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domingo, 16 de abril de 2017

Brotes que no crecen... @dealgunamanera...

¿Y la reactivación?

Tasa Central… Federico Sturzenegger. Dibujo: Pablo Temes.

Tensión en el oficialismo por la política antiinflación. Nuevas muestras de dureza presidencial. El caso Incaa.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 16/04/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


El Gobierno se encuentra en una encrucijada de la cual no le resultará fácil salir en el marco de un año electoral que se le presenta complicado. Lo que ha habido en estos primeros 16 meses de la gestión de Mauricio Macri es ajuste fiscal –últimamente bastante laxo–, inflación que sigue siendo alta y elevadas tasas de interés con un dólar “planchado”. Todo esto –además de las complicaciones en la macro– atenta directamente contra la reactivación de la economía que debería ser motorizada en el día a día por el consumo de los argentinos.

Así las cosas, son varios dentro y fuera del Gobierno los que vuelven a apuntar contra la ortodoxia del presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, por la apreciación del peso y el sostenimiento de las tasas de interés a un nivel tan alto como para que, aquel que puede, se vuelque al ahorro y no al consumo. 

“El que tiene poder adquisitivo moderado especula buscando un resguardo que le permita ganarle a la inflación, y el que está un poquito más arriba en la escala de ingresos, la banda entre 45 y 65 mil pesos por mes (entre jefe de familia y cónyuge), compra un pasaje y gasta su dinero en Chile, que hoy resulta más accesible y con mayor variedad”, asegura un economista que mira de reojo la cuestión del consumo. De hecho, los cálculos para esta Semana Santa hablan de unos 40 mil argentinos que cruzaron tanto a Chile como al Paraguay en los ya conocidos tours de compras.

La inflación de marzo fue del 2,4%. Según el propio Indec, el acumulado en el primer trimestre es del 6,29%. Un ritmo que complica la pauta inflacionaria pronosticada por el Gobierno para 2017. Lo preocupante es que el alza fue liderada por educación, indumentaria, alimentos y bebidas, rubros que golpean especialmente desde la clase media baja hacia abajo.

Por eso Sturzenegger es pragmático y, aun contra los deseos de otros pesos pesados del Gobierno como Rogelio Frigerio, Luis Caputo y en menor escala Nicolás Dujovne, reeditó la vieja disputa que mantenía con el ex ministro de Hacienda y Finanzas Alfonso Prat-Gay, con quien tuvo varios cruces por la suba de tasas y el consiguiente freno de la actividad económica. En rigor de verdad, y recordando aquello de que “el que avisa no traiciona”, hay que señalar que en enero Sturzenegger había dicho que aunque la inflación “tiene los días contados”, se venían “tres meses delicados”, por lo que no tenía mucho “margen para relajar la política monetaria”. Acertó.

Hace algo menos de un año, mientras Prat-Gay se mostraba optimista por la evolución de los precios, Sturzenegger exhibía una posición fría, distante y de mucho menor entusiasmo. El cruce más recordado fue cuando el ex ministro llegó a declarar que la inflación ya no era “un tema”, lo que al poco tiempo llevó al titular del BCRA a declarar que los resultados no bastaban “para que haya un proceso de desinflación persistente”.

Derrame. 

Si bien este recuerdo no hace más que avalar el arrastre de un problema para el cual no se ha encontrado solución, lo cierto es que, por estos días y a causa de la urgencia electoral, la pericia del titular del BCRA –según sus defensores– no cuenta con el apoyo de otros tiempos. “Mauricio está preocupado y, sin hacer populismo, sabe que es conveniente que la gente tenga plata en el bolsillo como para que haya una mejoría en el consumo.

Esto debería empezar a pasar en el arranque del segundo semestre a más tardar”, ironizó un hombre de consulta del Gobierno recordando la muletilla utilizada por los hombres de Cambiemos durante la primera mitad de 2016. “Esta vez será diferente; se tardó más de lo esperado pero las cosas están empezando a cambiar”, se convenció. Respecto de Dujovne, los economistas de peso sostienen que “pusieron a un obediente” y que no tiene posibilidades de rivalizar con Sturzenegger. Además todos esperan el pulso marcado por el Presidente.

Macri está cada vez más duro en el cara a cara. Una fuente que conoce el contenido y sobre todo las formas de las últimas reuniones describió a muchos funcionarios haciendo equilibrio antes de animarse a contradecir al Presidente. “Macri los mira fijo y les dice ‘no quiero opiniones de café’, pero en ocasiones los ministros se enteran de decisiones in situ y no tienen forma de rebatir un razonamiento o directiva con argumentos basados en pruebas irreprochables”. Las manifestaciones de apoyo del 1A, los muchos grises que tuvo el paro motorizado por la CGT y el progresivo desgaste de los líderes gremiales de los docentes han actuado como un catalizador en la génesis de este endurecimiento presidencial. No hay plan B. Por eso en el Gobierno le prenden una vela a cada santo a la espera de que los pronósticos más optimistas se cumplan.

