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martes, 22 de enero de 2019

Operación despegar… @dealgunamanera...

Operación despegar…

Buda, Roberto Lavagna. Dibujo: Pablo Temes

Comicios y dirigentes mueven fichas para no perder votos. Todo está por definirse.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 20/01/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La hora de la primera definición política importante del año para Cambiemos se acerca. Se trata del desdoblamiento de las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires. Es un tema que ya nadie oculta. María Eugenia Vidal lo reconoce en público cada vez que se lo preguntan. "Lo voy a hablar personalmente con el Presidente", ha dicho en las últimas entrevistas que ha concedido. En privado, la gobernadora es crítica –y en algunos casos, muy crítica– de varias de las medidas adoptadas por Mauricio Macri y por el desempeño de los funcionarios del área económica del Gobierno. Es ahí donde residen los problemas que han complicado la vida de la gente y, por ende, la tarea de Vidal cuya gestión, en algunos casos, se ha visto limitada por imposiciones del Presidente que debió acatar en silencio. Silencio que, en el tema del desdoblamiento de la elección provincial, acabó.      

Que sí, que no. “Lo veo muy probable, la vocación y voluntad de la gobernadora es que se anticipe”, señala en forma categórica un armador político del oficialismo bonaerense. En el círculo áulico de la gobernadora no hay la más mínima duda sobre lo imperioso de avanzar con el desdoblamiento.

Allí anida la convicción de qué es lo mejor para mantener las aspiraciones de ganar la elección provincial y, a la vez, de garantizarles a los intendentes de Cambiemos las mejores posibilidades de acceder a la reelección.

Al día de hoy las encuestas que se manejan en La Plata muestran que Vidal tira para arriba y que Macri tira para abajo. Esas mismas encuestas indican, además, que cuando las dos boletas van juntas, la que más pesa es la de Macri. La matemática electoral, pues, es clara: unida a Macri, Vidal pierde; sola, en cambio, gana.

Más allá de que se concrete o no –el proyecto exige un cambio de la Ley electoral de la Provincia– el solo hecho de que se esté discutiendo el desdoblamiento lleva implícito un mensaje político para el Presidente. Es un mensaje potente y de signo negativo para él ya que deja expuesta su debilidad. Por eso la idea no le atrae y, por lo tanto, las definiciones se retrasan.


En el final –como casi siempre ocurre en Cambiemos– el veredicto lo darán las encuestas y los análisis de Jaime Duran Barba. Este fenómeno no es exclusivo de la provincia de Buenos Aires sino que se repite en todo el país. Salvo en el núcleo duro del eje Peña-Duran Barba, que exhiben un optimismo electoral al que muchos funcionarios observan azorados, lo que se ve en gran parte de Cambiemos es un marcado desánimo. En cualquier lugar que visita Macri hoy, lo que se ven son protestas. Las hubo en Puerto Madryn y en el Chaco. Más allá del componente político que muchas de esas manifestaciones conllevan, está la calle que habla de su día a día en el que se expresa la disconformidad y el desaliento del ciudadano de a pie, que no participa de ningún espacio político y que enfrenta con esfuerzo la penuria del presente.

Muchos de ellos han sido votantes de Cambiemos. Muchos –no todos– lo volverían a votar si la disyuntiva es Macri o Cristina Fernández de Kirchner. Es en este punto en el que hay que ubicar a Roberto Lavagna. Su posible candidatura “hace lío” por todos lados. Y por eso le han salido a pegar presurosamente tanto desde el oficialismo como desde el kirchnerismo como lo explica muy bien el artículo de Jorge Fontevecchia publicado ayer en la contratapa de este diario.

En el interior del Frente Renovador alberga la convicción de que Lavagna es el candidato del círculo rojo. Para el FR, el candidato sigue siendo Sergio Massa. Y cuando se habla de candidato se especifica con claridad que se hace referencia a la candidatura a la presidencia de la Nación.

La vuelta de Massa al kirchnerismo representaría su suicidio político. Por eso su idea es apostar a Alternativa Federal y, de ser necesario, dilucidar la candidatura a través de una interna con Lavagna y/o Miguel Ángel Pichetto. Sería algo similar a lo que pasó en 2015 en la interna entre Massa y José Manuel de la Sota.

