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domingo, 10 de febrero de 2019

Todos somos octubre… @dealgunamanera...

Todos somos octubre…

Mauricio cumple... años. Dibujo: Pablo Temes

Macri consulta a economistas, Lavagna dice poco, Massa hace equilibrio y CFK se calla: cada gesto se mide en votos.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Nos está costando bajar la inflación” (sic), dijo Mauricio Macri en el reportaje que le hizo Alejandro Rozitchner con motivo de su cumpleaños. Se ve que el Presidente vivió el arribo a sus 60 años con la necesidad de compartir una visión algo más crítica de su gestión y más humana de su persona. En verdad, lo que él debería haber explicado es por qué su gestión va a terminar con índices récord de inflación como no se daban desde la crisis de 2001-2002.

Esa idea, la de entrevista con tufillo a campaña, tiene aire de los engendros electorales salidos de la “usina” de ideas que fogonea Jaime Duran Barba. Como ya se sabe, la idea del consultor estrella de Cambiemos es hacer una campaña corta en la que se hable poco de economía. Eso sí que es toda una quimera. Sobre todo cuando el Presidente dedica el mayor tiempo de su gestión al tema económico. De ahí las reuniones que tuvo con un grupo de economistas.

Hubo al menos dos de esos encuentros. Uno fue en diciembre pasado con Miguel Angel Broda quien, hay que recordar, ha sido muy crítico del manejo económico del Gobierno. La otra tuvo lugar en estos días. Para ser más precisos, a principios de la semana que pasó. Esta última fue ampliada a otros economistas –entre ellos Miguel Kiguel y Pablo Guidotti– y contó con la participación del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.

En términos generales, se habló de dos temas: por un lado se hizo un análisis de la coyuntura, con la atención de Macri puesta en comprender cómo vienen variables claves como la inflación, el crecimiento, el tipo de cambio y el programa con el Fondo Monetario Internacional, especialmente la parte fiscal. Los otros temas fueron las reformas a largo plazo que hagan posible el crecimiento y la consolidación de la economía.

Planes y errores. De especial atención fueron la búsqueda de propuestas tendientes a crear un mercado laboral más moderno, más flexible y más adecuado a la realidad del siglo XXI, y el cómo y qué hacer para controlar el gasto público. Allí la preocupación  y el desafío es mejorar los gastos en seguridad social y en asistencia social sin descuidar a los más vulnerables. Broda es quien ha trabajado en un programa integral.

Es evidente, pues, que el Presidente –a quien en las reuniones se lo vio tranquilo y de buen semblante– está a la búsqueda de un plan económico. Es un reconocimiento implícito de que durante su gobierno no lo ha habido, y que todas han sido medidas implementadas a la manera de parches. Un error garrafal.

Este veranito que está viviendo la economía argentina no le es propio, sino que es impulsado por los mercados internacionales que, ante la estabilidad de tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos, sin miras de aumentar en el corto plazo, que fue el escenario cruel de abril del año pasado, sumó la aplicación del impuesto a la renta financiera.

A estas variables favorables se les contraponen voces de alarma que previenen sobre el peligroso rearme de una operatoria de carry trade que estuvo en la base de la eclosión cambiaria, y que asoló la economía vernácula el año pasado. “Otra vez la ‘bicicleta financiera en acción”, alerta un economista de consulta del oficialismo.

Como decíamos, quienes han visto a Macri en estos últimos días lo encontraron distendido y de buen ánimo. No es ese precisamente el ánimo que merodea por los despachos de muchos otros funcionarios. Ahí campea el miedo. La causa: las encuestas.

El escenario de un final cabeza a cabeza es inamovible sea cual fuere la encuesta. Macri está convencido de que gana. Si así fuere, la suya será una victoria pírrica. Nada muy distinto de lo que le ocurriría a Cristina Fernández de Kirchner si ella se alzara con el triunfo.   

Quien finalmente reapareció fue Roberto Lavagna. En la entrevista que le concedió a Charlie Fernández habló poco, pero lo que dijo fue mucho. A buen entendedor, pocas palabras. Lavagna no quiere internas; Lavagna no se conforma con el peronismo; Lavagna quiere una alternativa superadora en la que su autoridad sea indiscutible. Lavagna no la quiere compartir con nadie. Todo esto muestra a un hombre activo que, más allá de las especulaciones, piensa seriamente en su candidatura con tonos y tiempos siempre mesurados. “Mi decisión será a mitad de año”, dijo. No es una fecha casual. Es cuando se cierran listas.