En ese contexto de endurecimiento de la línea que baja el Presidente hay que situar la crisis desatada esta semana en el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa) a partir del desplazamiento de su titular, Alejandro Cacetta. Desde la Jefatura de Gabinete, lo que se le endilga a Cacetta es su inacción para poner freno a los manejos poco claros de funcionarios que venían desde el kirchnerismo.

Tanto el ministro de Cultura, Pablo Avelluto, como sus colaboradores directos coinciden en señalar que el reproche a la gestión de Cacetta no tiene que ver con su persona sino con su falta de velocidad y firmeza para actuar ante compras, refacciones y traslados que, por los montos claramente fuera de mercado, recordaban viejas costumbres que se mantenían del gobierno anterior.

Del lado de los defensores de Cacetta –que había sido propuesto para el cargo nada más ni menos que por Juan José Campanella– hay actores, directores y productores independientes que sugieren que esta movida tiene que ver con el equilibrio que venía haciendo la actual gestión para no recortar presupuestos y mantener la incentivación de los planes de fomento del cine nacional. Aquí es donde entra la figura del secretario de Coordinación Interministerial, Mario Quintana, como el instigador de la salida de Cacetta. Hay que recordar que, según lo expresó el mismo Macri, tanto Quintana como el secretario de Coordinación de Políticas Públicas, Gustavo Lopetegui, son “sus ojos”.

“Si hubiera más políticos que supieran de poesía, y más poetas que entendieran de política, el mundo sería un lugar un poco mejor para vivir en él” (John Fitzgerald Kennedy).

Producción periodística: Santiago Serra.



domingo, 18 de diciembre de 2016

Impuesto a las Ganancias. Errores que tienen precio… @dealgunamanera...

Errores que tienen precio… 

Una impericia doble del Gobierno lo obliga una vez más a recurrir a ayudas que nunca son del todo gratis.

Fue una de las semanas más difíciles que vivió el Gobierno en este primer año de gestión. En la cima del poder, el Presidente tomó conciencia de lo que hubiera significado la aprobación por parte del Senado del proyecto de modificación del mínimo no imponible a los sueldos. Lo que estaba en juego era la gobernabilidad. Poner freno a una inercia que ponía tanto al gobierno nacional como a los gobiernos provinciales sobre un Titanic rumbo a su iceberg requirió una tarea laboriosa de parte de funcionarios claves y de referentes tanto de la oposición como de la dirigencia sindical. “Llegás tarde pero igual te voy a ayudar”, le dijo Hugo Moyano a Mauricio Macri en el encuentro a solas que tuvieron en la mañana del miércoles en Olivos.

El proyecto oficialista era amarrete con los mínimos no imponibles. El Gobierno cometió dos errores políticos: mandarlo al Congreso sin cerciorarse sobre la viabilidad de lograr su aprobación en un ámbito en el cual es minoría; y negarse a cualquier negociación. “La soberbia del poder es así”, reconoce una voz desde la cercanía de Macri. 

El titular de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), Alberto Abad, fue otro de los hombres que jugaron un rol de importancia en esta trama. Nadie encuentra una explicación lógica acerca de por qué el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, no le asignó un protagonismo mayor, por los números que aportó en la tensa reunión que mantuvo con los senadores de la Comisión de Presupuesto, en la que el dominio del Frente para la Victoria (FpV) es contundente. De igual importancia fue el encuentro que Abad mantuvo con la CGT.

Cuando los gobernadores supieron lo que les iba a costar la aventura que representaba el proyecto fogoneado por Massa y Kicillof, tomaron conciencia del perjuicio que representaría para sus administraciones. De ahí devino la importancia de la autoconvocatoria de nueve mandatarios provinciales que presionaron para frenar el proyecto que venía de la Cámara de Diputados. Ya antes, la insólita fe de erratas presentada por el inefable ex ministro de Economía de CFK, mediante la cual reconoció que sus cálculos se habían equivocado en $40 mil millones, había encendido las luces de alarma tanto en el FpV como en el Frente Renovador.

El jefe del bloque de senadores del FpV, Miguel Pichetto, fue otro de los protagonistas decisivos de esta historia que le dio oxígeno al Gobierno. No le fue fácil. Debió lidiar con la impericia del oficialismo, por un lado, y con las intrigas internas, por el otro. En esas arenas estuvo la influencia de Cristina Fernández de Kirchner, embarcada como fogonera de cualquier iniciativa que represente un obstáculo para la gestión de Macri.

Diálogo. La negociación está abierta. Se está discutiendo con el objetivo de acercar posiciones entre el Gobierno y la CGT, cuyo papel es clave. Hay dos restricciones muy fuertes: la primera es la disponibilidad de recursos, aspecto sobre el cual desde el Poder Ejecutivo ha bajado una orden muy fuerte: no se puede seguir aumentando el déficit fiscal. La segunda es que este proyecto tiene un conjunto de impuestos que atacan gravemente la inversión.

