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sábado, 30 de marzo de 2019

Hijos del dólar… @dealgunamanera...

Hijos del dólar…
El camino correcto. Nicolás Dujovne. Dibujo: Pablo Temes.

Ni Peña ni Dujovne se espantan con las tasas como en tiempos de Sturzenegger.

© Escrito por Roberto García el sábado 30/03/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Hijo del dólar, hasta el propio Macri parece en privado con la guardia baja. Como buena parte de la quejosa población, según las encuestas y en sintonía general con la zozobra patológica del país.

Aunque en público, o con otros testigos, como si fuera el Jano de los dos rostros, el Presidente presume de una energía basada en anabólicos, quizá ficticia. Pero a prueba de sus propios socios, sin contagiarse de los radicales que rozan la infidelidad o el daño rupturista, fluctuante, de Elisa Carrió.

También son ellos hijos del dólar y del teorema verde: cuanto más crece la divisa, más se alejan del Gobierno. Si hasta el endeble corazón oficialista se trastorna por la posible pérdida de poder y ronda fantasías diversas: de suspender la reelección presidencial a cederle esa candidatura a María Eugenia Vidal o, como variante de resultado conjetural, incorporar una mesa de decisiones y modificar un gabinete anodino. En particular, a su relevante jefe, Marcos Peña, en dúo con Nicolás Dujovne, quienes hoy se sostienen como gemelos.

Notable y gracioso el cambio de Peña, al menos con relación al nefasto 28 de diciembre, en que junto a Mario Quintana liquidaron a Sturzenegger porque las tasas estaban demasiado altas. Esta semana, con tasas en nivel superior, desconocen aquel episodio traumático y les prometieron a banqueros locales y extranjeros –bajo el insólito apercibimiento de que nada deben comentar de los encuentros– mantener esa garantía para domesticar a un dólar, por más endemoniado que se presente, para que no se dispare en los próximos meses. En ese ejercicio les va la vida.


El aguante. “Hay que aguantar”, como manda pregonar Macri replicando a Churchill, amparado en dos supuestas certezas. Una, económica: ya pasaron los estertores de los idus de marzo y la matemática monetaria del FMI se encargará de evitar una corrida bancaria (que, hasta ahora, justo es advertirlo, no se registra en los depósitos).

Y, si no alcanza, habrá una asistencia probable de la Reserva Federal. Gracias, Trump, padre del dólar, antojado en la estabilidad para que no vuelva Cristina y se reproduzca una experiencia populista durante su mandato en la Argentina. Hasta se arriesga un número si fuera necesario: 20 mil millones de dólares. 

Por supuesto, frente al rumoreo, Dujovne aplica su cara de “yo no fui” que mejor le sale en la pantalla. La otra garantía es política: el convencimiento, la seguridad, de que Cristina habrá de competir en octubre –consagrando una polarización que el oficialismo imagina a su favor–, lo que le permite a Macri levantar apuestas en ese sentido, pagando el doble o el triple a quienes dudan de esa posibilidad.

Debe suponerse que lo informan bien sus cuestionados servicios de inteligencia. Mientras, la viuda sigue sin hablar, sirviéndose de un clásico de Neruda para mejorar en los sondeos: “Me gustas cuando callas, porque estás como ausente”.

Por convicción, registros informativos o irresponsabilidad, el mandatario confía en mantener el aguante, el “modo pausa” de su gobierno.

Por convicción, registros informativos o irresponsabilidad, el mandatario confía en mantener el aguante, el “modo pausa” de su gobierno, antes de que en diciembre haya que pagar obligaciones brutales o “todo se pueda ir a la mierda” como graficó en castellano antiguo el economista Melconian.

De ahí que no abandona ni altera, a pesar del disgusto por los continuados índices negativos de la economía, esos rituales deportivos y lúdicos, sistemáticos, que parecen calcados de la actividad distractiva que caracterizó los mandatos de Carlos Menem: golf, tenis, fútbol o naipes. Si hasta copió otro hábito del riojano: casi ninguno de la administración, salvo excepciones, se integra a esos ejercicios que, para él, deben servirle para la armonización espiritual, recreos impostergables que realiza con amigos, camaradas, profesionales, en su vasta mayoría ajenos a la Casa Rosada.

