domingo, 9 de junio de 2019

Masacre de José León Suárez: un brutal escarmiento… @dealgunamanera...

Masacre de José León Suárez: un brutal escarmiento…

Isaac Rojas y Pedro Eugenio Aramburu. Fotografía: CEDOC

El 9 de junio de 1956 estalla una rebelión armada peronista y se producen los fusilamientos relatados en la obra cumbre de Rodolfo Walsh, “Operación Masacre”.

© Escrito por Ángel Cabaña, Profesor y Licenciado en Historia. Ministerio De Educación De La Nación, el domingo 09/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

El sábado 9 de junio de 1956, en varios puntos del país estalla una rebelión armada peronista, en la que participan civiles y militares. Convencido de que el movimiento contrarrevolucionario es poderoso, el gobierno militar implanta la ley marcial mediante el decreto N°10.362/56 que expresa: Todo oficial de las Fuerzas Armadas en actividad y cumpliendo actos de servicio podrá ordenar juicios sumarísimos con atribuciones de aplicar o no la pena de muerte por fusilamiento a todo perturbador del orden público”.

La rebelión armada –que no cuenta con el beneplácito de Perón– se lleva a cabo en un contexto de huelgas, sabotajes a la producción y desobediencia cívica contra los militares golpistas por razones vinculadas con la proscripción del movimiento peronista y el uso de sus símbolos, distintivos, lemas y canciones, el exilio de Perón y el secuestro del cadáver de Evita, el encarcelamiento y expulsión de sus trabajos de dirigentes y militantes peronistas, la redistribución de los ingresos que nuevamente perjudica a los asalariados.

En un departamento del partido de Vicente López un grupo de vecinos se habían juntado la noche del 9 de junio para esperar la revuelta; mientras, jugaban a las cartas y escuchaban por radio una pelea de box. De repente les cae la policía y se los llevan presos a la comisaría de San Martín. Ahí se enteran de la revuelta frustrada y de la ley marcial que no los alcanza porque es posterior a su detención. Sin embargo, los sacan de la comisaría y al llegar a los basurales de José León Suárez los hacen bajar de la camioneta policial. De siete, fusilan a cinco: Nicolás Carranza, Francisco Garibotti, Carlos Alberto Lizaso, Mario Brión y Vicente Damián Rodríguez. Dos se salvan: Juan Carlos Livraga y  Horacio Di Chiano. Un año después, el escritor y periodista Rodolfo Walsh con base en lo que le contaron los sobrevivientes, relata  en su libro Operación Masacre lo que sucedió en esa noche siniestra.


“¿Puedo volver al ajedrez? Puedo. Al ajedrez y a la literatura fantástica que leo, a los cuentos policiales que escribo, a la novela “seria” que planeo para dentro de algunos años y a otras cosas que hago para ganarme la vida y que llamo periodismo aunque no es periodismo. La violencia me ha salpicado las paredes, en las ventanas hay agujero de balas, he visto un coche agujereado y adentro un hombre con los sesos al aire, pero es solamente el azar lo que me ha puesto eso ante los ojos. Pudo ocurrir a cien kilómetros, pudo ocurrir cuando yo no estaba.”

A pesar de que el levantamiento había sido aplastado, el gobierno militar aplica la ley marcial.18 Militares y 9 civiles son fusilados: el jefe del movimiento, el general de división Juan José Valle – retirado desde la caída de Perón y condiscípulo de Aramburu en el Colegio Militar–  en la penitenciaría de la avenida Las Heras, y los demás en José León Suárez, La Plata, en Santa Rosa, provincia de La Pampa, en la Escuela de Mecánica del Ejército, en la Penitenciaría Nacional y en Campo de Mayo.

En cuanto al general Valle, con la promesa de que se respetará su vida dado que los fusilamientos se iban a interrumpir, en la mañana del martes 12 se entrega a las autoridades y queda recluido en el Regimiento de Palermo. Pero desgraciadamente, eso no ocurre. El general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Francisco Rojas deciden aplicar la ley marcial y asumen públicamente la responsabilidad de esta decisión, que justifican como indispensable para evitar reacciones similares.

Aramburu sigue la lógica de que si habían fusilado a suboficiales y a civiles, con qué argumentos se le puede perdonar la vida a quien había sido el cabecilla del movimiento, un general de la Nación; la ley es pareja para todos, se crea un pésimo antecedente. Por su parte, Rojas no está “de acuerdo con que se fusile a dos o tres subalternos más y que el general Valle escape a la sentencia máxima. Si ustedes disponen ahora el levantamiento de la ley marcial entonces salvan sus vidas todos los sediciosos, pero si continúa la ley marcial entiendo que el primero que debe ser pasado por las armas es el general Valle.”


A todo esto, miles de anti-peronistas se auto-convocan en Plaza de Mayo para apoyar al Presidente y Vicepresidente de la Nación y pedirles tolerancia cero para los rebeldes.

