jueves, 17 de diciembre de 2015

Margarita Stolbizer: "Los Kirchner no pueden justificar su patrimonio"... @dealgunamanera...

Margarita Stolbizer: "La familia Kirchner no tiene posibilidad ni real ni jurídica de justificar el patrimonio que tiene"…


La diputada nacional habló sobre la nueva denuncia que radicó contra la ex presidenta; criticó la decisión de Macri de nombrar por decreto dos jueces de la Corte; y opinó: "Es un error político de gravedad"


© Escrito por Hugo Alconada Mon el miércoles 16/12/2015 y publicado por el Diario La Nación de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.



martes, 15 de diciembre de 2015

La locura y la razón… @dealgunamanera...

Guaranga hasta el final…


La última grosería de Cristina Fernández de Kirchner como presidenta fue no asistir a la ceremonia de traspaso de mando. Según el diccionario, guarango significa “descortés, incivil, grosero”. En esta materia, la ex presidenta superó incluso a su difunto esposo y a Eva Perón.

© Escrito por Diego Bigongiari el lunes 14/12/2015 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cuando el pasado mes de mayo entregué mi libro Guarangadas K al editor, quedé con la certidumbre de que Cristina Fernández de Kirchner no podría con su genio y en los seis meses que le quedaban de gobierno produciría más groserías que la última reflejada en el libro, con Barack Obama en la Cumbre de Panamá. No me equivocaba.

Desde entonces sumó una buena cantidad de groserías y destratos a su ya copiosa producción: en Roma,  ante una conferencia de la FAO, aseguró que en Argentina había 5% de pobres y 1% de indigentes.

Se despachó por cadena nacional contra los premios Martín Fierro: “Todos saben por ahí cómo se otorgan algunos premios”.

  • Inauguró un centro cultural al que le puso el nombre de su difunto esposo. Inspiró los ataques contra el “casi centenario” miembro juez de la Corte Suprema Carlos Fayt.
  • Usó la cadena nacional para informar que “el doctor Mariano Grondona, que es un chacarero, cobró 21.600 pesos de devolución de retenciones”.
  • Colgó en la Casa Rosada un retrato de su esposo y del dictador Hugo Chávez.
  • Bajó a Florencio Randazzo de su candidatura a la presidencia de tal modo que éste se enteró por televisión.
  • Hizo remover al juez Luis María Cabral de la Cámara de Casación. Afirmó que el tumor del canciller Héctor Timerman lo causó la comunidad judía con sus críticas.
  • Llamó “pistolero, mafioso, extorsionador” al juez federal Claudio Bonadio.
  • Se permitió arreglarle el cabello al periodista Dexter Filkins cuando la entrevistó, a quien le dijo su famoso “bad information”.
  • Usó la cadena nacional para hacer campaña electoral en favor de su propio hijo.
  • Tildó de “dispositivos antidemocráticos” a programas periodísticos como el de Jorge Lanata y dijo: “Antes había grupos de tareas con miembros de las fuerzas armadas. Hoy han cambiado los grupos de tareas, se conforman con un trípode: denuncia mediática, opositores de centroderecha y el Poder Judicial”.
  • Afirmó que la casa de la diputada Lilita Carrió “es casi un aguantadero”.
  • Aseguró que Skanska, uno de los primeros escándalos de corrupción del gobierno de su difunto esposo, “a mí me suena a nombre de yogur”.
  • Dijo que el nazismo “fue la consecuencia de las condiciones que los aliados impusieron a la Alemania vencida en el Tratado de Versalles” y llamó “burro” al profesor Alejandro Gorbacho, que la contradijo.
  • Violó la veda electoral en las elecciones de octubre y de noviembre. Ignoró a su candidato Daniel Scioli en un acto público.
  • Comparó al candidato Mauricio Macri con el ex presidente Fernando de la Rúa, denunciando una “campaña cloaca” en su contra.
  • Hizo afirmaciones grotescas en su último discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas.
  • Gastó fortunas a cuenta del próximo gobierno, nombró cientos o miles de empleados públicos semanas y días antes de abandonar el poder e incluso embajadores, que son representantes del gobierno y no del Estado.
  • Y puso la cereza sobre la torta con el vodevil egocéntrico del fallido traspaso de los atributos de mando presidencial: en un par de entrevistas radiales a propósito de Guarangadas K, dije hace meses que la última grosería de Cristina podría ser no asistir a esa ceremonia.
Hay kirchneristas que comparan a Mauricio Macri con Hitler. Pero en rigor, Cristina Fernández de Kirchner tiene mucho más de hitleriana que el nuevo presidente. Fue Hitler quien descubrió que tener un enemigo puede ser el mayor activo de los líderes carismáticos y que para éstos es más fácil definir su identidad por lo que se odia antes que por lo que se cree: la ex presidenta siguió al pie de la letra estas enseñanzas.

