domingo, 4 de septiembre de 2022

El Odio (II) ... @dealgunamaneraok...

 Continúa de ayer: “El odio”


Fotografía: Noticias Argentinas.

Leo a la mañana a un importante colega remarcar que la CNN tituló “La vicepresidente argentina sobrevive a un aparente intento de asesinato” connotándolo con versiones que circulan por las redes sociales sobre que no se trató de un atentado verdadero sino de un montaje para favorecer al Frente de Todos y perjudicar a la oposición.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el sábado 03/09/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.


Voy al mediodía a un comercio de un barrio acomodado de la Ciudad de Buenos Aires y varias clientas me preguntan –con ganas de que responda afirmativamente– si es cierto que fue un montaje y no un atentado. 

Lo patológico tiene un nombre: inconciliabilidad. Hay polarización complementaria.

Creer en un otro (el kirchnerista, el peronista, el comunista) capaz de fraguar algo así es un síntoma en parte producto del odio sobre el que reflexionamos en la columna de ayer con la ayuda de Baruj Spinoza y su Tratado teológico-político, que comienza así: “Si los hombres pudieran conducir todos sus asuntos según un criterio firme, o si la fortuna les fuera siempre favorable, nunca serían víctimas de la superstición. Pero, como la urgencia de las circunstancias les impide muchas veces emitir opinión alguna y como su ansia desmedida de los bienes inciertos de la fortuna les hace fluctuar, de forma lamentable y casi sin cesar, entre la esperanza y el miedo, la mayor parte de ellos se muestran sumamente propensos a creer cualquier cosa”.

Desde estas páginas venimos bregando siempre por una oposición convergente y no divergente. Por un periodismo constructivo y no destructivo. Como es imprescindible el disenso para enriquecernos mutuamente con la razón del otro, es también imprescindible ejercitarlo con modos que no promuevan la violencia. Para Cornelius Castoriadis, la cortesía fue una herramienta imprescindible de la civilización, para poder reunir en ciudades a los solitarios habitantes de la ruralidad primigenia, habitada por salvajes atrapados en su mera supervivencia. Sin cortesía no habría ciudad ni civilización.

Disenso, ensayos sobre estética y política
 es el título de uno de los libros de Jacques Rancière. Allí se dice: “El tipo específico de conflicto que trae consigo el disenso político no tiene nada que ver con las formas de lucha asociadas a la supuesta separación entre amigo y enemigo”. Continua Rancière: “Cuando la política se identifica con el ejercicio del poder y la lucha por conseguirlo, se prescinde de ella desde el principio. Más aún, cuando se la concibe como una teoría del poder –o como una investigación de los terrenos de su legitimidad– también se prescinde de su forma de pensamiento”, haciendo referencia a Aristóteles, para quien el dominio político se distinguía de otros tipos de dominio por ser un dominio entre iguales y no vencidos.

La obsesión con Cristina Kirchner de una parte de la oposición no hace más que colocarla en el altar de primus inter pares: “La democracia –escribe Rancière– se inicia con el asesinato del rey, cuando lo simbólico se derrumba para producir una presencia social incorpórea”.

Argentina precisa desarrollar formas más avanzadas de un estado consensual, con la escenificación de un nosotros y de un otro más hospitalario.

Argumentos que pretenden escindir por completo el atentado de 
Fernando Sabag Montiel del clima de época atravesado por el discurso del odio apelando a que Alfonsín padeció tres atentados cuando, por entonces, no había grieta omiten que sí había un clima de época violento por entonces, encarnado en una dictadura que no se resignaba a fenecer y una democracia que recién estaba naciendo. Claramente, Fernando Sabag Montiel parece más un border line que un militante o un sicario a sueldo de alguna organización. Pero eso no quita que el discurso del odio está presente.

La inconciliabilidad de los sectores extremos de las coaliciones oficialista y opositora es lo patológico que hay que curar. Dado que el ser es conflictividad, la función de la política es venir a resolver o minimizar la conflictividad pero no a disolverla aniquilando al otro. La polaridad indica la inclusión del otro y no su extinción. Las aposiciones polares pueden no ser necesariamente conflictivas ni de mutua exclusión sino que, también, pueden resultar complementarias como la clásica armonía de los contrarios de Heráclito. 

