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domingo, 5 de abril de 2020

Malestares. Cuarentena desangelada… @dealgunamanera…

Malestares. Cuarentena desangelada…  

Caños sin costura, Paolo Rocca. Dibujo: Pablo Temes

Críticas a los empresarios, elogios a Moyano y maltrato a los jubilados: una semana que erosionó la figura del Presidente.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 05/04/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma e Buenos Aires, República de los Argentinos.


La segunda semana de la cuarentena bien podría calificarse como la semana del desangelamiento presidencial. Comenzó con la destemplada frase destinada a los empresarios en el discurso con el cual anunció la prórroga del aislamiento social preventivo hasta el 13 de abril, y culminó con el bochornoso y peligroso espectáculo de miles y miles de jubilados soportando el frío de la noche a la mañana en largas colas ante las puertas de los bancos para cobrar haberes de miseria.

El término “miserable” con el que se refirió a los empresarios que despiden gente –en verdad, se estaba refiriendo a Paolo Rocca– y el tono cayeron decididamente mal. No porque el despido de gente no merezca una atención especialísima, sino porque la mayoría de las empresas no saben cómo hacer frente al pago del salario de sus trabajadores.

Y, junto con esto, el tono utilizado por el Presidente reflotó en algunos miembros de los sectores duros del kirchnerismo el sentimiento antiempresarial que dominó durante los 12 años de aquella gestión.

Moyano. Otro eslabón del desangelamiento presidencial lo constituyó el acto de reinauguración –por tercera vez– del sanatorio del Sindicato de Camioneros, en el que Alberto Fernández trató a Hugo Moyano de dirigente ejemplar. Tan insólito y fuera de lugar fue ese calificativo que fueron no pocos los funcionarios que se quedaron boquiabiertos al escucharlo. Y se ve que el mismo AF se debe haber dado cuenta de lo despropositado de su elogio, porque en el almuerzo del viernes con la cúpula de la CGT se sintió obligado a aclararles a sus líderes lo que había querido decir.

Escuchá lo que dijo el Presidente de la república:

Radio con Vos 89.9 Mhz. Programa Pasaron Cosas. © Creado por Skibajuan2169

Como siempre ocurre en estos casos, estas explicaciones, más que aclarar, oscurecen. Moyano forma parte de una casta de dirigentes sindicales que encontraron una veta económica fenomenal haciendo negocios con los sindicatos de los que se han adueñado.

Jubilados. El espectáculo lamentable de la dignidad humana que se vivió el viernes con los miles y miles de jubilados que debieron hacer horas de cola para cobrar sus haberes de miseria fue muy mal manejado por Fernández.

“El Presidente me llamó muy temprano; estaba enojado”, confesó el titular del Banco Central, Miguel Pesce, un hombre puesto allí por AF. Su ineptitud para manejar algo tan previsible bien le debió haber valido la renuncia. Y lo mismo vale para el titular de la Anses, Alejandro Vanoli.

En ámbitos del Gobierno, varios funcionarios coinciden en que la actividad bancaria debió haber sido incluida dentro de las actividades esenciales, con los cuidados del caso como se ha hecho, por ejemplo, en los supermercados.

Haber anunciado la reapertura de los bancos sin tener en cuenta las aglomeraciones que generaría ha sido una decisión de una alta irresponsabilidad sanitaria. “Si acá estamos en una guerra, algún general debería pasar a retiro. En el día más frío del año, que haya pasado esto es inadmisible. Alguna consecuencia tiene que tener”, señaló un integrante del directorio de un banco oficial que alertó sobre esto y a quien se desoyó.

Es evidente, pues, que Alberto Fernández demostró una sorprendente falta de timing para manejar la situación. Las colas contradijeron flagrantemente el “Quedate en casa”, la consigna clave de esta cuarentena.

Por las entrañas del Conurbano. Finalmente, Axel Kicillof se acercó esta semana a los intendentes del Conurbano. Junto a Sergio Berni visitó el lunes los municipios de Almirante Brown, Lomas de Zamora y Esteban Echeverría; y el viernes los de Hurlingham, Tres de Febrero, San Martín, Morón e Ituzaingó. “Se busca coordinar acciones y ver cómo se trabaja en cada municipio y el avance de integración de cada área al COE, que son Seguridad, Salud, Desarrollo Social y Educación”, afirmaron desde el entorno del gobernador.

Evidentemente hubo un cambio en Kicillof, al recibir a la oposición y mostrarse con intendentes, dos cosas que no había hecho desde que se desató la pandemia.

