domingo, 10 de febrero de 2019

Superliga Argentina. Huracán 1 vs. Vélez Sarsfield 1... @dealgunamanera...


El Globo empató con Vélez en el Ducó…


El Club Atlético Huracán y el Club Atlético Vélez Sarsfield igualaron 1 a 1 en el cierre de la jornada de viernes de la Superliga Argentina de Fútbol. Lucas Gamba marcó de penal el tanto del Globo, mientras que Braian Cufré metió el gol visitante.

© Escrito por Nicolás Roncoroni el sábado 09/02/2018 y publicado por el Departamento de Prensa del Club Atlético Huracán de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Fotografías: Daniel Méndez.

Huracán y Vélez protagonizaron uno de los dos encuentros de viernes por la noche de la fecha 18 de la Superliga Argentina de Fútbol. Los quemeros venían de caer ante Racing en el Cilindro de Avellaneda y los de Liniers llegaban de perder contra River en Liniers.

En el comienzo, el conjunto que dirige Antonio Mohamed se hizo dueño de la pelota y creó las mejores situaciones para llegar a la ventaja. Lucas Gamba tuvo la primera, pero su remate fue defectuoso. Al instante, Lucas Barrios ganó de cabeza dentro del área y la pelota salió por al lado del palo.

Con el paso de los minutos, Vélez mejoró su rendimiento y estuvo a nada de marcar con un remate de Leandro Fernández, el cual pegó en el palo. A los 37, Matías Vargas desbordó por la derecha y asistió a Braian Cufré para el 1 a 0 de la visita.

En el arranque del segundo tiempo, a los 9, Hernán Mastrángelo sancionó un penal a favor del Globo por un agarrón de Hernán De La Fuente a Juan Fernando Garro.

Lucas Gamba se hizo cargo de la ejecución y puso el 1 a 1 en el Tomás Adolfo Ducó. En los treinta finales, ninguno de los dos equipos mostró mayores méritos para desnivelar a su adversario.

El único hecho trascendente fue la expulsión por doble amarilla de Lucas Robertone, a los 44 minutos. De esta forma, los quemeros y el Fortín repartieron puntos en el Palacio.

Huracán volverá a jugar el domingo 17 de febrero frente a Talleres en Córdoba.

Síntesis:

Huracán 1 


Antony Silva; Christian Chimino, Saúl Salcedo, Federico Mancinelli y Carlos Araujo; Patricio Toranzo, Israel Damonte, Iván Rossi y Juan Fernando Garro; Lucas Gamba y Lucas Barrios. DT: Antonio Mohamed.

Vélez 1 

Lucas Hoyos; Hernán De La Fuente, Lautaro Gianetti, Joaquín Laso y Braian Cufré; Pablo Galdames y Nicolás Domínguez; Agustín Bouzat, Lucas Robertone, Matías Vargas; y Leandro Fernández. DT: Gabriel Heinze.

Gol en el primer tiempo: 38m. Braian Cufré (V).

Gol en el segundo tiempo: 9m. Lucas Gamba (H), de tiro penal.

Cambios: en el segundo tiempo, 17m. Javier Mendoza por Juan Fernando Garro (H), 22m. Alvaro Barreal por agustín Bouzat (V), 28m. Norberto Briasco por Patricio Toranzo (H), 32m. Nicolás Cordero por Lucas Gamba (H), 33m. Luis Abran por Pablo Galdames (V) y 46m. Alejo Montero por Leandro Fernández (V).

Amonestados: Lucas Robertone (V), Joaquín Laso (V), Iván Rossi (H), Hernán De La

Fuente (V), Carlos Araujo (V), Lucas Hoyos (V). Brian Cufré (V), Christian Chimino (H) y Saúl Salcedo (H).

Incidencia: en el segundo tiempo, 44m. Expulsado Lucas Robertone (V).

Estadio: Tomás a. Ducó (Huracán).

Árbitro: Hernán Mastrángelo.












Todos somos octubre… @dealgunamanera...

Todos somos octubre…

Mauricio cumple... años. Dibujo: Pablo Temes

Macri consulta a economistas, Lavagna dice poco, Massa hace equilibrio y CFK se calla: cada gesto se mide en votos.

