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sábado, 16 de diciembre de 2017

¿Tiene el gobierno de Macri un ejército de trolls para acosar a los que lo critican?... @dealgunamanera...

¿Tiene el gobierno de Macri un ejército de trolls para acosar a los que lo critican?


El especialista Luciano Galup analiza el fenómeno del troll cibernético, la relación del Gobierno con las redes y los periodistas hostigados por Twitter

© Escrito por Luis Novaresio  el sábado 16/12/2017 y publicado por el Diario Digital Infobae de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El periodista de Infobae Ernesto Tenembaum era uno de los invitados al programa de Mirtha Legrand de hace pocos días.   Intercambió algunas ideas al aire con la vicepresidente de la Nación,  incomodando con sus preguntas a Gabriela Michetti respecto de la ley previsionales, el submarino San Juan y otros temas. Twitter, entonces,  estalló con una andanada de críticas al periodista convirtiéndolo en trending tópic y acusándolo de ser funcional al kirchnerismo. "Tenembaum K", "traidor" y otros adjetivos se expandieron rabiosamente por las redes.

¿Los tuits eran de amas de casa, empleados o simples ciudadanos como se presentaban en los perfiles de sus autores?
Luciano Galup, especialista en redes sociales y en opinión pública es contundente: "No. Lo ocurrido allí demuestra cierto nivel de organización atrás del ataque.  Se equivocaron con el apellido de Ernesto, entonces hubo mil quinientos tuits que terminaban el apellido en "n" en vez de en "m", que es como debe escribirse el apellido de Tenembaum. Con lo cual ahí se demostró rápidamente lo que pasaba, porque es bastante difícil convertir en tendencia un apellido equivocado si no hay atrás una organización. Y después lo que se detectaba era un esquema típico de ataque de ciber tropas; te diría que tiene que ver con una cantidad de retuits medio rara para cuentas que son manejadas manualmente, alrededor de un tuit cada veinte segundos", puntualizó el especialista.

Este es un mero ejemplo de un fenómeno cada vez más expandido. algo así como el acoso cibernético para instalar temas de debate o para quebrar la opinión del que disiente. ¿Cómo funciona y qué es un troll? ¿El Gobierno tiene a su disposición una red de acosadores cibernéticos? ¿Es un buen negocio ser troll? Estos y otros temas, fueron abordados por Galup en los estudios de Infobae. Aquí, la transcripción de la entrevista completa.

—¿Qué es un troll?
—Un troll es una cuenta orientada a atacar, a generar ruido, a molestar. Nace previo a las redes sociales, viene de la cultura de los blogs, de los comentarios. Y está orientada a atacar o a violentar la discusión pública en lo digital.

—¿Es un ser humano, es un algoritmo, es una máquina? ¿Qué es?
—No, un troll es un ser humano que puede ser anónimo o no. Puede ser una cuenta que no está identificada con la persona, en líneas generales es eso. Después hay otra cosa que se conocen como bots, que son cuentas automatizadas. Muchas veces también lo que puede pasar es que haya una cuenta mixta, que por momentos está automatizada y por momentos tiene comportamiento humano porque hay un humano atrás administrándola. Pero en líneas generales el "trolleo" es una actividad casi humana en su mayor parte.

—O sea, un conjunto x de personas que deciden vamos a decir que Novaresio tal cosa, y se instala en eso y con la reproducción incluso de algunos incautos e ingenuos.
—Sí, puede ser organizado o así como vos decís, "vamos a decir esto", o que se organice en función de ver qué es lo que se está hablando en redes sociales en ese momento y empieza una organización más celular te diría, no es que hay una única organización que decide atacar a alguien sino que hay varias organizaciones, incluso algunos espacios más individuales de cierta participación que deciden atacar porque ven qué es lo que está pasando en ese momento.

—Contame de la experiencia argentina o de la que vos quieras, cuál es el que más te impactó por lograr construir esto, un discurso, una sensación, un ánimo.
—Bueno, en el mundo lo que se está discutiendo es el tema Rusia. Justo el otro día, te comentaba, salió en El País una nota que contaba la historia de una periodista finlandesa a la que por investigar el sistema de trolls rusos le destruyeron la vida a partir de noticias falsas y noticias inventadas. Y en Argentina hubo un par de acciones bastante pesadas te diría durante la discusión del tema Maldonado. Hubo una particularmente muy cruel, que era preguntarle a Sergio, el hermano, dónde estaba Santiago en un momento en el que él le entregó una mochila y una evidencia al juez. Ese día fue bastante particular la crueldad que tuvo el ataque sobre todo teniendo en cuenta que era una víctima. Y el ataque a la víctima generalmente te ablanda.