Después de enterarse de que iban a fusilarlo horas después de su detención, el general Valle escribe varias cartas, de las que transcribo algunos párrafos:

A su esposa: "Querida mía. Con más sangre se ahogan los gritos de libertad. He sacrificado toda mi vida para el país y el ejército, y hoy la cierran, con una alevosa injusticia. Sé serena y fuerte. No te avergüences nunca de la muerte de tu esposo, pues la causa por la que he luchado es la más humana y justa: la del Pueblo de la Patria…"

A su madre: "He honrado el apellido que heredé de mi padre, puedes estar satisfecha. Camina ahora más que nunca con la frente alta, sos la madre de un argentino que cumplió con su deber".

A su hija: Algún día a tus hijos cuéntales del abuelo que no vieron y supo defender una noble causa. No muero como un cualquiera, muero como un hombre de honor”.

Y al general Aramburu: Dentro de pocas horas usted tendrá la satisfacción de haberme asesinado (…) Entre mi suerte y la de ustedes me quedo con la mía. Mi esposa y mi hija, a través de sus lágrimas verán en mí un idealista sacrificado por la causa del pueblo. Las mujeres de ustedes, hasta ellas, verán asomárseles por los ojos sus almas de asesinos. Y si les sonríen y los besan será para disimular el terror que les causan. Aunque vivan cien años, sus víctimas les seguirán a cualquier rincón del mundo donde pretendan esconderse. Vivirán ustedes, sus mujeres y sus hijos, bajo el terror constante de ser asesinados. Porque ningún derecho, ni natural ni divino, justificará jamás tantas ejecuciones. La palabra “monstruos” brota incontenida de cada argentino a cada paso que da. Conservo toda mi serenidad ante la muerte. Nuestro fracaso material es un gran triunfo moral. Nuestro levantamiento es una expresión más de la indignación incontenible de la inmensa mayoría del pueblo argentino esclavizado. Dirán de nuestro movimiento que era totalitario o comunista y que programábamos matanzas en masa. Mienten. Nuestra proclama radial comenzó por exigir respeto a las instituciones y templos y personas (…).

Nosotros defendemos al pueblo, al que ustedes le están imponiendo el libertinaje de una minoría oligárquica, en pugna con la verdadera libertad de la mayoría, y un liberalismo rancio y laico en contra de las tradiciones de nuestro país. Todo el mundo sabe que la crueldad en los castigos la dicta el odio, sólo el odio de clases o el miedo. Como cristiano me presento ante Dios que murió ajusticiado, perdonando a mis asesinos, y como argentino derramo mi sangre por la causa del pueblo humilde, por la justicia y la libertad de todos, no sólo de minorías privilegiadas.

Espero que el pueblo conocerá un día esta carta y la proclama revolucionaria en las que quedan nuestros ideales en forma intergiversable. Así como nadie podrá ser embaucado por el cúmulo de mentiras contradictorias y ridículas con que el gobierno trata de cohonestar esta ola de matanzas y lavarse las manos sucias en sangre. Ruego a Dios que mi sangre sirva para unir a los argentinos. Viva la Patria”.

Se dijo que Aramburu rechazó un pedido de misericordia del Papa, el que había sido notificado por monseñor Manuel Tato, vía Susana, la hija del general, de dieciocho años de edad. También se dijo que la esposa del general Valle acudió a la residencia de Olivos para rogar a Aramburu por la vida de su esposo y que el edecán, luego de consultar, le respondió que el presidente se encontraba durmiendo.

Como había sido el gobierno peronista el que había promulgado el Código de Justicia Militar luego de derrotar la rebelión encabezada en 1951 por el general Benjamín Menéndez, la Revolución Libertadora decide eliminarlo… hasta que decide aplicarlo con el general Valle, por primera vez en el siglo XX.

Luche, luche, luche,
no deje de luchar,
que a todos los gorilas
los vamos a colgar.

La rebelión armada cívico-militar peronista contra los militares golpistas, y el brutal escarmiento “desperonizador” de la autollamada Revolución Libertadora, hacía recordar a las guerras civiles del siglo XIX, cuando la violencia se imponía a la tolerancia con los derrotados.

Testimonios fotográficos de aquellas páginas de nuestra historia argentina...







sábado, 8 de junio de 2019

Partido Amistoso. Argentina 5 vs. Nicaragua 1... @dealgunamanera...


Argentina, con dos tantos de Messi, goleó a Nicaragua en el último amistoso…

Argentina se despidió con una goleada. En San Juan, derrotó 5-1 a Nicaragua.

El seleccionado albiceleste, con un doblete del astro rosarino, derrotó al combinado centroamericano 5 a 1 en San Juan, en el último partido amistoso previo a la Copa América que se jugará en Brasil. El encuentro se disputó en el estadio San Juan del Bicentenario, con el arbitraje del chileno Eduardo Gamboa.

© Publicado el viernes 07/06/2019 por el Diario Jornada de la Ciudad de Trelew, Provincia del Chubut, República Argentina.

Messi llegó a 67 tantos con la albiceleste y está entre los 20 jugadores con más goles para su selección nacional, y además anotó el doblete más rápido de su carrera como internacional argentino al marcar en 105 segundos.

