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domingo, 23 de mayo de 2021

La vuelta a fase 1… @dealgunamaneraok...

 La vuelta a fase 1…


Corona mortal.Dibujo: Pablo Temes. 

Volvemos a ella, pese a la lógica kirchnerista que nos hace creer que lo que no se puede nombrar no existe.

Para el presidente Alberto Fernández la semana comenzó de una manera y terminó de otra completamente distinta. El pasado martes el primer mandatario había descartado volver a la fase 1 de la cuarentena en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). “No, ahí ya tengo un problema sociológico. La gente no lo resiste”, respondió de forma taxativa al ser consultado en Radio 10 sobre la posibilidad de volver a un cierre total de actividades. Aprovechó el espacio mediático amigo para chicanear a Horacio Rodríguez Larreta y lamentó “el tiempo que han perdido” desde el Gobierno porteño, en la discusión por la presencialidad en las aulas. Alguien debería decirle al Presidente que, en temas delicados, las oscilaciones tan bruscas no solo desconciertan a la gente, sino que dañan su credibilidad.

 

El punto de quiebre se produjo solo 24 h después, luego de las recomendaciones de los especialistas y de las charlas vía Zoom con los gobernadores. “Nadie controla nada, esperábamos más compromiso de la Ciudad y fueron bastante permisivos. Además los gobernadores expusieron su preocupación por lo que ocurre en sus distritos y dieron el visto bueno para elevar las restricciones pero la verdad es que también hay disgusto con ellos porque nadie quiere hacer el papel de malo. Por eso el Presidente tuvo que tomar el camino más duro”, se quejaron desde la Rosada.

 

En el anuncio se evitó hablar directamente de fase 1, pero, en esencia, las nuevas medidas van en esa dirección más allá de la lógica kirchnerista que pretende hacernos creer que lo que no se puede nombrar no existe. “Tenemos que pedirles a todas las jurisdicciones que vuelvan a poner los controles”, había dicho Alberto Fernández.

 

En su alocución del viernes por la tarde Axel Kicillof, como ya es su costumbre, aprovechó el tiempo para sobreactuar su extremismo y ahondar la grieta. Les pegó directamente a Horacio Rodríguez Larreta y a Mauricio Macri. Desde el Gobierno de la Ciudad agradecen sus esfuerzos: “Es lo único que puede hacer. Cuando las cosas no le salen la única herramienta que le queda es volver a instalar a JXC como el enemigo común. Por eso Horacio nunca le va a responder, sabe que es una estrategia para salir de su propio atolladero. El Conurbano es un descontrol y no tiene ninguna chance de revertir eso”, señalaron con dureza.


 

La vuelta a fase 1 es consecuencia directa del fracaso del plan de vacunación y de los errores en la negociación de los inóculos llevada adelante por el Gobierno. Santiago Cafiero terminó de reconocer esto último en la entrevista que le concedió ayer a CNN Radio.

 

Los números de la pandemia en la Argentina son duros: hay alrededor de 3,4 millones de contagiados por Covid y más de 72 mil argentinos fallecidos. Como dijo el senador Martín Lousteau, eso equivale, más o menos, a 1.411 tragedias de Once, 371 Cromañón y 111 guerras de Malvinas.

 

Además de eso, se produjo una caída de 10 puntos del PBI, a lo que hay que agregar que, bien ajustado, el desempleo es del 15% –contabilizando a la gente que ha dejado de buscar trabajo–. La inflación, que sigue su curso imparable, hace que la pobreza suba a niveles estremecedores. Y, por si esto fuera poco, ya han cerrado 23 mil empresas.


La situación de la economía complica día a día la gestión –si es que así se la puede llamar– de Martín Guzmán. Su pérdida de poder no se detiene. Con el transcurrir de los días la efervescencia creada alrededor de la gira europea realizada por el Presidente va sedimentando y, al hacerlo, se ve la pobreza de sus logros. La solución de la deuda está aún lejana. A ese frente externo se le agrega el interno, todo lo cual complica la gestión del ministro de Economía contra quien las críticas se multiplican. A ese abanico de reproches hacen un notable aporte las voces de los sectores del kirchnerismo duro, desde donde parten dardos llenos de inquina. Alguna vez –no hace mucho– Guzmán supo ser un mimado de CFK. Eso ya es historia.