—Este es el efecto. ¿El troll generalmente está en Twitter o todas las redes sociales?
—No, es en todas las redes sociales; lo que tiene Twitter es que es una red mucho más informativa y en la cual hay muchos más líderes de opinión, con lo cual una parte importante del accionar que tiene que ver con atacar o deslegitimar posiciones de líderes de opinión o de periodistas se nota mucho más ahí, porque está mucho también orientado a generar autocensura o disciplinamiento en la conversación social.

—Me parece que hay dos efectos. Uno que es éste, crear una suerte de conciencia o de opinión. Y la otra, sobre el que es opinado genera una suerte de ruido emocional digamos, genera como una suerte de autocensura, ¿no?
—Sí, te diría que ese es el principal objetivo. Porque el de generar opinión pública es mucho más reducido y mucho más limitado, no es tan simple. Se genera opinión pública a través de las tendencias, los famosos hashtags o trending topics pero el primer objetivo es mucho más orientado a cercenar el debate público en términos de atacar o deslegitimar a los que son autoridad o los que están participando de ese debate, mucho más orientado a disciplinar o generar instancias de autocensura que de manipular a la opinión pública e términos de generar una cantidad importante de información alrededor de eso.

—O sea, el "trolleo" lo que busca es disciplinar y quebrar a una persona que opina de manera distinta a este grupo.
—Es uno de los objetivos, sí. Te diría que hay tres grandes objetivos: uno es ese, el disciplinar, el generar espacios de autocensura. El otro tiene que ver con romper la discusión: si hay una discusión que se está dando en términos democráticos en un espacio digital es entrar a romperla, a generar mucho ruido no para imponer una visión propia sino para quebrarla, para que no haya más discusión a partir del ataque. Y un tercero que tiene que ver con instalarte más agenda que es mucho más dificultoso y cuyos efectos si bien no están del todo estudiados es más limitado te diría.

—De tu análisis como consultor y como experto, ¿ quiénes son los más expertos en "trollear"?
—¿En Argentina o en el mundo?

—En Argentina.
—En Argentina hay un dispositivo bastante vinculado ideológicamente al discurso oficial. Imposible saber si está vinculado orgánicamente pero sí muy vinculado ideológicamente o discursivamente que lo que tiene es una capacidad muy grande de instalación de tema y de ataque a partir de cuentas muy robustas, con muchos seguidores y con una autoridad muy grande dentro de la propia comunidad de trolls. Las redes son espacios jerárquicos, son espacios nodales, y lo que pasa es que hay un nodo alrededor, nodo es una serie de cuentas hablando alrededor de un tema, y esos nodos son bastante profesionales te diría, bastante pesados en cantidad de seguidores y en capacidad de instalar temas.

—Vos decís que no podés vincularlo directamente con la estructura de gobierno pero piensan como el oficialismo digamos.
—Sí, incluso por momentos lo corren un poco al oficialismo. Por ejemplo, pasó con la designación de la hermana de Triaca que justo esas cuentas tenían una actividad bastante particular, enojadas con esa designación. O sea que te diría que son los fans, los ultras. Lo que pasa es que esos ultras generan un problema que es un discurso público bastante violento y bastante roto en términos de escucha y de circulación democrática de la palabra.

—¿El troll es un fanático o es un opinador rentado?
—Pueden ser las dos cosas, un troll puede ser un fanático, incluso muchas veces puede ser un espacio de participación de militancia en algunos casos. Y después es un negocio. Por ejemplo, hablábamos antes del esquema ruso, la participación en Estados Unidos durante las elecciones de esquemas de trolls y de noticias falsas quedó demostrado que tenía mucho que ver también con un negocio. Por ejemplo había un grupo de macedonios que fabricaban noticias falsas para Hillary y para Trump y se dieron cuenta que los republicanos hacían más clics en las noticias que los demócratas, con lo cual empezaron a trabajar para Trump pero porque les generaba más ingresos.

—Era un negocio.
—Exactamente.

—O sea, la elección que dirimieron Hillary y Trump estuvo bien "trollizada".
—Bastante, sí. De hecho pasa algo particular que es tema de debate en el Congreso de los Estados Unidos en este momento, la influencia en redes sociales de trolls y bots especialmente rusos alrededor de la estrategia de campaña de Trump.