Como era previsible Argentina tomó el control del partido desde el inicio y ya tuvo una posibilidad de abrir el marcador a los 6m. con un disparo de Sergio Agüero apenas desviado, y seis minutos después Messi recibió en soledad un gran pase de Giovani Lo Celso pero le pegó “mordido” y la tiró afuera.

Luego del cuarto de hora inicial el equipo dirigido por Lionel Scaloni siguió con la pelota pero no tuvo tanta intensidad.

Un minuto después el jugador de Barcelona aprovechó un rebote de Llorente tras un disparo bajo de Agüero y definió sin oposición.

Para el complemento Scaloni preservó a Messi y Agüero, y Argentina siguió con la tenencia aunque sin profundidad.

El partido se desvirtuó con tantos cambios y Argentina estiró cifras con un remate bajo de media vuelta del ingresado Martínez.


Sobre la hora Nicolás Otamendi tocó la pelota con la mano adentro del área y Barrera transformó el penal en gol con un remate alto al palo izquierdo de Franco Armani.

Argentina debutará en la Copa América el próximo sábado 15 de junio ante Colombia, en Salvador, por el Grupo B que comparte además con Paraguay y Qatar.


Síntesis

Argentina 5 

Franco Armani; Renzo Saravia, Juan Foyth, Nicolás Otamendi y Marcos Acuña; Giovani Lo Celso, Guido Rodríguez y Leandro Paredes; Lionel Messi, Sergio Aguero y Matías Suárez. DT: Lionel Scaloni.

Nicaragua 1  

Justo Lorente; Josué Quijano, Luis Fernando Copete, Carlos Montenegro y Manuel Rosas; Marlon López y Renato Punyed; Juan Barrera, Byron Bonilla y Carlos Chavarría; Jorge Betancur. DT: Henry Duarte.

Goles en el primer tiempo: 37m. y 38m. Messi (A).

Goles en el segundo tiempo: 18m. y 28m. Lautaro Martínez (A), 35m. Roberto Pereyra (A) y 45m. Barrera de penal (N).

Cambios en el segundo tiempo: inicio Paulo Dybala por Messi (A), Martínez por Agüero (A), Henry Maradiaga por Llorente (N), Luis Galeano por Chavarría (N) y Oscar López por Montenegro (N), 11m. Nicolás Tagliafico por Rodríguez (A) y Pereyra por Suárez (A), 13m. Daniel Cadena por Punyed (N), 17m. Rodrigo De Paul por Acuña (A), 18m. Armando Goufas por Bonilla (N) y 27m. Ramiro Funes Mori por Foyth (A) y 36m. Francisco Flores por Betancur (N).

Amonestados: Martínez (A); Punyed, Copete (N).

Estadio: San Juan Del Bicentenario.

Árbitro: Eduardo Gamboa (Chile).




martes, 4 de junio de 2019

El zugzwang de Cristina… @dealgunamanera...

El zugzwang de Cristina…


La jugada de Cristina poniendo un candidato y reordenando todo el panorama político ¿es una jugada magistral –un zugzwang de ajedrecista– o es más bien una retirada fruto de un cálculo realista?

© Escrito por Américo Schvartzman el domingo 02/06/2019 y publicado por La Vanguardia de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ya han pasado algunas semanas del anuncio de Cristina Fernández de Kirchner que sacudió el panorama político electoral de la Argentina, obligando a los demás jugadores a reordenar sus movidas, en un proceso que aun no ha concluido. Quizás ahora que bajó la espuma de la “genial estrategia” –según sus acríticos seguidores– o del “paso en falso que le restará votos” –según los gurúes del macrismo–, se puede comenzar a analizar con mayor detenimiento la decisión y sus implicancias.

Por ejemplo, se puede retomar la primera impresión de zugzwang que produjo la jugada. Zugzwang es una situación que se da en el ajedrez, cuando un contrincante pone al otro en una posición en la que –haga lo que haga– solo puede empeorar sus chances. No llega a ser jaque mate aun, pero está prácticamente liquidado. (Hay un célebre cuento de Rodolfo Walsh, muy recomendable, de ese mismo nombre).

¿Por qué zugzwang? Porque, aunque en el ajedrez hay un solo jugador enfrente, en el particular escenario de la política argentina todos los actores principales se vieron obligados a rehacer estrategias y a mover sus piezas a riesgo de sufrir el jaque mate. Claro que esto no es ajedrez, es la vida y hay otras salidas. Y tal vez por eso, se puede pensar que la jugada no es algo magistral sino algo más parecido al criterio de “valor razonable”, esa estimación contable en la que ambas partes (comprador y vendedor) quedan moderadamente satisfechas, porque se toman en cuenta los beneficios y los riesgos de manera racional.

