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domingo, 18 de diciembre de 2022

Cinismo e inflación… @dealgunamaneraok...

 Cinismo e inflación… 

Volador. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes

La debacle inflacionaria se sostiene sobre una irracionalidad que construye su subrelato.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 17/12/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, república Argentina. 

La inflación sigue siendo el principal problema del Gobierno. Económico y político. El 4,9% registrado en el mes de noviembre generó suspicacias entre los analistas, festejos dentro del Frente de Todos contra Todos y hasta algunas reacciones desmedidas, como la de la portavoz presidencial, Gabriela Cerruti, que dijo muy suelta de cuerpo que “entramos en un proceso de descenso de la inflación, lo notamos todos los que vamos al supermercado”. El nivel de cinismo y de pérdida de contacto con la realidad es una marca registrada del oficialismo. Sin embargo, desde el ala dura de la coalición no se lo dejaron pasar: “La gente está sufriendo y resignando cantidad y calidad cada vez que va a hacer las compras. Es inadmisible que ante la primera señal de una leve mejora alguien salga a hacer este tipo de declaraciones. El horno no está para bollos. Nos mancha a todos”.

Pero ¿qué le hace una mancha más a un tigre que ya se parece a una pantera?

Está claro que la suba de los precios sigue generando un daño irreparable en los consumidores argentinos.

El país sigue entre las naciones más afectadas por este flagelo y acumula un 92,4% anual. La semana pasada, el Banco Central de la República Argentina publicó el último Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM).

Las consultoras y las entidades bancarias que participan de esa encuesta habían pronosticado un IPC de 6,1% para noviembre –el contraste generó algunas suspicacias respecto al número final–, también calcularon que subiría a 6,3% en diciembre y que sería del 6% en enero, Descendería en febrero al 5,9% y volvería a retomar la senda alcista en marzo al 6,2% impulsado por motivos estacionales.

El Gobierno sigue aferrado a lo simbólico. De eso se nutre para construir su subrelato. Por eso es tan importante cerrar el año con una inflación por debajo del 100%. Sin embargo, los consultores esperan que el año que viene termine con una inflación anual nuevamente muy cercana a esa cifra innombrable.

Desde lo político ya hemos narrado en esta columna la irracionalidad que sostiene y explica la debacle inflacionaria. El gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, es quien endulza los oídos de la vice en funciones con los cuentos de empresarios buenos y malos, teorías conspirativas y recetas de látigo y banquito. Son tal para cual. Los dos sostienen que el elevado gasto público y la descontrolada expansión monetaria no alteran los precios. Dale a la maquinita hasta que reviente.

Déjà vù. Por si todo esto fuera poco, gran parte de la economía argentina se encuentra paralizada por el abrupto cierre de importaciones como medida para cuidar las alicaídas reservas del BCRA. Cualquier similitud con la época del “supersecretario” de Comercio Interior Guillermo Moreno es pura coincidencia. Pasaron diez años de aquel gran fracaso y la historia se repite. Empresas que no pueden operar, suspensión de personal y adelantos de vacaciones. No entran productos terminados pero tampoco insumos, incluidos medicamentos de primera necesidad para patologías crónicas que afectan la calidad de vida de los pacientes. En estos casos se registran demoras de 45 días para aprobar el ingreso de algunos medicamentos. Pero hay más ejemplos: metales para la fabricación de herramientas, plásticos y chips para tarjetas de crédito, alimento para animales y hasta insumos para contenedores domésticos de alimentos. Nada funciona con normalidad en el país donde lo anormal es la regla.