Aunque esa pasión, si así puede definirse, difiere de Menem en otra evidencia: entonces, los pasatiempos se cubrían con el peso específico de los ministros, cuya envergadura –al margen de los gustos y resultados– no se cuestionaba. De Cavallo a Di Tella, de Bauzá a Dromi, de Corach a su hermano Eduardo, por citar un lampazo de la memoria.

La hora de las culpas. Aun con un gabinete más amplio, mayor cantidad de colaboradores y seguramente por su escasa generosidad política, Macri no dispone de esa cobertura intelectual. A duras penas se distinguen en la multitud Peña o Dujovne, cuya fama se acumula más por los agravios que reciben que por las virtudes expuestas.

Muchos de los que comparten entretenimiento con Macri, amigos del difunto Franco, han entendido esa denigración inesperada como un acto poco comprensible en un hijo

Pero el mundo de la distracción, reservado, poco conocido en nombres, también agrega dificultades. Opinan menos que los de Menem, pero se revuelven de ira ante situaciones no previstas.

Como la admisión del Presidente, en un reportaje, de que su padre recién muerto había delinquido con la obra pública: por lo menos, lo rebajó a la categoría de corrupto. Muchos de los que comparten entretenimiento con Macri, amigos del difunto Franco, han entendido esa denigración inesperada como un acto poco comprensible en un hijo.

Incluso si, como alguno  sospecha, no fue improvisada, producto de una traición del inconsciente o sugerida por un terapeuta. Más bien suponen que esa confesión innecesaria, gratuita –ya que poco añade a lo que ya se conocía del padre– ha sido recomendada por sus consejeros de marketing, planeada, al punto que el equipo de Carrió se montó para felicitarlo por su grandeza para reconocer faltas familiares y demostrar la transparencia del mandatario.

Deben entender que esa actitud suma votos en su porfía legítima contra la administración pasada de Cristina, plagada de fechorías, y a quien quizá con justicia se la culpa por lo que hizo y, ahora, se la culpa por lo que presuntamente hará. Un disloque de iluminada anticipación, casi sin antecedentes, hijo del vaivén del dólar y del terror que implica su corrida ascendente.



jueves, 14 de febrero de 2019

La “Gran” Pregunta… @dealgunamanera...

¿Podrá Mauricio Macri cumplir con la promesa de bajar la inflación?

Mauricio Macri aseguró que la inflación "está bajando". Fotografía: Flickr prensa presidencia.

Según el FMI, Argentina está entre los cinco países de mayor inflación del mundo. Economistas analizan las cifras inflacionarias de los tres años de Cambiemos.

© Escrito por Julián D'Imperio el miércoles 13/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

"¡No! ¡¿Cómo va a ser difícil?! La inflación es la demostración de tu incapacidad para gobernar. En mi presidencia la inflación no va a ser un tema, no va a ser un desafío". Esas fueron las palabras de Mauricio Macri en 2015, durante la campaña electoral. Casi cuatro años después, las "turbulencias" cambiarias, el contexto internacional y las decisiones político-económicas durante su mandato demostraron que los resultados fueron adversos en dicho aspecto hasta el momento.

Es que finalizado su primer año de gestión, en 2016, la inflación cerró con un alto índice del 40,3%. A partir de allí, a mediados de 2017, recién el presidente pudo referirse de manera positiva con los índices de inflación: “Nos está yendo bien, está bajando la inflación”, dijo en Tecnópolis. Y cumplió, porque si bien cerró con una cifra alta en comparación con otros países latinoamericanos, fue una baja sustancial en esas mediciones (24,8%).

Por eso, en marzo de 2018, volvió a enfatizar sobre que "la inflación está bajando" y pidió "ver el vaso medio lleno". Meses atrás de esas declaraciones, su gabinete económico junto al Banco Central prometió cifras inflacionarias de entre el 12 y el 17 por ciento para el 2018. Sin embargo, en el año que pasó la cifra fue récord: 47,8%, la más alta desde 1991.

Este miércoles, Macri dijo a FM Radio Pasión de San Luis que "ya está empezando a bajar la inflación, lentamente va a mejorar la actividad económica y esperamos que eso nos lleve al crecimiento más sólido". ¿Se cumplirá esta vez el objetivo? 