 

El conflicto desatado con el campo por las exportaciones de carne terminará siendo un boomerang. “El Gobierno necesita bajar el precio del asado en tiempos electorales. Las elecciones de medio término es lo único que tienen en la mira. Si no, no se explica una medida que, más allá del precio actual de la carne, le provoca una pérdida de ingresos en dólares vía exportaciones que no se debería dar el lujo de resignar”, aseguró una fuente del sector. En efecto, la Argentina recibe un ingreso de unos 2.700 millones de dólares al año y el impacto por el cierre de las exportaciones por treinta días podría alcanzar unos US$ 250 millones. Puertas adentro, pelearse con el agro sigue estando en las primeras páginas del manual nac & pop.

 

Mientras esto ocurre, el kirchnerismo sigue avanzando en pos de lograr sus objetivos. El más importante es el de la suma del poder público. La gran batalla se dará en las elecciones de noviembre venidero. Pero, en el ínterin, Cristina Fernández de Kirchner arremete con fuerza. La nueva ley del Ministerio Público es su próximo objetivo. La aprobación del proyecto en las comisiones de Diputados marca la decisión del oficialismo de avanzar impúdicamente. Hoy no tienen los votos en la Cámara baja para la aprobación del proyecto. Por ello es que los próximos comicios serán clave. En el Gobierno apuestan todo a las vacunas. Las encuestas de varias consultoras están mostrando que, entre quienes recibieron el inóculo, el nivel de aprobación que logra el Gobierno aumenta. No es un dato menor. La oposición debería tomar nota de esta circunstancia.

 

Por otra parte, el audio que se filtró de la ex presidenta en funciones, preguntando a qué hora cerraba Rapanui, testimonia su desprecio no solo por la votación del proyecto sobre la participación de las mujeres en el sector pesquero, sino también por el valor que para la democracia tiene el rol del Congreso, que no es el de ser un simple validador de los proyectos del Poder Ejecutivo, tal como lo señala la Constitución Nacional que CFK prometió cumplir.



© Escrito por Nelson Castro y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

 

Producción periodística: Santiago Serra.






domingo, 9 de mayo de 2021

Turbulencias sin final. Fotos vs. Discursos… @dealgunamaneraok…

Fotos vs. Discursos 

First Worker! Joe Biden. Dibujo: Pablo Temes 

Las imágenes de unidad contradicen las salvajes internas de un gobierno que avanza sin dirección. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 08/05/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


Los actos a los que acude el Presidente de la Nación y su comitiva tienen por lógica y por seguridad una minuciosa puesta en escena que se debe respetar a raja tabla. “Democracia o partido judicial”, rezaban los carteles dispuestos a lo largo del camino que el presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner recorrieron antes de posar para la foto final del acto del jueves pasado en Ensenada. Era el comienzo de un nuevo ataque contra la Justicia, cuidadosamente diseñado. Nada fue casual en la disposición de cada uno de los presentes. 

 

Una anécdota describe a la perfección cómo se arman estas puestas en escena: corría el año 2012 y en una visita que CFK hizo al Parque Industrial de Pilar para la inauguración de planta de la empresa Fada Pharma, el personal de la custodia presidencial discutía los aspectos relativos a la seguridad con los funcionarios de la casa militar que estaban a cargo del operativo. Un gran mapa del terreno cubría la mesa principal. Todo estaba dispuesto estratégicamente para que la Presidenta no corriera riesgos ni sobresaltos. 

