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domingo, 31 de marzo de 2019

Aguante el optimismo… @dealgunamanera...

Aguante el optimismo…


Macri pide esfuerzo, Peña arma el credo y Vidal advierte y teme. Viejos pleitos.

© Escrito por Nelson Castro el sábado 30/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Las encuestas con números de victoria que, en modo desafiante, Marcos Peña solía enrostrarle a cuanto circunstancial interlocutor encontraba, ya forman parte del pasado. Hoy en día, ninguna encuesta presagia un triunfo del Gobierno. Las encuestas que se conocen –y también las que no se hacen públicas– la ubican por delante a Cristina Fernández de Kirchner. A muchos sorprenderá esta vigencia de la ex presidenta. A nadie debería sorprender, en cambio, la caída imparable de la imagen y de las chances electorales de Mauricio Macri, a quien se lo ve desbordado por la situación.

El “le pido a la gente que aguante” que lanzó hace unos días pareció más que una consigna, una apelación dramática a la gente que lo votó. No entiende que es muy difícil que pueda aguantar aquel a quien le falta el plato de comida diaria para sí y para su familia. El 32,9% de pobreza que dio a conocer el Indec el jueves pasado fue y es una cachetada, interpelante primero para el Gobierno y después para toda la clase dirigente política, empresarial y sindical. En este aspecto, Macri fracasó rotundamente. “Quiero que me juzguen por lo que hice con la pobreza” –supo decir al comienzo de su gestión–. En cumplimiento de esa consigna, es de estricta verdad afirmar que el Presidente fracasó, como también fracasó la ex presidenta a lo largo de sus ocho años de gestión. Y no es aventurado que fracasarán los que vengan después del 10 de diciembre próximo –sea Macri, CFK o quienquiera– si no se logran acuerdos políticos concretos.

Acuerdos y desacuerdos. Las dirigencias argentinas deberían estudiar en profundidad el contexto del pacto de la Moncloa que consolidó la democracia en España. Ese pacto no nació de un enunciado de corrección política académicamente aceptado por las dirigencias. Ese pacto surgió de una extrema necesidad a la que había llevado una crisis económica profunda. Y ahí todos comprendieron que sin acuerdos básicos, y sin una voluntad firme de cumplirlos por parte de todos los signatarios, el futuro de España era tan ruinoso como lo había sido el pasado franquista que había dejado atrás. Todos cumplieron su parte y respetaron su compromiso y España despegó. Nadie de los que ha ejercido el poder en la Argentina democrática renacida en 1983 se preocupó por aprender esa lección. Las dos excepciones fueron Raúl Alfonsín y Eduardo Duhalde.

Vidal mide bien en Provincia, pero a nivel nacional tracciona lo mismo que Macri.

María Eugenia Vidal sigue disgustada con el Presidente y su entorno. Por si alguien no lo sabe, el entorno presidencial es Peña, cuya exposición del miércoles en el Senado dejó a más de uno boquiabierto. Se entiende: en muchos tramos de su presentación  habló de un país que, claramente, nada tenía que ver con la Argentina de hoy.

La gobernadora de la provincia de Buenos Aires acaba de producir un hecho que marca distancia con el Presidente: el acuerdo con los docentes. Los que conocen en detalle la trama de las negociaciones del año pasado con los docentes, señalan coincidentemente que Vidal tenía el dinero para satisfacer las demandas de los gremios. Fue su decisión de no desairar a Macri, que a los cuatro vientos ponía límites a las negociaciones paritarias con los docentes, lo que impidió ofrecerles ese algo más, que hubiese permitido bajar la conflictividad a niveles mínimos.