Los acríticos seguidores de la ex presidenta oscilaron entre la desazón por ver bajarse a su candidata, y la euforia voluntarista de estar presenciando “la genial estrategia”. Pero a los pocos días las señales de la realidad disiparon en parte esos vahos eufóricos: comenzaban a percibir que la acción no era tan “genial”, sino que más bien evidenciaba un registro realista de la propia debilidad: Cristina entendió que su nombre divide y no logra el consenso necesario para ganar.  Y en el mismo acto empezó a dibujarse con mayor claridad la panoplia de mensajes que encierra la elección de Alberto Fernández.

A los pocos días del anuncio, los más férreos seguidores de Cristina comenzaron a percibir que la acción no era tan “genial”, sino que más bien evidenciaba un registro realista de la propia debilidad: Cristina entendió que su nombre divide y no logra el consenso necesario para ganar.

Pongámoslo en forma de interrogantes: ¿Qué es más realista: imaginar a Alberto Fernández haciéndole la guerra al grupo Clarín, o negociando la paz con ellos? ¿Pensarlo atacando a las grandes corporaciones, o pactando una tregua beneficiosa “para todos” que brinde gobernabilidad? ¿Especular con Alberto haciendo lo posible para encarcelar a Macri o al contrario, dando “seguridad jurídica” a todos y todas (los denostados jueces pero también los empresarios de la “patria contratista”) a cambio del archivo de las causas contra Cristina? ¿Un Alberto presidente enfrentando al FMI o más bien acordando mejores condiciones para seguir siendo “pagadores seriales”?


Las respuestas realistas a estas preguntas explican también por qué pasados unos pocos días, al disiparse la polvareda del impacto inicial, se intuye cierta perplejidad con un dejo de tristeza entre la tropa que ya no celebra tanto el pretendido jaque mate y ha adoptado un gesto resignado, pero aún batallador. Porque, claro, lo principal es derrotar a Macri.

No obstante, en apenas una semana y adelantándose a los interrogantes retóricos aquí formulados, el candidato elegido por Cristina dejó definiciones preocupantes para quienes se empeñan en ver a una líder de izquierda en la ex Presidenta: primero fue la invitación a sumarse a otro “traidor”: el intento de seducir a Sergio Massa; enseguida, la respuesta en extremo mesurada frente a la legalización del aborto: “ir más despacio”. Casi de inmediato, la entrevista en la que renegó de la Ley de Medios Audiovisuales, por si fuera poco calificando a la comunicación como “un negocio” y no como un servicio público, y la apelación a terminar la guerra: “Dejen de disparar que conmigo la guerra se terminó”. En el medio, la no desmentida cena con Héctor Magnetto, el mandamás histórico del Grupo Clarín. Ahí nomás, la declaración sobre el FMI (“Hay que cumplir”, incluso con la deuda privada) y la divulgación de nombres de su equipo económico, que incluyen a Guillermo Nielsen, alguien que si bien formó parte del gobierno de Néstor Kirchner, fue también duro crítico de las gestiones de Cristina.

No ha habido hasta ahora reacciones públicas destacadas del kirchnerismo en relación con estas definiciones de Alberto Fernández. Definiciones que lo ponen más cerca de las perspectivas de Urtubey, Massa o el propio Macri que de las posturas sostenidas estos años por el extinto Frente para la Victoria, por Unidad Ciudadana, ahora Frente Patriótico o como se vaya a llamar de aquí en más. Sí hubo algunas justificaciones elaboradas desde adentro (como Verbitsky explicando que “para gobernar hace falta una coalición más amplia que para ganar la elección”). Pero solo ha salido a ponerle límites Graciana Peñafort, la abogada de la ex Presidenta en un par de causas y ex integrante de la AFSCA, el organismo que reemplazó al Comfer y que el macrismo disolvió para crear el Enacom. Peñafort le salió al cruce: “La comunicación no es negocio. Es un derecho humano fundamental”, le respondió por Twitter. Y añadió:  “Sé que en esto diferimos, pero más allá de esta discusión, te diría que los notifiques del fin de la guerra, porque para ellos la sigue y en estos días, te tiene a vos como rehén”.

¿Pidió permiso Peñafort para responder de esta manera? Más interrogantes: ¿Qué hará Cristina ante estas diferencias que, para muchos de sus seguidores, son de fondo? ¿Qué harán ellos y ellas ante esta acumulación de sapos a tragarse en tan pocos días? ¿Aceptarán todo lo que haga o diga Alberto? ¿Esperarán señales de Cristina para saber cuántos sapos más deberán engullir desde ahora? ¿O habrá una luz verde para protestar ante cada paso dudoso o decididamente insoportable del ungido?

¿Qué hará Cristina ante estas diferencias que, para muchos de sus seguidores, son de fondo? ¿Qué harán ellos y ellas ante esta acumulación de sapos a tragarse en tan pocos días? ¿Aceptarán todo lo que haga o diga Alberto?