Lo que se está viendo, por otra parte, es que Alternativa Federal comienza a erigirse en una colectora de desencantados del peronismo que no quieren tener nada que ver con CFK, y del radicalismo, que tampoco quieren tener nada que ver con Cambiemos.

Hagan juego. En todo el armado de Massa está jugando un rol muy importante Antoni Gutiérrez-Rubí, el consultor de imagen catalán que en la elección de 2017 supo serlo de CFK. Atentos a estos avatares del peronismo, varios gobernadores justicialistas buscan en el desdoblamiento de sus respectivas elecciones asegurar sus reelecciones para ver luego en dónde se ponen.


Los voceros del kirchnerismo están activos y preocupados. Desesperan por algo que es imprescindible para ganar la elección: la unidad del peronismo. No alcanzan a comprender que con Cristina Fernández de Kirchner eso tiene el valor de una quimera.

Pruebas al canto: para la candidatura a gobernador de la provincia de Buenos Aires su predilecto es Axel Kicillof, a quien le ordenó que comience a recorrerla. Esto decisión dejó descolocados a varios intendentes del Conurbano que aspiran a tener un rol de mayor participación y poder de decisión en el proceso de la selección de quién vaya a competir contra María Eugenia Vidal. En la cúspide del Frente Renovador esta situación genera expectativa porque la idea es atraer a algunos de ellos para erigirlo en candidato a la gobernación. De entre ellos, el que sobresale es el intendente de Lomas de Zamora, Martín Insaurralde, de muy buena relación personal con Sergio Massa.

Que la ex presidenta es sinónimo de división no es novedad. Pero no solo eso: es además sinónimo de revancha. Y no acaba allí: es sinónimo también de una concepción chavista del poder. Es lo que expresó con toda claridad el senador Miguel Ángel Pichetto hace unos días. Sabe de qué habla: durante los 12 años del kirchnerato conoció los verdaderos pensamientos de la ex presidenta y de su entorno, es decir, La Cámpora.

Él bien sabe que cuando aparece Eugenio Zaffaroni haciendo mención a una reforma de la Constitución para terminar con el sistema de “democracia liberal” no es casualidad. Y que el intento del kirchnerismo de despegarse de esos proyectos no son más que mentiras.

Más allá de sus diferencias, Mauricio Macri y Cristina Fernández de Kirchner tienen algo en común: los dos auguran años de división en la Argentina. "La división en los pueblos es causa de su desolación" (Agustín de Iturbide).

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com

domingo, 20 de enero de 2019

Recalculando Electoral (II) - El tobogán de Massa y el social-radicalismo… @dealgunamanera...

El tobogán de Massa y el social-radicalismo...

Lavagna UCR, fórmula 2007 con Morales de vice. Lavagna-Massa, apoyo del Frente Renovador. Fotografías: Cedoc

“Massa es un candidato tobogán: comienza alto y se va desinflando”, repite Jaime Duran Barba, descontando que el futuro será igual al pasado. El oficialismo presume que en 2019, como sucedió en 2015, la existencia de las PASO transforma esas elecciones pensadas para ser una interna dentro de los partidos en una primera vuelta entre partidos. Y que si en agosto Cambiemos más Unidad Ciudadana, Macri y Cristina Kirchner, suman el 70% (37-33, sea quien fuere que supere al otro) y Alternativa Federal quedase tercero con el 15%, esos votos migrarían automáticamente para alguno de los dos primeros en la verdadera y vinculante primera vuelta electoral de octubre. Lo que de alguna manera sucedió después de las PASO de 2015, cuando quien más creció fue Macri bajo la consigna de “voto útil” para no perderlo con un candidato que seguro no podría ganar y votando por el menos malo o en contra del peor mal.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 20/01/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 
Sigue de ayer con: "Recalculando electoral (I). Todos en contra y a favor de Lavagna".