Esto ha sido el producto de una mezcla de picardía con perversidad. En lo que pretendió ser una muestra de astucia, Kicillof vio la oportunidad de meterle un toque de perversidad al proyecto y buscó afectar tanto el blanqueo como el proceso de inversión. En eso, el Presidente ha tomado la decisión de no ceder; no quiere que haya más impuestos, y mucho menos impuestos que puedan complicar las inversiones. En el Frente Renovador hay quienes hacen otra cuenta: piensan que gravando las exportaciones agrícolas con un 10% –por única vez– estaría la plata para hacer frente a los costos fiscales del proyecto aprobado en la Cámara baja.  Algunos gobernadores han sido razonables, además de porque no necesitan perder más plata, es porque necesitan mucho la inversión. Después de Jujuy, La Rioja tiene proyectos importantes de energía solar, por ejemplo.

“Queremos algo consensuado pero con estas restricciones. El impuesto sobre el juego lo aceptamos, ahí hubo una mano sucia que se metió”, explica un legislador del riñón de Cambiemos.

La CGT es otro de los estamentos en los que todo este proceso viene dejando secuelas. Hay en ese universo dos protagonistas claves: Hugo Moyano y Luis Barrionuevo. Las aguas están revueltas por allí. Una muestra es el paro del transporte de mañana lunes. “Más allá del rol que hayan podido jugar Barrionuevo y Moyano, queremos dejar en claro que el estado de asamblea dictado para el lunes por los gremios del transporte es una medida fortísima”, señala una voz relevante del sindicalismo que reconoce que hubo impericia de la parte del triunvirato cegetista ligada al massismo, y agrega: “Nosotros queremos una ley votada antes de fin de año. Pero la pata del Frente Renovador terminó mareada por los vaivenes políticos. Aceleraron al principio y luego terminaron cediendo para capitular en las reuniones con el oficialismo. Hay malestar con ellos en esta parte de la CGT. Por eso no vamos a ceder en la medida del lunes que, en la práctica, implicará un parate casi total”.

La Argentina exhibe datos que la dirigencia política en general desatiende. Cuesta entender que no se hayan dado cuenta de que lo que está faltando es una reforma tributaria integral, sensata y realista. Cuesta entender que no hayan comprendido que, sin esa reforma, las dificultades acecharán a cada nuevo gobierno, que lo que hoy es malo para el oficialismo de turno lo será también para el del turno siguiente. Es lo que expresa con total claridad e indubitable contundencia el “teorema de Baglini”, que parece que nadie ha aprendido. Consecuencia de ese entendimiento es esta falencia estructural de la Argentina que, además de perjudicar la gestión de cualquier gobierno, afecta a la ciudadanía. 

“No hace falta un gobierno perfecto; hace falta uno que sea práctico” (Aristóteles).

Producción periodística: Santiago Serra. 



domingo, 4 de diciembre de 2016

El boletín de Yrigoyen… @dealgunamanera...

El boletín de Yrigoyen… 
¡¿Cómo un 8...?! Mauricio Macri. Dibujo: Pablos Temes

Entre la autocalificación del Gobierno y la realidad hay distancias. Los pasos en falso.

“Me pongo un 8”, dijo sin pestañear el presidente Mauricio Macri al calificar el resultado de su primer año de gestión. Al poco tiempo, y en el mismo tren, el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, hizo referencia a dicha calificación, asegurando que “faltan sólo dos puntos para el 10 (sic)”. ¿De verdad creerán eso? Tras estas muestras de autoindulgencia, vino el “retiro espiritual” del Presidente junto a sus ministros y secretarios de Estado en Chapadmalal, durante el que les fue posible hablar más francamente sin el agobio que les producen cámaras y micrófonos. Es que los principales problemas por los que atraviesa la gestión del Gobierno corren al ritmo de los vaivenes que producen las penurias de una economía que no repunta. Los “brotes verdes” tienen el aire borgeano de “una pálida ceniza vaga que se parece al sueño y al olvido”.

“Hay una gran diferencia cuando se pasa de los números prolijos en la planilla de cálculos al plano real, donde la variable gente y la variable política echan por tierra las estimaciones más optimistas”, reflexiona un economista de consulta del Gobierno. El ajuste llegó pero los resultados positivos de ese “sinceramiento” aún no están a la vista. La verdad es que, en materia económica, el Gobierno está dando señales contradictorias. Por un lado, mantuvo altas tasas de interés, pretendiendo que la gente consuma igual –los libros indican que cuando esto ocurre los resultados son exactamente los opuestos–; por el otro, realizó una apertura de importaciones para intentar dominar la escalada de precios. A esto debemos sumarle la continuidad del déficit fiscal debido a que el gasto público sigue alto porque no encuentran la forma políticamente viable de reducirlo. 

