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viernes, 10 de abril de 2020

"En este momento todos los economistas nos volvemos keynesianos”... @dealgunamanera...

Loser: "En este momento todos los economistas nos volvemos keynesianos”

En este momento todos los economistas nos volvemos keynesianos.

El ex director del FMI dijo que el modelo de bienestar tiene aplicación para enfrentar la crisis económica producida por la pandemia. Planteó que la reestructuración de la deuda externa debe darse "de manera amistosa y que los acreedores tienen que entender que tienen que perder".

© Publicado por el viernes 10/04/2020 por el Diario El Cronista de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República ed los Argentinos.

El economista Claudio Loser sugirió hoy “buscar los libros de Keynes y volver a leerlos” y aseguró que “en este momento todos los economistas nos volvemos keynesianos”.

En ese sentido, el pensamiento de Keynes “es totalmente relevante hoy en día y tiene que verse como la solución de hoy”, apuntó el ex director para el hemisferio occidental del FMI.

Remarcó que en el contexto de la pandemia por el coronavirus. “Hay elementos similares con la crisis del ‘30 en términos de la magnitud de la caída de la economía, estamos en una situación de profunda crisis económica por razones no económicas”, analizó.

Claudio Loser: "Hay elementos similares con la crisis del 30

Claudio Loser, ex director del FMI para el hemisferio occidental, sobre las consecuencias del coronavirus en la economía: "Hay elementos similares con la crisis del 30 en términos de la magnitud de la caída de la economía, estamos una situación de profunda crisis económicas por razones no económicas". 

De la pandemia también dijo: "Tiene una determinada vida pero dado que el resto del mundo está en lo mismo hay menos demanda de productos". Y señaló: "Hay una caída de la producción que está llevando al mundo a una situación muy complicada y le pega directamente a Argentina (...) 

Otro elemento es que no tiene la capacidad de compensar como otros países". De la deuda externa señaló: "No hay duda que hay de que reestructurarla en forma amistosa como están haciendo países como Ecuador".



Loser señaló que “la caída de producción está llevando al  mundo a una situación muy complicada y eso va a pegar directamente en Argentina”. Y añadió que “no queda más remedios que tomar medidas para incentivar la economía, pero no todos los países tienen recursos para darse ese lujo”.

En declaraciones a FM La Patriada, Loser fue consultado por la deuda externa. En ese sentido, expresó que “no hay duda que hay que reestructurar la deuda" y agregó que esa reestructuración debe ser "en forma amistosa como están haciendo países como Ecuador”.

“Los acreedores van a a tener que entender que esta situación va a tener que ser resuelta con una quita, los acreedores van a tener que perder”.

Y completó en cuanto a Argentina que “algo de espacio hay para pagar este año. No es una situación de todo o nada”.




sábado, 27 de julio de 2019

"Cristina Kirchner va a ajustar con apoyo popular, culpando a Macri"... @dealgunamanera...

Guillermo Calvo: "Cristina Kirchner va a ajustar con apoyo popular, culpando a Macri"...

El economista y profesor de la Universidad de Columbia, Guillermo Calvo. Fotografía: NA

El economista opinó sobre cómo será el panorama económico luego de las elecciones. Cuestionó el rol del Banco Central y el acuerdo con el FMI.

© Publicado el sábado 27/06/2019 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.


Guillermo Calvo, economista argentino y académico de la Universidad de Columbia, habló sobre la situación económica actual y los posibles escenarios en caso de que en las próximas elecciones sea reelecto el presidente Mauricio Macri o se imponga su rival, Alberto Fernández, quien encabeza la fórmula junto a la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

En una entrevista brindada al medio de Chile Diario Financiero, el economista sostuvo que entre ambos candidatos considera que “Cristina es lo mejor que le puede pasar al país” porque "va a aplicar el ajuste con apoyo popular, culpando al gobernante previo".

El académico aclaró que "ninguno de los dos" va a hacer que los problemas de la economía desaparezcan. Y consideró que "no está a favor de Cristina ni de su gente", aunque reconoció que —en caso de ganar— la expresidenta "puede mirar para atrás y decir ‘miren el lío que nos dejó este hombre. 

Ahora yo tengo que hacer el ajuste que él debió haber hecho y que no hizo'". "De repente Cristina es lo mejor que le puede pasar al país, curiosamente. Porque va a aplicar el ajuste con apoyo popular, culpando al gobernante previo", amplió.