Actualmente, según las cifras del propio FMI que acordó un préstamo por 56.700 millones de dólares a la Argentina el año pasado, la inflación del país está entre las cinco más altas del mundo, sólo por debajo de las de Venezuela, Sudán e Irán.


Para el economista Fausto Spotorno, la razón por la cual la inflación no bajó nunca, fue porque "quisieron bajar la fiebre sin curar la enfermedad".  Y explicó: "La inflación es un problema monetario pero viene de un desbalance monetario que no se estaba haciendo apropósito, era un desbalance fiscal que nunca se resolvió, recién ahora está siendo más consistente con ese desbalance fiscal, lo que podría hacer que mejore el problema de la inflación si se mejora el desbalance monetario después".

"El gobierno no paraba de financiarse con deuda externa, y no pudo controlar la emisión que genera inflación. El acuerdo con el FMI es de mediano plazo y tiene un plan más consistente que lo que tenías antes: ataca la emisión monetaria y al mismo tiempo la emisión fiscal, por eso puedo atacar con políticas monetarias. Se está atacando la enfermedad que genera la fiebre. Pero es de corto plazo, de reducir la vulnerabilidad de Argentina", agregó.

Para el director de la consultora Macro View de Carlos MelconianPablo Goldin, las políticas monetarias y fiscales del gobierno de Macri fueron "similares a las del gobierno de Cristina Fernández" y es por eso que "hasta en los años en donde no hubo crisis cambiaria o suba de tasas su piso inflacionario fue siempre del 25%". No obstante, destacó que la nueva política monetaria que aplicó el Banco Central de Guido Sandleris, sujeta al acuerdo con el FMI, cambió el plan monetario y fiscal y podría reflejar mejoras en la inflación, aunque no siendo producto de una economía sana sino "como resultado del frenazo monetario del BCRA y una recesión muy fuerte que bajó el consumo y la actividad económica".

J.D. / D.S.




(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

martes, 1 de enero de 2019

Energía perdida… @dealgunamanera...

Energía perdida…

Entre ceja y ceja. Juan Iguacel. Fotografía: Pablo Temes

El año termina como el fin de 2017: malos anuncios y más cambios. La apuesta única.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 30/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Si no fuera por lo dramático de sus consecuencias, lo sucedido hace un año en la Argentina bien podría haber sido catalogado como uno de los chistes de mal gusto que solían hacerse durante los 28 de diciembre, el Día de los Santos Inocentes. Dicho sea de paso, una práctica absolutamente inadecuada para la esencia de la conmemoración, que se refiere a la matanza ordenada por el rey Herodes I de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén, con el objetivo de eliminar a Jesús. Pero volvamos a la actualidad.

El hecho político vernáculo en cuestión fue la conferencia de prensa de aquel jueves 28 de diciembre de 2017, en la que hablaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Economía, Nicolás Dujovne; el ministro de Finanzas –cargo que no existe más–, Luis Caputo, y el entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Anunciaban el nuevo índice de inflación para 2018 –iba a estar entre el 15% yel 17%– y las proyecciones para los años subsiguientes –10% para 2019, 5% para 2020% y casi cero a partir de 2021. Todo –absolutamente todo– fue un error.

El año pasado terminó en un clima de cierta euforia. 

El oficialismo había ganado las elecciones y la mayoría de la dirigencia política–incluyendo la opositora– daba por descontado que nada podría frenar la reelección de Mauricio Macri. Nada de aquella euforia ha quedado ni en el Gobierno ni en la mayoría de la ciudadanía. El fin de año transcurre en medio de una retahíla de anuncios que perjudican fuertemente el bolsillo del ciudadano de a pie: aumento del costo del transporte público, aumento del gas, aumento del agua y aumento de la electricidad.

Otra vez. 

En la semana que pasó, el riesgo país escaló hasta los 837 puntos. De ese número elevadísimo, que aleja a la Argentina de cualquier posibilidad de acceso a créditos a tasas de interés que no superen el 4% o 5%, un 5% se le puede atribuir al contexto internacional, otro 5% a los mercados emergentes y la renta financiera, y el 90% a la política económica interna. La Argentina tiene este altísimo riesgo país por cuestiones locales, que son la suma –imposible de medir– de la mala praxis del gobierno de Macri y de la herencia de Cristina Fernández de Kirchner, verdadero combo que no hace más que repetir los vicios de la economía y la política de una buena parte de la historia nacional.

