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jueves, 16 de abril de 2020

Vuelo de Aerolíneas Argentinas a China en 1980… @dealgunamanera…

Coronavirus en Argentina: la verdad sobre el primer vuelo de Aerolíneas a China…

El primer viaje de Aerolíneas Argentinas a China fue un transpolar que trasladó al dictador Jorge R. Videla. 

El primer presidente en visitar china fue el dictador Rafael Videla, en junio de 1980. Volvió en un Jumbo de Boeing 747 de Aerolíneas Argentinas.

© Escrito por Natasha Niebieskikwiat el jueves 16/04/2020 y publicado por el Diario Clarín de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, República de los Argentinos.

El vuelo de Aerolíneas Argentinas que traerá 13 toneladas de insumos sanitarios comprados a China despegó el miércoles último rumbo Shanghai, en una operación sin precedentes. Volará un total de 55 horas para traer una carga considerada de extrema necesidad para la infraestructura hospitalaria local, que intenta no verse sobrepasada por la pandemia del coronavirus.

Pero la historia de este vuelo de Aerolíneas Argentinas a Shanghai ha opacado otra que también es oficial. La información oficial de la empresa, así como distintos comunicadores sociales afirmaron que este es el primer viaje de Aerolíneas a China. Eso no es así. 

El primer vuelo de la empresa de bandera nacional al gigante asiático tuvo lugar en junio de 1980, y lo hizo para trasladar a Rafael Videla. El dictador se convertía así en el primer gobernante argentino en visitar oficialmente el gigante asiático, que estaba gobernado por Deng Xiaoping. 

Ambos firmaron un acuerdo de Cooperación Comercial. Argentina había reconocido a la República Popular recién en 1972, 23 años después del triunfo comunista.

El miércoles último al salir Aerolíneas Argentinas rumbo a Shanghai con escala en Auckland, un tuit de la empresa decía  que, "en una operación sin precedentes, hoy volamos por primera vez en la historia a China para traer más de 13 toneladas de material sanitaria". Se reproducía en parte un comunicado sobre la salida del Airbus 330 re acondicionado especialmente para el transporte de cargas que traerán de China. 

"La operación de durará un total de 55 horas aproximadamente y están previstas seis horas de trabajo en el aeropuerto de Shanghai para la estiba de materiales médicos". El Secretario General de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas (APLA), el ultrakirchnerista Pablo Biró, que viaja con una tripulación de 17 personas, hasta realizó una grabación con una épica descomunal para lo que es a su vez una operación comercial. China está vendiendo material a la Argentina, aunque también donó cantidad de insumos.

Link:


Pero aunque la historia lo tape, el más duradero de los gobernantes de la última dictadura militar llegó a la República Popular China el 4 de junio, en una gira que lo llevó por San Salvador de Bahía, Brasil, y por Hong Kong, por entonces bajo dominio británico. Estuvo en Pekín, y visitó puntos históricos centrales, entre ellos la muralla China. 

Como también lo mostraba en sus negocios con la ex Unión Soviética, a la que se le exportaba la mayor cuota de granos argentinos, el régimen militar argentino se debatía entre su pertenencia ideológica al campo occidental, cristiano y capitalista y los negocios internacionales. En 1972, Richard Nixon había abierto las relaciones de los Estados Unidos con China en su emblemático viaje a Beijing, y en 1979, Deng -padre de la apertura económica del comunismo chino- visitaba a Jimmy Carter en Washington.


Una publicidad de Aerolíneas Argentinas de la época hablaba de aquel vuelo con una épica parecida a la de ahora, aunque en sus propios términos. "Hoy traemos al presidente Videla desde China a Buenos Aires por la ruta transpolar", decían los Flyers del momento publicados en los diarios argentinos.

Y justificando que se trataba de un viaje que ratificaba la "condición de nuestro país de interlocutor válido con todos los países del mundo", ampliaba "las posibilidades de cooperación recíproca en el campo cultural comercial y técnico", y daba cuenta de ese viaje de vuelta de la aerolínea nacional desde Asia y Oceanía a Buenos Aires, a través del Polo Sur. Fue el 7 de junio de ese año. Clarín no pudo saber con exactitud por qué no figura cómo llegó Videla a China. Pero el vuelo que lo trajo fue un Jumbo 747 de Aerolíneas.