Sobre la reacción que puedan tener los mercados, Calvo opinó que ante un triunfo del oficialismo los inversionistas "tienen más tiempo para sacar su plata", porque "Macri no ha mostrado ninguna capacidad de manejar esta situación. Más bien la ha empeorado". 

Calvo consideró además que "un gobierno con Cristina puede ser más creíble que el de Macri" porque según su visión, el jefe de Estado asumiría con pocos votos, en minorías legislativa, y sin la capacidad de reconocer errores previos. Además anticipó que en un segundo mandato esperaría un ajuste "muy malo". Macri va a necesitar a una persona de prestigio, pero no sé si esas personas van a querer ser parte de su gobierno. Está muy quemado", vaticinó el profesor universitario.

El acuerdo con el Fondo ayudó a que la economía no explotara, dijo Guillermo Clavo

Sobre el rol del acuerdo con el FMI, diagnosticó que es aún difícil saber si es bueno o malo. Destacó que "ayudó a que no explotara" la crisis económica, pero no ayudó a normalizar la situación. "Lo que hizo el Fondo fue poner un montón de plata encima de la mesa y decir no lo toquen. Y cuando tuvieron autorización para tocarlo, lo tocaron mal”, explicó a Diario Financiero.

A.G./F.F.

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jueves, 18 de julio de 2019

Economía Argentina: deuda externa y fuga de capitales… @dealgunamanera...

Economía Argentina: deuda externa y fuga de capitales…
Dólares. Fotografía: Nikolay Frolochkin en Pixabay.

Los capitales argentinos fugados o en cajas fuertes ascienden los 300 mil millones de dólares, aproximadamente el monto que le debe al FMI.

© Escrito por el Diputado Nacional Eduardo Conesa el jueves 18/07/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Desde fines del decenio de los setentas del siglo XX nuestro país cayó en la trampa de contratar enormes deudas públicas externas que han servido para financiar la fuga de capitales arruinar la mecánica del desarrollo económico argentino. La trampa comienza de la siguiente manera: el gobierno nacional emite bonos en los mercados internacionales de capital con el asesoramiento de diferentes bancos de inversión como Credit Suisse First Boston, JPMorgan, Goldman and Sachs, etc, etc. La selección de estos bancos varía según las preferencias de los ministros de economía. Estos bancos cobran jugosas comisiones para colocar dichos bonos en los mercados internacionales de capital y son seleccionados a dedo, sin licitación pública.

Luego las deudas así contratadas sirven para enjugar déficit fiscales de los distintos gobiernos ineptos que supimos conseguir. Pero el exceso de oferta de dólares artificiales, provenientes de la deuda externa en el mercado local de cambios, sirve también al propósito no querido de sobrevaluar nuestra moneda y abaratar el dólar. En efecto, al ofrecer los dólares en el mercado de cambios para hacerse de pesos y poder así enjugar los déficit fiscales en pesos, nuestros gobiernos, sin querer, rebajan artificialmente el valor del dólar en nuestro mercado de cambios, y de esta manera alientan la compra de dólares por parte del sector privado argentino, que no es tonto, y compra lo que está barato. Estos dólares se envían al exterior, o se guardan en cajas fuertes, o en el colchón. Por eso es que los capitales argentinos fugados al exterior, o en las cajas fuertes del país, alcanzan a más de 300 mil millones de dólares, suma que es aproximadamente equivalente al monto de la deuda externa argentina.


Pero además, el dólar barato desalienta las exportaciones e impulsa las importaciones provocando así fuertes déficit en nuestra balanza de pagos con el exterior. Estos déficits de balanza de pagos requieren, para ser enjugados, más endeudamiento externo todavía y así caemos en la trampa de una deuda externa inmensa e impagable que nos trae toda clase de conflictos, tales como los juicios que incorporaron contra nuestro país los fondos buitres de Nueva York.

Peor aún: para los países en desarrollo, un motor esencial del crecimiento económico necesario para salir de la pobreza es el aumento sostenido de las exportaciones. Pero si éstas se desalientan por el dólar barato, no hay desarrollo económico ni mejoramiento del nivel de vida popular. 