Pero el incansable Massa coincide con que las PASO funcionan como una primera vuelta, entre y no “inter” partidos, pero que en el contexto político actual en lugar de producir la fuga potencial del voto de quien salga tercero al primero o segundo, producirá la fuga de votos del primero o segundo al tercero porque la ciudadanía no querrá quedar prisionera de la opción Macri o Cristina. Imagina que si en las PASO de “los doce apóstoles de la oposición” (él, Pichetto y los diez gobernadores de Alternativa Federal) Massa obtuviera 15% (hoy se acerca a 10) y, por ejemplo, Urtubey 7, pero en cualquiera de los casos entre los dos sumaran el 20% (muy parecido a 2015 con 14% de Massa más 6% de De la Sota), votantes de Cambiemos y de Unidad Ciudadana que eligieron a uno u otro para que no ganase Cristina o Macri, al ver que habría una alternativa para lo mismo fugarían hacia Alternativa Federal. Dicen que Massa repite: “En 2015 comencé el año siendo banca y terminé siendo punto, en 2019 prefiero comenzar siendo punto y terminar de banca”.

Si la neurosis es no querer lo que se desea, o sea no estar dispuesto a hacer los esfuerzos necesarios para consumar ese deseo, Massa está vacunado de neurosis porque siempre está tratando de ser presidente e imaginando que lo puede ser más allá de los escenarios adversos que viene enfrentando últimamente. Desea con tanta energía que en su búsqueda de ventaja Macri pudo bautizarlo peyorativamente como "Ventajita". Macri comparte con Massa su misma vocación presidencial, aunque es más experto en el arte de disimular que está dispuesto a arriesgarlo todo.

Cerca de Urtubey temen que el crecimiento de Lavagna termine en un Massa Lavagna, pero Lavagna nunca aceptaría

Massa sabe que de él se dice que no mantiene la palabra, que un acuerdo con él tiene una validez de cinco minutos, que no es creíble ni confiable, y que uno de los síntomas de su ansiedad abortiva es que siempre llega tarde a todas las reuniones, vicio que estaría tratando de corregir. La primera sospecha sobre Massa es que esté dispuesto a negociar con Cristina Kirchner. Nuevamente Macri bautizó peyorativamente a Massa diciendo: “Urtubey soy yo, Massa es Cristina”. Sospecha muy fundada porque el propio intendente de Tigre, Julio Zamora, propuso que su jefe vaya como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires con Cristina Kirchner como candidata a presidente. 

Algo que Massa desmiente, de la misma forma que se acepte en Alternativa Federal que Cristina Kirchner compita en sus PASO porque la mayoría de los gobernadores votarían en contra: Gustavo Bordet de Entre Ríos, Juan Manzur de Tucumán, Sergio Casas de La Rioja, Mariano Arcioni de Chubut, Juan Schiaretti de Córdoba, Juan Manuel Urtubey de Salta, y, aunque no gobernador, Miguel Pichetto por su provincia, Río Negro. Más afines al kirchnerismo quedarían Domingo Peppo, gobernador de Chaco; Rosana Bertone, de Tierra del Fuego; y Hugo Passalacqua, de Misiones.

Pero quien sea su candidato a gobernador en la provincia de Buenos Aires como si se desdoblaran las elecciones provinciales es tan crucial como si se presenta o no Cristina Kirchner. Hay especulaciones cruzadas: que si Vidal adelantara la elección provincial ella gana seguro pero Macri podría perder y, a la inversa, si no desdoblara Macri aumenta sus posibilidades de ganar tanto como las de perder Vidal. Estas conjeturas se basan en que elecciones anticipadas independizarían a los intendentes peronistas de Cristina Kirchner porque hasta podrían ir con el candidato kirchnerista a gobernador, presumiblemente Kicillof, y después de haber sido reelectos intendentes, no acompañar a Cristina en su candidatura presidencial porque el cierre de listas nacionales sería tres semanas después de la elección provincial. 

Una alternativa que equilibraría los intereses contrapuestos de Vidal y Macri sería: elecciones provinciales y nacionales el mismo día pero con boleta única de papel como en Santa Fe, donde al marcar con una cruz sobre opciones se puede elegir presidente de un partido, gobernador de otro, intendente vecinal y legisladores de otro partido.

Sueño de Massa post PASO: que Cristina no pueda ganarle a Macri en ballotage y sus votos migren a él en octubre

Desde el massismo proponen como candidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires por Alternativa Federal a una figura de fuera de la política o una fórmula casi compartida entre dos intendentes jóvenes. De fuera de la política rápidamente aparece la imagen de Tinelli, tantas veces descartada, pero si Lavagna fuera candidato presidencial Facundo Manes aceptaría acompañarlo  donde fuera más útil.