Desde Aerolíneas Argentinas defendieron ante Clarín la presentación del viaje del Airbus a China. "Los registros de Aerolíneas Argentinas, respecto al vuelo realizado a China en 1980 por el presidente de facto Jorge Rafael Videla, indican que se trató de un vuelo de carácter diplomático. Que no realizó transporte de pasajeros, más allá de la comitiva presidencial, ni traslado de cargas.

Los vuelos diplomáticos tienen un marco regulatorio distinto que nada tienen que ver con los vuelos de las compañías aéreas, ya sean de carácter regular o especial, como es el caso del vuelo a China para traer insumos sanitarios. La compañía no registra el vuelo como una operación propia sino como una cesión de equipamiento para un viaje presidencial.", señalaron los voceros de la compañía a este diario.

En la historia oficial de la empresa figura que Aerolíneas Argentinas "nació en 1950 por un decreto del Presidente Juan Domingo Perón, mediante la unión de cuatro aerolíneas (Aeroposta, A.L.F.A., FAMA y Z.O.N.D.A.)".

Sobre el año 1980 sólo se informa que "se incorporó a la flota el Boeing 747SP y se abrieron las primeras rutas transpolares hacia Melbourne, Australia y Auckland, Nueva Zelanda".

El primer viaje de Aerolíneas Argentinas a China fue un transpolar que trasladó al dictador Rafael Videla (AP Photo/Eduardo Di Baia, File)




domingo, 22 de marzo de 2020

Desafíos pandémicos. Nadie escuchó…@dealgunamanera...


Desafíos pandémicos. Nadie escuchó…

El grito de Alberto. Dibujo: Pablo Temes

Prevenir es curar. Clave en esta pandemia que parece extraída de un relato bíblico.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 22/03/2020 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

  
No ocurrió en tiempo de Nostradamus sino hace un año. Tampoco fue Nostradamus sino el director general de la Organización Mundial de la Salud, Adhanom Ghebreyesus, quien alertó sobre el peligro real de que un nuevo virus de la gripe se propagara de los animales a los seres humanos y desencadenara una pandemia. “La cuestión no es saber si habrá una nueva pandemia de gripe, sino cuándo ocurrirá. Debemos mantener la vigilancia y prepararnos, porque el costo será muy superior al de las prevenciones de una gran epidemia”, completó en su declaración, que está en el sitio web de la OMS.

Las dirigencias políticas del mundo –salvo unas muy pocas excepciones– suelen exhibir una conducta despreciativa y depreciativa del mundo de las ciencias. Muchos de ellos creen que ese es un universo de excéntricos ávidos de predecir catástrofes. Esa concepción es producto de una mixtura de actitudes en la que predominan la soberbia y la ignorancia. Es parte de la enfermedad de poder. Y lo notable es que esa actitud traspasa lo ideológico. Donald Trump, Giuseppe Conti, Jair Bolsonaro y Alberto Fernández son ejemplo de ello. Todos minimizaron el impacto del coronavirus.

En el caso particular de nuestro país, el Presidente produjo un giro de 180 grados a partir de su discurso por cadena nacional el pasado miércoles 11. Allí, por fin, se vio que había comprendido la gravedad de la situación.

Ahora, la cuarentena. La declaración de la cuarentena es consecuencia de esa comprensión. Hasta aquí, la evidencia muestra que los países que se “cerraron” e impusieron esta medida en tiempo y forma –y la cumplieron– sufrieron un impacto mucho menor. Los ejemplos más claros son Corea del Sur y Singapur. Italia y España, que llegaron tarde a todo, son el ejemplo de lo contrario. 

De todas maneras, esto exige una evaluación de la situación día por día. También exige una conducta ciudadana por parte de cada uno de los miembros de la sociedad. La condición de ciudadano hace que la persona sea sujeto de derechos y obligaciones. En su discurso por cadena nacional, la canciller de Alemania, Angela Merkel, dijo algo muy importante: “Debemos enfrentar esta emergencia sin alterar la esencia de la vida democrática y, para eso, es fundamental la responsabilidad de todos”. 