Trump vs. Hillary, batalla política… y en las redes durante el 2016

—¿Cómo te parece que debe mensurarse la legítima libre expresión con la protección de la información de mala fe o el dolo en esto?
—Mirá, en principio la tecnología siempre llega antes que la regulación, con lo cual tenemos la tecnología y no tenemos la regulación. No sé si hay una resolución a partir de legislación alrededor de esto, sí me parece que hay una responsabilidad en los actores sociales y en los líderes de opinión de no convertirse ellos en trolls. Porque muchas veces lo que habilita la palabra violenta o el ataque tiene que ver con reproducción de líderes de opinión de carne y hueso que participan en redes en una actitud bastante similar a la de un troll.

—Hiciste un análisis de interacciones cuando Ernesto Tenembaum estuvo en el programa de Mirtha Legrand con Gabriela Michetti. ¿Me contas qué viste ahí?
—Ahí lo que pasó fue que Ernesto Tenembaum tuvo intercambios de opiniones con Gabriela Michetti y en ese mismo momento una comunidad grande en Twitter sale a atacarlo con una particularidad que demuestra cierto nivel de organización atrás del ataque que es que se equivocaron con el apellido, entonces hubo mil quinientos tweets que terminaba el apellido en "n" en vez de en "m", que es como se escribe el apellido de Tenembaum. Con lo cual ahí se demostró rápidamente lo que pasaba, porque es bastante difícil convertir en tendencia un apellido equivocado si no hay atrás una organización. Y después lo que se detectaba era un esquema típico de ataque de ciber tropas; te diría que tiene que ver con una cantidad de retuits medio rara para cuentas que son manejadas manualmente, alrededor de un tuit cada veinte segundos, un retuit cada veinte segundos. Es bastante raro que haya una persona que durante dos horas hace doscientos cuarenta tweets o ciento veinte tweets.

—Y que se muestra como ama de casa, como persona común y corriente que está mirando la tele y retuitea cada veinte segundos.
—Claro.

—Cuesta creer que esto sea espontáneo, ¿no?
—Es que parte del desafío es que esas cuentas pasen como cuentas normales, como una cuenta más dentro de la comunidad para poder hacer que tengan participación disimulada en este tipo de acción.

—Seguro que después de esta nota vamos a tener algún "trolleo".
—Es muy probable. Esperemos que no sea mucho.

—¿Y cómo te manejas vos personalmente con eso?
—No, en principio con la premisa de "no alimentes al troll", un poco es esa la conversación en redes. No contestando. Bloqueando cuando uno detecta efectivamente que son o cuentas falsas o que no pertenecen a personas reales. Y después con mucha paciencia y la verdad que bastante preocupado por hacia dónde va en términos del debate público si este tipo de organizaciones o este tipo de actitudes continúan no solo acá sino que te diría a nivel global. O sea, el vínculo trolls, bots y noticias falsas es un combo bastante complejo para la discusión democrática no solo en la Argentina.


—¿Sirve no solo bloquear sino denunciar en Twiter, pasa algo o no pasa nada?
—Pasa poco, Twitter es una red bastante poco amable a las denuncias. En parte por eso es la crisis que atraviesa, tiene que ver con que es una red con un debate bastante sucio. Pero de todas maneras sirve. Es lo único que podés hacer si alguien te molesta o te ataca, denunciarlo por acoso. es una forma de decirle a Twitter que esa cuenta está generando ruido en la comunidad.

—Mandale un mensaje a los trolls que nos están mirando o leyendo en este momento.
—En principio me parece que hay actitudes que deberían reverse en términos de no atacar a víctimas o no ensuciar el debate público. Sobre todo con mentiras o con información falsa muy pesada sobre algunos de los personajes sobre los que se trabaja.

—Imagino esta idea de un jefe de Gabinete o un ex presidente con, qué sé yo, yo con un grupo de señores en un cuarto diciendo "enter, enter".
—No, no, no veo eso como un escenario real, me parece que está mucho más organizado en células, mucho más alejado. Sí puede tener vínculo a partir de algunos espacios de militancia mucho más lejanos. Pero yo no me imagino a ningún responsable de comunicación de rango alto que esté atrás de o que esté encima de este tipo de prácticas. Aunque a veces te pueden beneficiar y sirven y dejás que corran, no es algo que incline mucho la balanza más allá de esto que hablábamos antes de cómo presiona a los líderes de opinión y a los periodistas a partir de evitar que opinen.