Al igual que el Führer, fue de esos contados mandatarios que se permitió maltratar a reyes, presidentes y embajadores de otros países: la lista es larga. Y como el de Hitler, su legado será discutido largo tiempo entre quienes analizan la historia desde la racionalidad y quienes dejan la puerta abierta al fatídico influjo de la psicopatología.

La locura nunca puede ceder el mando a la razón.




Quién es quién… ¿Sabes si te mienten?... @dealgunamanera...

Quién es quién…  ¿Sabes si te mienten?...

La foto es producto de lo que súbitamente me encontré caminando por la calle el día de la asunción del presidente (2015).

Una serie de causalidades me llevaron al desafío de abrevar herramientas para descubrir un engaño. Espero no engañarlos.

© Escrito el domingo 13/12/2015  por  Mariano Marquevich y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Primero lo básico. Un estudio minucioso del lenguaje no-verbal es vital para detectar índices de mendacidad en un corte transversal (es decir, en el momento en que se emiten). La coherencia de un sujeto entre lo que dice y cómo lo expresa brinda una información valiosísima para evaluar el grado de veracidad de su palabra. Ese sería un primer filtro.

Pero muchísimo más fácil –para quién prefiera no leer tantos libros acerca del comportamiento humano y contrastarlos con la práctica— es la siguiente consigna: “No te fijes tanto en lo que te dicen las personas, fíjate en lo que hacen”. 

Esa frase me repetía incansablemente mi sabia tía Mari. De tan obvia que es la sentencia, se nos hace difícil recordar, y hasta termina siendo fácil de olvidar. Pero muchos problemas hubiéramos resuelto y, otros tantos evitado, con sólo tener presente esa premisa.

Las personas demuestran la consistencia de lo dicho a través de su capacidad o incapacidad de plasmarlo en la realidad, de reflejarlo en hechos concretos.

Ahora bien, hay veces que no es tan simple. Puede darse el caso de que una persona decida llevar a cabo acciones con el objetivo de fingir o de ocultar otras que está haciendo; o que diga que va a realizar algo –y haga cosas para que “parezca” que las hace—, cuando en realidad no le importa o ni siquiera piensa en hacerlas. Ahí se nos complica más…

Bueno, para esos casos hay un tercer filtro que permite develar la esencia de los actos: cuando por alguna razón u otra se termina el verdadero interés por el cual algo se hace.

Un caso evidente y clásico de esto lo advertimos cuando una relación de pareja llega a su fin. A partir de la disolución del vínculo, se corre el velo de lo que siempre estuvo encubriendo la naturaleza de los actos. El comportamiento que adopte cada uno será lo que de algún modo siempre estuvo, pero se mantenía oculto. Con facilidad se pone en evidencia si se trataba de un amor genuino, o de una posesión enceguecida, o de una negociación egoísta.

Lo mismo cuando llegan las fiestas, se termina la inercia del año, ceden los automatismos anestesiantes y emergen sentimientos reveladores.

A modo en extremo ilustrativo de todo esto, recordemos la escena final de la películaTitanic: cuando ya es inocultable que el barco se está hundiendo, las personas develan con espontaneidad sus verdaderos caracteres. Se sabe a las claras quién es quién. Los amantes de la música siguen tocando; los enamorados corren a proteger a sus parejas; los altruistas se empecinan en salvar la mayor cantidad de personas posible; y los menos iluminados desprecian y rechazan todo lo que no les sirva para salvarse ellos mismos.

Lo mismo ocurre cuando el interés de determinados discursos o acciones se hacen no con el fin de ayudar a otros sino por el mero hecho de perpetuarse en el poder. Cuando el poder se termina se corre el velo. Creo haber escrito poco y demasiado; en ustedes está buscar la coherencia de esto con la realidad.



lunes, 14 de diciembre de 2015

Una gran noticia… @dealgunamanera...