Los desencuentros en materia económica acentúan la división entre los hombres del PRO de paladar negro y aquellos que están más abiertos a la inclusión de figuras periféricas. Esa discusión sobrevoló el convite de 
Cambiemos en la costa argentina. Un hombre de confianza del círculo rojo lanzó una frase determinante por lo cruda y lo preocupante: “Hoy Mauricio, a un año de gobierno, tiene menos poder real que Cristina en el último mes de su mandato”. Es cierto que CFK tenía políticamente controladas ambas cámaras y un control férreo sobre los gobernadores, que le temían y a quienes sometía a sus enojos y caprichos, con todo lo malo que ello fue. Macri carece de ese poder casi absoluto que tuvo CFK. El ejemplo más crudo es la cachetada al proyecto de reforma política que naufragó por obra de los caciques provinciales, que son lo más viejo del Partido Justicialista. 

A este paso, la billetera de Cambiemos está soportando la inexperiencia política. Se juntan con los gobernadores y entregan dinero, con los gremios y entregan dinero, con organizaciones sociales y entregan más plata... La lista sigue. La obsesión por alcanzar un fin de año en paz se está saliendo de control. Dos intendentes del justicialismo describieron la situación a la perfección: “Estamos en el mejor de los mundos. No tenemos problemas para hablar con Vidal, nos mandan obras, nos mandan plata y encima no nos piden lugares en las listas”.

En este contexto, las internas políticas dentro del Gobierno ya han superado a las que se expusieron en materia económica entre Prat-Gay y el presidente del Banco Central, 
Federico Sturzenegger. Este último estuvo ausente en el encuentro en la costa para evitar cruces técnicos y discusiones de política económica con el ministro de Hacienda. En Chapadmalal hubo un claro pedido de Macri: “Que los ministros se focalicen a fondo y se mantengan al frente de la gestión”. Es la receta predilecta de Jaime Duran Barba. Hoy el único que parece tener conciencia de la situación es Emilio Monzó. Pide a gritos que se hagan esfuerzos por sumar aliados políticos entre tanta generosidad. Hasta ahora, no lo han escuchado. 

Entre quienes quieren profundizar el modelo amarillo puro, están a la cabeza el jefe de Gabinete, Marcos Peña, y Duran Barba. Consideran que, apoyándose en la gestión, podrán abrirse camino en la selva. En la otra vereda está la mayoría –Monzó, Federico Pinedo, Cristian Ritondo, Hernán Lombardi, Diego Santilli y los radicales–, quienes, a pesar de tener menor poder, pugnan por sumar aliados con el objetivo de abrir el juego y contener el avance de Sergio Massa. Un analista fue todavía más duro: “En el primer grupo, al cual hay que agregar a Horacio Rodríguez Larreta, a Federico Salvai y a Miguel de Godoy, siguen creyendo que ganaron porque son buenos, honestos, y porque hicieron una buena campaña de redes sociales que supo transmitir de manera simple la idea del cambio”. En el segundo grupo, por contrapartida, dicen otra cosa: “Muchachos –más allá de los aciertos de Duran Barba–, acá ganamos porque los demás se equivocaron. Así que: o abrimos el juego o nos complicamos”. Así están las cosas hoy, una verdadera discusión entre las opciones a seguir que se vio reflejada en el “retiro espiritual” a la hora de analizar la mejor forma de contener a los caciques del PJ y los gobernadores díscolos. Un problema que hasta el momento –en cuestiones claves– no ha tenido solución.

Más problemas.


La prisión de Milagro Sala se ha convertido en un dolor de cabeza para el Gobierno, que, increíblemente, no lo advirtió. Las causas contra la líder de la Tupac Amaru abundan en evidencias. Las razones para su prisión preventiva indefinida, no.  

El decreto de necesidad y urgencia (DNU) por el cual el Presidente modificó un artículo fundamental de la ley que habilitó el blanqueo de capitales –medida moralmente siempre cuestionable– sigue produciendo revuelo. No es cualquier artículo. Es el que había dejado excluidos a los familiares de vínculo directo –padre, madre, hijo, cónyuge– de la persona que se desempeña en un cargo público. Con ver todo el entramado familiar de la corrupción del kirchnerismo –en el que abunda la participación de hijos, tíos, primos, cuñados–, no hacen falta demasiadas explicaciones para comprender la importancia del artículo de marras.  

¿A quién o a quiénes buscó beneficiar Macri con este DNU? ¿Por qué no lo hizo mediante un proyecto de ley, para que dicha modificación se hubiera discutido y tratado en ambas cámaras del Congreso? ¿Cómo evitar sospechar de la medida cuando el padre del jefe de Estado, Franco Macri, es investigado por el delito de evasión impositiva en el affaire de los Panamá Papers?

Estas cosas las hacía el kirchnerismo. Cambiemos prometió otra cosa. ¡Inquietante!


