el Papa si yo no soy católico ni peronista aunque a veces me gustaría serlo. Para tomar lo mejor de ambos. 

Para tener un oído en el pueblo y el otro en el evangelio o en la doctrina, como decía Monseñor Angelelli. Ya sé que no lo puedo votar. Ya sé que no es candidato. Pero es el espejo que refleja lo mejor de este país. Es el argentino que nos transmite esperanza y capacidad transformadora. Es el Papa. Tranquilamente puede ser un presidente y un prócer. Podrán imitarlo, pero igualarlo jamás. Porque el país no está temblando. Esta latiendo patriotismo, solidaridad y emoción. Se siente, se siente, Francisco presidente. Y si él no puede ser, que algún argentino que se atreva a recoger su nombre y lo lleve como bandera a la victoria.”

De toda esta exageración, hago votos fervorosos para que en el futuro se cumpla tu deseo Alfredo: “Para tener un oído en el pueblo” y no sigas confundiendo aserrín con pan rallado.

El periodista Claudio Díaz, que murió hace unos años, escribió recordando tu pasado más lejano: “Se lo recuerda como el ochentoso apologista de la Junta Coordinadora y Alfonsín; el Chupamenem de revista Gente que entre 1991 y 1993 elogiaba al Rey de Anillaco en sus giras como enviado especial por el mundo occidental y cristiano; el guapo que en 2003, cuando Kirchner decidió meter mano en la efectiva sanción a tanto criminal suelto, contó en Página 12 que él en persona, sí, el propio Leuco, siendo colimba había estado a punto de matar al Cachorro Menéndez, en un impagable autobombo de soldadito revolucionario que se retobaba en el cuartel en pleno ’76, hasta diciéndole a un milico que hay un ejército nacional, sanmartiniano y todo eso…”

Hay actitudes tuyas Alfredo, que ya no son diferencias políticas sino agachadas a las que pueden aplicarse el mal uso que hacés en forma intensa de una frase desdichada: “todo argentino bien nacido”. Es una expresión  Lambrosiana, Alfredo. Todos nacemos iguales y no hay bien y mal nacidos. Pero por un momento me olvido y la tomo como vos la usás.

Estuviste muchos años en Radio Continental como columnista político de Fernando Bravo y con Víctor Hugo Morales dejaron de hacer  el pase separados por diferencias ideológicas y personales.  Nunca hiciste ninguna mención a esa situación inamistosa. Pero bastó que pasaras a Radio Mitre del grupo Clarín para que dieras reportajes descalificando al notable relator uruguayo en la revista Noticias de Editorial Perfil, o en el programa de Mariana Mariani, en canal 13, donde trabaja tu hijo y que por casualidad es del grupo Clarín, o mencionándolo críticamente en la mayoría de las columnas del bisemanario Perfil en donde también por casualidad pasaste a ironizar sistemáticamente  sobre que se le atribuya la totalidad de los males a Héctor Magnetto. Hay una tendencia a actuar genuflexamente con los que te contratan, en una sobreactuación que estoy convencido que nadie te pide. Caminar de rodillas voluntariamente es considerado por algunos, equivocadamente, como un ejercicio de  libertad.

Sobreactuar la línea editorial del medio que te contrata, es muy parecido al obrero que se siente más identificado con su jefe que con sus compañeros. Todo esto  te ha dado puntos para formar parte de la reunión de consorcio de los lunes en canal 13 con las estrellas del Canal, de TN y del diario, donde el que actúa como  epicentro es el reconvertido Jorge Lanata. Es un espejo en donde por tus elogios permanentes al ex director de Página 12, te gusta verte reflejado.