Lavagna es otro dilema de Massa, con quien se reúne cada 15 días, la última este jueves, pero a diferencia de las reuniones de Lavagna con Pichetto o con el gobernador de Santa Fe, Miguel Lifschitz, son sin foto para mostrar el diferente grado de relación –permanente– que los une. Massa sostiene que si Lavagna viera “que hay agua en la pileta” y decidiera avanzar con su candidatura a presidente, él estaría dispuesto a bajar la suya y confía en que será al primero que le avisará. Pero no lo ve decidido ni tampoco pinchando el globo de expectativas que generó, sino dejando que se vaya desinflando poco a poco pero apoyando siempre al espacio alternativo de Macri y Cristina Kirchner.

No es esa la visión que tienen el socialismo de Santa Fe ni los radicales desencantados con Cambiemos que ven en Lavagna el candidato transversal ideal antigrieta rememorando aquel balcón de Alfonsín con Cafiero, habiendo sido Lavagna funcionario tanto del radicalismo como del peronismo. El 31 de marzo se cumplirán diez años de la muerte de Alfonsín, habrá actos de todo tipo en su memoria y será un momento en el que los radicales de Cambiemos y los abiertamente desencantados de Macri hagan un balance de su alianza con el PRO. ¿Esa tradición, no los une más al socialismo, o al GEN de Margarita Stolbizer o al ARI de cuando Elisa Carrió  descarrilaba menos, que a la derecha del PRO? Hasta Cornejo en Mendoza analiza anticipar las elecciones provinciales para no dejar al radicalismo atado a la suerte de Macri.

Otro mendocino, artífice fundamental de Cambiemos y hoy retirado en parte también por no sentirse cómodo con el PRO, Ernesto Sanz, piensa que hizo lo correcto al apoyar a Macri para que no continuará el kirchnerismo. Pero si apareciera otra alternativa que pudiera vencer al kirchnerismo, si este ya estuviera vencido o el día en que el PRO y Macri perdieran: ¿qué sentido tendría para los radicales continuar en Cambiemos? Paralelamente, ven con preocupación cómo el PRO coloca candidatos a competir en las provincias gobernadas por el radicalismo y sacan cuentas de cuánto y cómo alejarse. Hay un radicalismo socialista tan numeroso como el afín al conservadurismo. La tensión solo la aplacan los premios del triunfo, premios que desaparecerán en la derrota o cuando se la comience a dar por descontada.


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domingo, 9 de septiembre de 2018

Mauricio & Donald. Amistad afortunada… @dealgunamanera...

Amistad afortunada…

‘‘¡OTRA VEZ CON LOS LIMONES...!”. Mauricio Macri y Donald Trump. Dibujo: Pablo Temes.

Cómo influyó el vínculo con la Casa Blanca para cambiar los ánimos presidenciales. Las promesas incumplidas.

A Mauricio Macri se lo vio un poco más tranquilo en la conferencia de prensa del jueves en Mendoza. Venía de días terribles para el país y para su imagen. Sus dos últimos discursos habían sido malos. El de 102 segundos que fue la nada misma, y el del lunes 3 –interminable, repetitivo, con evidencias de mucho coaching, silencios de telenovela y gestos ampulosos y vacíos– estuvo descontextualizado en el tiempo: era un discurso para enero de 2016. Jaime Duran Barba explica, en uno de sus libros, a qué políticos se puede dejar hablar sin grabar y a quiénes no. Señala entonces que para hablar en vivo son importantes el  componente emocional y el bagaje intelectual que tenga el político para manejar situaciones críticas. Por eso Duran Barba, que está lejos de considerar a Macri un político de raza, le aconsejó que grabara su discurso del lunes pasado por la mañana, que estuvo precedido, en forma no casual, por la difusión en las redes sociales de un mensaje de Luciana Mantero, esposa de Marcos Peña, del famoso discurso "El hombre en la arena", del ex presidente estadounidense Theodore  Roosevelt.   


El Presidente venía de un fin de semana borrascoso, atravesado por una interna feroz que los mismos integrantes del gabinete se encargaron de hacer conocer a través de las redes sociales hasta el mínimo detalle. "Me están contando por WhatsApp lo que se dijeron Dujovne y Caputo palabra por palabra", contaba azorado un consultor con llegada al oficialismo. "Me están llamando varios ministros que no pertenecen al núcleo duro del poder preguntándome si siguen siendo ministros o no", señalaba el lunes el director de uno de los diarios de Buenos Aires.