De todas maneras, algunos de los enfrentamientos internos y con sectores de la oposición persisten. De estos últimos, uno de los más significativos se da con el intendente de La Plata, Julio Garro. Ocurre que el secretario de prensa del ministro de Salud, Daniel Gollán, que es su vocero además –en Provincia tienen el mismo rol–, es Cristian "Chicha" Scarpetta, ex vicedecano de la Facultad de Periodismo de la UNLP y muy cercano a la ex decana de esa facultad, Florencia Saintout. En ese ministerio hay mucha gente de Saintout (peleada con Garro) y de La Cámpora, lo que traba no solamente las gestiones con Garro sino también con los intendentes de Juntos por el Cambio. Saintout hizo nombrar a su hermana como directora del Hospital Provincial de Gonnet.

Estas circunstancias refuerzan la decisión de muchos intendentes de puentear a Kicillof y hablar directamente con Alberto Fernández.

La pandemia y su circunstancia. Desde el punto de vista epidemiológico, la situación en la Argentina está por ahora bajo control. Eso no equivale a decir que esté “dominada”, como expresó con tono algo canchero el Presidente en el reportaje que le realizó el cantante puertorriqueño René Pérez.

Todavía hay problemas con la llegada de los kits para la realización de los test diagnósticos a las provincias. Por eso, la cantidad de testeos sigue siendo baja.

Además hubo malestar interno a mitad de semana con el sorpresivo anuncio que hizo el doctor Ginés González García sobre una iniciativa que propiciaba una especie de confiscación de las clínicas y centros de salud privados. Nadie entendió bien qué quiso hacer el ministro.

Hasta aquí, el sector privado ha venido trabajando muy bien en su combinación con el sector público. De hecho, muchos de los casos positivos han sido y están siendo atendidos en instituciones médicas privadas.

La aclaración que sobrevino a la reunión del jueves entre el ministro y los privados, en la que se habla de una coordinación entre el sector público y privado, fue una obviedad destinada a formalizar una salida elegante del innecesario entuerto.

El debate de la semana que se inicia será cómo salir de la cuarentena. Es el gran desafío para el Gobierno.

“Las epidemias han tenido más influencia que los gobiernos en el devenir de nuestra historia”. (George Bernard Shaw)








domingo, 10 de noviembre de 2019

La foto en la CGT. No fue magia: Macri lo hizo… @dealgunamanera...

La foto en la CGT. No fue magia: Macri lo hizo…

Tránsito liviano, Alberto Fernández y Hugo Moyano. Dibujo: Pablo Temes.

Estuvieron todos: los distanciados, los humillados, también los ofendidos. No faltó nadie para recibir a Alberto Fernández.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/11/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Fue la foto de la semana. Allí, en la sede de la CGT, estuvieron todos. Los que se habían peleado, los que se habían enojado, los que se habían sentido ofendidos y humillados. No faltó nadie para recibir al presidente electo.

No fue magia. Macri lo hizo. De no haber sido por las catastróficas consecuencias económicas de su gobierno y por la errada endogamia que desarrolló durante su gestión, eso no habría ocurrido.

De no haberse aferrado a ese absurdo eslogan de que “el pasado no vuelve”, habría hecho una lectura mejor de la dinámica del proceso político de la Argentina del presente.

Pasado y futuro. El gobierno de Macri ha entrado en el pasado. Es a Alberto Fernández a quien el futuro aguarda. Y, por supuesto, el curso de ese futuro dependerá del enfoque que le dé a su administración. Si lo que prima es la vuelta del pasado, fracasará.

El tema de la deuda es un asunto central y prioritario para la nueva administración. La historia se repite. Macri comenzó su gobierno teniendo como prioridad la solución del problema con los fondos buitre. Cuando arregló con ellos  pareció que se abrían para la Argentina las puertas del cielo. Nada de ello ocurrió.

Paradojas del destino de condena de nuestro país, este gobierno se va dejando al que viene una deuda enorme con un acreedor externo: el Fondo Monetario Internacional. Es una deuda impagable en los términos en los que está planteada en los acuerdos firmados entre el ex ministro Nicolás Dujovne –increíble que un personaje tan minúsculo e inepto haya sido ministro– y Christine Lagarde.

La centralidad de este asunto motivó una actividad intensa de Guillermo Nielsen en Miami durante la última semana. Esa actividad incluyó la ya conocida reunión con Alejandro Werner, funcionario del FMI nacido en Córdoba, que tiene a su cargo el caso argentino.