© Escrito por Nelson Castro el domingo 10/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

“Nos está costando bajar la inflación” (sic), dijo Mauricio Macri en el reportaje que le hizo Alejandro Rozitchner con motivo de su cumpleaños. Se ve que el Presidente vivió el arribo a sus 60 años con la necesidad de compartir una visión algo más crítica de su gestión y más humana de su persona. En verdad, lo que él debería haber explicado es por qué su gestión va a terminar con índices récord de inflación como no se daban desde la crisis de 2001-2002.

Esa idea, la de entrevista con tufillo a campaña, tiene aire de los engendros electorales salidos de la “usina” de ideas que fogonea Jaime Duran Barba. Como ya se sabe, la idea del consultor estrella de Cambiemos es hacer una campaña corta en la que se hable poco de economía. Eso sí que es toda una quimera. Sobre todo cuando el Presidente dedica el mayor tiempo de su gestión al tema económico. De ahí las reuniones que tuvo con un grupo de economistas.

Hubo al menos dos de esos encuentros. Uno fue en diciembre pasado con Miguel Angel Broda quien, hay que recordar, ha sido muy crítico del manejo económico del Gobierno. La otra tuvo lugar en estos días. Para ser más precisos, a principios de la semana que pasó. Esta última fue ampliada a otros economistas –entre ellos Miguel Kiguel y Pablo Guidotti– y contó con la participación del ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne.

En términos generales, se habló de dos temas: por un lado se hizo un análisis de la coyuntura, con la atención de Macri puesta en comprender cómo vienen variables claves como la inflación, el crecimiento, el tipo de cambio y el programa con el Fondo Monetario Internacional, especialmente la parte fiscal. Los otros temas fueron las reformas a largo plazo que hagan posible el crecimiento y la consolidación de la economía.

Planes y errores. De especial atención fueron la búsqueda de propuestas tendientes a crear un mercado laboral más moderno, más flexible y más adecuado a la realidad del siglo XXI, y el cómo y qué hacer para controlar el gasto público. Allí la preocupación  y el desafío es mejorar los gastos en seguridad social y en asistencia social sin descuidar a los más vulnerables. Broda es quien ha trabajado en un programa integral.

Es evidente, pues, que el Presidente –a quien en las reuniones se lo vio tranquilo y de buen semblante– está a la búsqueda de un plan económico. Es un reconocimiento implícito de que durante su gobierno no lo ha habido, y que todas han sido medidas implementadas a la manera de parches. Un error garrafal.

Este veranito que está viviendo la economía argentina no le es propio, sino que es impulsado por los mercados internacionales que, ante la estabilidad de tasas de la Reserva Federal de los Estados Unidos, sin miras de aumentar en el corto plazo, que fue el escenario cruel de abril del año pasado, sumó la aplicación del impuesto a la renta financiera.

A estas variables favorables se les contraponen voces de alarma que previenen sobre el peligroso rearme de una operatoria de carry trade que estuvo en la base de la eclosión cambiaria, y que asoló la economía vernácula el año pasado. “Otra vez la ‘bicicleta financiera en acción”, alerta un economista de consulta del oficialismo.

Como decíamos, quienes han visto a Macri en estos últimos días lo encontraron distendido y de buen ánimo. No es ese precisamente el ánimo que merodea por los despachos de muchos otros funcionarios. Ahí campea el miedo. La causa: las encuestas.

El escenario de un final cabeza a cabeza es inamovible sea cual fuere la encuesta. Macri está convencido de que gana. Si así fuere, la suya será una victoria pírrica. Nada muy distinto de lo que le ocurriría a Cristina Fernández de Kirchner si ella se alzara con el triunfo.   

Quien finalmente reapareció fue Roberto Lavagna. En la entrevista que le concedió a Charlie Fernández habló poco, pero lo que dijo fue mucho. A buen entendedor, pocas palabras. Lavagna no quiere internas; Lavagna no se conforma con el peronismo; Lavagna quiere una alternativa superadora en la que su autoridad sea indiscutible. Lavagna no la quiere compartir con nadie. Todo esto muestra a un hombre activo que, más allá de las especulaciones, piensa seriamente en su candidatura con tonos y tiempos siempre mesurados. “Mi decisión será a mitad de año”, dijo. No es una fecha casual. Es cuando se cierran listas.