Vidal está también enojada por el escandaloso hecho de ser espiada por la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Quien está a cago de ese organismo es Gustavo Arribas, alguien que es muy cercano al Presidente. Hubo una reunión a puertas cerradas que tuvo Mauricio Macri con Larreta y María Eugenia Vidal cuando surgió el tema del espionaje. No pueden ser socios estratégicos y espiarse mutuamente. Eso puso un manto de duda en la relación Provincia-Nación, hecho que no hace más que incentivar las ya diferencias importantes que tenían con Marcos Peña y Macri en el manejo económico. En la provincia de Buenos Aires son más acuerdistas. Por eso, avanzaron con la paritaria docente, tratando de mostrar un modelo de gestión diferente y en lo político también, ya que la relación con los radicales es más razonable.

En el retiro espiritual con su equipo de este fin de semana abundó la preocupación. La derrota es una posibilidad que cada día toma más cuerpo.

La semana estuvo atravesada por rumores de cambio de nombres en el gabinete. El Gobierno carece de figuras de prestigio y peso políticos en el área económica. Macri lo hizo. En las redes abundan los comentarios despectivos de funcionarios del Gobierno hacia Nicolás Dujovne y Guido Sandleris.

Cálculos. La usina del desdoblamiento vuelve a salir desde La Plata, en realidad Macri no quiere dejar la Presidencia, porque él no quiere dejar el lugar. Hay una preencuesta de Isonomía que está midiendo Macri-Vidal y da prácticamente igual Macri en Nación- Vidal en la gobernación, porque Vidal no mide bien a nivel nacional, mide muy bien en la Provincia, pero a nivel nacional tracciona lo mismo Macri presidente-Vidal gobernadora.

El Gobierno sigue embretado en la lucha con el dólar, tanto el riesgo político como el riesgo propio del sistema financiero argentino –cuando el Banco Central es el principal deudor de todo el sistema bancario argentino–, no hace otras cosa que agregarle más riesgo a los problemas que ya tiene la Argentina.

Cambiemos está pasando por su peor momento, no tienen conducción de la crisis, están corriendo detrás del dólar en lugar de plantear una agenda política de conducción y generación de expectativas. Cayeron en la trampa de dólar-tasa-tasa-dólar y la conducción debería estar más allá de esta coyuntura fatal.

El Gobierno ofrece un futuro de sangre, sudor y lágrimas. Es lo que Sir Winston Churchill le prometió a sus conciudadanos en las horas difíciles de la guerra. Y el pueblo lo votó. No parecería estar ocurriendo eso con Macri hoy en día.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.




domingo, 17 de febrero de 2019

Lo que solo ve él… @dealgunamanera...

Lo que solo ve él…

‘Arriba y adelante’, Mauricio Macri. Dibujo: Pablo Temes

El Presidente sigue haciendo papelones con la inflación. CFK aprovecha, sitiada por la Justicia.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 17 de Febrero de 2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

La inflación va a ir bajando lentamente”, dijo Mauricio Macri en su encuentro con empresarios cuando anunció en la Casa Rosada la reducción de los aportes patronales. Se ve que le faltaba información. A las pocas horas, el Indec se encargó de desmentirlo. El índice de enero fue lapidario (2,9), no solo por alto sino también porque representó un aumento respecto de la inflación de diciembre.


El Presidente habla de un país que mucha gente no ve. El país de hoy se sufre. Mucho. Y no solo eso: se sufre cada día un poco más. Los precios y las tarifas no paran de subir. Esta semana fue el turno del transporte público: subterráneos, trenes y colectivos. Antes había sido la tarifa de electricidad. El mes que viene habrá más. Y nadie sabe si eso será todo.

Las encuestas lo reflejan: la imagen de Macri, que había tenido un leve repunte en diciembre, volvió a caer. La calle grita ese nivel de creciente disconformidad. Y no estamos hablando de los piquetes que hartan en su permanente actitud de cortar las calles del centro y complicar la vida de miles de trabajadores que son rehenes de situaciones que les son ajenas. Tampoco de los muchos que se juntan a protestar contra el aumento de las tarifas en algunas esquinas porteñas apelando al sonido de alto estrépito político de las cacerolas. Estamos hablando del votante de Cambiemos que se ilusionó con un cambio que no llegó y que parece cada vez más lejano.

