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domingo, 28 de julio de 2013

El mapa completo de la pobreza... De Alguna Manera...

La desigualdad aumenta, coinciden estudios de opositores y oficialistas...
Unos afirman que en el país hay cuatro veces más pobres que lo que dice el Indec. La Gran Makro apuntó a las brechas en la Capital.

Los números de la economía se metieron en la campaña sobre los contrastes entre las políticas y las mediciones del gobierno nacional y de la ciudad de Buenos Aires.

La pobreza promedia el 24% y es cuatro veces superior a lo que informa el Indec, según el Instituto de Investigación Social, Económica y Política Ciudadana (Ispeci), que dirige Isaac Rudnik y que fue presentado por los diputados de UNEN, Ricardo Gil Lavedra, Alfonso Prat Gay y Victoria Donda. http://www.isepci.org.ar

Del otro lado, el oficialismo –desde la Gran Makro– difundió un informe donde analiza la desigualdad en la ciudad de Buenos Aires y los problemas de vivienda, saneamiento y menores ingresos que afectan a la zona Sur bajo los seis años de mandato de Mauricio Macri (PRO).

Medida según el índice barrial de precios de Rudnik, la canasta alimentaria básica llegó a $ 1.868 pesos en junio de 2013 mientras que para el Indec la canasta básica –que marca el límite de la pobreza– alcanzó $ 731 ese mismo mes, una diferencia del 155% entre la medición privada y la oficial. Así, hay 2,5 millones de pobres en el conurbano. La indigencia, por su parte, alcanza a otros 600 mil bonaerenses.

Los números generales se complementan con otros de calidad de vida: entre el 43% y el 47% de la población presenta malnutrición, según el indicador barrial de salud nutricional (IBSN) realizado en base a tres relevamientos convocados por Barrios de Pie.

El detalle ambiental y sanitario realizado por la Cooperativa 8 de Octubre muestra que el 65% consume agua de red pública pero el 27% la toma por perforación con bomba. En el caso del desagüe del baño, el 58% termina en un pozo ciego sin cámara séptica, el 22% tiene pozo absorbente y sólo el 11% está conectado a la red de cloacas pública. Entre los principales problemas ambientales, el 82% detecta malos olores, el 39% humo y polvo (por basurales a cielo abierto) y el 32% cuestiona el color y sabor del agua potable, entre otros.

El mapa contempla, además, las malas condiciones de transporte y los problemas sociales como drogas e inseguridad en los barrios. En la Ciudad, el análisis del economista de la Gran Makro, Fernando Manzano, apunta a los seis años de gestión macrista “con el corazón mirando al Norte”.

En las comunas del Norte, sólo el 0,5% de los hogares carecen de agua de red y en el Sur, ese problema lo padece el 5,3% de las familias. Y hay nueve veces más hogares sin cloacas en el Sur, cinco veces más hacinamiento y 14 veces menos acceso al servicio de gas de red  que del otro lado de avenida Rivadavia.  La construcción, en tanto, se dirigió al Norte con una diferencia entre nuevas viviendas del 1.300%.

“El mapa es el de una ciudad fracturada, que sangra su anomia frente a la mirada impávida de un Estado (porteño) ausente y desaprensivo”, resume Manzano, que lo contrapone a “aquel otro Estado que retornó en 2003 para representar el interés de las mayorías”.

Quieren reducir la jornada para crear empleo


Mientras busca subir la recaudación con un impuesto a la renta financiera, para lo que la próxima semana comenzará a trabajar en comisión, el diputado del Frente para la Victoria, Héctor Recalde, volvió sobre la agenda laboral y busca bajar la cantidad de horas trabajadas a 45 por semana para generar 200 mil puestos de trabajo más.

Así lo indicó en una entrevista con la agencia de “periodismo militante” Paco Urondo, donde para bajar el desempleo buscará “distribuir con más equidad el empleo que ya existe” y dividir dos jornadas de 12 horas en tres de ocho horas. En Brasil, la jornada es de 44 horas semanales y en la Argentina, de 48, aunque varía según los convenios. “No es dramático para las empresas”, aseguró.

Para paliar el trabajo en negro, en tanto, Recalde prevé retomar un proyecto que llegó a tener media sanción: una ley que permita al trabajador ‘en negro’ denunciar su despido ante la Anses. Investigación mediante, el organismo pagaría un subsidio por desempleo mientras que Trabajo tomaría la información para controlar al empleador-evasor.