En los hechos, el que ahora se ha hecho cargo de la política económica en Argentina es el Fondo Monetario Internacional.

Y esto –más allá de las chicanas de la oposición– es la estricta verdad. Fue así en junio, cuando el Fondo cometió su propio error al subestimar la dimensión de la crisis y luego, ya más severamente, en septiembre, momento en el que armó un programa muy ortodoxo, muy difícil de violar, con información de carácter diario al Fondo. En este contexto, el presidente del Banco Central y el ministro de Economía tienen muy poco por hacer.

Lo que el Fondo Monetario pide ahora en términos de ajuste recesivo tiene dos aspectos importantes a señalar: el primero es que no se lo puede incumplir porque de su cumplimiento depende la llegada del dinero que es fundamental para evitar el default; y el segundo es la corrección de lo que no se quiso hacer en el año 2016. Recuérdese que ese año se pasó en medio de una discusión sobre si aplicar políticas de shock o políticas gradualistas, discusión que tuvo algún sustento porque varios alocados rentistas del exterior financiaron a la Argentina dos años a cambio de ganancias que no se obtenían en ninguna otra parte del mundo. Los que dentro del oficialismo advirtieron sobre lo peligroso de este esquema que ya había fracasado en otras gestiones –que no era poco– fueron catalogados de pesimistas o de antigobierno.

De la misma manera, hoy es muy difícil para aquellos mismos inversionistas alocados, pseudoarrepentidos, pensar a favor de algo para Argentina, porque le han hecho la cruz.

La carga impositiva, sacando la “anécdota” reciente de las retenciones y del impuesto a la renta financiera, es la misma que dejó CFK y que Macri no pudo o no quiso bajar. Cuando el tándem de Dujovne y su viceministro hicieron la reforma tributaria muy mediocre y modesta el año pasado, no daba nada, porque en verdad ningún impuesto se puede bajar cuando se tiene el agujero fiscal de nuestro país. Es imposible de bajar.

Nueva baja. 

La renuncia del secretario de Energía, Juan Carlos Iguacel, es una anécdota más de un gabinete que ha mostrado desde el inicio mismo de la gestión una absoluta disfuncionalidad de su área económica.

Su personalidad extrovertida, su avidez de protagonismo y sus diferencias con Dujovne fueron su “tumba” política. Claro que no todo es culpa suya. A nadie se le ocurre pensar que haya hecho el anuncio de los aumentos sin una venia del Presidente. Al ahora ex secretario de Energía le ha pasado lo mismo que a su predecesor, Juan José Aranguren: exhibir una absoluta falta de estrategia y visión política para manejar el complicado asunto de los ajustes tarifarios, que nadie discute en cuanto a su esencia pero que una mayoría rechaza por el cómo de su instrumentación.

La vuelta a los primeros planos de Marcos Peña y de Gustavo Lopetegui muestra que la campaña electoral ya está en marcha. La incompetencia de gestión Peña está fuera de toda duda y la falta de perspectiva política de Lopetegui, también.

El “señor Excell” –como lo llaman varios de los miembros del gabinete nacional– goza de poca simpatía y aprobación en muchos despachos de la Casa Rosada y sus adyacencias.


Solo la manifiesta desarticulación de la oposición y el factor CFK hacen que el Gobierno aún mantenga la esperanza de tener alguna chance de ganar la elección presidencial del año que está a punto de comenzar.

El peronismo unido estaría hoy en condiciones de alcanzar la victoria. Pero la ex presidenta lo divide, así como divide profundamente al resto de la sociedad argentina. Esa es la apuesta casi excluyente del Gobierno.


Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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jueves, 27 de diciembre de 2018

Annus horribilis… @dealgunamanera...

Annus horribilis…


2018 fue el año en que las metáforas iniciales, destinadas a alentar el entusiasmo popular –brotes verdes, lluvia de inversiones o segundo semestre– se estrellaron frente a la realidad.

© Escrito por Reynaldo Sietecase el miércoles 26/12/2018 y publicado en el Sitio Periodismo.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Este fue el año en que nacieron las metáforas de segunda generación: tormentas sucesivas, turbulencias financieras y otros eventos naturales. Salvo a la hora de hablar de la herencia que dejó el gobierno kirchnerista, el fracaso estrepitoso del plan económico no tiene responsables políticos.