Más allá del horizonte. Los enviados del Fondo Monetario Internacional que visitan Buenos Aires por estos días van tomando nota del horizonte complicado que se cierne sobre la economía argentina. Los técnicos tienen serias dudas con respecto a las posibilidades que el Gobierno tiene de ganar las elecciones. Por eso hubo un interés mayor en reunirse con los opositores y escucharlos. Todos a los que han escuchado –de Juan Manuel Urtubey a Axel Kicillof– han sido críticos no solo de la gestión del Gobierno sino también del acuerdo con el organismo. Ambos han coincidido en señalar que este acuerdo es incumplible en cuanto a las exigencias de pago que se deberán enfrentar a partir de 2020.

Los que conocen el pensamiento de los técnicos del FMI señalan que ellos también tienen la misma impresión. O sea, también están convencidos de que el acuerdo es impagable y que deberá ser renegociado por quien asuma el gobierno el 10 de diciembre.

A girar. Este es el trasfondo en el que el Presidente ha iniciado su viaje a India y a Vietnam. Lleva en la delegación al presidente de la Cámara de Diputados, Emilio Monzó, y al diputado Martín Lousteau. Ha querido llevar a otros miembros de la oposición.

Lavagna sigue muy lejos en las encuestas y Massa parece destinado a actor de reparto. 

La idea es la de darle a este viaje la dimensión de un acontecimiento de Estado. Los dos tienen una visión coincidente: ambos creen en el cambio, pero tienen una visión absolutamente crítica de la manera de llevar adelante el cambio por parte del Presidente y su círculo aúlico, entiéndase Marcos Peña y compañía.

Lousteau y Monzó se reúnen día por medio. Ambos son hinchas de Independiente. Como se ve, ni en la política ni en el fútbol se puede decir que sean afortunados. Esto ha abierto dentro del oficialismo la expectativa de que Macri pueda abrir su oído y su mente a escucharlos con atención. “Después, es sabido que viene Marcos (Peña) y barre todo en menos de 24 horas. Acá hay muchas buenas ideas que mueren al llegar a la Casa Rosada”, señala con pesar un diputado de Cambiemos.

Números. En la semana que pasó las encuestas mostraron que Macri bajó, que Cristina Fernández de Kirchner se mantiene igual y quien crece es Roberto Lavagna. Es un crecimiento lento que, al día de hoy, lo pone lejos de todos y de todo.

Está claro que el exministro de Economía ha decidido explorar en profundidad la posibilidad de ser candidato. La idea de la coalición va germinando. Ahí están los nombres de Miguel Lifschitz y de Margarita Stolbizer, que vienen conversando seriamente su incorporación al proyecto. A ellos se les podría sumar la UCR santafesina, que ha pasado a ser disidente de Cambiemos. Algunos especulaban con la incorporación de Ricardo Alfonsín. Sin embargo, su intención de ir a una interna con Macri contiene, para quien sabe leer la entrelínea, un metamensaje político importante: en octubre votará por Cambiemos.

Sergio Massa mira todo esto con creciente aprensión. Alternativa Federal ya no es lo que era. La irrupción de Lavagna lo puso en un nivel cercano al de actor de reparto.  Y no es eso lo que él quiere. Por lo tanto, todo lo que hay en su futuro son dudas.

Fernández de Kirchner sigue trabajando en el armado de su campaña. Su sueño es volver a la Casa Rosada. El Gobierno la ayuda mucho en la alimentación de ese sueño. Su situación judicial se ha complicado en las dos últimas semanas. La denegatoria de la Cámara para que se postergue la iniciación de uno de los tantos juicios que deberá afrontar y la declaración de su ex contador, Víctor Manzanares, la han puesto en una circunstancia decididamente mala.