Pero además, cuando el dólar está barato, las tasas de interés en el mercado interno de capitales se tornan altísimas. Se trata de una conocida e inexorable ley de la economía política. Por ejemplo, en estos días las tasas de las Lelics del Banco Central rinden un interés del 59% anual y las PYMES pagan más del 80% de interés por el crédito bancario, todo ello contra una tasa de inflación prevista del 30%. A su vez, las altas tasas de interés reales desalientan la inversión, provocan quiebras de empresas y retroceso de nuestra economía. Consecuentemente, en el primer trimestre del año en curso, el PBI cayó en un 5,8% y la tasa de inversión en nuestro país no llegó al 15%, la más baja de América Latina. Y por ello también la desocupación superó el 10%.


Las enormes y frecuentes variaciones en el tipo de cambio real y en la tasa de interés real han transformado a la economía argentina en un casino. Al respecto es bueno recordar que Keynes afirmaba que lo peor que se puede hacer con la economía de un país es transformarla en un casino. Un casino es la economía argentina desde hace 70 años. Por esta razón no crecemos

Por el contrario, toda buena política de desarrollo económico debe mantener constante el tipo de cambio real a un nivel competitivo mediante la indexación del tipo de cambio con el índice de precios al consumidor. Por otra parte, la tasa de interés debe mantenerse baja en términos reales para alentar la inversión. La recomendación de indexar el tipo de cambio con el índice de precios al consumidor es especialmente válida para la Argentina, si pretendemos integrarla a Europa, a  América y al Asia, como añora el Presidente Macri. La indexación del tipo de cambio fue precisamente la gran recomendación de Bela Balassa para los países en desarrollo que sufrían procesos inflacionarios. Cabe recordar que este economista fue quizá el más importante experto en integración económica de finales del siglo XX.

Algunos temen que la indexación formal del tipo de cambio y de los ahorros que propiciamos acelere la inflación, pero se equivocan pues desde hace ya 70 años, la economía argentina está indexada, pero desordenada e irracionalmente. Milton Friedman, el reconocido premio Nobel, afirmaba que lo peor de la inflación es la distorsión de los precios relativos que ella provoca, pero que una inflación pareja y previsible es inocua. Sostenemos que el ataque a la inflación debe hacerse mediante el superávit fiscal y el aumento del ahorro privado, inducido precisamente por la indexación de los depósitos bancarios a plazo fijo en pesos. Nunca por la vía de retrasar el tipo de cambio.


Por el contrario, en nuestro país se puso de moda la falsa teoría que sostiene que el dólar barato mejora el nivel de vida de la población y permite ganar las elecciones. Esta trampa puede llevarse a cabo en el muy corto plazo con grandes riesgos y a costa de la fuga de capitales y del verdadero crecimiento de largo plazo. Desde 2007 a 2015 la ex Presidenta Cristina Kirchner ensayó esta falsa teoría con falsos índices, controles de cambio y cepos, y el casino fracasó.

Lamentablemente, el actual ministro de economía, Nicolás Dujovne, adoptó la misma falsa teoría como estrategia nacional, pero por la vía del endeudamiento externo, sin cepos. Su predilección por el endeudamiento puede apreciarse leyendo sus artículos periodísticos publicados en el diario La Nación, en 2016.

Lamentablemente, Dujovne embaucó al Presidente Macri con su falsa teoría. Al ponerla en práctica, el ministro, terminó agotando la capacidad de endeudamiento del país hacia abril de 2018. Luego consiguió el salvavidas del Fondo Monetario Internacional, prestamista de última instancia, con cuya ayuda logró sobrevaluar y estabilizar momentáneamente el tipo de cambio a 43 pesos por dólar, con tasas de interés por las nubes y más casino. La dificultad vendrá después, cuando haya que repagar toda esa deuda externa inútil e innecesaria


martes, 12 de marzo de 2019

Vivir en banda… @dealgunamanera...

Vivir en banda…

VERDE DESESPERANZA. Nicolás Dujovne. Dibujo: Pablo Temes

La franja fijada al tipo de cambio es la madre del temblor financiero. Aspiración y voto útil.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

"No estamos preocupados por el dólar”. Fue una de las frases de la semana. La pronunció el ministro de la Producción, Dante Sica. Fue la misma frase que se dijo desde el Gobierno cuando ya arreciaba la corrida cambiaria de abril del año pasado, que fue el origen de la crisis económica de la cual no se termina de salir.