El papel del periodismo como “perro guardián” garante del control de gobierno no implica ser un periodismo conflictivista. La diputada Amalia Granata, primera en decir públicamente que no creía que el atentado a la vicepresidenta fuera real, respondió así ayer las críticas que recibió: 
“No me busquen, porque miren que voy a empezar a hablar de todos sus ‘chanchurrios’, voy a empezar a hablar de sus amantes, miren que conozco todo lo que pasa... Sé todo en lo que andan, y voy a meterme no solo con sus amantes, también con sus familias, madres, hijos, con todos... No se olviden que además de política soy periodista e investigo...”. Pobre periodismo de investigación.

La ética no es natural, es una creación de la cultura, casualmente porque la conflictividad es inevitable y, en lugar de exacerbarse, precisa ser atenuada. La política como moral no implica ser una filosofía de la ingenuidad.

La violencia no busca resolver los conflictos sino disolverlos y, en su utopía, no logra más que maximizarlos. Las armas siempre terminan volviéndose en contra de quienes las empuñan. Los mayores desastres de la humanidad surgieron de la búsqueda de eliminar definitivamente los conflictos: el orden perfecto congela la vida.

El Otro no es como el pan que como y me sacio. Ese Otro no llena sino que ahonda

El filósofo lituano/francés Emmanuel Lévinas estuvo confinado en un campo de concentración en el que murió casi toda su familia y dedicó sus reflexiones a la reconstrucción de un pensamiento ético después de la Segunda Guerra Mundial. Hizo grandes contribuciones en el campo de la otredad y la hospitalidad. En su libro Totalidad e infinito, en su capítulo “Mismo y Otro” escribe: “El Otro no es otro como el pan que como (...) de ese tipo de realidades puedo saciarme y en una medida muy amplia satisfacerme como si sencillamente me hubiera faltado (...) tiene una intención distinta: desea lo de más allá de todo cuanto pueda completarlo (...) lo deseado no lo llena sino que lo ahonda”. Por eso la transcendencia es “trans”-“ascendencia”, una forma del ser humano de ascender. Por eso el vínculo entre uno Mismo y Otro es un acto político de alteridad metafísica.

Los medios –medium– somos mediadores continuos entre Mismo y Otro. No se es uno suprimiendo o poseyendo al otro sino siendo con el otro, juntos. Lección que debemos aprender y continuamente recordar como sociedad. Ese fue el triunfo de la democracia. Esa fue la lección de Alfonsín.



    

Unidad y Pluralidad... @dealgunamaneraok

 Unidad y pluralidad…


Cristina Dibujo: Pablo Temes.

El poder ignora muchas veces, que estos dos conceptos no son contradictorios, sino que conviven en una verdadera democracia.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 03/09/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.


Se estuvo a nada de la tragedia. De haberse concretado, eso hubiese significado el asesinato de Cristina Fernández de Kirchner. El magnicidio –muerte violenta dada a persona muy importante por su cargo o poder– hubiera sumido a la Argentina en un escenario de violencia política de consecuencias impredecibles. Lo impredecible, en este caso, es sinónimo de lo malo. Lo malo abarca también la reacción del Gobierno.

El discurso del jueves a la noche tarde del Presidente fue eso: malo. Un discurso acordado con la vicepresidenta. Un discurso cargado de reproches hacia la oposición, hacia la Justicia y hacia los medios que no responden al oficialismo. En verdad, más que reproches, fue una verdadera adjudicación de responsabilidades acerca del hecho. Se diría que casi fue una acusación. Tan malo como eso fue el decretar el feriado del viernes y convocar a una movilización claramente partidaria. Todo esto no hizo más que ahondar las divisiones que atraviesan a nuestra sociedad, una grieta que, como tal, embrutece.

