Mostrando las entradas con la etiqueta Margarita Stolbizer. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Margarita Stolbizer. Mostrar todas las entradas

sábado, 26 de octubre de 2019

Consenso Federal. Historia… @dealgunamanera...

Consenso Federal. Historia…


Alternativa Federal fue un espacio surgido en septiembre de 2018, para agrupar al peronismo antikirchnerista y "superar la grieta". Estuvo liderado por el líder del Frente Renovador Sergio MassaJuan Schiaretti, gobernador de la provincia de CórdobaJuan Manuel Urtubey, gobernador de la provincia de Salta y Miguel Ángel Pichetto, jefe de la bancada mayoritaria de senadores peronistas durante el kirchnerismo y el macrismo.

En los meses posteriores a su conformación, Alternativa Federal se amplió con el apoyo de ocho gobernadores de provincia peronistas: 

Gustavo Bordet (Entre Ríos), Mariano Mariano Arcioni (Chubut), Juan Manzur (Tucumán), Domingo Peppo (Chaco), Rosana Bertone (Tierra del Fuego), Sergio Casas (La Rioja), Hugo Passalacqua (Misiones), y Gerardo Zamora (Santiago del Estero). También se incorporó el Movimiento Libres del Sur, liderado por Humberto Tumini, quien inicialmente presentó su propia precandidatura presidencial y luego apoyó la candidatura de Urtubey.

Consenso 2019 fue un espacio surgido en marzo de 2019, liderado por Roberto Lavagna, exministro de Economía de los presidentes Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner, apoyado principalmente por el dirigente sindical Luis Barrionuevo y el expresidente Eduardo Duhalde, todos pertenecientes al peronismo, al que se sumaron el Partido Socialistay el Partido GEN liderado por Margarita Stolbizer.

En los meses previos a la inscripción de las alianzas, los líderes de Alternativa Federal y Consenso 19 se reunieron para negociar la conformación de una alianza electoral común. Pero el intento fracasó debido a la negativa de Lavagna (líder de Consenso 19) de competir en internas con los otros candidatos presidenciales (Massa, Urtubey y Pichetto).

Pero pocos días antes de la fecha para inscribir las alianzas, Alternativa Federal quedó disuelta de hecho, luego de que varios gobernadores abandonaran el proyecto y se sumaran al frente de unidad que gestionaba el Partido Justicialista y el kirchnerismo, de que Schiaretti se alejara de las gestiones para tomar vacaciones, el Frente Renovador decidiera iniciar negociaciones para integrarse al frente impulsado por el Partido Justicialista, y Pichetto iniciara negociaciones para integrarse al frente oficialista liderado por Macri.

El 12 de junio de 2019 se anunció que Roberto Lavagna (Consenso 19) y Juan Manuel Urtubey (Alternativa Federal), se pusieron de acuerdo para integrar una fórmula en la que respectivamente fueran candidatos a presidente y vicepresidente, en representación de una alianza que lleva el nombre de Consenso Federal, con apoyo del Partido GEN, Movimiento Libres del Sur, Partido Federal, Partido Socialista, Partido Demócrata Cristiano, Partido Tercera Posición y Unión Celeste y Blanco.







domingo, 16 de junio de 2019

Últimos recursos… @dealgunamanera...

Últimos recursos…

Devotos. Dibujo: Pablo Temes

Los pases de Pichetto y Massa, o la pirueta K de Alberto F, responden solo a la necesidad.

Cierta vez, al presentar a Patricia Bullrich en uno de sus clásicos almuerzos, Mirtha Legrand le preguntó: “Y hoy, querida, ¿por qué partido venís?”. Aquel transfuguismo político de la hoy ministra de Seguridad era novedad. Hoy, ya no.