Más allá de esas preguntas que pueden atormentar a una parte minoritaria del kirchnerismo, también se puede analizar que la jugada de Cristina es la mejor posible en un escenario en el que no todo es posible. Como alguna vez escribió Marx, los seres humanos eligen, pero no eligen las condiciones en las que actuarán. Y el escenario, al que Cristina contribuyó, indicaba que si no había modificaciones, la Argentina se encaminaba (quizás aun lo hace) a un cuatrienio muy árido: si cualquiera de los dos polos de la grieta termina imponiéndose en las elecciones, el panorama aparece como temible. No solo por el hecho de que cualquiera de ellos tendría a dos tercios de la sociedad en contra de entrada, sin esa “luna de miel” que suelen tener las gestiones que recién se inician, sino sobre todo por las severas dificultades de la economía: el dólar y la inflación imparables, vencimientos de deuda muy difíciles de afrontar, pérdida de productividad y empleos, y una sociedad que no parece tener más paciencia para ajustes.


Ese era el peor escenario en la mirada de Cristina porque se sabe que no hay populismo sin recursos. Algo había que cambiar. Y la jugada alteró el horizonte de posibilidades. Los signos de tranquilidad del dólar y la módica baja del riesgo país lo muestran: Alberto da garantías a los “mercados”, esa forma nominal que la prensa amable del establishment elige para referirse a los sectores dominantes de la sociedad argentina,  que hicieron negocios tanto con las dictaduras como con el menemismo, con el kirchnerismo como con el macrismo y están ya listos para hacerlos con Alberto.

Parece claro entonces que para el establishment, esta “genial jugada” es lo mejor que podía hacer Cristina después de los errores y los callejones sin salida a los que condujo a su propia gente en los últimos 12 años. Pero si se lo mira desapasionadamente también pareciera lo mejor para ella y, tal vez, la única jugada posible para habilitar algunas instancias que parecían impensables, por ejemplo:

– la habilita a mostrarse autocrítica sin haber hecho jamás un reconocimiento público de aquellos aspectos más negativos de su gobierno, los que su propio candidato calificó como “deplorables” (haberlo elegido es aceptar en los hechos que, al menos, ya no cree que hayan sido tan acertadas la 125, la pelea con “el campo”, el pacto con Irán, la presión sobre los medios –y no tanto la Ley–, la intromisión en la justicia, y demás cuestiones que precisamente motivaron el alejamiento de su gobierno de quien hoy es el candidato de Cristina…)

– le permite mostrar un gesto de grandeza ante las personas menos avispadas o “malpensadas”, sean o no sus seguidoras (el “renunciamiento”, aunque a cualquier persona informada le produzca vergüenza ajena la analogía con el histórico episodio protagonizado por Evita);

– le da chances de zafar de las causas judiciales (chances, no certeza: puede perder las elecciones, pero en ese caso sigue siendo senadora hasta 2026);

– ayuda a desactivar la tercera opción, o al menos debilitarla. Y no porque la decisión de poner a Alberto haya tenido como objetivo principal el de sumar votos, sino por otro fin que en parte se logró el mismo día: varios gobernadores que se suponían firmes en Alternativa Federal –ampliada con Lavagna y el socialismo, o no– ese mismo sábado cambiaron de bando: apenas conocida la noticia, Manzur, Bertone, Casas y Peppo, felicitaron a Alberto y se engancharon al nuevo tren.

Es cierto que el oficialismo se refuerza en un sentido: le alcanza con repetir hasta el hartazgo en sus medios adictos aquellos videos donde Alberto decía que el gobierno de Cristina era “deplorable”. La técnica 6-7-8. Porque, como dijo Lanata: “¿Cómo creer en un candidato que puteaba a su vice?”. (Pregunta que, por analogía, se le aplica también a él: “¿Cómo creerle a un periodista que escribe en el diario para el que juró que jamás trabajaría?”. Y así se puede seguir, aplicándola a casi toda la dirigencia política y socioeconómica del país). En cualquier caso, la técnica vale para todos: también están a mano los videos de Elisa Carrió diciendo que Macri es un delincuente, un contrabandista y de derecha. Claro que Carrió no es la candidata a presidenta de Macri ni él su vice. En ese juego, no parece que el gobierno pueda sumar, pese a la teoría duranbarbista de que son “los menos peores entre los males”.

Ahora ¿de verdad alguien cree que la postulación de Alberto es “el fin de la grieta” como dijeron algunos analistas? No parece. Las encuestas que se conocieron desmienten a los eufóricos pero también a Durán Barba, que ese sábado salió a decir que la movida no le suma a Cristina, sino le resta: muestran que la fórmula doble F tiene casi los mismos números que tenía Cristina, es decir que no mejora las chances del peronismo kirchnerista. Pero parece plausible suponer que sí le sumaría en la segunda vuelta: la mayoría de las personas que no quieren más a Macri en el gobierno sintieron alivio: desde aquel sábado tienen a quién votar en la segunda vuelta. Por eso la jugada es un reconocimiento de debilidad: es Menem en 2003 previniendo que no llega. Pero con la lucidez que Menem no tuvo de poner a alguien que le pague al FMI, no cuestione al mercado y haga el ajuste. Con rostro humano, pero ajuste al fin, que Cristina jamás haría. O –mejor no descartar nada– que quizás ahora cree que debe hacerse.