Pero no fue ese el único movimiento en relación con la deuda. El presidente electo se lo dijo categóricamente a Rafael Correa. La deuda es impagable. Carlos Melconian fue también categórico: el acuerdo con el Fondo debe ser renegociado.

Gabinete y Consejo. De los nombres que van a conformar el gabinete que acompañará a AF sigue sin saberse mucho. El presidente electo los tiene “in mente retentis” y su decisión es darlos a conocer la semana previa a su asunción.

Más allá de nombres que parecen cantados –Santiago Cafiero, Felipe Solá, Gustavo Beliz– nadie tiene la silla asegurada.

Lo que más le preocupa a Fernández es trazar una hoja de ruta para los primeros cien días de su administración. No es novedad que habrá llamado a sesiones extraordinarias. Tampoco lo es  su decisión de darle al Consejo Económico y Social –al cual convocará de inmediato– vuelo institucional a través de una ley.

Ese consejo representará un verdadero desafío para el nuevo presidente. No sería lo correcto la idea de muchos de remedar aquel otro acuerdo social que, por orden del general Juan Domingo Perón, se creó al comienzo del gobierno de Héctor J. Cámpora. Ese acuerdo terminó en el rodrigazo como consecuencia de la mala gestión del ministro de Economía José Ver Gelbard. Muerto Perón, se quedó sin sustento político.

Por eso, el modelo a mirar y en el cual referenciarse debería ser el del Pacto de la Moncloa. Aquel acuerdo fue motivado por la crisis económico social por la que atravesaba esa España apenas salida de la brutal dictadura del general Francisco Franco. Era presidente del gobierno Adolfo Suárez, quien advirtió el riesgo que representaba para el país la prolongada crisis económica que, de prolongarse, tenía el potencial de poner en riesgo la novel democracia española.

La amplia convocatoria, que involucró a los sindicatos, a las instituciones empresariales y a los partidos políticos tuvo tres características esenciales: primero, se discutió con franqueza e intensidad pero con una visión absolutamente acuerdista de todos los protagonistas; segundo, los protagonistas de estas discusiones tuvieron en claro desde el comienzo de las negociaciones que, en pos de alcanzar un acuerdo, cada uno debía ceder algo; tercero, cada uno de los signatarios del pacto se comprometieron a cumplir con la palabra empeñada.

El impacto de este acuerdo fue tal que España nació a la modernidad. Vino luego el gobierno socialista de Felipe González, que entendió que esa apertura a la modernidad requería dejar atrás prejuicios ideológicos.

Si en el espíritu de quienes sean los participantes del Consejo Económico y Social que aspira a implementar Alberto Fernández no están las premisas arriba especificadas, el acuerdo no tendrá más destino que la nada.

Justicia. AF debería ser más cuidadoso en sus expresiones sobre la Justicia. Una cosa es criticar –y en muchos casos con razón– la aplicación de la prisión preventiva y otra cosa es generalizar y afirmar que toda la investigación de la corrupción que hubo durante el kirchnerato es producto de una persecución política.

No caben dudas de que la Justicia Federal debe ser transformada. El mal funcionamiento que allí se observa es producto de los males de la política. Abundan los nombramientos de jueces con un solo objetivo por parte de quienes lo designaron: asegurar su propia impunidad.  

El último político que intentó llevar adelante una verdadera renovación y adecentamiento de la Justicia Federal fue Gustavo Beliz, cuando se desempeñó como ministro de Justicia de Néstor Kirchner.

La memoria nos recuerda que, por querer llevar adelante ese proyecto Beliz fue eyectado del gobierno por el ex presidente por haber denunciado su falta de transparencia en el manejo de la SIDE,  principal apoyo de muchos de los jueces federales con despacho en Comodoro Py al 2000.

La principal crítica a los jueces que investigan los hechos de corrupción sucedidos durante los doce años del kirchnerato es no haber actuado en tiempo y forma para investigar los hechos de corrupción denunciados con todo detalle.

Con esa molicie permitieron que se cometieran ilícitos que perjudicaron a la población.

Hay daños que ninguna sentencia –por más dura que sea– logrará reparar. Alberto Fernández supo ser duro con la corrupción del kirchnerismo. ¿Lo habrá olvidado?


Video: © Infobae





domingo, 20 de octubre de 2019

Macri y Fernández. Autocrítica en default... @dealgunamanera...