Producción periodística: Santiago Serra. 


lunes, 19 de septiembre de 2016

Frentes abiertos… @dealgunamanera...

Frentes abiertos… 
Patricia capitana Ministra Bullrich. Foto: Pablo Temes

A la puja entre Prat-Gay y Sturzenegger se suma la interna en Seguridad. Justicia en deuda.

© Escrito por Nelson Castro y publicado el domingo 18 de Septiembre de 2016 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Los principales analistas coinciden en señalar al menos tres variables para tener en cuenta en el camino de la contención y reactivación de la economía:

En primer lugar, el déficit fiscal, que crece en magnitud por la caída en la recaudación. Equivale hoy al 7% del PBI. La consecuencia obligada es el aumento de la emisión que, sin ningún atenuante, presiona sobre la inflación.

En segundo lugar, la recesión que trae aparejada la caída del consumo. En agosto, en algunos rubros fue del 8%. Electrodomésticos, vestimenta y gastronomía, cualitativamente señalan que el golpe es absorbido por la clase media –que cada vez se cuida más en sus erogaciones– y la clase media baja. "Creo que en este aspecto ya hemos tocado fondo. A partir de ahora la recesión debería detener su profundización y comenzarían a verse las primeras señales de reactivación”, señala un economista de la oposición de diálogo fluido con los funcionarios de Economía.

Todo esto repercute en el empleo y los salarios, que, claro está, son la tercera variable que preocupa al oficialismo.

Más allá del agite por las promesas cumplidas, la realidad marca que hoy la inflación gira en torno al 40%. Si comparamos agosto de 2016 contra el mismo mes de 2015, nos da un 43% anual. En cambio, si tomamos el acumulado de enero a agosto de este año, es del 32%. Por eso, si el Gobierno calcula un acumulado de aquí a fin de año del 1,5% mensual, volvemos a ese 40% anualizado.

El duelo de egos entre varios actores del Gobierno es indisimulable. El ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, y el presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, volvieron a dar la nota esta semana. “Lo más importante para los cargos que ocupan es que son dos funcionarios honestos y no veo entre ellos una intención de disputa de poder por el cargo”, asegura un hombre que conoce el pensamiento de ambos. Sin embargo, en el Gobierno ya nadie lo niega: “Son dos tipos excelentes pero se marcan la cancha a cada rato, deberían ser más prolijos”, señala otra fuente con preocupación.

En rigor de verdad, ocurre lo que ha pasado siempre entre las cabezas de los dos sectores; en los Estados Unidos y los países desarrollados siempre se dio esta puja de poder: Hacienda prefiere reactivar y bajar las tasas, mientras que el Banco Central apunta a mantener alta la tasa hasta ver planchada la inflación. Sin ir tan lejos, geográfica y cronológicamente hablando, fue  la puja que tuvieron Roberto Lavagna y Aldo Pignanelli en 2002 (aunque resuelta puertas adentro y sin tantos trapitos al sol).

Inseguros. El otro frente abierto es el que se disputan la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich; y el secretario del área, Eugenio Burzaco. El malestar entre ambos ha abierto una grieta que se ahonda en uno de los momentos más delicados en materia de seguridad.

“Bullrich es más política y Burzaco, más técnico. Hay celos. La ministra no se banca demasiado que la pericia corra por la vereda de enfrente y busca acaparar los anuncios muchas veces cometiendo errores imperdonables”, confiesa una voz del Gobierno. Lo grave es que, en medio de esta disputa, la inseguridad nuestra de cada día continúa haciendo estragos en la gente. Hace quince días el centro de la atención y la controversia estuvo puesto en el caso del médico Lino Villar Cataldo, que mató al ladrón que le quiso robar su auto a las puertas de su consultorio en Loma Hermosa.

La ministra no se banca demasiado que la pericia corra por la vereda de enfrente Esta semana, el caso que conmueve es el de Daniel Oyarzún, el carnicero de Zárate que salió a perseguir a los ladrones que le habían  robado la recaudación del día, con la consecuencia ya conocida de que uno de ellos murió. Los elementos de análisis que surgieron a partir de estos hechos no son novedosos para la sociedad y deberían ser motivo de una profunda reflexión por parte de la totalidad de la dirigencia política. Ha comenzado a manifestarse una peligrosa tendencia hacia el ejercicio de la justicia por mano propia, algo absolutamente riesgoso e incompatible con el Estado de derecho.

¿Cuál es la causa de esta reacción? La ausencia del Estado. Esa ausencia no se manifiesta sólo en la falta de policías, gendarmes o prefectos en las calles. Se expresa también en la ausencia de una tarea social sostenida y adecuadamente planificada en los conglomerados plagados de carencias y marginalidad que han proliferado a lo largo y a lo ancho del país, que son el caldo de cultivo de los que se nutre el delito. En la mayoría de esos lugares la única institución que se hace presente es la Iglesia. 