Rápido de reflejos, el presidente Alberto Fernández dijo –entre otras cosas– hace exactamente una semana en el reportaje que le concedió a Jorge Fontevecchia, publicado en la edición impresa de este diario, que “este gobierno también es el gobierno de Cristina”. No piensa hundirse solo. El problema es que, efectivamente, está cada vez más solo y distanciado de los intendentes y los gobernadores de peso. Pasa sus horas haciendo equilibrio para ganar tiempo. Sus chances se esfuman mientras repite que las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias) son una buena herramienta para dirimir el frente interno de cara a las elecciones, con la esperanza de tener alguna chance real de competir de manera digna. Las cosas tampoco están fáciles para la arquitecta egipcia, ahora condenada en primera instancia. Detesta su situación y la amenaza de no presentarse a ningún cargo electivo en las próximas elecciones tiene más que ver con la realidad que con un intento de operativo clamor: como están las cosas al día de hoy, nadie le asegura un triunfo. Por eso el debate en el seno del FdT tiene que ver con la ausencia de su figura en las boletas. Esa orfandad hace más difíciles las chances para quien quiera que se pruebe el traje de candidato ya sea un gobernador peronista, el ministro del Interior Wado de Pedro o el propio ministro de Economía Sergio Massa.

En la oposición el descalabro sigue. Diego Santilli lanzaría su candidatura a gobernador provincial en los primeros días de febrero. Acto seguido, lo haría Horacio Rodríguez Larreta. La relación con Mauricio Macri sigue fría. El témpano de hielo se instaló cuando el expresidente rompió los planes más o menos acordados y propuso a Cristian Ritondo en lugar de Santilli. La Unión Cívica Radical sigue siendo un misterio. Lo único seguro es que mantiene su encono por el destrato que recibió dentro de Cambiemos en la última gestión. Hay dirigentes que no olvidan pero suman al desconcierto general que pone en riesgo las chances de empezar a construir una Argentina coherente.

Si Argentina gana esta tarde el duelo ante Francia, el Gobierno debería ser muy cuidadoso en el uso político de un posible triunfo. La gente no es tonta, y el propio plantel albiceleste se ha venido cuidando mucho de no quedar como rehén de quienes quieren servirse de él.

El pan y circo es hoy una fórmula agotada.



  

domingo, 13 de noviembre de 2022

Inflación. Medidas retrógradas… dealgunamaneraok...

 Inflación. Medidas retrógradas… 


Justito, justito, Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes. 

Sergio Massa debió ceder y aplicó un nuevo control de precios a pedido de Cristina Kirchner. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 12/11/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina. 


Sergio Massa, quien admitió tiempo atrás que se sentía como “el plomero del Titanic”, no da abasto. Siguiendo con esa metáfora, la Argentina es un barco demasiado grande y su casco tiene agujeros por todos lados. La línea de flotación del oficialismo sigue en riesgo y el fuego amigo no le permite trabajar con la independencia que al ministro le gustaría. El programa denominado Precios Justos para alimentos, higiene y productos asociados a la canasta básica no es otra cosa que la misma vieja receta que el kirchnerismo adora porque le permite intervenir en la microeconomía –señalando a buenos y malos– y desarrollar su afán de control con cierto sesgo autoritario.


El ministro y líder del Frente Renovador sabe que, una vez más, le han torcido el brazo. Ha tenido que negociar con Cristina Fernández de Kirchner vía Axel Kicillof y aceptar una medida retrógrada que no es de su agrado.

Los controles de precios nunca dieron resultado, pero son fundamentales para el relato de omnipotencia del kirchnerismo, que se empecina en repetirlos una y otra vez con distinto nombre como si los ciudadanos no se dieran cuenta de que los espera el mismo calvario: un resultado efímero con faltantes en las góndolas, envases más chicos y largas caminatas para conseguir precio y producto como si no tuvieran que trabajar y ocuparse de los avatares que dominan su vida por estos tiempos. Mientras Massa intenta reparar con curitas y torniquetes las fisuras de este Titanic con rumbo de iceberg, la gente sigue padeciendo las consecuencias de la impericia del oficialismo. Pasamos del plan “vamos viendo” al plan “aguantar como sea”. No hay destino de crecimiento, todo el Gobierno está desmembrado y minado por sus propias desavenencias internas. Distintos tipos de dólar, inflación cerca de los tres dígitos, ausencia de reservas en el Banco Central y un débil control de precios como solución inmediata. Todo esto no hace sino confirmar el anacronismo que representa el kirchnerismo. Es un déjà vu permanente que no hace otra cosa que agravar los serios problemas socioeconómicos que padece nuestro país.