Centralidad. Lavagna estuvo en el centro de todas las conversaciones del lanzamiento de Alternativa Federal en Mar del Plata. Al margen de la centralidad del ex ministro de Economía, ocurrieron allí dos hechos de significación política para la interna del peronismo: uno fue la presencia de los gobernadores del PJ, circunstancia que produjo disgusto dentro del kirchnerismo; el otro, la tajante afirmación que hizo Miguel Ángel Pichetto:

“Si acá viene Cristina, yo me voy”.

A pesar de que algunos se quisieron hacer los desentendidos, todos entendieron que el destinatario de esta advertencia era Sergio Massa, que viene coqueteando con ambigüedad a la hora de responder si se asociaría con CFK en un emprendimiento electoral.

El entorno político de la ex presidenta se muestra inquieto –crecientemente inquieto– ante la irrupción de Lavagna. El motivo es simple: le quita a CFK cualquier posibilidad de crecimiento. Y ese es su gran problema. Por eso la hoy senadora bajó la orden de trabajar por la unidad del peronismo en todas las provincias. Que ella hable de unidad es un verdadero oxímoron político: si hay algo que ella representa a la perfección es lo opuesto.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com

domingo, 27 de enero de 2019

No hay Macri sin Vidal… @dealgunamanera...

No hay Macri sin Vidal…

Super Roberto, Roberto Lavagna. Dibujo: Pablo Temes

Según encuestas que maneja la Casa Rosada si el Presidente va solo no gana Buenos Aires.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 27/01/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Lo del desdoblamiento electoral en la provincia de Buenos Aires es asunto terminado.” Así –con esa contundencia– una voz de Cambiemos daba por tierra con el sinfín de especulaciones que se tejieron –y se siguen tejiendo– acerca de un asunto que alentó fuertemente María Eugenia Vidal y que de igual manera disgustó a Mauricio Macri. A decir verdad, no solo a Macri sino también a uno de sus “ojos”: Marcos Peña.

Vidal y Peña hace tiempo que tienen una visión diferente y distante de la realidad; una relación ajada. La gobernadora tiene un contacto con la vida diaria de la gente del que el jefe de Gabinete carece. En esta pulseada que genera tanto desasosiego dentro del oficialismo, a Macri y a Peña hay que agregarle otro protagonista clave: Jaime Duran Barba.

De qué lado estás. Quienes militan por el desdoblamiento se ilusionan en conseguir algún apoyo por parte del consultor ecuatoriano que los habilite a seguir adelante con la idea. “Jaime ya no da un ‘No’ rotundo como respuesta; ahora se lo escucha decir ‘veremos, hay que estudiarlo’,” señala una voz del oficialismo provincial. El problema es que, mientras la definición se alarga, el tiempo corre. La fecha límite es el 15 de febrero. Para Vidal, el desdoblamiento tiene sentido si la fecha de la elección no va más allá del 30 de junio. Y para eso hace falta una ley que debería ser presentada ante la Legislatura bonaerense el 1° de marzo, para que fuera aprobada no mucho más allá del 15 de marzo y poder tener así 90 días para organizar y llevar adelante la elección.

Con encuestas que van y vienen, de varias de las que se manejan en la Casa Rosada, se desprende que hoy, si el Presidente va solo, la provincia de Buenos Aires la pierdeLa necesidad que tiene de compartir boleta con Vidal es absoluta. Paradoja interesante –como lo son todas las paradojas– la que los une a Macri y a Cristina Fernández de Kirchner: a ella también la perjudicaría el desdoblamiento ya que muchos intendentes peronistas se verían liberados de verse obligados a compartir boleta con la ex presidenta y podrían escapar de la dura –y por momentos feroz– interna del PJ.

Entre tanta navegación por las procelosas aguas de la interna, hubo un hecho que le trajo sosiego al Gobierno: la reunión entre el Presidente y Elisa Carrió. La foto de ambos sonrientes es producto de la necesidad de Cambiemos. La unidad de la coalición es una condición indispensable para poder enfrentar la elección con alguna chance de éxito. Se acordó allí que las disidencias de Carrió seguirán –“son las propias de una coalición”– y que su participación en la campaña será muy activa. Se la verá acompañar a los candidatos de Cambiemos en todo el país. Y junto a ella estará el ex vicejefe de Gabinete, Mario Quintana.