Este fue el año en que la inflación –que según el candidato Mauricio Macri era algo muy fácil de controlar– rondará el 45 por ciento. El aumento incesante de los precios, el costo de los servicios públicos, los aumentos de combustibles y el precio del transporte, limaron los salarios sin piedad. Unos pocos gremios lograron empatar con la inflación en sus acuerdos paritarios.

Este fue el año en que la mitad de los argentinos que cobran sueldos en blanco no lograron superar un ingreso de 15 mil pesos.

En 2018 se sumaron 170 mil nuevos desempleados.

Este fue el año en que la pobreza –el parámetro que el Presidente eligió para que se evalúe la eficacia de su gestión– alcanzó el 33,6 por ciento según la medición del Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Se trata de 13,6 millones de personas. Es la cifra más alta de la última década.

Este fue el año en que el gobierno logró un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y obtuvo un crédito stand-by por 57.000 millones de dólares. Con ese aporte se calmaron los mercados.

La operación fue anunciada como un gran logro. Desde que asumió Cambiemos en 2015 la deuda pública interna y externa se incrementó en más de 90.000 millones de dólares.

Este fue el año en que, a pesar del apoyo financiero del FMI, el Riesgo País llegó a 829 puntos, el nivel más alto de los últimos cuatro años.

Este año la crisis se llevó puestos a dos Presidentes del Banco Central: la primera disparada del dólar eyectó a Federico Sturzenegger. Luego renunció su reemplazante, Luis Caputo quien era ministro de Finanzas. Por último, fue designado Guido Sandleris, el segundo de Nicolás Dujovne en el Ministerio de Hacienda. Dujovne es el funcionario que quedó con más poder a partir de la crisis provocada por la corrida del dólar.

Este fue el año en que el BCRA fijó tasas superiores al 60 por ciento en un intento de contener al dólar.

Este fue el año en que el dólar duplicó su valor y se fijó una banda de flotación.

Este año la producción industrial de Argentina tuvo la mayor caída anual desde la crisis económica de 2002.

En 2018 las ventas en los shoppings cayeron 18,6 por ciento y el 10 por ciento en los supermercados.

Este fue el año en que la cifra de Pequeñas y Medianas Industrias que cierran por día pasó de 10 a 25 según cuentan las organizaciones que las agrupan.

Este fue el año en que el Presidente anunció nuevos impuestos a las exportaciones, se comprometió a parar las obras públicas a gran escala, reducir el gasto público y lograr el déficit cero.

2018 fue el año en que el peronismo, después de arduas negociaciones, acompañó la sanción del presupuesto 2019 “sin déficit y con aumento de impuestos” para lograr el equilibrio exigido por el FMI. Hubo múltiples protestas callejeras en los días previos a la sanción.

Este fue el año en que los líderes del mundo dieron un fuerte respaldo a Mauricio Macri en el curso de la Cumbre del G 20 que se desarrolló en Buenos Aires. El presidente fue ovacionado por la platea del teatro Colón después del espectáculo dedicado a los mandatarios del exterior.

Este fue el año en que el Presidente lloró emocionado por los aplausos. “Los líderes del mundo nos dijeron que estamos en el camino correcto”, explicó.

Este año la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció cambios en los protocolos de las fuerzas federales. Según lo publicado en el Boletín Oficial, los agentes le pueden disparar por la espalda a quienes huyan de la policía. Se formalizó así la llamada doctrina Chocobar. “Es lo que pide la gente”, deslizaron desde el entorno de la Ministra.

Este fue el año en que la principal aliada política del gobierno se volvió a enojar. Elisa Carrió advirtió contra los cambios en el accionar de la policía y habló de fascismo. También la emprendió contra Germán Garavano, Emilio Monzó y Daniel Angelici. Un clásico. Apenas fue uno de sus enojos recurrentes. No habrá ruptura.

Este fue el año en que la oposición peronista consolidó su división. Por lo que se sabe hasta ahora presentará casi las mismas opciones que en 2015 en dos grandes conglomerados.