Autocrítica en default…

Teatro de operaciones. Dibujo: Pablo Temes 

El Presidente expone como comentarista y Fernández no menciona los males que dejó Cristina.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 20/10/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Afirmó alguna vez Mauricio Macri: “Fue Perón quien dijo que gobernar es crear trabajo. Hoy tenemos el deber de darle un trabajo digno a cada argentino”. Y agregó: “El peronismo no es narcotráfico, no es prepotencia y soberbia. El peronismo es la búsqueda de la igualdad de oportunidades, la búsqueda de la justicia social. A eso quiero invitar a los peronistas”. El “alguna vez” tiene fecha, lugar y circunstancia: ocurrió el 8 de octubre de 2015, durante el acto de inauguración del monumento al general Juan Domingo Perón en la plaza ubicada frente a la Aduana. Además del hoy presidente, compartieron el escenario –entre otros– Hugo Moyano, Eduardo Duhalde, María Eugenia Vidal y Horacio Rodríguez Larreta. Moyano, que habló, dijo: “Me sentí emocionado al ver la figura de Perón. Después se llenan la boca en contra del PRO y nunca hicieron esto. Concurrimos acá porque Perón está por encima de todos y nos pareció importante lo que está haciendo Macri”. (sic).

Cuenta la leyenda que, cuando aún compartían una amistad luego perdida, Mario Vargas Llosa le dijo a Gabriel García Márquez: “¡Ay, Gabo! qué difícil escribir ficción en Latinoamérica con su increíble realidad”.  Sea verdad o mito, la frase refleja a la perfección la sinuosidad increíble de la política en la Argentina.

Ahora, el presente. Más allá del multitudinario acto de ayer, en el Gobierno todo tiene aire de despedida. Es una despedida larga y dolorosa, a la que Mauricio Macri ha intentado dotar de una cierta épica. Eso es lo que han sido esta serie de actos que encabezó en distintas ciudades del interior y que culminó en el Obelisco. A lo largo de esa especie de caravana, el Presidente desplegó un discurso pobre, lleno de clichés y, en algunos casos, desopilante, como cuando confundió en su saludo al Chaco con Corrientes. Al fin y al cabo, es difícil prometerles un futuro mejor a los miles y miles de ciudadanos y ciudadanas que se han quedado sin presente. Luego del 5,9% que en septiembre dio el índice de inflación comunicado por el INDEC, escucharlo a Macri diciendo: “No se puede vivir con este nivel de inflación que nos mata a todos”, es paradójico. Parece un comentarista de la realidad que, además, se pasa echándole la culpa de las desgracias de su gobierno al que le precedió. Es lo mismo que hacía CFK cuando dedicaba su incontenible verborrea por cadena nacional para atribuir a otros –Clarín, Obama y el mundo entero– las causas de sus errores de gestión.

En los actos, el Presidente les habla a sus votantes. Y el problema es que con sus votantes no le alcanza para ganar. Le ha sucedido algo similar a lo que le ocurrió a Sergio Massa. Luego de su resonante victoria en 2013, el error que cometió  el ex intendente de Tigre fue no darse cuenta de que muchos de los que pusieron su boleta en la urna eran partidarios de Macri que buscaban derrotar a CFK.

La historia –que como signo del fracaso de la Argentina siempre se repite– lo ha hecho ahora de una manera inversa. Llevado por la omnipotencia del poder y de sus entornos, el Presidente no advirtió que muchos de los votantes que hicieron posible que ocupara el sillón de Rivadavia, eran de Massa. Tampoco pensó que el peronismo se reunificaría. Es lo que durante un reportaje reconoció María Eugenia Vidal, quien, a su discurso de IDEA, le imprimió un tono de despedida. La gobernadora no tiene ninguna chance de dar vuelta esa elección que en Buenos Aires se define por un voto de diferencia. A partir del 10 de diciembre próximo tendrá un sucesor: Axel Kicillof.

Las palabras de Vidal pivotearon entre la evaluación de su gestión y el esbozo de su futuro. De su gestión, se encargó de diferenciarla de la de Macri. Lo hizo con sutileza, pero con claridad. “A un gobernador se lo debería juzgar por lo que hace en materia de educación, seguridad, obras públicas y salud”, dijo con voz serena. Los que la escuchaban entendieron el metamensaje: la responsabilidad de la economía, por la que terminará perdiendo la elección, es del Presidente. De su futuro lo único cierto es la incertidumbre.

No le va a ser fácil. Necesitará apoyos territoriales importantes. Por eso, es clave lo que suceda con las elecciones municipales y la cantidad de intendencias que queden en manos de Juntos por el Cambio. Dependerá también de lo que decida hacer Macri que, por lo que se sabe, ni sueña con abandonar la política.