En este marco, hay un nombre que desvela tanto a opositores como a oficialistas: Roberto Lavagna. Un dato objetivo: el ex ministro de Economía ha elevado significativamente su actividad política y su posible candidatura ya no tiene la categoría del disparate. Y en Alternativa Federal la movida en favor de esa postulación crece.
Un primer análisis que se hace en ese espacio es que con Lavagna se puede ir hacia la conformación de una coalición electoral absolutamente imprescindible para aspirar a una buena elección.

Y esto es así porque varios dirigentes importantes del radicalismo y del socialismo están dispuestos a apoyarlo. “Esta elección se definirá en segunda vuelta y si se tiene en cuenta que tanto Macri como Cristina tienen entre 60% y 70% de imagen negativa, eso nos da chances”, señala con entusiasmo un dirigente del Peronismo Federal.

Esto complica las aspiraciones presidenciales de Sergio Massa, quien el 4 de febrero tendrá una reunión en Mar del Plata con varios gobernadores. Será una continuidad de la que ya tuvo en Córdoba. Massa ha dicho que, si Lavagna decidiera ser candidato, debería haber una interna. Esta idea no es compartida por varios de los caciques del Alternativa Federal que, encuestas en  mano, piensan que hay que evitar ese proceso para evitar un desgaste innecesario y para colocarlo al ex intendente de Tigre como candidato a competir por la gobernación de la provincia de Buenos Aires. Allí las encuestas le dan muy bien. Por eso no se descarta que en el encuentro del lunes 4 en La Feliz, los mandatarios provinciales lo insten a Massa a resignar sus aspiraciones presidenciales y a enfocarse decididamente en la geografía electoral bonaerense.   

Aire oficial. La macroeconomía le viene dando al Gobierno un resuello. La estabilidad del precio del dólar más la felicitación que el ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, recibió por parte de la Directora gerenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde llevaron tranquilidad a la Casa Rosada. Lagarde no se quedó ahí sino que vaticinó que, en caso de ganar las elecciones CFK, el espectro de la incertidumbre se abatirá nuevamente sobre nuestro país. Nada de esto tendrá ningún peso electoral si, para la mucha gente que hoy no llega a fin de mes, no aparecen mejoras concretas en su economía personal. Abril y marzo viene con más aumentos de tarifas.

El plebiscito en La Rioja para aprobar o rechazar la re-reelección de su gobernador, Sergio Casas, obliga a dos lecturas. La primera, relacionada con la situación interna de la Corte Suprema. El muy controvertido fallo adverso al Gobierno fue otra muestra de la falta absoluta de poder de su presidente, Carlos Fernando Rosenkrantz.

Su mandato tiene fecha de caducidad. La segunda, de índole político, nos retrotrae al intento que con igual fin hizo el entonces gobernador de Misiones, Carlos Rovira. Aquello ocurrió en 2006 y el rechazo a esa iniciativa frenó la oleada de re-reelecciones que hubieran intentado otros mandatarios provinciales. Fue el coraje cívico del obispo Joaquín Piña –el jesuita a quien mucho apoyó y ayudó el entonces cardenal Jorge Bergoglio– quien se puso al frente de la campaña que terminó rechazando esa medida que tenía como único objetivo la perpetuación en el poder de Rovira.

La idea feudal del poder es algo instalado en las provincias más empobrecidas de la Argentina. Es una simbiosis de nefastas consecuencias sociales, económicas y políticas. Y lo más penoso es observar cómo, a pesar del paso tiempo, los hechos se repiten a la manera de un sino.

“Lo que fue, eso será, y lo que se hizo, eso se hará; no hay nada nuevo bajo el sol” (Eclesiastés 1-9).

Producción periodística: Lucía Di Carlo.

Links recomendados:

Bolsonaro, una suerte para Macri, por Jorge Fontevecchia


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martes, 1 de enero de 2019

Energía perdida… @dealgunamanera...