Cuando en 2005 Eduardo Lorenzo Borocotó saltó de las filas del PRO a las del kirchnerismo debió pagar un alto precio político y social durante algún tiempo. Ese episodio dio pie a un término hoy casi olvidado: “borocoteada”. El presente se ha encargado de hacer que aquel hecho cargado de excepcionalidad sea hoy moneda corriente en la política.

Mauricio Macri supo decir que venía a cambiar la vieja política de la cual Miguel Ángel Pichetto era su representación más viva.

Pichetto expresó hace no muchos días que no había ninguna posibilidad de unirse a Cambiemos porque su espacio era Alternativa Federal.

Sergio Massa, respondiendo una pregunta que le hizo Jorge Rial, afirmó que nunca más volvería al kirchnerismo. Pero no se quedó en eso: sus dardos contra la ex presidenta por la corrupción existente en sus gobiernos fueron parte de su estrategia política.

Durante diez años, Alberto Fernández no solo no tuvo diálogo con Cristina Fernández de Kirchner sino que la criticó duramente.

Cristina, que en 2017 abjuró del peronismo, es la candidata a vicepresidenta del Partido Justicialista.

Sería llamativo que Massa fuera a una interna que sabe que pierde. Es una interna que no le conviene a él ni tampoco a CFK

Interrogantes. ¿Por qué Macri eligió a Picchetto como vicepresidente? La respuesta es simple: porque perdía. ¿Por qué CFK se bajó de la candidatura a la presidencia en favor de Alberto Fernández? La respuesta también es simple: porque perdía. ¿Por qué tanto María Eugenia Vidal como Alberto Fernández negociaron con Sergio Massa? Otra respuesta simple: porque necesitan sus votos. No son muchos, pero son los suficientes para inclinar una elección. Son los que les faltan tanto a Macri como a la fórmula Fernández-Fernández.

Massa los suma en la provincia de Buenos Aires. Pichetto aspira sumarlos en otras provincias. El único que, hasta el momento, le podría aportar votos es el gobernador de la provincia de Córdoba. El candidato a vicepresidente intentará ir por más, es decir, por aquellos gobernadores del PJ que todavía pueden tener alguna duda de volver a las filas del kirchnerismo. El aporte principal del candidato a vicepresidente –si Macri logra la reelección– será el de darle institucionalidad y gobernabilidad a una gestión que va a estar otra vez en minoría en ambas cámaras legislativas y que, por ende, va a necesitar mucho de una figura con muñeca política y buena llegada a la oposición.

Sería llamativo que Massa fuera a una interna que sabe que pierde. Es una interna que no le conviene a él ni tampoco a CFK. En el caso de la ex presidenta porque si, como dicen las encuestas, ella saca 36% y Massa 10%, el ex intendente de Tigre se transforma en el tenedor de la llave de la elección de la fórmula Fernández-Fernández. Una cosa es suponerlo y otra muy distinta concretarla en hechos. El valor político de Massa sería, en ese caso, altísimo.


En el caso de Cambiemos, el rol del radicalismo fue clave. Cuando hablamos del radicalismo estamos hablando de Ernesto Sanz y de Gerardo Morales. El reelecto gobernador de Jujuy, el único gobernador del oficialismo, fue tajante: en las notas que dio a unos pocos medios dijo tres cosas: que perdió casi 15 puntos en relación a la elección de 2015 debido a la crisis de la economía; que había necesidad de más peronismo en el oficialismo; y que si no lo hacía, Macri corría riesgo, el riesgo de perder en primera vuelta. A esa altura, ya estaba al habla –junto con Sanz– con el senador Pichetto.

Lavagnismo. “Al final Roberto tenía razón. No podía ir a una interna con quienes no tenían voluntad de construir una verdadera opción a la grieta. En Alternativa Federal unos se iban con Macri y otros con Cristina”, afirma una voz de estrecha cercanía a Lavagna. En ese espacio llamado ahora Consenso Federal se trabaja con intensidad para armar las listas con la idea de darles protagonismo a Graciela Camaño y a Margarita Stolbizer. Además se contará con el trabajo fuerte de César Martucci, un dirigente radical importante, con la idea de arrimar radicales en ese distrito clave.