¿De verdad alguien cree que la postulación de Alberto es “el fin de la grieta” como dijeron algunos analistas? No parece. Las encuestas que se conocieron desmienten a los eufóricos pero también a Durán Barba.

Como sea, el corrimiento de Cristina afectó al macrismo, que de pronto perdió el principal espantajo que tenía para agitar. Aunque unos y otros quieran creer otra cosa, está claro que Fernández no es lo mismo que Fernández. Y no deja de ser paradójico: la noticia de que Cristina no será candidata a presidenta fue tan lamentada por macristas como festejada por kirchneristas. Singular aporía de la política argentina contemporánea.


Persiste un interrogante para el final: ¿acaso la movida de Cristina también la coloca a ella misma en posición de zugzwang? Lo dirá el tiempo.


domingo, 2 de junio de 2019

Carta abierta a la tercera vía… @dealgunamanera...

Carta abierta a la tercera vía…

El temor a la Kriptonita. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes.

Lavagna y Massa se acusan mutuamente de ser los sicarios de la tercera vía. Lavagna argumenta que siempre desconfió de que Massa se terminaría yendo con el kirchnerismo, y Massa, que Lavagna, con su protocandidatura, impediría que creciera la suya y la de los demás candidatos de Alternativa Federal para luego no estar en Alternativa Federal.

© Escrito por Jorge Fontevecchia el domingo 02/06/2019 y publicado por el Diario Perfil de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Paradójicamente, los dos mayores candidatos de Alternativa Federal, Lavagna y Massa, no competirían en Alternativa Federal, uno  en Consenso 19 y otro en Nueva Mayoría (?), extraña elección de nombres donde no hay consenso ni mayoría. El peor escenario para Macri: Lavagna le sacaría votos por su lado y Massa por el suyo se los sumaría al kirchnerismo. Peor aún para el país, otra vez esclavo del duopolio electoral.

Es cierto que los votantes de Lavagna son más cercanos a los de Cambiemos, con su componente radical, y los de Massa, al peronismo más popular. Pero Lavagna no es Macri ni Massa es Cristina Kirchner, y la apuesta de la tercera vía era producir un amalgamamiento de la parte progresista de Cambiemos y la republicana del peronismo que compartieran dos insatisfacciones fundantes: la corrupción kirchnerista y la ineficacia económica del macrismo.

Massa dice que dijo el martes en Córdoba que el jueves lanzaría un ultimátum en su convención nacional

Un tercer acusado de ser sicario de la tercera vía es el gobernador de Córdoba, Juan Schiaretti, con quien tanto Massa como Lavagna son igualmente críticos porque ambos habían delegado en él la tarea de contención y aglutinamiento de los gobernadores peronistas no kirchneristas y, tras ser reelecto gobernador, se corrió de la escena a lo Poncio Pilatos, haciendo coincidir sus vacaciones con los cruciales pocos días que faltan hasta la inscripción de alianzas electorales, y luego, de los candidatos para las PASO.

 Lavagna interpreta la actitud de Schiaretti por su cercanía con Macri, con quien se fotografió la misma semana de su triunfo electoral en Córdoba, y porque sumó su apoyo a los diez puntos del acuerdo que promueve el Gobierno sin proponer agregados sobre el empleo, el consumo o el crecimiento, que diferencian a la tercera vía del oficialismo y justificarían su identidad superadora. También lo atribuye a que Alternativa Federal fue un espejismo, algo que nunca existió, porque inmediatamente después de que Cristina Kirchner anunció su fórmula con Alberto Fernández, diez gobernadores peronistas salieron a apoyarla.

Massa dice que todavía conserva una esperanza y que su pronunciamiento el jueves pasado en la convención del Frente Renovador no fue una confirmación de que estaba dispuesto a incorporarse al kirchnerismo sino “un ultimátum”, buscando hacer reaccionar a Schiaretti y otros gobernadores peronistas que hasta hace pocas semanas se mostraban convencidos de la conveniencia de apoyar a Alternativa Federal.

El escenario más probable es que Lavagna deje de ser protocandidato para competir en las PASO como candidato único de Consenso 19, integrado por el socialismo, pocos radicales, algunos referentes provinciales y la mínima parte del Frente Renovador que no aceptaría ir con Massa al kirchnerismo, cuyo ejemplo más emblemático es Graciela Camaño, mujer de Luis Barrionuevo, el líder sindical que con más fervor continúa apoyando a Lavagna.

Dicen que nada hará cambiar de idea a Lavagna, a pesar de los múltiples ofrecimientos que recibe tanto desde el Gobierno como desde sectores empresarios (en dinero) para que baje su candidatura, ya que sin una alianza con Massa directamente le restará votos a Macri. Se rumorean ofertas de 8 millones de dólares de un grupo de empresarios para que Lavagna no sea candidato.

Y por el lado de Massa, es probable que finalmente encuentre la forma de negociar con el kirchnerismo, lo que no le viene resultando fácil porque así como a Schiaretti se le fueron los gobernadores tras el anuncio de Cristina Kirchner de su fórmula con Alberto Fernández, a Massa se le fueron intendentes y legisladores asustados de quedar a la intemperie.