Si los juicios llegan hasta el final, la ex presidenta será condenada inexorablemente. La sucesión de juicios que debe enfrentar y el peso de las evidencias es de tal magnitud que su único destino es la cárcel. Eso solo lo puede frenar su llegada al sillón de Rivadavia.

Si CFK fuera reelecta ningún tribunal osará juzgarla y, mucho menos, condenarla. Por eso, para ella la victoria significa la libertad, es decir, la impunidad. Y la derrota, la cárcel.

Producción periodística: Lucia Di Carlo.

(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

domingo, 10 de febrero de 2019

Todos somos octubre… @dealgunamanera...

Todos somos octubre…

Mauricio cumple... años. Dibujo: Pablo Temes

Macri consulta a economistas, Lavagna dice poco, Massa hace equilibrio y CFK se calla: cada gesto se mide en votos.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Nos está costando bajar la inflación” (sic), dijo Mauricio Macri en el reportaje que le hizo Alejandro Rozitchner con motivo de su cumpleaños. Se ve que el Presidente vivió el arribo a sus 60 años con la necesidad de compartir una visión algo más crítica de su gestión y más humana de su persona. En verdad, lo que él debería haber explicado es por qué su gestión va a terminar con índices récord de inflación como no se daban desde la crisis de 2001-2002.

Esa idea, la de entrevista con tufillo a campaña, tiene aire de los engendros electorales salidos de la “usina” de ideas que fogonea Jaime Duran Barba. Como ya se sabe, la idea del consultor estrella de Cambiemos es hacer una campaña corta en la que se hable poco de economía. Eso sí que es toda una quimera. Sobre todo cuando el Presidente dedica el mayor tiempo de su gestión al tema económico. De ahí las reuniones que tuvo con un grupo de economistas.

Hubo al menos dos de esos encuentros. Uno fue en diciembre pasado con Miguel Angel Broda quien, hay que recordar, ha sido muy crítico del manejo económico del Gobierno. La otra tuvo lugar en estos días. Para ser más precisos, a principios de la semana que pasó. Esta última fue ampliada a otros economistas –entre ellos Miguel Kiguel y Pablo Guidotti– y contó con la participación del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.

En términos generales, se habló de dos temas: por un lado se hizo un análisis de la coyuntura, con la atención de Macri puesta en comprender cómo vienen variables claves como la inflación, el crecimiento, el tipo de cambio y el programa con el Fondo Monetario Internacional, especialmente la parte fiscal. Los otros temas fueron las reformas a largo plazo que hagan posible el crecimiento y la consolidación de la economía.

Planes y errores. De especial atención fueron la búsqueda de propuestas tendientes a crear un mercado laboral más moderno, más flexible y más adecuado a la realidad del siglo XXI, y el cómo y qué hacer para controlar el gasto público. Allí la preocupación  y el desafío es mejorar los gastos en seguridad social y en asistencia social sin descuidar a los más vulnerables. Broda es quien ha trabajado en un programa integral.

Es evidente, pues, que el Presidente –a quien en las reuniones se lo vio tranquilo y de buen semblante– está a la búsqueda de un plan económico. Es un reconocimiento implícito de que durante su gobierno no lo ha habido, y que todas han sido medidas implementadas a la manera de parches. Un error garrafal.

Este veranito que está viviendo la economía argentina no le es propio, sino que es impulsado por los mercados internacionales que, ante la estabilidad de tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos, sin miras de aumentar en el corto plazo, que fue el escenario cruel de abril del año pasado, sumó la aplicación del impuesto a la renta financiera.

A estas variables favorables se les contraponen voces de alarma que previenen sobre el peligroso rearme de una operatoria de carry trade que estuvo en la base de la eclosión cambiaria, y que asoló la economía vernácula el año pasado. “Otra vez la ‘bicicleta financiera en acción”, alerta un economista de consulta del oficialismo.