El uso político que está haciendo el oficialismo del repudiable atentado contra la vida de CFK se enmarca, además, dentro de la estrategia orientada a concretar dos objetivos: consolidar el liderazgo de la ex presidenta en funciones dentro del peronismo y desplazar del eje de la agenda política las consecuencias adversas del brutal ajuste económico que está afectando principalmente a los sectores de menores recursos. Esa dura realidad va a ser imposible de ocultar.
 

Se acabaron las fichas 

El “operativo clamor” por la candidatura presidencial de CFK se ha visto precipitado por el impactante y demoledor alegato del fiscal federal Diego Luciani, de quien, es importante no olvidar, Alberto Fernández dijo que esperaba que no se suicidara. Desde ese mismo momento impera en el kirchnerismo un lenguaje de singular violencia. Fue nada menos que el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro quien, en la tensa negociación del último sábado de agosto con las autoridades del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires por el batifondo que se armó por las vallas policiales frente a la casa de CFK, dijo que si ella iba presa quemaban todo. Fue el jefe del bloque de senadores del Frente de Todos contra Todos, quien, en la sesión del Senado del jueves, habló del escarmiento contra los jueces y fiscales a cargo de la causa Vialidad.

La foto oficial de la reunión de la “unidad” convocada por el Presidente el viernes por la tarde en la Casa Rosada es una radiografía de que, para el oficialismo, el concepto de “unidad” excluye a los partidos políticos. Es una claudicación más de AF. 

Lo que pasó en ese encuentro disgustó a varios de sus asistentes. La única que se atrevió a dar cuenta de ello públicamente fue la DAIA quien, sin rodeos ni eufemismos, habló de los objetivos partidarios del documento que en la Plaza de Mayo leyó la actriz Alejandra Darín. Otros, igualmente, molestos, prefirieron el silencio. Entre ellos estuvo el presidente de la Conferencia Episcopal de la Argentina, monseñor Oscar Vicente Ojea, obispo de San Isidro.   

Una agonía premeditada 

La andanada de reproches tuvo su resumen en una frase del documento que condensa el pensamiento del kirchnerismo sobre la cual hay que detenerse: “Llamamos a la unidad, pero no a cualquier precio”.

La esencia de la democracia, que tanta lucha costó conseguir, es pluralidad. Es esa pluralidad la que enriquece. La unidad y la pluralidad no son excluyentes. Por el contrario, es esa diversidad de pensamientos y de ideas la que asegura la unidad. Pensar diferente no es odiar; criticar, tampoco.

Lamentablemente, el poder afecta muchas veces este concepto clave de la vida en democracia. Quien lo ejerce se cree investido de un aura especial. Piensa que, por el solo hecho de poseerlo, está por arriba de todos y de todo. Por eso es fundamental la existencia del marco legal de balances y controles para evitar que un mal uso del poder altere las normas de la convivencia democrática. La famosa frase de John Emerich Edwar Dalberg-Acton, Primer Barón Acton de Aldenham, –“El poder tiende a corromper, y el poder absoluto corrompe completamente”– refleja las tentaciones que genera el poder y lo imprescindible que es prevenirlas. De ahí emana la importancia de la Constitución. Un ejemplo de estos días lo muestra: de no ser por la Constitución, la autonomía de la Ciudad de Buenos Aires hubiese sido avasallada de inmediato por el actual gobierno, luego de lo que se vivió la semana pasada frente al domicilio de CFK. En la consecución de la estrategia destinada a desviar la atención de los temas que perturban la vida de la gente, la vicepresidenta habló de la necesidad de rediscutir la autonomía de la Capital Federal. Más allá de la bomba de humo, esa propuesta exhibe el verdadero pensamiento absolutista de la ex presidenta en funciones. 

Bailando al ritmo de CFK

Para el kirchnerismo el poder se concibe como un todo absoluto. Es decir, quien lo ejerce, no puede ni debe tener límites. Representa una concepción absolutista del poder. Es la que se practica en los regímenes totalitarios a la que lamentablemente adhieren personajes políticos de sistemas democráticos. Donald Trump es un ejemplo de esto. El episodio del intento de toma del Capitolio del 6 de enero de 2021 fue la culminación de esa concepción de alguien que no estaba dispuesto a aceptar que su mandato se terminaba. En la misma línea se ubica el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro.