En el Frente de Todos, todo es ganancia. El índice de inflación del 5,9% que se conoció el miércoles cayó como anillo al dedo frente al debate de esta noche. Alberto Fernández tendrá en ese dato una ayuda para enfrentar los embates que, en su contraofensiva, intentará Macri. En el del domingo pasado en la Universidad de Santa Fe, se lo vio enojado, tenso y, en los primeros cuarenta minutos, desenfocado. El principal problema que enfrentó en ese debate no fue el dedo del candidato del Frente de Todos ni su estilo agresivo, sino la realidad.

Y, a propósito de ese debate, dos apuntes más: hubo dos contradicciones por parte de Alberto Fernández: la primera, su modo agresivo que no se compatibiliza con el espíritu de diálogo que pregona en campaña; la segunda, la falta de mención a los males del kirchnerismo que él mismo critica.

El segundo apunte tiene que ver con CFK. En la presentación de su libro Sinceramente en El Calafate, dijo que no vio todo el debate porque había tenido gente en su casa. Nada que sorprenda: para la ex presidenta nada de lo que sucede por fuera de ella es relevante. Se ve que ni siquiera le interesaba lo que decía su compañero de fórmula. El narcisismo está en la esencia de su patológica personalidad.  

Mientras, Fernández continúa con su agenda de presidente virtualmente electo. Por eso, en su oficina de la calle México, su entorno habla y discute sobre gestión. Una gestión que, con una cuota de poder enorme, no tendrá período de gracia. La realidad apremia. Y de eso está hablando, entre otros, con Guillermo Nielsen, quien, por estos días, se encuentra en Washington. Al margen de atender asuntos particulares, Nielsen quien, por lo poco que se sabe hasta ahora no sería ministro de Economía del nuevo gobierno, activó sus contactos en el FMI. Y allí comprobó, con preocupación y sin sorpresa, que, en el centro de la escena, está la Argentina y su inevitable sino: el conflicto.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




domingo, 23 de diciembre de 2018

Velocidad… @dealgunamanera...

Velocidad…

Metáfora actual. La obra Exclusión, de Pablo Suárez, que se exhibe estos días en el Malba. Fotofrafía: Cedoc

Un cuadro de Pablo Suárez representa la superficie exterior amarilla y roja de un vagón de tren que avanza velozmente. Aferrado a las manijas verticales de las puertas, con las piernas muy separadas y los pies sobre el estrecho umbral, un hombre, con el torso desnudo, jeans y zapatillas, trata de mantener su cuerpo adherido a la chapa. El pelo volcado por completo hacia un lado por efecto del viento, con cara de terror y ojos desorbitados, sosteniéndose con todas sus fuerzas para no ser despedido por la marcha, imposibilitado de entrar al vagón, el hombre está en peligro. Si aflojara sus manos, si sus pies resbalaran y perdieran el precario apoyo, caería a las vías. El título del cuadro es Exclusión. Está en la colección del Malba y tiene una atracción tan inevitable como el riesgo que corre su personaje, el excluido. Pablo Suárez lo pintó en 1999.

© Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 23/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los alfiles y la reina. El 12 de enero de 2018 se conoció una predicción de Hugo Moyano, quien ya había roto con el Gobierno: “Antes de que termine el año, va a haber un millón de personas puteándolos en la Plaza y vamos a estar todos juntos de vuelta”. El pronóstico se cumplió a medias: hubo, a lo largo del año, cientos de miles en las plazas, pero los sindicalistas no están todos juntos. Si Moyano se refería al peronismo, entonces habría acertado: están todos juntos de vuelta, muchos de ellos corriendo para colocarse bajo el manto azul de Cristina Kirchner. Falta Urtubey que, hasta el momento, cree que puede ofrecer una alternativa exterior al sistema solar de CFK; y hacia las afueras de ese sistema, Pichetto y Schiaretti, que antes tenían a Sergio Massa como interlocutor y ahora lo ven alejándose. Pero han vuelto casi todos, con pretensiones y proyectos diferentes.

En tres años de gobierno del PRO, el peronismo no logró reconfigurarse ni acordar una dirigencia. Cristina es la referencia no deseada pero inevitable. Muchos peronistas hubieran preferido no tenerla de nuevo como última instancia. Sin embargo, la realidad es más tenaz que los deseos. Massa, uno de los que más se habían alejado, afirmó que ella “está cambiando”. Ella tomó un tecito con Felipe Solá, aunque siga pensando que Kicillof sería una incomparable sucesión, si decidiera apartarse del ajetreo cotidiano de la Casa de Gobierno. El ultramontano Grabois muestra a Cristina en un afiche donde él mismo la acompaña y ofrece el homenaje de una intrusión en la planta trasmisora de El Trece y TN. El Papa bendecirá esta unión.