Curioso que un hombre de la experiencia de Sica no haya aprendido la lección de la historia que demuestra lo riesgoso que es para un gobierno tapar el sol con la palma de la mano y no entender, además, el afecto que el aumento del dólar tiene sobre los precios de los productos de consumo masivo.  

La tendencia que se percibe en los así llamados es a acompañar la apreciación del dólar, que  a fin de septiembre estuvo en $ 42, lejos de ese máximo que hoy sería $ 52, arriba de la banda. Igual, la Argentina exagera los movimientos de los países emergentes y de Latinoamérica.

Hay que tener en cuenta que tiene mucho impacto el desacople de las elecciones de los gobernadores y la no recuperación en las encuestas de Mauricio Macri. Faltaba explicitar políticamente un plan B para Cambiemos. No solo no hay un plan económico, no hay plan político alternativo a un Mauricio Macri que se desbarranca en los sondeos.

Medidas. Desde el BCRA anunciaron que reducirán el ritmo de aumento de la banda. Con esa medida vuelven a equivocarse lamentablemente. La raíz del problema es que el Fondo Monetario Internacional no tendría que haber autorizado una banda tan amplia y generar un margen de intervención donde la parte superior de la banda fuera más baja.

No tiene sentido tener una banda cambiaria donde el tope es $ 50, si cuando el dólar llega a $ 43 tiembla el Banco Central y la Casa de Gobierno. Fijar el límite en $ 50 es ridículamente alto.

No hay oferta de dólares para los dólares financieros que exceden la demanda de los dólares comerciales que tiene el mercado. El Gobierno se ilusiona con los dólares que proveerán el campo y el mismo FMI. Nada de esto parece tranquilizar a los mercados porque el riesgo país ha escalado esta semana hasta tocar los 800 puntos.

Si en el aspecto macroeconómico las cosas no andan bien, en el ámbito de la llamada economía real el panorama es igualmente malo. Es lo que evidencian las suspensiones en las empresas automotrices, que en 2017 fueron una de las estrellas de la tenue primavera de recuperación que ensoberbeció al oficialismo y, sobre todo, al PRO.

Cuando hay industria automotriz, el sector industrial va a donde va la industria automotriz, y esta última tiene una perspectiva muy mala para este año. Hay una drástica caída en unidades ensambladas y esto se refleja en la cantidad de chapa que encargan. “Estábamos en un millón de unidades por año, pero este año vamos a estar en 450 mil aproximadamente. La industria está trabajando con esas cantidades y ahí es que se empieza a suspender personal”, explica un consultor económico.

Efectos. Las consecuencias políticas que este desbarajuste de la economía está produciendo en el interior de Cambiemos son cada vez más difíciles de ocultar. Cambiemos cruje. El pretendido optimismo de Marcos Peña del que participa el Presidente es cada vez más difícil de verificar en la realidad. La calle hoy destila desencanto, frustración, enojo y angustia. Y estamos hablando de la calle que refleja el pensamiento y el sentir de muchos de los que votaron al actual gobierno. Esas voces afirman con rotundez dos cosas: no quieren el regreso al poder de Cristina Fernández de Kirchner pero tampoco quieren a Macri. Están ávidos de algo diferente. Y si la opción es Macri o CFK, lo votarán al Presidente pero con resignación. Macri ha acabado con sus esperanzas de un futuro mejor.

Hoy, el Gobierno enfrenta un test electoral con repercusión nacional: la elección a gobernador en la provincia de Neuquén. En una disputa muy pareja, se encendió una luz naranja en la mismísima Casa Rosada: la posibilidad cierta de que el candidato del kirchnerismo, Ramón Rioseco, gane. De hecho, los que conocen la intimidad de Balcarce 50 señalan que las encuestas que por allí circulan le dan una ventaja de 2 a 3 puntos. De confirmarse ese resultado sería un verdadero mandoble a la mandíbula del oficialismo.