© Escrito por Patricia Valli el domingo 28/07/2013 y publicado por el Diario Perfil de la Ciuadad Autónoma de Buenos Aires.


 


jueves, 8 de noviembre de 2012

El miedo a CFK... De Alguna Manera...


El miedo...


La mejor muestra de que a la presidenta nadie le tiene miedo, a excepción de sus funcionarios, es la manifestación que se armó a través de las redes sociales, única, inédita y que concentra la atención del mundo, en esta verdadera movilización virtual que se materializará en Argentina y otros países donde hay ciudadanos que piden lo que el oficialismo parece no querer entender: paz, entendimiento, seguridad, fin de la prepotencia, límite a la inflación, basta de despilfarro, castigo a la corrupción, basta de asalto a la Caja de los jubilados (ANSES) y fin del atropello a las libertades individuales y de libre expresión, entre otras cientos de cosas.

“Lo que el kirchnerismo no puede controlar lo vuelve loco”; esta premisa que alguien nos dijo hace mucho tiempo, cuando aún vivía Néstor, es muy visible en estos días. La autoconvocatoria popular que se ha manejado exitosamente a través de las nuevas tecnologías, es algo que superó ampliamente las expectativas del gobierno y esta movilización imparable, que comienza fronteras afuera de la Argentina, crispa los nervios de la presidenta y si ella está nerviosa, los estados altos, medios y bajos del gobierno, tiemblan.

Como forma de contrarrestar este verdadero aluvión de protestas, el kirchnerismo ha acudido a sus espadas tradicionales, léase: D`Elía, Aníbal Fernández, Pichetto, Recalde, Pérsico, Bonaffini, Abal Medina, el propio De Vido y operadores rentados que disparan dardos envenenados en forma indiscriminada, para buscar un enemigo claro y objetivo que no encuentran, cuestión que los exaspera, porque en esta oportunidad, hasta Clarín pasó a ser una entidad sin importancia, debido a la magnitud del emprendimiento de protesta y movilización que se acordó para hoy 8 de noviembre.

Ya no valen las descalificaciones ni los improperios, ni las amenazas fascistas de un gobierno loco y desajustado que no acierta a desarrollar una conducta de beneficios mutuos, sino de beneficios localizados. Con un ANSES casi agotado, por el ordeñe inconmensurable al que los han sometido, la imagen presidencial en su punto más bajo, una inflación del 25%, las empresas estatales desfinanciadas, como Aerolíneas Argentinas, que pierde 2 millones de dólares al día, YPF que no consigue inversores y produce el 51% menos que cuando era española, el fracaso energético, que con el corte de ayer quieren cargarlo a un boicot que solo está en ellos, el karma de Boudou, el ataque a la Corte Suprema de Justicia que mereció por primera vez, palabras de Lorenzetti quien dijo que “no se va a dejar presionar por nadie” y una guerra declarada contra Clarín que no tiene norte, el gobierno no posee basamentos sólidos para aguantar una protesta masiva donde sabe que están representados todos los sectores, incluyendo la mayoría de aquellos que la votaron en 2011, bajo los efectos del voto emotivo, bonus track que hoy la presidenta no tiene.

El debilitamiento político lo demuestra el propio gobierno, cuando sale a combatir la manifestación pública con argumentos gastados, tibios, previsibles como la actividad de la “derecha” (como si ellos fueran “la izquierda”), agitando el fantasma de la desestabilización y el golpe (justo el FPV que son los mayores desestabilizadores) y pensando que todos son malos menos ellos. Este argumento pasado de moda y que el propio kirchnerismo se encargó de destruir, no tiene ningún peso en la movilización que se prepara para hoy. La gente, cada vez más, ya no los escucha.

“El latiguillo del 54%” quedará reducido a un mero recuerdo del pasado. La historia del país puede comenzar a escribirse derecho sobre renglones torcidos, si el pueblo en su conjunto aplica las técnicas de sanación que tiene la democracia. Para ello hace falta decisión, conjunto y motivación. Todo está en la mesa y la gran paradoja es que no existe opositor que lo pueda capitalizar porque esto no tiene nada que ver con la oposición que es inexistente en la Argentina. El verdadero opositor está dentro del kirchnerismo, dentro del gobierno, en las vísceras del propio oficialismo que combate en todos los frentes con las mismas armas: la descalificación, el ataque grosero, la prepotencia, la arrogancia y la dialéctica chauvinista de la presidenta o el creer que es progresismo el despliegue de políticas prebendarias o hablar de la “oligarquía” desde los edificios de Puerto Madero y con fortunas obscenas, amarrocadas desde la propia familia Kirchner para abajo.