Este fue el año en que Cristina Kirchner no anunció su candidatura a presidente. Sin embargo, sigue en el centro del ring aunque no se suba. Dicen sus allegados que está dispuesta al todo por el todo.

Este fue el año que la justicia la mandó a juicio por ser “jefa de una asociación ilícita”. Durante los próximos meses enfrentará varios procesos orales en los tribunales federales. Una veintena de los hombres que la acompañaron en la gestión están detenidos.

Este fue el año de la llamada Causa de los Cuadernos, el proceso por corrupción más importante de la historia nacional. Entre otras cuestiones porque una docena de los hombres más ricos del país aparecieron vinculados al pago de coimas. Este fue el año en que se confirmó que ningún empresario importante terminará preso. Una de cal y una de arena.

Este fue el año en que, mientras espera ducharse en bronce, el juez Claudio Bonadío convocó a dar explicaciones a Franco y Gianfranco Macri por las coimas en los corredores viales. Un disgusto pasajero para la familia Macri que ya había sufrido por la convocatoria del primo Ángelo Calcaterra.

Este fue el año en que el Presidente anunció su decisión de pelear por la reelección. Sabe que, a pesar del escenario económico y social, tiene grandes chances. Aseguran sus íntimos que está algo cansado pero quiere revancha. Le prometen que el segundo mandato será más apacible.

Este fue el año en que María Eugenia Vidal dijo en una entrevista: “Si no lo hicimos mejor es porque no pudimos, no porque no quisimos”. De acuerdo a la mayoría de las encuestas la gobernadora de Buenos Aires tiene la mejor imagen del país.

Este fue el año en que Durán Barba, el asesor electoral ecuatoriano que acompaña al Presidente Macri, sintetizó el discurso de campaña para 2019 en una frase: “El pasado fue terrible, el presente es muy malo pero el futuro será mejor”.

Un año malo lo puede tener cualquiera. Recuerden eso a la hora de brindar por el 2019.


domingo, 25 de noviembre de 2018

Entre el G20 y el PJ9… @dealgunamanera...

Entre el G20 y el PJ9…

House Of ‘Kas’… Miguel Ángel Pichetto. Dibujo: Pablo Temes

Los tiempos electorales se aceleran. Pases de facturas oficiales y reacciones por Cristina.
© Escrito por Nelson Castro el domingo 25/11/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
(Fuente: 
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Todavía resuenan en el universo de Cambiemos las secuelas del zafarrancho que lo llevó a la pérdida de asientos clave en el Consejo de MagistraturaEn el radicalismo, el malhumor continúa. "No es malhumor; es bronca" –corrige una voz de peso dentro de la UCR. Es una bronca mascullada que, sin embargo, no pasará a mayores. Pasar a mayores significaría, lisa y llanamente, la ruptura. Todos los integrantes de la coalición gubernamental saben que no tienen más remedio que tolerarse y/o soportarse. Y todos saben también que si se produjese esa ruptura –hecho que equivaldría a repetir la traumática experiencia que llevó a la destrucción de la Alianza–  sería algo que sus votantes no les perdonarían por largo tiempo.

Las disputas internas dentro del oficialismo no son solo entre el PRO, la UCR y la Coalición Cívica; las hay, además, al interior del PRO. Una de los asuntos que por estas horas  aviva la interna es el posible desdoblamiento de las elecciones en la provincia de Buenos Aires. Las encuestas que circulan en abundancia por los despachos del poder, muestran que, si la Provincia separase sus elecciones de los comicios de la Nación, las chances de Cambiemos –es decir de María Eugenia Vidal– aumentarían significativamente. El adverbio significativamente tiene en este caso una traducción muy contundente, ya que se habla de la posibilidad de que el oficialismo se quedase con diez a 15 municipios más de los que hoy gobierna.

Internas entre el PRO y la UCR por un lado y del peronismo por otro. Lilita borrada.

Sondeos. 

Las encuestas muestran que la imagen negativa de Mauricio Macri es fuerte y que la diferencia con Vidal, a pesar de la caída que su imagen también ha experimentado a causa de la crisis económica, se ha acentuado. Es sabido que la gobernadora no comparte muchas de las medidas implementadas desde el gobierno nacional. Por eso, y dentro de los límites que le impone su necesaria subordinación al Presidente, cada vez que puede produce hechos que hacen evidente sus desacuerdos. Es lo que se vio con el bono de fin de año a los jubilados de la Provinciaalgo que Macri decidió no otorgarle a los que perciben sus haberes por parte de la Anses.  