Neuquén, con Vaca Muerta, ha sido el mascarón de proa del nuevo modelo productivo y de desarrollo al que ha apostado el Gobierno. Macri ha exhibido Vaca Muerta como emblema de su gestión. Una derrota allí a manos de Rioseco dejaría a esa provincia de capital importancia para el desarrollo energético del país en manos del kirchnerismo. Eso complicaría toda la estrategia de desarrollo energético ideada por el Gobierno. Además de esta circunstancia, Neuquén debería representar un alerta para Cambiemos: si en esa provincia donde se ha verificado un innegable florecimiento de la economía gana el candidato K, ¿qué futuro le aguardará en la mayoría de las otras en las que casi todo es penuria?

En estas últimas tensas horas, en forma subterránea se comenzó a trabajar la consigna del voto útil de Cambiemos, que significa que en vez de votar a su candidato, Horacio “Pechi” Quiroga, se lo haga por el actual gobernador, Omar Gutiérrez. Esto no es algo novedoso en la historia del PRO. Es lo que hizo en 2013 al votar por Sergio Massa y frenar así un triunfo del Frente para la Victoria, que le hubiera abierto la puerta al proyecto de reelección indefinida con el que soñaba CFK.

Juntos o revueltos. El acto del peronismo en el microestadio de Ferro demostró lo difícil que le será concretar la unidad por la que muchos desesperan. El “vamos a volver” es la expresión de un revanchismo que anida en el kirchnerismo duro y que no puede augurar otra cosa que el fracaso. Lo reconoció con todas las letras Felipe Solá, allí presente. Habrá que ver si la ex presidenta lo comprende.

Donde no hay división es en la protección política que, ante su complicadísima situación judicial, le sigue dando el peronismo. Es lo que se vio tras el fallo de la Corte Suprema de ordenar la prisión preventiva de CFK. Las evidencias en su contra son apabullantes: el testimonio más arrasador de todos los recolectados en las diferentes causas que enfrenta ha sido y es el de su ex contador Víctor Manzanares.

Pero eso poco parece importarles a quienes la protegen. He ahí, un augurio de impunidad.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




lunes, 4 de marzo de 2019

Confesión de la debilidad… @dealgunamanera...

Confesión de la debilidad…


Sirve comenzar por un contraste impresionante: la magnitud del ruidazo en Plaza de Mayo, el viernes a la noche, y la ignorancia de la mayoría mediática. Sirve porque hablaremos de debilidades, y esa ignorancia lo es. 

© Escrito por Eduardo Aliverti el lunes 04/03/2019 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

De manera causal, el discurso de Macri empalmó con una de las peores semanas noticiosas de su gobierno.

La paralización de la planta de Peugeot, durante todo marzo para empezar, es un ejemplo reforzado de que prácticamente no va quedando nada en pie aunque la afirmación pueda parecer exagerada. Por algún motivo, la situación similar en Honda no tuvo el mismo rebote mediático y, por una parte, en lo cuantitativo son sólo ejemplos agregados. Pero marcas de ese tipo son simbólicamente muy fuertes respecto del tamaño de la crisis, como en la semana anterior lo fue la embotelladora de Coca Cola. Se suman ahora los tarifazos recargados en la vuelta de las vacaciones, con la canasta escolar a bote para unas clases que tampoco empiezan. A decenas de pymes cerradas por día en todo el país y con cerca de 200 mil empleos formales perdidos desde que llegó la revolución de la alegría, el Presidente divagó sobre una realidad paralela, de una dimensión desconocida.

A esta altura, si lo hizo porque le habla a su nosotros, que son ellos, o porque vive en una burbuja indescriptible, es una discusión ociosa.  

Por si faltaba ratificarlo, y esto no corre “riesgo” de considerarse como una evaluación subjetiva, Macri habló rodeado de una soledad callejera estremecedora. No había nadie afuera del Congreso en su apoyo. Nadie. Y fueron muy pocos, por no decir ninguno, quienes en la escena de papel, audiovisual, o digital, salieron a defender sus desvaríos.

Apenas, en el círculo rojo mediático, hubo una columna extravagante de Joaquín Morales Solá.

El colega, digamos, habló de un cierre del discurso macrista emparentable con la “épica” de las apelaciones públicas de Raúl Alfonsín.

Increíble. Comparar siquiera en ápices la labia de Macri con la del ex líder radical, uno de los más grandes oradores de nuestra historia política, es de un volumen resistente a adjetivos. Esa genuflexión integra el tronco de mostrar debilidad.