La traducción es simple: para evitar la necesidad de decretar el estado de sitio o el toque de queda, es necesario que cada uno cumpla las reglas.

Este es el desafío que tiene también la Argentina. Hay que entender que esta es una cuarentena, no una vacación.

La dirigencia política demostró –por una vez– haber tomado conciencia de lo que la sociedad espera de ella. Las repetidas imágenes de AF flanqueado por Horacio Rodríguez Larreta y Axel Kicillof; la convocatoria a los líderes parlamentarios de la oposición; la reunión con todo los gobernadores; la conversación con Mauricio Macri conllevan un mensaje potente de diálogo y acuerdos. Lo que no logró la política per se, lo forzó la pandemia.

¿Durará?

Las "lecciones" del Covid-19. Estas catástrofes –y una pandemia lo es– llevan a considerar una serie de variables y conductas, a saber:

1- El valor del respeto a las normas.
2- La disciplina social
3- Lo fundamental que es la prevención.
4- La calidad de las dirigencias.
5- La importancia de la información seria.
6- La valoría de los medios de comunicación responsables.
7- El riesgo del mal uso de las redes sociales.
8- Lo imprescindible que son los equipos de salud (médicos, enfermeras, técnicos, etc.)
9- Las distorsiones sociales.
10- Lo que cuesta en vidas la precariedad de un país.

Detengámonos un momento en las tres últimas. Un editorial de esta semana de The Lancet –una de las revistas médicas de mayor prestigio mundial– se explaya sobre la necesidad de cuidar al equipo de salud. En China se infectaron con el coronavirus unos 3.300 miembros del equipo de salud, de los cuales fallecieron 22. En Italia, el 20% del personal de salud abocado a atender y cuidar a estos enfermos se infectó. De hecho, en el Chaco, uno de los casos es el de una médica que se infectó tras la atención de un paciente afectado por el coronavirus.

Médicos, enfermeros y técnicos mal pagos, desprovistos de insumos y de elementos de protección de calidad y en cantidad adecuada son una realidad de nuestro país y de buena parte del mundo. “No queremos ganar los millones de Neymar, Messi, Nadal, Federer o Penélope Cruz, sino solo salarios dignos y tener condiciones de seguridad en nuestro trabajo”, dijeron al borde del llanto un médico y una enfermera españoles agobiados por el volumen de trabajo y la falta de recursos para hacer frente a la pandemia.

La situación por la que atraviesa Italia merece un párrafo aparte. La escasez de respiradores está teniendo una consecuencia letal y generando un dilema ético monumental. Todos los días, en alguna terapia intensiva, se debe decidir a quién se lo ventila mecánicamente y a quién no. El que es “seleccionado” tiene posibilidades de sobrevivir. El que no está condenado a morir. Entre un enfermo por coronavirus con un cuadro respiratorio severo de más de 65 años y otro de menor edad, la prioridad la tiene este último.      

Esta realidad (personal del equipo de salud mal pago y falta de recursos) es aplicable también a la Argentina. La salud pública sufrió un golpe demoledor cuando el Ministerio de Salud de la Nación dejó de tener hospitales nacionales. Fue una de las típicas decisiones de la década del 90. Esto quitó la posibilidad de una salud de calidad más igualitaria. Los hospitales nacionales eran nosocomios de alta complejidad que, a pesar de los problemas que tenían, representaban un eslabón superior de igualación.

Claro que las desgracias no pararon ahí. Ninguno de los gobiernos que siguieron tuvo en sus prioridades darle al sistema público la prioridad que merece.

La precariedad también se ha visto en la falta de reactivos en las distintas provincias. Esto ha hecho que el período de ventana entre el momento en que se toma la muestra y se tiene el resultado de un caso sospechoso, deban pasar seis días. Es mucho tiempo. Recién se ha corregido en estas horas. Debió habérselo hecho hace, por lo menos, 15 días.

Prevenir es curar. Nunca más cierta esta frase, en medio de esta pandemia que parece extraída de un relato bíblico.





domingo, 25 de noviembre de 2018

Campo de batalla… @dealgunamanera...