 

Establecidas las precauciones del caso, justo antes de finalizar la reunión reservada a unas pocas personas, una voz irrumpió en escena: “¿Dónde está el lugar reservado para los pibes? -se escuchó preguntar a un joven que parecía ajeno a la discusión. El personal de la Casa Militar lo fulminó con la mirada. Con una mezcla de inconsciencia e impertinencia el joven volvió a preguntar y advirtió: “Somos 100 militantes, decime a donde nos ubicamos porque sino va a haber quilombo. Siempre acompañamos a la jefa” -concluyó. El militar, experto en estrategias de custodia y tácticas defensivas, supo -en ese momento- que su pericia y su experiencia en el terreno importaban poco. No hubo peros, repreguntas ni reparos. En 5 minutos el operativo se modificó y “los pibes para la liberación” lograron un espacio privilegiado en la escena con sus consignas y pancartas. 

 

La Argentina es presa del pasado que siempre vuelve. 

 

“Saquen esta foto, es la foto de la unidad” dijo exaltado el presidente Alberto Fernández. El encuentro que se completó con la presencia de Axel Kicillof, CFK, Máximo Kirchner y Sergio Massa ocurrió en un predio de Ensenada en las casas que presentó el ministro de Hábitat y Vivienda, Jorge Ferraresi, tierra del kirchnerista Mario Secco.

 

“No fue una actitud que le sume como Presidente, lo dejó como rehén de la interna con el ala extrema de la coalición, una vez más. Si bien lo que dijo es cierto, estas cosas lo debilitan. No importa el tono con que las diga. La coalición no se va a romper ni habrá grandes cambios al menos hasta las elecciones pero la cosa está muy tirante”, reconocieron en el entorno del primer mandatario.

 

Movido. 

 

Fue una semana de turbulencias dentro del Frente Contra Todos. 

 

Que el Presidente haya tenido que salir a los gritos a pedir una foto como prueba de unidad, no hace más que confirmar los desencuentros que anidan en el oficialismo. Y no se trata de un hecho aislado. La confirmación de que el vapuleado ministro de Economía Martín Guzmán estará en el viaje presidencial a Europa opera en el mismo sentido. Por la envergadura de la gira, su ausencia habría sido la crónica de una muerte anunciada. Algo muy similar le ocurre al canciller Felipe Solá, que goza de cierta tranquilidad solamente porque en los últimos días no fue protagonista de ninguna situación incómoda. “A Guzmán le tacharon la doble hace rato.

 

El problema es que su falta de cintura política lo llevó a Alberto a forzar un respaldo que tuvo patas cortas”, se quejan en la Rosada masticando bronca. El enojo no es con el joven ministro sino con la crudeza de CFK y su entorno. Un ministro de Economía que no puede disponer de un subsecretario de Energía al que considera incapaz, un Presidente que sale a respaldar a su ministro y una vicepresidenta que los desautoriza a ambos.

 

El resultado es increíble y tira por la borda todos los manuales de educación cívica, estrategia política y hasta los libros de autoayuda: Guzmán sigue en el cargo, Federico Basualdo también y AF se mantiene descolocado y a merced de CFK y Axel Kicillof, que impusieron sus deseos y embarraron la cancha por enésima vez. 

 

La arremetida contra Guzmán no terminó ahí. Su rango de independencia para tomar decisiones se sigue achicando. El tope al aumento de las tarifas que decidió Cristina -y que fue el eje de la disputa con Basualdo-  pegó en la línea de flotación del plan macroeconómico del ministro. Pero pasada la mitad de la semana, el tiro de gracia llegó desde el Senado, espacio de poder que controla la vicepresidenta.

 

Hace 3 semanas informamos en esta columna que el ministro de Economía gozaba de cierto aire respecto a los vencimientos de deuda porque llegaban en su auxilio los fondos que le corresponden a la Argentina -y a otros países- por la emisión de los Derechos Especiales de Giro del FMI. Sin embargo, el bloque oficialista del Senado apretó el gatillo. Sin acompañamiento de Juntos por el Cambio le dio dictamen favorable al proyecto de declaración de Oscar Parrilli, que pide que el desembolso de 4350 millones de dólares del FMI sea usado para “paliar la pandemia” y no para pagar “deuda o intereses”. Como ya todos saben, Parrilli es Cristina. 