El Presidente sabe –cabría suponer- que el desierto de manifestaciones en su respaldo no puede ser contrapuesto a través de los micros choriplaneros de la gestión previa, como acusan trolls y globertos en la cloaca de las redes y en la de los medios adictos. Sabe que la pasión infantiloide que intentó transmitir no mueve un pelo, ni apenas entre fogosos que no tiene excepto por el fanatismo del odio gorila. Ese aborrecimiento es hereditario, mucho antes que de barra propia. Y de eso se habló quizá sin la remarcación merecida: ni en sus mejores momentos –cuando la arremetida rumbo al balotaje de 2015, en sus primeros meses de gobierno e incluso al ganar las elecciones de 2017- Macri fue capaz de enamorar a sus más fieles.

Desde el viernes hay alguna polémica, en los circuitos del análisis de discurso, sobre si esta vez  el coaching duranbarbista fue adecuado.

Se dice que sí porque no se trataba de intervención parlamentaria sino del lanzamiento de campaña, para mostrar a un verdadero jefe de Estado que se ratifica en sus convicciones.

Se dice que no (en la interpretación de quien firma es así) porque no se puede couchear la autenticidad con alguien completamente carente de carisma.

Se dice que habrá que ver, porque falta observar en la cancha la tozudez de un Macri “cristinizado”, agresivo, con gestos infrecuentes dispuestos al golpe por golpe.

Se dice que lo entrenaron bien para eso, pero sin prevenir que las burlas de la bancada opositora lo sacarían de quicio más de la cuenta. 

Para reiterar lo ya publicado personalmente en este diario, al cabo de ese disparate discursivo frente a la Asamblea Legislativa, no hay fonoaudióloga ni entrenamiento -visto ya cómo gobierna, de sobra- que pueda transformar en convincente a quien asegura que estamos viviendo en Disneylandia.

Sin embargo, esas apreciaciones, todas, son secundarias frente a un hecho determinante: cualquier fuere la opinión de cada quien sobre el efecto eficaz u horrible de un Macri sobreactuado, lo principal es que la única carta que parecería quedarle es técnica. Publicitaria, pero ya con tres años y pico de gestión encima.

Lo constatable es que el Gobierno no tiene más nada que ofrecer desde datos estadísticos y/o perceptibles como síntoma de mejora colectiva. Que el debate-núcleo pase a ser, como ocurre en estas horas, si Macri enojado es una táctica apta, inútil o más o menos, refleja una notable ausencia de cartuchos cambiemitas. Por ahora.

Simultáneamente, contra las obviedades del quejismo descriptivo, el vacío y la irrespetuosidad del discurso de Macri insisten con devolver la pelota a campo contrario. Cuál relato se le opone, superador de sufrir y denunciar.

Más aún, es válido re-admitir que la indignación despertada desde el viernes a la mañana pasa por los politizados del palo. Los intelectualmente inquietos. Afuera de eso hay un mundo de indiferentes y desencantados que no escucharon el discurso ni durante ni después, que a lo sumo miran y no ven los títulos periodísticos, que no se conmueven sino por otras cosas de la penetración mediática hegemónica y de salvaciones individualistas.

Esa noticia es mala o buena, según sea que los displicentes ya no se conmueven por nada o que algo sea capaz de renovarles algunas expectativas. Aun las más módicas son imprescindibles en tiempos de semejante frustración, estupor, incertidumbre.

Macri abrió el juego de que no tiene más cartas, excepto la de probar con desencajarse. Curiosamente, entre tantísimas omisiones, no habló del campo ni de la cosecha. Sólo de confianza en y del Fondo Monetario.

Es un signo de debilidad, que podrá ser tremenda si la oposición sabe mover.


viernes, 1 de marzo de 2019

Mauricio Macri en el Congreso… @dealgunamanera…

Estamos mal, eso prueba que vamos bien…


Una hora clavada habló el presidente Mauricio Macri. Sería un ejercicio interesante (y masoquista) observar la pieza sin sonido. Se notaría, aún más, cuán envejecido está el mandatario incluso debajo de la gruesa capa de maquillaje. Se percibiría un rostro entre tenso y enfurecido, sin concesión a una sonrisa o a un rictus amable ni siquiera cuando aludió al futuro pum para arriba. Están pasando cosas y el lenguaje corporal las denuncia.