CFK es la referencia no deseada e inevitable del peronismo. Macri gobernó peor que las predicciones.

Durante las escaramuzas justicialistas de los últimos tres años, Cristina, apoyada en La Cámpora, que gestiona su hijo, tejió redes de influencias. Fue benevolente con quienes antes había sido dura y despreciativa. Esperó como espera un jugador que conoce las torpezas de su adversario. Su objetivo es convertirse en la Gran Electora del justicialismo, con la particularidad de que, incluso, pueda elegirse a sí misma. Y también mostrarse magnánima: el sábado pasado, grabó un corto video dirigido a la militancia de Unidad Ciudadana en Entre Ríos, donde se la escucha decir: “Estoy convencida de que nos merecemos un país mejor y entre todes (sic) lo podemos volver a construir”. De cada pueblo, un paisano, y de cada provincia quien tenga posibilidades de alzarse con los votos.  
  
La última noticia de este 2018 es que la Cámara Federal confirmó el procesamiento de CFK, solicitado por el juez Bonadio. Hasta que no haya sentencia firme, dentro de años, la expresidenta podrá ser candidata, de modo que los diversos batallones justicialistas la seguirán tomando como dispositivo central de sus cálculos tácticos.

Por eso se reunieron Massa, Urtubey, Pichetto y Schiaretti con los gobernadores de Tucumán, La Rioja, Santiago del Estero, Entre Ríos y Chaco, para cerrar el año de Alternativa Federal, a cuya mesa se sientan quienes (como Urtubey y Schiaretti) prefieren abstenerse de Cristina Kirchner, y quienes parecen haberse encaminado hacia su inevitable aceptación hasta que una sentencia firme cambie el escenario. Los contertulios de Alternativa Federal rechazan al unísono la polarización entre kirchnerismo y macrismo. Se sabe que el justicialismo está largamente entrenado en la variedad de posiciones.

Finalmente, también en estos días, habló Duhalde y señaló a Roberto Lavagna como el mejor candidato para 2019. Es posible coincidir con Duhalde. Pero sería conveniente conocer la opinión de Lavagna.
El niño rico. El gobierno de Cambiemos fue peor que las peores predicciones (según los números que acaban de conocerse). La pobreza subió al nivel más alto de la última década. La imagen de Macri comenzó 2018 en el nivel más bajo desde que asumió la presidencia (14 puntos menos después de convertida en ley, con alta desaprobación popular, la reforma jubilatoria). Por el momento, no hay milagro que consuele con mejores números. Miguel Acevedo, presidente de la Unión Industrialcalificó el año que termina como "muy malo" y no encuentra sustento para "el positivismo que tiene el Gobierno".

En efecto, carece de sustento. Al comenzar 2018, Macri exhortó a “vivir con los recursos que tenemos, porque no queremos seguir tomando deuda y obligar a pagarla a las próximas generaciones”. Era un buen deseo, que entró en una zona de tormenta cuando el Gobierno, seis meses después, firmó con el Fondo Monetario Internacional un posible préstamo de 50 mil millones de dólares, de los cuales llegaron unos 20 mil millones. Se anunciaron ajustes varios (comenzando por el llamado “ajuste político”), todos tardíos. El gradualismo no fue suficiente para impedir el aumento de la pobreza y la desocupación. Tampoco alcanzó para no seguir endeudándose (olvidados ya de las “próximas generaciones”).

Pese a todo, en septiembre de este año, el Gobierno insistió en promesas de buena ventura, esta vez para persuadir a los ejecutivos de grandes grupos de inversión reunidos en Nueva York. A ellos les dijo: "Vamos a contarles el buen futuro que tenemos los argentinos".

Y hace pocos días reafirmó ese pronóstico sin fecha. En el Centro Cultural Kirchner, Macri les dijo a los 1.200 funcionarios del llamado “gabinete ampliado”: “El año que viene la Argentina va a confirmar que entendió que este es el rumbo”. Hoy por hoy, la Argentina superó los 800 puntos de riesgo país, el número más alto de los últimos cuatro años. Paren este tren, grita el muchacho aferrado a los pasamanos en el cuadro de Pablo Suárez.

Entre decenas de razones, la corrupción del gobierno kirchnerista no generó discursos de la craneoteca que trabaja en Balcarce 50. No tuvieron como tema, ni siquiera secundario, la cleptocracia fundada por la gestión anterior. Seguramente porque el círculo de Macri sabía que primos, hermanos o el venerable pater familias podían ser citados por la Justicia. Los negocios de los Macri tienen una larga historia y, como a muchos empresarios, se les complica impartir ejemplos de ética.