Una gran noticia…


El “milico” Aguad anunciando que la ley de medios no subsistirá en el gobierno macrista y el reconocimiento por Alfonso Prat-Gay de que “la situación económica no era tan crítica” como lo habían pensado (esto es, que la campaña terminó y las órdenes del manual de estilo de Jaime Durán Barba, a propósito de nunca decir la verdad, ya no tienen por qué respetarse completamente) son dos estampas de los últimos días en las que vale la pena reparar junto con la cita de un Blaquier, Luis, sobrino del CEO del ingenio Ledesma, directivo de Clarín, socio del Fondo Pegasus y ex Goldman Sachs, al frente del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses.

© Escrito por Eduardo Aliverti el lunes 14/12/2015 y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Lo último requiere de confirmación definitiva, al momento de escribirse esta nota, pero en nada variaría si acaso es que sólo se pensó en él para hacerse cargo de “la plata de los jubilados”. Los nombres elegidos y en danza corroboran, casi sin excepciones, una plana de funcionarios donde resulta muy complejo encontrar ese perfil meramente técnico y desideologizado de que hace gala el nuevo gobierno, y que ensalzan sus periodistas militantes.

Con todo, fue un diseño híper anunciado y no hay derecho al pataleo. La mitad ligera y legítimamente más grande de la sociedad votó eso. Si es por –relativas– sorpresas, en consecuencia, hay que mirar enfrente. Por mucho que se busque en los archivos, no se encuentran, en el mundo, antecedentes de una despedida popular a jefe de Estado como la que tuvo Cristina el miércoles. Ninguno. Ese dato, aun cuando hubiera tenido cotejo con otro similar, es el más significativo de todo cuanto aconteció en la semana de la transición.

Resultó hasta gracioso que, mientras la Plaza reventaba de gente y se cubrían sus aledaños a varias cuadras a la redonda, con una energía poca veces vista, los medios de la cadena de paz y amor titularan que la Presidenta daba su último discurso frente a “los militantes”. Más todavía, a la mañana siguiente uno de los diarios ahora oficialista privilegió, en cabeza de portada, el saludo de Mauricio Macri a “la multitud” que se congregó, apenas pasada la medianoche, frente a su domicilio palermitano. Tal juntada consistía en unos cientos de alborozados, mientras la impresionante manifestación del miércoles fue relegada a pie de página.

De todas formas, este señalamiento no trata de medir cifras de manifestantes. No quiere aprovecharse de que quienes se reunieron el jueves frente a Casa Rosada, para dar la bienvenida a Macri, sólo cubrían hasta la Pirámide, como hidalgamente lo reconoció Magdalena Ruiz Guiñazú en entrevista de Luis Novaresio al admitir que esperaba más gente.

Tampoco llama a la sorpresa por el modo de informar de quienes hacen gala de objetividad. Pero sí se pretende destacar que la medida del relegamiento periodístico de la despedida a Cristina está a la altura del impacto que provocó, porque haber reconocido su magnitud hubiera implicado aceptar la enorme potencialidad de la fuerza política o movimiento popular que se fue del gobierno. Y de su líder en particular. Ella brindó signos de que más tarde o más temprano se pondría al frente de la oposición, desde un peronismo en el que no se advierte figura que pudiera competirle o –mucho menos probable– desde una identidad política formalmente separada del tronco partidario. Además, queda por comprobar su capacidad constructiva una vez alejada del poder.

Sin embargo, esa auténtica multitud reunida el miércoles representa por sí misma un alerta fenomenal contra el trazado de la derecha ganadora. Pone en duda, incluso, que el macrismo vaya a gozar de la luna de miel acompañante de todo gobierno en sus primeros meses de gestión, aunque no se supone que tendrán la tara de estimular fiestas y verano en estado de convulsión.

Un aspecto estructural como el de Plaza del miércoles quedó postergado, también, por el insoportable culebrón sobre el traspaso del mando y, después, por el ensimismamiento de algunos comunicadores en torno de las diferencias estilísticas entre retirados y recién venidos. Como si lo primero tuviera alguna relevancia por fuera de la batalla de egos, y como si lo segundo no se supiera o significara algún cambio relevante en los contenidos ideológicos.


¿Cuánto puede tardarse en ratificar la obviedad de que el conflicto es inherente a la política? ¿Hasta cuándo se piensa que alcanzarán las estrofas escolares de la vocación de diálogo, la unión de los argentinos y el jueguito para la tribuna de convocar adversarios? Estamos hablando, por si poco fuera, de una sociedad dividida en dos mitades electorales prácticamente simétricas y que expresan aspiraciones de modelos antitéticos.