—A los que te quieren leer o te quieren seguir, ¿cómo hacen, dónde te encuentran? —La cuenta de Twitter, @lgalup 



miércoles, 25 de enero de 2017

Estados Unidos se Argentiniza... @dealgunamanera...

Lo nunca visto…

Not Welcome, Donald Trump. Foto: Pablo Temes.

Relato de horas afiebradas en el principal país de la Tierra. Semejanzas peligrosas.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 22/01/2017 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La presidencia de Donald Trump coloca a los Estados Unidos y al mundo ante una experiencia nunca vista. Nunca se vivió en la historia de este país la impactante circunstancia de un hombre que, sin ninguna experiencia en las arenas de la vida política, llegara a la Casa Blanca. Nunca se vivió una experiencia de un hombre que, estando absolutamente fuera del sistema del así llamado establishment político, llegara a la cumbre del poder de la nación más poderosa de la Tierra y de la democracia de mayor antigüedad y solidez en el mundo entero.

De tal enunciado dan muestra las numerosas anécdotas que jalonan la vida cotidiana en distintas partes de los Estados Unidos. En Nueva York, desde donde se origina esta nota, late el corazón de la resistencia contra Trump. Y la palabra es esa: resistencia y no oposición. Hillary Clinton, en la increíble elección que ganó por más de 3 millones de votos y perdió en el Colegio Electoral, obtuvo aquí una mayoría aplastante.

Al llegar el sábado pasado, en el vuelo que compartimos con Jorge Fontevecchia, nos sorprendió una noticia que causó gran revuelo: el congresista John Lewis expresaba sin cortapisa que Donald Trump no era un presidente legítimo. No fue lo único. Ambos tuvimos reminiscencias de tiempos duros para la prensa cuando vimos la volanta en la edición online de The New York Times, en la que se instaba a la gente a suscribirse al diario para apoyarlo. 

Esa reminiscencia nos llevó a los tiempos del fideicomiso de Perfil en los difíciles momentos en que el entonces presidente Néstor Kirchner buscó ahogar la sustentabilidad de Perfil con el objetivo de llevarlo a la quiebra y al cierre. En estos días aquí, hablando con algunos colegas, no son pocos los que por ser críticos del flamante mandatario temen represalias que busquen ahogarlos financieramente, a través de las presiones sobre los anunciantes.

Por primera vez en la historia de EE.UU. no surge sólo una fuerza opositora en la sociedad. Directamente se trata de una resistencia.

Todopoderoso.

Las designaciones del flamante presidente no han hecho más que confirmar las sospechas de que estamos en presencia de un hombre que siente que su posición lo coloca por arriba de la ley. Veamos.

Nombró a su yerno, Jared Kusher, como asesor en la Casa Blanca. Luego de que John Fitzgerald Kennedy hubiera nombrado a su hermano Robert como attorney general, se dictó una ley por la que se prohíbe la designación de familiares del presidente en cargos federales. Más allá de una modificación sancionada en 1978, que podría dar algún sustento a esta designación, los expertos en ética son contundentes: la designación de Kussher transgrede las normas vigentes.

Como secretario de Trabajo designó a Andy Puzder. Puzder es empresario, dueño de una cadena de restaurantes de comidas rápidas en California que se opone a las leyes laborales vigentes en el país. En realidad, no sólo se opone a conceptos como el del salario mínimo o los descansos en medio de la jornada laboral, sino que también violó leyes laborales. En 2013 fue denunciado porque la firma de su propiedad  no les pagó a sus gerentes las horas extras aun cuando les exigía estar de guardia las 24 horas del día.

Para la comisión de evaluación de las vacunas nombró a Robert Kennedy hijo, sobrino del ex presidente Kennedy, quien es un severo crítico de las vacunas e increíblemente pertenece a un grupo de desacreditados científicos que asocian las vacunas con el autismo, uno de los mayores disparates científicos de los últimos tiempos. Por estos días surgió a la consideración pública un para muchos olvidado tuit de Trump del año 2012 que decía: “Estudios dicen que el autismo está fuera de control; creció 78% en los últimos diez años. Paren de dar las monstruosas combinaciones de vacunas” (sic).

Como titular de la Agencia Protectora del Ambiente (EPA, Environmental Protection Agency) seleccionó a Scott Pruitt, un hombre proveniente de Oklahoma que niega el cambio climático y sus efectos. Pruitt será el ejecutor de la política de Trump para desmantelar todas las acciones realizadas durante las dos presidencias de Barack Obama tendientes a morigerar los efectos del calentamiento global.