© Escrito por Mario Wainfeld - mwainfeld@pagina12.com.ar -el viernes 01/03/2019 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Con sonido, seguramente, la expresión más repetida fue “cambio profundo” con variantes mínimas. La cantidad de aplausos oficialistas, interminable. Una de las mayores ovaciones de las bancadas oficialistas premió al DNU sobre extinción de dominio, un desaire al propio Congreso. La incongruencia atañe a oficialistas de dos poderes.

Se vivieron momentos más psicóticos. Por ejemplo, cuando Macri enunció la reducción de la pobreza, la baja de la inflación, el crecimiento y la creación de empleo supuestamente sucedidos hasta 2018. Con subterfugios y gambeta corta, aceptó que ese cuadro es pasado, que el presente es distinto. Agreguemos: con indicadores deprimentes. A no mortificarse, martilló el mandatario, estamos sentando las bases, los cimientos, tendiendo puentes, construyendo futuro.

En los primeros minutos Macri situó el origen de los problemas argentinos más allá de la “herencia recibida”, los remitió a 70 años atrás, “son estructurales”. Pero consagró buena parte de la hora a fustigar al kirchnerismo con tópicos recurrentes como la relación exclusiva con Irán y Venezuela, la entrada al mundo.

El único anuncio importante fue la elevación de la Asignación Universal por Hijo este mes un 46 por ciento. Sería un aumento interesante si cumple la promesa.

Los silencios merecen nombrarse: no se nombró al Fondo Monetario Internacional (FMI), ni a las palabras “tarifas” o “dólar”. No se enunció ninguna reforma laboral grata al oficialismo. Ni mentó “derechos”, vocablo y concepto al que es refractario.

Hubo menciones en varios tramos a las mujeres, sus derechos, compartibles críticas al abuso. Estaban guionadas, son estimulantes igual. Pero cuando Macri interpeló a la Asamblea, legisladoras y legisladores, usó el vocativo “señores”, lejos del lenguaje inclusivo y aún del protocolo de los maestros de ceremonias old fashion (“señoras y señores”).

Macri enalteció a las Pymes y a la apertura de fábricas, cuando su política económica lleva al cementerio a las empresas chicas o medianas y a la industria.

El discurso urdió un hilo gánico, auto contradictorio. Todas las dificultades y tropiezos, propone el presidente, comprueban que se está yendo por el buen camino. Los retrocesos imprevistos acreditan la razonabilidad del rumbo. Reformula a Bernardo Neustadt, propagandista del menemismo: que estemos mal evidencia que vamos bien.

Tres lapsus freudianos alteraron la lectura. El primero cuando anotició que se están protegiendo las fronteras con el auxilio del narcotráfico. Había querido decir “ejército”, no es lo mismo. Las cámaras de la TV pública, rutinarias y atentas, obviaron mostrar al ministro de Defensa Oscar Aguad.

El segundo comentó la “radiación social” del Norte argentino, queriendo hablar de la solar.

La frase “viendo qué trabas podemos renovar” fue el tercero menos saliente pero acaso no menos confesional.

El desplazamiento de la realidad fue el hilo clave. Habló de un futuro hipotético, dudoso y eludió todo lo posible las menciones sobre el presente, tangible. Se difundieron o difundirán en estos días la reducción del Producto Bruto Interno, la inflación, los cierres de industrias. Quedaron afuera del radar.

Terminó in crescendo, como debe ser, dejando la sensación de ir a un combate. Refirió haber recibido mensajes de tres mujeres argentinas, pobres y felices, un clásico de la publicidad duranbarbista. Reconoció que “muchos van a pensar que están peor que hace años”. En una de esas no es que lo piensen sino que lo están.

Sin nada que mostrar, sin mejor herramienta que colisionar contra el kirchnerismo, el hombre que enfeudó el porvenir con una deuda externa colosal y delegó el manejo de la economía al FMI alegó haber dejado atrás la “imposibilidad de hacernos cargos de nuestros problemas nosotros mismos”. 

La disociación con la realidad constituyó, junto a la soberbia, el karma del discurso sobre el que escribimos sobre tablas pronunciado en una sesión tumultuosa. Con las inmediaciones del Congreso cercadas como si estuviéramos en guerra o en el cónclave del G-20, el trance más dichoso que Macri pudo rescatar tras tres años largos de gestión.