Energía perdida…

Entre ceja y ceja. Juan Iguacel. Fotografía: Pablo Temes

El año termina como el fin de 2017: malos anuncios y más cambios. La apuesta única.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 30/12/2018 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Si no fuera por lo dramático de sus consecuencias, lo sucedido hace un año en la Argentina bien podría haber sido catalogado como uno de los chistes de mal gusto que solían hacerse durante los 28 de diciembre, el Día de los Santos Inocentes. Dicho sea de paso, una práctica absolutamente inadecuada para la esencia de la conmemoración, que se refiere a la matanza ordenada por el rey Herodes I de todos los niños menores de dos años nacidos en Belén, con el objetivo de eliminar a Jesús. Pero volvamos a la actualidad.

El hecho político vernáculo en cuestión fue la conferencia de prensa de aquel jueves 28 de diciembre de 2017, en la que hablaron el jefe de Gabinete, Marcos Peña; el ministro de Economía, Nicolás Dujovne; el ministro de Finanzas –cargo que no existe más–, Luis Caputo, y el entonces presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger. Anunciaban el nuevo índice de inflación para 2018 –iba a estar entre el 15% yel 17%– y las proyecciones para los años subsiguientes –10% para 2019, 5% para 2020% y casi cero a partir de 2021. Todo –absolutamente todo– fue un error.

El año pasado terminó en un clima de cierta euforia. 

El oficialismo había ganado las elecciones y la mayoría de la dirigencia política–incluyendo la opositora– daba por descontado que nada podría frenar la reelección de Mauricio Macri. Nada de aquella euforia ha quedado ni en el Gobierno ni en la mayoría de la ciudadanía. El fin de año transcurre en medio de una retahíla de anuncios que perjudican fuertemente el bolsillo del ciudadano de a pie: aumento del costo del transporte público, aumento del gas, aumento del agua y aumento de la electricidad.

Otra vez. 

En la semana que pasó, el riesgo país escaló hasta los 837 puntos. De ese número elevadísimo, que aleja a la Argentina de cualquier posibilidad de acceso a créditos a tasas de interés que no superen el 4% o 5%, un 5% se le puede atribuir al contexto internacional, otro 5% a los mercados emergentes y la renta financiera, y el 90% a la política económica interna. La Argentina tiene este altísimo riesgo país por cuestiones locales, que son la suma –imposible de medir– de la mala praxis del gobierno de Macri y de la herencia de Cristina Fernández de Kirchner, verdadero combo que no hace más que repetir los vicios de la economía y la política de una buena parte de la historia nacional.

En los hechos, el que ahora se ha hecho cargo de la política económica en Argentina es el Fondo Monetario Internacional.

Y esto –más allá de las chicanas de la oposición– es la estricta verdad. Fue así en junio, cuando el Fondo cometió su propio error al subestimar la dimensión de la crisis y luego, ya más severamente, en septiembre, momento en el que armó un programa muy ortodoxo, muy difícil de violar, con información de carácter diario al Fondo. En este contexto, el presidente del Banco Central y el ministro de Economía tienen muy poco por hacer.

Lo que el Fondo Monetario pide ahora en términos de ajuste recesivo tiene dos aspectos importantes a señalar: el primero es que no se lo puede incumplir porque de su cumplimiento depende la llegada del dinero que es fundamental para evitar el default; y el segundo es la corrección de lo que no se quiso hacer en el año 2016. Recuérdese que ese año se pasó en medio de una discusión sobre si aplicar políticas de shock o políticas gradualistas, discusión que tuvo algún sustento porque varios alocados rentistas del exterior financiaron a la Argentina dos años a cambio de ganancias que no se obtenían en ninguna otra parte del mundo. Los que dentro del oficialismo advirtieron sobre lo peligroso de este esquema que ya había fracasado en otras gestiones –que no era poco– fueron catalogados de pesimistas o de antigobierno.

De la misma manera, hoy es muy difícil para aquellos mismos inversionistas alocados, pseudoarrepentidos, pensar a favor de algo para Argentina, porque le han hecho la cruz.

La carga impositiva, sacando la “anécdota” reciente de las retenciones y del impuesto a la renta financiera, es la misma que dejó CFK y que Macri no pudo o no quiso bajar. Cuando el tándem de Dujovne y su viceministro hicieron la reforma tributaria muy mediocre y modesta el año pasado, no daba nada, porque en verdad ningún impuesto se puede bajar cuando se tiene el agujero fiscal de nuestro país. Es imposible de bajar.