Como decíamos, quienes han visto a Macri en estos últimos días lo encontraron distendido y de buen ánimo. No es ese precisamente el ánimo que merodea por los despachos de muchos otros funcionarios. Ahí campea el miedo. La causa: las encuestas.

El escenario de un final cabeza a cabeza es inamovible sea cual fuere la encuesta. Macri está convencido de que gana. Si así fuere, la suya será una victoria pírrica. Nada muy distinto de lo que le ocurriría a Cristina Fernández de Kirchner si ella se alzara con el triunfo.   

Quien finalmente reapareció fue Roberto Lavagna. En la entrevista que le concedió a Charlie Fernández habló poco, pero lo que dijo fue mucho. A buen entendedor, pocas palabras. Lavagna no quiere internas; Lavagna no se conforma con el peronismo; Lavagna quiere una alternativa superadora en la que su autoridad sea indiscutible. Lavagna no la quiere compartir con nadie. Todo esto muestra a un hombre activo que, más allá de las especulaciones, piensa seriamente en su candidatura con tonos y tiempos siempre mesurados. “Mi decisión será a mitad de año”, dijo. No es una fecha casual. Es cuando se cierran listas.

Centralidad. Lavagna estuvo en el centro de todas las conversaciones del lanzamiento de Alternativa Federal en Mar del Plata. Al margen de la centralidad del ex ministro de Economía, ocurrieron allí dos hechos de significación política para la interna del peronismo: uno fue la presencia de los gobernadores del PJ, circunstancia que produjo disgusto dentro del kirchnerismo; el otro, la tajante afirmación que hizo Miguel Ángel Pichetto:

“Si acá viene Cristina, yo me voy”.

A pesar de que algunos se quisieron hacer los desentendidos, todos entendieron que el destinatario de esta advertencia era Sergio Massa, que viene coqueteando con ambigüedad a la hora de responder si se asociaría con CFK en un emprendimiento electoral.

El entorno político de la ex presidenta se muestra inquieto –crecientemente inquieto– ante la irrupción de Lavagna. El motivo es simple: le quita a CFK cualquier posibilidad de crecimiento. Y ese es su gran problema. Por eso la hoy senadora bajó la orden de trabajar por la unidad del peronismo en todas las provincias. Que ella hable de unidad es un verdadero oxímoron político: si hay algo que ella representa a la perfección es lo opuesto.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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domingo, 3 de febrero de 2019

Candidatos en danza… @dealgunamanera...

Candidatos en danza…

 

Carga con ese peso, Vidal-Macri. Dibujo: Pablo Temes

 

Sin desdoblamiento, vienen otras decisiones. Quién acompaña a Macri y Vidal. ¿CFK va con Kicillof?


María Eugenia Vidal quemó las naves. Es lo que hizo al decirle “No” al desdoblamiento de las elecciones a gobernador en la provincia de Buenos Aires y atar su suerte a la de Mauricio Macri. Fue una decisión que Vidal tomó contra su voluntad. Ella quería discutirlo con el argumento que le dan los números. Ella mide más que Macri. No hubo posibilidad. El Presidente y Marcos Peña –y Jaime Duran Barba también– se oponían firmemente a considerar esta opción.

Esa es la verdad. Por eso el argumento del ministro de Gobierno bonaerense, Federico Salvai, de decir que el motivo para bajar la idea del desdoblamiento de la elección a gobernador había sido el “costo” es falaz. Desde el vamos se sabía que una iniciativa como ésa conlleva una erogación importante por parte de quien la organiza. El motivo real lo reflejó el título de esta columna del domingo pasado: “No hay Macri sin Vidal”. Es obvio que la gobernadora no quedó feliz ni con las formas ni con la resolución de esta delicada cuestión. Y no lo está porque, como tema de fondo, esto complica sus chances electorales. Y no lo está, además, por lo que significan las formas que, muchas veces, son tan importantes como el fondo.