 

El viaje de Alberto Fernández a Europa tiene como uno de sus objetivos principales pedir ayuda en la negociación con el FMI en un momento muy particular, dado por la iniciativa de un grupo de setenta legisladores estadounidenses del Partido Demócrata, que presentaron un proyecto de resolución pidiéndole al presidente Joseph Biden que solicite al FMI la suspensión de todos los servicios de la deuda que los países -la Argentina, entre ellos- tienen con el organismo en septiembre y diciembre.

 

Sin embargo, ninguna de estos avatares ayudará si el Gobierno ata su accionar a los objetivos de CFK y sus secuaces. Gobernar creando conflictos y generando enemigos no lleva a ningún lado y hace perder oportunidades. Ya lo decía Séneca, cuando no se sabe a dónde ir, el viento a favor no lleva a ninguna parte.

 

Producción periodística: Santiago Serra. 






domingo, 25 de abril de 2021

Operativo desgaste. A la caza de Rodríguez Larreta… @dealgunamaneraok...

A la caza de Rodríguez Larreta…


El conflicto por la presencialidad aleja la posibilidad de utilizar a la educación como un recurso para luchar contra la grieta.

© Escrito por Nelson Castro el  domingo 25/04/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.


 

No se puede seguir responsabilizando a la gente por los incumplimientos en los cuidados personales y por la falta de conciencia social. Es probable que se haya dado ese mensaje, pero el alerta basado en ese punto nos terminó jugando en contra”, asegura un funcionario del gobierno nacional. La bronca con Axel Kicillof y Daniel Gollán continúa. Sobre todo por haber encabezado una voz de alarma que en rigor de verdad superó en contundencia a la del propio presidente.

 

La nueva estrategia luego de la falta de entendimiento y la judicialización de la presencialidad en la escuela es clara: desgastar la figura del jefe de Gobierno porteño. Los ejemplos sobran. La jugada de Carlos Zannini en su presentación ante el juez Furnari para limitar la asistencia a las aulas de la Ciudad fue el puntapié inicial. 

 

Le siguieron los incidentes en Lugano con 300 manifestantes del MTL Rebelde que quisieron ingresar al Ministerio de Desarrollo porteño en reclamo de alimentos e insumos textiles para una cooperativa vecinal. En el ínterin autoridades de la Provincia dejaron trascender que más de 75 mil porteños se habían vacunado en su distrito. Y hacia el final de la semana la titular del PAMI, la camporista Luana Volnovich, denunció por Twitter que el Gobierno de la Ciudad estaba atrasado en la vacunación a afiliados de PAMI y con vacunas en stock sin ser aplicadas.

 

Este último punto fue tan burdo como infantil, a pesar de la gravedad que implica esa denuncia, por su intencionalidad indisimulable que fue puesta de manifiesto apenas unas horas más tarde. Recordemos que el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta había solicitado más vacunas a la Nación para inocular adultos mayores. El kirchnerismo –experto en la utilización política de los recursos del Estado– le envió esas dosis al PAMI para no beneficiar a su rival en la Ciudad y que la administración de Larreta solo se encargue de la logística basándose en el padrón de afiliados de PAMI para la asignación de turnos.

 

Sin embargo, algo estaba mal. Cuando el equipo del gobierno porteño inició los llamados a los abuelos se encontró con una gran cantidad de irregularidades entre ausentes y fallecidos. Le pidieron una reunión a la cúpula de PAMI para resolver el problema que Volnovich se encargó de cancelar pocas horas antes del encuentro.

 

Acorralada por el papelón, decidió pasar al ataque y “denunciar” en las redes sociales que la Ciudad no estaba vacunando a los abuelos. Nuevo conflicto judicial en puerta a pesar de que a última hora del viernes se reunieron las segundas líneas de Salud de la Ciudad y de PAMI para encontrarle una solución al tema. Con este nivel de conflictividad resulta imposible llevar adelante cualquier política sanitaria. En el medio, está la gente.