Campo de batalla…


El G-20 en Buenos Aires. Diez años de cumbres y el papel pasivo de Argentina con Macri. Debilitada la cooperación internacional y el multilateralismo, con un escenario estructural de disputa entre Estados Unidos y China, el rol del G-20 se ha desdibujado. El gobierno de Macri no comprendió antes ni comprende ahora esos cambios de la situación mundial.

© Escrito por Alfredo Zaiat el domingo 25/11/2018 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

En 2008, el mundo capitalista occidental estaba al borde del abismo por la peor crisis económica desde el crac del ‘30 del siglo pasado; diez años después, el riesgo a otra gran debacle financiera global está latente, pero el escenario económico mundial es otro. Avanzan el proteccionismo, el nacionalismo y el rechazo a los inmigrantes en los países centrales, está debilitado el multilateralismo, se ha reposicionamiento el FMI como auditor de economías periféricas y es abierta e incierta la disputa entre las potencias Estados Unidos y China. 

En ese contexto se desarrollará el viernes y el sábado próximos la cumbre del G-20 en Buenos Aires. Ni antes, cuando desembarcó en la Casa Rosada, ni ahora, con casi tres años de gobierno, el macrismo pudo entender que el mundo económico y político ha cambiado y que ya no es el de los noventa, cuando la caída del Muro de Berlín prometía el progreso constante con el libre comercio y la expansión de las finanzas globales. Con esa desorientación, Mauricio Macri será anfitrión de un G-20 devaluado, con varios líderes mundiales que se recelan mutuamente y que descreen de la utilidad de este tipo de cumbres.

El saldo para Macri de la millonaria inversión para organizar la cumbre que reúne a la Unión Europea y a 19 países, además de a los principales organismos internacionales (FMI, BM, OMC, OIT), será la acumulación de fotos con esos líderes en encuentros bilaterales y, fundamentalmente, tendrá la oportunidad de hacer gala de sus sosos comentarios futboleros.

Una x una

El G-20 comenzó como un foro de ministros de Finanzas y presidentes de bancas centrales. Fue creado el 25 de septiembre de 1999 en una reunión de ministros de Finanzas del G-7. En 2008, la crisis financiera obligó a que sea una cumbre de presidentes. Está compuesto por la Unión Europea y 19 países: Alemania, Arabia Saudita, Argentina, Australia, Brasil, Canadá, China, Corea del Sur, Estados Unidos, Francia, India, Indonesia, Italia, Japón, México, Reino Unido, Rusia, Sudáfrica y Turquía.

El recorrido de los documentos finales de las cumbres de presidentes del G-20 sirve para comprender cómo ha cambiado el tablero mundial en diez años, el giro en el foco de interés de las potencias, las modificaciones de las preocupaciones económicas y el crecimiento de China como gran potencia que ha provocado la reacción de Estados Unidos.

2008, noviembre, Washington: El documento final convoca a “restablecer el crecimiento global y alcanzar las reformas necesarias en los sistemas financieros mundiales”. Dice que la crisis fue provocada porque los actores del mercado buscaron rentabilidades más altas sin una evaluación adecuada de los riesgos. Para señalar que “hace falta una respuesta más amplia de las autoridades basada en una mayor cooperación macroeconómica para restaurar el crecimiento, evitar contagios negativos y apoyar a las economías de los mercados emergentes y en vías de desarrollo”. Indica que “aplicaremos reformas que fortalecerán los mercados financieros y los regímenes regulatorios para evitar futuras crisis”.

2009, abril, Londres: Establece que los acuerdos alcanzados constituyen “un programa adicional de 1,1 billones de dólares de apoyo para restaurar el crédito, el crecimiento y el empleo en la economía mundial. Vamos a emprender una ampliación fiscal concertada y sin precedentes, que salvará o creará millones de empleos que de otro modo se habrían destruido y que, para finales de año, representará 5 billones de dólares”.