Una muestra más de esa interna –florida en buenas maneras y crueldad– la dio Federico Sturzenegger"Tenés que contar la verdad de lo que te pasó"fue el consejo que recibió de varios de sus amigos el ex presidente del Banco Central a los que decidió hacerles caso. Lo hizo en una charla en la Universidad de Harvard, nada menos. Narró allí cómo era obligado a concurrir a la Casa Rosada y someterse a la crítica y el ninguneo del jefe de GabineteMarcos Peña. “Yo no entiendo nada de economía, pero el resto de las personas que están en esta sala me dicen que no hay que hacer lo que vos decís”–era lo que afirmaba Peña. Una de las personas que estaba en esa sala era Mario Quintana, el ex vicejefe de Gabinete. El episodio es una muestra del grueso error que cometió Macri al delegar la gestión de gobierno en Peña y compañía. Recuérdese que, para no verse expuesto a esa lapidación, el entonces ministro de Hacienda, Alfonso de Prat-Gay, tomó la determinación de asistir a las reuniones de gabinete solo cuando eran encabezadas por el Presidente y no por Peña.     

Otra de las figuras con diferencias cada vez más marcadas con Macri es Elisa Carrió quien, no por casualidad, permanece desde hace un mes en un cono de sombras. "Está borrada desde hace varias semanas de la política y del Congreso, pero articula todo el tiempo con su mano derecha, el diputado Juan Manuel López" –cuenta un conspicuo hombre de Cambiemos. Más allá de que habla con el diputado Mario Negri, Carrió decidió el silencio después de haber confrontado tan fuertemente con el Presidente a quien condenó a elegir entre ella y Angelici y un largo etcétera.  "Yo se los avisé que el peronismo iba por todo"–fue lo que mandó a decir a los suyos, en referencia a la jugada del panperonismo que, en la elección de los nuevos miembros del Consejo de la Magistratura, dejó descolocado al oficialismo.

Internismo. 

En el justicialismo el voltaje de los enfrentamientos sigue subiendo. Sobre todo porque el Peronismo Federal demostró esta semana una voluntad firme de construir una alternativa política distinta a la de Cristina Fernández de Kirchner.  

La reunión de Sergio Massa y Miguel Ángel Pichetto con los gobernadores produjo impacto interno y externo. En principio habían comprometido su asistencia siete. "No pensábamos que iba a ser tan exitosa y que vinieran los nueve que habíamos invitado; pero vinieron los nueve y faltó Verna porque está enfermo"–cuenta con cara de satisfacción un organizador del encuentro. En ese ámbito de renacido optimismo, se cree que en las próximas dos o tres semanas se van a agregar dos –con posibilidad de un tercero–, mandatarios provinciales.  

En la reunión se hizo un balance muy crítico de la situación económica nacional. Por eso se decidió convocar para el lunes que viene a un grupo de treinta economistas de todo el país que tienen otra idea de cómo está la Argentina, quienes elaborarán un documento con un análisis crudo sobre la situación socioeconómica del presente.

Se habló también de la separación de la elección en la provincia de Buenos Aires y de abrir ese espacio al no peronismo. De hecho se verifica allí un diálogo fluido con socialistas, radicales y dirigentes que responden a Margarita Stolbizer. Entre los radicales hay varios intendentes muy disconformes y crecientemente críticos del gobierno nacional.   

En vísperas de la cumbre del G20 en Buenos Aires, la desvaída contracumbre que organizó el kirchnerismo el lunes pasado dejó un alerta. Fue la frase de Cristina Fernández de Kirchner en la que criticó el sistema de división de poderes establecido por la Constitución Nacional. Es de lo que se habla en las reuniones de La Cámpora de cara a la vuelta al poder, algo que en el ámbito del kirchnerismo duro se da cono un hecho. Sería el fin de la República.  

Se define al despotismo como al gobierno absoluto, no limitado por las leyes. Es el "vamos por todo" con el que sueña la ex presidenta en su proyecto desesperado por volver al poder.

Producción periodística: Lucía Di Carlo      




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