La república, que es el sistema bajo el cual se ordena constitucionalmente la vida democrática en nuestro país, requiere la existencia de tres actores clave: los partidos políticos, a través de los cuales se encauza el debate político que expresa la pluralidad de ideas y propuestas para enfrentar los problemas que afectan a la sociedad; la división de poderes que conlleva a la existencia de un Poder Judicial independiente para el ejercicio de su función de control de los actos de gobierno; y una prensa libre.

Si el llamamiento a la unidad “pero no a cualquier precio” implica el rechazo de la discusión política, de la independencia de la Justicia y de la prensa libre, la democracia argentina entrará en zona de riesgo.



   

sábado, 3 de septiembre de 2022

La trampa está servida... @dealgunamaneraok...

 La trampa está servida... 

La diestra, siniestra. Dibujo Pablo Temes. 

La mesa está preparada para que los sectores más radicalizados dominen la escena. Hay una bomba que hay que saber desactivar.

© Escrito por Carlos De Angelis (*) el viernes 02/09/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.  

Cuando alguien le apunta con un arma a la cabeza de otra persona se suspende la política. Quedan como abstracciones flotantes las instituciones y sus códigos organizadores. Es un punto de disolución de toda comprensión.

Ética y política. Si en cualquier situación la diferencia entre la vida o la muerte es todo, cuando la víctima posible es un líder político, la situación se complejiza mil veces y la probabilidad de establecer distancias analíticas se hacen mínimas. Desde ya el repudio es un deber ético, pero no puede cancelar el análisis político. La respuesta más próxima y fácil es buscar responsables y culpables, respuesta que puede ser adecuada para observar, desde una perspectiva forense, la escena donde ocurrió el intento de asesinato, pero no alcanza para tratar de entender la intensidad del fenómeno desde una mirada histórica y estructural.

Desde la perspectiva histórica no se puede obviar que lo largo del siglo XX la política argentina estuvo dividida en dos facciones: en la primera mitad del siglo entre personalistas y antipersonalistas (defensores de Hipólito Yrigoyen y sus detractores), y en la segunda mitad entre peronistas y antiperonistas. En ambas situaciones la violencia política fue casi una constante, y ambos procesos políticos fueron terminados con golpes de Estado, cárcel y persecuciones. Incluso en 1935 el senador electo Enzo Bordabehere fue muerto a balazos en el propio recinto por el ex comisario Ramón Valdés Cora.


El restablecimiento de la democracia tampoco estuvo exento de hechos de violencia, tanto por las resistencias de los militares a los juicios iniciados por Raúl Alfonsín y por las condenas subsiguientes. El peronismo quedó con una mancha indeleble por haber bloqueado una bicameral para investigar los crímenes de la dictadura.

Luego vinieron otros hechos, en parte inexplicables, como la toma del regimiento de La Tablada por parte del MTP, y las voladuras de la Embajada de Israel y la AMIA, de las cuales todavía la sociedad espera que se identifique a los culpables frente a la inacción, impericia y desinterés de la política y la Justicia. Tampoco se puede dejar de nombrar la muerte del fiscal Nisman que sigue dividiendo a la sociedad como el primer día.

Nos, los indiferentes. Evidentemente la antinomia kirchnerismo-antikirchnerismo tiñó la política argentina desde 2008, con el inicio del conflicto contra los sectores agropecuarios. Incluso la lógica del enfrentamiento encontró sustento en los escritos teóricos de Ernesto Laclau y Chantal Mouffe que plantean un modelo de democracia no liberal a la que denominan “radical”. y que se basa en el “reconocimiento de la especificidad de los antagonismos constituidos a partir de diferentes posiciones de sujeto y, de tal modo, a la posible profundización de una concepción pluralista y democrática” (Hegemonía y estrategia socialista, 1987, pág. 11).