Todo esto tiene una bisagra en el 8N y nada tiene que ver con el 7D. El gobierno cree que asusta a alguien amenazando a Clarín con cortarle sus negocios. En todo caso es problema de Clarín, no de la gente. El verdadero problema del gobierno no es Clarín, es el pueblo y este día, seguramente, va a marcar fuertemente a la presidenta que más allá de los discursos cargados de enojo y ofensas, sabe muy en su interior que la gente se une hoy ante uno o varios temas comunes, organizados por la indetenible red de las nuevas tecnologías, mientras que el gobierno, para poder juntar 50 mil almas, debe gastar la plata que no tiene, rentar voluntades y acudir a la presión y el apriete. Esto, aunque no lo confiesen, es lo que más le duele; es decir, duele más la verdad oculta que la construida a través del relato único, que jamás podrán imponer en el país que ha despertado.

© Escrito por Rubén Lasagno y publicado por la Agencia OPI Santa Cruz el jueves 8 de Noviembre de 2012.




jueves, 27 de septiembre de 2012

Bajar un cambio... De Alguna Manera...


Bajar un cambio...

El aval oficial. Jefe de Gabinete Abal Medina. Dibujo: Pablo Temes.

Señales de mesura que hace tiempo que no se ven. ¿Toma de conciencia o mero espejismo?

Los ecos del ruido de las cacerolas que se escuchó a lo largo y a lo ancho del país hace poco más de una semana, siguen resonando en los oídos del Gobierno. En el cenáculo del poder todavía no se reponen de la sorpresa –desagradable para el kirchnerismo duro– que les causó una manifestación a la que primero minimizaron y después despreciaron. Sin embargo, luego de las horas de furia que se vivieron en la Babel de Olivos, en los “Aló Presidenta” de esta semana Cristina Fernández de Kirchner tuvo una actitud de mesura que hacía tiempo no se le veía.

Hay una realidad indiscutible: sin el apoyo de la clase media es imposible que el Gobierno pueda siquiera acariciar el sueño de la re-reelección. Y ése es un tema que tuvo una presencia muy fuerte entre las consignas principales que acompañaron al ruido de las cacerolas. Uno de los efectos de esos sonidos fue el rugir de las internas que comienzan a hacerse notar al interior del Gobierno. La Cámpora es un factor de irritación creciente dentro del peronismo que acompaña a la Presidenta. Amado Boudou es otro. Así, lo que se observa por estas horas es la progresiva apertura de líneas de confrontación impensadas para el oficialismo hace poco menos de un año, a pesar de lo cual el Gobierno no cede ni un milímetro en esa línea que conlleva un nivel de conflictividad y un culto a la personalidad como hacía años que no se veía en la Argentina.

Una de las herramientas de esa estrategia es Fútbol para Todos –en algún día futuro, el desprolijo manejo de las ilimitadas sumas de dinero público que allí se malgastan obligará a varios de sus responsables a trajinar los pasillos de los tribunales de Comodoro Py–. Quienes siguen los partidos del desvaído torneo de primera división han notado ya que ahora no sólo se difunden las obras del Gobierno sino que, además, en cada tanda aparece un fragmento que reproduce un extracto de algún discurso de Fernández de Kirchner. A ello hay que agregarle la seguidilla de cadenas nacionales y “Aló Presidenta” con anuncios que, a fuer de ser tan numerosos, terminan desnudando las contradicciones y el nivel de improvisación que exhibe el Gobierno. Entre los casos más resonantes de las últimas semanas están el del Polo Audiovisual en la para la Presidenta desconocida y deshabitada isla Demarchi –asunto que ha abierto un conflicto que el Gobierno jamás imaginó y que habrá de recalentar las de por sí malas relaciones con el sindicalismo moyanista y con la CTA que no responde a Hugo Yasky– y el proyecto sobre las limitaciones a las indemnizaciones laborales que ha descolocado al diputado oficialista Héctor Recalde, quien siempre sostuvo posturas opuestas a las consagradas en el proyecto gubernamental.