La designación de Rex Tillerson como secretario de Estado –equivalente al ministro de Relaciones Exteriores– tampoco escapa a la controversia. Tillerson, ex CEO de Mobil Exxon, es conocido por sus relaciones de cercanía con Vladimir Putin, hecho altamente controversial en medio de las sospechas crecientes de injerencia del gobierno de Rusia en los comicios que ganó Trump.

El secretario del Tesoro tampoco les fue en saga a estas objeciones. Steven Mnuchin es un multimillonario que desarrolló una extensa carrera en Goldman Sachs. En el medio de su audiencia de confirmación ante el Senado, se vio en apuros cuando se reveló que le había ocultado a la Cámara alta 100 millones de dólares en patrimonio y cuando se supo que, además, es director de una cuenta bancaria en las Islas Caimán, un paraíso fiscal, hecho que no dejó de sorprender, encima teniendo en cuenta que una de las críticas del flamante  presidente apuntó contra los paraísos fiscales.

Y está también el caso de Betsy DeVos, la secretaria de Educación, que sostuvo que debía haber armas en los colegios debido a la presencia de osos.

La resistencia.

La asunción de Trump dio pie a un hecho absolutamente inusual en la historia política de los Estados Unidos: las manifestaciones de sectores opuestos al nuevo mandatario llamando a la resistencia. Esto es algo novedoso. Hasta aquí todos habían aceptado las normas de la convivencia política. La legitimidad de quien había sido electo no se discutía. Esto es lo nuevo que ha emergido en este momento involutivo en la vida política de este país.

En vista de esto, uno de los títulos más destacados del viernes lo tuvo el USA Today: “El país necesita un discurso de unidad”. Hacía alusión a las expectativas que había generado el discurso inaugural de Trump.

Desafortunadamente, como conté en la contratapa de Perfil de ayer, el presidente estuvo lejos de acercarse a ese objetivo. Fue un discurso disruptivo con la totalidad de la comunidad política constitutiva del así llamado establishment político de Washington.  

No es que no le asista la razón en cuanto al ambiente de intriga, transa y lobby que se vive alrededor de la dinámica política en la capital de los Estados Unidos. Lo paradójico es que Trump ya ha edificado su propio establishment. En su última conferencia de prensa, el ahora ex presidente Barack Obama señaló que el consejo más importante que le había dado a su sucesor era la necesidad de que completara buenos equipos de trabajo. La labor del presidente es de una magnitud y de una complejidad que no puede ser desempeñada por una sola persona. Habrá qué ver si su sucesor ha tomado su consejo.

El mensaje de Trump tuvo destinatarios muy precisos: sus votantes. Nada habló a aquellos que no lo votaron y que durante todo el día protestaron el viernes y ayer sábado en Washington, en Nueva York y en muchas otras ciudades de Estados Unidos y del mundo. El mensaje de Trump hacia sus votantes llegó en forma clara y directa. “Habla como yo” es una expresión que repitieron muchos de los que asistieron a la ceremonia de asunción cuando fueron consultados por los medios. 

Son ciudadanos pertenecientes a la clase media, con mayoría de trabajadores de los sectores industriales. A todos ellos, la transa de la dirigencia política los ha hartado. Todos aspiran a tener un mejor trabajo. Son víctimas del desastroso final de la presidencia de George Bush hijo, una crisis que remontó el gobierno de Obama pero que dejó muchos heridos.

Tanto las designaciones en su gabinete como las primeras medidas marcan que Trump se siente hasta por encima de la ley.

En el discurso estuvo presente fuertemente el concepto de que la mayoría de los problemas que enfrentan los Estados Unidos son culpas de otros. “Vamos a traer de nuevo los empleos que nos robaron”, fue una de sus frases que generó el entusiasmo de sus acólitos. En su discurso, Trump dibujó una nación  devastada, cosa que no se compatibiliza con la realidad. Los problemas existen, pero no en ese nivel ni en esa dimensión. Una estadística oficial muestra, por ejemplo, que la cantidad de personas que reciben el plan federal del llamado Temporary Assistance for Needy Families (Asistencia Temporaria para Familias Necesitadas) se redujo en más del 70% entre 1996 y 2016. En relación con la pérdida de puestos de trabajo, las cifras lo desmienten.

El desempleo en los Estados Unidos cayó del 10% en 2009 a menos del 5% en 2016. En relación con la producción, el Instituto de Estadísticas Laborales (Bureau of Labor Statitics) señala que la producción aumentó un 86% en los últimos cinco años. Aquí surge un tema que no está presente en el plan de acción del flamante presidente: el efecto de los avances tecnológicos sobre el mercado laboral.