2009, septiembre, Pittsburgh: Observa la necesidad de avanzar en una transición desde la crisis a la recuperación, para pasar la página de una era de irresponsabilidad y adoptar un conjunto de políticas, regulaciones y reformas para satisfacer las necesidades de la economía mundial del siglo XXI. Indica que “en abril (de 2009) nos enfrentábamos al mayor reto de la economía mundial en nuestra generación. La producción mundial se estaba reduciendo a un ritmo no visto desde la década de 1930. El comercio caía en picada. Los puestos de trabajo estaban desapareciendo rápidamente. A nuestra gente le preocupaba que el mundo estuviera al borde de la depresión. Nuestra respuesta contundente ha servido para frenar el peligroso desplome de la actividad mundial y para estabilizar los mercados financieros”.

2010, junio, Toronto: Fue la primera cumbre del G-20 en su nueva función de foro principal de cooperación económica internacional. Se empezaba a alejar el miedo de una catástrofe económica global, aunque con prevenciones por el impacto de la crisis. Por eso dice que “nuestros esfuerzos realizados hasta hoy han dado buenos resultados. El estímulo fiscal y monetario otorgado, sin precedentes y coordinado globalmente, está jugando un papel notable contribuyendo a restaurar la demanda privada y el crédito. Estamos adoptando acciones decididas para incrementar la estabilidad y fortalecer nuestros sistemas financieros”.

2010, noviembre, Seúl: El peor momento de la crisis ya había pasado, entonces las potencias intentan retomar la agenda tradicional. El documento final promueve “políticas macroeconómicas, incluyendo de consolidación fiscal, donde sea preciso, para asegurar una recuperación sostenida y sostenible e incrementar la estabilidad de los mercados financieros, en particular avanzando hacia tipos de cambios más determinados por el mercado, incrementando su flexibilidad para reflejar los fundamentos económicos subyacentes y absteniéndonos de adoptar devaluaciones competitivas”.

2011, noviembre, Cannes: Las potencias abandonaron el cronograma de dos cumbres, para limitarla a una por año. El optimismo relativo del año anterior se abandona para concentrarse en la situación económica de la Zona Euro. El FMI vuelve a ocupar un papel central en la supervisión e intervención en la crisis. El documento final señala que, “desde nuestra última reunión, la recuperación mundial se ha debilitado, particularmente en los países avanzados, dejando el desempleo en niveles inaceptables. Las tensiones en los mercados financieros se han incrementado debido principalmente a los riesgos soberanos en Europa. Persisten los desequilibrios globales”. Se seguía planteando la necesidad de la regulación y control del sistema financiero, en especial del mercado de derivados, y se afirma que “estamos comprometidos a proteger nuestras finanzas públicas y el sistema financiero global de los riesgos planteados por los paraísos fiscales y jurisdicciones no cooperativas”.

2012, junio, Los Cabos: Se desarrolló en el contexto de un nuevo deterioro de los indicadores económicos a nivel mundial. A la profundización de la crisis con epicentro en la Unión Europea, se sumó la desaceleración de las economías emergentes. La Declaración de Los Cabos establece como objetivo central la promoción del crecimiento fuerte, inclusivo, sostenido y balanceado, y la creación de empleo.  Estados Unidos empieza a argumentar que los desbalances globales están ligados a la desleal intervención de China a través de sus políticas cambiarias (por la subvaloración de su moneda).

2013, septiembre, San Petersburgo: A pesar de que el G-20 se dedica a la discusión de asuntos vinculados con el crecimiento económico y la promoción del desarrollo, esta cumbre estuvo marcada por el debate acerca de una posible acción militar internacional, liderada por Estados Unidos, contra el gobierno sirio de Bashar al-Assad. En el documento final de los jóvenes del G-20 se instaba a sus líderes políticos a incluir el tema de los fondos buitre. Propusieron condenarlos por ser un potencial peligro para futuras reestructuraciones de deudas. Estados Unidos vetó esa parte de la declaración.

2014, noviembre, Brisbane: Por primera vez en la historia del G-20 la cuestión de la reestructuración de deudas soberanas fue planteada en el comunicado final. A la vez, seguía predominando el discurso anti proteccionismo, cuando afirma que “el comercio y la competencia son potentes motores de crecimiento, de un mejor nivel de vida y de la creación de empleo”. Empieza a ganar terreno la idea de la austeridad como solución a los profundos desequilibrios económicos.