El propio Gabriel Rubinstein, virtual viceministro de Economía –que tuvo que pedir perdón a la vicepresidenta por sus tuits críticos contra su excelentísima persona y contra todo el kirchnerismo para poder asumir–, resumió lo que piensa en un hilo de Twitter: “Precios Justos es solo un paso. Solo una pieza pero bien importante del andamiaje que nos permitirá mejoras ulteriores”. Una justificación débil de alguien que parecería estar intentando convencerse a sí mismo. La respuesta de los usuarios de la red no tardó en llegar con capturas de pantalla de los tiempos en los que el propio Rubinstein denostaba el plan de Precios Cuidados y otras ilusiones kirchneristas. El viceministro no es el único que tiene problemas para resistir el archivo. El mismísimo Sergio Massa reconoció públicamente en el programa A dos voces ante la pregunta de Edgardo Alfano sobre la posibilidad de suspender las PASO: “A mí me condena Google con ese tema”. Eso es una verdad a medias. El buscador más famoso de la web no condena a nadie, sino que expone las contradicciones y vaivenes constantes de las personas sin palabra que generan falta de credibilidad. 

Gabriela Cerruti volvió a ser noticia por su impericia y falta de tacto. Cuando la portavoz presidencial recibió a la ministra de Igualdad de España, Irene Montero, la invitó a recorrer la Casa Rosada y se refirió al homenaje que familiares de las víctimas del covid habían hecho a sus fallecidos como “las piedras que puso la derecha”. La pandemia dejó más de 130 mil muertos –de manera oficial–. Más de 130 mil familias perdieron a sus seres queridos –muchas de ellas no han podido siquiera darle un último adiós–.


Cerruti debería recordar al menos dos cosas: en primer lugar, que su gobierno fue y es responsable por el mal manejo de la pandemia con cuarentenas eternas, violaciones flagrantes a los derechos humanos –como en el caso de Formosa– vacunatorios vip y fiestas en Olivos organizadas por la primera dama con la presencia del propio Presidente. En segundo lugar, debería saber que el trabajo de portavoz es una tarea sumamente importante que implica respeto por sus colegas, veracidad o, al menos, verosimilitud, para representar la voz oficial ante temas de interés público. Cerruti viene haciendo de su penoso alarde de arrogancia una religión, del maltrato un estilo, del absurdo una constante y de la verborragia incontenible una patología que no cesa. “El pez por la boca muere”, reza el dicho popular. Por su ofensa a las víctimas de la pandemia y sus familias y por su inoperancia y falta de capacidad profesional, la portavoz debería tener algo de dignidad y presentar la renuncia a su cargo. Los fanáticos hacen daño dondequiera que se desempeñen.


La oposición también es parte del problema en el cual está inmersa la Argentina. Después de varios días turbulentos, en el PRO ataron con alambres la calma necesaria para no descarrilar de nuevo. La coalición no se va a romper. Saben que si lo hicieran, sus aspiraciones de reconquistar el poder serían nulas. Por eso –y a modo de anuncio o reiteración – se dijo que María Eugenia Vidal –hoy completamente desangelada–, Horacio Rodríguez Larreta –devenido en equilibrista– y Patricia Bullrich –la temperamental– son los candidatos del espacio. Pero todos vuelven a mirar con desconfianza a Mauricio Macri, que sigue escondiendo las cartas para conservar su cuota de poder y posicionarse como la opción necesaria para zanjar todas las diferencias o, más bien, todo lo contrario.

La oposición se comporta como si ya hubiese ganado las elecciones, algo que los manuales elementales de política desaconsejan. Con el eslogan “La gente ya cambió” creen que será suficiente para lograr los cambios profundos que harán falta para reganar el sendero del crecimiento genuino. Tamaña sobresimplificación de la realidad no deja de sorprender.