Sinrazón.

Otro de los puntos increíbles del discurso de asunción fue la mención a la política de subsidios para fuerzas armadas de otros países. Las cifras son categóricas en cuanto a que Estados Unidos está a la cabeza de los gastos militares en relación con cualquier otra nación, incluyendo China y Rusia.

Finalmente, otra alusión que no refleja la realidad tiene que ver con el nivel de delito. Trump habló de un país asolado por el delito. Más allá de las variaciones entre distintas ciudades, la tasa de delito  bajó aquí.

Trump describió una nación en guerra. Y tal retrato genera inquietud en el mundo entero. Trump habló de una “America First”, que no se sabe muy bien qué quiere decir en el mundo de hoy. Ese era el discurso de Ronald Reagan en la década del 80, en el medio de la Guerra Fría. En un mundo globalizado, la idea de una nación cerrada sobre sí misma y a la vez líder mundial es antagónica.

El llamado a la unidad, que ocupó muy poco espacio en su corto discurso, se vio contradicho con las designaciones de su gabinete. Su concepto de un gobierno de la gente también.

Al momento de cerrar esta columna culminan las marchas de las mujeres. Me tocó cubrir la que se realizó en Nueva York. La multitud fue impresionante. La dureza de su mensaje, impactante. He aquí el surgimiento no de una oposición, sino de una resistencia que promete ser intensa. El mensaje es brutal: “Trump has to get to go” (Trump debe irse) y lo que en castellano sería “el pueblo unido, jamás será vencido”. Todo incompatible con los parámetros institucionales de este país.

El tiempo y las conductas de la ciudadanía darán cuenta del curso de esta instancia nunca vista en la historia de esta nación.



domingo, 13 de noviembre de 2016

Efecto Trump. La hora del shock… @dealgunamanera...

Efecto Trump. La hora del shock…

Raros peinados nuevos. Foto: Pablo Temes

Qué cosas definieron la elección. Macri, frente a una nueva y necesaria relación.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 13/11/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Un viaje de mil millas comienza con el primer paso”, es una famosa frase de Lao-Tse, filósofo chino –cuya existencia histórica es motivo de controversia– que pudo haber vivido alrededor del siglo VI o del siglo IV antes de Cristo.  La máxima contiene un mensaje claro: que nada se obtiene si nunca se intenta luchar por alcanzar un objetivo y que todo lo que vemos a nuestro alrededor tuvo un comienzo.

El largo, tortuoso y turbulento proceso que culminó con la elección de Donald Trump como el cuadragésimo quinto presidente de los Estados Unidos se enmarca a la perfección en el significado de esta ancestral frase. En esta hora de shock, muchísima gente dentro y fuera de los Estados Unidos debe estar preguntándose cómo, dónde y cuándo comenzó esta historia. La pregunta tiene una respuesta puntual y concreta que nos lleva al 7 de febrero de 2013. 

Ese día, Russ Steinberg, furioso por una andanada de críticas que Trump le había hecho a Barack Obama, le envió un tuit con el siguiente mensaje: “Si usted odia tanto a América, debería candidatearse a la Presidencia y arreglar las cosas”. Para su sorpresa, tal vez, Steinberg recibió una respuesta del magnate de los bienes raíces que, a la luz de los hechos, fue premonitoria: “Tené cuidado”.

In situ.

La elección de Donald Trump impacta por una razón muy simple: es la representación más brutal del antisistema que pone en jaque a la dirigencia política de los Estados Unidos y, por añadidura, del mundo.

Viví en los EE.UU. y lo recorrí de Este a Oeste y de Norte a Sur. Hablé, conocí y conviví con gente de ciudades grandes, medianas y pequeñas y de las zonas rurales. Hay un océano de diferencias entre el ciudadano medio nacido y criado en Manhattan y aquel nacido y criado en Amarillo (Texas), o en Verdad o Consecuencias (Nuevo México), o Galena (Illinois), o Akron (Ohio). En el así llamado “Deep USA”, el pensamiento de la mayoría de las personas es más simple y lineal. Desde esos lugares, Washington y su atmósfera representan algo que va contra sus  valores. “En Washington todo es corrupción”, es el slogan que resume el pensamiento de marras. La corrupción significa no sólo la indecencia sino también la indiferencia.
  