2015, noviembre, Antalya: En esta cumbre se empieza a consolidar la tendencia de declaraciones de buenas intenciones, generales y de reiteración de objetivos para impulsar la inversión, el comercio y el empleo. Afirma que “la OMC es la columna vertebral del sistema multilateral de comercio y debe seguir desempeñando un papel central en la promoción del crecimiento económico y el desarrollo”. En línea con la cumbre anterior, se reafirma “el progreso alcanzado en la implementación de cláusulas de acción colectiva y pari passu fortalecidas en los contratos internacionales de bonos soberanos, los cuales contribuirán al orden y la predictibilidad de los procesos de reestructuración de deuda soberana”. Esta idea fue presentada por Argentina e incorporada en el documento final.

2016, septiembre, Hangzhou: Empiezan a prevalecer criterios generales en el tono de los documentos. Se insiste en la necesidad de reforzar programas para el crecimiento y defender la globalización, además de promover una economía mundial abierta. También aborda la crisis migratoria y de refugiados, la lucha contra el terrorismo y el cambio climático.

2017, julio, Hamburgo: Fue la primera cumbre con la participación de Donald Trump en el marco donde Estados Unidos decide abandonar el Acuerdo de París contra el calentamiento global, mientras el resto de los líderes se comprometieron a aplicarlo. Comienza a ocupar más espacio en la agenda el tema de la migración, promoviendo que sea “ordenada, regulada y segura”, y reconociendo el derecho de cada país a defender sus fronteras. El giro en materia económica queda reflejado en el rechazo al proteccionismo, pero convalidando “instrumentos legítimos de defensa comercial” ante “prácticas injustas”, que es la posición de Estados Unidos frente a China.

Buenos Aires

En este recorrido de contenidos de los documentos finales del G-20 se observa cómo ha ido cambiando el foco de interés de las potencias. Cuando estalla la crisis internacional en 2008 se realiza la primera cumbre de presidentes, con las potencias desesperadas por el riesgo de una debacle global. En Buenos Aires, diez años después, habrá una cumbre que no tiene un objetivo medular, sino tratar de brindar un marco para acomodar disputas bilaterales y contener las presiones proteccionistas.

El temario propuesto por la Argentina (el país anfitrión es el responsables de los ejes de la convocatoria) es poco sustancial (el futuro del trabajo, infraestructura para el desarrollo, un futuro alimentario sostenible y perspectiva de género). Es la manifestación de la visión internacional del macrismo, que no pretende transitar el desafío de pensar la problemática internacional, sino ser simplemente un actor subordinado a las potencias, en especial a Estados Unidos.

Una interesante charla que tuve hace varios meses con el profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Di Tella Juan Gabriel Tokatlian sirve para reflexionar acerca de la política exterior de Argentina y de su relación con Estados Unidos. Le pregunté cuál es el beneficio para el país de que el gobierno de Macri tenga un alineamiento subordinado a Estados Unidos. Su respuesta fue la siguiente:

–El Gobierno se compone de una elite que cree que algunas de las recetas del menemismo funcionaron. Pero desconoce el nivel de financierización que ha habido en el mundo y que no es posible volver a los ‘90. Ese mundo no existe. No son sofisticados intelectualmente. Tienen una lógica de interrelación entre el mundo político y el mundo económico más propia de los ‘90, que tampoco existe hoy en la dinámica interna doméstica dentro de los Estados Unidos. Entonces optan por la tercera vía, que es la de creer que los temas de seguridad van a ser la carta que abrirá esas otras puertas económicas. Entonces buscan el sendero para ver cómo llegar al Comando Sur, a la DEA, al FBI. Esto muestra ignorancia”.

–¿Sólo ignorancia? –le mencioné.

–Además de ignorancia, tuvieron una visión muy optimista del mundo, de la globalización, del libre mercado, del flujo de inversiones, de la atracción que significaba la llegada de un gobierno distinto a la Argentina, del fin de eso que llaman populismo. Cuando el optimismo se junta con la ignorancia, el saldo es un cóctel catastrófico. Lo que les queda es sobreactuar. Entonces, pasamos de la ignorancia y el optimismo a la ingenuidad y el voluntarismo. Eso es leer muy mal a los Estados Unidos”.

Agregaría, no solamente a Estados Unidos.