La semana tuvo dos hitos políticos claves para encaminar las cosas hacia una cierta calma. El primero fue la conversación de quince minutos que el lunes mantuvieron Macri y Donald Trump. Nunca como en esta circunstancia pudo haber sido más afortunada la relación de amistad entre ambos forjada hace treinta años, cuando ninguno de los dos imaginaba este presente. Los Estados Unidos tienen un papel clave en la negociación con el Fondo Monetario Internacional porque son los que, en los hechos, tienen la última palabra a la hora de autorizar los préstamos que otorga la entidad. Por eso fue que en la mañana del martes, no bien arribó a Washington, y antes de reunirse con Christine Lagarde, Dujovne se encontró con el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Steven Mnuchin. Así las cosas, la negociación con el FMI tuvo otro tono, lo que se vio reflejado en una mayor comprensión de las necesidades de maniobra del Banco Central y una menor estrictez en cuanto al uso de reservas para  hacer frente a la corrida cambiaria.   


El respaldo de Trump ayuda en lo financiero y también en lo político.

El fuerte respaldo norteamericano en la persona de Trump que tuvo Macri le dio también un espaldarazo de estabilidad política interna, algo que le estaba faltando a su imagen, en función de que tenía problemas no solo con la oposición sino también en su propio campamento. En el radicalismo se ve con preocupación el riesgo de una fuga de votantes. Nadie quiere ser socio a pérdida del Gobierno.

Desde hace treinta días, el Gobierno atraviesa el momento de mayor debilidad desde el inicio de su gestión. La crisis política que le dio velocidad a la crisis de credibilidad en los mercados sigue latente. Hay por estas horas un impasse con miras a no profundizar las dificultades de la Argentina. Y esto no es por un acto de generosidad, sino porque los fondos que tienen inversiones en el país no quieren arriesgar más. Hay cinco fondos que tienen más de 35 mil millones de dólares. De ellos, tres (Black Rock, Allianz y Templeton) ingresaron, apenas asumió Caputo, 3.500 millones de dólares a un dólar de 24,50/25, por lo que llevan perdido el 30% del dinero que invirtieron.

El rumbo.

Hoy lo que está en juego no es solo la cuestión económico-financiera sino cuál va a ser el rumbo político del país a partir del 10 de diciembre de 2019.  Esta es la verdadera acechanza que habrá de acá al comienzo de las PASO, que será fuente potencial de una inestabilidad permanente. Se podrán lograr los acuerdos que se quieran con el FMI, pero el año que viene –con el Fondo o sin el Fondo– hay elecciones; con el Fondo o sin el Fondo se va a elegir una continuidad o un cambio en la conducción del Gobierno.

Esto es lo que verdaderamente desvela a todos los agentes financieros, con el agravante de que todos los acuerdos con el FMI se están centrando en llegar con lo justo y arañando a cerrar las cuentas de 2019. Y este cierre de cuentas todavía no es claro, porque el Gobierno no ha planteado el programa financiero y lo que ha dejado transcender de un borrador es un programa financiero al que todavía le faltan fondos, si es que la Argentina no logra renovar por lo menos un 80% de los vencimientos de las Letras de Tesorería en dólares que vinieron a reemplazar a las Lebac.

Por otro lado está la cuestión política interna. Lo que el mundo financiero le está pidiendo a Macri es un presupuesto creíble, con metas trimestrales que se puedan ir cumpliendo para ir reafirmando los objetivos de inflación, crecimiento, tipo de cambio, contención social, etc. La exigencia es que el Gobierno arribe a  un verdadero acuerdo con los gobernadores. La otra incertidumbre pasa por la dinámica de la crisis social porque, hasta aquí, la crisis se ha visto en lo político y en lo económico, pero todavía no se ha visto con toda dureza en lo social.

En el exterior no se imaginan invirtiendo en un país con altísima convulsión social y con piquetes, saqueos y situaciones de mucha volatilidad social. Todos quieren gobernabilidad sin costo político. Lo quiere el Gobierno y quiere la oposición. Gran dilema de cara a las elecciones del año que viene, en un contexto en el que hay clases sociales que están peor que en diciembre de 2015. “Pobreza 0” prometió Mauricio Macri durante la campaña electoral. Al día de hoy, es una promesa incumplida. Y, lamentablemente, no es la única.