Macri asumió con un registro en verdad objetivo, que es el cómodo endeudamiento en dólares del Estado. Alrededor de un 10 por ciento del tamaño de la economía, uno de los más bajos del mundo. El viernes, otro título periodístico cargado de veneno y falsedad indicó que la deuda pública creció en forma descomunal, este año, llegando a los 18 mil millones de dólares.

El pequeño detalle es que el informe oficial citado aclara que el 61 por ciento de la deuda estatal es intrasector público y que los mayores acreedores son el Banco Central, el Nación y el FGS de la Anses. Es decir que el Estado se debe básicamente a sí mismo, lo cual y por lo visto debe aclararse, en forma reiteradísima, frente al manipuleo informativo de las interpretaciones monetaristas, al igual que lo elemental de que no se conocen arcas públicas que hayan fundido por prestarse entre sí. Quienes las quebraron, como en el 2001 argentino, fueron justamente los que sometieron al país a una orgía de endeudamiento en moneda extranjera.

Sí es cierto que acecha el revoloteo de los buitres y el macrismo ya despachó sus enviados para negociar con ellos casi a como sea, en la presunción de que es un paso imprescindible para recolocarse en el mercado de crédito internacional. La pregunta, también subrayada hasta el cansancio, es endeudarse con quiénes y para qué, por aquello de la diferencia entre concretarlo a fines del desarrollo productivo y hacerlo simplemente con el objeto de allegarse dólares de especulación que refuercen las reservas, para luego reiniciar el círculo vicioso de tener que devolver esos billetes que el país no emite, desde una estructura económica cuya producción es dependiente de insumos externos.

Al comienzo, Macri podría usufructuar aportes de bancos extranjeros y cerealeras para levantar el denominado cepo sin mayores riesgos en la unificación cambiaria. Y a mediano plazo, estará el final de la película que ya vimos las veces necesarias sin que, dicho con todo respeto, alguna o mucha gente termine de aprender.

La devaluación achicará los costos salariales en dólares de las grandes empresas, en una economía fuertemente concentrada y extranjerizada, y podrá ser que en ese inicio, como en el menemato, el ajuste no se note para los sectores bajos y medios. Y al cabo, de nuevo la película. Habrá quienes se pregunten si acaso es sensato pensar que esta derecha, autopresentada como el nuevo partido latinoamericano más original del siglo XXI, será capaz de suicidarse repitiendo fórmulas tradicionales de resultado invariable.

Ese no es el interrogante, porque forma la parte de la esencia capitalista destruir, antes, las conquistas de variantes socialistas y socialdemócratas; y, ahora, de los populismos bien entendidos de izquierda o centroizquierda, como el kirchnerista. La maximización de la tasa de ganancia está demasiado por encima del destino que puedan sufrir sus agentes políticos circunstanciales. Macri será, para esos actores locales e internacionales, todo lo fusible que deba ser.

Si el único límite al ajuste es la capacidad de reacción de los ajustados, mejor tomar nota de que esos ajustados, una vez que el círculo vicioso se resetee para volver a empezar, ya no serán los de 2001 al grito de que se vayan todos. Ahora disponen, o dispondrían, de una herramienta política y liderazgo que después de doce años les demostró que se puede otra cosa.

o muy grande, según el izquierdómetro o la sensibilidad de cada quien, pero seguro que una cosa diferente a cuando estalló la crisis de credibilidad respecto de todo el andamiaje político-partidario. Ese fue el testimonio y advertencia de la fenomenal Plaza de Mayo del miércoles, mientras tantos y cuantos andaban distraídos entre el grotesco del acto de asunción, los oropeles de mando, Cristina en clase turista rumbo a Santa Cruz o Michetti reversionando a Gilda nada menos que en el balcón.

Esa Plaza fue probanza de una identidad política que las elecciones no derrotaron, porque toda esa gente no estaba derrotada. Habrá habido mancomunión en la tristeza, angustia, incertidumbre, temores, melancolía, preguntarse cómo puede ser que se termine lo mejor que nos pasó. Todo lo que se quiera. Pero de ninguna manera sensación de derrota. Ni los medios más salvajes de la otrora oposición, ni los gorilas más desencajados, se animaron a decir que esta vez hubo los micros, los planes, los choripanes, la dádiva. Lo que hubo fue agradecimiento espontáneo y necesidad de mostrar y mostrarse juntos. Cantar que acá estamos y que habrá de volverse pero ya con el instrumento a renacer o perfeccionar, no desamparados por completo.