 

Alberto Fernández y Kicillof también se reunieron esa misma tarde para analizar la situación en Provincia y el AMBA. Unas horas antes el ministro de Seguridad provincial Sergio Berni había dicho públicamente que se necesita una cuarentena total por dos o tres semanas. Más presión para sumar restricciones y una película que ya vimos la semana pasada. Segundas partes casi nunca fueron buenas. El avance de la segunda ola desnudó el fracaso del plan de vacunación y la incapacidad para afrontar una situación que, aunque parezca increíble, no fue prevista aun teniendo a Europa como espejo.

 

He aquí un punto clave para comprender lo que debió haberse hecho y no se hizo, circunstancia que permite entender el costo que para una sociedad representa la falta de jerarquía de la mayoría de su dirigencia política.

 

Una de las características de esta pandemia es que los hechos ocurren antes en el hemisferio norte que en el hemisferio sur. La segunda ola comenzó a manifestarse en Europa con toda su fuerza entre noviembre y diciembre del año pasado. El gobierno nacional debió haberse tomado de ello para ponerse a trabajar de inmediato en una estrategia para encararla. Cuando el Presidente habló del “relajamiento sanitario” –que nunca existió como tal– debió haber dicho “relajamiento político”.

 

Si se hace memoria, ese fue el tiempo en que Alberto Fernández se la pasaba hablando de los millones y millones de vacunas que llegarían al país entre enero y febrero. Fue esa una muestra clara de que no tenía la más remota idea de lo que estaba aconteciendo en el mundo con la disputas por el inóculo. Pero no solamente eso: tampoco estaba viendo lo que sucedía con la segunda ola. De haberlo hecho, hubiese comprendido que debía ponerse a trabajar con todas las fuerzas políticas en pos de preparar a un país –ya de por sí agobiado– para enfrentar ese desafío.

 

“Todos unidos triunfaremos”. 

 

Un desafío de las dimensiones de la pandemia producida por el covid-19-Sars2 demanda a una sociedad un esfuerzo fenomenal. Esa circunstancia pone a la dirigencia política frente a una obligación moral ineludible: actuar pensando solamente en el bien común, dejando de lado toda mezquindad. Quien debe dar el ejemplo al respecto es el Presidente. Lo que queda claro en este presente es  que Alberto Fernández viene haciendo exactamente lo opuesto. Haberse puesto al frente de la guerra contra Horacio Rodríguez Larreta y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires constituye un error garrafal. Es insólito que, en la reunión que hubo en la Casa Rosada el viernes a última hora de la tarde para analizar qué hacer ante la escasez de camas en hospitales y centros médicos privados y cómo seguir después del viernes próximo, no haya sido invitado a participar el jefe de Gobierno porteño.

 

La batalla por la presencialidad en las escuelas es un capítulo más de esa guerra. Lo que es increíble que AF no haya comprendido es que esa disputa política se traslada a la ciudadanía y arrasa con cualquier intento de tender puentes que permitan superar el ámbito de división por el que hoy en día transcurre la vida en nuestro país.

 

El conflicto originado por la presencialidad o no en la escuela tira a la basura la posibilidad de utilizar a la educación como un recurso fundamental para luchar contra la grieta. Los alumnos –niños y adolescentes– han pasado a ser rehenes y víctimas de esta situación. No hay idea del daño que esto significa.

 

El enemigo del presente es el Covid-19, no el que piensa distinto.

 

Producción periodística: Santiago Serra.







domingo, 18 de abril de 2021

Presidente Acosado… @dealgunamaneraok…

El pasado siempre vuelve…

 

La voz de su amo, Horacio Rodríguez Larreta. Dibujo: Pablo Temes.

Habría que volver a fase 1, pero Alberto Fernández no tiene autoridad moral para convencer. Cuando rompió con Larreta quemó las naves.

 


Largo es el camino que conduce del infierno hacia la luz. La segunda ola ha llegado a la Argentina con la misma fuerza con la cual aún se enseñorea en Europa. El Presidente parece comprender que para hacer frente a la magnitud que ha adquirido la pandemia es necesario promover la unidad y evitar los enfrentamientos. Esa descontaminación política permitirá entonces un trabajo mancomunado en pos de un objetivo clave que es convencer a la población sobre lo imprescindible que es el respeto a las normas de cuidados que comprenden la disminución de la circulación y de las reuniones sociales, el uso adecuado de los barbijos, el distanciamiento social y la higiene. Todo esto debería estar acompañado de una aceleración del proceso de vacunación y un aumento del número de testeos. 