Producción periodística: Lucía Di Carlo. 



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lunes, 23 de julio de 2018

Cuesta arriba… @dealgunamanera...

Cuesta arriba…

Espinas María E. Vidal. Dibujo: Pablo Temes.

Macri lanzó la campaña respondiendo preguntas. De la crisis a la tormenta. El Gobierno dio comienzo a la campaña electoral. Fue el hecho político de la semana. El lanzamiento ocurrió el miércoles pasado y el marco fue la conferencia de prensa que brindó el Presidente. Fue una puesta en escena muy bien montada para la que Mauricio Macri se preparó con esmero. 

© Escrito por Nelson Castro el domingo 22/07/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El entrenamiento –coaching– al que se sometió durante los días previos se hizo evidente en cada detalle. Amable fue su trato y serena su manera de responder. La fortuna hizo que el sorteo de los periodistas que lo interrogaron incluyera a colegas de medios altamente críticos de la gestión de gobierno.

Las preguntas fueron buenas. Las respuestas del jefe de Estado, en cambio, no. No contestó sobre las contradicciones entre Elisa Carrió  y Marcos Peña por el tema del aborto, dio cifras inexactas sobre el empleo, inexactitudes al querer justificar en referencia a los despidos de colegas de Télam, ausencia de condena política a las escandalosas afiliaciones falsas de Cambiemos en la provincia de Buenos Aires y promesas de inversiones que nadie sabe si vendrán.

A lo largo de la conferencia de prensa, el numeroso equipo comunicacional del que dispone el Gobierno estuvo muy activo en las redes sociales. Es curioso lo que ocurrió entonces. Durante la conferencia hubo euforia. Luego –cuando la reflexión y el análisis se apoderaron de esas mentes tomadas por el fervor de lo que se vivió como una batalla– los pareceres cambiaron.

La mano del asesor. Ahí se tuvo conciencia de los errores cometidos por el jefe de Estado. El lanzamiento de la campaña comprendió también el debut de Macri en Instagram. Lo suyo ahí fue poco feliz, por decirlo de una manera elegante.

El “coucheo” representó el regreso a la escena política de Jaime Duran Barba que, por un problema de salud, estuvo  ausente durante algunas semanas. Duran Barba fue quien sugirió el uso de la palabra “tormenta” en vez de crisis. La crisis es algo  permanente y la tormenta algo pasajero, fue la explicación que dio para fundamentar la ocurrencia. Por eso en el Gobierno se dice ahora que lo peor está por venir en los próximos cuatro meses.

Ahí está el concepto del estado del tiempo: se anticipa una crisis en formato de tormenta. En esta forma de comunicación, en la que se hace aparecer la política ligada a la meteorología, se usa la figura del tiempo, que es cambiante: puede pasar del calor al frío y del agua a la sequía. La idea es no negar la realidad pero utilizar sinónimos en la comunicación con el objetivo de atenuar el impacto de la crisis en la opinión pública. Es notable observar cómo se subestima la inteligencia de la gente.

Al interior de Cambiemos, las encuestas han encendido las alertas amarillas. En varias, la caída de imagen del Presidente lo ha dejado por debajo de Cristina Fernández de Kirchner. Dicho con claridad: CFK no ha subido; el que bajó es Macri.

Antes de la conferencia, María Eugenia Vidal hizo el anuncio del pedido de renuncia de quien había sido nombrada al frente de la Contaduría General  María Fernanda Inza. Fue una circunstancia que le pegó fuerte a la gobernadora: Inza es una persona de su cercanía. En el oficialismo se dice algo más: fue un pedido taxativo del Presidente. En la Rosada están molestos hace rato porque todas las medidas del gobierno le pegan a Macri y a Vidal le pasan por el lado. Recién en los últimos meses empezó a caer la imagen de la gobernadora, pero el mayor costo político siempre lo paga el jefe de Estado. Salvando distancias, hace acordar a CFK y Daniel Scioli.