Dicen los que la han visto que Camaño está furiosa con Massa. Si Camaño está furiosa, Stolbizer está desencantada. Se equivocó al creerle a Massa cuando pretendió encarnarse en álma mater de la gran avenida del medio que hoy ha quedado transformada en una escuálida ciclovía. Recuerdo el día en que la dupla Massa-Stolbizer hizo su presentación televisiva en el programa de Mirtha Legrand. Fue un sábado de febrero de 2017 por la noche en Mar del Plata. Quien esto escribe participó de esa mesa. Nada queda de todo eso.

Preocupación. La que la tiene más difícil es María Eugenia Vidal. Es curioso: las encuestas –todas–la ubican como la dirigente de mejor imagen del país. Y lo es por un margen apreciable. Sin embargo, hoy está perdiendo la elección a manos de Axel Kicillof. Y, para peor, el pase de Massa al kirchnersimo la deja sin chance de ser reelecta. Por eso el malhumor que muchos han visto reflejado en su rostro en los últimos días. Es que en la provincia de Buenos Aires no hay segunda vuelta. Se gana por un voto cualquiera sea el porcentaje de sufragios. Se podría así llegar a dar el caso de que Macri ganara a nivel nacional en segunda vuelta y Vidal perdiera. En fin, si Tato Bores viviera se haría un festín.

Producción periodística: Lucía Di Carlo




domingo, 25 de noviembre de 2018

Entre el G20 y el PJ9… @dealgunamanera...

Entre el G20 y el PJ9…

House Of ‘Kas’… Miguel Ángel Pichetto. Dibujo: Pablo Temes

Los tiempos electorales se aceleran. Pases de facturas oficiales y reacciones por Cristina.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
(Fuente: 
www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

Todavía resuenan en el universo de Cambiemos las secuelas del zafarrancho que lo llevó a la pérdida de asientos clave en el Consejo de MagistraturaEn el radicalismo, el malhumor continúa. "No es malhumor; es bronca" –corrige una voz de peso dentro de la UCR. Es una bronca mascullada que, sin embargo, no pasará a mayores. Pasar a mayores significaría, lisa y llanamente, la ruptura. Todos los integrantes de la coalición gubernamental saben que no tienen más remedio que tolerarse y/o soportarse. Y todos saben también que si se produjese esa ruptura –hecho que equivaldría a repetir la traumática experiencia que llevó a la destrucción de la Alianza–  sería algo que sus votantes no les perdonarían por largo tiempo.

Las disputas internas dentro del oficialismo no son solo entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica; las hay, además, al interior del PRO. Una de los asuntos que por estas horas  aviva la interna es el posible desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Las encuestas que circulan en abundancia por los despachos del poder, muestran que, si la Provincia separase sus elecciones de los comicios de la Nación, las chances de Cambiemos –es decir de María Eugenia Vidal– aumentarían significativamente. El adverbio significativamente tiene en este caso una traducción muy contundente, ya que se habla de la posibilidad de que el oficialismo se quedase con diez a 15 municipios más de los que hoy gobierna.

Internas entre el PRO y la UCR por un lado y del peronismo por otro. Lilita borrada.

Sondeos. 

Las encuestas muestran que la imagen negativa de Mauricio Macri es fuerte y que la diferencia con Vidal, a pesar de la caída que su imagen también ha experimentado a causa de la crisis económica, se ha acentuado. Es sabido que la gobernadora no comparte muchas de las medidas implementadas desde el gobierno nacional. Por eso, y dentro de los límites que le impone su necesaria subordinación al Presidente, cada vez que puede produce hechos que hacen evidente sus desacuerdos. Es lo que se vio con el bono de fin de año a los jubilados de la Provinciaalgo que Macri decidió no otorgarle a los que perciben sus haberes por parte de la Anses.  