En este punto es preciso hacer también una mención acerca del panorama que ofrece la oposición hacia la que también estuvo dirigido el ruido de las cacerolas. Por lo que se ha observado hasta aquí, los opositores tampoco han comprendido el mensaje. Quienes allí fueron no les demandan postulaciones, sino propuestas; reclaman que los opositores se despierten de su sueño de intrascendencia que parece no tener fin y se organicen para acordar proyectos factibles que se comprometan a cumplir. Les exigen una responsabilidad de la que hasta aquí, muchos han carecido. Dentro de ese océano en el que abunda la pelea por la nada –las diputas internas del PRO que se visualizan en el ir y venir a ningún lado de Gabriela Michetti son un ejemplo entre tantos– queda expuesta también la hoguera de vanidades en la que sus protagonistas consumen un tiempo al que le deberían dar un uso mejor. Está claro, con todo, que es dentro del peronismo desde donde se está armando la oposición más fuerte al proyecto con aires de chavismo que la Presidenta tiene decidido llevar adelante. Ahí ahora hay dos líderes fuertes: uno es José Manuel de la Sota; el otro, Hugo Moyano. La perspectiva presidenciable de De la Sota –algo inimaginable hacía diez meses– comienza a despuntar de a poco. De la Sota sabe que su relación con la Presidenta no tiene retorno. Por lo tanto, va a jugar fuerte. Para llevar adelante esta iniciativa, sabe también que, sea como fuere, tiene que blindar su provincia para hacer frente a los embates económicos que sufrirá por parte de la Casa Rosada. Su ministro de Finanzas, Angel Mario Elettore, le ha dicho a De la Sota que tiene caja para aguantar hasta marzo. De ahí entonces que el gobernador esté abocado a buscar la fuente de recursos que le permita asegurarse los fondos necesarios para pagar sueldos, aguinaldos de los empleados públicos y haberes jubilatorios. Si no logra este objetivo, su proyecto no tiene destino.

La Cámpora es un factor de creciente conflictividad dentro del peronismo. “Estos muchachos sin historia de militancia vienen también por nosotros; pero no puedo decir nada porque si lo hago, me dejan sin la plata de la Nación, y sin esos fondos no hay gestión posible”, se quejaba hace unos días un gobernador de una provincia cuyana que en público hace del sí cristinismo un dogma. La organización que tutela Máximo Kirchner, que hace uso de los recursos públicos sin ningún pudor, sigue desarrollando una tarea sistemática de cooptación en las escuelas secundarias. Dentro de ese plan está la presión que el Gobierno está ejerciendo para sacar la Feria del Libro de La Rural a fin de llevarla a Tecnópolis. Allí se aprovecharán las visitas de las escuelas para descargar toda la propaganda política apologética de Néstor y Cristina Kirchner, con la idea de obtener el voto de los estudiantes de 16 y 17 años que habrán de sufragar por primera vez el año que viene. El kircherismo no tiene límites.

Por eso produjo alguna sorpresa una de las frases pronunciada por Cristina Fernández de Kirchner en su último “Aló Presidenta”. Concretamente fue la que le dedicó a Mauricio Macri cuando le pidió que “bajara un cambio”. ¿La Presidenta estará dispuesta a hacer lo mismo?

Producción periodística: Guido Baistrocchi.

© Escrito por Nelson Castro y publicado por diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el sábado 22 de Septiembre de 2012.

domingo, 15 de julio de 2012

Hablemos de política... De Alguna Manera...

Hablemos de política...


En su primer discurso como reelecto secretario general de una de las cinco fracciones en que quedó dividido el movimiento sindical, Hugo Moyano corrió el último velo que ocultaba las motivaciones de su conducta del último año y medio: lejos de exponer una agenda gremial, describió un horizonte ya no sólo político sino electoral, en el que sus fuerzas restarían apoyo a la presidente CFK en los comicios legislativos de 2013. Moyano se hizo elegir con el 54 por ciento de los votos dibujados en su congreso de fantasía. Este mal no es exclusivo de su sector. El otro computa como propios a renunciantes, procesados y difuntos. El intento de incluir en esta nota un cómputo objetivo de las fuerzas respectivas fracasó, porque el Ministerio de Trabajo confesó que no existen registros oficiales, actualizados y confiables. 

Moyano también dio señales acerca del tipo de representación gremial que invoca, al elegir como acompañante en la secretaría adjunta de su agrupamiento al dirigente de los petroleros Guillermo Pereira; como vocal al secretario de la Asociación de Pilotos de Aviones, Jorge Pérez Tamayo y como secretario de prensa al dueño de una parada de diarios, Omar Plaini. 