Money. Atrás quedó la frase de Macri que hoy no para de circular por las redes sociales: “Eliminar la inflación va a ser lo más simple que tenga que hacer si soy presidente”. Lo dijo en el programa de Mirtha Legrand del 7 de febrero de 2015.

Lo grave no es la frase sino los hechos. Dos años y medio de gestión demuestran que el Gobierno se equivocó en las proyecciones inflacionarias que hizo hasta aquí: para 2016 proyectó un 25% y fue superior al 40%; para 2017 proyectó un 17% y fue del 24,8%; y para este año proyectó primero entre el 10% y el 12% y luego el 15%, cuando ya se sabe que estará  alrededor del 30%. Es decir que, sumando los tres años de gestión, Cambiemos habrá acumulado una inflación del 100%. Demoledor.

En el Gobierno hay una fuerte sospecha de que va a ser difícil cumplir con una parte de las metas comprometidas en el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Muy probablemente las metas fiscales se cumplan en parte –y hasta se sobrecumplan–, por lo pronto este año y seguramente el año que viene. “Lo más difícil va a ser cumplir las metas de segunda generación, que son los aspectos vinculados a la tasa de inflación prevista”, señala un economista de la cercanía del oficialismo.

Dentro del acuerdo la Argentina no debería pasar del 32%, al Gobierno le encantaría estar sub 30, pero al ritmo que va es muy difícil que lo consiga.

Para lograrlo tendría que ir a una caída del producto de más del 3% o 4% en el segundo semestre, un ajuste, dejar la tasa muy alta y controlar las paritarias. El costo político sería muy alto: el proyecto de la reelección iría a parar a la basura.

Lo verdaderamente singular es que toda esta situación de crisis se da en el marco donde Argentina es anfitrión del G20, razón por la cual el concierto internacional del G8 y todos los otros miembros que hacen al G20 han manifestado directa e indirectamente su apoyo al país en sus nuevas medidas. Fue ese el sentido que tuvieron las declaraciones de Christine Lagarde porque el objetivo que se espera después del acuerdo con el Fondo es que la Argentina pueda volver al mercado voluntario de deuda y poder captar los 18/20 mil millones de dólares que le faltan para cerrar el programa financiero global 2018-2019. 

“Cuando la fortuna nos muestra una cara más hermosa que nunca, es precisamente cuando se está fraguando la tormenta sobre nuestras cabezas”, es la célebre frase de Píndaro que resume de manera impecable lo que le pasó a Macri y a su gobierno después del triunfo electoral de octubre pasado.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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domingo, 13 de agosto de 2017

Ganan todos, pierden todos… @dealgunamanera...

Ganan todos, pierden todos…

Ganan todos, pierden todos. Foto: Cedoc

Quedarán diez semanas hasta las elecciones de octubre, y allí sí comenzará otro ciclo de la política argentina.

Hoy a la noche, lo más probable, será escuchar que todos ganaron: Cambiemos en el país, Cristina en la Provincia. Que con sólo repetirse estos resultados en octubre (y podrían mejorarlos) Cambiemos aumentará la cantidad de legisladores y será el partido con más votos a nivel nacional. Y el kirchnerismo, que con su líder convertida en senadora desde diciembre comenzará a bombardear a Macri proponiendo medidas como retrotraer el aumento de tarifas y transformarse en la candidata natural de la oposición para 2019.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 13/08/2017 y publicado en el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Pero en realidad, es muy probable que todos hayan perdido. Porque en estas elecciones se plebiscitan esencialmente las primeras consecuencias del cambio de modelo económico y la actitud frente a la corrupción. Y habrá votado contra la corrupción que encarna el kirchnerismo más del 80% de la población del país y descontento con los resultados económicos de los primeros dos años de Macri el 65% de los argentinos.

También pierde Massa, que ya sin De la Sota no tendrá la misma cantidad de votos nacionales que en 2015 (dicen que De la Sota piensa regresar con todo en 2018 para ser el conductor nacional del panperonismo). 

La derrota suele enseñar más que el triunfo. Vale tanto para Cristina como para Macri.

Lo mismo Randazzo, que se había imaginado otro resultado sin Cristina candidata o compitiendo con ella en las PASO dentro del mismo partido. Y los gobernadores del PJ, a quienes con Cristina en el Senado se les dificultarán las negociaciones con Macri. 