Se viene una etapa de disputa que es exactamente la misma de siempre, pero ahora con los roles invertidos desde el ejercicio del poder y la oposición. La novedad es que las proporciones de quienes representan intereses distintos están emparejadas, nada menos que a la salida de un gobierno con tres gestiones consecutivas. Y es una gran noticia. A explorar, pero una gran noticia.



Los "Gases" de De Vido... @dealgunamanera...

De Vido le contestó a Perfil por la "compra fantasma" de gas licuado...

El ex ministro de Planificación desmintió el pago de US$ 57,3 millones por un barco de Gas que nunca llegó al puerto. Foto: Cedoc

El ex ministro de Planificación negó el pago de US$ 57,3 millones por un barco de Gas que nunca llegó. Los documentos de la investigación.

© Publicado el domingo 13/12/2015 por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El ex ministro de Planificación Julio De Vido intentó hoy desmentir la investigación de PERFIL sobre el pago de US$ 57,3 millones por un barco de Gas Natural Licuado (GNL) que nunca llegó al país. 


Perfil reveló en su edición de hoy documentos oficiales nunca antes vistos que prueban que Enarsa, la empresa de energía del Estado, firmó en agosto de 2008 un contrato con una firma fantasma, Contrater Consulting, para la primera importación de gas licuado, que iba a llegar desde Rusia, según el contrato oficial. 

Además, en la edición de hoy se revela el extracto bancario con la transferencia millonaria ordenada por Enarsa tres días después de la firma del contrato. Los fondos salieron del Banco Macro a una cuenta en Suiza por pedido de Enarsa y en beneficio de Contrater Consulting, una firma de Madrid que no tiene ningún antecedente en el mercado de hidrocarburos y que funcionaba como pequeña y mediana empresa. Dos meses después, Contrater Consulting cedió el negocio a las empresas del ex ministro menemista Roberto Dromi, asesor de De Vido.

Durante dos horas, el ahora diputado nacional se defendió en Twitter y dijo: "Reitero que mientras las realizó Enarsa, las compras de GNL fueron transparentes y mediante concursos públicos, con participación de todos los organismos de control como SIGEN, AGN".

La Auditoría General de la Nación (AGN) realizó en 2010 un informe crítico sobre Enarsa y al dar cuenta de la existencia de un contrato con esta firma española exigió copia del contrato que hoy sale a la luz. Jamás pudieron hacerse de una copia, ya que la empresa estatal nunca lo aportó. El informe del organismo de control puede leerse en la web.

Durante su descargo en la red social, De Vido no se refirió al contrato firmado con Contrater Consulting ni tampoco se expidió específicamente sobre los documentos publicados por Perfil. Sus voceros fueron consultados por este medio, pero el ex funcionario no quiso dar su versión de los hechos. Hoy dijo que el "único objetivo " de Perfil es: "Atacarme una vez más en forma personal, con acusaciones que no resisten ningún análisis. De irregularidades y sobreprecios en la importación de gas licuado, se habla desde que tuvimos la obligación de gestionar y tomar decisiones en relación a la demanda de gas licuado para el país. Todo operado por las mismas empresas depredadoras.

“Mi mayor preocupación como Ministro fue el crecimiento de la demanda de gas, para la industria, el comercio, los hogares y el crecimiento con inclusión de estos 12 años".
"Para que nadie se engañe, NO SALE DINERO DEL PAÍS, y menos de las arcas del Estado, si no interviene el Banco Central de la República Argentina (BCRA), AFIP, y los organismos de control.

Nunca el Banco Central podría haber autorizado un giro de 57 millones de dólares por un barco que nunca llegó", aseguró. Sin embargo, Perfil publicó el swift bancario de Enarsa que prueba que el dinero salió de una cuenta de la empresa estatal hacia Suiza.

Se trató del primer contrato de importación de gas licuado que realizó la Argentina pero el cargamento nunca llegó. 

Los documentos a los que accedió Perfil confirman la transferencia. Fotos: Cedoc


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sábado, 12 de diciembre de 2015

Cristimacrimáticas… @dealgunamanera...