Una muestra más de esa interna –florida en buenas maneras y crueldad– la dio Federico Sturzenegger"Tenés que contar la verdad de lo que te pasó"fue el consejo que recibió de varios de sus amigos el ex presidente del Banco Central a los que decidió hacerles caso. Lo hizo en una charla en la Universidad de Harvard, nada menos. Narró allí cómo era obligado a concurrir a la Casa Rosada y someterse a la crítica y el ninguneo del jefe de GabineteMarcos Peña. “Yo no entiendo nada de economía, pero el resto de las personas que están en esta sala me dicen que no hay que hacer lo que vos decís”–era lo que afirmaba Peña. Una de las personas que estaba en esa sala era Mario Quintana, el ex vicejefe de Gabinete. El episodio es una muestra del grueso error que cometió Macri al delegar la gestión de gobierno en Peña y compañía. Recuérdese que, para no verse expuesto a esa lapidación, el entonces ministro de Hacienda, Alfonso de Prat-Gay, tomó la determinación de asistir a las reuniones de gabinete solo cuando eran encabezadas por el Presidente y no por Peña.     

Otra de las figuras con diferencias cada vez más marcadas con Macri es Elisa Carrió quien, no por casualidad, permanece desde hace un mes en un cono de sombras. "Está borrada desde hace varias semanas de la política y del Congreso, pero articula todo el tiempo con su mano derecha, el diputado Juan Manuel López" –cuenta un conspicuo hombre de Cambiemos. Más allá de que habla con el diputado Mario Negri, Carrió decidió el silencio después de haber confrontado tan fuertemente con el Presidente a quien condenó a elegir entre ella y Angelici y un largo etcétera.  "Yo se los avisé que el peronismo iba por todo"–fue lo que mandó a decir a los suyos, en referencia a la jugada del panperonismo que, en la elección de los nuevos miembros del Consejo de la Magistratura, dejó descolocado al oficialismo.

Internismo. 

En el justicialismo el voltaje de los enfrentamientos sigue subiendo. Sobre todo porque el Peronismo Federal demostró esta semana una voluntad firme de construir una alternativa política distinta a la de Cristina Fernández de Kirchner.  

La reunión de Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto con los gobernadores produjo impacto interno y externo. En principio habían comprometido su asistencia siete. "No pensábamos que iba a ser tan exitosa y que vinieran los nueve que habíamos invitado; pero vinieron los nueve y faltó Verna porque está enfermo"–cuenta con cara de satisfacción un organizador del encuentro. En ese ámbito de renacido optimismo, se cree que en las próximas dos o tres semanas se van a agregar dos –con posibilidad de un tercero–, mandatarios provinciales.  

En la reunión se hizo un balance muy crítico de la situación económica nacional. Por eso se decidió convocar para el lunes que viene a un grupo de treinta economistas de todo el país que tienen otra idea de cómo está la Argentina, quienes elaborarán un documento con un análisis crudo sobre la situación socioeconómica del presente.

Se habló también de la separación de la elección en la provincia de Buenos Aires y de abrir ese espacio al no peronismo. De hecho se verifica allí un diálogo fluido con socialistas, radicales y dirigentes que responden a Margarita Stolbizer. Entre los radicales hay varios intendentes muy disconformes y crecientemente críticos del gobierno nacional.   

En vísperas de la cumbre del G20 en Buenos Aires, la desvaída contracumbre que organizó el kirchnerismo el lunes pasado dejó un alerta. Fue la frase de Cristina Fernández de Kirchner en la que criticó el sistema de división de poderes establecido por la Constitución Nacional. Es de lo que se habla en las reuniones de La Cámpora de cara a la vuelta al poder, algo que en el ámbito del kirchnerismo duro se da cono un hecho. Sería el fin de la República.  