La gobernadora ha experimentado lo desagradable que es –aún para los oficialistas– tener que “discutir” con Marcos Peña. Vidal tiene un contacto con la realidad del que carece Peña y, por consecuencia, dista de compartir un optimismo proselitista nacido al calor de encuestas de las que muchos oficialistas descreen. La realidad es que el jefe de Gabinete ha recuperado la centralidad del poder. No ha sido por mérito propio –su gestión es de escaso mérito– sino producto de las circunstancias. Como ya se ha dicho aquí, el fuerte suyo no es la gestión sino la elección.

Terminado ya el debate del desdoblamiento, lo que viene ahora es la definición de los candidatos. Por las dudas –y para que nadie se confunda–el candidato a la Presidencia será Macri. Cuando hablamos de candidaturas nos estamos refiriendo a los que acompañarán en la fórmula al Presidente y a la gobernadora. Ahí el panorama es variopinto.

Barajando. El ticket Macri-Michetti todavía tiene aire aún porque, a decir verdad, nadie va a modificar su voto a causa del postulante a la vicepresidencia. Se votará a favor de Macri o en contra de Macri y no de Michetti, Stanley o quien fuere.


La situación es diferente en la provincia de Buenos Aires. Ahí la discusión es tensa e intensa. Veamos: en 2015, Vidal había elegido a Cristian Ritondo para que la acompañara en la fórmula como candidato a vicegobernador. Eso significaba que los cuatro cargos más importantes a los que aspiraba Cambiemos –Presidencia y vicepresidencia de la Nación y gobernación y vicegobernación bonaerense– eran del PRO y de la Capital Federal. 

Ahí fue que Ernesto Sanz –¿dónde estará?– hizo oír su voz de queja, por lo que, en menos de 48 horas se lo bajó a Ritondo y lo pusieron a Daniel Salvador. No está clara la causa por la que Vidal no lo quiere más como compañero de fórmula a su actual vice, que ha sido un hombre leal y con muñeca política para manejar los avatares de la compleja Legislatura provincial. Lo que sí está claro, es que no lo quiere. De ahí la danza de nombres que gira alrededor de ese lugar, hecho que lo ha puesto nuevamente en órbita a Ritondo.

Sin embargo, en esta retahíla de noes, síes y peros, apareció un pero. Sucede que Emilio Monzó ya ha dicho que no competirá por su reelección como diputado. Por lo tanto la presidencia de la Cámara Baja habrá de quedar vacante. El Gobierno –es decir, Macri– quiere que el reemplazante de Monzó sea Diego Santilli o, en su defecto, Ritondo. Quiere que los dos vayan al Congreso. Hay que recordar que, mientras gobernaba Macri en la Ciudad, la Legislatura porteña era manejada por Ritondo y Santilli. Por lo tanto el Presidente aspira a tener a ese dúo –Santilli por la Ciudad y Ritondo por la Provincia– en el Congreso. “Macri quiere a gente con linaje peronista”, afirma un profundo conocedor de la “rosca” interna de Cambiemos. 

Conclusión: Vidal se quedó sin su predilecto para la candidatura a vice.


Pero, a fin de hacer la cosa más maquiavélica y para que Salvador no sienta que el puesto es suyo, ha surgido el nombre de Carolina Stanley. Y si finalmente no fuera la actual ministra de Desarrollo Social, la idea es testear el nombre de alguna persona del riñón vidalista como vice. Si después de tanto vaivén la candidatura recayera otra vez en Salvador, será un logro del radicalismo que seguramente tendrá un costo: la pérdida de legisladores.