Las encuestas con las que se llega a la elección reflejan un contexto de interregno político donde Cambiemos aún no terminó de consolidarse pero tampoco ninguna otra fuerza emerge con claridad. Pero otro sería el escenario si Cambiemos sorprendiera ganando en la provincia de Buenos Aires por dos puntos, como indicaría la última encuesta de una importantísima empresa que trabaja para el Gobierno y no quiere jugarse a hacer públicos sus pronósticos para las PASO, aunque sí los hará para las de octubre. Después de los errores en los pronósticos del Brexit, el triunfo de Trump y la derrota de la “paz” en Colombia, las encuestas son instrumentos cada vez más frágiles. La decena de encuestadoras que dieron ganadora a Cristina Kirchner en la provincia de Buenos Aires mantenían un porcentaje de indecisos mayor que la diferencia a favor de la ex presidenta sobre Cambiemos. 

Pero empatando o aun si le ganara a Cristina, en cualquier caso Macri deberá replantear sus próximos dos años si no quiere vivir con el corazón en la boca todo el tiempo. En la columna de ayer se mostraba el grado de relación entre consenso político y bonanza económica, reflejado en los dos picos de mayor crecimiento económico de nuestra historia contemporánea durante los cuatro años entre 1991 y 1994, cuando crecimos el 36%, y en los cinco años entre 2003 y 2008, cuando crecimos el 44%. Antes y después de esos dos períodos, nunca se había logrado crecer más de dos años seguidos, repitiendo el stop and go de nuestro clásico frenar y andar.

Lo mismo el panperonismo: aun ganando la provincia a Cristina Kirchner, no le alcanzará para aspirar a ganar un ballottage en 2019; si Massa no llegara al 20% en las PASO, correría el riesgo de quedar jibarizado en octubre por efecto de la polarización, y por lo mismo Randazzo, de caer en la insignificancia.

Transversalidad 2018. La alianza natural que se podría producir es la de Cambiemos con los gobernadores del PJ, quienes no tienen una visión de la economía incompatible con la de Macri.

Si en los próximos meses se confirmaran los pronósticos de crecimiento económico que tiene el Gobierno en un hipotético plebiscito, ya no votaría en contra de la economía el 65% de la población y a la natural coincidencia de intereses entre los poderes ejecutivos provinciales y el nacional por la necesidad de ambos de gobernabilidad se sumaría la conveniencia política de acompañar un modelo económico que rinda frutos y sea, progresivamente, más apoyado por la mayoría de la población.

La transversalidad peronista-radical que llevó adelante Néstor Kirchner en 2007 podría ser recreada una década después desde Cambiemos, invirtiendo la ecuación con el peronismo como acompañante. Pero para que sea posible, tendría que haber un éxito económico palpable por una gran mayoría que recreara una de las condiciones de posibilidad de un pacto político.

"Cambiemos gana en Argentina y Cristina en Buenos Aires", triunfo compartido, derrota compartida.


Que pierdan todos no necesariamente tendría que ser malo para todos. El triunfo no pocas veces estanca a las personas y el fracaso, al interpelarlas, las empuja a mejorar. Macri, comprendiendo que “riqueza es diversidad en armonía”, precisa sumar más espesura política en su gobierno. Por su parte, Cristina Kirchner, comprobando qué lejos quedó su 54% a nivel nacional y necesita orientarse a buscar una negociación con el peronismo para pasar su vejez más tranquila, viéndose en el espejo que le devuelve la situación actual de Menem.

Probablemente estas elecciones sean también el comienzo del paso a retiro de figuras, partidos o aspiraciones. Por ejemplo, Stolbizer podría quedar sin una banca.

Lousteau, con su aspiración a suceder a Rodríguez Larreta en 2019 muy herida. Otros comienzos de retiro serían los de Rodríguez Saá y Pino Solanas mientras que el caso opuesto será su ex aliada Elisa Carrió, quien podrá obtener en la Ciudad de Buenos Aires la mayor victoria porcentual de toda su carrera política. Quizá sea ella la única ganadora que todos descuentan antes de abrir las urnas a las 18.

Quedarán diez semanas hasta las elecciones de octubre, y allí sí comenzará otro ciclo de la política argentina. Por entonces, a Macri le será más útil contar con los consejos de Emilio Monzó que con los de Duran Barba.