Se define al despotismo como al gobierno absoluto, no limitado por las leyes. Es el "vamos por todo" con el que sueña la ex presidenta en su proyecto desesperado por volver al poder.

Producción periodística: Lucía Di Carlo      




(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

lunes, 9 de julio de 2018

Exceso de confianza… @dealgunamanera...

Exceso de confianza… 
Re creido. Marcos Peña. Dibujo: Pablo Temes

El jefe de Gabinete, seguro ante empresarios y con cuestionamientos dentro del Gobierno.

Hay que tener paciencia. Ese fue el mensaje que se llevan todos los que han hablado con Mauricio Macri en estos últimos días. Terminada la ilusión del Mundial – el Presidente soñaba con viajar a Moscú para ver jugar a la selección argentina en la final–, nada hay en el horizonte que le pueda deparar al Gobierno alguna alegría. La adversidad pone a prueba –siempre– la cohesión de un gobierno. Y mucho más en un gobierno como este, que ha hecho de la idea de equipo un dogma. En verdad esa imagen tiene aires de fantasía porque esa idea nunca se concretó.

Ruidos.

Macri les dio a Marcos Peña, a Mario Quintana y a Gustavo Lopetegui un rol de supremacía que, más allá de ser inherente a las atribuciones de la Jefatura de Gabinete, generó muchos cortocircuitos entre sus integrantes. Alfonso Prat-Gay fue una de las víctimas de esas desavenencias. El ex ministro de Hacienda nunca les reconoció entidad en la materia ni a Quintana ni a Lopetegui, a quien Macri llamó –¿Y llama aún?– sus ojos. Tanto era su rechazo hacia Peña y sus adláteres que, cuando ellos conducían las reuniones de gabinete por ausencia del Presidente, directamente no asistía. Las cosas no han cambiado mucho. Los cortocircuitos continúan: Nicolás Dujovne negando en el Congreso el impuesto a los pasajes al exterior y Marcos Peña asegurando que era una alternativa recaudatoria en consideración; Elisa Carrió hablando del proyecto de despenalización del aborto y diciendo que Macri lo propuso porque le dijeron que no iba a ser aprobado por el Congreso y Peña desmintiéndola.

No va a haber acuerdos con el peronismo sino con los gobernadores. Ellos tienen que hacer ajustes. Todo va a salir bien”, afirmó el jefe de Gabinete ante el grupo de representantes empresariales del Grupo de los 6 con los que se reunió el miércoles. Mientras escuchaban esto en silencio, estos hombres de negocios curtidos por las crisis recurrentes de la Argentina entrecruzaban miradas de sorpresa. Después del resultado electoral de octubre del año pasado, descontaban la reelección de Macri en 2019. Ninguno imaginó el descalabro de la economía que se desencadenó desde el 26 de abril y que hace que muchos de sus proyectos estén hoy en veremos. Y pasaron de la sorpresa al azoramiento cuando Peña, lleno de confianza, les dijo que el oficialismo sería reelecto. En su perorata, el jefe de Gabinete habló de encuestas que muestran un repunte de la imagen positiva del Presidente.

Esto resultó llamativo ya que todos los números de las encuestas de estos días muestran una caída no solo de la imagen del Presidente, sino también de María Eugenia Vidal. Nada dijo Peña cuando sus interlocutores le hablaron del impacto negativo de la corrida cambiaria en la economía real, de la ruptura de la cadena de pagos en varios sectores y de la caída del consumo.

Hablando de la gobernadora de la provincia de Buenos Aires, hay que decir que no está pasando su mejor momento dentro del oficialismo. Sus críticas a Peña y compañía y a Dujovne son cada vez más sonoras. El viernes la discusión fue intensa cuando en Olivos se trató el traspaso a la Provincia y a la Ciudad de Buenos Aires de los servicios de luz y agua. “Son imposibles de cubrir; nos fundimos”, señala con total crudeza una voz del gobierno provincial en donde mucho preocupa la situación en el Conurbano. Se verifica allí una caída fuerte del trabajo informal –changas– y un aumento de las demandas alimentarias en los comedores de las organizaciones sociales y de la Iglesia. En algunos lados hasta se ha reinstalado el trueque.