   

domingo, 23 de octubre de 2022

Caos. Maraña sin salida... @dealgunamaneraok...

 Caos. Maraña sin salida... 

‘Intrai per lo cammino alto e silvestro’. Entré por el camino duro y salvaje. El Dante Alighieri. Dibujo: Pablo Temes 

 A la mitad del andar de nuestra vida.
Perdido me encontré en selva oscura.
Hallando que la salida directa estaba perdida”

Así comienza el Canto I de La Divina Comedia, la monumental obra de Dante Alighieri. Pertenece al Infierno y representa la situación del protagonista que, en el medio de su vida, se encuentra atrapado en una maraña de la que no encuentra la salida. Bien podría este párrafo ilustrar la situación por la que atraviesa el Gobierno en general y, el Presidente, en particular. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 22 de Octubre de 2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República Argentina.

Es una situación inédita en la política vernácula desde la recuperación de la democracia. Fernando de la Rúa supo enfrentarse con un Marcelo Tinelli que se hallaba con el poder que le daba el apogeo de su popularidad. Alberto Fernández, en cambio, se ha entreverado en una disputa sin destino con “Alpha”, un ignoto participante del reality Gran Hermano que bien podría enmarcarse dentro de lo que, en la jerga popular, se define como un “chanta”. Para darle a todo esto una cuota más de surrealismo mágico, que bien le hubiera costado imaginar tanto a Gabriel García Márquez como a Mario Vargas Llosa, alguno de los periodistas de renombre adictos al kirchnerismo, han desplegado una profusa argumentación en pro de la idea de que, dicho personaje, no es sino un agente del gobierno de los Estados Unidos que, a través de la Paramount Pictures, procura dañar políticamente al Dr. Fernández. Así de simple y turbadora es la degradación del kirchnerismo que, de tener como enemigos a los popes de las finanzas internacionales y a los líderes de las potencias capitalistas del mundo, ha pasado a tener como tales a una confabulación pergeñada por personajes marginales como los integrantes de “la banda de los copitos” o advenedizos como “Alpha”. 

En este caso, la competencia político-institucional es del ministro.

Las cosas que dicen en estricto “off the record” varios de los ministros y secretarios del gabinete nacional, reflejan un azoro poco común. Algunos creyeron que la querella del Presidente contra el de la noche a la mañana devenida célebre participante del reality de Telefe era una fake news. Otros, en cambio, pensaron que era sólo una broma. “Hay que irse de acá lo antes posible”, hizo saber a sus colaboradores más estrechos uno de esos funcionarios que está buscando volver a su terruño municipal. Con matices, todos coinciden en que Fernández –fogoneado por su portavoz– volvió a banalizar la comunicación política: “Sigue convencido de que es un buen comunicador y se la pasa pergeñando ideas erróneas junto a Cerruti. Los resultados están a la vista” –señalan con enojo.

El kirchnerismo duro está que brama. Los que la han escuchado a 
Cristina Fernández de Kirchner subrayan que su enojo para con el Presidente es creciente. El descalificativo terminado en “tudo” que la vicepresidenta utiliza de consueto para maltratar a muchos de sus secuaces, es ahora crecientemente aplicado para maltratar al Dr. Fernández, cuyo discurso ante los empresarios en el Coloquio de IDEA la irritó profundamente. 

El reino del parche

A los caídos en desgracia con la ex presidenta en funciones se sumó la portavoz del Gobierno, a quien también le aplica el descalificativo terminado en este caso – en “tuda”. Para colmo, Alberto Fernández se encaprichó en gritar a los cuatro vientos que su legado será su “decencia”, pero como –desde hace tiempo– se ha venido esmerando en dañar la credibilidad de su palabra y su coherencia se hace cada vez más difícil tomarlo en serio. 
 