Curiosa superposición de decisiones: en el mismo momento en que decide volcarse de lleno a la política, Moyano segmenta su representatividad gremial y se aventura en un terreno desconocido, seguido por los menos: camioneros, petroleros, pilotos y patrones quiosqueros integran el diez por ciento de la aristocracia obrera que resopla contra el gobierno porque debe pagar el impuesto a los ingresos de las personas. (Aristocracia obrera no es una descripción de Carlos Zannini sino de Carlos Marx). La solicitada que con la mejor intención inspiraron Plaini, Juan Carlos Schmid, Facundo Moyano y Héctor Recalde el miércoles decía que “apoyamos el modelo que comenzó en mayo de 2003 y que transformó una penosa realidad en cambios de enorme trascendencia como la liberación del FMI, el no endeudamiento, la política de derechos humanos, la defensa del mercado interno, las paritarias, el salario mínimo vital y móvil, la nacionalización de empresas públicas, de los recursos previsionales, la movilidad jubilatoria y un etc. importante. 

Pero ello no significa que no reclamemos por lo que falta, por la profundización necesaria, por el diálogo, las explicaciones sobre la coyuntura”. Estos buenos propósitos naufragan cada vez que Moyano compara a la presidente con la dictadura militar o atribuye las dificultades del gobernador bonaerense para pagar sus obligaciones a un golpe de Estado del mismo gobierno nacional al que Daniel Scioli no se cansa de agradecer su ayuda, que al menos le permitió pagar los sueldos. El dirigente de los albañiles (y ex personal civil de Inteligencia del Ejército) Gerardo Martínez, hizo un intento de último momento por evitar la fractura y propuso a Moyano prorrogar su mandato unos meses hasta alcanzar un acuerdo entre todos los sectores. Fracasó porque aquellos sindicatos comprometidos con el desguace del Estado en la década de 1990, como los electricistas de Oscar Lescano, los mercantiles de Armando Cavalieri y los paramédicos de Carlos West, no quieren saber nada con Moyano. 

Pero también Moyano declinó la propuesta con un argumento sorprendente: “Este gobierno no llega a fin de año”. Expresiones similares de deseos repite ante interlocutores más discretos el aún arzobispo de Buenos Aires pero ya no hombre fuerte de la Conferencia Episcopal, Jorge Bergoglio, enfurecido por las reformas progresistas al Código Civil propuestas por una comisión que encabezaron el presidente y la vicepresidente de la Corte Suprema de Justicia, Ricardo Lorenzetti y Elena Highton. La ratificación por la Autoridad Federal de Servicios de Comunicación Audiovisual de la fecha del 7 de diciembre para que las grandes cadenas se adecuen de una vez a la ley sancionada hace ya tres años, incentiva todas esas urgencias y calienta tapas de diarios y pantallas de televisión. 

El hombre clave en el entramado que organizó Moyano es el secretario de interior Gerónimo Venegas. Titular de la asociación de trabajadores con los más altos niveles de informalidad del país, Venegas perdió una caja de 500 millones de pesos cuando el Congreso sancionó la nueva ley de trabajo rural, que devuelve a los trabajadores del agro derechos históricos perdidos y encomienda al Estado verificar su cumplimiento, en lugar del contubernio entre el sindicato y los patrones que creó Menem al finalizar su gobierno. Venegas transmite a Moyano su obsesión por el esquema de caos social, vacío de poder y salida anticipada de la presidente, proyecto que el ex senador Eduardo Duhalde delineó aún antes de la primera elección de Cristina y que sus dispersos partidarios mantienen como utopía reaccionaria y módico consuelo ante las contrariedades de la dura realidad. 

Venegas es también el puente de Moyano con las cámaras patronales agropecuarias, que amenazan con nuevos lockouts y movilizaciones, ante las medidas impositivas que preparan los gobiernos provinciales y el nacional, según la precisa lección de economía política que Cristina le asestó a Scioli: “Muchas veces hay que discutir cuando uno administra en nombre del pueblo; tenés que enfrentarte muchas veces con intereses, siempre hay que optar, sobre todo en economía, porque en la economía, como lo saben los empresarios, nada es neutro, lo que se le da a uno es porque lo pone otro”. 

Scioli va comenzando a comprender que antes de 2015 viene 2013. En ese año podría librarse del tormento de la administración y encabezar la lista de candidatos legislativos del Frente para la Victoria, con la lealtad a la presidente que proclama cada vez que se enciende una cámara y por la cual ha sido candidato a tres cargos distintos en 2003, 2007, 2009 y 2011.

© Escrito por Horacio Verbitsky y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires el domingo 14 de Julio de 2012.