El impacto que este estado de cosas ha tenido sobre el habitante de esos lugares ha sido y es todavía mayor por la situación de crisis que aún castiga a buena parte de quienes ahí viven. El derrumbe de la economía de los Estados Unidos que ocurrió en 2008 y 2009 dejó secuelas terribles que todavía se sienten. El desempleo sigue siendo un gran problema al cual se le ha agregado otro de gran impacto: el empleo de mala calidad. Ese combo –corrupción política más crisis económica– constituyen el caldo de cultivo ideal para la aparición de personajes como Trump que con un discurso simple, populista, y agresivo cooptan la atención y el voto de esos muchos que no se sienten representados por lo establecido. Es lo que fue Hugo Chávez en Venezuela. Es lo que significa Jean-Marie Le Pen en Francia. Hay Trumps en todos los países del mundo.

Paradojas.

Es paradojal que a Barak Obama le suceda Donald Trump. Si hay algo pendular, es esa sucesión. Marca el cambio de humor que reina en los Estados Unidos. Obama encarnó una esperanza que entusiasmó a muchos pero que, lejos de cerrar las divisiones raciales, las exacerbó. La pérdida del entusiasmo se reflejó en la menor cantidad de votantes en estados clave en donde el actual presidente ganó con claridad en las elecciones de 2008 y de 2012. El agravamiento de las actitudes xenofóbicas se vio en la oleada de ataques y asesinatos de ciudadanos negros por parte de agentes de la policía, en hechos de gatillo fácil convalidados por la Justicia.

Si Trump cumple con sus promesas –y nada indica que haya llegado hasta aquí para no hacerlo– se viene un país difícil no sólo para muchos de sus ciudadanos sino también para el mundo. Un país proteccionista e imperial.

El gobierno de Macri ha quedado descolocado ante el triunfo de Trump. La apuesta por Hillary Clinton había sido expresada sin disimulo por la canciller Susana Malcorra, una imprudencia llamativa en una mujer con su experiencia de años en la ONU. Los comentarios críticos hacia la ministra de Relaciones Exteriores desde dentro del Gobierno fueron muchos y son muchos por estas horas. De todas maneras, Macri tiene la convicción de que la relación entre ambos gobiernos va a ser necesariamente buena.

¿Y ahora? 

Si bien el carácter de Trump es complicado, Macri va a poner lo mejor para que la relación sea armoniosa. “El mundo de la política está lleno de locos. No se puede sucumbir ante los locos, Macri ha desarrollado una capacidad de paciencia notable”, señalaba una voz de Cambiemos que supo desempeñarse como diplomático en Washington.

Con el triunfo de Trump preocupa que se eleven las tasas. La primera reacción de los mercados fueron tasas elevadas, a pesar de lo cual en el mundo de las finanzas se espera que se regularicen y se estabilicen.

El Presidente confía en relanzar su relación personal con Trump a quien lo imagina razonable y deseoso de establecer un buen vínculo mutuo.

Será también un desafío. Sus comentarios públicos y privados hacia el futuro presidente de los Estados Unidos no lo dejan bien parado. La historia de la relación entre los Macri y Trump tiene ribetes que parecen salidos de la ficción. Durante el secuestro de Mauricio Macri, su padre, presa de la desesperación, llegó a sospechar que Trump pudo haber estado directamente involucrado en el hecho ni más ni menos que como el instigador. La sospecha fue tan fuerte que hubo necesidad de establecer un contacto directo con el hoy presidente electo para que éste negara terminantemente cualquier relación con el hecho. De novela.

Producción periodística: Santiago Serra.


  

sábado, 6 de febrero de 2016

Paciencia... @dealgunamanera...

Paciencia…


Depende de la calidad del político que su período de gracia pueda prolongarse, pero siempre tiene un límite.

©  Escrito por Beatriz Sarlo el domingo 31/01/2016 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Incluso los simpatizantes de Macri han empezado a pensar que no reflexiona lo suficiente sobre la naturaleza política que, de modo inevitable, tienen todos sus actos. Quienes lo juzgan (otros políticos, dirigentes sociales, simples ciudadanos) sólo por confusión o amnesia podrían olvidar que ocupa el cargo ejecutivo máximo. Una vez en Balcarce 50, el efecto “hombre nuevo” se disuelve. Depende de la calidad del político que su período de gracia pueda prolongarse, pero siempre tiene un límite.

En cuanto empieza a gobernar, el presidente ya no puede presentarse invariablemente como encarnación de una voluntad general porque decide de acuerdo con ideas, prejuicios, intereses, compromisos. Durante un tiempo, hasta que se constituya una oposición que sepa qué busca, Macri tiene un campo abierto.