Otra actitud cuya adjetivación escapa a la línea de esta carta, pero que es fácil imaginar, es cuando escribiste contra el periodista Eduardo Aliverti que mantuvo una posición impecable en el doloroso episodio que protagonizó su hijo. Aliverti  hizo conocer su posición  mediante un editorial en su programa “Marca de Radio” de una precisión  notable. Llegaste a leer Alfredo, el 26 de septiembre del 2013, en tu columna habitual entonces en Radio Continental, en el programa conducido por Fernando Bravo, la nota “Críe Cuervos”, que luego fue publicada el domingo 29 de septiembre en el bisemanario Perfil

La misma comenzaba así: “Críe cuervos. A sus hijos no les exija nada. No les ponga ningún límite. No sea autoritario ni padre castrador de su creatividad. Hijos de tigre. Sea compinche, cómplice de sus ocurrencias. Sea canchero, piola. Vaya a la toma del colegio y apoye la profundización de las medidas y que también corten las calles. Corra a su hijo por izquierda. Dígale que no sea pecho frío, que se la juegue. Que no sea reformista. Saque pecho y cuéntele con orgullo que en su época armaban bombas molotov como si fueran sándwiches y que los más valientes mataban policías……

Críe cuervos. Comente con sus amigos lo genial y vanguardista que es su hijo. Confiese que tiene ganas de fumarse un porro con él. Que el otro día le robó plata de su billetera, pero usted se hizo el boludo para no hacerlo sentir mal ni frustrarlo. A lo sumo háblelo con su psicoanalista. O mándele un mensaje por Facebook. Usted sabe que chupa un poco, tres o cuatro noches por semana, pero que eso es parte de la vida. ¿O vos nunca te pusiste en pedo? Dedíquele tiempo a su hijo. Ayúdelo para que complete su posgrado en transgresión. No se quede en el chiquitaje. Ofrézcale cocaína….”

Así sigue la nota. Son una serie de consideraciones absolutamente opinables y que  realizás en el ejercicio de tu libertad. Hasta llegar a un punto en donde rencores a flor de piel te llevan a un territorio que parece reñido con la ética y la verdad: “Críe cuervos. Si su hijo atropella, mata y arrastra a un ciclista durante kilómetros arriba del capó del auto, juegue a fondo. Diga que el ciclista era un padre de familia que iba bien temprano a trabajar por un lugar donde no debe transitar y que el muy turro le pegó un tremendo bicicletazo al auto de su hijo. Si su hijo no podía estar parado y tenía más alcohol en sangre que un tonel, minimice el hecho, justifíquelo y recurra al manual del buen padre que le comenté hace un instante. Repita conmigo: ¿Y vos nunca te tomaste una copita de más?”

Concluye con el siguiente párrafo: “Finalmente, amigos, sepan que cada padre tiene los hijos que se merece. Críen cuervos. Pero, por favor, no se quejen el día que les saquen los ojos.”

Otra frase que utilizas con reiteración es “que del ridículo no se vuelve” Y sin embargo hay un hecho ridículo del que fuiste protagonista y del cual has vuelto, al punto que hoy integras la cuadrilla de demolición de Radio Mitre, el periodismo más militante (a favor de un grupo económico)  de la Argentina que sin embargo se oculta bajo el estandarte del periodismo independiente.  Algunos han recogido pudorosamente lo vacío de esa caracterización y ahora se proclaman “periodismo crítico”

Pasó en el 2010. El entonces bloguero oficialista Lucas Carrasco estaba enamorado de una chica que trabajaba con vos. Escribió entonces en algo que a todas luces era una broma y que hasta el lector menos perceptivo se hubiera dado cuenta: “Hasta que supe, y esto es imperdonable, que Agustina, que está en el rincón, hablando con un gil, sí, que trabaja con Leuco. Ese, un gil. Voy a juntar gente, irme a la puerta de canal 26, hacerle un escrache. Si me la enamoras a Agustina, ay, dios. Voy a matar a todos. No va a quedar ninguno vivo. Este post servirá de prueba. Voy a entrar con una metralleta a ese programa. Voy a matar a todos. Agustina, por dios, sos la mina más linda del mundo, no podes, ok, te entiendo que no me des bola, por eso, sos la más linda del mundo, en ésa te banco, ahora bien, convengamos; con ese gil no…..”

Alfredo, es poco creíble  que estuvieras dispuesto a matar a Luciano Benjamín Menéndez, en plena dictadura y te hayas asustado, en democracia de una broma en forma de amenaza.