En ese submundo se vive con otros códigos. La ley no vale nada. La vida, tampoco. Robar y matar son cosas de todos los días. Sin una acción decidida sobre estos factores, pretender eficacia en la prevención del delito es una quimera. Este cóctel es explosivo. De ahí la necesidad de trabajar con denuedo en la prevención porque cuando esto falla, lo punitivo es siempre insuficiente y tardío. Cuando se comete un delito hay siempre una víctima y un daño. Y si ese daño significa la muerte, es irreparable.

El mal funcionamiento de la Justicia, la corrupción policial, la sobrepoblación de las cárceles y la proliferación de los sobornos entre muchos de los agentes del servicio penitenciario completan el universo de causas que explican la inseguridad que se vive. Delincuentes que entran por una puerta y salen por otra casi al instante sumado a los altos niveles de reincidencia demuestran lo disfuncional de todo ese andamiaje que se lleva mucho de los altos impuestos que paga la ciudadanía.   

El presidente Mauricio Macri fue imprudente cuando salió a pedir la liberación de Oyarzún. Es cierto que no hubo en sus palabras ninguna convalidación de la justicia por mano propia pero tampoco hubo una condena explícita a esta peligrosa e inaceptable práctica. Pero si lo de Macri fue imprudente, lo de Cristina Fernández de Kirchner fue indignante. Durante sus dos presidencias –plagadas de los mismos robos y los mismos asesinatos por los cuales hoy se horroriza– no sólo evitó mencionar la palabra inseguridad, sino que casi nunca habló del tema. 

Lo grave no fue eso, sino la falta de una política de seguridad a lo largo de sus mandatos. Lo que hoy se vive es principalmente la consecuencia de esa desatención fatal. “Hoy los medios de comunicación ocultan prolijamente la inseguridad. Antes, en mi gestión, se producía un hecho y era repetido mil veces. Hoy se producen mil casos o más y no pasan nada por televisión”, dijo la ex presidenta a la vista de las horas de aire que los canales le dedicaron al tema. ¿En qué país vive?

Producción periodística: Santiago Serra.  


domingo, 11 de septiembre de 2016

Nueve meses de duelo y parto… @dealgunamanera...

Nueve meses de duelo y parto…

Mauricio Macri. Foto: Pablo Temes 

El viento de cola de la economía mundial que alcanzó para disimular nuestro parate de 2009 a 2015, se apagó. Hará falta mucho más que festiva impertinencia para reemplazarlo.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 11/09/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ayer se cumplieron los primeros nueve meses del gobierno de Macri, y la asociación con el embarazo es obligada. Fueron nueve meses dolorosos como un parto, con el inconveniente de no saber cuánto más se prolongará. Tampoco el resultado final de lo gestado es seguro, porque no hay una ideología clara de derecha y a favor de los ricos como creen los K, ni liberal o conservadora o republicana como quieren creer ciertos anti K. El drama tragicómico de la Aduana, o los servicios de inteligencia a los que en esencia se les mantuvo el poder, o la continuidad al frente de la Policía Bonaerense de un comisario que no podía desconocer lo mismo que hoy Vidal combate son todas señales de la debilidad fáctica y conceptual de lo que se denomina “cambio”, porque su expresión ideológica no tiene palabra y lo novedoso, tal vez, sea sólo ornamento de su vacío.

Pero Macri cuenta a favor con el enorme odio que generó el kirchnerismo en la mayoría de los medios de comunicación profesionales, que con tal de castigar todo lo K reducen la agenda del presente para dedicar la mayor cantidad de tiempo a la corrupción de los 12 años kirchneristas, empujando a gran parte de la sociedad a entretenerse con la novela diaria de Comodoro Py, como si estuviéramos preñados de pasado en lugar de futuro.

El futuro es aún terra incognita, y no se sabe si Macri es el demiurgo que precisa la época

Mientras tanto, el déficit fiscal no se reduce: sigue habiendo 36 empleos públicos por cada 100 empleos privados, cuando en Chile hay 12 empleos públicos por cada 100 privados; crece la deuda externa no sólo para obras de infraestructura sino en parte significativa para financiar el pago de sueldos de las provincias, como en los 90, y no se disipa la duda sobre si el gobierno del PRO vino a hacer kirch-nerismo más prolijo imprimiendo deuda en lugar de imprimir billetes. Shakespeare decía: “Vestir palabras viejas en nuevo modo es todo mi arte”.

Desde una perspectiva ideológicamente opuesta a la ortodoxia económica,  más que expectativas y dudas sobre el resultado del parto lo que hubo fue duelo por la reducción del consumo.

A pesar de la pérdida del 8% del poder de compra en lo que va de 2016, los sueldos privados en Argentina son en promedio 50% mayores que en el resto de Latinoamérica. Pero al no ser el resultado de una mayor competitividad, los precios de los productos también son un 50% más caros que en el resto de nuestros vecinos, creando un círculo vicioso cuya solución requerirá mucho más que un incremento sustancial de las inversiones.