Cristimacrimáticas…


El resultado electoral tiene secuelas matemáticas: todos están haciendo números. Números para manejar espacios de poder y números relacionados con los fondos. Hay números para todo. Pero también hay números que van más allá de los parlamentos y los presupuestos. Son los que tienen que ver con un diseño opositor desde el peronismo y el kirchnerismo, y con la vía que elegirá el macrismo para llegar con oxígeno a las legislativas de medio término en dos años.

© Escrito el sábado 12/12/2015 por Luis Bruschtein y publicado por el Diario Página/12 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El acto masivo, inapelable, del miércoles en la Plaza de Mayo fue más que una despedida a Cristina. Hubo una señal de fuerza al macrismo, un recordatorio de que ganó solamente por algo más de dos puntos de diferencia. También fue reafirmación de un liderazgo ante cualquier cuestionamiento futuro. Fue un acto limpio, con poco aparato y mucha gente que participó sin encuadramiento. El kirchnerismo aprendió de las elecciones: la militancia no tiene que obturar la participación, sino facilitarla. Se vieron pocas banderas de taller y muchos cartelitos caseros, muchas parejas, muchas familias con chicos y muchos grupos de amigos o compañeros de trabajo. Hubo algunos colectivos, pero mucho menos que en otros actos. Y la respuesta de la gente fue impresionante por lo emotiva y por lo masiva.

Cristina Kirchner tenía que reafirmar su liderazgo después de una derrota. Eso es de manual. Los consejeros de Macri quisieron evitarlo. Eso también es de manual: no hay que darle respiro al derrotado, hay que impedir que se levante. Macri primero aceptó seguir el protocolo, pero sus consejeros le dijeron que se echara atrás y aprovechara la inercia de su triunfo para acorralar a Cristina. No le salió bien. Se vio obligado a recurrir a los servicios –quizás demasiado serviciales– de un amplio sector del Poder Judicial que siempre lo ha consentido. Es un poder que conserva características feudales. Macri es un dirigente de la derecha y la mayoría de los jueces son de derecha, son macristas. Entre esos jueces y fiscales y los medios corporativos y sus estrellas periodísticas le hicieron la campaña sucia que le dio el triunfo.

Pero la movida tuvo un costo, le recortó el período de gracia. Fue al choque y usó un golpe bajo cuando, en medio del diálogo, el kirchnerismo se enteró de que el macrismo le había metido una cautelar. Se proclama el rey del diálogo y lo traiciona apenas empieza. No es buen antecedente para ningún otro diálogo. Esa actitud desleal del PRO fue la que provocó la ausencia de los legisladores del FpV en la jura de Macri.

El insólito fallo de la jueza Servini de Cubría obligará a crear un nuevo cargo electivo: el de presidente para las primeras doce horas. Según la jueza, cada vez que hubo recambio presidencial, se produjeron doce horas de acefalía, un hallazgo que pasará a la historia de la vergüenza judicial. Cristina criticó el fallo pero lo acató, lo que no impidió que hiciera su poderoso acto frente a la escuálida concentración ante la que habló Macri al día siguiente desde los balcones de la Casa Rosada, después de asumir.

Tras el recambio, hay incertidumbre en las tribus del Frente para la Victoria. La mala sintonía que hubo al principio de la campaña entre Daniel Scioli y La Cámpora había sido recompuesta en las últimas semanas. Pero quedaron resquemores en otros sectores que no se sintieron cabalmente representados en las listas. Hubo una grieta en el bloque de senadores bonaerenses impulsada por Fernando Espinoza que logró el respaldo de cuatro legisladores regresados del massismo.

Quedaron nueve a nueve, pero es una disputa de entrecasa, por los cargos en el bloque y la Legislatura. No se anunciaron alejamientos del Frente. Con otro resultado, es probable que este tironeo hubiera implicado atomización. No es lo que se avizora por una razón muy sencilla: el grado de incertidumbre es igual a la ventaja que sacó el adversario. Si hubiera sido de diez puntos, por ejemplo, es muy probable que se hubieran producido rupturas y migraciones hacia el massismo y el macrismo. Pero la diferencia fue la mínima, por lo que nada garantiza que un cambio en las alianzas mejore el resultado. Por el contrario, la expectativa mayor es de ganar en la próxima. En este escenario, la incertidumbre puede generar disputas, pero sin ruptura.
Porque la perspectiva de una ruptura es de debilitamiento antes que de fortalecimiento con otras alianzas. 