De este menú, salvo un aumento irregular y aún escaso de los testeos, nada se ha puesto en práctica. Más bien, todo lo contrario.

 

No caben dudas de que, en la órbita de las medidas ideales, lo que debería hacerse en la Argentina es la vuelta a la fase 1. Pero hoy en día esto es impracticable. El Gobierno ha perdido autoridad para poner en práctica algo así. Pero no es solo eso; ha perdido también autoridad moral para convencer. Cuando Alberto Fernández decidió romper con Horacio Rodríguez Larreta –aquel día de septiembre del año pasado en el que le quitó fondos a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para acallar supuestamente la rebelión de la policía bonaerense– quemó las naves.

 

En vez de buscar acuerdos y soluciones, el Presidente –así como también Axel Kicillof y, obviamente Cristina Fernández de Kirchner– cree que todo se soluciona echándole la culpa por la realidad al jefe de Gobierno porteño. Bastan unos pocos segundos para demostrar que eso no es así.

 

Utilizando la metodología cerril del kirchnerismo de echar culpas a los otros, criticó a los profesionales de la salud atribuyéndoles un relajamiento que en verdad no existe y atribuyó a los chicos con capacidades diferentes no entender las medidas de protección. Solo un ignorante puede hacer semejantes afirmaciones que generaron repudio e indignación.

 

Acomplejado por la evidencia de su subordinación a la ex presidenta en funciones, AF intenta mostrarse como el real albacea del poder. Cree que eso se consigue adoptando medidas intempestivas en soledad y desoyendo el consejo de sus ministros, a los cuales deja pagando.

 

El claudicante presidente. 

 

El pasado miércoles 7 de abril, Alberto Fernández anunció desde la soledad de la quinta de Olivos la suspensión de reuniones sociales, el cierre de bares y restaurantes y la restricción para circular a partir de la medianoche. Más allá de la discusión por la limitación a la circulación, los mayores controles al uso del transporte público y los problemas que generaría a los ya golpeados comercios gastronómicos, la medida gozaba de cierta aprobación popular en el marco del crecimiento de casos de coronavirus que se venía produciendo sobre todo en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). Sin embargo, en su anuncio el Presidente facultó a los gobernadores a adoptar en forma temprana, medidas aún más duras para prevenir los contagios. La primera lectura de la situación señaló que el primer mandatario quiso compartir el costo político mientras el ala dura de la coalición gobernante lo criticaba por la tibieza del anuncio.

 

Axel Kicillof –una vez más– picó en punta. A solo dos días de las palabras del Presidente firmó el decreto provincial 178/2021 que habilitaba a la Provincia a suspender las clases presenciales y a extender la prohibición de circulación nocturna. El gobernador ya había hablado con Cristina Fernández de Kirchner y, al mismo tiempo, le hacía un guiño a la dirigencia de los gremios docentes que se quejaban de los supuestos peligros de la presencialidad. La jugada ya estaba consumada y dejó al jefe de Estado entre la espada y la pared. “No sé si se hubiera animado a avanzar solo pero quedó en evidencia el desgaste al que sometieron a Alberto para que avance y cierre todo. Lo quemaron”, asegura una fuente que conoce los detalles de la interna.

 

Lo que ocurrió en los días previos al segundo mensaje del Presidente –el miércoles 14– ya es historia conocida. Daniel Gollán, ministro de Salud provincial –junto a su vice, Nicolás Kreplak–, salió a ejercer presión con el aval de Kicillof para que se adopten medidas más duras. El principal argumento utilizado fue el posible colapso del sistema sanitario.


El martes 13, en medio de esta avanzada, su par de Nación, Carla Vizzotti, tuvo que salir a aclarar que “el sistema no estaba colapsado” y que “solo estamos viendo un aumento acelerado de casos”.