Hará falta mucha creatividad para cambiar la matriz económica-cultural de la Argentina, y sorprende que después de nueve meses de gobierno el ministro Prat-Gay proponga un pacto social para tener menos inflación y recesión cuando no se hizo en diciembre, al asumir. Muestra diferencias en el equipo económico y cómo el sistema de dos CEOs supervisando a los ministros genera tensiones. Hay quienes sostienen que Macri terminará poniendo a uno de sus dos vicejefes de Gabinete  directamente como ministro de Economía, y Mario Quintana es el más mencionado.

Tampoco la obra pública alcanzará  para transformar esa matriz. La provincia de Buenos Aires tiene un territorio equivalente al de Alemania y un déficit de infraestructura de 200 mil millones de dólares; aunque Macri lograra destinarle 20 mil millones, no conseguiría un efecto como el del Plan Marshall, que después de la Segunda Guerra reconstruyó a Alemania, y tampoco se acercaría al objetivo de “pobreza cero” que pregona el Gobierno ni se verificarían en la vida cotidiana mejoras contundentes.

Aunque María Eugenia Vidal tenga hoy el récord de casi el 70% de imagen positiva, si no logra transformar la penosa situación de la Provincia (escuelas, hospitales, comisarías y rutas con problemas crónicos de mantenimiento), corre el riesgo de que dentro de cuatro años se diga de ella que fue “Scioli con polleras”: muy querible, pero no pudo cambiar nada. La opinión pública es tan volátil que en cuatro años puede modificar totalmente las condiciones de reconocimiento: en 2011 Aníbal Fernández fue quien ganó las elecciones legislativas en la provincia de Buenos Aires con el 57% de los votos como primer candidato a senador. 

Macri hoy tiene la ventaja de una oposición altamente fragmentada y las organizaciones sindicales desprestigiadas, aún sin liderazgos categóricos. Aunque puedan hacer movilizaciones multitudinarias y hasta paros nacionales, los sindicatos ya no son la base de un partido de oposición como lo fueron en el pasado para el peronismo cada vez que no fue gobierno. 

Pasamos de la elocuencia vulgar al discurso del silencio, donde la esperanza es la espera.

Hoy no hay una “ancha avenida” de oficialismo y otra de oposición, sino una atomización de espacios políticos todos minoritarios, con el riesgo para la oposición de que cada vez que trate de amalgamarse para adquirir peso electoral termine pasándole lo de Alfonsín-De Narváez, para quienes la suma de partes fue menor que el todo. En su acuerdo con Stolbizer, le atribuyen a Massa decir que sólo sería candidato en 2017 si Cristina Kirchner se postulara para senadora por la provincia de Buenos Aires.

Un ejemplo del estado líquido de las fuerzas políticas argentinas lo muestran los  principales cuadros de la frustrada Alianza que gobernó de diciembre de 1999 a diciembre de 2001,  sirviendo tanto para aportar funcionarios y candidatos al kirchnerismo como al PRO. 

El corolario es que duelo y parto comparten la esperanza en la espera. Ambos en el fondo tienen su poder de concepción porque se supone que, acabado el trabajo de duelo (también hay trabajo de parto), quien tiene su humor dolido se cura sustituyendo lo perdido por su reemplazo. El viento de cola de la economía mundial que sopló de 2003 a 2008 y que alcanzó incluso hasta para disimular nuestro parate de 2009 a 2015, se apagó. Hará falta mucho más que festiva impertinencia para reemplazarlo.

 

domingo, 4 de septiembre de 2016

No jugar al distraído… @dealgunamanera...

No jugar al distraído…

La voz del pueblo. Foto: Pablo Temes

Macri debe tomar nota del reclamo social, y la oposición, del rechazo a los K. Duelo de egos.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 04/09/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La marcha federal fue contundente por la convocatoria y por la variedad en la composición de los concurrentes. “Una cosa es hacer los cálculos previos, otra muy distinta es ver a todo ese movimiento político y social en la calle. Porque como en toda marcha existieron operadores políticos y fogoneros, pero no se puede negar la legitimidad de la convocatoria”, dijo entre sorprendida y realista una fuente del gobierno nacional.

Eran las 6 de la tarde y un funcionario del gobierno de María Eugenia Vidal comentó en la misma línea: “Recién pasé por el centro, estaba colmado, no se puede mirar para otro lado, hay que tomar nota de esto”.