Centralidad. Lavagna estuvo en el centro de todas las conversaciones del lanzamiento de Alternativa Federal en Mar del Plata. Al margen de la centralidad del ex ministro de Economía, ocurrieron allí dos hechos de significación política para la interna del peronismo: uno fue la presencia de los gobernadores del PJ, circunstancia que produjo disgusto dentro del kirchnerismo; el otro, la tajante afirmación que hizo Miguel Ángel Pichetto:

“Si acá viene Cristina, yo me voy”.

A pesar de que algunos se quisieron hacer los desentendidos, todos entendieron que el destinatario de esta advertencia era Sergio Massa, que viene coqueteando con ambigüedad a la hora de responder si se asociaría con CFK en un emprendimiento electoral.

El entorno político de la ex presidenta se muestra inquieto –crecientemente inquieto– ante la irrupción de Lavagna. El motivo es simple: le quita a CFK cualquier posibilidad de crecimiento. Y ese es su gran problema. Por eso la hoy senadora bajó la orden de trabajar por la unidad del peronismo en todas las provincias. Que ella hable de unidad es un verdadero oxímoron político: si hay algo que ella representa a la perfección es lo opuesto.

Producción periodística: Lucía Di Carlo.



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sábado, 9 de febrero de 2019

Alejandro Dolina. Al final "Todos Roban"... @dealgunamanera...

Al final "Todos Roban"...



© Escrito por Alejandro Dolina (para "Facebook" del 06-02-17)

"El cepo al dólar o el pasado del Papa; La justicia, la verdad, el suicidio de Nisman y menos que menos los bomberos muertos de Iron Mountain, no le importan. El pibe que mataron en un robo o la heladera que compró y vino fallada, tampoco. Mintió. No le importaba ni la corrupción, ni los pobres, ni el de al lado, y menos los que manda a agarrar la pala desde Internet. El tema era culpar al peronismo de todo lo malo. Nada más. A él solo le importó una cosa: que el gobierno NO sea peronista. Para él: los Kirchner, Evita, Dolina, Corach, Leonardo Favio, el Papa Francisco, Rodríguez Saa, Rodolfo Walsh, Cafiero, Cámpora y el que silba la marcha de Hugo del Carril cuando limpia los vidrios, fueron, son y serán, todos iguales, son todos enemigos que pertenecen a ese movimiento maldito.

Si estando en el gobierno privatizan o estatizan, a él, le da lo mismo, siempre es malo, porque la acción no le interesa, sino la identificación de alguien como peronista; y si van al norte o al sur, está mal ambas cosas, solo porque son peronistas.

Como no puede admitir que vota y opina según una "camiseta", siempre “en contra de ellos” y que en realidad, las ideas, las obras, las acciones no le importan, se viste para la ocasión. Si se tiene que vestir de socialista indignado; de comunista que tiene auto importado con calcomanía del Che Guevara; de humanista porque postea si ve un perrito perdido; de radical especializado en Illia porque murió pobre; de Isaac Rojas subido a un avión bombardero; de estadounidense o francés porque son países serios; de ciudadano derecho que pide golpe de Estado o de republicano racional que entiende que la economía está por encima de la gente, él se cambia sin vergüenza alguna. El fin justifica los trajes: el gobierno no tiene que ser peronista. Punto.

El centro cultural más grande de la historia, el polo científico, los trenes, la nacionalización de YPF, el matrimonio igualitario, los satélites argentinos, el Hospital El Cruce, Tecnópolis, el billete con las islas Malvinas, el plan Qunitas, el Pro.cre.ar, hubieran sido obras de un gobierno no peronista, a él mucho no le hubiera importado, salvo que lo beneficien en algo, pero sí afirmaría que son aciertos irrefutables. Pero como son acciones de gestiones peronistas, entonces: son curros, no son los modales adecuados, lo importante no es la obra sino el nombre o fueron gastos que no corresponde a este tiempo.