Al reafirmar su liderazgo, Cristina dejó en claro que ninguna expresión peronista puede ganar sin el kirchnerismo. Es cierto también al revés: el kirchnerismo solo, sin el resto del peronismo, tampoco podría ganar. Pero es la fuerza que puede articular un triunfo futuro del peronismo, lo cual incluye al massismo, que sería el más beneficiado por una ruptura pero al que aún así no le alcanzaría si tuviera que confrontar con Cristina. En ese escenario, es más factible a la larga una sangría del massismo hacia el PRO y el FpV.

En el caso de los gobernadores y el Senado, las alianzas asumen una lógica diferente. El FpV tiene gobernadores propios, aliados cercanos y otros no tanto. El gobernador tiene una lógica de gestión concreta y depende de los recursos del gobierno nacional. Este factor de gestión influye tanto como el juego político nacional en el momento de decidir los votos de sus senadores. Si acepta esa flexibilidad, que antes no tenía porque estaba en el gobierno, el FPV podrá contener la inquietud que produjo la derrota. De hecho, cuando tomaron la decisión de no asistir a la jura de Macri, el FpV no tuvo problemas en Diputados –aunque unos pocos asistieron– pero en el Senado tuvo que dejar en libertad de acción a los senadores porque algunos gobernadores no estaban de acuerdo con esa medida.

Para el macrismo las matemáticas son diferentes. Le resulta difícil distinguir su voto más fiel. El cálculo optimista estaría en el 34 por ciento de la primera vuelta. Es el voto que se define como macrista puro. En la segunda vuelta recibió 17 puntos más de Sergio Massa, Margarita Stolbizer y Adolfo Rodríguez Saá para llegar al 51,3.

Macri hizo convocatorias a la unidad y al amor, pero en la práctica aplicó una estrategia agresiva contra el kirchnerismo. No le interesó aprovechar la inercia de su triunfo para generar también alguna expectativa entre quienes no lo votaron. Fue al choque y de manera desleal, como si quisiera provocar una reacción destemplada. Pensó que cualquier cosa que hiciera ahora que está embellecido por la victoria, funcionaría a su favor y en contra de Cristina. No quiso nada del 49 de Scioli y buscó reafirmar el 17 que le sumó en segunda vuelta. Calcula que en ese rubro cae bien patotear a Cristina. Su demostración de fuerza estaba en ese maltrato y no en hacer el traspaso en la Casa de Gobierno, lo que no tiene sentido. Si Cristina aceptaba el juego y hubiera asistido, hubiera sido humillada porque toda la estrategia del PRO apuntaba a ese desenlace. La derecha no se va a restringir en el uso del poder y lo hará con la impunidad que le conceden la corporación judicial y la corporación de medios que operaron estos doce años en contra del kirchnerismo.

Pero el escenario tan parejo está muy acotado, incluso para el que recién llega. La pelea no movió el amperímetro. Gran parte del electorado que lo favoreció no es macrista y ya está preocupado por los precios, por su trabajo o jubilación y por sus ahorros. Ni los medios corporativos pudieron ocultar el poco entusiasmo que generó la ceremonia de asunción, poca gente en el Congreso, en la calle y en la Plaza de Mayo, donde apenas se acercaban a la pirámide, sin ocupar las calles adyacentes. El hecho de que toda la atención esté puesta en los precios es un síntoma de debilidad en la ligazón que une ese voto con el macrismo.

Es el punto débil del gobierno derechista. Necesita distraer la atención de los precios y la economía, para colocarla en un enfrentamiento con el cuco del kirchnerismo y operar para tratar de aislarlo y dividirlo. La estrategia de cargar toda la responsabilidad sobre la supuesta herencia catastrófica que les habrían dejado les funcionó en contra porque provocó más inquietud que bronca. A nadie le importa ya reclamarle al que se fue. El que tiene que rendir cuentas es el que está a cargo del mostrador. Son las reglas de juego. Si quiere mejorar su presencia en el Congreso dentro de dos años, Macri deberá administrar con mucha cautela las medidas que siempre ha promovido y de las que los integrantes de su gabinete económico han sido los embanderados. La experiencia demostró que estas medidas fueron desastrosas para la mayor parte de los argentinos.

Pero aun así y a pesar de ellas, Carlos Menem ganó varias elecciones porque el primer efecto del endeudamiento es un espejismo de prosperidad.