Zona K. Del otro lado, está la muy activa Cristina Fernández de Kirchner quien, en uno de sus diálogos con un icónico intendente K de la segunda sección electoral, dijo: “Si yo soy presidenta tengo dos problemas: primero los vencimientos de la deuda externa, que son monstruosos para el 2020 y a mí nadie me va a prestar plata; segundo, es que a principios del último año de mi mandato voy a cumplir 70 años, por lo que lo voy a pensar varias veces antes de ser candidata; tercero, no tengo el equipo que tenía en su momento: el que no está preso, está jubilado.” (N. de la R: a eso llama la ex presidenta un gran equipo). Las tres cosas son ciertas. Sin embargo, al leer bien la entrelínea hay algo que surge en forma nítida: lo que CFK no dijo es que haya tomado la decisión de no ser candidata.

Las encuestas muestran que la ex presidenta mide muy bien en el Conurbano y, que con la diferencia que saca en ese bastión del peronismo, hoy podría ganar la provincia de Buenos Aires. En el resto del país, sin embargo, su imagen cae.

En el GBA despunta otra disputa interna del PJ: la de los intendentes contra Axel Kicillof.

Ninguno de esos alcaldes profesa la menor simpatía por el ex ministro de Economía, a quien CFK sigue tratando con el mimo de los preferidos. En realidad, en el peronismo nadie lo quiere. El problema que tienen es que Kicillof mide bien en las encuestas. Su discurso tiene el mismo sesgo del de la ex presidenta: habla como si no hubiera gobernado nunca; como si no hubiera dejado un 25% de inflación anual que, además, ocultaba; como si no hubiera dejado más de un 25% de pobreza, de la cual no hablaba porque era “estigmatizante”; como si no hubiera tenido nada que ver con el cepo cambiario que contribuyó al aislamiento del país y como si no hubiera tenido nada que ver con la pesada herencia de los “holdouts”.

La vigencia de Fernández de Kirchner y Kicillof da la exacta medida de la dramática dimensión de los groseros errores del gobierno de Macri.

Es una ecuación política tan clara como el agua clara.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.


(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

martes, 1 de enero de 2019

Energía perdida… @dealgunamanera...

Energía perdida…

Entre ceja y ceja. Juan Iguacel. Fotografía: Pablo Temes

El año termina como el fin de 2017: malos anuncios y más cambios. La apuesta única.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 30/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Si no fuera por lo dramático de sus consecuencias, lo sucedido hace un año en la Argentina bien podría haber sido catalogado como uno de los chistes de mal gusto que solían hacerse durante los 28 de diciembre, el Día de los Santos Inocentes. Dicho sea de paso, una práctica absolutamente inadecuada para la esencia de la conmemoración, que se refiere a la matanza ordenada por el rey Herodes I de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén, con el objetivo de eliminar a Jesús. Pero volvamos a la actualidad.

El hecho político vernáculo en cuestión fue la conferencia de prensa de aquel jueves 28 de diciembre de 2017, en la que hablaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Economía, Nicolás Dujovne; el ministro de Finanzas –cargo que no existe más–, Luis Caputo, y el entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Anunciaban el nuevo índice de inflación para 2018 –iba a estar entre el 15% yel 17%– y las proyecciones para los años subsiguientes –10% para 2019, 5% para 2020% y casi cero a partir de 2021. Todo –absolutamente todo– fue un error.

El año pasado terminó en un clima de cierta euforia. 

El oficialismo había ganado las elecciones y la mayoría de la dirigencia política–incluyendo la opositora– daba por descontado que nada podría frenar la reelección de Mauricio Macri. Nada de aquella euforia ha quedado ni en el Gobierno ni en la mayoría de la ciudadanía. El fin de año transcurre en medio de una retahíla de anuncios que perjudican fuertemente el bolsillo del ciudadano de a pie: aumento del costo del transporte público, aumento del gas, aumento del agua y aumento de la electricidad.

Otra vez. 

En la semana que pasó, el riesgo país escaló hasta los 837 puntos. De ese número elevadísimo, que aleja a la Argentina de cualquier posibilidad de acceso a créditos a tasas de interés que no superen el 4% o 5%, un 5% se le puede atribuir al contexto internacional, otro 5% a los mercados emergentes y la renta financiera, y el 90% a la política económica interna. La Argentina tiene este altísimo riesgo país por cuestiones locales, que son la suma –imposible de medir– de la mala praxis del gobierno de Macri y de la herencia de Cristina Fernández de Kirchner, verdadero combo que no hace más que repetir los vicios de la economía y la política de una buena parte de la historia nacional.