En un tono dramático editorializaste en el programa de radio de Fernando Bravo en radio Continental y en tu programa de televisión “Le doy mi palabra” bajo el título de: Amenaza de muerte: “Lamento tener que dar esta noticia el día de la primavera. Pero es muy grave y no la puedo dejar pasar. Lucas Carrasco, integrante del aparato de comunicación kirchneristame amenazó de muerte y prometió ir con una metralleta al canal 26 para matarnos a todos. No lo dijo en un instante de calentura en una discusión callejera. Lo escribió en su blog que tiene 787 seguidores y que es muy visitado por los sectores juveniles del oficialismo que lidera Máximo, el hijo del matrimonio presidencial… 

Los Kirchner concentran tanto el poder que, en general, suelo atribuirle a sus órdenes gran parte de los hechos que genera el oficialismo. Pero esta vez es distinto. Creo que en esto no tienen nada que ver porque como queda claro, mis compañeros de la tele y yo somos las víctimas de estas amenazas pero el principal perjudicado es el gobierno nacional. Un alto funcionario al que consulté me dijo que “Carrasco era un loco suelto, capaz de hacer cualquier cosa al que no había que darle importancia”. Yo le contesté que precisamente por eso había que hacer pública su amenaza. Porque es un loco, es decir alguien poco racional que no se subordina a la disciplina partidaria y porque “es capaz de hacer cualquier cosa”. Por lo pronto sin adjetivar ni editorializar, y con la sola intención de actuar en defensa propia quiero que hable la contundencia de los hechos. Les transmito lo que leí y lo que voy a reproducir esta noche por televisión en el canal 26 si es que llego antes que su metralleta.”

Incluso conseguiste la solidaridad automática de colegas que imprudentemente te acompañaron  entusiastamente en el tránsito por el ridículo.

Cuando en tus editoriales, incursionás en el campo de los pronósticos, tus aciertos brillan por su ausencia. Por ejemplo: al finalizar el 2008 escribiste: “En el calendario político de la historia argentina, 2008 quedará marcado como el año de la decadencia del imperio kirchneriano.”

También se te ve en una entrevista televisiva, en el gobierno de la Alianza, afirmando que sin el FMI no se puede vivir.

Con un lenguaje belicoso que atribuís sólo a los que te critican, repetís permanentemente expresiones como “ladriprogresistas”, “pauta dependientes”, “el goebbeliano sistema propagandístico del gobierno”, y cuando vivía Néstor Kirchner y Cristina ya era presidente lo denominabas “el jefe de la jefa de estado”.

En la recordación de los 20 años del feroz atentado a la AMIA, hubo cuatro actos. Tres de ellos convocados por los familiares que se alejaron de las instituciones representativas de los argentinos de origen judío, con fuertes críticas a la complicidad de dirigentes de las mismas en el encubrimiento de la investigación. Por casualidad, sólo por casualidad, hablaste por segunda vez en el acto convocado por el establishment de la colectividad.

Ahí pronunciaste un discurso con el maniqueísmo que te caracteriza. En un tema complejo con múltiples aristas, apuntaste en forma genérica a todos los gobiernos, diluyendo las distintas responsabilidades. Apuntaste al memorándum con Irán, imputando al canciller Timerman del delito de lesa impunidad y sin la menor duda señalaste a Irán como el que perpetró el atentado. Es posible que haya sido, pero en una “investigación” donde quedaron procesados el juez Galeano que la realizó y los fiscales Muller y Barbacchia, donde aún hoy no existe ninguna seguridad sobre la existencia del coche bomba, con imputados perejiles que luego quedaron en libertad, donde se le pagó a un imputado, hecho que fue grabado y pasado por televisión, donde se destruyeron y plantaron pruebas falsas por parte de la policía y los servicio de inteligencia locales y extranjeros, donde no se avanza sobre el encubrimiento local, no se descubrió un solo cómplice en el país  y se sabe con certeza lo que se tramó a 13.778  kilómetros de distancia, donde el fiscal Nisman que participó y continúo con la investigación impugnada, recibe indicaciones en reiteradas ocasiones de la Embajada Norteamericana sobre lo que hay que investigar ( Irán) y lo que hay que relegar, el encubrimiento local, como quedó reflejado en los wikileaks,  el haber desechado  la pista siria y así hasta el infinito. Mostrando una ubicuidad para nada sorprendente, no mencionaste el papel desempeñado por el ex Presidente de la AMIA Rubén Beraja, que irá a juicio oral por el encubrimiento porque era como mentar la soga en la casa del ahorcado y te perderías una tercera invitación para hablar en el acto. Llamativo escamoteo en alguien tan valiente que estuvo, según propia confesión, dispuesto a asesinar, en los años de plomo, al carnicero de Córdoba.