Lo que sí le importa es repetir que su fortuna personal no depende del estado del país, mucho menos cuando hay gobiernos peronistas, y que su familia y él, son, los poquísimos trabajadores serios y honrados, que habitan “éste país” que anda mal porque salvo él y unos pocos, el resto son todos vagos peronistas y ladrones.

Cuando todo estalla y ya no se puede disimular que no se construyó nada en función del pueblo, no será consecuencia de que los que venían a salvar al país son inoperantes, deshonestos, cipayos y mucho menos dirá “que mal voté es que siempre voto lo que sea para no votar un peronista” En ese momento soltará una de sus frases escudo: “es que, al final, son todos iguales, todos roban”. De esa manera, no hay análisis ni cálculos, todos son corruptos.

El gobierno que pone derechos del trabajador en la Constitución, les otorga pensión a las amas de casa, promueve el aguinaldo, y/o subsidia el transporte, la luz y el gas a los que menos ganan, será, según él, igualito al que se quedó con los ahorros que tenía la clase media en los bancos y no construyó ni un hospital porque igual, al final “todos roban."

Alejandro Dolina



miércoles, 6 de febrero de 2019

Mauricio Macri flota sobre el desastre económico de Argentina… @dealgunamanera...

Mauricio Macri flota sobre el desastre económico de Argentina…

El presidente Mauricio Macri junto a los ministros Patricia Bullrich (Seguridad) y Germán Garavano (Justicia). Fotografía: Agencia Telam

Una economía en la basura es por lo general una sentencia de muerte para un presidente en busca de la reelección. Sin embargo, hasta ahora, Mauricio Macri, tiene oportunidad de volver a ganar en octubre.

© Escrito por Shannon K. O'Neil (Bloomberg) el miércoles 06/02/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Una economía en la basura es por lo general una sentencia de muerte para un presidente en busca de la reelección. Sin embargo, hasta ahora, Mauricio Macri, tiene oportunidad de volver a ganar en octubre. Su resistencia electoral contradice la máxima de "Es la economía, estúpido", y demuestra que otros asuntos pueden captar y captan la imaginación de los votantes. Más importante aún, muestra los cambios en Argentina a los que sus oponentes no han logrado adaptarse.

En Argentina, 2018 fue un año para el olvido. El valor del peso cayó a la mitad, la inflación alcanzó sus mayores niveles desde principios de la década de 1990 y una recuperación incipiente se desvaneció en la recesión. El gobierno tuvo que negociar no uno, sino dos rescates del Fondo Monetario Internacional, por un total de US$57.000 millones.

La mayoría piensa que la economía ya tocó fondo. La próxima cosecha parece más prometedora, la sequía del año pasado se ha ido. Las exportaciones argentinas se benefician del fortalecimiento de la moneda brasileña y la recuperación económica del vecino país. Y la energía está en auge: los campos petroleros de Vaca Muerta están demostrando ser más ricos y más productivos de lo esperado.


Sin embargo, incluso en los escenarios más optimistas, pocos esperan más que un tímido crecimiento económico para cuando los argentinos se dirijan a las urnas. Aun así, salvo por otra crisis financiera, puede que esto no afecte mucho las oportunidades de reelección de Macri.

Una razón es que los votantes son más importantes que sus bolsillos. Como han aprendido recientemente otros políticos de la región, la seguridad es una de las mayores preocupaciones de los electores: en una encuesta reciente de D’Alessio IROL-Berensztein, seis de cada diez argentinos la consideró un asunto importante.

Otra razón son los cambios sociales que han dejado grandes bloques de votantes a la deriva. Los alguna vez ubicuos miembros de los sindicatos argentinos ahora son una clase privilegiada: en 1990, dos de cada tres trabajadores estaban sindicalizados; para 2008, solo lo estaba la mitad. Los trabajadores informales ahora constituyen casi la mitad de la fuerza laboral, y la terca persistencia de la pobreza desde la crisis económica de 2001 dejó  a toda una generación, y a un cuarto de los argentinos, en los márgenes.