Quien está muy atenta a esto es Carolina Stanley. La ministra de Desarrollo Social, que es también muy crítica del triunvirato Peña, Quintana y Lopetegui, estuvo reunida con Quintana el mismo miércoles en que los empresarios se encontraron con Peña. No fue un encuentro de los mejores. Stanley, que es muy crítica del jefe de Gabinete y compañía, discutió la oferta económica a los movimientos sociales. No hubo alegría ni en su rostro ni en su espíritu cuando salió de la Casa Rosada con destino a su despacho en el edificio de Moreno y la avenida 9 de Julio.  

En estos últimos siete días, Elisa Carrió fue –otra vez– un dolor de cabeza para el oficialismo. Carrió, cuya voz ha sido y es de una enorme importancia para la construcción del ideal republicano, debería reflexionar profundamente acerca del significado de sus expresiones y del impacto que ellas producen. En el decurso de la semana ninguneó a los radicales y a la clase media y, además, pidió que se apagaran los televisores. Esto –lo de ningunear a otros y lo de apagar los televisores– es lo mismo que hacía y pedía CFK.

A las urnas.

Acabado para la Argentina el Mundial de fútbol, la movida electoral comienza a activarse. La novedad de esta semana fue la reaparición de Sergio Massa, quien estuvo muy activo. El hombre de Tigre, que ya decidió su vuelta al justicialismo, no solo propulsó el lanzamiento de las medidas económicas para enfrentar la crisis económica, sino también para mostrarse actuoso en el armado de una estructura interna que le de sostén a su candidatura presidencial. De ahí la reunión que tuvo con el gobernador de La Pampa, Carlos Verna, hombre enfrentado tanto al gobierno nacional como a Cristina Fernández de Kirchner. No fue esa la única entrevista de cara a ese armado. Otro de sus emisarios voló a Salta para encontrarse con Juan Manuel Urtubey.

La decisión de Massa de volver al peronismo dio por tierra con la sociedad pergeñada junto a Margarita Stolbizer.

Massa no es el único anotado para la carrera presidencial dentro del peronismo. Felipe Solá es otro de los que están dispuestos a presentar batalla. De todos modos, en ese universo magmático, todo gira alrededor de la gran incógnita que atraviesa al Partido Justicialista: Cristina Fernández de Kirchner. “Terminala con eso de la unidad: los votos los tenés vos”. Palabras más, palabras menos, eso fue lo que le dijo Carlos Zannini a CFK en uno de sus últimos encuentros en el que la instó a subirse a la carrera electoral por la presidencia del año que viene.

Se lee en el Eclesiastés 1:9,10: Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el sol. Es la Argentina.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

sábado, 9 de junio de 2018

Muchachos, este FMI no es el mismo… @dealgunamanera...

Muchachos, este FMI no es el mismo…

Imagen: Pati /Jorh

La política argentina vio pasar una ola tras otra de supuestos ganadores eternos que al final no duraban ni dos años. Macri fue el dios del neoliberalismo en el 2015. Pasaron dos años, ya fue desalojado del podio luminoso y va siendo una sombra que hunde al país. Es el punto de inflexión donde las gigantografías de la política transmutan en figuritas. Pero tuvo tiempo para el desastre, para dejar un futuro de rodillas. El Fondo Monetario fue duro con el país pero leal con su agente. No le perdona ni un dólar a la Argentina y le impuso condiciones imposibles, pero concedió un plazo de gracia insólito que protege a Macri hasta las elecciones del 2019.