Massa está emocionalmente muy afectado. Critica el “macrismo” de Schiaretti y de Urtubey, de quien dice que no tendría que haber permitido esa foto familiar con Macri en el living de su casa y solo debería acompañarlo institucionalmente como gobernador a los actos que el Presidente realizara en Salta.

Los crujidos de la tercera vía son resultado de los lógicos tironeos que realizan sobre ella Macri y Cristina Kirchner. Pero ni Schiaretti, ni Massa ni Lavagna podrían haber esperado algo diferente. Asumiendo que tanto el peronismo como el radicalismo, al ser grandes partidos, tuvieron alas de derecha e izquierda, la tercera vía sería, por su terceridad, constitutiva de un twist que, en su torcedura le permita, en una espiral ascendente, reconfigurar los dos componentes anteriores, siguiendo el modelo dialéctico donde la terceridad es una síntesis de tesis y antítesis, pero no para llegar al fin de la historia sino para avanzar un peldaño donde nuevamente la bifurcación de las contradicciones produzca una nueva controversia enriquecedora y no la estancada que hay que dejar atrás.

Los dos principales referentes de una tercera vía hoy se encuentran prisioneros de su propia razón. Lavagna dice: “Al final yo tenía razón, Massa se iba con el kirchnerismo y Alternativa Federal no existió nunca”. Y Massa dice: “Al final yo tenía razón, Lavagna no participaría de la interna de Alternativa Federal y la destruye”. Ambos razonamientos son tautológicos, como el ejemplo repetido del paranoico que cree que quien se le acerca le va a pegar y le pega antes para defenderse, obligando a la persona a responder la agresión y permitiéndole decir: “Tenía razón, me quería pegar”. Así, en lugar de parteros de la tercera vía, terminan regalándoles a los polos su centralidad tupacamaruzada: a un Cambiemos que trata de abrirse y a un kirchnerismo que muestra su cara más republicana, lo que dejará de ser verdad cuando se hayan asegurado que la tercera vía está lo suficientemente sepultada y uno de los dos le gane al otro. En ese contexto, la Argentina corre el riesgo de vivir los próximos cuatro años bajo la misma agenda de los cuatro años anteriores, detenida en el terreno de las ideas.

En un reciente reportaje en el programa Corea del Centro, el ex secretario de Comercio kirchnerista Guillermo Moreno explicó su rechazo a la candidatura de Alberto Fernández por no ser un verdadero peronista sino ortodoxo en economía y socialdemócrata en política. Si fuera correcta esa descripción de Moreno, la tercera vía ya habría florecido en el propio jardín kirchnerista, pero cuesta mucho creer que su más distinguido jardinero sea quien fue jefe de Gabinete y principal colaborador de Néstor Kirchner mientras se organizó el mayor sistema de corrupción del Estado en democracia.

Grupos empresarios le habrían ofrecido a Lavagna 8 millones de dólares para que baje su candidatura.

También cuesta creer que la cúpula del gobierno nacional haya aprendido la lección y corregido su cerrazón solipsista porque el miedo que hoy la humaniza precisará de otro combustible para mantener la soberbia a raya tras una eventual reelección. Lo mismo pasa en Brasil con Bolsonaro, parece muy difícil superar gobiernos populistas solo a través de la polarización contando con que la fuerza del opuesto sea el opuesto.

Hace falta un twist superador que nos saque del primitivo binarismo conceptual.




Massa vuelve al mundo k. Adiós medio, adiós… @dealgunamanera...

Adiós medio, adiós…

El temor a la Kriptonita. Sergio Massa. Dibujo: Pablo Temes.

Massa vuelve al mundo k. El líder del Frente Renovador prepara su regreso tras la fórmula F-F. Vidal se preocupa y Macri-Peña se confían.

La volubilidad de la política vernácula ha alcanzado por estos días cumbres que serán difíciles de superar. El último capítulo de esta saga tiene nombre y apellido: Sergio Massa, quien le dijo adiós a la amplia avenida del medio por la cual intentó transitar desde que rompió con el kirchnerismo, hacia el cual está volviendo. La trastienda de lo que pasó el jueves 30 en la convención del Frente Renovador que llevó a esta voltereta del hombre de Tigre es producto del cimbronazo generado por la fórmula Fernández-Fernández, que desacomodó al peronismo todo.

Ante ese sacudón, intendentes, candidatos y diputados bonaerenses que aún le responden a Massa amenazaron con dejarlo solo si no se arrimaba a las orillas del universo K. “A Sergio se le movió el piso”, señala alguien que habla con él a menudo. Por eso el “mandato” de la convención del FR es lo suficientemente amplio para permitir –el verbo correcto sería estimular– la negociación con el kirchnerismo. Eso es lo que está ocurriendo por estas horas.

La posibilidad de una interna entre Massa y Alberto Fernández es de compleja instrumentación, sobre todo por el armado de las listas de legisladores y candidatos locales. Eso exige acuerdos para garantizar que el perdedor –que no sería otro que Massa– pueda dejar a resguardo su estructura.