 

No hacerlo hubiera sido admitir que la estrategia nacional de contención de la enfermedad había fracasado. Nada de eso importó para el gobernador bonaerense, quien siguió adelante con su accionar hasta que, en la noche del miércoles pasado, un abrumado Alberto Fernández anunció las nuevas restricciones y la polémica suspensión de clases presenciales. En este contexto, cerca del Presidente insisten en que “la decisión la tomó en soledad, observando el crecimiento de la curva de contagios y luego de escuchar las recomendaciones del comité que lo asesora”.

 

Es muy probable que haya sido así teniendo en cuenta que días antes advirtió que si tenía que perder las elecciones por cuidar a la gente, lo haría. También es cierto que la intempestiva presión ejercida por sus “socios” lo determina y lo condiciona. Si el avance del ala dura del Frente Contra Todos a favor del cierre total era imparable, no podía darse el lujo de quedar como un presidente blando ante propios y ajenos. Aun así, para gran parte del gabinete y de la opinión pública, volvió a ceder a los caprichos del Instituto Patria.

 

Triste final para una decisión presidencial que dejó en el camino y muy mal parados a su ministro de Educación, Nicolás Trotta; y a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, quienes insólitamente, ante tamaño desplante, no renunciaron. Se ve que, al igual que Alberto Fernández, tienen poco interés en cuidar el valor de su palabra.

 

Producción periodística: Santiago Serra.


© Escrito por Nelson Castro el domingo 18/04/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.






domingo, 7 de marzo de 2021

Tiempo de revanchas… @dealgunamaneraok...

 Tiempo de revanchas… 


Afinando, Alberto Fernández. Dibujo: Pablo Temes

El Presidente, profesor de Derecho, y la vice, una exitosa abogada, cargaron contra el Poder Judicial. 

© Escrito por Nelson Castro el sábado 06/03/2021 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos. 

Más nafta para avivar el fuego. El alegato de Cristina Kirchner en la causa dólar futuro transitó el camino por donde ella se siente más cómoda: una escenificación televisiva adecuadamente producida, el uso del despacho de la presidencia del Senado, una gestualidad ampulosa y un discurso de barricada de fuerte contenido político que le sirvió para invertir los roles y pasar de acusada a acusadora. 

Hizo acordar a los Aló Presidente con que fatigó la cadena de radio y televisión durante sus mandatos. Arremetió contra el Poder Judicial, lo vinculó a operaciones políticas para favorecer la elección de Mauricio Macri, volvió a hablar de lawfare y dejó en claro que usará todo su poder para ir tras ellos. 

Todo apenas 72 horas después de que el presidente Alberto Fernández pronunciara su discurso ante la Asamblea Legislativa con un tono muy similar. “Ella aprovechó la situación y profundizó a su manera algunos de los puntos enunciados por el Presidente. Después salieron los duros a exacerbar los ánimos y no se habló de otra cosa que de supuestos embates a la Justicia”, dicen en Balcarce 50. 

A esta altura de los hechos, ya no es creíble la idea de que el Presidente es una víctima de su vice. Es más, el discurso de Alberto Fernández también estuvo teñido de revanchas personales. “Tenía la necesidad de devolver alguno de los golpes que viene recibiendo de la oposición desde que se desató el escándalo del vacunatorio vip. Fue un mensaje hacia adentro y hacia afuera del Frente de Todos”, señalan en su entorno. 

El Presidente sintió la necesidad de hacer saber que la reforma judicial, que incluye la reforma del Ministerio Público Fiscal, es una idea suya. Pero cuando aparecieron CFK y sus secuaces –Oscar Parrilli siempre está a la cabeza– con sus exabruptos y disparates, esa pretensión se esfumó. Tanto que obligó a la ministra de Justicia, Marcela Losardo –a la que el kirchnerismo quiere echar desde siempre– a aclarar que una comisión bicameral para analizar el comportamiento de los jueces es absolutamente inconstitucional.   