Así fue. Por la noche el ministro de Trabajo, Jorge Triaca, convocó a los organizadores Hugo Yasky y Pablo Micheli a un encuentro la semana que viene. Hay dos elementos a tener en cuenta que hablan por sí mismos: en primer lugar, Micheli y Yasky habían elevado su voz a principios de año cuando el Gobierno los dejó afuera de la cumbre sindical. El titular de la CTA autónoma había dicho que “Macri tuvo una actitud poco democrática, ya que no se puede circunscribir el diálogo a un grupo reducido”. Días más tarde lo comparó con el kirchnerismo por haber adoptado esa actitud y dijo sentirse “ninguneado”. Por otra parte, es de público conocimiento que Micheli ha venido repitiendo hasta el cansancio la necesidad de una convocatoria a un gran acuerdo económico y social para consensuar políticas que permitan aliviar la situación de los trabajadores. La realidad está a la vista: lo incomprensible es que hayan tenido que pasar nueve meses para una reacción que, una vez más, vino del ala más política del Gobierno. Alfonso Prat-Gay admitió que “no hacer un pacto social implica menos actividad y más inflación” por lo que el ministro Triaca se prepara para recibir a los organizadores de la protesta.

La “marcha de la resistencia” mostró en el palco a figuras del kirchnerismo, algunas decididamente impresentables. Verlas aplaudir al secretario general de la Central de Trabajadores Autónomos (CTA), Pablo Micheli, a quien Cristina Fernández de Kirchner nunca recibió, fue una manifestación más de la contradicción K y de las mentiras que atraviesa su relato.   

Este es el segundo episodio en el cual el Gobierno se muestra sorprendido ante los hechos. El otro fue el fallo de la Corte Suprema por el aumento de la tarifa del gas. Eso habla de la existencia de un microclima en las alturas del poder del cual el Presidente debe salir.

Ególatras. 

El duelo de egos es otra de las conductas que varios funcionarios nacionales deben moderar. “Son dos soberbios”, reconoció una empinada figura del oficialismo. Prat-Gay envió un mensaje directo a Federico Sturzenegger al declarar en una entrevista radial con Luis Novaresio que la inflación ya no era un problema. El titular del Banco Central recogió el guante y respondió al día siguiente que una baja significativa en un mes no era síntoma de un logro persistente o de batalla ganada, lo cual obligó al ministro de Hacienda a rectificarse. En el fondo de esta disputa de vanidades está nada menos que la difícil tarea entre la reducción de las tasas de interés y la reactivación de la economía.

El círculo rojo también expresó sus críticas hacia el Gobierno. Lo hizo en el acto de celebración del Día de la Industria. Hay reclamos que son justos aun cuando es curioso observar cómo algunos que durante los años del kirchnerato guardaron silencio ante las tropelías de ese gobierno alzan hoy sus voces con renovado brío. 

En el Gobierno saben que no pueden darse el lujo de fallar, pero por momentos parecería que no comprenden del todo que el naufragio en la gestión dejaría al país al borde de la vuelta al populismo.

Por su parte, el kirchnerismo duro –cada vez más raleado– continúa activo. Más allá de las declaraciones explosivas de sus componentes más rancios, son varias las fuentes de sectores intermedios vinculados a los barrios que advierten movimientos destinados a generar descontento y agitación con la mira puesta en el fin de año. Desde el gobierno nacional  destacan la buena sintonía con las agrupaciones sociales que, en otro momento político, lideraban la calle. El grupo de “ministros de desarrollo humano” (Trabajo, Desarrollo Social y sectores de la cartera de Interior) se reúnen periódicamente para trabajar en el tema. Fuentes del Ministerio del Interior aseguran que hacia fin de año se volverá a conformar una mesa que sumará a este grupo a la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, y a la gobernadora María Eugenia Vidal, con la mira puesta en el Conurbano.

Desde el peronismo, prefieren no darle crédito a las versiones desestabilizadoras. “No hay margen para un escenario disruptivo. Nadie quiere agarrar esta papa caliente y la gente no perdonaría la más mínima desprolijidad en esta etapa de la vida democrática”, dijo una fuente de contacto permanente con líderes territoriales.

Desde el grupo Esmeralda –integrado por intendentes peronistas, muchos  de pasado kirchnerista pero con un perfil más dialoguista– aseguran que “el kirchnerismo duro está cercado y no tiene margen de acción”. La Matanza sigue siendo el refugio de los díscolos. “Fernando Espinoza y Verónica Magario van a terminar aislados. Hasta Ferraresi (intendente de Avellaneda) ha empezado a comprender que el kirchnerismo extremo ya no es negocio para nadie”, sostienen los allegados a distintos jefes comunales. Quienes abonan la teoría de la apuesta por un escenario caótico sostienen que “la primera línea de ex funcionarios del kirchnerismo –incluida la ex presidenta– saben que está en juego su libertad dado el avance en las causas por corrupción en los tribunales de Comodoro Py.

Si el gobierno macrista llega al 2017 mejor consolidado, el destino de CFK será la cárcel. Por el contrario, un escenario de tensión social con riesgo institucional les permitiría ganar tiempo”. En su lucha por la supervivencia política que le asegure la libertad, Cristina Fernández de Kirchner está cada vez más sola.

Producción periodística: Santiago Serra.