Si a los asesores de Macri les pareció que convenía tener a Cristina como figura central de la oposición, pues allí está. Retrocediendo con poca elegancia, afirman que ella “tiene ahora muchísima fuerza”. Según encuestas, el 60% votaría ofertas opositoras en las próximas elecciones presidenciales. Pero no se trata solo de encuestas.

Macri fue víctima de un optimismo de niño rico, acostumbrado a que los vientos soplen en la dirección de sus deseos. El también podría estar representado en el cuadro de Pablo Suárez: con los pelos de punta, los ojos desorbitados por el terror, a duras penas se aferra a las manijas exteriores de un vagón que avanza a toda velocidad hacia la derecha y deja muchas víctimas.

Hay futuro. Las grandes transformaciones sociales y culturales no siguen paso a paso la coyuntura política. Esto lo sabe cualquiera que consulte un libro de historia. El año 2018 no tiene vuelta atrás por dos hechos novedosos.

El primero transcurrió en las calles: fueron las gigantescas movilizaciones por la ley de interrupción voluntaria del embarazo, protagonizadas por una generación joven que ocupó por primera vez el espacio público. El segundo tuvo a la televisión y las redes como escenario. Decenas de mujeres salieron a denunciar violencias de género. Dieron nombres y circunstancias. Dieron la cara.

El veredicto es siempre sumario, cuando no intervienen fiscales, defensores y jueces. Las garantías valen para todo el mundo, incluso para los criminales más repugnantes. De todas maneras, no son las víctimas las que deben obsequiárselas, sino las instituciones y también los medios de comunicación, que deben presentar las noticias con el control sobre sus fuentes. Si la víctima no puede ser ecuánime, los medios deben serlo.

Quienes se presentaron como víctimas cambiaron la dirección y la velocidad del tren que nos arrastra: son mujeres que, sin achicarse, desafían el viento. Reclaman justicia, aunque sus argumentos no sean perfectos frente a un tribunal. Tampoco es necesario estar de acuerdo con la forma mediática de las denuncias. Simplemente deben recibir castigo los inculpados en ellas (cuántos sean, no lo sabemos hasta un juicio).

Por eso, lo que sucedió en los últimos días anuncia un país que puede tener una velocidad distinta a la que impusieron la exclusión, la desconfianza, la complicidad y el silencio. Contra viento y marea, desde los años 80, las víctimas de diferentes delitos ya han escrito páginas memorables en los tribunales argentinos. Y seguirán escribiéndolas.


(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

martes, 23 de octubre de 2018

Inflación olímpica… @dealgunamanera...

Inflación olímpica…

“Es transitorio” Nicolás Dujovne. Dibujo: Pablor Temes

Las medallas deportivas no eclipsaron datos del Indec. De María Eugenia Vidal a Moyano.

Menos mal que tuvimos los Juegos Olímpicos de la Juventud para que la gente y nosotros festejáramos algo", afirmaba con una sonrisa mustia un funcionario del Gobierno con despacho cercano al del Presidente. Decía la verdad. Nada hubo por fuera de las medallas olímpicas que ganaron los deportistas argentinos que trajera algo de alegría para el ciudadano de a pie.

El 6,5% de inflación de septiembre fue un golpe fuerte para los esmirriados bolsillos de la inmensa mayoría de la población. Peor fue la inflación mayorista: 16%, en lo que es un augurio de otra cifra elevada a la hora de proyectar la inflación de octubre. Como se dijo en el Coloquio de IDEAes la peor crisis de la economía argentina desde la salida de la convertibilidad.

Tiempos. 

“Es un fenómeno transitorio”, dijo el ministro de Economía, Nicolás Dujovne, al referirse al tema. ¿Cuánto es transitorio?, es la pregunta que debería responder el funcionario. ¿Dos meses, seis, diez, un año?

Habría que recordarle al ministro que otros predecesores suyos supieron decir las mismas cosas que, al final, no se cumplieron.



El debate por la Ley de Presupuesto ha representado un claro retroceso del oficialismo en cuanto a la observancia de sus promesas de campaña que, en lo económico, han venido cayendo una tras una. La referencia concreta es al tema impositivo. En esos días de 2015, Macri fatigaba las tribunas de campaña y los medios criticando la alta presión impositiva de la Argentina. Su compromiso iba a ser trabajar para reducirla significativamente. A tres años de aquel tiempo de campaña se asiste a la reinstalación de las retenciones a las exportaciones agrícolas, a un aumento del impuesto a los bienes personales y a la mantención del impuesto a las ganancias, con un mínimo no imponible que afecta fuertemente a los salarios. Esto, en un contexto paradojal en el que, por una parte, se habla de la necesidad de reducir el déficit fiscal mientras que, por otra, el gasto del Estado aumenta por una mayor demanda de asistencia. 