El reto a Parrilli y el silencio de Massa. Mientras ardía la discusión por la constitución y la viabilidad o no de la bicameral para “supervisar” –controlar– la tarea de los jueces, el silencio de Sergio Massa fue una constante. El presidente de la Cámara de Diputados sabe perfectamente que, cuando termine la pirotecnia verbal, deberán recurrir a él para cualquier iniciativa dentro de su ámbito. Dejó que Oscar Parrilli se fuera de boca y esperó su momento. Ese momento llegará este lunes cuando se reúna con el Presidente. Parrilli no solo se metió en terreno de Massa al resaltar que “el Presidente pidió una comisión bicameral que investigue a la Justicia” sino que expresó sin eufemismos los deseos de su jefa. 

En Casa Rosada se sostenía que CFK estaba furiosa con Parrilli a quien retó y mandó callar. Habrá sido un enojo por haberle quitado protagonismo en su proyectado día de furia. Según se explica desde el oficialismo, la razón de ser de la bicameral es llamar a audiencias públicas para transparentar y generar mecanismos de celeridad en la Justicia. 

La idea es colocar allí para que ejerza la presidencia a alguna figura que tenga el consenso de la mayoría. El nombre en el que se piensa por estas horas es el de Graciela Camaño. 

Nada de esto está contemplado en la Constitución Nacional. El profesor de Derecho –¿Es aún profesor o ya no lo es?– Alberto Fernández debería saberlo; la “exitosa abogada” Cristina Fernández de Kirchner, también.   

Mientras tanto los problemas de la gente. En su discurso del lunes el primer mandatario intentó –una vez más– encapsular el escándalo del vacunagate haciendo alusión a su decisión de pedirle la renuncia a Ginés González García. Los hechos, sin embargo, lo desmienten. La realidad vuelve a chocar contra la frialdad del relato. La vacunación en la provincia de Buenos Aires sigue con rumbo incierto y de manera poco profesional. “A mi madre la vacunaron en la escuela situada en las calles 7 y 609 en las afueras de la ciudad de La Plata. 

El operativo era llevado adelante por chicos muy jovencitos de La Cámpora. Todos los vacunados deben permanecer en el lugar unos 30 minutos por precaución luego de ser inoculados. Pero si algo ocurría, no había personal capacitado ni una ambulancia para actuar en caso de emergencia” –se quejó una reconocida médica de la capital provincial–. 

La radiografía en el resto del país no es muy distinta. El último escándalo de vacunados vip sacudió a la política de Tucumán. Está claro que todos saben que no será el último. El subregistro en los asientos de las dosis aplicadas es un problema nacional que facilita el clientelismo y el uso político de un instrumento vital. Esto venía sucediendo desde mucho antes de la pandemia del Coronavirus. Si en los principales hospitales nacionales y provinciales –algunos de renombre internacional– los registros son deficientes se puede deducir fácilmente lo que sucede en los rincones más alejados del país. 

Formosa. Lo que está sucediendo allí es un hito. Llega un día en que el abuso de poder en todas sus formas, tal como lo viene implementando Gildo Insfrán a lo largo de sus más de 25 años al frente de la gobernación, agota la paciencia de la ciudadanía. 

Una anécdota ilustra a la perfección lo que representa en los hechos la barbarie de ese régimen. Quien esto escribe estuvo en Formosa por última vez en 2002. Al llegar al hotel y registrarme, el gerente se apersonó y lo que dijo fue impactante: “Discúlpeme, no puedo alojarlo porque, por orden del gobernador, cuando se aloja un periodista tenemos la obligación de comunicárselo a la jefatura de la policía de la provincia”. Esto –que le sucedió y aún sucede– a varios colegas es la norma. Es decir, la existencia de un Estado policial y persecutorio. Una persecución brutal y violatoria de los Derechos Humanos. 

El lamentable comunicado firmado por el secretario de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla –en el que intenta desviar la responsabilidad de los hechos a los medios de comunicación y a la oposición junto a su desinterés por poner límite a tanta barbarie–, debería ser causa suficiente para que el Presidente le pidiera la renuncia.   

Formosa es la Venezuela de la Argentina. ¿Será la única? 

Producción periodística: Santiago Serra