No obstante, y a diferencia de otros tiempos el antikirchnerismo encontró dentro del sistema político un efector electoral competitivo, con la emergencia de Mauricio Macri. La trascendencia de ambos liderazgos se da precisamente porque ambos agrupamientos tienen núcleos duros irreductibles (¿35, 40% en total del electorado?) mientras que el resto de la sociedad no involucrada en la maquinaria antinómica puede decidir en forma flotante, lo que da un aire competitivo al sistema electoral.


Mirar a este sector que oscila entre la indiferencia y el hartazgo puede resultar instructivo ya que puede votar a Juntos por el Cambio, sin ser macrista o antikirchnerista, o tal vez elegir al Frente de Todos, sin ser peronista o kirchnerista.

La existencia de este espacio despolarizado (¿50-60% del electorado?), fue la razón de la existencia de un Alberto Fernández como presidente, cuyo peso evidentemente cae en el momento que no puede transformar a este espacio, darle nombre propio, ni es capaz de generar políticas que den cuenta de sus demandas efervescentes, muchas de las cuales son hoy más atendidas por los referentes de JxC, antes que por los del FdT atados a recetas hoy inocuas. Pero también “los indiferentes” son la razón de ser de la candidatura de Horacio Rodríguez Larreta. Como se ha podido observar estas semanas Patricia Bullrich está mejor equipada retóricamente para la confrontación total.

¡Radicalizados a confrontar! Luego de la larga siesta gubernamental de casi 33 meses, arrullado por la aflautada voz de Martín Guzmán el kirchnerismo sale del letargo, no por los problemas propios de la administración (que por otra parte se fue transformando en un lastre inexplicable) por el pedido de condena de los fiscales de la Causa Vialidad.

Este hecho es casi contemporáneo con el traspaso del timón económico a Sergio Massa. Mientras éste hace malabares tratando de poner un corsé a una economía desquiciada –y recibirá en Estados Unidos todo tipo de interrogantes políticos–, el alegato de Cristina Kirchner por YouTube (y que el TOF 2 no permitió que fuera dentro del proceso de la causa) planteó dos cosas:

1.    El Tribunal es ilegítimo (“La sentencia ya estaba escrita”).

2.   Este episodio es solo el comienzo de una lucha de largo aliento (“vienen por todo el peronismo”).


En los días pasados emergían dos estrategias posibles tras su discurso: 1) negar la actuación judicial; 2) ser la candidata en 2023. Ambas estrategias son contradictorias y tienen sus problemas, pero hoy no hay tiempo para profundizarlas.

El llamado a la movilización general de las filas del peronismo buscando un nuevo 17 de octubre también hace escalar en espejo a los anticristinistas (rama radicalizada de los anti-K) con la generación de un nuevo topos político, Juncal y Uruguay, el domicilio de la ex presidenta, espacio de acampe y pernocte de los intensos y de la insensata represión de la Policía de la Ciudad (¿No tienen personal más capacitado? Ese lugar también se transformó en la trampa que le permitió a Sabag Montiel apuntar con su arma en la cabeza de CFK (¿Dónde estaban los custodios federales?).

La mesa está servida para que los sectores radicalizados sigan dominando la escena. La Argentina tiene frente de sí un artefacto explosivo de esos como se ven en las películas del que hay que saber qué cables cortar para desactivarla. Pero esos cables deben ser cortados por la política, mejor dicho, por los líderes políticos del oficialismo y la oposición. ¿Será posible?

(*) Sociólogo (@cfdeangelis).



   

Nelson Mandela. Cuestión de esencia no de apariencia... @dealgunamaneraok...

 CUANDO NELSON MANDELA OFRECIÓ EL ALMUERZO AL QUE SE ORINÓ EN SU CABEZA...


“Después de convertirme en Presidente, invité a mi acompañante a almorzar a un restaurante. Nos sentamos y cada uno preguntó qué quería.

En la mesa de enfrente, había un hombre esperando a que lo sirvieran. Cuando lo sirvieron, le dije a uno de mis soldados que fuera a pedirle a ese señor que se uniera a nosotros.

El soldado fue y le dio mi invitación. El hombre se levantó, cogió su plato y se sentó a mi lado. Mientras comía, sus manos temblaban constantemente y no levantaba la cabeza de la comida. Cuando terminamos me saludó sin mirarme, le estreché la mano y se alejó.