Sucedió con Menem, y un buen día nos dimos vuelta para comprobar que el caudillo de largas patillas y poncho colorado había cambiado la Argentina en un sentido que perjudicaba a millones: cierre de pequeñas empresas, desempleo, pobreza. Ese efecto de que las cosas sucedan de pronto, aunque, en realidad, no suceden tan velozmente, es lo que obtienen los presidentes al llegar. Se le da el nombre de período de gracia. Los que se saltean la historia lo llaman también “los cien días”, olvidando que esos cien días son los que llevaron a Napoleón de la prisión en la isla de Elba a la derrota de Waterloo, no a la restauración de su poder. En este período de gracia, el político tiene la oportunidad de presentarse como representante del bien común, porque sólo después se verá a quién favorecen en verdad sus decisiones.

Macri, durante toda su campaña electoral, dijo que representaba a la gente y la voluntad de los que querían un cambio. Todos los políticos que pretenden ocupar el centro deben matarse para que les crean justamente eso: que representan a los rurales y a los industriales, a los que pagan impuestos y a los que los evaden, a los pobres y a los ricos, a los que quieren mayor igualdad y a los que quieren conservar el lugar que ocupan. Si no lograran convencer de esta universalidad futura a una parte del electorado, no ganarían las elecciones. Por el contrario, deben sostener que el candidato que los enfrenta representa sólo una fracción. Con Scioli esto era bastante fácil, ya que Cristina todavía no había aflojado sus garras sobre el Frente para la Victoria.

Hasta que se arme una oposición que sepa qué busca, Macri tiene un campo abierto.

Perón ganó elecciones definiendo con nitidez su campo y el campo que debía ser derrotado. Lo mismo hizo Yrigoyen. Alfonsín llegó a la presidencia compitiendo de manera abierta: prometió el juicio a las Juntas y enfrentó al peronismo que aceptaba la autoamnistía de los militares. De la Rúa llegó señalando la corrupción de Menem, pero también apelando a un programa que prometía favores para todos los sectores medios: en primer lugar, conservar la funesta equivalencia cortoplacista de peso y dólar. Cristina compitió siempre porque, si está en el estilo de Macri ser indiferente a las grandes discusiones, estuvo en el estilo de Cristina intervenir y cortar en todas las ocasiones que pensó que le servían. Ni el estilo de Macri (indiferente a las ideas: pragmático, que le dicen) ni el de Cristina (de gallo de riña) es propio de los buenos políticos.

Quienes hoy sigan los debates presidenciales de Estados Unidos pueden asombrarse de las diferencias abismales que existen entre Donald Trump y los demócratas Bernie Sanders y Hillary Clinton. Los futuros votantes de uno u otro están perfectamente al tanto de que tienen programas radicalmente diferentes. Después, gane quien gane, el sistema político americano (como lo explica con brevedad y precisión Marcos Novaro en su Manual del votante perplejo) se encargará de equilibrar y controlar; incluso, en algunas circunstancias, de hacer imposible el cumplimiento del programa por el cual los ciudadanos eligieron un presidente.

Macri tuvo tiempo para una misa, dos dirigentes de fútbol y un museo, no para entidades de DD.HH.

Sobre equilibrios y controles, veamos el currículum de Macri. En la ciudad de Buenos Aires fue el jefe de gobierno que usó el veto cada vez que no le gustó lo que se votaba. Según Chequeado.com, sólo Ibarra vetó más leyes que Macri en proporción a las aprobadas; y nadie vetó más que Macri en términos absolutos. El veto más macrista de toda la gestión de Macri es el de la mitad de los artículos que regulaban la ley de publicidad oficial: vetó que se prohibiera usar en ella el logo y los colores del PRO. Se dirá: no hay que juzgar a un político sólo por su pasado. En efecto: hay que esperar, deseando mientras tanto que Rodríguez Larreta no entregue otros terrenos a Boca, mediante una licitación que parece hecha para arrancar una sonrisa de placer a dos presidentes, el de Boca y el de la República.

Nota al pie. La paciencia como virtud política tiene sus límites. Ser paciente no implica aceptar cualquier cosa. Macri debió recibir a los organismos de derechos humanos que le pidieron una audiencia, ya que esta semana tuvo tiempo para asistir a una misa en Córdoba por el cura Brochero con reunión de gabinete posterior, conversar con dos dirigentes del fútbol y visitar la exposición de Roberto Plate en el Museo de Bellas Artes, lo cual, por lo menos, mejora su cultura.