“No hay ninguna posibilidad de modificar la fórmula Fernández-Fernández ni la fórmula Kicillof-Magario”, sentenció el jueves por radio Continental Alberto Fernández, lapidando así cualquier chance de un acuerdo que lo consagre a Massa como candidato a gobernador bonaerense por el kirchnerismo. La afirmación tiene el sustento de los números: en todas las encuestas, Axel Kicillof, a quien los intendentes K del Conurbano –incluida Magario– no quieren, mide muy bien y, en varias, le gana claramente a María Eugenia Vidal. Por lo tanto, habrá que ver qué queda para el líder del FR, quien, según como sean las cosas, puede llegar a pasar de aspirar a ser candidato presidencial a ser candidato a la nada. Así de incierta es su situación a esta altura de los acontecimientos. Bien le convendría recordar la famosa cita de Séneca: “Cuando no se sabe adónde se va, el viento a favor no lleva a ninguna parte”.

Es esta una muestra de los vericuetos laberínticos de la política argentina. Alguien que habló con Massa en estas horas no dejó de señalar que a este empinamiento de su rol de opositor no solamente lo alimenta la catastrófica situación de la economía, sino también una cierta cuota de encono personal hacia el Presidente.  “A Sergio lo fastidia mucho lo de ‘ventajita’ y otros adjetivos descalificativos que le suele dedicar Macri”, afirma un dirigente de su cercanía. Claro que hubo otros tiempos menos tormentosos en la relación del Presidente con el ex intendente de Tigre.

He aquí otra evidencia de la volubilidad de la política vernácula. Recordemos: no bien asumió, Macri lo llevó a Massa como su principal invitado al Foro Económico Mundial de Davos. Allí lo presentó como el futuro líder de un nuevo peronismo. No ha pasado tanto tiempo. Pero eso no es todo: la memoria trae al recuerdo otras evidencias de un tiempo venturoso en la relación Macri y Massa. Fue en 2013. En las elecciones legislativas de aquel año, el jefe PRO apoyó la candidatura a diputado nacional del líder del FR. Fue un respaldo clave que catapultó a Massa a una victoria decisiva, que sepultó el proyecto de reelección indefinida que acuñaba Cristina Fernández de Kirchner. Y un dato más para el recuerdo: el jefe de campaña del FR fue, en ese entonces, Alberto Fernández. Los archivos son implacables.

Reacciones oficiales. En la Casa Rosada miran y siguen con alegría y cierto gozo estos avatares de Massa y sus circunstancias.

No sucede lo mismo en la gobernación de la provincia de Buenos Aires. La unificación de los intendentes del massismo y del kirchnerismo apunta a darle al peronismo una cantidad de votos de suficiente magnitud como para ganar la elección.

En el primer estado argentino no hay segunda vuelta, y esto es una complicación para Vidal, a quien las cosas se le hacen día a día más difíciles. Sin Macri al lado, sus chances de ganar se conservan. Con Macri, lo que se yergue en el horizonte es la derrota. Una de las encuestas que tiene Vidal en su despacho la tiene dos puntos abajo de Kicillof cuando se la considera sola y baja 8 puntos más cuando comparte la boleta con Macri, hacia quien se evidencia un alto nivel de encono en el Conurbano. Por eso es que hay quienes piensan en la necesidad de algún acuerdo con Alternativa Federal que le permita incorporar la pata peronista de la cual hoy la gobernadora carece.

Ese peronismo remanente lucha hoy por sobrevivir. Las idas y vueltas con Massa y con Roberto Lavagna, los abrazos de Juan Manuel Urtubey y Juan Schiaretti con Macri, más la voltereta de varios gobernadores que se realinearon con el kirchnerismo tras el anuncio de la fórmula Fernández-Fernández, lo han dejado sin destino.

En el Gobierno –que poco tiene para celebrar– se festejó la decisión de la convención de la UCR de aprobar la continuidad de su pertenencia a Cambiemos. Sin embargo, lo allí sucedido obliga a una lectura política más compleja porque, más allá de la continuidad, esa convención le marcó límites al Presidente y dejó entrever un augurio: si pierde, esa coalición volará por el aire.

El pase de facturas y los reproches fueron explosivos. Y hoy, según la mayoría de las encuestas, está perdiendo. En la Ciudad de Buenos Aires, uno de los pocos bastiones de Cambiemos, cayó 10 puntos. Esto lo afecta por arrastre a Horacio Rodríguez Larreta. “Hace seis meses, ganábamos cómodos en primera vuelta. Hoy estamos en 42% de los votos. Tendremos que ir a segunda vuelta”, reconoce un alto funcionario del gobierno porteño.

Marcos Peña y compañía están convencidos de que esto se supera con una campaña comunicacional intensa y sistemática. ¿Alcanzará para contrarrestar una realidad que muestra que la crisis socioeconómica se ahonda día tras día? 

Producción periodística: Lucía Di Carlo.