El soldado me dijo: Madiba ese hombre debe haber estado muy enfermo ya que sus manos no dejaban de temblar mientras comía.

- ¡No, no, absolutamente! La razón de su temblor es otra.

Así que le dije: Ese señor era el alcalde de la prisión en la que yo estaba. Después de que me torturó, grité y lloré pidiendo un poco de agua y él vino y me humilló, se rio de mí y en lugar de darme agua, me orinó en la cabeza.

No está enfermo, tenía miedo de que yo, ahora presidente de Sudáfrica, lo mandara a la cárcel y le hiciera lo que me hizo a mí.

Pero yo no soy así, este comportamiento no es parte de mi carácter, ni de mi ética. Las mentes que buscan venganza destruyen estados, mientras que las mentes que buscan reconciliación construyen naciones.

Al salir por la puerta de mi libertad, supe que si no hubiera dejado atrás toda la ira, el odio y el resentimiento, todavía sería un prisionero. "

Nelson Mandela

Cuestión de esencia no de apariencia.
Somos lo que hacemos no lo que decimos que vamos a hacer.


   

El Odio (I)... @dealgunamaneraok...

 El odio (I) 


Captura de pantalla..

“El odio se incrementa con un odio recíproco y, en cambio, puede ser destruido por el amor (...). Quien quiere vengar las ofensas mediante un odio recíproco vive, sin duda, miserablemente”, escribió sabiamente Baruj (Benedicto) Spinoza en el siglo XVII. 

© Escrito por Jorge Fontevecchia el viernes 02/09/2022 y Publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de las/os Argentinas/os.



El odio integra las pasiones tristes de Spinoza: el miedo, la cólera, el resentimiento y la envidia. La alegría surge del amor porque “el amor es una alegría acompañada de la idea de una causa exterior”, y la tristeza surge del odio porque “el odio es una tristeza acompañada de la idea de una causa exterior”.

Perturbación de las pasiones: ciegas erupciones del afecto que impiden la razón


En su Tratado teológico-político, Baruch Spinoza escribió: “La servidumbre humana reside en la impotencia de moderar y reprimir las pasiones”.  

 

Para él la opinión que no necesita ni busca verificarse  era la primera fuente de las malas pasiones, entre las que se inscribe el odio, generalmente  basado en la ignorancia de los seres humanos sobre las creencias de los otros seres humanos.

Escribió también Spinoza: “El alma se esfuerza, cuanto puede, en imaginar las cosas que aumentan o favorecen la potencia de obrar del cuerpo” (Proposición XII). Y viceversa (Proposición XIII): “Cuando el alma imagina aquellas cosas que disminuyen o reprimen la potencia de obrar del cuerpo, se esfuerza cuanto puede por acordarse de otras cosas que excluyan la existencia de aquellas”.  

“Si imaginamos algo que odiamos afectado de tristeza, nos alegraremos. Y si lo imaginamos afectado de alegría nos entristeceremos (...) nos esforzamos por afirmar sobre una cosa que odiamos aquello que imaginamos que le afecta con tristeza (...) vemos que fácilmente sucede que la persona se estima a sí misma y estima a la cosa amada más de lo justo. Y, al contrario, estima menos de lo justo la cosa que odia”. 

Finalmente, si imaginamos que alguien nos odia sin haberle dado motivos, lo odiaremos. La Proposición XXXIV afirma: “En tanto están dominados por afecciones que son pasiones, pueden ser contrarios los unos a los otros”.

La doctrina de las pasiones de Spinoza arranca en su disquisición de la idea griega sobre que el ser humano era pasivo (esclavo) frente a sus pasiones. Ellas impedían el correcto funcionamiento de la razón. Esto último es percibido todos los días cuando personas inteligentes interpretan el mismo hecho de forma tan contradictoria. Nuestra famosa grieta es un túnel de viento perfecto para ver esas imperfecciones del pensamiento de manera agigantada.