Por si lo olvidaste o no lo leíste te recuerdo: “Los funcionarios estadounidenses de la embajada le dijeron a Nisman que se dejara de embromar con la llamada “pista siria” señala el cable diplomático.....Al advertir el malestar de los diplomáticos estadounidenses por el pedido de captura de Menem, Nisman les aseguró que no iba a insistir con sus averiguaciones acerca de la “conexión local”. Dijo que le había entregado esa investigación al juez Lijo y que de ahora en más se dedicaría a seguir la recomendación que le habían hecho los funcionarios de los Estados Unidos. Escribió Wayne (el embajador): “Nisman aseguró que ya no tendría ningún rol en ese aspecto del caso (la investigación de la conexión local) y que continuaría enfocado a descubrir nuevas pistas y fortalecer las pruebas contra los iraníes”   (Paginas 38 y 39 de ArgenLeaks. Los cables de Wikileaks sobre La Argentina de la A a la Z de Santiago O`Donnell). A su vez, del mismo autor en su  libro siguiente “PolitiLeaks” escribió: “Los cables muestran que el gobierno de los Estados Unidos impulsó y alentó la investigación de los sospechosos iraníes acusados de haber cometido el atentado que en  1994 mató a 85 personas. 

Distintos funcionarios estadounidenses mantuvieron contactos con el fiscal encargado de llevar adelante la investigación, Alberto Nisman. En esos encuentros, los estadounidenses dejaron en claro que no dudaban de la culpabilidad de los iraníes acusados  por la fiscalía, e insistieron que Nisman dejara de lado  la “pista siria” y la “conexión local, por considerar que esas pistas podían debilitar el “caso internacional” en contra de los acusados iraníes” (Páginas 259 y 260). Nada de todo esto te ha hecho por lo menos dudar y tampoco considerar que estas instrucciones de una potencia extranjera a un Fiscal de la Nación es un delito de lesa impunidad. Esto no significa que Irán no pueda ser culpable, sino que previamente se determinó  quien es el culpable y luego se buscaron las pruebas en esa dirección.

Es que el odio, Alfredo, se convierte en un par de anteojeras contra el entendimiento.

Siempre repetís casi como una muletilla que “el periodista tiene que ser el defensor del hombre común y el fiscal del poder”. Y considerás que sos la expresión acabada de esta contundente afirmación.

Pero los hechos desmienten tu relato. Tomemos los últimos años: tu discurso estaba en línea con los intereses económicos del grupo Prisa propietaria de Radio Continental. Te alineaste con las patronales del campo, sobreactúas los posicionamiento del grupo Clarín (lo que ya es mucho decir) y del bisemanario Perfil, te abrazás con las instituciones establishment de los argentinos de origen judío. Tenés una rara capacidad, o Sos  víctima de la casualidad permanente, el estar siempre del lado del poder económico y mediático hegemónico.  No sos entonces un fiscal sino un  defensor y militante de sus intereses, mientras te envolvés en la bandera del pretendido periodismo independiente. Confundís llamativamente los roles, te ves como fiscal del poder cuando actúas como su defensor y el hombre común que mentas, rara vez cuenta con tus servicios.

Dejo aquí porque esto ya se ha hecho largo y poco aportaría seguir abundando en tu pendiente.

Te aseguro Alfredo que me hubiera costado imaginar, allá por los primeros años del siglo XXI, cuándo mantuvimos varias conversaciones telefónicas, que llegarías a los extremos que transitás, de los cuales la carta a Griesa es tu obra maestra. Arturo Jauretche la hubiera incluido en su “Manual de zonceras argentinas”. Y como vos decís: “Te doy mi palabra”

© Escrito por Hugo Presman el viernes 25/07/2014 y publicado por http://www.diarioregistrado.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.