Cuenta la anécdota que, hace unos días, durante una reunión de trabajo del Presidente con su equipo, Dujovne le estaba dando un informe acerca de la situación económica de las provincias y en un momento, el ministro dijo: "Señor Presidente, están todas las provincias con superávit fiscal en verdad, todas menos una". "Sí, ya sé: la provincia de Buenos Aires", respondió Macri, que siempre piensa que es esa la provincia que le causa los mayores dolores de cabeza. Pero, para su sorpresa, Dujovne le respondió: "No es Buenos Aires, sino la Nación la que tiene problemas fiscales".

En silencio, quien está dando una batalla muy dura es María Eugenia VidalLa gobernadora de Buenos Aires necesita que se le otorguen las compensaciones que está reclamando. Busca así evitar caer en un déficit primario de las cuentas públicas, lo que la llevaría a tener que endeudarse otra vez no solo para poder financiar ese déficit, sino también para hacer frente al pago de los servicios de la deuda pública.

Vidal está enojada con el Gobierno. Necesita que se le otorguen las compensaciones que reclama.

Batallas. 

Vidal está enojada con el gobierno nacional. Por eso sus críticas en lo interno van creciendo a medida que sus problemas presupuestarios se van ahondando. Para ella las cosas cambiaron significativamente –para mal– a partir de la crisis. Hasta entonces, todas eran buenas. Con el Fondo del Conurbano, con la obra pública, con una economía que se iba despertando en forma paulatina pero sostenida, se armó un combo que catapultó su figura a índices de valoración positiva muy altos. En una de las últimas mediciones de ese tiempo llegó a tener un 70% de imagen favorable. Hoy las cosas son distintas. Si bien su imagen sigue manteniendo índices positivos, viene experimentando una caída progresiva. Y eso se verifica en sus contactos con la gente que continúan siendo frecuentes y diversos, pero más difíciles. El repudiable escrache por parte de un grupo compuesto por militantes de la CTA, del kirchnerismo y de partidos de izquierda que sufrió en la Escuela de Música de Chascomús no fue el único.

Hay mucho hermetismo en el grupo económico de Vidal. Todavía no se sabe cuáles serán los números finales del presupuesto que está demorado, debido a que se está a la espera de algún tipo de aporte del gobierno nacional. Si se encuentra la manera de transferirle esos fondos a Vidal sin generar la protesta de las otras provincias, se va a hacer no cobrándole una deuda o atrasando su pago o financiando alguna obra que tiene que pagar la Provincia. No va a ser fácil “regalarle” algo. Pero Macri sabe que algo tiene que hacer porque si no logra una buena performance electoral en territorio bonaerense, sus chances de ser reelecto habrán de esfumarse. De ninguna manera, pues, puede soltarle la mano a la gobernadora, quien, por su parte, mantiene una muy buena relación con Sergio Massa.

El principal adversario del Gobierno es la realidad y no el peronismo de por sí que, esta semana, exhibió la dimensión profunda de su división. La foto del palco, en el acto de Tucumán –un acto organizado por y para el beneficio político del gobernador Juan Luis Manzur en su afán de marcarle la cancha a su predecesor, José Alperovich–, fue la de un rejuntado lanzado a ver cómo sacar partido de ese mar revuelto que es hoy en día el justicialismo. Massa y Scioli no tienen ya nada que los una.

A propósito del ex gobernador de la provincia de Buenos Aires, su situación judicial asoma complicada. Muchos de los que nada lo quieren dentro del PJ le auguran –sin ningún pesar– la cárcel.

Al que le preocupa la cárcel es a Hugo MoyanoEn verdad, también a su hijo, Pablo. Los salvó –por ahora– el juez Luis Carzoglioun abogado que pasó de ser director del cementerio de Avellaneda a juez. La pantomima que protagonizó el miércoles por la tarde en la puerta de su juzgado para explicar su decisión de no convalidar el pedido de detención de Pablo Moyano solicitado por el fiscal Sebastián Scalera, hizo acordar a las del ex juez Norberto Oyarbide. "Es preciso preferir la soberanía de la ley a la de uno de los ciudadanos" (Aristóteles).

Producción periodística: Lucía Di Carlo.