Nueva baja. 

La renuncia del secretario de Energía, Juan Carlos Iguacel, es una anécdota más de un gabinete que ha mostrado desde el inicio mismo de la gestión una absoluta disfuncionalidad de su área económica.

Su personalidad extrovertida, su avidez de protagonismo y sus diferencias con Dujovne fueron su “tumba” política. Claro que no todo es culpa suya. A nadie se le ocurre pensar que haya hecho el anuncio de los aumentos sin una venia del Presidente. Al ahora ex secretario de Energía le ha pasado lo mismo que a su predecesor, Juan José Aranguren: exhibir una absoluta falta de estrategia y visión política para manejar el complicado asunto de los ajustes tarifarios, que nadie discute en cuanto a su esencia pero que una mayoría rechaza por el cómo de su instrumentación.

La vuelta a los primeros planos de Marcos Peña y de Gustavo Lopetegui muestra que la campaña electoral ya está en marcha. La incompetencia de gestión Peña está fuera de toda duda y la falta de perspectiva política de Lopetegui, también.

El “señor Excell” –como lo llaman varios de los miembros del gabinete nacional– goza de poca simpatía y aprobación en muchos despachos de la Casa Rosada y sus adyacencias.


Solo la manifiesta desarticulación de la oposición y el factor CFK hacen que el Gobierno aún mantenga la esperanza de tener alguna chance de ganar la elección presidencial del año que está a punto de comenzar.

El peronismo unido estaría hoy en condiciones de alcanzar la victoria. Pero la ex presidenta lo divide, así como divide profundamente al resto de la sociedad argentina. Esa es la apuesta casi excluyente del Gobierno.


Producción periodística: Lucía Di Carlo.



(Fuente: www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a: perfilcom@perfil.com 

jueves, 27 de diciembre de 2018

Annus horribilis… @dealgunamanera...

Annus horribilis…


2018 fue el año en que las metáforas iniciales, destinadas a alentar el entusiasmo popular –brotes verdes, lluvia de inversiones o segundo semestre– se estrellaron frente a la realidad.

© Escrito por Reynaldo Sietecase el miércoles 26/12/2018 y publicado en el Sitio Periodismo.com de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Este fue el año en que nacieron las metáforas de segunda generación: tormentas sucesivas, turbulencias financieras y otros eventos naturales. Salvo a la hora de hablar de la herencia que dejó el gobierno kirchnerista, el fracaso estrepitoso del plan económico no tiene responsables políticos.

Este fue el año en que la inflación –que según el candidato Mauricio Macri era algo muy fácil de controlar– rondará el 45 por ciento. El aumento incesante de los precios, el costo de los servicios públicos, los aumentos de combustibles y el precio del transporte, limaron los salarios sin piedad. Unos pocos gremios lograron empatar con la inflación en sus acuerdos paritarios.

Este fue el año en que la mitad de los argentinos que cobran sueldos en blanco no lograron superar un ingreso de 15 mil pesos.

En 2018 se sumaron 170 mil nuevos desempleados.

Este fue el año en que la pobreza –el parámetro que el Presidente eligió para que se evalúe la eficacia de su gestión– alcanzó el 33,6 por ciento según la medición del Observatorio de la Deuda Social de la UCA. Se trata de 13,6 millones de personas. Es la cifra más alta de la última década.

Este fue el año en que el gobierno logró un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y obtuvo un crédito stand-by por 57.000 millones de dólares. Con ese aporte se calmaron los mercados.

La operación fue anunciada como un gran logro. Desde que asumió Cambiemos en 2015 la deuda pública interna y externa se incrementó en más de 90.000 millones de dólares.

Este fue el año en que, a pesar del apoyo financiero del FMI, el Riesgo País llegó a 829 puntos, el nivel más alto de los últimos cuatro años.

Este año la crisis se llevó puestos a dos Presidentes del Banco Central: la primera disparada del dólar eyectó a Federico Sturzenegger. Luego renunció su reemplazante, Luis Caputo quien era ministro de Finanzas. Por último, fue designado Guido Sandleris, el segundo de Nicolás Dujovne en el Ministerio de Hacienda. Dujovne es el funcionario que quedó con más poder a partir de la crisis provocada por la corrida del dólar.