En La Cámpora, lo que reina es el espanto. Esto se da en un marco particularmente intenso en el que la organización que lidera Máximo Kirchner sostiene una batalla en varios frentes. Una de esas batallas –que es de una creciente intensidad– la sostiene el hijo de la vicepresidenta contra Axel Kicillof. El presente del gobernador de la Provincia de Buenos Aires luce complicado. Y su futuro, también. Intenta sin éxito colar alguna idea en el rumbo que ha tomado Sergio Massa 

Pero el ministro es casi un “artista” de la arena política. “Sergio le da participación en los diálogos, escucha, pero es él quien decide”. En buen romance juega a hacerle creer que tiene un lugar en la mesa de decisiones que no es tal. El gobernador bonaerense lo sabe. Su paciencia se agota, pero también se agotan sus aliados en el círculo de poder. El líder de La Cámpora se encarga personalmente de limar su figura. Se detestan.

En medio de este juego de vanidades la economía real se desmorona. Las reservas del BCRA vuelven a encender las alarmas. Un hombre de la línea de la institución lo describió así: “No dejaban de venir empresarios a pedir ampliación de cupos para importar. La respuesta era la misma para todos. Ya no sabíamos cómo caretearla.

Ahora ni eso, hay resignación. Pero cuando necesiten insumos van a volver”. La duración de la relativa calma cambiaría es todavía una incógnita. El dólar Qatar trajo más problemas que beneficios. Asociaciones de Bancos, Tarjetas de crédito y Procesadores aún no saben cómo aplicar los cambios.

U
n banquero se preguntó entre incrédulo y enojado: “¿Para qué lanzan medidas sin analizar antes de saber su viabilidad?”. Puro sentido común. Es que adaptar los softwares y desarrollar planes de emergencia no es tarea de un día para el otro. 

El éxodo en el 
Gobierno es la otra gran preocupación, no tanto por la pericia de los caídos –claro está– sino porque en cada renuncia se hace más difícil encontrar funcionarios capaces que tengan intenciones de subirse a este barco. El problema es que la embarcación se llama Argentina y tristemente todos estamos a bordo de ella




   

martes, 13 de septiembre de 2022

El reino del parche… @dealgunamaneraok...

 El reino del parche…

La Argentina, un país donde el corto plazo es la única vara para medir los actos del Gobierno. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 10/09/2022 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
 

La Argentina es el reino del parche del día a día. El corto plazo es la única vara con la que se miden los actos de gobierno.

La calma cambiaria no durará mucho. Un industrial lo describió a la perfección: “La liquidación del dólar soja –que otorga un tipo de cambio de 200 pesos por dólar– es pan para hoy y hambre para mañana. ¿Qué pasará a partir del 1° de octubre, cuando haya caducado esta maniobra?”, se preguntó la fuente con tono de incertidumbre. Enseguida agregó que el sistema, además de ser selectivo, es injusto ya que otros sectores de la economía necesitan su dólar diferenciado.

En el Banco Central (BCRA) sigue la cola de empresarios que van a solicitar ampliar el cupo de importaciones para poder producir. La respuesta es la misma para todos: “Salvo para salud y otros indispensables, no hay plata”; es parte del plan “vamos viendo”.


Tanta es la incoherencia, que el último viernes el mismísimo BCRA emitió un llamativo comunicado en el que expresaba su crítica hacia esta devaluación selectiva con la que no está de acuerdo no solo el presidente de la entidad, Miguel Pesce, sino también Axel Kicillof. El gobernador de la provincia de Buenos Aires no comparte para nada esta decisión del equipo económico.


La gira del ministro Sergio Massa, abundante en fotos y gacetillas con las que su equipo de comunicación fatiga las casillas de correo de las redacciones de diarios y estaciones de radio y televisión desde las primeras horas de la mañana hasta bien entrada la noche, es la muestra de la disociación que se vive al interior del gobierno del Frente de Todos contra Todos. Varios de los que conversaron con el ministro coincidieron en sus conclusiones: “Tiene un discurso que acá cae bien. El problema es que cuando se le hacen preguntas concretas sobre el cepo, la brecha cambiaria, la repatriación de utilidades y el discurso del Gobierno, comienza a hacer agua”, señalan esos interlocutores.