Sobre las vallas que hizo colocar Horacio Rodríguez Larreta hace una semana se opina tanto que hubieran salvado a Cristina de su agresor manteniéndolo a distancia como que fueron la chispa que encendió provocando la llegada persistente de manifestantes apoyando a la vicepresidenta.

Pero la terapia de las pasiones que propone Spinoza no apela a extirpar las pasiones, como sí lo hizo el estoicismo, sino que propone encauzarlas racionalmente para aprovechar su fuerza. También en el siglo XVII Locke se preocupaba por los efectos nocivos de las pasiones encontradas y  publica su notable Carta sobre la tolerancia

Para el diccionario de Oxford, “El odio es un sentimiento intenso de repulsa hacia alguien o algo que provoca el deseo de rechazar o eliminar aquello que genera disgusto; es decir, sentimiento de profunda antipatía, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno”. Para Cicerón, las pasiones eran una perturbación, como ciegas erupciones de afecto. Pero para la filósofa Martha Nussbaum, las pasiones “son un elemento cognitivo: encarnan maneras de interpretar el mundo”.

Es en la modernidad cuando las pasiones ya no son vistas como “la locura de la racionalidad” (Kant) y el propio Spinoza buscando el tránsito de las pasiones tristes a las pasiones alegres (el amor). Las pasiones hacen que las personas difieran entre sí mientras que es la razón la que permite que se pongan de acuerdo. 

Hume sostenía que el impulso nunca surge de la razón y, al revés, Hegel creía que la razón usa las pasiones para realizar sus fines. La naturaleza humana es sobre lo que reflexiona la filosofía pero llegamos aquí a la cuestión irreductible sobre medios y fines. ¿Somos los medios responsables del discurso del odio que promueve  una retroalimentación de la beligerancia pasando de las palabras a las acciones y de la violencia simbólica a la práctica? ¿Es el propio kirchnerismo el que engendró ese discurso violento del antikirchnerismo en forma de reacción a su acción discursivamente beligerante? 

¿Fernando Sabag Montiel es el autor material del intento de homicidio y los autores intelectuales son quienes promovieron el discurso de odio, o desquiciados hay en todas las sociedades y en todos los contextos como lo demuestran los atentados a jefes de Estado de la varios países desarrollados y al papa Juan Pablo II, quien estaba en las antípodas de promover desentendimiento?

Si algo positivo se puede rescatar del atentado a la vicepresidenta, será una reflexión sobre el odio, su naturaleza y su tratamiento. Sobre las pasiones y cómo la política tiene que ser la forma de encauzar las pasiones tristes en pasiones alegres, siguiendo los consejos de Spinoza, convirtiéndolas en una fuerza positiva para la sociedad.

La Academia Nacional de Periodismo en su comunicado de ayer, tras sostener que “repudia enérgicamente el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y considera que delitos de esta naturaleza son un atentado directo al orden democrático”, lamentó que “con su discurso, el Presidente no hizo un aporte a la paz social que necesita el país en estos momentos, al acusar prematuramente a los medios y a la Justicia de ser instigadores de este lamentable atentado”.

Pasiones tristes: miedo, resentimiento, envidia y cólera, a ser contenidas por la política

Desde mi perspectiva, hace mal el Presidente en colocar en el mismo plano a la Justicia, que viene siendo más ponderada (causas como el dólar futuro o el pacto con Irán no prosperaron), con ciertos medios audiovisuales de un lado y otro de la grieta que sí merecen críticas por su altisonancia discursiva sin tener que esperar que avance la investigación sobre el móvil de Fernando Sabag Montiel porque la crítica trasciende este hecho, de la misma forma que la crítica a la altisonancia de los medios audiovisuales oficiales es igualmente pertinente.

El discurso del odio no es responsabilidad de un solo sector de la sociedad, radicalizados de ambas coaliciones siembran desde hace tiempo violencia simbólica. Ojalá la fuerza dramática que tiene el video en el que emerge un arma ante la frente de la vicepresidenta imprima en nuestras mentes inhibiciones perennes a los impulsos primitivos que todos los seres humanos llevamos dentro.