© Escrito por Luis Bruschtein el sábado 09/06/2018publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Fue un punto de partida” festejó Mauricio Macri al brindar con un grupo de periodistas por el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional. Hace dos años y medio que está en el gobierno y ahora recién habla de “punto de partida”. Pero el punto de partida real fue su primer gran triunfo en el Senado, la guillotina que dividió al peronismo, el 29 de marzo de 2016, cuando se autorizó al gobierno a endeudarse para pagar a los fondos buitre. Solamente se opusieron 16 senadores. Solamente 16 se negaron a que el país recorriera el despeñadero del endeudamiento que desembocó en este esperpento del Fondo que enajena el futuro. 

Además del sabor amargo que le quede en la boca a los legisladores que, presionados por coyunturas puntuales, levantaron la mano para acompañar el proyecto que habían presentado los radicales, el PRO, más el GEN de Margarita Stolbizer y el Frente Renovador de Sergio Massa, incluso para estos senadores también, la experiencia que puede servir para el futuro es no dejarse arrastrar por las olas de triunfalismo que pasan como tormenta de verano. Ni siquiera se trata de convocar ese momento para dividir, cuando lo que se necesita es sumar. Pero esa experiencia nefasta tiene que servir por lo menos para poder diferenciar en todas las coyunturas, lo esencial de lo secundario. Esa votación dirimió un punto esencial arrastrada por la inercia de la coyuntura.

Habrá que reivindicar a los 16 que resistieron esa presión, que soportaron los discursos hegemónicos que los acusaron de facciosos, que sufrieron el ataque de los medios y periodistas oficialistas que los acusaron de oposicionistas y obstruccionistas, o que los hostigaban por defender una causa “populista”, una causa que consagraban como perdida y desprestigiada. Ya con el diario del lunes puede decirse que esos 16 senadores dieron cátedra para los futuros legisladores.

Las Madres de Plaza de Mayo representan casi en forma bíblica esa máxima. Fueron resistencia en lo esencial contra un poder absoluto que parecía eterno. La política tiene que aprender de esas experiencias que le han costado sangre sudor y lágrimas. No se trata de rigidez maximalista ni de convertir a la política en puramente testimonial. Se trata de ser conscientes de esa diferencia entre lo esencial y lo secundario y poder desarrollar una política con principios, que puede negociar, hacer acuerdos, retroceder o avanzar pero sin renunciar a sus valores básicos.

En el llano de la sociedad está la mitad más uno que votó este engendro. Personas que van a sufrir por haber votado lo que llevó a sellar el acuerdo con el Fondo. Personas cuyo voto condenó a todos los demás a sufrir las consecuencias de esa decisión. Hay una mitad más uno que empieza a subir –o ya lo viene haciendo– al tren fantasma de la desilusión. Hay dos jubilados sentados, uno junto al otro. Y los dos están sufriendo por el precio de los remedios, el recorte de las prestaciones y el sablazo a sus haberes. Ya no llegan a fin de mes. Son el blanco central de los ajustes. Se achicarán aún más. Los dos están sufriendo ese castigo. Pero seguramente, uno de ellos, además está sufriendo por la culpa de haber votado a sus verdugos y debería sufrir también por lo que está sufriendo  su compañero de banco.

Acá no hubo 54 contra 16. Hubo 51 contra 49. Por primera vez en la historia la derecha conservadora había logrado seducir a esa mayoría que ahora transita el purgatorio de la desilusión para algunos, del arrepentimiento para otros o de la terquedad. Ya dejó de ser una mayoría satisfecha. Las encuestas dicen que el 70 por ciento de la sociedad no respalda el acuerdo con el FMI. Allí está una parte importante de esa mayoría exigua del 2015. 

Transita el momento de la desilusión. Todavía no relaciona su voto y el acuerdo con el Fondo. Tratan de encontrar respuestas en las mismas corporaciones mediáticas que los sedujeron para decidir su voto y encuentran los mismos argumentos: la pesada herencia y “éste no es el mismo FMI”.