En los hechos, el que ahora se ha hecho cargo de la política económica en Argentina es el Fondo Monetario Internacional.

Y esto –más allá de las chicanas de la oposición– es la estricta verdad. Fue así en junio, cuando el Fondo cometió su propio error al subestimar la dimensión de la crisis y luego, ya más severamente, en septiembre, momento en el que armó un programa muy ortodoxo, muy difícil de violar, con información de carácter diario al Fondo. En este contexto, el presidente del Banco Central y el ministro de Economía tienen muy poco por hacer.

Lo que el Fondo Monetario pide ahora en términos de ajuste recesivo tiene dos aspectos importantes a señalar: el primero es que no se lo puede incumplir porque de su cumplimiento depende la llegada del dinero que es fundamental para evitar el default; y el segundo es la corrección de lo que no se quiso hacer en el año 2016. Recuérdese que ese año se pasó en medio de una discusión sobre si aplicar políticas de shock o políticas gradualistas, discusión que tuvo algún sustento porque varios alocados rentistas del exterior financiaron a la Argentina dos años a cambio de ganancias que no se obtenían en ninguna otra parte del mundo. Los que dentro del oficialismo advirtieron sobre lo peligroso de este esquema que ya había fracasado en otras gestiones –que no era poco– fueron catalogados de pesimistas o de antigobierno.

De la misma manera, hoy es muy difícil para aquellos mismos inversionistas alocados, pseudoarrepentidos, pensar a favor de algo para Argentina, porque le han hecho la cruz.

La carga impositiva, sacando la “anécdota” reciente de las retenciones y del impuesto a la renta financiera, es la misma que dejó CFK y que Macri no pudo o no quiso bajar. Cuando el tándem de Dujovne y su viceministro hicieron la reforma tributaria muy mediocre y modesta el año pasado, no daba nada, porque en verdad ningún impuesto se puede bajar cuando se tiene el agujero fiscal de nuestro país. Es imposible de bajar.

Nueva baja. 

La renuncia del secretario de Energía, Juan Carlos Iguacel, es una anécdota más de un gabinete que ha mostrado desde el inicio mismo de la gestión una absoluta disfuncionalidad de su área económica.

Su personalidad extrovertida, su avidez de protagonismo y sus diferencias con Dujovne fueron su “tumba” política. Claro que no todo es culpa suya. A nadie se le ocurre pensar que haya hecho el anuncio de los aumentos sin una venia del Presidente. Al ahora ex secretario de Energía le ha pasado lo mismo que a su predecesor, Juan José Aranguren: exhibir una absoluta falta de estrategia y visión política para manejar el complicado asunto de los ajustes tarifarios, que nadie discute en cuanto a su esencia pero que una mayoría rechaza por el cómo de su instrumentación.

La vuelta a los primeros planos de Marcos Peña y de Gustavo Lopetegui muestra que la campaña electoral ya está en marcha. La incompetencia de gestión Peña está fuera de toda duda y la falta de perspectiva política de Lopetegui, también.

El “señor Excell” –como lo llaman varios de los miembros del gabinete nacional– goza de poca simpatía y aprobación en muchos despachos de la Casa Rosada y sus adyacencias.


Solo la manifiesta desarticulación de la oposición y el factor CFK hacen que el Gobierno aún mantenga la esperanza de tener alguna chance de ganar la elección presidencial del año que está a punto de comenzar.

El peronismo unido estaría hoy en condiciones de alcanzar la victoria. Pero la ex presidenta lo divide, así como divide profundamente al resto de la sociedad argentina. Esa es la apuesta casi excluyente del Gobierno.


Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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