Este fue el año en que el BCRA fijó tasas superiores al 60 por ciento en un intento de contener al dólar.

Este fue el año en que el dólar duplicó su valor y se fijó una banda de flotación.

Este año la producción industrial de Argentina tuvo la mayor caída anual desde la crisis económica de 2002.

En 2018 las ventas en los shoppings cayeron 18,6 por ciento y el 10 por ciento en los supermercados.

Este fue el año en que la cifra de Pequeñas y Medianas Industrias que cierran por día pasó de 10 a 25 según cuentan las organizaciones que las agrupan.

Este fue el año en que el Presidente anunció nuevos impuestos a las exportaciones, se comprometió a parar las obras públicas a gran escala, reducir el gasto público y lograr el déficit cero.

2018 fue el año en que el peronismo, después de arduas negociaciones, acompañó la sanción del presupuesto 2019 “sin déficit y con aumento de impuestos” para lograr el equilibrio exigido por el FMI. Hubo múltiples protestas callejeras en los días previos a la sanción.

Este fue el año en que los líderes del mundo dieron un fuerte respaldo a Mauricio Macri en el curso de la Cumbre del G 20 que se desarrolló en Buenos Aires. El presidente fue ovacionado por la platea del teatro Colón después del espectáculo dedicado a los mandatarios del exterior.

Este fue el año en que el Presidente lloró emocionado por los aplausos. “Los líderes del mundo nos dijeron que estamos en el camino correcto”, explicó.

Este año la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, anunció cambios en los protocolos de las fuerzas federales. Según lo publicado en el Boletín Oficial, los agentes le pueden disparar por la espalda a quienes huyan de la policía. Se formalizó así la llamada doctrina Chocobar. “Es lo que pide la gente”, deslizaron desde el entorno de la Ministra.

Este fue el año en que la principal aliada política del gobierno se volvió a enojar. Elisa Carrió advirtió contra los cambios en el accionar de la policía y habló de fascismo. También la emprendió contra Germán Garavano, Emilio Monzó y Daniel Angelici. Un clásico. Apenas fue uno de sus enojos recurrentes. No habrá ruptura.

Este fue el año en que la oposición peronista consolidó su división. Por lo que se sabe hasta ahora presentará casi las mismas opciones que en 2015 en dos grandes conglomerados.

Este fue el año en que Cristina Kirchner no anunció su candidatura a presidente. Sin embargo, sigue en el centro del ring aunque no se suba. Dicen sus allegados que está dispuesta al todo por el todo.

Este fue el año que la justicia la mandó a juicio por ser “jefa de una asociación ilícita”. Durante los próximos meses enfrentará varios procesos orales en los tribunales federales. Una veintena de los hombres que la acompañaron en la gestión están detenidos.

Este fue el año de la llamada Causa de los Cuadernos, el proceso por corrupción más importante de la historia nacional. Entre otras cuestiones porque una docena de los hombres más ricos del país aparecieron vinculados al pago de coimas. Este fue el año en que se confirmó que ningún empresario importante terminará preso. Una de cal y una de arena.

Este fue el año en que, mientras espera ducharse en bronce, el juez Claudio Bonadío convocó a dar explicaciones a Franco y Gianfranco Macri por las coimas en los corredores viales. Un disgusto pasajero para la familia Macri que ya había sufrido por la convocatoria del primo Ángelo Calcaterra.

Este fue el año en que el Presidente anunció su decisión de pelear por la reelección. Sabe que, a pesar del escenario económico y social, tiene grandes chances. Aseguran sus íntimos que está algo cansado pero quiere revancha. Le prometen que el segundo mandato será más apacible.

Este fue el año en que María Eugenia Vidal dijo en una entrevista: “Si no lo hicimos mejor es porque no pudimos, no porque no quisimos”. De acuerdo a la mayoría de las encuestas la gobernadora de Buenos Aires tiene la mejor imagen del país.

Este fue el año en que Durán Barba, el asesor electoral ecuatoriano que acompaña al Presidente Macri, sintetizó el discurso de campaña para 2019 en una frase: “El pasado fue terrible, el presente es muy malo pero el futuro será mejor”.

Un año malo lo puede tener cualquiera. Recuerden eso a la hora de brindar por el 2019.