La desilusión deberá traspasar esa pared para convertirse en pulsión positiva. Pero en la disputa de poder, el poder económico erigió su trinchera estratégica en ese lugar, sobre ese muro de manipulación de la información y construcción de sentido, incluso para la desgracia por parte de las grandes corporaciones de medios. Si llueve excremento tendrán una construcción simbólica que ayude a bailar bajo la lluvia. En algún momento el poder de la virtualidad empezará a resentirse pero su duelo mítico con la realidad no tiene un saldo absoluto.

La exigencia central del Fondo para conceder el stand by es bajar el déficit de 4,30 por ciento del PBI a 2,70 en un año. Para esta gente, reducir el déficit no es recaudar más, sino gastar menos. Son pocos lugares donde se puede gastar menos en el presupuesto y todos tienen que ver con lo social: obra pública, educación, salud, salarios,  pensiones y jubilaciones. Achicar los 3200 millones de dólares que implican esas exigencias quiere decir, miles de despidos, congelamiento salarial, achicamiento de pensiones y jubilaciones, decadencia de escuelas y hospitales.

Cuando el déficit fiscal pasa los cuatro puntos, se considera que una economía está en crisis. Se dijo que el déficit que dejaba el kirchnerismo era de siete puntos y que el gobierno lo hizo bajar a 4,30 en el primer año. No se entiende cómo puede bajar el déficit cuando se sacan retenciones y se recauda menos por la sensible baja del consumo más un tarifazo que no saca subsidios. Para cualquiera que sepa sumar y restar, medidas de ese tipo en cualquier lugar lo que producen es aumentar el déficit por la gran caída de la recaudación sin que haya recuperación del consumo. A pesar de que Cambiemos hablaba de siete puntos, los organismos internacionales ubicaron el déficit fiscal del año 2015 en 2,7 por ciento. Otros organismos hablan de 3,2. Pero no más.

Si después de todas las medidas que bajaron la recaudación, el déficit llegó al 4,3, es evidente que el kirchnerismo había dejado un buen margen para que el déficit creciera por lo menos dos puntos. Según la consultora Ferreres, en el último año del gobierno de Cristina Kirchner la economía creció 1,7 por ciento, la industria 1,1 y la inversión 1 por ciento. Para el FMI, el crecimiento fue del 1,5 por ciento. Las famosas tasas chinas de los años anteriores habían bajado pero no había estancamiento ni caída, ni siquiera para fuentes que no eran kirchneristas, como las que se señalan.

En cambio, las cuentas de este gobierno de radicales y conservadores son alarmantes: el déficit fiscal asciende al 4,30 por ciento, si se le agrega el 2,30 que se va por deuda externa, más el 1 por ciento de la deuda provincial, más el 1,70 de déficit cuasifiscal por Lebacs, el total de la sangría llega al 9,30 por ciento del PBI. Y si se hace la cuenta incorporando la última devaluación del peso, el agujero negro que abrió este gobierno es pavoroso. Los neoliberales más ultras hacen estas cuentas para presionar por más ajuste y achicamiento del Estado. Pero al mismo tiempo exponen el fracaso de las políticas que quieren impulsar, porque Macri no es comunista ni keynessiano.

Son procesos que van en el mismo sentido. Destrucción de la economía, subordinación a los organismos financieros internacionales, caída de la imagen de Macri, aumento del malestar social con el gobierno y un lento pero progresivo descongelamiento en la oposición peronista y no peronista. No hay elementos en dirección contraria a este proceso de desgaste acelerado del gobierno y de recomposición lenta de la oposición. Todo fluye en detrimento del gobierno conservador. Pero al mismo tiempo la deudodependencia de una economía, que desde que asumió Cambiemos acentuó su espiral descendente, esparciendo pobreza real y no virtual, cerrando miles de pequeñas y medianas industrias y comercios y recortando salarios y jubilaciones, plantea un cuadro muy deteriorado para el que aspire a asumir en el 2019.