El problema político que enfrenta Massa se llama Cristina Fernández de Kirchner. Ella y el kirchnerismo duro representan la antítesis de lo que el ministro expone. A eso se le agrega la postura del kirchnerismo por Cuba, Nicaragua y Venezuela. Este doble discurso es nocivo para la gestión del ministro.

En el Fondo Monetario Internacional hay voluntad de ayudarlo. Eso es lo que le prometieron los funcionarios del gobierno de Joe Biden que son clave en el directorio de la entidad. Sobre lo que pasó en estos meses habrá una mirada piadosa. El asunto será el futuro. Y ahí aparecerá otra vez la problemática interna del Gobierno.


Mientras tanto, aquí, los discursos oficialistas que siguieron luego del atentado sufrido por la expresidenta en funciones no hicieron más que echar leña al fuego. Alberto Fernández sigue culpando a la oposición y a los periodistas independientes. Victoria Donda revivió la idea de lanzar una ley contra los discursos de odio. ¿Quién determinaría qué críticas son aceptables o bien intencionadas? Un plan sin pies ni cabeza que tuvo que ser desmentido –a medias– por la portavoz Gabriela Cerruti, que atinó a decir que la legislación existe y que “lo que hay que hacer es cumplir con la legislación vigente y poner en debate de qué estamos hablando cuando hablamos de discursos de odio”. Más polémica para embarrar la cancha en un país que ya no tolera más giros ideológicos.

Desde la oposición contraatacan: “Al Gobierno lo único que le interesa es silenciar voces, victimizarse, borrar del mapa la Justicia independiente y poner la democracia contra las cuerdas”.


El mejor ejemplo fueron las palabras del senador por Formosa, José Mayans –un “digno” exponente de lo que es el régimen de Gildo Insfrán–, que dijo muy suelto de cuerpo que para alcanzar la paz social hay que frenar el juicio por la causa Vialidad. Más claro, agua. La extorsión está en marcha.

“La jefa es el centro de todo, y así debe ser. Nosotros no comulgamos con ningún ajuste, la ineptitud del Presidente tensó la cuerda al máximo, ahora lo único que importa es protegerla, pero de verdad”, señalaron desde el Patria.

Por eso careció de toda credibilidad la convocatoria de último momento que el Gobierno hizo para convocar a referentes de la oposición a la polémica misa de hoy en Luján que, además, generó una intensa discusión y enojo al interior de la Iglesia argentina, cuyo episcopado expresa una fenomenal falta de liderazgo que alimentan internas que la carcomen.


La convocatoria por la paz y la unidad hecha por la Iglesia fue transformada en una misa por el kirchnerismo, en un acto de apoyo a CFK. Por eso nadie respondió a los muchos llamados que el ministro del Interior –un exégeta del doble discurso– hizo en las últimas horas para convencer a opositores de participar en la ceremonia religiosa en la Basílica de Luján. ¿Cómo creerle a alguien que un día señala que las críticas del periodismo al Gobierno fueron la base del atentado contra CFK, que además afirmó que si condenaban a Cristina quemaban todo, y que luego invita a la oposición a “bajar un cambio”?

El kirchnerismo ha observado que el abyecto uso político que ha hecho del repudiable –y afortunadamente fallido– atentado contra su vida sufrido por CFK no ha tenido el resultado esperado. Las encuestas encargadas por el Gobierno muestran un alto grado de incredulidad de los sectores que no le son afines que, hoy en día, son mayoritarios.


La intención del Gobierno de aprovechar el estrépito producido por el intento de magnicidio para tapar la dura realidad socioeconómica del país ha fracasado. Cuando esta semana que comienza se conozca el índice de inflación, el Gobierno se verá otra vez con la cruda realidad que complica la vida de toda la ciudadanía y para la cual las soluciones no aparecen.

Adenda: el martes pasado falleció Magdalena Ruiz Guiñazú.

Magdalena no solo fue una persona de intachable rectitud, valentía y honestidad periodística, sino también de coraje ciudadano. Esta columna está dedicada a su memoria.