El alguna vez dominante partido peronista no se adaptó. Con seguridad, se enfrenta a una crisis de liderazgo. La expresidente Cristina Fernández de Kirchner, con todos sus escándalos de corrupción y su pasado populista, es por mucho la candidata del partido más favorecida por las encuestas. Su fortaleza continua ha dificultado la reunión en torno a una alternativa.

Pero el deslucido desempeño del partido refleja dificultades institucionales más profundas. Al igual que el Partido Revolucionario Institucional de México –en el gobierno por mucho tiempo y recientemente sacado del cargo–, los peronistas se han quedado atascados en estructuras clientelistas y corporativistas desactualizadas y cada vez menos representativas. Aunque su control sobre su base sindical histórica está intacto, los nuevos movimientos y organizaciones sociales son menos leales.


El apoyo rural se desintegró a medida que los jóvenes se desplazaron a las ciudades, y los años de castigo a los impuestos sobre las exportaciones han enfurecido a sus leales aliados agrícolas. Aunque el partido sigue controlando buena parte de los gobiernos y las legislaturas provinciales, su cohesión se ha desvanecido. Las elecciones presidenciales de 2015 y las de mediados de mandato en 2017 reflejan este desarraigo: el partido perdió su bastión en la Provincia de Buenos Aires, además de asientos en el Congreso.

Macri está explotando estas vulnerabilidades. Él y los medios han mantenido vivo el escándalos de la "libreta" de la administración Kirchner, una absorbente saga de más de una década de reuniones clandestinas y bolsas de dinero intercambiando manos entre líderes empresariales, miembros del gabinete y presuntamente la misma Kirchner, todo meticulosamente registrado en libretas de espiral por un conductor de confianza. En asuntos como la seguridad, Macri se benefició de su popular ministra de seguridad (y potencial candidata a la vicepresidencia), Patricia Bullrich, con quien ha programado apariciones conjuntas, como el reciente anuncio de un decreto para el embargo de activos.

Su campaña se beneficia de un manejo diestro y enfocado de las redes sociales, además del contacto personal: el sitio web de la coalición Cambiemos ha registrado cientos de miles de voluntarios. El gobierno no se ha negado a construir sus propias redes clientelistas, cultivando a las organizaciones de la sociedad civil a través de la generosa financiación del ministerio de desarrollo social.


Macri podría perder fácilmente su ventaja actual. Otra crisis financiera lo hundiría. La oposición podría reunirse en torno aún candidato. Pero el mayor riesgo es la base de su coalición política. Ya se está cocinando un debate en su círculo cercano respecto a qué tan amplia debería ser la red. Los gobernantes de Buenos Aires y la provincia circundante quieren un paraguas amplio que abarque la oposición: consideran que a pesar de las derrotas que ha soportado el peronismo, las maquinarias locales del partido aún pueden producir votos. Otros en la Casa Rosada creen que estas alianzas traicionan las promesas de cambio de la coalición y mancharían la reputación de Macri de hacer las cosas de otro modo.

La próxima administración tendrá un camino difícil por delante. El salvavidas del FMI venía con compromisos impopulares: la eliminación del déficit requerirá reformar las pensiones, recortar empleos gubernamentales y reducir los gastos en general. Además, la red de la estabilidad financiera no estará disponible, dado que el gobierno debe la pesada suma de US$57.000 millones al FMI y miles de millones a los inversionistas privados.

En este punto, Macri parece ser la persona que enfrentará esos desafíos. No obstante, también tendrá que lidiar con cambios más fundamentales: la limitada competitividad de Argentina, el envejecimiento de la población del país y tendencias económicas más amplias que relegan a los productores de productos básicos a los márgenes de las cadenas de valor globales. Ganar la reelección podría resultar más fácil que adaptar a Argentina al futuro que le espera.


(Fuente www.perfil.com). El periodismo profesional es costoso y por eso debemos defender nuestra propiedad intelectual. Robar nuestro contenido es un delito, para compartir nuestras notas por favor utilizar los botones de "share" o directamente comparta la URL. Por cualquier duda por favor escribir a perfilcom@perfil.com